domingo, 22 de octubre de 2023

Todo por la patria


Muchas cosas se han escrito sobre mi querida Rosa Aguado, o como pasó a la historia, Rosita de Valladolid.
Rosa y yo fuimos amigas desde pequeñas, ambas nacimos y nos criamos en la acera de San Francisco, muy cerquita de la plaza mayor de la ciudad. Cuando llegaron los gabachos Rosa tenía su vida más o menos formada, cuidando como podía de sus dos hijas. El padre de las niñas nunca llegó a casarse con Rosa, pero eso no fue impedimento para que Rosa, mujer hermosa y de una cuidada educación, pudiese codearse con lo mejor de la ciudad, frecuentando los bailes del casino, las cenas y las fiestas en las casas nobles. Rosa comenzó a jugar a un peligroso juego, pues era de conocimiento popular tanto su relación con Tomás Príncipe, el guerrillero vallisoletano al mando de los Húsares francos de Valladolid, como su amancebamiento con el general Kellermann, el francés verdugo, cruel y avaricioso, que nos tocó en suerte a los vallisoletanos.
Los franceses trajeron sus costumbres y sus placeres cotidianos al ocupar la ciudad y no tardó en abrirse en nuestra propia calle, una especie de tasca a la que llamaron “Café de los franceses”, pues en ese establecimiento tan solo se servía esa infusión del fruto de la planta del café, que se había puesto de moda en Francia como alternativa al típico té de los ingleses, y, en torno a una taza de ese excitante y nigérrimo brebaje, se organizaban tertulias y se soltaban las lenguas. Al parecer fue en el Café de los franceses, donde fue presentada al nuevo gobernador militar de Valladolid, Palencia, Zamora y Burgos, el general Kellermann.
Mi amiga Rosa no tardó mucho en seducir al gabacho, quien, lejos de las mujeres de su país, no dudó en confraternizar con una vallisoletana bien parecida, morena y de carnes prietas. Rosita de Valladolid supo utilizar sus armas de mujer para vencer en singular combate a Kellermann y sonsacarle tras cada noche de pasión, todo lo que podría ser de utilidad a los patriotas que servían a las órdenes de Príncipe.
Los seiscientos cuarenta jinetes que formaban la partida de Tomás Príncipe supieron hacer buen uso de las confidencias de Rosa. Cayeron muchos dragones franceses en las inmediaciones de Valladolid, hasta tal punto que las tropas invasoras se cuidaban bien de moverse por los pueblos que rodeaban a la ciudad, dado que las partidas de Simancas, la de Borbón y otras muchas, habían aprendido que la lujuria suelta la lengua de los franceses, con más eficacia que el tormento que se empleaba con los correos apresados por la guerrilla y en ocasiones todo dependía de la labor de información de Rosa.
Kellerman era un hombre despreciable, e incluso físicamente no era ni con mucho tan atractivo como otros de sus compatriotas que seducían a las españolas con sus elegantes uniformes, sus ojos azules a juego con las casacas y sus cabellos rubios. Era normal que nuestros hombres se echasen al monte con las armas. Aquella traidora invasión napoleónica venció primero a nuestro ejército y después la virtud de muchas mujeres españolas, pero con lo que no se contaba, era con el carácter del patriota español que viendo arriadas sus banderas y deshonradas sus mujeres, robadas sus cosechas y saqueadas sus iglesias, tiró de trabuco y albaceteña y enseño a los gabachos que igual que sacamos a patadas a los romanos, bárbaros y árabes; unos delicados francesitos no iban a ser gran problema. Ellos preparaban sus planes en un café y nuestros hombres se reunían a la sombra de los pinos piñoneros y compartían las botas de buenos vinos de los majuelos de la tierra, vinos que no tenían absolutamente nada que envidiar a los franceses.
Kellerman se ganó el apodo de, “el verdugo de Valladolid”, ordenando la ejecución de cuanto patriota caía en sus manos y como la serpiente que era, constituyó una junta criminal al frente de la cual puso a Vinuesa, un afrancesado que tan solo ponía su marca en las órdenes de ejecución para que Napoleón creyera que los ciudadanos de Valadolid estaban con el invasor y, acataban con satisfacción las nuevas directrices, castigando a los que se levantaban en armas contra la libertad, igualdad y fraternidad que habían venido a traernos al son de la marsellesa. Son este que marcaban los soldados a ritmo de bayoneta y disparos de fusil y tarareaban los pelotones de ejecución, palmeados por las manos de los que aplicaban el garrote vil en las gargantas de nuestros héroes.
Mi Rosa se la jugó constantemente y sé de buena tinta que, en más de una ocasión, fue sorprendida al encontrarse con los hombres de Kellerman, cuando iba a reunirse con un enlace del Empecinado. Ella misma había aprendido a utilizar la albaceteña de seis muelles que llevaba oculta en la liga y según me contó, no le quedó más remedio que desjarretar a un afrancesado que quiso delatarla a un sargento de dragones tras sorprenderla entregando a un patriota el santo y seña que se iba a repartir entre las tropas francesas que debían vigilar la ciudad esa misma noche.
El maldito y enclenque Kellermann fue destituido y enviado de vuelta a Francia, por ser demasiado evidente su rapiña a base de extorsiones y robos manifiestos y según se cuenta en los mentideros públicos, salvó la cabeza por los favores prestados a Napoleón en la batalla de Marengo, donde supo darle la vuelta a la tortilla y despojar a los austriacos de un triunfo que parecía ya seguro.
De las muchas mujeres que cayeron en brazos del invasor, bien por pura supervivencia o bien movidas por menos nobles intereses, mi amiga Rosa y la amante del Barón Dufresse, la también vallisoletana Nicolasa supieron rentabilizar sus ratos de cama con el enemigo para ayudar en la medida de lo posible a los bravos compatriotas que gritaron Merde al paso de la bandera tricolor.
Puede que por ser yo una mujer poco agraciada, no me quedase otra opción como patriota, que pasar armas de contrabando bajo mis enaguas y dar cobijo a los francotiradores que, desde las azoteas de los edificios principales, demostraban a los franceses lo útil que les había sido cazar perdices y codornices en los campos vallisoletanos. También fueron muchos los soldados del emperador que comprobaron en sus propias carnes la habilidad de los matarifes que desangraban los gorrinos para hacer morcillas en las fiestas de los pueblos. Valladolid sufrió mucho durante esos años de ocupación francesa, pero gracias a Dios, contamos con mujeres y hombres que supieron sacrificarse por su tierra y a los que ni nosotros ni la historia, olvidará nunca.
Rosa fue una pieza fundamental en la lucha contra el invasor y recuerdo que cuando al fin se libró de las babas de Kellerman, decidió unirse a la partida de Príncipe y sacar provecho de su experiencia como eficaz navajera para desjarretar algo más que afrancesados.

