domingo, 19 de noviembre de 2017

Encontrarte

No tiene sentido que me lo vuelva a preguntar. No necesito saber donde estabas entonces. Lo importante es que ya estás aquí. Y te necesito más que nunca.
Poco satisfecho del principio de su misiva, se levantó dejando la estilográfica sobre la mesa y se sirvió un whisky escocés con mucho hielo.
Aunque tenía su dirección de correo electrónico y su número de teléfono, se inclinó por escribirle una carta de las de toda la vida; de las que permiten al destinatario apreciar la verdadera importancia  y la pasión del mensaje por la fuerza del trazo, por lo esmerado de la caligrafía y por lo deliciosamente obsoleto del canal escogido. Alguien escribió que una lágrima no podría borrar nunca la tinta de un email. Lo que no llegaron a escribir, es como convertir las lágrimas en la tinta necesaria para dar con la palabra adecuada, para construir la historia adecuada, para conseguir la novela perfecta. Puede que nadie lo hubiese escrito porque la perfección jamás nacerá de una lágrima.
Durante muchos años ha engañado su inspiración con amor de contrabando, adulterado con cariño arrabalero. Un amor como el de los tangos que se cantan en las más oscuras tabernas al abrigo de licores prohibidos, a la sombra de mujeres tan prohibidas como los licores pero aún más deliciosas y tentadoras. Esas mujeres que bailan apretando sus cuerpos contra la desesperación de hombres que dudan entre sacar la navaja o sacarlas a ellas, a bailar una pieza más.Aunque el bandoneón interprete melancólico la fatal despedida.
Por eso sus textos nunca llegaron a emocionar del todo, a conquistar del todo, a perpetuarse del todo. Sus textos perdían el compás y arrastraban cada paso a contratiempo, pisando a la pareja de baile.
Pero un día apareció ella, aceptando con una hermosa sonrisa y exquisita gracia, su ofrecimiento a salir a la pista cuando sonaron los primeros acordes de un famoso tango de Gardel y, con la armonía de sus movimientos, desplegó ante él un muestrario de sentimientos y de necesarias verdades que se convirtieron en las páginas de una novela que le iluminó el camino de vuelta a esa corrección que solo encontró en la perdida Ítaca.
Bailando, junto a él, aquella enigmática y preciosa mujer de cabello oscuro y ensortijado, caderas hipnóticas y risa fresca, irradió sobre él la luz que  hacia tiempo se había apagado, dejando su alma y su creatividad en tinieblas. Después de aquel primer baile con ella, supo que nunca volvería a acompasar sus latidos con los de nadie,de la misma manera que lo hizo aquella noche. Y que ya no querría bailar nunca con ninguna otra mujer. Con nadie que no bailase como  Berenice. Con nadie que no hablase directamente a su alma, como Berenice. Que no oliese a futuro, con el agradable aroma de Berenice y que no plantase en el interior de su pecho las semillas del texto definitivo, como hizo Berenice.
Supo en el acto, que Berenice era la musa por la que llevaba suspirando desde que aprendió a sostener un bolígrafo y desde que empezó a emborronar los primeros folios con poemas infantiles y con cuentos amables y de finales imposibles. Supo que Berenice era el sentido de su búsqueda, su faro en Ítaca  y su ansiado y merecido descanso, al alcanzar lo prometido junto a ella.
Apuró el escocés destilado de malta de un único trago y tomando de nuevo la estilográfica, comenzó una nueva epístola. Esta vez la encabezó con el acierto con el que necesitaba escribirle que supiese que había comprendido que sin ella, solo sería el que fue pero no el que podría ser, bajo ningún concepto sería el que quería ser y jamás llegaría a ser el que necesitaba ser. Sin ella, tan solo seria una borrosa sombra de él mismo.
Gracias, Berenice. Gracias por ser quien eres y como eres. Gracias por compartir tu tiempo conmigo.
Puede que no te hayas dado cuenta aún, pero todo ha cobrado sentido al conocerte. Todo ha dejado de doler al conocerte y todo ha renacido en mi yermo y vejado corazón al conocerte. No te vayas nunca de mi, no permitas que vuelva la oscuridad, no me condenes a una vida sin ti.
Déjame amarte. Permíteme regalarte cada segundo de mi vida, de mis vidas, de todas ellas, de cada una de ellas. Comprende que me rinda a tu esplendor y que no pida  tregua, porque sé que no la merezco, ya que tan solo puedo quererte más que a nada y a nadie porque ya no hay nada ni nadie mas para mi.Solo tu. Solo eres tu, solo vives tu, solo aspiro a ti. 
Gracias, Berenice.
Al cerrar el sobre y escribir destinatario y remitente, supo que en el interior del mismo, junto a los folios bien doblados, viajaría una gran parte de su alma. porque el alma, también había elegido a Berenice. También quería ser con ella y para ella.
Dejó la carta en la bandeja de las llaves, sobre la mesita del hall y volvió a su lugar de trabajo, a su trinchera literaria, al puesto que le correspondía por derecho. Encendió un cigarrillo y saboreando la primera calada, abrió un nuevo documento de word y lo tituló Encontrarte.


jueves, 9 de noviembre de 2017

Entre ceros y unos

Resulta que te escondías ahí, en Matrix. Y yo buscándote por las calles de mi ciudad.
Resulta que ni tan siquiera te escondías, solamente se trataba de mi incapacidad para verte con los ojos apropiados y distinguirte entre ceros y unos,unos y ceros.
Al igual que Neo o Morfeo, tienes un nombre virtual, al que respondes cuando se te pregunta si no eres más que una ilusión o si realmente existes. Y si que existes, de lo que me alegro una barbaridad. Aunque aún pertenezcas a esa matríz global que es la red donde todos nos conectamos.
En uno de tus primeros mensajes te dirigiste a mi, irónicamente como "hombre sin nombre" y lo tengo, claro que lo tengo. Tengo muchos y adoptaré sin problema aquel que te resulte más cómodo de pronunciar. A ser posible, aquel que vaya ligado a lo que siempre he sido aunque haya tratado de reiventarme una y otra vez y hacer de mi lo que todos querían que fuese, dejándome el alma por el camino. Pero desde hace muy poco, una brillante y cálida luz me guia y me hace ver que soy el que soy y seré siempre el que soy, aunque me cueste acostumbrarme a dejar de ser el que otros quieren que sea. Esa luz me ha mostrado que existe un equilibrio entre el alma y el cerebro y que el corazón es el músculo que nivela esa diferencia de alturas para que el perfecto engranaje produzca segundos, minutos y horas de simbiosis entre la vida y lo que espero de ella.
Mi corazón es mio y jamás volveré a entregárselo a nadie para que lo pisotee o lo reviente contra la pared de la mentira. Si me desprendo de mi corazón, ya no sentiré, no amaré y no seré capaz siquiera de añorar el pasado que se fue y anhelar el futuro que vendrá. Pero lo que si que estoy dispuesto, es a compartirlo con la persona adecuada y a dejar que lo disfrute a voluntad. Porque compartir es amar. y partir, morir un poco. Y no volveré a partir. No volveré a alejarme de mi mismo porque ya sé a lo que lleva ese camino. Y no volveré a recorrerlo. Ahora me espera un especial y metafísco camino, el buen camino, el camino que debo recorrer solo, aunque estoy deseando que me acompañes durante algunas de las etapas
Ha sido un verdadero lujo encontrarte y no ha sido casual, ha sido causual. Todo en este universo tiene una causa y su posterior efecto Todo.
Bienvenida a mi mundo. Pasa y ponte cómoda.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Puede

