lunes, 30 de marzo de 2015

Muy oportuno, cambio y corto.

Pues con este texto creo que cerraré esta mini serie de textos escritos con un fin en particular, más allá del mero placer de escribir, aunque tengo en el archivo otros textos escritos para cosas similares.
De ahí no se me escaparán.
Digo que muy oportuno porque en él hago referencia a algo tan de mi tierra como su Semana Santa.
Espero que os guste.




Apenas he tenido tiempo para dejar la maleta en la que fue mi habitación durante muchos años, en casa de mis padres.
Llego algo tocado del vuelo, no se si es Jet Lag o que me han sentado mal los cuatro gintonics que me he apretado para tratar de adormecer al bichito que se nutre de mi miedo a volar.
Doce horas de vuelo son muchas horas, las necesarias para cubrir la distancia que separa la necesidad del deseo.
Deseo de volver con los míos, a mi tierra, de abrazar a mis padres, de respirar el humo que emana de los hachones de los cofrades que caminan descalzos por la calle Angustias, acompañando a la virgen al compás de tambores y cornetas.
Necesidad, la que me llevó a buscarme el cocido en una aséptica fábrica de una aséptica ciudad, de un aséptico país que nada tiene que ver con el mío.
Ha sido muy duro, pero todo cambia al levantar la vista y encontrarme con la impresionante fachada de Santa Maria de la Antigua.
Apenas una semana para empaparme de mi esencia y recargar baterías.
Para escuchar la lengua de Delibes en boca de mis paisanos y deleitarme con lo sencillo de las palabras.
Apenas una semana para pasear por la plaza mayor, por la calle Santiago, por el Campo Grande, reconociendo rostros familiares, de aquí, de toda la vida, de la vida que he tenido que dejar atrás, aunque un arsenal de recuerdos de esa vida se vinieron conmigo en el equipaje de mano, sin facturar, sin declarar ante el agente de aduanas.
La catedral, iluminada, siguiendo la corriente de un río de luz que me arrastra por las calles del centro.
A través de los cristales puedo ver a mis amigos.
Ya están todos dentro de la Malauva, esperándome, charlando con una copa de vino en la mano.
Me demoro aún un par de minutos antes de entrar, disfrutando de lo agradable que es ver lo que me aguarda dentro del local.
Hace casi dos años que dejé Valladolid, parece que fue ayer, aunque en Canadá, cada día acostumbra a  tener treinta o cuarenta horas.
Aquí el tiempo corre veloz.
No quiero perder un ni segundo más.
Los abrazos son un bálsamo perfecto para un corazón cansado.
Alguien me acerca una copa de Hito, joder… como he echado de menos chatear con los amigos.
El primer trago de Ribera del Duero me confirma lo único que ahora importa: ya estoy en casa.

sábado, 28 de marzo de 2015

Maridando, que es gerundio.

Pues en efecto sigo con esta pequeña serie de textos escritos para aquellas catas en las que se maridaban (sé que mucha gente aborrece esta palabra, pero es la adecuada en esta ocasión) vinos de Emilio Moro, tapas de autor de Alberto Soto (chef de Cepa 21 y mejor cocinero del año de Castilla y León) y textos mios escritos para la actividad.
Este en concreto está dedicado al restaurante de Alberto que lleva el mismo nombre de la bodega donde se encuentra y decidí darle un toquecito de humor, puesto que los escritos para acompañar a los otros vinos eran algo más seriotes.
Sorpresita final, que siempre mola.
Espero que os guste.



