lunes, 8 de febrero de 2016

Esperanza

No acostumbro a utilizar el blog para hacer recomendaciones cinematográficas pero desde el sábado estaba rumiando escribir una entrada sobre la historia del protagonista de una película española que me dejó un más que agradable buen sabor de boca, "Kamikaze".
El prota (y esto no es spoiler)  es un hombre a quien la pérdida completa de esperanza, tras fallecer su familia en un bombardeo de la aviación rusa que sometía a su pueblo, decide cometer un atentado,y hasta ahí puedo leer o mejor dicho, hasta ahí puedo escribir.
Lo que terminó de precipitar el que tomara esa decisión, fue la muerte de su único hijo, quien al separarse de él en el centro de la ciudad done residían, de forma obediente, siguió el consejo de su padre de no moverse del último lugar en el que habían estado juntos hasta que él se acercase a recogerlo.
Me gustaría escribir sobre como hubiera sido todo si aquel niño no se hubiera quedado en ese lugar, expuesto a los efectos del bombardeo.



Siempre hay esperanza.



Aterrado, el pequeño comprobó que estaba solo. Se subió como pudo  a una farola para tratar de localizar a su padre entre los cientos de personas que corrían despavoridas escapando de los dos cazabombarderos Mig que sobrevolaban la zona del mercado, atestada de gente en aquel momento pero no consiguió identificar sus largos y negros cabellos recogidos en una coleta sobre la nunca.
Entonces decidió desobedecer el consejo de su padre que siempre le pedía que en caso de que se separasen no se moviese del último lugar en el que habían estado juntos y corrió a ponerse a salvo bajo unos soportales cercanos.
La primera bomba estalló a los pocos segundos de haber conseguido refugiarse y horrorizado vio cuerpos desmembrados junto a la farola que acababa de abandonar.
Durante un par de minutos se sucedieron las explosiones y los gritos y el aire se llenó de humo.
Cuando por fin aquellos mensajeros de la muerte pusieron proa hacia otra parte y decidieron marcharse de allí las calles rebosaban de cadáveres y heridos.
Vio aproximarse a su padre corriendo y con el rostro descompuesto por el pánico y al conseguir llegar hasta él lo abrazó con todas sus fuerzas, consciente de que había estado muy cerca de morir y reencontrarse con su madre en el paraíso donde seguro que los esperaba desde hacía unas pocas semanas, cuando una bala perdida atravesó su corazón.
Al llegar a casa su padre le pidió que hiciese la maleta y cogiera tan solo lo más necesario ya que tenían por delante un viaje muy largo y peligroso.
Durante dos días que parecieron meses padre e hijo recorrieron tres millares de kilómetros hasta cruzar la frontera española y llegar a una ciudad llamada Valladolid, donde se alojarían con un pariente lejano que había abierto un restaurante de comida del este de Europa. En Valladolid le matricularon en un colegio público donde pudo hacer amigos y volver a jugar al fútbol.
Con el tiempo accedió a la universidad y se licenció en derecho especializándose en derecho internacional para intentar ayudar de la forma más efectiva a otros niños que como él sobrevivieron a los bombardeos.
Su padre trabajó como camarero en el restaurante durante un par de años y cada noche le besaba en la frente antes de arroparle. Al cabo de cinco años publicó su primer libro "Siempre hay esperanza" donde relataba su experiencia como refugiado político y como había podido darle a su hijo una vida, una educación y un futuro.





Lástima que esto sea solo literatura, pseudoliteratura o como prefiráis llamarlo. Me gustaría que todas las familias que han sufrido una desgracia de este calibre pudiesen rehacer su vidas al igual que yo estoy rehaciendo la mía tras mi guerra particular (metafóricamente hablando, claro) y encontrasen tanta esperanza como la que yo tengo ahora mismo.












martes, 2 de febrero de 2016

Relato cañí.



 Este relato lo presenté a uno de esos certámenes a los que me presento de vez en cuando a probar suerte.
Alguna vez ha sonado la flauta y me han sonreído los hados por lo que de vez en cuando vuelvo a probar fortuna.
Una vez que compruebo que no estoy entre los finalistas puedo publicar los relatos en mi blog ya que de otra forma no podría hacerlo sin contravenir las direztrices del certamen.
Espero que os guste, no es del estilo al que os tengo acostumbrados pero creo que es interesante.






