Ayer noche, en compañía de una amiga poeta, volví a ver esta joya del cine español ganadora de diversos premios y que llevaron a cabo mi amigo el espejeño Alberto Del Campo y el afamado e innovador director Rodrigo Sorogoyen. Y una vez más me revolvió las entrañas hasta la saciedad y me llevó a tu recuerdo, mi querida y añorada Blancanieves. Yo me identifico con facilidad con el protagonista masculino, con el que tenía muchas cosas en común hace algunos años, no tantos pero los suficientes para no haber sabido estar a la altura cuando más me necesitaste. A la actriz protagonista me resulta inevitable no identificarla contigo, pues además de que también es preciosa, los ojos tristes y la languidez con la que mira me llevan a algunos momentos junto a ti. Y esas conversaciones que mantienen, y esos besos que se roban el uno al otro. Y ese final. Te añoro cada día, te recuerdo más de lo que quizás debiera recordarte. Vives en mi y en todos los que te quisimos. También vivimos nuestra pequeña historia de amor, pero mucho más allá de besos y ratos de cama, el amor que nació entre nosotros se consolidó como la amistad más hermosa. Y te fallé. No supe estar a la altura de tus necesidades y arroparte en tu sufrimiento. No supe ayudarte cuando todo se volvió oscuro y eso me machaca a diario, porque tú me ayudaste mucho en los momentos más espantosos de mi vida. Creo que te voy a querer siempre y sé que un día volveremos a vernos, pero aún no. Guardarme un sitio a tu lado en la pista de baile. Igual hasta bailo y todo. Te añoro, te quiero y te llevo dentro, Belén.
A veces ser valiente si que es solo cuestión de suerte. No soy valiente, creo que no lo he sido nunca, al menos no especialmente. Soy un tipo normal que cada día escoge el disfraz más apropiado de la guardarropía y se lanza a la aventura de vivir, esperando que resulte lo más fácil posible y que no haya problemas. No digo lo que no digo ni hago lo que no hago, simplemente lo escribo y lo pongo en boca de personajes creados para enfrentar y afrontar aquello que me aterra y esquivo constantemente y, les hago decir lo que no soy capaz de decir. En ocasiones algo superior a mi comprensión y a mi naturaleza me posee y cuando menos lo espero me hace demostrar que todos escondemos en nuestro interior un superheroe o un duro de película. En ocasiones he sido capaz de no agachar la cabeza, de no apartar la mirada y de no controlar los epítetos ni los puños. Y la verdad es que no me enorgullezco de ello. Odio la violencia, tanto física como verbal y procuro evitar ese tipo de enfrentamientos. Me resulta tan desagradable hacer daño como que me lo hagan. En alguna ocasión he sido capaz de sacar la cara por aquellos por lo que me dejaría matar. Y eso si que volvería a hacerlo. No es valor, es amor. También he sido capaz de apartar los labios de una boca traicionera, de abrochar la blusa que dejaba al descubierto las monedas con la que pretendían pagar el orgullo que me habían arrebatado. Y de acompañar hasta la puerta a los ojos más bonitos, las caderas más insinuantes y los "te quiero" más falsos. Ahí si que creo que fui valiente porque me tuve que medir con el más poderoso y dominante de mis instintos. Y gané por KO técnico. El verdadero valor lo he descubierto en aquellos que han decidido plantarle cara a unas adversidades que cual plagas bíblicas, se han cebado con ellos sin atender a razones, esfuerzos, cirugías ni medicaciones. Y sin embargo con cada sonrisa, con cada llamada planteando quedar a tomar un vino, hacer una excursión o ir a un concierto, me dan una lección de coraje. Ellos quieren VIVIR, así con mayúsculas y aprovechar cada minuto de la aventura que les ha tocado en suerte. Reconozco que envidio su fortaleza y su valor Mucho. Quisiera ser la mitad de la mitad de lo valientes que son algunas personas de mi círculo más cercano. No tengo miedo a la oscuridad, ni a los espíritus, monstruos o psicópatas de la variada, poco original y abundante filmografia de terror.Tengo miedo a la soledad, a pensar demasiado, a darle vueltas a las cosas, a recordar los momentos más duros, más tristes y más difíciles. Tengo miedo a estar a solo a hurgar en cada herida y caer en la tentación de recordar una y otra vez los momentos más duros, más tristes y más difíciles. Tengo miedo a estar a solas conmigo y a hacer introspección. Por eso en cuanto noto que me rondan las ganas de echar la vista atrás y repasar el listado de aquellos seres queridos que he perdido a lo largo de mis cuarenta y cuatro primaveras, busco el libro adecuado, escribo el texto más visceral o marco el teléfono que me llevará hasta la voz que sabrá decirme que deje de temer. Tengo miedo a defraudar porque sé que durante años y sin poder evitarlo, no he dejado de hacerlo. Por encima de todo temo hasta la locura volver a enamorarme de quien se hará unas fajitas con mi corazón y mis sentimientos más intensos. Y eso es una verdadera putada, porque no sé quien decidió hacerme tan jodidamente enamoradizo y tan terriblemente sensible a una sonrísa, una mirada o una palabra bonita (sobre todo si la escriben, la declaman, la interpretan, la dibujan o la cantan). Tengo mucho, muchísimo que aprender y parece que tendré que tropezar con la misma piedra y con todas las piedras de la puta cantera del alma hasta que vuelva a descalabrarme y está vez ya no haya tiempo ni ganas de desfibrilar o de inyectar insulina directa al corazón; un corazón llenito de agujeros, de cicatrices y de costras. Y me atemoriza en exceso ver a los mios sufrir. Quiero tanto a la gente que quiero que a veces me asusto al pensar que todos tenemos una fecha de caducidad y que aquí no se va a quedar nadie. Por favor, que venga el encargado, que traigan la hoja de reclamaciones, que me digan donde puedo poner una queja. Ahora entiendo lo del dichoso valle de lágrimas. Y me jode mogollón porque yo soy más de reírme, de imitar a Chiquito y de monetes vestidos de botones que tocan los platillos. Y de vídeos de gatetes haciendo el canelo. De compartir unas risas con mi madre y mis hermanas y de salir corriendo al baño tras una conversación con los amigos más divertidos, mas vividos, más viajeros y con más anécdotas que contar. ¡Que quiero ser feliz, coño! ¿Donde hay que presentar la solicitud? Me da igual que sea por triplicado y con acuse de recibo, me da igual que tengan que sellarla cinco mil funcionarios celestiales, me da igual que tenga que firmarla en cada página y esmerarme con la rúbrica. Quiero ser feliz y solo podré serlo si veo felices a los mios. ¿A quien tengo que votar? ¿A quien hay que untar?¿A quien rezar? Me da lo mismo ser valiente o ser el más cobarde, gallina, capitán de las sardinas. Pero por favor y a quien corresponda: permítame ser feliz.
Imagino que echarte de menos es algo natural. Y que por las noches todo sea cambio de posturas y encontrar telarañas en las costuras es parte de todo esto. Lo que es fundamental es llegar a darse cuenta de lo que uno vale, porque sino el mundo es una tonteria. pero de las gordas. Tanto tiempo de agachar la cabecita y mirar de reojo, asumir puntuaciones ajenas y enarbolar la bandera de la humildad, solo lleva a un enfermizo deseo de ser una avestruz y esconderse bajo tierra. Pero no. Soy un felino y se acabó eso de tenerle miedo a lo que se oculta en las sombras. He encontrado la luz que ilumina hasta los rincones más oscuros y he afilado mis garras. Te invito a que sonrías al futuro, a que mandes a tomar por el culo las angustias, las humillaciones y a las personas dañinas. Perdona todo el daño que te han hecho pero no consientas que vuelvan a hacértelo. Y si te lo hacen, avisa. Un día pasarán bajo el árbol en cuyas ramas estaré agazapado y dispuesto a saltar sobre sus gargantas para saciarme con su sangre y demostrar que el valiente ha sido valiente hasta que el cobarde ha querido. No derrames ni una lágrima más. No renuncies a ninguna sonrisa y no prescindas de ninguna palabra bonita. Te echo de menos y aún no hemos compartido más que instantes y porciones de vida, pero han generado un vínculo tal que el día en el que podamos volar juntos, conseguiré escribir el poema perfecto, ese que me quita el sueño y que llevará tu nombre. Ese que siempre he soñado con escribir porque llevo soñándote todas mis vidas. Y un día de repente te acercaste a mi madriguera y me acariciaste el lomo. Y me gustó. A veces pienso en ti y ronroneo. A veces creo que todo es posible y me decido a dar otro paso adelante. A veces me erizo y bufo al recordar las circunstancias que nos mantienen separados, pero enseguida se me pasa y recupero la calma, porque todo termina llegando, incluso lo bueno.