Lo tengo todo pensado:
Por la mañana un ramo bien gordo, que se lo lleven a la oficina, que se lo entreguen delante de todos los compañeros, de los de 60eurazos, con una tarjeta bonita, dos o tres frases, sin ser ñoño, pero yendo al grano.
Quedaré con ella sobre la una del mediodía y me la llevaré a comer a Cepa21, es una apuesta segura si la quiero impresionar.
Antes un brindis, que nos descorchen una botella del roble, así para abrir boca, barricas  francesas y americanas, denota clase y acierto.
Entre plato y plato una conversación frugal pero animada, sin espacios en blanco, que vea que soy un tipo resolutivo, cultivado e inteligente, aunque se de buena tinta que no debo resultar cansino, si lo hago saldrá corriendo y lo echaré todo por tierra.
Tengo que buscar la manera de introducir miraditas cómplices y alguna sonrisa canalla.
A ellas les encantan los canallas, pero sin pasarme, que no piense que soy un vividor o un sinvergüenza…descubriría el pastel.
Tengo que irla seduciendo poquito a poco, con aplomo, con suavidad también, he de ganármela antes de los postres, entonces, cuando la tenga completamente entregada llegará el gran momento.
¡¡¡Tiemblo al pensarlo!!!
Otra botella, esta vez un rosado, el rosado invita a la cercanía, es atrevido y juvenil y va estupendamente con los postres.
Que beba, que los efluvios del vino la desnuden de esa seriedad tan suya.
He hablado con Alberto, el chef, es coleguita mío y me va a echar un cable.
A una señal, la maitre nos invitará a pasar a un reservado donde estará todo dispuesto: la iluminación perfecta, una música suave, la intimidad y el ambiente que requiere la gran pregunta.
Que nervios.
¿Y si me dice que no?¿Qué hacer?
No quiero ni imaginarlo, no podría vivir sin él Si.
Me armaré de valor, la agarraré de la mano y clavaré en sus pupilas mis pupilas azules, a lo Becker, con un par.
Aprovechando la magia del momento, y con la mejor de las pronunciaciones soltaré la gran cuestión, la que marcará durante muchos muchos años el devenir de mi vida:
"Señora directora, si accediera a concederme la hipoteca, me haría usted el hombre más feliz de este planeta".
No puedo fallar.
Aunque manda cojones…a lo que hemos tenido que llegar.






jueves, 26 de marzo de 2015

Mi particular trago de vino.



Malabrigo.



El potro pinto, extenuado por la galopada y picado en el abdomen por los espuelazos de Malabrigo terminó derrumbándose junto a una loma, en las afueras de Curiel, desmontando en la caída a su jinete.

El bandolero no le culpa, aquel caballo acaba de salvarle la vida.

Si el escuadrón de dragones franceses llega a atraparle, hubiera corrido la misma suerte que el resto de su partida.

“Patillas”, “Saltacharcos”, “Curita” y “Mataviejos” ya no volverán a calentarse junto al fuego en las frías noches de niebla y guerrilla.

No volverán a compartir la bota, entre juramentos, blasfemias, risas y maldiciones.

Los gabachos se han llevado por delante a muchos mozos de los pueblos vecinos, algunos, como él, decidieron echarse al monte y jugar los naipes que les repartieron de la mejor manera que entendieron, a navajazo limpio, buscando el hueco entre las trabillas de las corazas francesas, hundiendo junto a la hoja mellada de la navaja, la rabia de un pueblo hastiado de invasores.

El piafado del caballo moribundo le devuelve a la realidad, alejándole del recuerdo de los compañeros caídos.

Tiene que buscar refugio pronto, la noche cae, y los dragones continuarán batiendo la zona al menos un par de días más.

Con delicadeza, libera al animal de la silla y rápidamente realiza un inventario de víveres y armamento.

Medio queso de oveja, unas salchichas, algo de pan duro, dos roscas de anís, cuatro cargas de trabuco, su navaja de seis muelles y algo más de tres cuartos de la bota de tinto.

Es un buen vino, de la zona.

Criado a golpe de frió y lluvia, de sudor campesino, de corazón español y sol de primavera.

Madurado entre barricas, poderoso y espeso.

Inclina la cabeza hacia atrás y deja que el chorro le refresque la polvorienta garganta.

Traga despacio, saboreando.

-Jodios franceses…la que os voy a dar en cuanto reuna otra partida-piensa para si.

Juro por mis muertos que hasta que no estéis todos de vuelta al otro lado de los pirineos, o bajo dos palmos de tierra española no voy a dejar que durmáis una noche tranquilos-

No quiere gastar un disparo con el pobre pinto, además los franceses podrían escuchar la detonación, así que abre la navaja y se tumba junto a la cabeza del fiel caballo, que parece conocer la suerte que le aguarda y agoniza resignado.

El bandolero, le acaricia las crines con la poca dulzura que reservan sus ásperas manos curtidas durante años de vendimias y  manchadas con la sangre de docenas de hombres.

Desliza con suavidad y precisión cirujana la hoja de lado a lado de la garganta del animal, con un tajo rápido y misericorde.

El bicho deja de sufrir, a él se le cae la última lágrima que le quedaba, la que reservaba para el día en el que España se librara de extranjeros, la que le iba a regalar a su novia al volver al pueblo.

Se amorra al caño de la bota y deja pasar una buena medida de tinto.

Carga la silla de montar, la manta y los enseres y se pierde por las laderas del monte, en busca de cobijo.

Mañana será otro día.




Este es un texto que escribí para una de esas aventuras literarias en las que acostumbro a meterme.
En esta ocasión se trataba de unas catas en las que se maridaban (palabrita de moda) vinos de Emilio Moro, tapas de autor de Alberto Soto (mejor cocinero del año de Castilla y León) y textos mios escritos par la ocasión.
Este texto lo escribí para leerlo mientras los asistentes cataban un vino llamado Malabrigo, de excelente sabor y categoría y traté de estar a la altura, aunque no pude evitar que afloraran mis raíces a la hora de escribir.
Espero que os guste, ire´colgando el resto de los textos que se leyeron en las vinotecas Malauva de Valladolid, Madrid y Palencia.
Fue una experiencia increíble, mis tres grandes pasiones juntas.

martes, 24 de marzo de 2015

Ha sido niño.

Yo también le pregunté a mi sombra que tal ando, pero ya sabéis, mi sombra tiende a escaparse cuando no la llevo cosida.
Lo que si que tengo claro es que mi era ha parido un corazón y he acudido corriendo para evitar que se cayera el porvenir.
Ya no es solo que me encuentre recuperado al 99 por ciento, es que he descubierto un Juan más válido que el anterior y ahora estoy dispuesto a quemar el cielo si es preciso, por vivir.
Hay que ver este Silvio, no para de poner palabras en mi boca.
Era lógico que uno de sus temas formara parte de aquel espectáculo que monté con mi querido amigo y pianista de confianza Oscar Lobete.
En aquel "Canciones para una noche en vela" Oscar y yo revisamos la música y las letras de algunas de las canciones que nos marcaron la vida y que acuden a nuestras cabezas las noches que nos cuesta dormir y estamos intranquilos por el motivo que sea.
El "ojalá" de Silvio fue una de las canciones que pasamos por nuestro filtro particular para ofrecer una visión muy personal y diferente, eso si, desde el mayor de los respetos.
Estoy en un momento de cambios y quiero que esos cambios sean a mejor.
Al rascar mi boleto encontré un maravilloso "sigue jugando" y pienso jugar y terminar la partida de la mejor forma posible.
Ahora me siento como si hubiera pasado a otra categoría donde ya no valen las excusas que he puesto en tantas ocasiones, ahora solo vale que lo dé todo a cada momento. 
En el amor, en la familia, en la amistad y en el trabajo.
Quiero entregarme a lo que me hace sentir vivo y seguramente no pueda evitar escribir sobre ello cada día, aunque no lo publique aquí ni en ninguna otra parte.
Lo escrito queda y puedo volver a perder la memoria otra vez pero no perderé mis textos.
Como escribió mi padre una vez en su dedicatoria en aquel libro en blanco que para tal efecto me regalaron durante la presentación del primer libro que me editaron hace ya tres años: "Escribir es una forma de fijar el pensamiento".
Hay muchas cosas que quiero hacer a lo largo de mi vida, una de las más importantes es fijar el pensamiento, otra es dejar el mejor de los recuerdos cuando me despida definitivamente.
Se han terminado los miedos y las dudas, estoy decidido a ser quien quiero ser aunque vuelva a tropezar.
Sé que volveré a levantarme y aunque renqueando, alcanzaré mi meta.
Quiero ser  buen escritor y mejor persona. Ambas cosas implican esfuerzo y sacrificio pero estoy dispuesto a ello.
Ahora me tomaré un vinito en la celebración del bautizo de ese corazón que ha parido la era.
Va por ustedes.