Desde que volví de aquel viaje en el que se me permitió adquirir billete de ida y vuelta, supe que ese billete de vuelta estaba condicionado a algo, a hacer algo a participar en algo, a ayudar en algo. Pero llevo más de tres años y medio dándole vueltas en la estación  y aún no sé que es eso por lo que se me permitió regresar. Y despertar. Y poder escribir.
Ayer se me aclararon un poco las ideas.
Mi buena amiga, Elena Parrilla, es una mujer muy comprometida con la realidad en la que habita y con su género. Yo la llamo cariñosamente "ojos de musgo", pues tiene unos ojos verdes y cálidos que miran desde una aterciopeladas distancia. Elena pertenece a la organización Amnistía Internacional, donde participa muy activamente como coordinadora para el área de derechos de las mujeres, menores y diversidad afectivo sexual, de esta organización en Castilla y León. Este fin de semana Elena ha organizado unas jornadas de encuentro sobre la campaña global de A.I. de 2017 y 2018 que lleva por nombre, "Valiente" y que nos presenta a personas defensoras de los derechos humanos y que no temen arriesgar su integridad física y su trabajo, comodidad y seguridad en pos de ejercer esa defensa.
Elena me invitó a participar de estas jornadas y a conocer de primera mano una realidad que diariamente me encuentro al abrir un periódico o al encender la televisión pero que siempre me ha parecido que aunque existía, estaba lejos de mi. Y no lo está. Está mucho más cerca de lo que creía.
Hace poco más de tres años y medio, la vida me enseñó que las cosas pasan y no solo les pasan a los demás, te pueden pasar a ti. Y ayer asistí a un encuentro en el que mujeres de diferentes partes del planeta me contaron su lucha, sus circunstancias y cómo les ha cambiado la vida al tener que abandonar su zona de confort. Eso las que tuvieron la suerte de haberla disfrutado en alguna ocasión porque hay millones y millones de personas por todo el mundo que ni saben lo que es eso, confot. Ayer me di cuenta durante las diferentes charlas y ponencias, de que he sido un privilegiado y de que pese a lo dura que pueda pensar que ha sido la vida conmigo, en realidad he sido siempre un tipo muy afortunado y no puedo quejarme en absoluto. Hubo un tiempo en el que participaba semanalmente en espacios de radio y televisión y publicaba a diario artículos y crónicas en diferentes soportes. Y lo consideraba duro e incluso a veces se me hacía antipático y pesado. Pero ayer conocí a una periodista amenazada de muerte por realizar su trabajo, que me habló de otras muchas mujeres que han llegado a morir tiroteadas, ahogadas o torturadas por tratar de denunciar públicamente las realidades que tipos como yo, desde la comodidad y el calorcito de su zona de confort, se niegan a ver. Ayer puede hablar con Alba Teresa, una refugiada colombiana que tuvo que abandonar su país, su familia y su vida en Colombia para no perderla y pasar a formar parte de la larga lista de mujeres y hombres que han perecido en un conflicto que ha durado demasiados años. Ayer escuché de ella una frase que apunté rápidamente en mi libreta y que me dejó muy claro la clase de persona ante la que me encontraba: "es mejor ser con miedo, que dejar de ser por el miedo".
Hubo muchos y muy interesantes testimonios de personas comprometidas con las injusticias y las miserias que asolan a este planeta y que se dan en cuerpo y alma para tratar que TODOS podamos superar lo adverso, lo que TODOS estamos generando sin apenas darnos cuenta.
Por la tarde, en una brillante y muy acertada exposición, la activista y trabajadora de Greenpeace, Mónica Parrilla (hermana gemela de mi amiga Elena y a quien ya puedo llamar también con orgullo y cariño, amiga)nos habló de cómo hace alrededor de 40 años un grupo de enamorados del planeta se embarcó en un velero y puso rumbo hacia una isla donde EEUU iba a realizar unas maniobras nucleares, con el firme propósito de  detenerlas. Todos o casi todos los que amamos la naturaleza, conocemos la historia de Greenpeace. pero lo que no conocemos, es que la idea de aquella aventura fue de una mujer, que otra mujer peleó para conseguir los fondos y la infraestructura necesaria para aquel viaje, que otra mujer diseñó el logo de la bandera de Greenpeace y que otra activista en la sombra, convirtió su hogar en una emisora de radio para informar al mundo de las peripecias de aquel viaje. La mayoría de los amantes de la naturaleza no sabemos que aquellas mujeres no formaron parte de la tripulación de aquel barco porque los aguerridos y solidarios activistas que embarcaron con tan loable misión, no les permitieron subir a bordo porque las mujeres traían mala suerte en los barcos y además "aquello era cosa de hombres".
Ayer vi a mujeres campesinas defender su derecho a trabajar la tierra y a dejarse la piel cada día entre los surcos, igual que un hombre. En ningún momento nadie dijo ayer que se hiciera mejor que un hombre. Todas, todas estas valientes reivindicaban su derecho a luchar y sufrir, a arriesgar y posiblemente a perder, pero en iguales condiciones que los hombres.
Mi padre me educó en el respeto a la mujer y mi familia es un matriarcado donde mis tres hermanas se han convertido en tres pilares básicos para que esto no se venga abajo. Pero yo he crecido en un entorno sociológico que me ha condicionado como al resto de mi generación y sin darme apenas cuenta, he contribuido con mis actos y con mi forma de expresarme a relegar a la mujer a un eterno segundo puesto. Siempre he escrito que soy un tipo tremendamente enamoradizo y es cierto. Desde los quince años he pasado de una relación a otra, de un fracaso a otro, de un amor empírico a otro pero creo que todo eso ha servido para abandonar la idea peregrina de que solo una mujer podrá hacerme feliz y aprender de una vez que soy yo, yo mismo, el que debo luchar por mi felicidad y no depositarla en manos de nadie, de hombres ni mujeres. Si después de conseguir encontrar mi propia luz, quiero compartirla con alguien, será estupendo pero no puedo pretender que mi luz brille más, apagando la de otra. Y he encontrado una luz que brilla una barbaridad pero brilla precisamente por eso, porque no pretende otra cosa que ayudarme a ver la potencia de mi propio faro, de mi brillo de mi luz.
Todos conocemos a  alguien valiente que ha decidido luchar por el conjunto de la sociedad. Y hay muchas formas de hacerlo. Yo creo haber encontrado mi lugar en la batalla y mi trinchera sera la cultural, esforzándome porque todas las personas, sin importar género, raza, credo o condición, accedan  a las enseñanzas que nos han legado nuestros antecesores y a lo que muchas personas inspiradas por verdades universales quieren compartir con los demás. Y los que ahora siguen peleando  calando la afilada bayoneta de la música, arrojando granadas de versos y textos y disparando pintura y escultura, son los mejores soldados en esta batalla por los derechos. 
Y aquí os dejo a una valiente rapera musulmana que con su música y su lucha diaria, expone su vida a aquellos que matan en el nombre de la sinrazón y a aquellos que creen firmemente que las vidas de sus niñas los pertenecen.
Espero que os guste. YO ME QUITO EL SOMBRERO.
Puede que hablar de esto, sea lo que tenga que hacer. puede que ayudar a tomar conciencia de esta realidad universal, sea el importe de mi billete de vuelta.
Puede.
                        