Al sumergirte en esta particular zona del río Tera, sientes que tu espíritu emerge limpio y renovado, que la vida te da una nueva oportunidad para ser feliz y que los que te rodean, son verdaderos hermanos en esta fe que solo se fundamenta en la amistad y el cariño. Nuestra religión no tiene nombre, pero en ella las palabras más importantes se escriben con mayúsculas. Estas palabras, a modo de mandamientos, son AMISTAD, CARIÑO, RESPETO, HOSPITALIDAD y, algunas otras que configuran el decálogo de la creencia que me hará libre. Desde el día en que llegué a Espejo de Tera por primera vez, supe que aquel lugar sería tan especial como importante en mi vida. Y que sus habitantes se convertirían en una nueva familia que siempre estaría a mi lado. Y así ha sido. Podría hablar durante horas de lo hermoso y de lo fuerte del vínculo que me une a esa pedanía soriana, pero con decir que allí me siento seguro, libre, feliz y querido, creo que es más que suficiente.
La naturaleza creó este regalo para quienes saben apreciarlo y no es una playa del Caribe ni la montaña leonesa, pero estoy seguro de que te encantará conocerlo y valorarás cuanto hay allí, porque todo es increíble. La música y la creatividad en todas sus expresiones son parte fundamental del abono del que se nutren las raíces de cada árbol y de cada planta, del pasto que alimenta al ganado y al hacer la fotosíntesis, del aire que respiran los vecinos y que ensancha sus pulmones, y engrandece sus corazones. Allí todo sabe mejor, queda mejor y se disfruta más. Allí incluso yo me encuentro guapo e interesante. Allí las penas duelen menos, los recuerdos son solo agradables y el amor y todo lo que me alimenta el alma se magnifica. He podido compartir mi tiempo allí con diferentes personas de la historia de mi vida, pero cuando consiga hacerlo contigo, se cerrará un ciclo que me hará darle gracias a quien sea que maneja el destino y ha puesto este lugar y a estas gentes en mi camino. En esta última y necesaria visita, la buena amiga que me ha acompañado junto a su hija llenando todos y cada uno de los minutos de energía positiva, me ha dado una nueva lección de vida al asegurarme que cuando pueda perdonar a quienes culpo de mi mayor daño, encontraré la felicidad completa en el perdón y que ese perdón no será para ellos, sino para mi. Y necesito perdonarme, sacar la basura del interior de mi pecho y convertirme en la persona que quiero llegar a ser, para poder darme de verdad, para poder ofrecerte el mejor producto que han modelado el aprendizaje y la experiencia, el amor y el dolor, el conocimiento y la duda. Y Espejo de Tera es el lugar ideal para cursar este master de post grado existencial y conseguir el cum laude.
-Pasad y poneos cómodos El que así habló era Levián, uno de los dos ángeles asignados para ayudar y mediar en la toma de decisiones de la conciencia de Cleza, la mortal que le habían asignado a él y a su compañero Lutián, al principio de los tiempos. Ambos ángeles llevaban milenios acompañando a esta mortal en sus diferentes reencarnaciones, en sus diversos cuerpos y en sus muy variadas aspiraciones. En un principio ambos estaban muy contentos con la mortal que les había asignado el creador. Visto lo que habían visto por ahí, aquella mortal era una joya, lo mejor que les podía haber tocado, pero en esta última reencarnación, Cleza había alcanzado ese estado en el que por derecho consuetudinario, el libre albedrío cobra poder legal sobre las decisiones de los ángeles encargados de aconsejarla y de los demonios elegidos para tentarla. De hecho de un tiempo a esta parte la relación entre ella y sus demonios, era sospechosamente buena. Se tuteaban y a veces les hacía más caso a ellos, por lo que Lutian había solicitado primero una baja por depresión y ahora estaba reclamando judicialmente ante el Espíritu Santo, la incapacidad permanente. -Preferimos no sentarnos, angelito. Mi colega y yo tenemos jaleo esta noche porque a Cleza le ha dado por enamorarse de verdad y mira que la hemos dicho que no sea estúpida, que se folle todo lo que le apetezca y ya está, pero nada, ella erre que erre con que este es el mortal que fue diseñado para ella por vuestro jefe, el hombre que lleva el alma afín último modelo y cuyo corazón encajará a la perfección con el suyo y demás chorradas - Bien hallado, Sumial, te agradecería mucho que no me llamases angelito. Y que respetes las intenciones de Cleza. -¡Joder que se nos pone farruco el de las alitas de plumón blanco! -Turbial, bienvenido a la reunión, pero no creo que debamos comenzarla así. No me pongo farruco, sabéis que estamos obligados a respetarnos y a no comenzar hostilidades entre nosotros