De las horas que compartí con los "vesperdidos", tan agradables como siempre, quizás me quedo con el momento en el que uno de ellos, buen amigo y cabal persona, me regaló el disco de este joven cantautor vallisoletano.
Esta mañana lo he escuchado mientras me tomaba un café calentito y ha sido un placer haberlo descubierto, ya que tenía ganas de escuchar letras escritas desde la realidad cotidiana y no desde los topicazos que han impuesto los adolescentes americanos al mundo de la música.
Este "Bob Dylan" pucelano me ha hecho pensar muchas cosas sin tener que salir de mi provincia, aunque fuera de forma metafórica.
Cada uno comparte su mundo interior como mejor sabe, bien con una guitarra o bien en negro sobre blanco.
Agradezco inmensamente las continuas referencias literarias en sus canciones y lo inteligente y humano de sus letras que como rítmicos relatos, nos transportan a lugares comunes por los que todos hemos transitado en alguna ocasión.
Me enorgullece pertenecer a una ciudad que cuenta con buenos cantautores que van más allá de cuando llueve es que ella no me quiere" o " ayer se montó un buen cisco dentro de la disco".
Tengo la suerte de haber creado lazos de amistad con alguno de ellos, como Santi Iglesias, que durante mi hospitalización a raíz de aquel fatídico accidente de Vespa, tuvo el hermoso detalle de sacar una foto mía al escenario del teatro donde estaba dando un concierto y dedicarle una canción, como si yo mismo estuviera allí con él y pudiese hacerle los coros.
La literatura y la música siempre han sido compañeros de trinchera en la guerra contra la mediocridad y en ocasiones comparten pitillos y vino antes de lanzarse juntos a la carga.
Tengo la costumbre de encabezar muchas de las entradas de este blog con temas musicales que o bien me inspiran un texto o bien cuadran adecuádamente con el texto escrito.
Espero haberos descubierto algo interesante hoy.