jueves, 2 de noviembre de 2017

No, no , no y mil veces no.

Es  cierto, los pájaros son libres y él, movido por la absoluta certeza de que había encontrado a la compañera que llevaba buscando todas sus vidas, ignoró algo tan básico como eso. 
Hay personas que como los pájaros, no han nacido para vivir enjauladas, por muy bonita o agradable que sea la jaula. 
Él aprendió a no esperar nada de ella, al menos nada que ella no quisiera darle. Aprendió que si ella decidía compartir algo con él, tendría mucho más valor que si lo hiciese cualquier otra persona porque si se lo daba, sería porque quería hacerlo libremente y de todo corazón. Por eso no habría dobleces, mentiras, engaños ni intenciones ocultas. Lo que le diese sería algo completamente puro. Un generoso regalo nacido del alma y limpio de cualquier otra cosa que no fuese cariño.
También aprendió que ella no necesitaba que se amoldase a su estilo, a sus gustos o a sus necesidades. Ella apreciaría mucho más que fuese él mismo y no tratase de convertirse en lo que ella pudiese esperar de un hombre. Que mirase por él y se esforzarse en construirse la personalidad para él mismo y no para nadie más, porque si se construyese para una mujer particular, le estaría entregando un arma de manipulación salvaje que se convertiría en un bucle sin fin en el que perdería la dignidad, el orgullo y la propia esencia personal.
Precisamente esa generosidad espiritual y esa corrección emocional, era lo que más le atraía de ella. Sabía que había encontrado a una persona con la que se llevaba  cruzando durante muchas vidas a lo largo de docenas de siglos y en esta ocasión, la había reconocido de la forma más inocente y sin haberlo buscado, por eso no quería que volase lejos de él pero tampoco quería cortarle las alas y bajo ningún concepto pretendía encadenarla a él.
La vida da muchas vueltas, demasiadas y hay que agarrarse bien en cada curva. El destino es tan juguetón como caprichoso y todos, absolutamente todos, participamos de esta eterna espiral de identidades, cuerpos y crisálidas existenciales. Hoy él es un hombre de cabello claro y mirada huidiza pero hace ya demasiado fue una mujer de talle estrecho y sonrisa reluciente: mientras ella fue un legionario romano con el que se topó en Mérida Augusta y hoy es una mujer preciosa de cabello oscuro y caderas perfectas.
La muerte tan solo es un cambio de registro y nunca nos vamos del todo, solo es un hasta luego. Enseguida volvemos, en otro lugar y en otra apariencia pero volvemos. Y él sabía que ambos estaban destinados a encontrarse durante muchas vidas y a llegar a quererse en alguna de ellas. Pero sin ataduras ni compromisos. Solo amor. Sin ponerle nombre ni fecha de caducidad.


domingo, 29 de octubre de 2017

Si la vida es sueño, mi vida es soñarte.