Valgo para esto.



Al menos los españoles hemos aprendido bien las enseñanzas de nuestros antepasados en cuanto a la guerra de guerrillas.

Viriato, que era un caudillo con bastantes malas pulgas pero con una más que demostrada inteligencia de campaña, nos enseño como combatir un enemigo superior en número y en formación militar.

No voy a comparar al ejército napoleónico con las legiones romanas que ocuparon estas tierras hace cientos y cientos de años pero lo que sí puedo comparar es el valor de los españoles que actualmente forman las partidas guerrilleras con el de los hombres del famoso caudillo hispano.

En mi partida hay de todo, predominamos los andaluces pero también tenemos compañeros madrileños, castellano, extremeños e incluso hay un gallego muy simpático que se pasa el día cantando en su lengua natal y llevando el ritmo sobre la cantimplora de cuero que apoya en su pecho como si estuviera tocando uno de esos “pandeiros” que tocan ellos en sus fiestas populares y romerías.

Él dice que se llama Xoan pero aquí todos le llamamos “Juanito el gallego”.

Lo cierto es que le debo la vida y si no fuera por su habilidad con la faca, un endemoniado “dragón” francés me habría atravesado la tripa de lado a lado con su bayoneta.

Aquella noche emboscamos a los gabachos a la salida de Linares, cuando se dirigían a reforzar a las tropas destacadas en Jaén y caímos sobre ellos en cuanto entraron en el olivar donde les esperábamos ocultos entre los benditos olivos.

A una señal de nuestro jefe, abrimos fuego gritando como demonios, blasfemando y jurando en arameo, en el más castizo madrileño e incluso un compañero granadino se iba cagando en los muertos de Napoleón mientras le cortaba el cuello con su albaceteña de siete muelles a los gabachos que habían caído heridos y que le pedían en su maldito idioma que tuviera piedad o algo por el estilo.

Piedad…si claro, la misma que tuvieron ellos al entrar a degüello y pasar a cuchillo a todos los que encontraron en la iglesia, mujeres y niños incluidos.

Aquello fue lo que me llevó a echarme al monte y juntarme con esta partida de guerrilleros.

Mi mujer y mis padres se encontraban en la iglesia del pueblo el día que llegaron los gabachos con sus hermosos uniformes azules sus altos morriones y sus largas bayonetas caladas.

Dicen que venían descompuestos de rabia y de ira pues uno de los pocos regimientos regulares españoles que aún conservaba su artillería les había dado para el pelo días antes y necesitaban vengarse de aquella afrenta a su honor.

Honor, esa palabra les viene grande a los franceses.

Honor el de mi paisano “Miguelillo” que con su escaso metro y medio se enfrento a culatazos con dos coraceros y al derribarles de sus monturas aún les permitió que se pusieran en pie para intentar defenderse antes de reventarles el cráneo con la culata de su trabuco.

Cuando terminó aquello “Miguelillo” tuvo que quitarse trozos de sexos franceses de la chaquetilla y hasta de la coleta.

 En cuanto a bravura he de decir que los polacos que han venido acompañando a los franceses son quizás los soldados más valientes del mundo, después de los españoles claro.

Aquí están matándose soldados franceses, polacos, ingleses, portugueses y españoles.

De todos ellos los polacos destacan por una valentía que raya incluso en la locura pues he visto cargar a media docena de lanceros polacos contra todo un batallón inglés que se dirigía al asedio de Badajoz.

Por supuesto no fue una acción premeditada, los polacos son valientes pero no idiotas. Sencillamente se dieron de morros con ellos y lejos de arredrarse picaron espuelas y se lanzaron contra los ingleses pensando que podrían abrirse camino entre ellos ya que no tenían posibilidad de retirada pues un regimiento portugués les cerraba la salida por la retaguardia.

La guerra saca lo mejor de cada hombre pero también lo peor.

Uno de mis compañeros de partida es un educado señorito castellano, al que todo esto le sorprendió de vacaciones en el cortijo de unos amigos de la familia y al tratar de regresar a su tierra no le quedó más remedio que unirse a nosotros cuando un destacamento francés iba a lincharle por considerarlo un espía, ya que solo a él se le ocurrió hablarles en su idioma y de manera afectada.

