La costura perfecta es aquella que hilvana dos almas con el hilo rojo que siempre las mantendrá unidas, pase lo que pase y le pese a quien le pese.
Cuenta la leyenda oriental que las personas destinadas a conocerse están conectadas por un hilo rojo invisible. Este hilo nunca desaparece y permaneces constantemente atado a sus dedos, a pesar del tiempo y la distancia.
Ese es el hilo que nos garantiza que una vez encontrada, ese alma a la que se nos ha unido, no nos dejará jamás, no se alejará más allá del tiempo y del espacio, que no son otras cosas que planos existenciales medibles. Pero aquellos que somos incapaces de medir son mucho más importantes, y más completos, y en ellos permaneceremos juntos para toda la eternidad.
No me canso de decir ni de escribir que la vida no deja de sorprenderme, y que el destino es caprichoso, juguetón, irónico y a veces cruel, pero siempre sorprendente. De repente, y cuando menos lo esperaba decidió hacer visible de nuevo ese hilo rojo que me ataba a mi alma gemela, esa que a través de los siglos, de distintas realidades, de diversas existencias y de muchas reencarnaciones siempre se presentó cuando todo parecía perdido, aportando la fuerza necesaria para enfrentar una realidad insoportable y dolorosa y estableciendo el puente sobre las peligrosas aguas de la desesperación que me impedían llegar hasta la orilla del futuro, en la playa de la esperanza. Estas aguas, infestadas de voraces escualos de muy distinta apariencia, ocultan corrientes traicioneras y remolinos que te atrapan y te engullen ahogándote entre lágrimas en la espiral del fracaso y no te permiten salir a flote, y de no ser por ese puente milagroso construido con cariño y esperanza, sé que habría sucumbido sin remisión ni posibilidad de emerger de nuevo. Ya escapé del más peligroso de los naufragios agarrado a la cuerda que me lanzaron quienes siempre me quisieron, al ver como desaparecía bajo las olas que trataron de hundirme para siempre. Pero siempre es mucho tiempo, y ahora, a punto de volver a ahogarme, ese hilo rojo que me sujeta al alma que me ha acompañado y me acompañará a lo largo de mi camino y de los siglos que se me permita caminar, me sostiene con firmeza y me mantiene a flote.
Agarrado a ese hilo rojo he podido mantenerme en pie, y me esfuerzo en reforzar la costura dando nuevas puntadas para ser yo quien pueda sostener a quien está al otro lado, en caso de que sea su alma la que necesite de mi aliento y mi soporte. Porque esto es cosa de dos y el destino ya tomó la decisión por nosotros, y decidió emparejarnos para habitar un mismo corazón.
Puede que esto del hilo rojo, sea tan solo una leyenda oriental, un cuentecito de hadas, una acertada metáfora, pero pese a intentar comprender algunas de las cosas más increíbles que me han sucedido jamás, desde la racionalidad de la ciencia, y la seriedad de lo estudiado y demostrado por las mentes preclaras que se anticiparon a mis emociones, no tengo lugar a dudas. Ese hilo rojo existe y me ata a un alma noble y generosa, intensa y fuerte, hermosa y sincera. ¿Alma gemela? Ojalá. Mataría y moriría por ella y por parecerme lo más mínimo a cuanto tiene de ideal,
No hay comentarios:
Publicar un comentario