Puede que lo prudente sería darle a esta entrada forma de relato, de cuento, o de fábula y escribirla en tercera persona poniendo mis palabras en boca de un personaje creado para tal fin pero ahora mismo estoy en un momento vital en el que soy capaz de enfrentar los temores, dominar los deseos y acariciar lo imposible a cara descubierta y sin esconderme ni agacharme ante nadie ni ante nada.
Soñar contigo es algo que pido a diario en mis oraciones antes de acostarme pero el inconsciente no entiende de fe y tan solo he tenido la suerte de que mi cerebro programase la tan ansiada película en una ocasión. Pero eso si, a pantalla completa y en tecnicolor.
Y es que no me conformo tan solo con lo que me provocas. No puedo hacerlo. Me provocas tanto y tan bonito que quisiera pasarme el resto de mis vidas soñando contigo. Soñar es gratis y no compromete a nada por lo que no debes preocuparte.Y en mis sueños podré amarte tanto como lo hago despierto pero allí es posible que tu también me ames a mi y eso cerrará el círculo de la felicidad absoluta. Porque no creo que llegue a alcanzarla jamas, lejos de ti.
A veces me encuentro con canciones como la que encabeza este texto,y que en el acto me acercan aún más a tu imagen.
Ahora sé por fin lo que es el amor y eso es lo que despiertas en mi. Sé que lo que realmente amo es tu esencia y tu idiosincrasia, tu pureza de espíritu y tu alma noble. Por descontado ese hermoso recipiente de carne y hueso que contiene algo tan bonito, es también adorable pero más allá de desear tu cuerpo, el roce de tu piel, el sabor de tus labios y el placer de tu carne, deseo compartir tu tiempo, tu risa, tus lágrimas, tus anhelos, tus miedos y cada uno de los latidos de tu corazón.
Zenet ha sabido darle forma de canción. Yo algún día sabré escribirlo. Aún no estoy a la altura de lo que siento, ni como escritor ni como persona. Pero todo termina llegando, incluso lo bueno. Todo terminará sucediendo entre nosotros. No me importa que sea en un mundo real o en el onírico. Algún día podré darte todo lo que quiero darte.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Con todo mi cariño, que es mucho.

Puede que fuese el alcohol, o simplemente la siempre presente sensación de no haber obrado bien que le inculcó su religión (una religión que trasladó a la sociedad a la que pertenece el concepto judeo cristiano de culpa) pero tras el último wuisky escocés con cola light y mucho hielo, siempre en copa de balón, decidió irse a casa y escribir una disculpa general y compartirla en sus canales on line para que las personas a las que iba dirigida, pudieran leerla.
Besó a sus amigas, abrazó a sus amigos y pago la última consumición al camarero de enormes biceps que le había servido la copa con desgana y algo de antipatía. Le dejó la vuelta de propina con cierta mala leche y, abandonó el local en busca de un taxi que lo devolviese sano y salvo a su casa.
Al llegar al pequeño apartamento en una zona residencial de las afueras de la ciudad, saludó a su gato, encendió el ordenador, puso música en el estereo del salón y se sentó frente al teclado. Una vez más se decidió por Bunbury, que casi siempre tenía la canción oportuna para cada texto que le brotaba del alma. Dejó que sonase un poco el primer tema del compacto y encendió un cigarrillo dispuesto a escribir del tirón, como acostumbraba a hacer cuando sentía que un nuevo texto trataba de escaparse del interior de su pecho, golpeando la caja torácica al ritmo frenético de los latidos de un corazón que regía todos su actos.
Antes de escribir la primera palabra, cerró un momento los ojos, expulsó el humo del cigarrillo por la nariz y trató de relajarse.
Queridas mías,
vosotras no tenéis la culpa de todo esto. Vosotras no sois cómplices del intento de asesinato que ha sufrido Cupido en mi cerebro. ni del robo de las pocas reservas de amor que guardaba en la caja de seguridad oculta tras mis costillas. Vosotras fuisteis lo mejor que me ha pasado. Todas y cada una de vosotras me enseñasteis como se juega a esto. Me ayudasteis a comprender las reglas de la partida más difícil que un hombre puede jugar con las cartas que le repartió el destino y me ayudastéis a saborear el éxito de una buena mano. Pero no me hablasteis de la posibilidad de abandonar la mesa sin previo aviso y me dejasteis esperando la suerte en la siguiente mano, una suerte que es caprichosa y efímera y que nunca quiso quedarse mucho tiempo a mi lado. En su lugar, ocuparon  su puesto diversos súcubos que me despojaron de las ganacias con sus tretas de tahúras de la carne.
No os guardo rencor, al contrario. Os estaré eternamente agradecido por cada noche que me regalasteis. Por cada beso con los que me hicisteis creer que lo ansiado era posible y por cada te quiero que se os escapó entre gemidos, aunque tuviesen fecha de caducidad.
Cada minuto que pasé a vuestro lado me ayudó a crecer y me hizo convertirme en lo que soy ahora. Cada caricia con que definisteis mi camino , me sirvió de guia y las recordaré durante el resto de mis vidas. A esas otras, tramposas y miserables que nada tuvieron que ver con vosotras, las maldeciré eternamente y las condenaré a vivir para siempre en el pozo de mi desprecio. Pero a vosotras siempre os guardaré una copia de la llave que  abre la cerradura de mi ser y que enciende el motor que hace vibrar mis sentidos. Y fuisteis diferentes entre vosotras, pero tan maravillosas en vuestras diferencias y tan semejantes en lo que despertasteis en mi.
Os juro que siempre fui sincero cuando os dije que os quería y que erais la mujer de mi vida. Porque mi vida erais vosotras, cada una en el momento en el que permitisteis que os quisiera y decidistéis quererme. No os reprocho que os marcharáis cuando ya habías amado. No os reprocho que abandonaseis los sueños y los proyectos de futuro cuando el futuro llegaba de repente y se convertía en rutina. No os culpo de mis males porque simplemente se nos rompió el amor,de tanto usarlo, como dice la canción. Con vuestro amor comprendí el concepto de obsolescencia programada. Ahora tan solo quiero encontrar un amor perenne, un amor que se auto regenere en el propio amor y al que pueda alimentar sin necesidad de dejarme la vida al hacerlo. Pero sé que es muy difícil  de encontrar. Tan solo el que busca halla y soy el eterno buscador.
Os deseo la mayor de las felicidades posibles en las mejores vidas que podáis vivir, aunque no sea conmigo. Os deseo todo lo que quise daros y no supe, todo lo que quise compartir y no pude y todo lo que  siempre soñé y no llegué a conseguir.
Si leéis estas lineas, no dudéis que os quise como a nadie. A todas vosotras.
            Siempre vuestro