que puedan acarrear consecuencias a Cleza. Tan solo podemos argumentar durante sus sueños y tratar de orientarla hacia la mejor decisión, pero nada de imponer. Nuestros jefes para eso son muy escrupulosos y tras el pacto de no agresión alcanzado en la primera centuria, nos debemos exclusivamente a nuestras obligaciones. -Bueno, vale, Levian. Por cierto ¿el Luitian sigue de baja? mira que es ñoño el jodio. Me cae bien, es un tipo enrollado, pero ya le avisé de que no debería implicarse tanto con Cleza. Si eso cuando llegue el fin de los tiempos y se la juzgue, que trate de subírsela al paraíso. Fijo que tiene allí un apartamentito muy cuco para compartirlo con ella Que sé que le mola -Turbial, vamos a dejar el tema. Lutian está algo enfermo. la ansiedad y la depresión que le ha producido ver como arrastráis a Cleza lo tienen bastante tocado. Pero está haciendo una terapia intensiva con la ira de Dios y saldrá reforzado. Os aconsejo que cuando se incorporé no le toquéis mucho los plumones. Igual tira de espada de fuego y se acaba lo del pacto de no beligerancia. -Vale, Levián. Al lío. Cleza se ha reencontrado con aquel con el que ya tuvo una historia hace unos setecientos años y aunque ahora tienen aspectos muy diferentes, han debido reconcerse al clavare las miradas y bucear el uno en ojos del otro. -Pues si, se han reencontrado y ella también lo ha notado. Él esta´completamente seguro de que lleva queriéndola desde el principio de sus vidas, pero Cleza duda porque está a otras cosas y a otros jaleos y porque además se le cruzó otro mortal con el que está bastante bien. uno de esos compromisos cómodos y fáciles para que crean que se aman y que podrían ser felices juntos. Uno de esos apaños de vuestro jefe, para confundir. -Y evitar tanta chorrada de poemitas de amor y rosas rojas al levantarse de la cama.-interrumpió el más lascivo demonio- La cama se invento para que pecasen de obra, no solo de pensamiento. Vamos, para que se hartasen de follar. Y te aseguro que la mayoría de los mortales le sacan un buen partido al invento. Incluso hay muchos que pasan de cama y se lo montan en la mesa de la cocina, en el asiento del coche o incluso en el sillón de su puesto de trabajo. -Ya te digo, colega-intervino Sumial con una sonrisa de oreja a oreja.- Y lo que nos reímos con esos, todo el día dale que te pego. -La carne es débil, amigos.-les cortó Levián- Pero Dios padre no condena el sexo, de hecho lo inventó él, lo que condena es la lujuria desmedida.-. -Esa, esa es la que mola-dijo Turbial riendo como un histérico. -Bueno, chicos, llegados a este punto. ¿Que hacemos con Cleza y con el mortal con el que se ha reencontrado? ¿les damos la oportunidad de que vivan el amor verdadero? De hecho creo que ya lo están viviendo, aunque aún no lo han podido compartir, pero saben que el uno pertenece al otro, que están diseñados para amarse y no dejar de hacerlo el resto de sus vidas. -Joder, Levian, que ñoño eres tu también. Creo que puedo hablar en nombre de Turbial también al decir que por nosotros, que prueben a echar un polvo y si durante el rato de pecado, sienten que eso es lo que quieren vivir para siempre jamás, que sea lo que tu jefe, digo lo que Dios quiera. -De acuerdo, esta noche le susurraré en sueños, que vaya a él, que le permita demostrarle su amor y que se entreguen el uno al otro, pero con el fin de santificar su unión, no solo por el mero hecho de yacer. -¡Uy yacer, que fino! La verdad es que sois la hostia con lo de santificar las cosas-dijo molesto Sumial- Que se follen y a ver que pasa. Y luego si quieren amarse y todo esa mierda de las mariposas y el arco iris, pues vale, pero si descubren que tan solo les mola lo de comerse el uno al otro,que los disfruten. ¿Hay trato? - Lo hay, porque ahí es donde entra el libre albedrío y no dudo en que ella tomará la decisión adecuada, es tan inteligente como bonita. -Pues venga, se acabo la reunión. Si hablas con Lutian dale recuerdos y dile que la oferta de unirse a nosotros sigue en pie. Se le iba a pasar la bobada echando leches. -Id en paz, ex compañeros. Creo que nos veremos pronto. -Adiós, majo. Que te vaya bonito. Aquella misma noche , Levian le susurró a Cleza palabras de amor en versos de arte mayor y le dibujó en el inconsciente la imagen del hombre que había reconocido como su compañero eterno. A la mañana siguiente, Cleza recibió una carta de amor y aunque le costó decidir que hacer con ella, la leyó con la mano en el corazón y con el alma a flor de piel. Al terminar la lectura, se acercó al teléfono y marcó su número. Desde la nube más cercana, Levián sonrió al ver como el mortal se emocionó al descolgar y reconocer su voz.
No tengo un sitio a donde ir y lo invento. Sé que estás aquí y me tienta.Me tienta mucho, demasiado, porque eres la única tentación que como aquella lucha de gigantes, convierte el aire en gas natural y estoy más que dispuesto a arder, a quemarme por completo, a carbonizarme de amor por ti. Y siento mi fragilidad al caer una y otra vez en la tentación de tu sonrisa y tu mirada que dice tanto. La rueda gira y nada es real pero no voy a consentir que mi vida se queme como una vela y no pienso dejar pasar ese tren especial porque estoy dispuesto a arriesgarme. Me agarraré al cielo y pensaré en ti y no dejaré de intentarlo porque sé que mereces la pena y que te he perdido en otras muchas ocasiones, a lo largo de demasiados siglos, de demasiadas existencias en las que no supe retenerte a mi lado, pero esta vez no voy a hacerlo. Me da igual haber llegado demasiado tarde y que alguien firme tus sonrisas y le ponga su sello a tus medias y a todos y cada uno de tu besos. Nunca es tarde si la dicha es buena y la intención sincera. Y no temeré enfrentarme a lo que el destino me tenga preparado, porque tu me haces sentir valiente y capaz de cualquier cosa. Hay un lugar bajo el arco iris esperándonos, una habitación que lleva nuestros nombres grabados en la puerta. Pero también hay lugares peligrosos, lugares que asustan. He visitado unos cuantos, he dormido con más de un íncubo de irresistibles caderas que gemía en arameo al hacer el amor. Los exorcicé a mi pasado, a un cofré donde se consumirán por toda la eternidad. Creo en los fantasmas terribles de algún extraño lugar, pero resulta que ese lugar poblado de fantasmas y demonios no es un lugar tan extraño. Ha sido mi vida hasta que te he encontrado. Y no quiero que salgas de ella para vivir otras cinco o seis reencarnaciones sin poder siquiera acariciar tu piel o para ver como otros beben del cántaro de tu risa y se sacian de tus caricias maridadas con roces oportunos mientras yo desfallezco sediento, triste y con el corazón roto por no poder regalártelo envuelto en papel de seda y con un lacito rojo, todo para ti. Todo tuyo. Tu estás aquí, desde mucho antes de existir. Tu y yo somos más que dos. Somos diferentemente iguales e igualmente diferentes. Somos necesarias e indisolubles contraposiciones tejidas con el mismo hilo. Por favor, no te marches. No te asustes. No te agarres a lo seguro de un compromiso contraído antes de haberme vuelto a conocer, pero que por mucho que lo intente no podrá jamás hacerte tan feliz como yo estoy dispuesto a hacerte. Porque aunque eres feliz, eres una mujer feliz, deliciosamente llena de felicidad, solo hay que encontrar el resorte para que mane e inunde cada uno de tus días, de tus horas, de tus minutos, de tus vidas. No sé decirlo de otra manera.Puede que no me entiendas, puede que no quieras entenderme, puede que no lo necesites. No sé como cambiar mi suerte ni como viajar en el tiempo y llegar antes que él. No sé porque se me entregó una pluma como única arma para defenderme de los males que me acechan. El mal de amores no se combate con la pluma. Este por desgracia, es un mal que no sana poniéndolo por escrito. El diagnóstico es el que es y las llagas que se abren en el pecho dejando el alma al descubierto no cicatrizan, no se suturan con palabras por muy bien que pueda llegar a hilvanarlas y por muy rectas que sean las puntadas. Puntada y aparte. Los vinos ahora los disfrutas con él, pero también pudimos brindar y saborear buenos caldos mirándonos a los ojos y reconociéndonos con cada trago. Y las cosas nunca pasan por que sí, pasan porque tienen que pasar. Y aunque este sea el momento más difícil y más complicado para ti, teníamos que encontrarnos. El destino no ha parado de poner neones y luminosos a nuestro alrededor para que nos encontrásemos. ¿Vas a ignorarlos? Yo no. Y estoy dispuesto también a pagar la penitencia necesaria por haber cometido el pecado que más feliz puede hacerme. ¿Cómo habré llegado aquí?. Me torturo al despertarme y descubrir que sigo haciéndolo solo. Y quiero hacerlo a tu lado. Pero todo termina llegando, INCLUSO LO BUENO. Solo debo tener paciencia, aunque sean unos años, aunque sean unas cuantas vidas más.