Le rescatamos con la soga al cuello, literalmente.

Acabamos con los gabachos que no se esperaban que una partida de guerrilleros les aguara la fiesta y no habían puesto vigilancia ninguna, cosa que nos vino fenomenal para pillarles por la espalda y terminar con ellos sin sufrir una sola baja.

Don Nicolás, el señorito que iba a ser colgado, no ha olvidado nunca lo cerca que estuvo de la muerte y en cuanto tiene oportunidad gusta de cortar las orejas y la nariz de los prisioneros heridos.

Creo que disfruta haciéndolo y la verdad es que me da un poco de miedo. Mientras les rebana la nariz suele reírse a voz en grito y sus carcajadas se escuchan a cientos de metros.

A mí que el muchacho ha enloquecido al pensar que no volvería a su finca donde seguramente se acueste con las criadas de sus padres y se entretenga amargándoles la vida a los campesinos que recogen el trigo de la familia allá en Tierra de campos.

Es curioso que el guerrillero que le salvó de aquella muerte segura fuese precisamente Miguelito “El limonero”, un malagueño de Alhaurin el grande al que llamábamos “el limonero” porque se dedicaba a su cultivo allá en sus tierras junto al Guadalhorce en la sierra de Mijas.

El limonero con el paso del tiempo y ya conociendo la clase de persona a la que habíamos salvado de una muerte segura, siempre le afeó esa costumbre de mutilar a cuanto gabacho podía y no se llevaban nada bien pero aquella tarde cuando el malagueño vio que iban a colgar a un compatriota algo se le debió revolver en las entrañas y se lanzó como un salvaje a su rescate.

Nicolás no podía creer que aquel hombre al que conocía de nada fuera capaz de jugarse el tipo por salvarle y creo que aquello fue lo que le animo a quedarse con nosotros y unirse a la partida guerrillera.

Los españoles somos así, si encontramos un motivo para unirnos contra alguien no nos lo pensamos ni por un segundo, igual que si vemos a un compatriota en apuros echamos el resto para ayudarle.



 Parece que las cosas empiezan a cambiar.

Nos ha contado un  oficial de caballería de Salamanca, con el que solemos encontrarnos de vez en cuando para recibir información y órdenes del ejército español, que en Cádiz se ha proclamado una constitución, “La Pepa”, menuda guasa tienen los gaditanos, no podían haberla puesto otro nombrecito.

Nos ha contado un poco por encima de qué va esto de la constitución y al margen de resultarnos algo utópica, a todos nos ha dado un alegrón ver que los políticos empiezan a apostar por buscar puntos de unión entre todas las culturas que comparten territorio y que ya se han hermanado para echar a los franceses del país.

Vamos a ver si conseguimos organizarnos también para darle el golpe de gracia al ejército de Napoleón.

Yo ya llevo más de un año desjarretando gabachos y polacos y aunque ya no me espera nadie en casa, me gustaría regresar al pueblo con los que han sobrevivido a esta locura y volver a mi taller de carpintería. Creo que con todo lo que han robado y quemado estos malnacidos voy a tener muchos encargos, por no hablar de la cantidad de ataúdes que tendré que hacer.

 De todas formas creo que aún me queda mucha faena aquí. Aún hay demasiados extranjeros por estas tierras y me parece que no se van a ir por las buenas así que habrá que gastar a aún mucha pólvora y muchas balas para indicarles el camino de regreso a su hogares.

Mañana tenemos que atacar a una columna francesa que está moviéndose hacia Cádiz. Parece que les ha escocido lo de La Pepa y pretenden dar un escarmiento con los gaditanos para que toda España se entre que aquí no hay constitución que valga, solo los designios de su enano general en jefe.

Se están reuniendo diversas partidas de guerrilleros que nos desplegaremos a lo largo de su trayecto hasta Cádiz para darles un poco de su propia medicina y si quieren escarmientos que no se preocupen, que van a tener uno bien gordo.

La Virgen de la Macarena me ha protegido hasta ahora y seguro que mañana me acompañará durante la emboscada.

