Desde muy pequeño descubrí algo realmente cautivador en el mundo de la farándula y me infecté con ese veneno para el que no hay antídoto ni cura. Y el teatro pasó a formar parte de mi vida.
Al margen del teatro en colegio e instituto, con la edad me fui formando con talleres y cursos y me lancé a las tablas a pecho descubierto y con toda la ilusión y las ganas. Luego llegó el montar mi propia compañía de teatro y actuar bajo contrato. Como no sé hacer nada sin esgrimir pluma y tinta, yo mismo me ocupaba de crear los textos y libretos con los que entreteníamos al público y al ser un devoto de Federico García Lorca, me hice eco de aquella "Barraca" con la que llevó el teatro a las calles y plazas de muchos pueblos españoles. Ideé una iniciativa teatral similar para llevar el teatro a aquellos lugares carentes de espacios escénicos estables y actué en más de cien pueblos de la geografía española. Aquella aventura que tan solo duró dos años, me supuso recibir un premio a la ciudadanía del que me siento más que orgulloso y que al recoger dediqué en silencio al poeta andaluz fusilado una aciaga y oscura noche en la que la luna no quiso bajar a la fragua con su polisón de nardos.
Televisión española y Televisión Castilla y León, así como la prensa escrita, se hicieron eco de aquella iniciativa que me reportó tantas alegrías como penas, pues una vez más la tragicomedia de la vida me llevó a suspender funciones y a despedir de mi corazón y de mi alma a los miembros del elenco que trataron de adueñarse de mucho más que el atrezo y los beneficios que reportó esa hermosa idea.
Pero una vez superé la perdida y quemé las naves, me dejé llevar por el espíritu, fundé otra compañía y volvía pisar las tablas.
Tengo muchos y muy buenos amigos en los escenarios y tras ellos, y por fortuna en mi lecho se han cobijado distintas reinas de la escena. He amado y me han amado ( y si no ha sido así, fue su mejor actuación) aclamadas y reconocidas actrices teatrales, y una de ellas fue quien me enseñó el significado de importantes palabras, emociones y sentimientos, y quien me entregó el más importante de cuantos premios puede recibir un humilde cómico, la sensación de haber vuelto abrazado a su pecho hasta el mismo paraíso donde poco antes de conocerla, el productor celestial decidió prolongar la temporada y contratarme unas cuantas representaciones más.
Más allá de las metáforas, tengo la suerte de que junto a mi caminen día a día actrices, directoras teatrales, dramaturgas y programadoras con mando en sala, y que me regalen un cariño sincero y el mayor de los tesoros, que es su confianza. Espero saber aportar a sus vidas al menos la mitad de cuanto ellas aportan a la mía, aunque me esfuerzo en tratar de corresponder compartiendo con ellas cuanto puedo para contribuir a su felicidad cotidiana.
Vaya desde aquí mi aplauso y mi gran ovación para ellas, puesto en pie, y sin cesar el reconocimiento hasta que decidan los tramoyistas divinos volver a bajar el telón y hacerme abandonar la sala.
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