el alma a trozos cuando ves como evoluciona esta mierda de mundo.
Cuando tienes miedo a preguntarle a un amigo ¿Qué tal te va todo? porqué sabes que seguramente se habrá ido al paro, o estará en un tris de perder su trabajo.
Cuando sabes que te has convertido en un puto número, en un esclavo sumiso, en un producto perfecto que generará beneficios a los hijos de puta de siempre hasta que dejes de hacerlo, y te aparquen en una esquina, en un cajero entre cartones, o en una botella de vino peleón.
Eso si no te ha dado por saltar desde la ventana del piso que te va a embargar un puto banco de mierda, o por abrirte las venas con el filo de la tarjeta de crédito con la que agotaste la última oportunidad.
Somos todos carne de cañón, todos ¿o es qué no lo vemos?
Está anunciado con neones de colores.
Nos despojan de cualquier medio de evasión, trabajamos para pagar techo,comida y facturas escandalosas a las compañías que aprovechan los recursos naturales (que son de todos) y nos venden sus excedentes a precios desorbitados con el beneplácito de los carroñeros que mueven los hilos.
Que por cierto...todos sabemos quienes son, no son entes abstractos, tienen nombres, apellidos, mansiones y deportivos de lujos, jets privados y cuentas en paraísos fiscales, mamporreros con siglas como CEE, ONU, FMI...
Nos roban la cultura, nos chulean el ocio, la diversión, la felicidad.
Nos imponen sus razones a golpe de extorsiones legales como los consabidos "Rescates".
Y seguimos tragando.
No se pueden tener hijos, no alcanza para mantenerlos ni podemos ofrecerles una mísera oportunidad para ser felices, porque nosotros mismos estamos dejando de serlo.
En el momento en el que nos unimos para alzar la cabeza, inventan rápidamente motivos para separarnos, confrontaciones absurdas que ni nos van ni nos vienen, pero saben perfectamente que el "divide y vencerás es una máxima bastante acertada.
Yo no tengo problema alguno con mis vecinos, hablen la lengua que hablen, vistan como vistan, adoren a Dios, Alá, Tinky Winky o al trasero de Jenifer Lopez.
No necesito que me empujen a odiar a nadie, simplemente porque no creo que el odio sea la solución a ninguno de los problemas que esta calaña se ha entretenido en crear, para que no reparemos en el mayor de todos: ellos.
No comulgo con ninguno de los partidos existentes, ni con esta pseudo-democracia de cartón piedra que no es más que una dictadura encubierta.
No acepto que mi libertad de decisión pase por apoyar un programa electoral que fallecerá el mismo día en el que el partido que lo sostiene obtenga la victoria en las urnas, convirtiendo su cadáver en pasto de gusanos corruptos y prevaricadores, embusteros y ambiciosos.
No creo que el progreso pase por crear monstruos nucleares y exterminar la naturaleza, envenenar los océanos y deforestar los continentes o por ampliar las redes de comunicación creando autopistas virtuales para degenerados, delincuentes y fanáticos.
No me siento con derecho a erradicar ninguna especie y al paso que vamos, conseguiremos terminar con todas, una detrás de otra.
¿Y nosotros?
Relegan a nuestros mayores a pudrideros donde terminar sus días entre pañales y largas tardes mirando pasar la vida por un ventanal sucio.
Convierten a los jóvenes en autómatas carentes de motivación, de ilusión, de esperanza, enganchados a una vida virtual paralela, porque la real, aquella en la que se sufre, se ama y se lucha, ya no vale la pena.
Nos asfixiamos con la soga de la hipoteca, de la nómina cada vez más ridícula, del horrible "fin de mes".
Poco a poco exterminan el teatro, la música, la literatura, la danza, la pintura, la poesía...todo lo que simbolice una mirada más allá de los barrotes que han fabricado con tanto esmero.
Mantenemos burócratas sin escrúpulos y perros de presa.
Yo, ya estoy más que harto, harto hasta un extremo que empieza a ser peligroso.
Y me niego a ser un indignado, porque no quiero serlo, quiero ser feliz.
Quiero trabajar y ganarme el pan honradamente y acostarme cada noche con la certeza de que estoy viviendo, no sobreviviendo.
No quiero que me roben, ni que me fuercen a tratar de recuperar todo lo que me están robando.
Porque me están robando la vida.
La mía, la vuestra, la de todos.
Y no quiero veros llegar a perder los nervios, ni perderles yo.
Pero algo tendremos que hacer.
Digo.