Desde pequeño me explicaron que los polos opuestos se atraen
irremediablemente pero por muchas vueltas que le doy, no encuentro esa
oposición más que en el que tú seas una
mujer y yo un hombre, por lo demás tenemos muchas cosas en común igual
demasiadas, empezando por aquel pasado que ya compartimos y que siempre vivirá
en mi cabeza y en mi corazón.
Para mí seas opuesto o no, eres el polo hacia el
que me siento irremediablemente atraído.
Sé que ahora mi misión en la vida es comparable a la de los
excepcionales e intrépidos Amundsen y Scott, quiero conquistar este polo aunque
muera en el intento.
No tengo miedo a perderme en la ventisca, tan solo a
congelarme con el frío desolador de tu rechazo.
Puede que no merezca alcanzar mi objetivo, puede que como
explorador de los rincones más recónditos de tu alma y como conquistador de tu
corazón sea también un fracaso.
Puede que los perros de mi trineo se desorienten al seguir
tu rastro y lo confundan con el de otros polos más cercanos o más fáciles de
alcanzar pero yo solo quiero llegar hasta ti.
Tengo la impresión de que la nieve aún no ha sepultado las
señales que dejaste en el pasado para que te encontrase si me perdía, aún no
pero el blanco manto de la vida comienza
a taparlas, volviéndolas irreconocibles
La nieve comienza a acumularse también sobre mí, pero tu
recuerdo no tarda en derretirla permitiéndome avanzar en la que creo que es la
dirección correcta.
Necesito distinguir la luz de ese impresionante faro que es
tu sonrisa y dejaré descansar a los animales, me calzaré las raquetas y correré
hacia tus brazos.
No temo sumergirme en el hielo de los acontecimientos, no
voy a ahogarme entre los millones de motivos en contra de que conquiste mi polo
ni a acobardarme por la distancia que nos separa.
Tardaré en llegar hasta ti pero me enfrentaré a la tempestad
con paso firme y decidido.
Solo habrá algo que de inmediato podrá hacerme desistir de
intentarlo, que el viento me traiga el eco de tu voz pidiéndome que no vaya, o descubrir que ya
puso su bandera en tu cima un aventurero
más afortunado.
Al preparar el equipo y calentar café cada mañana de
este viaje, rezo para que mi nombre sea recordado junto a los de aquellos que
consiguieron alcanzar sus aparentemente inalcanzables metas arriesgándolo todo
Solo te pido que apuestes por mi, a caballo ganador. Tú de eso entiendes. .
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