Poco a poco su nombre y su valor cobraron fama en la provincia y los gabachos terminaron poniendo precio a la cabeza de la que decidieron llamar la novia de la resistencia. El noviazgo de rosa con la lucha armada duró lo suficiente como para alumbrar a su primer hijo con Príncipe mientras las tropas francesas se retiraron de España.

lunes, 16 de octubre de 2023

Reflexión


 Entiendo que si sé gestionar las circunstancias que rodean mi existencia soy el único dueño de mi vida, o al menos tengo el usufructo de esta vida que se me  concedió vivir hace ya más de nueve años. Veremos si sé rentabilizar la propiedad y hago de ella algo digno, o si termino vendiéndola a demasiado bajo precio.  O regalándola a aquella que me haya conquistado el alma, pues solo sé querer sin reservas y sin medida, hasta la última gota de mi sangre y hasta la última lágrima que llore mi alma. Sería mucho peor empeñarla de nuevo en una relación con la persona errónea, o perderla por descuidado, acelerado, excesivamente intenso, inconsciente y arrogante, como hice ya una vez.
En cuanto a las emociones ya no tengo tan claro si soy su dueño, o si por el contrario les pertenezco a ellas. Para mi desgracia soy jodidamente emocional, tanto que a veces tengo que esconderme y esperar a que se me recoloque el alma, pues son muy pocas las personas que comprenden mi forma de entender la vida y de vivirla sujeto a lo que se cocina en continua ebullición en el interior de mi pecho.
Y ojo...que esto no me hace una mejor persona, ni es una ventaja de ningún tipo, ni un superpoder ni nada que me destaque de manera favorable entre todos los demás, sino una especie de maldición, pues  aunque he de reconocer que cuando descubrí el verdadero significado de eso que erróneamente acostumbramos a llamar, "hacer el amor" y nada tiene que ver con ese placentero ejercicio que es el sexo, casi me desmayo, y que aún saco el reclinatorio y me arrodillo dándole gracias a Dios por haberme  permitido reconocer unas pocas  almas afines, también es cierto que al ver como esas almas se alejan sin volver la vista atrás, siento que me va a estallar el corazón y me voy a morir de pena. Que al fracasar en aquello en lo que realmente me he esforzado hasta el agotamiento me quisiera morir  (literalmente hablando) y que llorar a escondidas ya se está convirtiendo en una rutina, más que en una costumbre.

No hace demasiado me pusieron una de esas etiquetas que están tan de moda para explicarme  porqué todo me golpeaba tan fuerte y era capaz de ser el que más disfrutaba de lo bueno y el que más sufría lo malo. Resulta que según la terminología médica soy una Persona Altamente Sensible. Pero discrepo del etiquetado, porque no tengo el monopolio del dolor, de la angustia y  del sufrimiento ni el  del paroxismo del gozo y del deleite. Además estoy convencido de que todos somos PAS en según qué momento. Y el que no se haya sentido en ocasiones la persona más feliz del mundo o la más desdichada del universo conocido, en realidad debería hacérselo mirar, pues vivir es disfrutar de unos momentos y padecer otros. Y tener las emociones planas o vivir sin altibajos debe de ser lo más parecido al automatismo.
Lo que si que he aprendido es que en mi mano está aprovechar al máximo las oportunidades, no tirar la toalla y no permitir que me roben más ilusiones ni más sueños. Lo que consiga lo habré conseguido por mis medios y lo que pierda, no me llevará a desesperarme, simplemente  trataré de recuperarlo.
Y así, con esta reflexión que hoy os comparto, arranco la semana.
Que la vida nos sea propicia. 

jueves, 12 de octubre de 2023

Una novela


 Es para mi mucho más que un ejercicio literario. Al sentarme a escribir una novela y abrir el documento que lleva su nombre, estoy acomodando mi creatividad sobre una mullida nube blanca y girando la llave que me abre la puerta a un mundo desconocido, a un universo por explorar. 

Juego con la ventaja de que en ese universo yo seré el único Dios todopoderoso, y de que en él podré dar vida y arrebatarla, diseñar los paisajes y jugar con las emociones humanas, y con las circunstancias que rodean la vida y la muerte de toda creación.

En mi novela decido y mando, asumo y arriesgo, pero nunca pierdo, pues pase lo que pase será algo mío, algo nacido de mi, de mi realidad, de mis inquietudes, de mis intereses, de mis aficiones, de mis angustias, de mis miedos, de mis pesares y de mis alegrías, de mis sueños y de mis pesadillas, de todo aquello que en definitiva me hace sentir vivo.

Esta mañana le he pasado a mi editora la versión definitiva de una nueva novela, construida sobre una novela que creía haber terminado hace ya unos cuantos meses, pero que aún no quise enviar a la editorial con la que he publicado mis dos últimas novelas. Sabía que de alguna manera, podía mejorarla, corregirla aún más, desarrollar la trama y dotarla de nuevas escenas, de nuevas pasiones, de nuevas sorpresas, de nuevos personajes y de nuevos giros.

Y es ahí donde se aprecia la verdadera labor del editor (editora en mi caso) pues desde que le presenté el original  de aquella historia que le fui haciendo llegar poco a poco, me dijo que aún no estaba lo suficientemente maduro.

Dijo Vargas Llosa que la gran ventaja de publicar era dejar de corregir. Y sé que aún me quedarán unas cuantas correcciones de esta nueva obra antes de sacarla al mercado.

Más allá de todo lo aprendido al trabajar sus páginas (porque he debido de realizar una variada y compleja labor de documentación al haber situado la acción en otra época y en otro continente), he crecido como escritor pues yo mismo he tratado de despojarme del ego para ser mi mayor crítico y juzgarme severamente con cada lectura de lo escrito, buscando avanzar en el camino que recorro hasta llegar a la meta que me he marcado.

En esta novela, cuya trama nada tiene que ver con mi realidad cotidiana, he convertido mis ilusiones en realidades y he regalado a mi protagonista el placer de alcanzar el sueño que a mi se me resiste. Y antes de escribir el correspondiente FIN, le he permitido brindar por la vida junto a la persona amada, con una copa de tinto reserva de la Ribera del Duero (me he permitido el lujo de concederme esa licencia).

Es por eso por lo que animo a todos a enfrentarse al reto de escribir una novela, porque más allá de ser un trabajo duro y exigente, que robará mucho tiempo y mucha energía, es terapéuticamente algo sublime, pues la catarsis literaria ayuda a respirar hondo, a disfrutar de aquello que en la vida resulta realmente difícil conseguir y a eliminar en un párrafo o quizás en tan solo un par de frases el problema vital o moral que crees que nunca lograrás erradicar.

Escribir novela de ficción es también una droga a la que es muy sencillo engancharse y cuando cierras el archivo definitiva y lo envías por fin a imprenta, el síndrome de abstinencia hace que no puedas resistir la necesidad de comenzar otra. Para algunos escribir es algo terriblemente adictivo y corremos el serio peligro de convertirnos en yonkis de la palabra escrita. Y para esto no hay metadona que valga.

Y en ello estoy.

jueves, 5 de octubre de 2023

O quizás no tanto


Tumbado boca arriba en la cama con las luces apagadas y rezando para que amanezca lo antes posible y el mañana se convierta en hoy, aspiro una calada de ese primer pitillo del día que se ha adelantado al café e incluso a ese vaso de agua fría que deberían haber precedido al humo y a todas esas sustancias nocivas que me van matando poco a poco, cigarro a cigarro.
Se avecina otro de esos días raros, lo sé, lo espero, lo temo. 
Con el alba llegarán más dudas, más miedos, más angustias, más retos, más pruebas de resistencia, nuevos asaltos en este eterno combate en el que me he prometido no tirar jamás la toalla, por mucho que duelan los golpes. Y con suerte, en el momento más inesperado el teléfono me sorprenderá con la llamada que tiene a mi alma y a mi futuro en vilo y puede que los astros se alineen y el día me regale un par de necesarios abrazos y esa sonrisa que me devuelve la ilusión y me mantiene en pie sobre la lona aguantando con estoicismo un puñetazo tras otro.  Y si aún sigo siendo digno puede que el destino se decida a obsequiarme con una de esas píldoras de felicidad que evitan que mi razón emprenda un vuelo sin retorno a B612.
Si hay algo mucho más triste y peligroso que el miedo a la muerte es el invalidante y desolador miedo a la vida. Y es que no se puede vivir con miedo a vivir, y por eso han aumentado preocupantemente los suicidios. Por eso hay personas que buscan respuestas y soluciones donde antes no se habían aventurado a buscar y por eso a veces nos preguntamos qué coño está pasando en este mundo.
Y por eso escribo cada día. Por eso me evado a otras épocas, otros países, otras realidades y otras existencias. Me escribo circunstancias más amables que me ayudan a mantener la sonrisa y en un alarde de valor me escribo también problemas de complicada solución, desafíos difíciles de superar y pérdidas irreparables y cuando haciéndole trampas a los hados soy capaz de redactar las soluciones, de superar los obstáculos en negro sobre blanco y de recuperar lo perdido, al levantar la vista de la pantalla del ordenador, del folió en blanco o de la libreta, me siento por unos segundos el tipo más feliz del universo conocido y de los universos que aún quedan por conocer y por escribir, y me abandono a la imagen ideal en la que comparto mis triunfos con ELLA, y ELLA es feliz porque sabe que yo lo soy.
Otro de esos días raros. Comienzan a ser demasiados y demasiado raros. O quizás no tanto. Puede que deba preguntarme si el raro soy yo y por eso, por mi rareza, convierto los días en raros para no tropezar en las sombras ni perder el rumbo.
Ha salido el sol. A lo lejos una paloma aporta arrullos y zureos al nuevo día y un gato aventurero maúlla desafiante. Salto de la cama y me regalo una ducha de agua fría que me devuelve el sentido y tonifica mis músculos. El primer café de la mañana es tan solo equiparable al néctar de los dioses, a esa ambrosia celestial y al sabor de sus labios. 
A por el día. A por la vida. A por todo.


 

miércoles, 27 de septiembre de 2023

Aprendiz de todo

Siempre me defino como el eterno aprendiz de escritor, y como un lector empedernido. Y lo soy.
Soy también consciente de los innegables beneficios de la literatura a muchos y muy distintos niveles y soy el ejemplo vivo de que la literatura puede ayudar a superar el daño cerebral adquirido (a mi me ayudó a superar la lesión cerebral axonal difusa en grado 3, la más dura de las que existen, lesión que me llevó a pasar por unos minutos de muerte clínica y una temporadita en estado de coma) y a prevenir el deterioro cognitivo. Prestigiosos neurólogos y psiquiatras ratifican esta afirmación y se hacen eco de la importancia de ese entrenamiento cerebral a través de la lectura y de la escritura.
He publicado ya cinco libros hasta la fecha, he presentado una novela inédita a un certamen literario, y estoy trabajando en otras dos al tiempo, y textos y relatos míos aparecen en distintas publicaciones tales como revistas literarias o recopilaciones de relatos de distintos autores, pero soy consciente de que aún tengo muchísimo que aprender y que mejorar, y de que la imprescindible labor editorial es una de las mejores armas de todo escritor, pues el editor no es quien publica el libro, sino quien acompaña a escritor durante el proceso creativo orientándolo y ayudándolo a conseguir el mejor resultado. Y no dejo de leer cada día de la forma más ecléctica posible, saltando de un libro a otro, de un genero a otro, de un estilo a otro.
Es por ello por lo que he diseñado y desarrollado este taller trimestral en el que trabajaremos los distintos ámbitos de la literatura en nuestras vidas, ya que dedicaremos las sesiones a la literatura en la música, en el teatro, en el cine, la prensa, a la poesía, la novela, los relatos y escribiremos y leeremos juntos.
No pretendo enseñar a nadie a ser escritor, simplemente orientar en la relación con la literatura y a sacarse de dentro las emociones y los sentimientos, pues muchos utilizamos la literatura como la necesaria catarsis en blanco sobre negro con la que resistimos los envites de la vida.
Este próximo jueves día 28 de septiembre a las 19,30 horas, habrá una sesión informativa en la sala La bien pagá espacio escénico, en la Calle San Isidro de Valladolid, lugar en el que desinteresadamente me han hecho un hueco para desarrollar el taller, pues es un centro de la cultura de mi ciudad, en el que los asistentes pueden realizar cursos de teatro, de danza, de cinematografía... 
 En esta sesión compartiré con inscritos e interesados en que consistirán las sesiones, como optimizaremos el tiempo y que colaboradores nos acompañarán a lo largo del trimestre.
Será una reunión entre amigos, o al menos entre personas con similares inquietudes literarias, por lo que os animo a acercaros sin ningún compromiso y a preguntar cualquier cosa al respecto de este taller.
De momento ya se han inscrito unas cuantas personas a las que conozco y sé que la literatura es parte fundamental en sus vidas. No hay límite de edad para este taller, pues lo he planteado para personas entre 15 y 150 años. Tampoco se requiere formación de ningún tipo, tan solo saber leer y escribir y tener ganas de hacer ambas cosas.
Será un placer recibiros y saludaros.


