domingo, 21 de agosto de 2022

Probaré a hacerlo a la inversa


 Desde luego este poeta urbano y yo nos hemos peleado con los mismos monstruos y hemos enfrentado demonios muy parecidos. En muchos de sus temas me encuentro con frases que firmaría con los ojos cerrados, y en este  que encabeza el texto he podido subrayar con el fluorescente del alma demasiadas certezas y tan solo una discrepancia. 

Quizás ha llegado el momento de pensar más y sentir menos. Sé que eso va a ser jodidamente difícil, pero voy a dejar de escudarme en lo emocional, de refugiarme en el burladero del corazón y de ocultarme en la trinchera de los sentimientos extremos. Sé que nunca conseguiré adormecer el espíritu, y que de alguna manera no podré limitar mis emociones, pero sí puedo aprender a que no me dominen.

Ayer experimenté una sensación muy desagradable, cuando estando rodeado de buenos amigos, de gente que me quiere de verdad y que se preocupa por mi, en lugar de disfrutar de su cariño y del momento de felicidad gratuita que me regalaron con su bote común de sonrisas y de miradas balsámicas, me evadí para refugiarme en todo aquello que echaba de menos, en todo lo perdido y en todo lo sufrido. Y adulteré el momento con la droga de la autocompasión y con el jarabe tóxico de la tristeza, que no es más que un expectorante que te hace toser angustia  y malos pensamientos. Y me fui a la cama sintiéndome un hombre incompleto y un perdedor, Pero esta mañana he abierto los ojos viendo un nuevo sol, una luz que ilumina mi verdadero yo y que me invita a caminar sin miedo, sin angustias ni penas, sin traumas, frustraciones ni ecos de un pasado que no ha de volver.

Fui tan estúpido que le dije a una persona que me quiere y a la que quiero mucho, que yo no había pedido esta segunda oportunidad, que no sabía de quien había sido la idea de dejarme seguir aquí.

Pero se acabo. He comprendido que mi felicidad depende de mi, que tengo que dejar de buscarla en otra parte, que soy un puto privilegiado y seguramente el tipo más afortunado del universo conocido. Voy a hacer que esta nueva temporada merezca la pena. Y voy a poner los medios. Voy a pensar y a sentir lo mismo que antes, pero voy a intentar maridar ambos ingredientes, cerebro y corazón. Armonizados en su justa medida conseguiré darle el sabor perfecto a este guiso que es vivir. La receta perfecta no la he encontrado en ninguna parte, y juro que no he dejado de preguntar por ella y confundido creí que tenía nombre de mujer, pero soy un tipo creativo cuando me enfrento a los fogones y será un placer compartir esa felicidad con la persona adecuada, pero ya no esperaré encontrarla en una compañera de vida, si no en mi. Sabré hacerlo. Esta mañana he sentido que las revelaciones que te pueden cambiar la vida nacen de uno mismo y que hay que aprender a escucharse, a valorarse y a quererse. Y a dejar de echar la vista atrás para lamentarse de los errores y de las injusticias. Ambas cosas son pasado, y tengo por delante un futuro tan prometedor como yo quiera. Esta mañana he sentido que como canta El Chojin, "Un nuevo yo despierta". Y que "Avanzo" y que no dejaré de hacerlo a no ser que mi estúpida necesidad de hacerme daño vuelva a ponerme freno. Se acabó. No quiero hacerme daño. Quiero avanzar y sé que si me lo propongo llegaré tan lejos como se me antoje.

Hoy me he descubierto tan positivo como valiente en la búsqueda de ese santo Grial que se oculta en mi interior y que me permitirá beber el cáliz de vida plena que tanto necesito. Puedo escribirme en un relato el mapa que me conduzca hasta el cofre que lo encierra y dibujar con los versos de un soneto la llave que lo abra y me permita extraerlo. Soy capaz de todo lo que me proponga. Voy a dejar de esconderme de mi, y me voy a obligar a ser feliz porque a veces parece que serlo es lo que realmente me asusta. Se acabaron los miedos absurdos. No va a ser fácil, pero puedo con eso y con más. Y ya va siendo hora.

Vamos viendo.


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