viernes, 20 de marzo de 2015

Algo parecido a la felicidad

Así terminé mi día ayer y mira que empezó algo jodidito.
Ayer fue el día del padre y aunque ya hace mucho que abandoné el colegio, donde en esta fecha curso tras curso nos liaban los profes para hacer un regalo para nuestros padres, a base de manualidades, pinturas o cualquier otra de esas habilidades que no he tenido nunca y que terminaban frustrándome sobremanera, sabedor de que le llevaría a mi padre una de mis "chapuzas bienintencionadas", ayer no tuve tan siquiera la oportunidad de comprarle un libro o una colonia, mi padre ya no está y este ha sido mi primer día del padre sin él, cosa que me apenó sobremanera desde primera hora de la mañana, en que comencé a recibir mensajes de los grupos de wasap donde participo con multitud de amigos que ya tienen hijos y que como es lógico, se felicitaban en su día.
Yo obviamente también les felicité porque lo cortés no quita lo valiente y aunque para mi no sea una fecha agradable, celebro que mis amigos sean felices con sus retoños.
El día amenazaba con un "festival de la labilidad" pero como la vida es así de caprichosa y de sorprendente, todo comenzó a enderezarse.
Gran culpa de ese cambio de rumbo lo tiene la chica que ahora me soporta y que aunque tampoco comenzó el día tirando cohetes, a medida que fueron pasando las horas hizo que todo se pintase de otro color.
Por la tarde pasamos un rato estupendo tomando un café y un rico bebedizo  con tónica, ginebra, esencia de lima, bayas de enebro y  corteza de limón, acompañados de unos amigos auténticamente adorables.
El leit-motiv de la conversación fue el chocolate, ya que tan delicioso manjar unía por diferentes motivos a los tres amigos que vinieron hasta casa y que aunque no se conocían entre si, rápidamente dieron con una pasión en común e hicieron del encuentro algo muy especial.
Si a eso le sumas que son tres personas de una excepcional calidad humana, ya está todo en su sitio.
Al caer la noche, esta adorable criatura que ha decidido acompañarme en esta "segunda temporada" y yo, decidimos abrir el sofá cama del salón para vernos tiradazos cómodamente la película "Moulin rouge", cosa que al pobre gato en primer lugar le desorientó, pero después tal cambió de rutina se convirtió en algo terriblemente divertido y emocionante para él, diseñándose su propia Jincana de obstáculos entre los descolocados muebles del salón.
Hay que ver como son los felinos; muy elegantes y gráciles pero unos auténticos y curiosísimos juguetones sin complejos.
Mira que no se porque durante años me han dicho que me parezco un poco a Ewan Mcgregor (supongo que en el blanco de lo ojos y poco más) aunque ayer viendo esta peli, yo me encontraba más similitudes con el actor que hacía el personaje de "Tolouse". Cierto es que el personaje de Ewan quizás tenía más que ver con mi forma de ser y mis aspiraciones vitales, pero vamos, que lo que es con el actor el parecido está traído por los pelos.
En cualquier caso disfruté mucho de todo. De la película y sus números musicales también.
Ayer experimenté algo muy parecido a la felicidad y eso fue cojonudo, pues últimamente me cuesta bastante sentirme así, cuando toda la "anterior temporada" he sido un tipo de los que trataban de disfrutar cada segundo.
En cualquier caso algo tengo claro: la vida sigue y aunque echaré siempre de menos a algunos, los que me rodean hacen que esto merezca la pena.
Un abrazo para todos los que me leéis y en especial para aquellos que tenéis hijos. 
Hasta la fecha no he sabido hacer los propios, pero creo que se va acercando el momento.
Ojalá llegue a ser tan buen padre como lo fue el mio.