De repente, un día te descubres sonriendo y disfrutando de momentos que creías que no volverías a vivir. Y los vives. Y sonríes y te sientes tan feliz que te asusta pensar como se lo cobrará el destino. Entonces respiras hondo y te concentras en llevar el ritmo desde el pecho hasta los pies y en las miradas de los amigos que te acompañan y que han decidido unir sus corazones al tuyo para hacer fuerza contra lo que tenga que venir. Y lo que viene es otra canción maravillosa que te recorre la espina dorsal con cada nota y te reafirma en que hay tanto bonito esperándote, que no vas a renunciar a ello por temor a lo malo con lo que te puedas cruzar. Desgraciadamente es inevitable encontrarte con situaciones y personas desagradables acechando en las sombras, pero por fortuna habrá sonrisas iluminando los rincones más oscuros para que pases sin miedo y no vuelvas a tropezar. Y desde unos enormes ojos verdes te dicen que la noche es preciosa y la compañía inmejorable y desearías que ese momento no terminase nunca. Y te das cuenta de que compartes un concierto más, un vino más y un abrazo más, con un amigo que lo es desde que apenas sabías lo que significaba realmente ese término. Por muchas vueltas que de la vida, aquellos por los que morirías y por los que matarías siguen cerrando filas junto a ti y eso te reconforta y te enorgullece, porque quiere decir que algo estás haciendo bien. Cuando piensas en lo asustado y escondido que has estado y en lo genial que es aplaudir tras un concierto que te ha sacudido el alma por completo, invocas a quien sea el que maneja los hilos y le agradeces haberte permitido conocer a quien ha puesto en tus manos una taza de café cargada de simbolismo y de buenos deseos y a quien le ha acompañado hasta ti. Y al ver que a tu lado, alguien con quien compartes algo más que el apellido ha encontrado el amor junto a una mujer maravillosa, deduces que efectivamente todo termina llegando, incluso lo bueno. Solo hay que buscarlo, por muy bien oculto que esté en la montaña más alta y más lejana. Pero el premio merece la escalada y lo he encontrado y me aguarda en la cima con una mirada cómplice. La vida son momentos. Los hay espantosos, pero momentos como estos de los que hoy hablo compensan con creces todo y te hacen seguir levantándote cada mañana. Tenemos el mismo derecho a tropezar, que a levantarnos y seguir en la carrera. El mismo derecho a temer que a desear y el mismo derecho a perder que a ganar. Pero ganemos. La victoria es mucho más dulce y recoger el premio y dedicarlo a las personas amadas, es el sueño de todos los que apostamos por la vida.
Me vais a permitir que escriba este texto. Bueno...es mi blog y puedo escribir lo que se me antoje. El próximo 24 de julio voy a cumplir 44 primaveras. Hoy he decidido que no voy a volver a hablar de segundas temporadas, vidas nuevas ni nada por el estilo. Hoy 15 de julio y sin venir a qué, me he despertado convencido de que ya se terminó. Ya se acabó. Ya he escrito demasiado sobre el pasado y he estado a punto de ignorar el presente y de renunciar al futuro. He pasado por algo espantoso, he sufrido mucho y he perdido a seres muy queridos, pero eso no me hace especial. Nunca he tenido el monopolio del dolor ni lo he querido, aunque me he regodeado en exceso en la desgracia.Con ayuda de algunos, eso si. Ha habido quienes se han esforzado en machacar mi auto estima y mi ego y a puntito estuvieron de conseguirlo. Ha habido personas especialmente dañinas, pero son una inmensa minoría al lado de las buenas personas que forman parte de mi vida y que con su apoyo, su cariño y su energía, me han sacado de este inmenso lodazal en el que estaba atrapado. Debo mucho a muchos y me precio de pagar mis deudas y cumplir mis promesas, aunque a veces tarde, pero mi padre me enseño la importancia de la palabra empeñada. No puedo mencionar a todos a los que debo la luz al final del túnel, pero además de una familia que siempre ha peleado a mi lado pese a luchar sus propios combates, tengo la inmensa fortuna de contar con gente increíble a mi alrededor que me han regalado tanto, que creo que jamás podré estar a la altura. Hoy le he prometido a mi gato que se acabó escribir sobre el pasado, sobre accidentes, comas, corazones envenenados y amigos traidores y crueles. A la mierda. Desde esta misma mañana todo eso pasa a ocupar varias páginas en mi libro de "me importa una puta mierda". Por supuesto nunca dejaré de escribir. He descubierto que la literatura salva vidas y no solo metafóricamente. Al poner por escrito lo experimentado y al haberlo convertido en relatos, novelas, poemas y textos de todo tipo; me he limpiado por dentro y he exorcizado muchos demonios. Ahora centraré mi necesidad de escribir en lo que hace que merezca la pena aguantar otro asalto. No os preocupéis, ni voy a escribir un libro de auto ayuda ni me pienso convertir en un ñoño (no más de lo que lo he sido siempre) que solo hable de besitos, florecitas, amaneceres en la playa y unicornios que galopan por el arco iris (podéis hacer una alto en al lectura para echar la pota). No voy a renunciar a lo que necesite cada historia y cada personaje, pero no pienso abastecerme de recursos nacidos únicamente de las más amargas experiencias. Me voy a Ítaca. El faro que no era capaz de distinguir en la distancia me guia y me orienta y tras pasar demasiado tiempo pululando por el puerto, he decidido embarcar y soltar amarras. No sé cuando llegaré o si lo mejor de todo será el viaje, pero paso de quedarme en tierra fumando un pitillo tras otro y contándole al mundo lo duro que es todo, lo difícil que es vivir y lo peligroso de elegir la tripulación equivocada. Al carajo. Estoy recuperando la fuerza y puedo remar yo solito si hace falta. Aunque espero que aquella que he encontrado en la montaña, me acompañe en este viaje. Tengo abiertos varios frentes literarios y me esperan diversas publicaciones a corto y a medio plazo. He aprovechado este tiempo para formarme y obtener títulos que avalen mis conocimientos y mis habilidades. Toca reinventarse y comerse el mundo (espero que no engorde demasiado, que ya voy teniendo una edad y ahora cuesta mucho más purgar los excesos). El que nace lechón muere cochino y renace más lechón que nunca, por lo que soy y seré quien he sido siempre, con mis muchos defectos, mis escasas virtudes y mi bigote bicolor, pero nunca le negaré un favor a un amigo ni una mano a quien me la pida. En eso me ratifico, podéis contar conmigo. La vida es aprendizaje y creo que esta mañana me he graduado en muchas asignaturas. Y sé que aun tengo que entregar demasiados trabajos y hacer unos cuantos exámenes, por lo que seguiré aprendiendo y dejaré de repetir una y otra vez el mismo curso. Las cosas nunca pasan porque si, pasan porque tienen que pasar y el que esta mañana abriera los ojos con una sonrisa en el rostro, no ha sido casual ( y no creo que mi gato me estuviese haciendo cosquillas en las plantas de los pies). Y ya, que me sueltan delante de un teclado y no sé contenerme. Que quiero mucho a quienes quiero. Gracias a todos los que habéis estado a mi lado. Siento haberos preocupado. Se acabó.
La luz roja se encendió en el exterior del plató y los técnicos de control dieron paso a la intervención de Eduardo, el director del Magazine de La 8, el canal de televisión que acerca la actualidad de la provincia a los vallisoletanos y en el que participan entre otros colaboradores, la periodista italiana Ivana la Piana y su ayudante, la Chihuahua de apenas kilo y medio de peso, Moquita. Moquita lleva ocho años aprendiendo las artes de la comunicación de los dos maestros con los que tiene la suerte de convivir, Eduardo e Ivana. Con ellos, además de compartir, tiempo, espacio, helados y cariño, ha encontrado su vocación: la televisión. Cada vez que los compañeros de sonido le colocan el micro en el collar, Moquita traga saliba, se atusa un poco el pelo y repasa mentalmente lo que va a decir para no meter ninguna de sus cuatro patas. Lo que más le cuesta es ladrar en el idioma adecuado pues Moquita ladra en español y en italiano. Ahora le ha dado por el inglés y se prepara para un futuro en el que se la envíe como corresponsal a la sede de Naciones Unidas, desde donde dar la exclusiva con la que lleva soñando desde hace tiempo: la declaración universal de igualdad entre especies, géneros y pueblos. Eduardo presenta a su próximo invitado y da paso a la intervención de la pareja de colaboradoras que cada día le regalan su apoyo, su alegría y su amor. Ivana y Moquita cruzan el plató hasta la mesa donde se sentará el invitado al que Eduardo está recibiendo con un apretón de manos. Cuando están a punto de llegar a la mesa y ocupar sus puestos junto a ellos, Moquita identifica un aroma familiar en el aire. Huele a pesto recién hecho. El invitado es Julio Vallés, el presidente de la Academia de Gastronomía de Castilla y León y justo antes de acudir a su cita en el estudio de televisión, se ha quitado el delantal tras haber pasado el día cocinando para los usuarios de un comedor social. Hoy les ha preparado una deliciosa pasta con pesto y un sabrosísimo tiramisú de postre. Solo Eduardo e Ivana saben que esa es su comida favorita y solo ellos pueden entender que el fino olfato de Moquita haya sido capaz de descubrir ese aroma oculto tras el del jabón con el que Julio se aseó en la propia cocina del comedor social,tras terminar de cocinar y ver que no tenía tiempo para ir a casa a ducharse y a cambiarse de ropa, como era su costumbre tras un día de trabajo intenso. Moquita comenzó a ensalivar y a relamerse y aunque intentó disimular, las cámaras recogieron sus constantes miradas inquisitorias al gastrónomo, con las que le estaba pidiendo una racioncita de lo cocinado minutos antes. Al percatarse de ello, Ivana no pudo contener la risa y le guiñó un ojo a Eduardo, quien también identificó en el acto la expresión golosa de Moquita. A una señal del director, un ayudante del invitado con el que estaban conversando en riguroso directo, se acercó con un plato repleto de pasta y otro con una generosa porción de tiramisú. Moquita no pudo contenerse y saltó de su silla y se avalanzó sobre la muestra del menú del día que habían traído para enseñar a cámara. --Son cosas del directo- dijo Eduardo entre carcajadas. Y todos los expectadores disfrutaron al comprobar que las personas necesitadas que habían degustado la cocina de Julio aquel día, habían saboreado algo tan delicioso que llevó a la colaboradora chihuahua a perder los papeles.
Llevaba tanto tiempo luchando por ser madre, que cuando al fin lo consiguió no cupo en si de gozo. Durante muchos años había visto a sus familiares y amigas celebrar el milagro de la maternidad y experimentar eso que se le antojaba la experiencia más maravillosa de cuantas podía experimentar un ser humano, pero nada, no había manera. Presa de la desesperación y la impotencia recurrió a la ciencia y, tras consultar a los mejores especialistas y someterse a multitud de tratamientos y de experimentos científicos, lo logró. No fue un embarazo nada fácil. De hecho desde el primer momento se consideró un embarazo de sumo riesgo y peligraban tanto la vida del feto como la suya propia, pero no renunció a su sueño. Conseguir quedarse en estado fue el primer milagro que asombró al mundo y abrió un nuevo camino en las posibilidades de la gestación. El embarazo fue un infierno en todos los sentidos. Cambios hormonales, dolores y fatiga, miradas de asombro e incluso de repulsa y comentarios desagradables. Burlas e insultos de una sociedad anclada en el inmovilismo y en las tradiciones que trataron de matar su ilusión y su deseo de dar a luz. El parto fue extremadamente doloroso y pese a ello, no borró en ningún momento la sonrisa de su rostro. Ni los inmensos dolores ni las salvajes contracciones le restaron un ápice de felicidad. Ni siquiera la cesárea le hizo arrepentirse de su decisión. Cuando pusieron a aquel bebé entre sus brazos y lo sintió respirar, supo que todos los sufrimientos, los miedos y las angustias habían merecido la pena. Lo besó una y otra vez hasta que la enfermera se lo llevó a la zona de neo natos donde tendría que permanecer unos días en la incubadora. Mientras se lo llevaban, no pudo evitar derramar las lágrimas y no hizo ningún esfuerzo por contener el llanto. El ginecólogo que dirigía el equipo de médicos especialistas, proctólogos, urólogos y pediatras, se acerco hasta su cama y hablando con especial ternura y mucha delicadeza, le dijo: -Mi más cordial enhorabuena, Don Javier. Contra todo pronóstico y contra todas las leyes de la naturaleza, ha sido usted madre de un hermoso bebé sano y perfectamete formado. La ciencia ha dado un salto de gigante y con usted se ha escrito hoy una nueva página en la historia de la humanidad. Don Javier apretó fuerte la mano de su novia, quien lejos de tratar de quitarle la descabellada idea de la cabeza, siempre lo había apoyado en su lucha por ser madre. Además de haber donado los óvulos necesarios, había permanecido junto a él durante el parto y fue la primera en besarlo con ardor cuando el niño rompió a llorar al abandonar su vientre. Nosotros también parimos. Nosotros también decidimos.