La aspirante española Ramos, había desafiado a la actual campeona del mundo, la argentina Acuña, quien subió al ring convencida de que el combate no pasaría del primer round.
Las normas internacionales del boxeo profesional femenino, obligaban a las contendientes a pasar una prueba de embarazo para acreditar que al comienzo del primer asalto ninguna de ellas estaba esperando un hijo. También estaban obligadas a utilizar los protectores de pecho y pelvis y a no llevar ningún tipo de cosmético y el cabello recogido en trenzas o en una cola de caballo. Todo esto y el hecho de que no fuese aceptado como deporte olímpico hasta el año 2012, apestaba a prejuicios de género, pero eso convertían los dos minutos que duraba cada asalto en un verdadero combate a muerte donde las boxeadoras lanzaban golpes reivindicando sus derechos como deportistas y como mujeres.
El combate se celebró en el estadio olímpico de Barcelona y miles de personas abarrotaron las localidades, siendo este un combate retransmitido en exclusiva por el canal HBO, a cientos de televisiones de los cinco continentes por lo que se generó una audiencia para el combate de más de doscientos millones de espectadores
El novio de la aspirante Ramos, se instaló en un asiento de la primera fila, frente al cuadrilátero.
Gracias a los contactos de Ramos, se consintió de forma excepcional que su novio, llevase a la perrita de ambos en un trasportin, como si fuese un gato y al colocarlo junto a él en la primera fila, no era consciente de lo que estaba a punto de suceder.
Acuña salió con la intención de demostrar porqué lucia el cinturón de campeona del mundo del peso welter y en el momento en el que el árbitro les permitió comenzar el combate, proporcionó a la aspirante dos derechazos directos a la ceja izquierda que a punto estuvieron de noquear a la española.
La sangre de Ramos salpicó el transportín donde su perrita comenzó a enloquecer al oler la sangre y al escuchar los jadeos y lamentos de su dueña. Los ladridos y aullidos de la perra, se convirtieron en la banda sonora del combate.
Ramos, repuesta del brutal inicio del primer round y demostrando ser una gran encajadora, llevó a Acuña contra las cuerdas con una serie de ganchos a la mandíbula, alternados con demoledores directos al costado de la argentina.
Al sonar la campana del segundo asalto y retirarse cada una a sus esquina, donde recibieron la asistencia de sus respectivos equipos, el entrenador de la española estuvo a punto de tirar la toalla al ver el estado de la ceja y el párpado de Ramos, pero ella se lo impidió y el médico de la federación autorizó que volviera al ring.
El tercer asalto fue un durísimo intercambio de golpes que evidenció la excelente preparación de ambas boxeadoras.
El modelo ataviado de bombero, que paseó por el ring el cartel que anunciaba el cuarto asalto, mientras se iba despojando del uniforme, recibió los aplausos enguantados de las contrincantes, el aplauso y las ovaciones del público y un comentario algo subido de tono sobre el tamaño de su manguera, que profirió armado con un megáfono, el masajista del equipo argentino, para diversión del público asistente y de los millones de espectadores que lo escucharon en sus casas a través de las pantallas.
Los crochets, jabs y uppercouts intercambiados con avaricia por las púgiles desde el primer segundo del cuarto asalto, llevaron a a la histeria a los seguidores de una y otra combatiente y el estadio parecía una auténtica casa de locos. El novio de Ramos cometió la imprudencia de sacar a la perrita del transportin, para intentar tranquilizarla estrechándola entre sus brazos; pero la perra se zafó de él y antes de que pudiese levantarse del asiento, el joven vio horrorizado como el animal subía al ring a defender a su dueña del ataque de aquel monstruo con trenzas que la golpeaba una y otra vez.
Las cámaras de la HBO retransmitieron al mundo entero como la perra saltó sobre Acuña y se enganchó primero de sus trenzas y al salir despedida por las sacudidas de cabeza de la argentina, volvió a lanzarse sobre ella con arrojo, cerrando sus mandíbulas sobre el lóbulo de la oreja izquierda de la boxeadora rioplatense.
Ramos trataba de que la perra soltase a su presa pero el animalito, convencido de estar defendiendo la vida de sus dueña, ignoró los gritos y las órdenes de la vallisoletana y tras desgarrar el lóbulo de Acuña, volvió a hacer presa con sus poderosas mandíbulas, esta vez en la nalga derecha de la campeona del mundo del peso Welter.
El árbitro se acercó sigiloso a las protagonistas de la circense escena y antes de que la perra pudiese darse cuenta, la levantó la patita derecha y por el micrófono, anunció a la nueva campeona del mundo y flamante poseedora del cinturón, perdón, del collar, de su categoría.
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