martes, 17 de marzo de 2015

Interiorizando las letras

De canciones como esta, donde hablan de que habrá un lugar para vivir como en un cuento de hadas, pero seguro que es muy caro y no se puede pagar.
Uno va construyendo su vida a base de sueños y deseos, deseos y sueños y de repente un día giras una esquina y te das de morros contra una frustración del tamaño de un pivot de la NBA.
No pasa nada, te levantas del suelo y vuelves a perseguir tu cuento de hadas.
Es cierto que también siempre habrá un diván, ya lo dice la canción. Mi diván funciona con tecnología bloger y lo encuentro allí donde pueda sentarme ante un ordenador para vomitar todo lo que me pasa por dentro, cuidando únicamente la forma, porque el fondo ya no dependerá de mi, si no de mis circunstancias.
Uno se esmera en escribir de la mejor forma posible y de que a la hora de trasladar las vivencias, los anhelos y las derrotas cotidianas, al menos resulten interesantes para aquellos que las leen y puedan identificarse con alguna de esas sensaciones.
Desde luego a todo escritor le puede su estado de ánimo y hay días en los que te resulta muy difícil escribir un cuentecito con final feliz.
Supongo que la profesionalidad y la calidad de un autor radica en que ha aprendido a abstraerse de si mismo y de sus emociones a la hora de escribir lo que sea.
Estoy aprendiendo, no pienso engañarme a mi mismo y me tomo muy en serio cada una de las entradas de este blog, tan personal y tan público al mismo tiempo.
Desde luego trataré de darle la mejor de las formas a mis elucubraciones y seguramente haya días en que lo que me rezuma cerebral y emocionalmente adopte forma de relato fantástico y días en los que se le pueda poner rostro y ojos a la fantasía porque será facilmente identificable.
Una vez me dijeron que lo que más atrae de mi forma de escribir es el  tocar tantos "lugares comunes" para muchos lectores y lejos de pensar en que podría ser una forma educada de decirme que soy poco original, preferí pensar en que me estaban diciendo que soy muy humano y que mis vivencias y aspiraciones son universales.
Es cierto que tomé prestado el universo de  Peter Pan para enmascarar muchas cosas, pero otros a diario salen a la caza de la gran ballena blanca o embarcan en una nave espacial para viajar de la tierra a la luna.
Creo que la mayoría de los escritores de cualquier género profundizan en temáticas y experiencias que todos podemos identificar como propias y aunque cambien los nombres propios y los paisajes, lo que les dota de una mayor transcendencia no es más que el saber contar las historias.
Ahora que me he liado la manta a la cabeza con el mundo novela me paso el día preguntándome si realmente sabré contar aquello que pide el cuerpo, pero creo que aparte de una historia interesante, una trama consistente y unos personajes creíbles, lo más importante es la perseverancia y el trabajo duro, la auto exigencia y las continuas revisiones y correcciones.
Nadie vende duros a cuatro pesetas y desde luego nadie dijo nunca que esto vaya a ser fácil.
Imagino que escribir una novela digna es como tratar de vivir una vida digna, hay que poner toda la carne en el asador y ser sincero con los demás y con uno mismo.
Huy...creo que igual esta entrada era la terapia que necesitaba hoy, ya me siento mejor y más tranquilo.
Perdonen ustedes la turra, prometo que la próxima será algo cuando menos divertido, que parece que de repente me ha dado por madurar y prometo que sigo conservando mis calzas y mi gorrito.
Uno puede tratar de pulirse pero nunca matará su idiosincrasia. 


sábado, 7 de marzo de 2015

Llamaradas de autor.