jueves, 21 de septiembre de 2023

Como el escritor que soy


 Amo como solo sabe amar un escritor.

Y te hago el amor en negro sobre blanco, en las páginas de una libreta y en el teclado de mi ordenador. Te deseo tanto que me quedaré sin tinta en la pluma y sin batería en el portátil, pero tu mirada y tu sonrisa, tú cuerpo y tus caricias, recargan ambas cosas.  Nací para escribir con pasión cada segundo que me regalas y para convertir en textos y en versos la esperanza de una vida juntos, en la que no necesite escribirte, solo leer cada capítulo impreso en tu piel.

Me da igual quien haya escrito el prólogo de tu vida y los hombres de los anteriores capítulos. Aceptaré las críticas y toleraré el desdén de quien no sepa entender que eres el verbo más hermoso que puedo conjugar y que se hizo carne para regalarme el parnaso entre sus brazos. No me  importa compartir páginas con otro del que sabrás despedirte. 

Escribiremos juntos el final y firmaremos a dos manos cada ejemplar. Y se lo dedicaremos al destino agradecidos por habernos hecho coincidir otra vez.

Y  es que es verdad, mi amor, si un escritor se enamora de ti, nunca morirás. Y además sabrá escribirte los momentos más felices, los amaneceres más radiantes y las noches más placenteras. Y repasará todo una y mil veces hasta que edite la obra perfecta junto a ti. Sin notas a pie de página, sin fe de erratas, y sin citas de otros amantes que pecaron de mediocres por no haberse fundido contigo.

Pero esconderé esta realidad hasta que la llevemos a imprenta y pasemos la censura de quien no comprenderá que nos hemos amado, nos amaremos y volveremos a amarnos en esta vida y en todas.


lunes, 18 de septiembre de 2023

Comité de recepción

Para ti, que acabas de llegar a este blog, a mi vida y a mi tribu de familiares y amigos.

Para ti que al igual que yo encontraste en los libros mucho más que letras hilvanadas con mayor o menor acierto.

 Encontraste en ellos refugio, consuelo, apoyo y ayuda en los momentos más oscuros y, ese rayo de sol escrito en mayúsculas que ilumina el incierto futuro.

Al conocerte y hablar contigo, supe que además de esa obvia afinidad por todo lo relacionado con la literatura, y por ese común amor por los gatos y los perros y por todos los animales que habitan este planeta que nuestra especie se empeña en destruir, había una llamativa conexión también en lo emocional, pues aunque ningún experto en salud mental te haya puesto aún la etiqueta, no tengo la menor duda de que eres una de esas personas altamente sensibles que habitan un mundo feroz y despiadado con quienes tenemos las emociones a flor de piel y no comprendemos que vivir sea en tantas ocasiones sinónimo de sufrir.

Es por eso que al escucharte hablar de libros y autores, de lecturas fundamentales y de libros indispensables, te identifiqué en el acto como un miembro de mi clan, como una guerrera de las páginas en blanco y como otra naufraga existencial que se agarró a un libro para no perecer ahogada en el más triste y revuelto océano de lágrimas.

Por eso hoy te doy la bienvenida en negro sobre blanco. Esta es tu casa. Pasa y ponte cómoda. Espero que aquí encuentres al menos ratitos de evasión en los que sentirte a salvo, y lecturas diferentes, interesantes o al menos reconfortantes, aunque en ocasiones la necesaria catarsis emocional que encuentro en la escritura me lleve a relatar sangrientos crímenes, brutales rupturas y tristes despedidas.

A mi, escribir me ayuda a sacarme del pecho los peores demonios, y a realizar el más eficaz exorcismo cuando mi corazón se ennegrece, mi alma se pudre y mis ilusiones parecen tan perdidas como mi razón.

Pero también encontraras al Juan más romántico, al más esperanzado y al más tierno de los distintos juanes que habitan en mi. Y gatos...muchos gatos.

Sé que compartiremos mucha literatura y muchos y muy refrescantes momentos.

Gracias por venir.