Los gabachos también son cristianos por lo que ningún bando puede apropiarse de la ayuda divina pero creo que en cuanto a justicia y derecho moral, nosotros somos los ofendidos y los ocupados a traición y Cristo dijo hermanos, no primos.

Por si acaso llevo mi medallita de la Virgen junto al corazón y cada noche cuando me tumbo a dormir las horas que me corresponden después de mi turno de guardia, echo un trago de la bota y aprovecho para rezarle a la Virgen.

Me han contado que en otra partida que se mueve por este territorio hay un par de seminaristas que consiguieron escapar con vida del seminario y ahora se han convertido en dos fieras que mucho latinajo y mucho persignarse doscientas veces antes de entrar en combate pero luego son auténticos bárbaros sanguinarios que no hacen prisioneros.

Con la iglesia hemos topado.

Toca volver al campamento y descansar unas horas. Mañana será un día duro y seguramente caerán algunos compañeros e incluso puede que yo mismo.

Ahora sé que valgo para esto y nunca pensé que se me diera bien algo que no fuera la carpintería pero ya he demostrado que soy disciplinado, leal, arrojado y certero.

Espero que no tenga que seguir mucho más tiempo matando franceses, que la maldita guerra termine lo antes posible y que nos dejen tranquilos con nuestras creencias, nuestra nueva constitución y nuestros fandangos. Si no que se atengan a las consecuencias.

De regreso a nuestro escondite pude charlar un rato con “el limonero” quien me dijo que creía haber reconocido a uno de los oficiales que mandaban las tropas invasoras el día que llegaron a su pueblo.

Hoy mientras le clavaba la faca en el costado, Miguelito aprovechó para preguntarle si le había gustado la limonada de su pueblo.

En Andalucía hay una guasa muy particular y por las buenas la gente es encantadora pero por las malas no conozco mayores cabronazos

Napoleón, igual es mi faca la que te llevas de recuerdo a tu país, clavada en la espalda.

Un trago de la bota y a descansar, que mañana será otro día.

¡¡¡Viva España, copón!!!
















domingo, 31 de enero de 2016

Carne de probador.

Pasé toda la mañana de una tienda a otra .Lo que prometía ser una jornada de compras de lo más anodina terminó convirtiéndose en algo excepcional.
Era ya esa hora en la que muchas personas abandonan las compras para tomar un vermut en los bares que ha nacido como setas junto al Corte Inglés y yo me decidí por unos tejanos pitillo azul marino y tras pedir mi talla a la dependienta de la sección de moda vaquera, me dispuse a probármelos y entré con ellos en los probadores más cercanos.Eran mi talla, al parecer los excesos navideños no habían causado demasiados estragos en mis medidas por lo que me entró un momentáneo subidón de autoestima.
Estaba quitándomelos cuando alguien llamó a la puerta y contesté con un escueto y rotundo "ocupado". Para mi sorpresa volvieron a insistir por lo que entreabrí la puerta lo justo para asomar el rostro y decirle al pesado o pesada de turno que debería esperar a que terminase de cambiarme y abandonase el probador para utilizarlo. Al abrir aquella puerta y asomarme en busca del impaciente usuario me encontré con la sonrisa de la dependienta que me había atendido.
Era una atractiva pelirroja que tras colocarme el índice de su mano derecha en los labios sugiriéndome  silencio, me empujo hacia dentro del probador con su mano izquierda y entrando de forma sigilosa y sorprendentemente felina tras de mi, cerró echando el pestillo.
Era tan solo unos tres o cuatro centímetros más bajita que yo por lo que no le costó lo más mínimo recorrer la distancia hasta mi boca y en cuestión de segundos sentí su lengua buscando la mía.
Mientras me besaba con ardor, terminó de desabrocharme los pantalones de los que yo mismo había comenzado a despojarme antes de abrir la puerta e introdujo sus manos en ellos acariciándome allí donde las caricias son más placenteras.
No podía creerlo. Había oído hablar de sexo en los probadores de los grandes almacenes y en alguna ocasión me había servido de ellos para besarme con compañeras de clase con las que había faltado a las horas de las materias más aburridas pero aquello se escapaba a mis sueños más húmedos.
No soy feo pero tampoco soy Brad Pit por lo que no terminaba de creerme aquello, aunque  cuando se arrodilló ante mi poderosa y rápida erección para regalarme una impresionante sesión de sexo oral, busqué inconscientemente la cámara oculta pensando que era objeto de alguna terrible broma de mis maquiavélicos amigos.
Nada de cámaras. Aquella sugerente dependienta de acento andaluz y sonrisa pícara se despojó de la falda y de la ropa interior, me sentó en el típico taburete que hay en todo probador que se precie y comenzó a cabalgarme enterrando mi cabeza entre sus pechos.
Doy fe de que aquello ha sido hasta la fecha lo más impresionante que he vivido nunca y es que , como dice la canción, la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Desde entonces me he convertido en un comprador compulsivo y me he dejado los ahorros en la sección donde trabaja esta señorita, acudiendo puntualmente  lunes, miércoles y viernes a las dos de la tarde al probador número cuatro.
Y yo caí, enamorado de la moda juvenil, de los chicos de las chicas de los maniquís, enamorado de ti.


miércoles, 27 de enero de 2016

El rey en el norte.


Soy de Invernalia y estoy acostumbrado a vestir de negro como el resto de los guardianes del muro y me viene fenomenal porque ya de paso, guardo un encubierto luto por todas las historias de amor que murieron y que tuve que sepultar en el fondo de mi alma.
Mientras hago mi ronda en el muro, me subo la capucha de la capa en previsión de que el viento helado del norte se adueñe de todo mi ser y vuelva a congelarme el corazón.
No quiero  tiritar y no lo haré si me puedo arropar con sus besos y entrar rápidamente en calor. Sé que conseguirá mantener mi sangre caliente con sus palabras precisas.
Cubriré el lecho de páginas repletas de pensamientos cálidos y confortables y me ocuparé de que nunca falte un leño en la chimenea para que pueda sentarse junto a ella y calentarse las manos, si  llegase a transmitirla el frío que en ocasiones me congela el espíritu, pero no será necesario.
Vive  bajo un sol radiante y besa en la distancia y con acento pero no escatima en besos ni en palabras incandescentes que colocar entre las sábanas para hacer las noches plácidas.
A veces mientras me encomiendo a los dioses antes de entrar en combate con los caminantes blancos, oigo el sonido de su cuerno a lo lejos y entonces desenvaino mi espada con la certeza de que no será mi cabeza la que terminará clavada en una pica al llegar el ocaso.
Ella me ha ayudado a vencer muchos temores, entre ellos el peor y más salvaje, que anidó en mi pecho y crió docenas de pequeños temores que me estaban empezando a devorar por dentro.
Soy un guerrero vestido de negro dispuesto a vender cara mi vida y ya no permitiré que nadie me inoculé su helado veneno.
Soy el rey en el norte y ella es mi reina allá donde quiera que esté, por muy lejos que sea. 
Conseguiré que los dragones nos despejen el camino hasta el trono de hierro y desde allí gobernaremos los siete reinos.
La historia la escribiremos nosotros y la escribiremos juntos. Nos gusta escribir.