Tras releer las lineas que escribió con una suerte de escritura sintomática, en la que el músculo que tanto le había dolido con cada una de sus despedidas le inspiró, se levantó y se sirvió otro whisky escocés. Esta vez solo. Si iba a beber solo, lo haría con todas las consecuencias.

domingo, 22 de octubre de 2017

Fuera de mi

Y no es solo el que no hayas sabido quererme ni el que me hayas querido así de mal. Es culpa mía porque no he sido capaz de arrancarte de mi cabeza y de mi corazón y además te resistes a irte y, de vez en cuando te manifiestas como un espíritu burlón, para que no consiga conciliar el sueño o me despierte sobresaltado al tenerte revolviéndolo todo en el interior de mi mente.
Fui tan gilipollas de enamorarme de ti. De enamorarme de lo que habilmente dejaste que entreviera y de las pequeñas dosis de amor de escasa pureza cortado con cualquier cosa, con las que me enganchaste gratuitamente al principio pero que con el tiempo y al saberme ya un adicto, comenzaste a cobrarme a un precio desorbitado. Hubiera matado por quitarme el mono, habría hecho cualquier cosa por saciarme de ti una vez más. Que lista fuiste, que bien lo hiciste. Que cruel y que ambiciosa.
Ya me he quitado, ya he conseguido desengancharme y limpiarme de tu recuerdo, el recuerdo que corría por mis venas al ser bombeado constantemente por ese músculo absurdo y problemático que es el corazón. 
Con cada chute que me inyectaba con tu lengua y tus caderas, viajaba por un universo paralelo donde tu y yo éramos felices y nos queríamos. Pero aquello era solo el producto de un alma envenenada por la droga más salvaje: tu cuerpo.
Es una verdadera putada esto de ser un politoxicómano con propensión a sucumbir a cualquier adicción con una sonrisa como la tuya, unos pechos tan bonitos  y una boca tan hábil. Soy carne de polígono. Soy un caso típico de asalto a las farmacias y puntos de venta de amor por prescripción facultativa y puede que carne de terminar muerto por una sobredosis inesperada, el día que por fin consiga inyectarme amor de gran pureza, amor sin adulterar.
Me convertiste en un yonki de ti. Me hiciste renunciar a todo lo que fui y lo que es peor, renegué de todo lo que quería ser. Pero ahora, cuando estaba apunto de ir a buscarte a la zona donde acostumbras a menudear, me han podido detener a tiempo. Me deslumbró una luz y pensé que eran los maderos en una de sus redadas preventivas en busca de quien los lleve hasta el origen de esta melancólica epidemia.Pero no eran ellos, Era un alma afín y  anónima que habiendo conseguido salir de una adicción similar, se apiadó de mi estado y se ofreció a ayudarme a dejar esta mierda que me ha envenenado el espíritu. Y muy poco a poco, me está sacando.
Lo que más me duele es que no volveré a gozar de uno de esos viajes tan increíbles, que como han descrito algunos heroinómanos, son como besar a Dios en los labios. Ahora sé que si volviera a besar tu boca, seguramente estaría disfrutando del placer del estertor final y vendiendo mi alma al peor de los demonios. 
Ya no quiero tu querer.