Marta se levantó como cada domingo y salió a recoger su ejemplar de El norte de Castilla que como cada día el repartidor la dejaba en el buzón del chalet.
En lo que salía el café, desplegó el diario sobre la mesa de la cocina y comenzó a leerlo con esa cotidiana mezcla de interés, curiosidad y pavor, ya que las noticias que leía de un tiempo a esta parte eran muy poco tranquilizadoras, entre epidemias de lejano origen pero fácil transmisión, geo políticas  guerras absurdas, preocupantes datos estadísticos sobre diversos aspectos tanto de la economía como de la sociedad e incluso las páginas de cultura, que siempre leía con absoluto detenimiento venían cargadas de quejas y reivindicaciones.
El café emitió ese olor característico al estar listo y Marta abandonó momentáneamente la lectura para prepararse una buena taza y unas tostadas con tomate y aceite, su desayuno favorito.
Al estirarse a por una de las tazas que guardaba en lo alto del mueblecito de la cocina, sintió una punzada de dolor intenso en la espalda y recordó que tras desayunar, debía aplicarse la pomada para las quemaduras, ya que parte de su piel se encontraba excesivamente afectada por lo vivido la noche anterior.
Pagina 8, Valladolid sucesos: ”La policía busca al héroe anónimo que anoche puso en juego su integridad física al rescatar valientemente pero sin contar con los medios adecuados cientos de ejemplares en peligro de resultar carbonizados en el incendio de una biblioteca pública de uno de los barrios de la capital.
Al parecer este ciudadano, al percatarse de las llamas y del humo que se extendían por el interior del edificio, rompió una de los ventanales con la tapa de una alcantarilla y se arrojó al interior de la biblioteca, desde donde fue arrojando cuidadósamente  al exterior de la misma centenares de títulos de los que allí se almacenaban para lectura de los usuarios.
No hay testigos presenciales del suceso y el sistema de vídeo cámaras de seguridad resultó dañado por el fuego, por lo que no se conservan las cintas que podían haber arrojado algo de luz sobre la identidad de este hombre”
Marta sonrió con cierta indignación, ya que lejos de buscar reconocimiento público por su acción, lo que la molestaba infinitamente es que desde la prensa se diera por sentado que aquel acto debía de haberlo realizado un hombre.
Cierto es que los hombres suelen ser más dados a meterse en este tipo de embolaos, pero la pasión por la literatura carece de género, al igual que ciertos valores humanos como el valor o valentía y la heroicidad o el heroísmo, solo depende de las palabras escogidas para designarlo.
Marta volvía del gimnasio de su sesión diaria de “pilates”, actividad esta que la mantenía en muy buena forma y al ver las llamas y lo que estaba sucediendo no lo pensó ni un segundo y decidió que haría cuanto estuviera en su mano para salvar el legado de tanta persona que había decidido trascender en el tiempo de la mejor de las maneras, con sus obras.
El hecho de ir vestida con zapatillas de deporte y con ropa cómoda de ejercicio la vino estupendamente ya que tuvo que hacer cierto esfuerzo físico para introducirse en la biblioteca y una vez dentro tuvo que moverse de la forma más rápida posible porque aquello comenzó a tomar un cariz más que preocupante. De hecho tuvo que despojarse de la sudadera ya que comenzó a arder repentinamente y podía haber sido fatal de no haberse percatado de ello, aunque es cierto que su espalda sufrió las consecuencias de su pasión por la literatura.
Permaneció durante más de diez minutos salvando ejemplares de los que se encontraban apilados en las diversas estanterías y solo abandonó el local al escuchar a lo lejos las sirenas de bomberos que se estaban acercando, dado que le entró miedo porque al encontrarla allí dentro pudieran llegar a acusarla de la autoría de aquel incendio.
Siguió leyendo, “el jefe del cuerpo municipal de bomberos ha declarado su intención de nombrar bombero honorario al valiente ciudadano que sin miedo a lo que pudiera sucederle realizó semejante despliegue de generosidad y heroísmo”.
Marta apuró el café tras dar buena cuenta de las tostadas y ligeramente enfadada ante aquella demostración de falta de respeto por la igualdad, se dirigió al cuarto de baño en busca del botiquín para tratar de mitigar el dolor de las quemaduras de su espalda.
Es cierto que los tiempos han cambiado, pensó, pero aún tendremos que pelear mucho para que se le reconozca a la mujer la posibilidad de realizar una acción de este tipo.
Imagino que son muchas personas las que aún nos creen encerradas en la cocina o esgrimiendo plumeros y escobas como únicas armas válidas.
Tras aplicarse con delicadeza la pomada se puso una camiseta holgada con la imagen serigrafiada en el pecho de la protagonista de la película de Tarantino Kill Bill, con quien se sentía muy identificada y sonrió al mirarse al espejo. Marta tenía una de las sonrisas más bonitas del mundo y ni siquiera el rictus de dolor por las quemaduras podía cambiar aquello.
Tenía todo el domingo para descansar antes de acudir el lunes a su puesto de funcionaria de la administración regional.
Desde luego en el trabajo no hacían distinción de sexo, daba igual si eras hombre o mujer, en caso de que no cumplieras con tu cometido te ibas directamente al paro y no está la cosa para semejante situación, ya que las hipotecas y las facturas tampoco hacen distingos de ese tipo.
Recordó que a media tarde debía acudir a casa de su exmarido a recoger al hijo de ambos y se alegró mucho de estar educando al pequeño en la igualdad y de que este no renegara de que en el recreo del cole jugaran las chicas al fútbol.
Poquito a poco(pensó Marta en voz alta) y tras esta reflexión se decidió a comenzar un escrito que debía presentar en el trabajo al día siguiente.
Ella se ganó sus derechos y su igualdad al alzarse con su plaza en oposición hacía varios años, ya que en aquella oposición se presentaban personas de ambos sexos y eso no era obstáculo para quienes habían estudiado tanto como estudió ella, ya que va en cada persona y no en el sexo, la capacidad de trabajo y de sacrificio para alcanzar un fin.