domingo, 24 de enero de 2016

Terminando la partida

Anoche disfruté de una fiesta en casa de uno de mis mejores amigos, quien reunió allí a muchos de "aquellos chalados en sus viejos cacharros" miembros del club de Vespa al que pertenezco y en el que ahora ejerzo de flamante peatón y ejemplo vivo de que hay que ser lo más prudente posible.
De las horas que compartí con los "vesperdidos", tan agradables como siempre, quizás me quedo con el momento en el que uno de ellos, buen amigo y cabal persona, me regaló el disco de este joven cantautor vallisoletano.
Esta mañana lo he escuchado mientras me tomaba un café calentito y ha sido un placer haberlo descubierto, ya que tenía ganas de escuchar letras escritas desde la realidad cotidiana y no desde los topicazos que han impuesto los adolescentes americanos al mundo de la música.
Este "Bob Dylan" pucelano me ha hecho pensar muchas cosas sin tener que salir de mi provincia, aunque fuera de forma metafórica.
Cada uno comparte su mundo interior como mejor sabe, bien con una guitarra o bien en negro sobre blanco.
Agradezco inmensamente las continuas referencias literarias en sus canciones y lo inteligente y humano de sus letras que como rítmicos relatos, nos transportan a lugares comunes por los que todos hemos transitado en alguna ocasión.
Me enorgullece pertenecer a una ciudad que cuenta con buenos cantautores que van más allá de cuando llueve es que ella no me quiere" o " ayer se montó un buen cisco dentro de la disco".
Tengo la suerte de haber creado lazos de amistad con alguno de ellos, como Santi Iglesias, que durante mi hospitalización a raíz de aquel fatídico accidente de Vespa, tuvo el hermoso detalle de sacar una foto mía al escenario del teatro donde estaba dando un concierto y dedicarle una canción, como si yo mismo estuviera allí con él y pudiese hacerle los coros.
La literatura y la música siempre han sido compañeros de trinchera en la guerra contra la mediocridad y en ocasiones comparten pitillos y vino antes de lanzarse juntos a la carga.
Tengo la costumbre de encabezar muchas de las entradas de este blog con temas musicales que o bien me inspiran un texto o bien cuadran adecuádamente con el texto escrito.
Espero haberos descubierto algo interesante hoy.

viernes, 22 de enero de 2016

Nunca estaré solo ante el peligro.





No, ya no.
Siempre llevaré conmigo el recuerdo de tu cuerpo desnudo concediéndome el deseo por el que cualquiera estaría dispuesto a morir y ese recuerdo me acompañará hasta el mismísimo infierno.
Al caer el sol me enfrentaré a quien ha jurado realizar a mi costa otra muesca en la culata de su revolver y aunque él no pueda verte, caminarás a mi lado por las calles del pueblo y desenfundarás con la rapidez de un rayo a través de mi mano izquierda
Desde aquella noche en la que reuní el valor suficiente para robarte un beso, supe que tu destino y el mio estarían unidos hasta el final.
No tengo miedo a lo que pueda suceder al llegar el ocaso, si he de morir lo haré satisfecho pues habré amado hasta quedarme sin munición y no hay pistolero en el estado que tenga el valor de tratar de acertar con un beso certero en el mismo centro del lunar que luces junto al escote.
Si no soy tan rápido como creo ser y él desenfunda primero, por favor, cuida de mi caballo. Ha sido un fiel compañero durante estos últimos años.
Enterradme con el chaleco y el sombrero negros, con las botas de piel de serpiente y el cinto con el revolver y munición, nunca se sabe que puede aguardar en la otra vida.
Esto no es un adiós, es un luego nos vemos. Siempre volveré a ti, de una forma o de otra.
El whisky y el tabaco no me han permitido dejar un bonito cadáver pero al menos conservo mi cabellera, muchos guerreros apaches trataron de colgarla en sus tipis y he tenido que privarles de semejante capricho a balazos.
No es necesario que te diga que te quiero, prometimos no decírnoslo nunca y siempre trato de cumplir mis promesas.
Vive libre, volveremos a vernos.


martes, 19 de enero de 2016

Graduando la espoleta a cero

Así es como disparaban los artilleros cuando el asalto a sus posiciones era incontenible y el enemigo se cernía sobre ellos con la bayoneta calada.
Solo se debería amar así, con la espoleta graduada a cero y asumiendo que la explosión de tan brutal sentimiento te alcanzará con la misma fuerza que a la persona amada repartiendo metralla que impactará en ambos corazones en  forma de besos, caricias, noches de pasión y proyectos comunes.
Es cierto que  muchos amantes temen que semejante estallido derribe sus defensas pero hay que amar a pecho descubierto, sin miedo, sin casco ni chaleco antifragmentos.
Por desgracia lo que debería ser una explosión de comprensión y ternura a veces y por la escasez o el mal estado  de la munición, se convierte en todo lo contrario y la onda expansiva termina destruyendo lo hermoso que pudiera haber entre ambos.
A veces también el amor implosiona y no se le permite expandir su potencia de alcance fuera de uno mismo y ese egoísmo termina por destruir a quien siente así y la unidad de artificieros del alma tan solo puede certificar el desastre.
Algunas personas contravienen las disposiciones de la comunidad internacional de románticos empedernidos empobreciendo uranio con el que revestir sus declaraciones de amor, generando tras pronunciarlas a la luz de la luna, daños irreparables y radiaciones alfa y beta que provocan la muerte celular de las sonrisas o que terminan alterándolas genéticamente hasta convertirlas en lágrimas.
La industria "amamentística" ha avanzado mucho y hoy en día se ha especializado en los drones, esos aparatos no tripulados con los que se puede amar a distancia sin exponerse a ningún riesgo, pero eso no es amor, es tan solo un bellaco sucedáneo que aunque te mantiene a salvo en el refugio te impedirá alcanzar la gloria en el combate y ser condecorado por ello.
De todas formas y pese a que me tachen de cobarde, me declaro no beligerante.
Los cascos azules también somos necesarios para ayudar en los campos de batalla escribiendo finales felices o si eso no es posible, abriendo una botella con la que servir el trago portuno para brindar por lo que no pudo ser.

