sábado, 17 de noviembre de 2018

¿Fantasma?

Bésame. Deja que ese petimetre termine ahogado en su propia bilis. Cóndenalo al recuerdo y trata de superar tu repulsa hacia la deformidad de mi rostro, de mi torturada conciencia y de mi pasado que nunca ha de volver.
No tengo la culpa de ser quien soy, no quiero ser quien soy, me gustaría no serlo y por eso mismo cada mañana antes de ponerme la máscara me aseguro que llegará el día en el que deje de hacerme falta y poder mostrar al mundo una facciones en las que ya no se aprecien las cicatrices que me han dejado el dolor y el miedo; unas facciones en las que simplemente se aprecie la sensibilidad de un alma que ha sufrido hasta lo indecible y que ha conseguido reponerse a fuerza de amar de nuevo. Pero júrame que no te inspiro lástima. Prefiero dar asco que dar pena y por ello sigo arrastrándome por los laberintos subterráneos y me escondo en las sombras para llegar hasta el palco donde cada noche te escucho cantar y descubro en tu cuerpo perfecto y menudo y en la belleza de tu sonrisa y de tu voz, que eres la mujer que siempre he estado buscando. Sé que podremos encontrar las perfectas armonías para que la canción de nuestras vidas al unirse, sea la pieza más hermosa que jamás se ha escrito.
Yo romperé de una vez con mi pasado, tu rompe con el tuyo. El futuro nos espera. El destino ha escrito la partitura ideal para que juntos interpretemos cada nota, cada compás, cada melodía.
Te construiré un palacio de letras y sabré rimar cada uno de tus amaneceres con todos los placeres que quiero que disfrutes para que jamás desesperes. El verso es tuyo, te lo regalo. Mi corazón es tuyo, también te lo regalo porque este dolorido y maltrecho músculo que otrora movía mi sangre ahora bombea cada gota de tinta con la que escribo para ti.
Canta para mi, canta conmigo, no dejes nunca de cantar. Solo deberías dejar de hacerlo cuando nuestras bocas se encuentren para regalarse tantos besos como  hemos malgastado a lo largo de nuestras vidas.
Si, soy un fantasma, el fantasma de la ópera, pero soy un fantasma porque he vivido entre demonios que me encadenaron a la bola que arrastro y que pesa toneladas de malos recuerdos, de noches sin dormir y de lágrimas en silencio. Me cubre una sábana de golpes y de equívocos, de malas decisiones, de errores sin solución. La máscara que oculta mi rostro está hecha con tejido de arrepentimiento y de nostalgia, de ilusiones troncadas y con restos de la sombra del niño que un día fui y que a veces regresa a mi para exigirme crecer.
No me temas, bésame. Devuélveme con tus besos la esperanza perdida y la fe en la humanidad. 
Cuando te decidas a hacerlo, dejaré de ser el fantasma que todos rechazan y que muchos temen.

No hay comentarios: