jueves, 12 de mayo de 2022

¿La decisión acertada?


 Laertes acaricia con dulzura y temor la empuñadura de su arma mientras vuelve a plantearse si apoyar el cañón en su sien, apretar el gatillo y terminar con todo de una vez. La eficaz, fiable y resistente Pietro Beretta de 9mm, que lo ha acompañado en tantos y tantos trabajos durante los últimos siete años, hoy se le presenta como el billete de ida al planeta de los sueños donde por culpa de su extrema sensibilidad que hizo de él una persona diferente siempre quiso instalarse y, aunque en su credo particular rendirse nunca sería una opción, el rubio asesino de bigote bicolor no considera lo que se está planteando hacer como una rendición, sino como una última batalla en la que pase lo que pase saldrá victorioso.

En su último trabajo tuvo que tomar una decisión que jamás habría querido tomar y, poco después de ejecutar a su objetivo y cumplir así con lo acordado a cambio de una suculenta suma en una cuenta corriente en un paraíso fiscal, no le quedó otro remedio que exponerse a cara descubierta ante una cámara de seguridad que inevitablemente registró al detalle su identidad, y cuya grabación sin duda ya estará en manos de las fuerzas de la ley.

Todo ha terminado. Fue el profesional más capacitado y más reconocido, y todos y cada uno de sus trabajos fueron autenticas obras de arte en el mundo de la muerte por encargo, pero al no haber querido violar uno de sus valores más sagrados y eliminar a un bebé para poder abrirse camino, tomó la decisión de arriesgar su identidad y permitir que el mundo descubriera quien se esconde tras los distintos crímenes que a pesar de recibir ese nombre asociado al mal, han ayudado a sanear el mundo, y a limpiar de la peor escoria esta sociedad podrida que encumbra a las personas sin corazón y sin escrúpulos, disfrazándolos de triunfadores.

Aquel bebé, que dormía en el cochecito que su madre inconscientemente cruzó en su única vía de escape impidiendo su huida a menos que lo atropellase con su todo terreno de última generación, no sabía que la diosa fortuna lo acababa de bendecir, regalándole una oportunidad para crecer y equivocarse, para enamorarse y fracasar, para formarse y triunfar, para batirse y desarmar a cuanto adversario decidiera cruzarle el destino. Que con la rápida decisión del profesional asesino de ojos azules había adquirido un boleto para esta tómbola que es vivir.

Laertes sonrió al montar el arma e introducir al hacerlo una bala en la recámara. Su último disparo. Todo sería lo último. Lamentó no poder recibir un último beso de la boca que le secuestró el alma.

Encendió un último cigarrillo con su viejo mechero de gasolina y se sirvió un último whisky escocés con hielo. Todo estaba consumado. Jugueteó con el arma cambiándosela de mano, pues al ser ambidiestro dejaría al azar la mano con la que apretaría el gatillo. Se colocó  el cañón de la pistola en la sien, pensó en la única mujer a la que había querido más que a su vida, sonrió dejando escapar una lágrima que resbaló por la mejilla hasta detenerse en el lado más claro de su particular bigote y apretó el gatillo.

Y después solo vino la nada.

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