 

sábado, 9 de septiembre de 2023

En esas noches difíciles


 Me agarro a la música que me reconforta y que me ayuda a encontrar el sentido a mucho de lo que me desespera. Y no soy el único que utiliza las canciones como particular red de seguridad sobre la que caer cuando has perdido el equilibrio al caminar por el delgado cable de la vida, mi amigo el pianista Oscar Lobete , con quien comparto desde hace muchos años ya triunfos, sinsabores, pérdidas, ganancias, éxitos y fracasos, también se aferra a esas canciones que escucha durante las noches sin dormir.

Juntos diseñamos, desarrollamos y llevamos a cabo el espectáculo Canciones para una noche en vela, una suerte de recital/concierto/dramatización/revisión,  de algunas de esas canciones que nos permiten salir adelante. Yo escribo un texto sobre lo que me inspiran las letras de esas canciones, sobre lo que puedo leer entre líneas al escucharlas y sobre lo que inmediatamente asocio con mi realidad al hacerlo, él, se desata sobre el teclado del piano imprimiendo a la melodía de estos temas lo que agita el interior de su pecho cuando tumbado en la cama las escucha una vez tras otra rezando porque salga el sol y la luz despeje las sombras que acechan su futuro.

Aquí os dejo el texto que había escrito para el nuevo espectáculo que estamos preparando y del que os avisaremos con tiempo cuando nos decidamos a estrenar.

Quasi es un tema que cuando escuché por primera vez me desordenó por completo corazón y mente y me llevo a pasar por muchos y muy distintos estados emocionales. Me habló de angustia, de miedo y de un amor equivocado y contraproducente, pero me inspiró luz pues lo asocié con belleza y con el más poderoso de los amores, que es el amor verdadero.

Hoy he decidido revisar el texto y buscar la verdad que se esconde tras él y que no conseguí que emergiera al escribirlo hace ya unos meses.

Digamos que esto que ahora comparto, fue el borrador de una duda, de un deseo, de un dolor.

Espero que os guste, y espero que el nuevo texto que nazca de la canción de Pablo y de lo escrito por mi en su momento esté a la altura de lo que sé que late oculto.


QUASI


Me pides que me vaya porque no quieres hacerlo mal, porque tienes miedo, porque crees que no sabes hacerlo mejor. No tengas miedo. No te asustes, no me vas a hacer daño. Lo único que me haría daño es alejarme de ti, por eso no voy a irme a ninguna parte, porque una vida sin tu presencia es una vida de tormento, y no quiero sufrir más.

Te asusta saber quién soy, pero no te preocupes, porque eso ya lo sabes y lo que realmente te intimida es ratificar que lo que sientes al mirarme es real. Soy yo, soy aquel que los hados eligieron para ti, acéptalo sin miedo. Del mismo modo, desde que te conocí no me costó ni un segundo darme cuenta de que eras tú, de que eras la que mi dios escogió para colmarme, para restaurar el equilibrio, para demostrarme que en efecto Dios es infinita bondad, infinito amor e infinita sabiduría. Amarte es el único fin de mi existencia y soy feliz al quererte y al saber que haga lo que haga lo haré por ti.

Dices que tienes el abrazo inevitable y no sé porque consideras un error acogerme de nuevo entre tus brazos, que son mi morada, mi refugio y el único lugar en el que me siento seguro. Tus brazos son la fortaleza de la que no quisiera tener que marcharme jamás.

Y no te confundas, no tienes el corazón insoportable, tienes el corazón lleno de vida, intenso, poderoso y sencillamente adorable. Y deslumbras con tu luz, una luz que se refleja en mi mirada azul, y que intento que ilumine cada palabra azul que no callo, hasta que sea capaz de conseguir que desaparezca por completo la oscuridad. Hasta que despeje de sombras un futuro incierto y peligroso, porque me aterra que no estés en él.

Si que sirves para amar, y puedes darme más y es que me das mucho más de lo que crees. Me lo has dado todo simplemente con respirar con tu respirar, me lo das todo con ser y con estar.

Bendito verbo to be.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Puro teatro

Y es que la vida es una función para la que no ha habido ensayos ni dirección, y en la que todos nos jugamos mucho más que el aplauso del público.

Desde muy pequeño descubrí algo realmente cautivador en el mundo de la farándula y me infecté con ese veneno para el que no hay antídoto ni cura. Y el teatro pasó a formar parte de mi vida.

Al margen del teatro en colegio e instituto, con la edad me fui formando con talleres y cursos y me lancé a las tablas a pecho descubierto y con toda la ilusión y las ganas. Luego llegó el montar mi propia compañía de teatro y actuar bajo contrato. Como no sé hacer nada sin esgrimir pluma y tinta, yo mismo me ocupaba de crear los textos y libretos con los que entreteníamos al público y al ser un devoto de Federico García Lorca, me hice eco de aquella "Barraca" con la que llevó el teatro a las calles y plazas de muchos pueblos españoles.  Ideé una iniciativa teatral similar para llevar el teatro a aquellos lugares carentes de espacios escénicos estables y actué en más de cien pueblos de la geografía española. Aquella aventura que tan solo duró dos años, me supuso recibir un premio a la ciudadanía del que me siento más que orgulloso y que al recoger dediqué en silencio al poeta andaluz fusilado una aciaga y oscura noche en la que la luna no quiso bajar a la fragua con su polisón de nardos.

Televisión española y Televisión Castilla y León, así como la prensa escrita, se hicieron eco de aquella iniciativa que me reportó tantas alegrías como penas, pues una vez más la tragicomedia de la vida me llevó a suspender funciones y a despedir de mi corazón y de mi alma a los miembros del elenco que trataron de adueñarse de mucho más que el atrezo y los beneficios que reportó esa hermosa idea.

Pero una vez superé la perdida y quemé las naves,  me dejé llevar por el espíritu, fundé otra compañía y volvía  pisar las tablas. 

Tengo muchos y muy buenos amigos en los escenarios y tras ellos, y por fortuna en mi lecho se han cobijado distintas reinas de la escena. He amado y me han amado ( y si no ha sido así, fue su mejor actuación) aclamadas y reconocidas actrices teatrales, y una de ellas fue quien me enseñó el significado de importantes palabras, emociones y sentimientos, y quien me entregó el más importante de cuantos premios puede recibir un humilde cómico, la sensación de haber vuelto abrazado a su pecho hasta el mismo paraíso donde poco antes de conocerla, el productor celestial decidió prolongar la temporada y contratarme unas cuantas representaciones más.

Más allá de las metáforas, tengo la suerte de que junto a mi caminen día a día actrices, directoras teatrales, dramaturgas y programadoras con mando en sala, y que me regalen un cariño sincero y el mayor de los tesoros, que es su confianza. Espero saber aportar a sus vidas al menos la mitad de cuanto ellas aportan a la mía, aunque me esfuerzo en tratar de corresponder compartiendo con ellas cuanto puedo para contribuir a su felicidad cotidiana.

Vaya desde aquí mi aplauso y mi gran ovación para ellas, puesto en pie, y sin cesar el reconocimiento hasta que decidan los tramoyistas divinos volver a bajar el telón y hacerme abandonar la sala.
 

viernes, 1 de septiembre de 2023

Como en las películas


 Tras tomar la bolsa con el salmón cortado en dos lomos limpios de piel y espinas que le entregaron en la pescadería del centro comercial, Laertes se dirigió a la linea de cajas para abonar la compra y fumarse un pitillo antes de subir al coche estacionado en el amplio aparcamiento que va desde la orilla del Pisuerga hasta la Avenida de Salamanca. De un rápido vistazo localizó  la cola más pequeña de cuantas había en las cajas y rápidamente ocupó su lugar antes de que un matrimonio de mediana edad que portaba un carro de la compra repleto hasta los bordes se le adelantase.

Hay otras muchas grandes superficies en la zona y la mayoría con precios más competitivos, pero Laertes sabe bien que lo barato sale caro, y prefiere gastar un poco más de dinero, asegurándose la mayor calidad en los productos y el mejor trato y el más correcto  del personal que lo atiende y asesora, cuando no localiza alguno de los ingredientes con los que elabora las recetas más complejas de la cocina creativa a la que se está aficionando.

El verano está tocando a su fin y de momento no tiene más trabajos a la vista que un asunto sencillo contratado un par de días antes, trabajo que lo llevará a eliminar un objetivo en la vecina ciudad de Palencia. Al parecer el mayor accionista de una lucrativa sociedad empresarial no ha encontrado mejor forma de imponer su modelo de negocio ni de  hacerse con los títulos de uno de los integrantes del consejo de dirección. Todo está estudiado. Será un trabajo rápido. Eliminará al objetivo en el dormitorio de su chalé y tras ponerlo todo patas arriba y arramblar con joyas, relojes, dinero y todo lo que sea susceptible de poderse colocar en el mercado negro, hará creer a los investigadores del grupo de la Brigada criminal de la Guardia Civil, que quien realizó el asalto al chalé se vio sorprendido por el dueño y tuvo que ejecutarlo para evitar ser identificado en una posible rueda de reconocimiento. Como de costumbre ya ha cobrado por adelantado y en metálico los honorarios pro su trabajo y Laertes sonríe al pensar en el viaje que realizará al extranjero después de cumplir con el encargo. Lleva tiempo con el capricho de pescar en Noruega un salmón de esos que tanto le gustan, y esta es una muy buena época para hacerlo. Además y aunque no dejará ningún rastro sobre la autoría del crimen, abandonar España durante una pequeña temporada no le vendrá mal.

La eficacia de la cajera que atiende la caja en la que espera turno, hace que delante del rubio asesino de bigote de color solo espere ya un cliente y, la hermosa morenita ataviada con el uniforme de El corte Ingles (alma mater de la franquicia), esbozando una agradable sonrisa y despidiéndose con un correcto y educado, "gracias y hasta la próxima", entrega el tique de compra a la cliente que lo toma, lo introduce en el interior de la bolsa donde ha guardado lo adquirido y abandona el lugar apretando el paso. Son casi las tres de la tarde y aunque muchos clientes abandonan el local con prisas, el establecimiento se sigue llenando de personas ávidas de gastar allí parte de su salario.

El joven cliente albino  que precede a Laertes deposita sobre la cinta transportadora una botella de vino de la Ribera de Duero, y cuando Cristina, que así se llama la atractiva empleada, marca el producto y abre la caja para proceder al cobro en efectivo, extrae del bolsillo del amplio pantalón de lino negro atado con cordones un pequeño revolver y en voz baja le pide a Cristina que deposite en una bolsa de plástico el contenido de la caja.

Por el acento y los rasgos eslavos, Laertes lo identifica como uno de los muchos jóvenes ex combatientes de las antiguas repúblicas soviéticas que tras verse obligados a participar en una guerra cruel y fratricida en la que perdieron a sus familias y amigos, emigraron a distintos países de Europa buscando oportunidades para rehacer sus vidas, pero que lejos de encontrarlas se vieron abocados a la delincuencia como medio de subsistencia. Y este no debe de ser de los más inteligentes, o quizás, está enganchado a alguna sustancia ilegal, pues parece actuar sin demasiada lógica y sin haber diseñado un plan para el atraco. Seguramente esto sea algo improvisado. Un profesional no robaría ni a esa hora, ni a una sola cajera. Dado el volumen de las transacciones esperaría al cierre del establecimiento para hacerse con la recaudación de toda la linea de cajas, y para apoderarse del dinero antes de que los empleados de la empresa de seguridad que realizan el traslado a la central acudieran a recogerlo. 

Sabe que debería dejarlo estar y esperar a que aquel torpe delincuente abandonara el local a la carrera con el botín, pero al verlo tan nervioso y tan excitado, decidió intervenir para que no hiciera una estupidez y disparase el arma hiriendo a la simpática morena que ya estaba a punto de terminar su jornada laboral y merecía regresar a casa sin más que una historia que contarle a su novio o a su compañera de piso.

Antes de que el atracador se pudiera dar cuenta del movimiento, Laertes lo desarmó de un certero golpe en la muñeca que sostenía el arma y a continuación lo dejó primero sin respiración al propinarle un directo al plexo solar, para  derribarlo después con una eficaz llave de aikido. 

Los agentes de la patrulla de la guardia civil que se acercaron hasta el Hipercor al recibir el aviso y hacerse cargo del delincuente esposado por el vigilante de seguridad de la empresa privada que daba servicio al establecimiento,  lo tomaron declaración en el mismo despacho en el que el encargado del turno de mañana trataba de calmar a Cristina, quien había pasado por un momento tan desagradable como sorprendente. Cuando terminaron con el papeleo y comprobaron que Laertes había servido durante años en las fuerzas especiales del ejército español, lo dejaron marchar felicitándolo por su acción, pero pidiéndole que para futuras ocasiones no actuara sin la seguridad de que nadie podría resultar herido. Obviamente desconocían el trabajo del sonriente cliente de ojos azules y tatuajes en los antebrazos, y que él mejor que nadie, sabía que había actuado de la mejor de las maneras posibles tras evaluar la situación.

Había salido ya a al exterior y encendido un cigarrillo con su fiable y plateado mechero de gasolina, cuando escuchó tras él una voz familiar.

—Gracias. Has sido muy valiente –le agradeció Cristina ofreciéndole la mano para que se la estrechara.

Por un segundo Laertes sopeso sus posibilidades de atraer hacia sus labios los de aquella bella mujer y besarlos, pero tras el reciente y mediático escándalo de Rubiales y la futbolista campeona del mundo no quiso exponerse a un malentendido y a una posterior denuncia, y simplemente contestó apretando con firmeza y dulzura la mano ofrecida

—No ha sido nada, Cristina. Me hubiera disgustado mucho que a ese imbécil  se le disparase el arma. 

—Te debo un café por lo menos, o una copa, que la verdad ahora mismo me sentaría mucho mejor. Si quieres te invito a un whisky escocés, que sé que es la bebida que compras de vez en cuando los fines de semana que coincidimos en el supermercado.–le dijo Cristina sorprendiéndolo.

Laertes aceptó de buen grado y tras apagar el pitillo se ofreció a llevarla en su coche.

Aquello parecía el principio de al menos una gran amistad. Aunque en su interior, el rubio asesino a sueldo con principios morales deseaba que se convirtiera en algo mucho más delicioso.