jueves, 19 de octubre de 2017

Regreso al parque (Bancos de piedra 2)

Ilustración de Estela Labajo Duque para el relato Bancos de piedra de Historias para según qué días.

Pensó que jamás volvería a pasar por allí porque se le rompería el alma al recordar aquella despedida pero de un tiempo a esta parte, al encontrar la luz del faro que alumbraba el camino correcto, había decidido eliminar "jamás" de su vocabulario y sustituirlo por "cuando quiera". Y hoy quiso.
Al llegar al banco donde la vio por última vez, sentada y mirándolo con los ojos empapados en lágrimas, se sentó en él y encendió un cigarrillo. Pese a que desde aquella tarde había temido pasear por ese parque al pensar que al hacerlo sentiría una pena horrorosa, no sintió otra cosa que felicidad plena al darse cuenta de todo lo que había ganado con aquella pérdida. Y es que en la vida hay perdidas necesarias que aunque en el momento parezca que van a dejar un enorme vacío, con el tiempo descubres que lo que han hecho ha sido dejar espacio en el corazón para que lo llenes con lo que quieras.
Hoy brilla el sol que se refleja en las otoñales hojas que alfombran el suelo, tal y como recuerda que lo hicieron otras hojas de otro otoño en aquella ocasión. Esta vez la piedra del banco se le antojó acogedora y durante un buen rato fumó un cigarrillo tras otro con la sonrisa en la boca y la esperanza en el corazón.
Qué de cosas han pasado desde entonces. Cuanto ha vivido en estos últimos seis años. Mucho más de lo que creía ser capaz de soportar. pero lo soportó y descubrió que todo lo vivido lejos de robarle vitalidad y ganas de avanzar, lo ha enriquecido en experiencias y ha contribuido a que nunca más vuelva a sentirse pequeñito y sobre todo a no permitir que nadie vuelva a convencerlo de que hay que tragar la hiel y el vinagre que determinadas personas regalan con sus palabras y con sus actos. Gracias a haber encontrado la luz que le ilumina el camino, supo que no volvería a  permitir que se le restase. Lo que no le aporte, lejos.
Hay una máxima del teatro que dice: en escena lo que no suma, resta. Ahora ha descubierto que esa máxima se puede aplicar perfectamente a muchas personas de las que se rodeó en el pasado y que lejos de sumar, restaron. Y ya no está para que se le reste. Desde luego sabe que no todo van a ser victorias y que volverá a perder las veces que haga falta pero lo que desde luego no va a hacer, es agachar la cabeza y permitir que le abran otro agujero en el pecho como el que ella le hizo en aquella ocasión para robarle todo lo bueno que tuvo y que fue un día. Al fin lo ha recuperado todo a fuerza de pelear, sufrir, caer y volver a levantarse. 
Esto es vivir y la vida puede ser tan maravillosa como el quiera, si aprende a  agradecer cada mañana que ha vuelto a despertarse.
Se subió los cuellos del gabán, como hizo aquella vez pero hoy el frío que le lleva a realizar ese gesto, viene del gélido viento que sopla en su ciudad y no del que nace con el adiós, congelando el alma.
Sacó su teléfono móvil al recibir la notificación de que alguien lo había enviado un enlace y al comprobar lo que le habían enviado, picado por la curiosidad y sabedor de que de aquella remitente solo podían llegar cosas buenas, se encontró con la muy acertada canción de Rozalen y Estopa "Vivir". Al escuchar la letra de la canción, se reafirmó en su deseo de vivir y hacer de su vida algo realmente bueno. Al llegar a su casa acaricio al gato, se sentó frente al ordenador, puso música en el equipo del salón, encendió un cigarrillo y comenzó a escribir en el blog.

domingo, 15 de octubre de 2017

Después de la calma, tu luz.

"Porque tu y yo somos un mástil y una vela. la vida es el viento que nos lleva." 
El moderno equipo de la cabina de mando, que se regaló como capricho para hacer más llevaderas las solitarias jornadas en alta mar, hizo sonar a todo volumen la lista de reproducción con canciones que de alguna manera, configuraban la B.S.O de su vida.  El barcelonés Macaco, participaba muy activamente en la selección y aportaba su particular voz y su estilo deliciosamente inclasificable a los temas con los que más identificado se sentía. 
Había estado muy perdido, mucho. 
La tormenta que hacía demasiado poco tiempo sacudió su nave como si fuese un barquito de papel, desenarbolando el velero y destrozando el timón, había estado a punto de enviarlo a pique y, durante unos minutos, nadie hubiese dado un euro por su vida pues se vio a merced de unos elementos que no tuvieron la más mínima consideración con sus ansías de vivir. Tan solo lo salvó algo que está mucho más allá de lo que los marinos pueden entender. Desde los principios de la historia, se trató de ponerle nombre a quien decidía entre la vida y la muerte en el océano. Poseidón, Neptuno, Proteo..,el ser humano necesitaba alguien a quien culpar de sus desgracias y a quien agradecer sus logros.Pero él, como verdadero marino, como uno de esos hombres que hacían del mar su hogar, sabía que lo que realmente podría llevar su nave a puerto con total seguridad, lo que haría que quisiera volver a salir a navegar sintiendo que hay posibilidad de regresar a casa, no era otra cosa que la oportuna y siempre ansiada luz del faro. Esa luz le guiaría en medio de la peor de las tempestades y más allá de radar, sonar, gps y geolocalizadores, él descubrió que la verdadera oportunidad de triunfo radicaba en saber encontrar el haz luminoso entre los negros nubarrones y las olas de más diez metros que engullían vidas sin el menor sentimiento de culpa.
Después de la tempestad, llegó la calma y fue esa calma lo que más le preocupó. Desde que volvió del fondo marino, contra todo pronóstico, salía a la mar asustado, nervioso y excesivamente cauto.En esta última salida, en la que el pequeño velero se resintió de las secuelas de averías mal reparadas, aún no había conseguido localizar el faro de las costas hacía las que dirigir el rumbo y, sabía que sino daba con el faro lo antes posible, volvería a adentrarse en una de esas tormentas que no permiten la huida. Ya había tenido la inmensa fortuna de escapar de la peor de todas pero no era imbécil y sabía que los dados no suelen repetir las jugadas en tiradas consecutivas.
Entonces, cuando más preocupado y asustado estaba, cuando había decidido resignarse y no ofrecer resistencia, encontró la luz. Aquel faro destacó en lontananza cuando menos lo esperaba sorprendiéndolo por la fuerza de su brillo y por lo increíblemente oportuno de su aparición y ofreciendo la posibilidad de llegar sano y salvo a una vida que sería como él fuera capaz de diseñarla, pese a todo.
Dejó que la corriente lo arrastrase hacia la costa y guiado por el faro salvador pero con mucho esfuerzo, pericia y habilidad marinera que creía perdida, consiguió dirigir la nave hacia la luz, salvando los escollos. Cuando ya se supo a salvo de los peligros que hasta que identificó el faro no quiso enfrentar, cerró los ojos y respiró profundamente, prometiéndose a si mismo que siempre le estaría agradecido a aquella necesaria garantía de los hombres del mar. Y desde entonces, cada día que pasa, da gracias a los hados por haber cruzado su torpe y errático camino, con la hermosa y necesitada luz de aquel faro.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Para Rove

Mi padre me enseñó la importancia de la palabra empeñada y ayer te prometí que te escribiría esto. 
Los dos únicos tesoros que tenemos los pobres, son la madre y la palabra y tanto mi madre como mi palabra, son sagradas para mi. 
Espero que te guste. Amo la poesía pero para mi desgracia, no se me bendijo con ese don. Naci para la prosa, para perseguir sueños inalcanzables y para plasmarlos en un relato o en una novela.


Viniste hasta mi con amor luminoso,
encontré mi camino a los pies de tu faro,
rompí con aquello viví temeroso,
oquedad en mi pecho que por fin has sanado.
Navegaré como Ulises sorteando peligros,
instantes de vida que son remolinos,
compartire nuevas sendas que marcan los siglos,
aliviado bendigo lo que ya comprendimos.
A tu lado el camino parece seguro,
consciente de la suerte que tuve al conocerte,
impides que me rinda, que choque contra el muro,
no hay muro que me impida escapar de la muerte.
Olas, mareas, corrientes y vientos,
restos de algas que ensucian mi nave,
el camino es difícil pero en estos momentos,
viviré  agradeciendo que tu fuerza me ampare.