Nacho cierra los ojos y sonríe al pensar que hay cosas que no necesitan ser dichas, que se sienten, se intuyen, se disfrutan y se viven. Verbalizarlas es a veces una pérdida de tiempo. Se da la vuelta y la observa dormir, está preciosa, es preciosa. Suponía que despertar a su lado sería un impresionante regalo, pero jamás pensó que el destino iba a obsequiarlo con semejante presente. La vida no deja de sorprenderlo y eso es lo que hace que vivir sea a veces un poquito menos difícil, pese a todo.
Ahora es cuando comienza a creer en si mismo, cuando pese a sus reticencias iniciales decide abandonar el miedo a todo, recuperar la confianza que tuvo un día en si mismo, y aceptar que pase lo que pase y le pese a quien le pese, es suficiente y merece ser feliz. Sin poder evitarlo acaricia con ternura el rostro de la mujer que duerme junto a él y está a punto de despertarla. La siente rebullir y girarse para colocarse boca a bajo y continuar disfrutando del merecido descanso.
Una vez Nacho leyó que según un psicólogo el orgasmo equivalía en cuanto a efecto relajante y sedante al consumo de dos Valiums de un gramo. Unas horas antes de que Nacho abriera los ojos y disfrutara del momento de introspección que lo llevó a creer que realmente es suficiente, habían caído en el sueño tras disfrutar del amor en su forma más placentera y extenuante. Esos Valiums tan sabrosos como reponedores no tardaron en hacer su efecto y aún desnudos y abrazados se abandonaron a los caprichos del inconsciente y siguieron disfrutando del amor esta vez en su onírica representación. Cada cerebro construyó sus imágenes y cada organismo se acomodó en su temporal desconexión para recobrar fuerzas. Duermen juntos, sueñan por separado pero sus sueños se construyen con la misma argamasa. Ambos sueñan con el comienzo de un camino, con el deseo de cruzar la meta cogidos de la mano, con el cosquilleo de esas mariposas que revolotean en el interior de su pecho y que les acarician el alma. Nacho despertó sobresaltado al creer que todo, incluso la noche junto a ella formaba parte de una realidad ficticia construida por su corazón remendado y su mente dañada, pero cuando sintió junto a él el cuerpo desnudo de la mujer que amaba y pudo escuchar su respiración y ver su rostro abandonado al sueño, recobró la calma y decidió concederse el tiempo necesario para comenzar a creer en él y en una merecida felicidad que debería aceptar sin recelos y trabajar sin descanso para poder compartirla con ella sin fisuras y sin temor.
Ella despertó y abrió los ojos iluminando el dormitorio. Con ella amaneció la vida y el mundo se llenó de sol. Sonrió embelleciendo la mañana y al ver a Nacho observándola embobado, se giró, le acarició el rostro con delicadeza y lo atrajo hasta sus labios. Entonces se entregaron de nuevo al momento más sublime "vaciando entre besos y caricias una caja de Valiums".
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