miércoles, 30 de mayo de 2018

El tiempo mata despacio

Cierto.
Hay muertes mucho más rápidas y menos dolorosas, pero tampoco las quiero. Que me mate el tiempo aunque sea lentamente, que la arena de mi clepsidra se consuma por completo y que pueda emplear unos cuantos granos en triunfar como me gustaría.
Yo también he pensado en dejarlo. También he pensado en buscar un trabajo normal que me haga normal, pero es que no soy normal y por mucho que me disfrace jamás podré mimetizarme con un entorno que me resulta demasiado diferente al que ha diseñado mi cabeza.
Mi cabeza. Sigue creando paraísos, felices y sinceras historias de amor, besos en las comisuras de los labios, guerras que se pueden ganar, emociones controladas y monstruos, muchos monstruos a los que llego a temer cuando descubro que se han personificado y me acechan por las calles. Pero no puedo dejar de crear, de escribir esperanzas. Escribo para convertir los sueños que no logro alcanzar en textos que nacen del interior de  mi cerebro. 
Una vez más, mi puta cabeza.
Yo no lo pedí, no hice ningún pacto con dioses ni diablos. Yo quería ser un tipo normal, pero se me concedió este don que a veces es más dañino que la picadura de una viuda negra y siento el veneno que irradia mi mente extendiéndose por las venas, para llegar a todos los rincones de mi cuerpo.
No sé porqué me empeño en encajar, si yo nací para destacar. Y no quiero que suene como algo prepotente,también se puede destacar por no llegar a alcanzar lo que se anhela y tropiezas una y otra vez al tratar de obtener ese premio al que todos aspiramos y que llamamos felicidad.
Pero no voy a dejarlo. Solo sé escribir, solo quiero escribir, solo trato de ser bueno en algo y me esfuerzo cada día en ello. Me desvivo por mejorar y por conseguir un estilo propio.Me dejo la piel en cada metáfora que brota agreste entre mis redes neuronales y va tomando sentido según cae por mis lacrimales. Me dejo la piel en pulir cada argumento para hacer de ellos historias que se conserven en la memoria de quienes las lean y que un día al recordarlas, evoquen el nombre de aquel que quiso compartir con ellos una porción de su locura, de su terror a ser olvidado.
No comparto la mayoría de las aspiraciones de mis semejantes. Solo las más comunes: quiero ver felices a los mios, quiero que me ame la mujer a la que amo y quiero ganarme el pan con el sudor de mi frente. Y todo lo demás, lo bueno y lo malo, ya llegará porque todo termina llegando, incluso lo bueno.
Me gustaría arrancarme la piel del pecho y las costillas, para ver que es lo que escondo junto al corazón porque no termino de creer que no haya otra cosa que músculos, venas, órganos y sangre.
Me gustaría comprar un billete de ida y vuelta al interior de mi psique, para darme una vuelta por todos esos traumas recurrentes y todos esos recuerdos agradables que se niegan a volver.
Me gustaría tumbarme a llorar en la arena junto a un mar limpio y libre de naufragios, tesoros ocultos y submarinos nucleares.
Quiero construirme mi propio planeta y que tu estés en él, que ellos, todos los que quiero, sean los únicos habitantes. Y los que no merecen la pena,los inmisericordes y los ingratos, que no puedan respirar nuestro oxígeno. Y mueran, o simplemente pillen un vuelo charter al mundo donde no quisiera tener que regresar Se lo cedo a ellos. Se lo regalo. 
Pero creo que el tiempo me matará despacio antes de haberlo conseguido.
Si es así, te aseguro que ha sido un verdadero placer el poder llamarte amigo. Conocerte a ti y conocerlas a ellas, ha compesando todo el dolor.

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