sábado, 16 de enero de 2016

El que pierde halla.

Eso es lo que afirma el refranero pero permitanme que lo dude. Nunca Jamás está lleno de niños perdidos y cada vez hay más, sin embargo nadie los reclama, no quieren encontrarlos.
Puede que yo sea uno de ellos. Puede que perdiese la ilusión, las ganas de crecer y la fe en la condición humana, que todas las pérdidas me llevaran a ignorar de paso la madurez, confundiendo mi natural desarrollo y anclándome a esta eterna juventud tan perseguida por algunos sin saber la terrible maldición que conlleva ese acné perpetuo.
Rumio la desesperación  antes de mezclarla con aguardiente mientras acaricio la empuñadura de la daga y me imagino hundiéndola en el pecho de un desafortunado pirata con la guardia baja.
Me he acostumbrado a volar solo, ya no necesito la compañía de ninguna de aquellas hadas que me destrozaron el corazón antes de abandonarme a mi suerte.
Puede que pase demasiado tiempo en la laguna de las sirenas pero me niego  a pagar su compañía con collares de cuentas o con espejitos, como acostumbraba a hacer durante aquellas noches en aquel poblado indio plagado de neones y luces rojas.
Nadar siempre me gustó mucho, aunque el agua esté fría. Nado sabiendo que me aguarda el fuego más ardiente junto a alguna de esas criaturas en la orilla.
¿Niños perdidos? lo siento pero lo único que se ha perdido aquí es la esperanza. Esperanza en un futuro digno, esperanza en el amor verdadero y en la felicidad que te quieren vender adulterándola con mil sustancias cancerígenas.
Mi nombre es Peter Pan pero mucho me temo que ya no me pertenece a mi solo, creo que desde hace unos años el mio es un nombre con el que firman demasiadas personas que han descubierto la gran mentira que se oculta tras sus vidas.
Volaré hasta la estrella más alta y desde allí me lanzaré en picado sobre la primera oportunidad para recuperar la inocencia y volver a creer en que todo es posible.
Solo necesito que alguien me convenza y me regale unos polvos de hada.


jueves, 14 de enero de 2016

Cachorros




No entiendo que está pasando con este mundo pero cada vez me gusta menos.

Llevo semanas tratando de llevar a mi familia a un lugar seguro donde establecernos lejos de los bombardeos y en este viaje he descubierto que para aquellos que llevan una vida normal, como la que yo mismo disfrutaba antes de la guerra, nos hemos convertido en un problema que prefieren ignorar mirando para otro lado.

Tengo dos hijas  pequeñas que mi mujer y yo llevamos en brazos o a hombros durante cientos de kilómetros y  han sido muy pocas las personas que nos han ofrecido ayuda.

Hoy he visto como el mismo europeo orondo y rubicundo que ayer se alejó al vernos llegar por si le pedíamos limosna, lloraba ante la visión de dos cachorritos que trataban de amamantar de su madre atropellada por un coche. Mi mujer se arrodilló y  los alimentó con el biberón que había preparado para la más pequeña y entonces pude ver como aquel hombre enrojecía de vergüenza  y se llevaba la mano a la cartera para limpiar su conciencia.

Solo pareció capaz  de afligirse ante la desgracia de unos cachorritos y al arrojar un billete de cinco euros a los pies de mi mujer, parecía estar alimentando así a nuestras cachorritas aunque evitando ensuciarse las manos.

Somos tan humanos como vosotros pero con peor fortuna y aviso, la vida da muchas vueltas, ojalá no os alcance la guerra.


Este relato lo presenté a un certamen internacional donde había que escribir sobre la temática de los refugiados.
Una vez que he comprobado que no se encuentra entre los finalistas ya lo puedo publicar.
Espero que os guste. 


sábado, 9 de enero de 2016

Con el billete en la boca

Y corriendo por el andén porque el tren ya está partiendo y no quiero perder ninguno más.
No llevo equipaje, tan solo una pequeña mochila a la espalda cargada de sueños e ilusiones y si es necesario, me despojaré de ella para poder correr más ligero.
Ya he perdido demasiados trenes y entre eso y que no termino de pillarle el punto al arroz y siempre se me pasa, va siendo hora de que afine con las medidas de agua, el tiempo de cocción y los horarios de Renfe.
Puede que el famoso expreso a Nunca Jamás se me termine escapando otra vez y en vista de que no hay manera de conseguir más polvo de hadas (después de haber despilfarrado todo el que me cedió Campanilla) no encontraré otra manera de llegar hasta allí.
A lo mejor es que no debo ir. Va siendo hora de instalarme de una vez por todas y para siempre en el mundo real y dejarme de sueños y fantasías.
Va siendo hora de aceptar lo complejo de la existencia, lo peligroso del día a día y lo cálido y maravilloso de cada mano que se tiende en mi ayuda.
Lo mejor será que me siente un rato en el andén y me relaje, que me abrace a esa mochila de sueños e ilusiones y que vuelva con ella a la estación de "Villa cordura".
Mis ilusiones pueden ilustrarse, encuadernarse  e imprimirse en ejemplares de bolsillo y mis sueños más hermosos tienen  rostro y cuerpo de mujer.
Creo que he soñado demasiado, con y en distintas mujeres. He creado multitud de personajes a raíz de mis sueños y luzco algunas marcas en el cuerpo, resultado de los besos, mordiscos,caricias y golpes que allí olvidaron sus propietarias.
Antes de regresar a "Villa cordura" me despojaré del cuchillo que guardo en la bota izquierda porque además de molestarme un montón para correr, pertenece a otro de los seres que me ha poseído desde su entidad de personaje de novela queriendo cobrar vida.
Los perros que tiran del trineo con el que soñaba con conquistar mi polo, ladran al otro lado del muro de la estación, impacientes porque sabían que al final, yo no habría de ir a ninguna parte y me esperan para llevarme hasta casa, a la seguridad de mi ordenador.
Agarrado al ordenador, puedo bucear dentro de las oscuras y gélidas aguas de mi cerebro sin quedarme sin oxígeno. Respiro a través del alimentador enchufado a la red.
Bucear y nadar, dos grandes placeres.
Cada mañana nado en mi piscina de ideas climatizadas porque además de disfrutar con ese ejercicio, me relaja sobremanera sumergir la cabeza con cada brazada y sentirme a salvo del mundo.
Los íncubos y los súcubos no saben nadar y sé que allí no podrán darme alcance por lo que aguardarán a que caiga la noche pero durante la noche cuento con la ayuda de un espíritu protector con cuerpo de gato que duerme junto a mí y se asegura de que nada malo pueda sucederme. 
Diseño historias, soy un arquitecto de vidas paralelas adosadas, pareadas o independientes y  las construyo con las primerísimas calidades de los finales felices y las soluciones a todos los problemas.
Lo que vienen siendo calidades de lujo que no encontramos en la vida real.
Financio cada promoción con el crédito constructor concedido por el banco de mi alma pero tiene un alto interés y las comisiones de amortización son excesivas.
Puede que abandone de  una vez por todas el diseño exclusivo de vidas "segunda residencia" y me centre en esmerarme en el diseño de mi vida habitual a efectos de notificacíon. En ella no podré reparar injusticias,decapitar al malvado, despertar a Blancanieves con un beso ni encontrar a mi media naranja pero al menos podré afirmar como Neruda  "confieso que he vivido".