viernes, 14 de mayo de 2021

Dejármelas largas


 Hace ya unos cuantos años que llevé a escena en un par de ocasiones el espectáculo que diseñé y protagonicé junto al pianista internacional Oscar Lobete, en el que él revisaba las partituras y yo las letras de aquellas canciones que nos torturaban a lo largo de muchas noches sin dormir.

Yo, que he creído morir de amor millones de veces, tenía tendencia a querer cortarme las venas cada vez que se terminaba una historia de amor. Y ahora he aprendido a dejármelas largas, porque con el tiempo he descubierto que la vida, o el destino, o Supergato o quien sea el que dirija este show, te cruza a veces con la persona adecuada que te apoya, te ayuda, te inspira y te regala su tiempo, su cariño y su ternura, y como Mary Poppings, un día coge su paraguas y su bolsa de viaje y tiene que irse a ayudar a otras personas. Pero si has sabido estar a la altura de todo lo que te ha aportado, y has correspondido con la misma actitud y con los mismos sentimientos, siempre seguiréis juntos aunque ya no compartáis cama ni divertidos y placenteros roces. He aprendido que de una verdadera historia de amor se puede alcanzar una gran amistad y que de una gran amistad se puede llegar a disfrutar de una verdadera historia de amor. A veces compartes rellano con la persona adecuada y un día decidís subir juntos un escalón, para con el tiempo volver a bajarlo de la mano y compartir de nuevo conversación, cariño, apoyo y abrazos en el rellano.

Hace ya unos meses que una gran mujer y yo bajamos el escalón, y a fecha de hoy más allá de querer cortarme las venas o llorar por las esquinas, me siento feliz y con muchas ganas de vivir, porque la vida sigue y sé que aún nos unen muchas cosas, precisamente aquellas que no se desvirtúan con la falsa idea de posesión (pues nadie pertenece a nadie), con las peligrosas rutinas o con las incompatibilidades de proyectos de futuro.

Aquí os dejo el texto que escribí para acompañar a la revisada partitura de Oscar durante ese espectáculo. Cómo podréis ver, aun tenía mucho que aprender.

Frente a frente


Queda, que poco queda de nuestro amor.
Como hemos consentido esto, apenas queda nada.
Solo el silencio en la noche fría y larga en la noche que no acaba, en la noche que me destroza el alma y me viste de fría oscuridad y me cala los huesos con lágrimas dulces y espesas.
Frente a frente bajamos la mirada, pues ya no queda nada de que hablar, pero te juro que hay tanto que quisiera decirte…y no me atrevo.
Queda Algo más que las ganas de llorar al ver que nuestro amor se aleja, pero ten un gesto amable, uno de esos tan tuyos, de los de antes, de los que me hacían la vida soportable.
A cambio prometo ayudarte a buscar lo que quede, que siempre que se ha amado como nos hemos amado nosotros, queda algo, te lo aseguro.
Quedará algo de ternura, la justa para la locura de un beso, aunque sea a la fuerza, por Dios…haz el esfuerzo.
No vuelvas a decir que solo quedan las ganas de llorar, no quiero oírlo, no quiero oír como te rindes a la pena.
Te quiero, y me quieres, lo sé.
No te vayas.

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