jueves, 14 de enero de 2016

Cachorros




No entiendo que está pasando con este mundo pero cada vez me gusta menos.

Llevo semanas tratando de llevar a mi familia a un lugar seguro donde establecernos lejos de los bombardeos y en este viaje he descubierto que para aquellos que llevan una vida normal, como la que yo mismo disfrutaba antes de la guerra, nos hemos convertido en un problema que prefieren ignorar mirando para otro lado.

Tengo dos hijas  pequeñas que mi mujer y yo llevamos en brazos o a hombros durante cientos de kilómetros y  han sido muy pocas las personas que nos han ofrecido ayuda.

Hoy he visto como el mismo europeo orondo y rubicundo que ayer se alejó al vernos llegar por si le pedíamos limosna, lloraba ante la visión de dos cachorritos que trataban de amamantar de su madre atropellada por un coche. Mi mujer se arrodilló y  los alimentó con el biberón que había preparado para la más pequeña y entonces pude ver como aquel hombre enrojecía de vergüenza  y se llevaba la mano a la cartera para limpiar su conciencia.

Solo pareció capaz  de afligirse ante la desgracia de unos cachorritos y al arrojar un billete de cinco euros a los pies de mi mujer, parecía estar alimentando así a nuestras cachorritas aunque evitando ensuciarse las manos.

Somos tan humanos como vosotros pero con peor fortuna y aviso, la vida da muchas vueltas, ojalá no os alcance la guerra.


Este relato lo presenté a un certamen internacional donde había que escribir sobre la temática de los refugiados.
Una vez que he comprobado que no se encuentra entre los finalistas ya lo puedo publicar.
Espero que os guste. 


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