El agente de la brigada Zaguate de la inteligencia costarricense Zeus Moreno, más conocido como Clifford, ha decidido entregar su placa y su arma y renunciar a la vida de agente secreto que le ha mantenido ocupado al servicio de su país desde que vino al mundo en un centro de rescate para animales. Su madre fue una labradora a la que su pareja abandonó poco antes de dar a luz y tuvo que ser acogida pro los voluntarios del Centro Asís. Uno de estos voluntarios, en realidad era un agente doble de la inteligencia nacional que detectó en aquel cachorro mezcla de labrador y Chow Chow una cualidad innata para el espionaje. Además de ladrar varios idiomas, Cliffrod desarrolló una inteligencia muy superior a la media y a ello se le sumó su peluda indumentaria natural, de un color oscuro de lo más discreto para el oficio.
Desde que fue reclutado hace ahora cuatro años, el agente Clifford ha desempeñado con éxito las más arriesgadas misiones jugándose la vida por Costa Rica. En una de esas misiones consiguió desactivar en el último segundo un potente artefacto explosivo oculto entre las antenas parabólicas del tejado del ministerio de justicia y, aquello le supuso desarrollar un pánico feroz a las alturas y a las explosiones que poco a poco han ido minando su seguridad a la hora de afrontar el trabajo diario. Ya no puede volar y siempre dispara con silenciador al no soportar el estruendo de las detonaciones.
Lo que lo ayudó a tomar la definitiva decisión del abandono de la brigada Zaguate, fue conocer a una atractiva inmigrante española que seducida por las excelencias de su tierra y la oportunidad de un trabajo mejor, llegó hasta Heredia y se instaló en una vivienda cercana a la suya.
El condecorado agente secreto confundió el sentimiento que aquella española le despertó al cruzar sus miradas, con otra de las secuelas psicológicas producidas por el dichoso extrés post traumático resultante de la operación "Antena de la muerte" y, aunque pasó unos días evitando verla para no sufrir uno de esos intensos mareos como el que sintió al clavar sus pupilas en las de Eva, la española; terminó fingiendo un encontronazo para volver a olerla y a sentir sus caricias.
La española también debió sentir lo mismo que él, porque a la semana del primer encuentro lo invito a cenar y claro, una cosa llevó a la otra y mientras se acariciaban y se besaban, decidieron pasar del comedor al dormitorio y desde entonces Clifford supo que no se separaría de ella.
Costa rica ha perdido al que sin duda fue su mejor agente secreto, pero Clifford ha ganado algo que jamás pensó que encontraría, una humana con la que compartir su futuro y de la que sentirse eternamente enamorado.
Tras entregar sus credenciales y su arma, viajar con ella hasta la playa más cercana y ladrar a las olas, Zeus Moreno, supo lo que era la felicidad.
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