viernes, 28 de diciembre de 2012

Para que tratar de entender

si aquello fue una mentira constante, o si por el contrario ardió en algún momento esa llama capaz de abrasarlo todo.
Si al cruzar las miradas tus ojos impostaban algo oscuro o ese brillo intenso refulgía por mi.
Si elegías con cuidado cada palabra o si permitías que todo fluyese.
De que sirve ya recordar los días hermosos y las noches llenas de nosotros y nadie más.
Qué parte de mi te llevaste en la maleta el día que llovió tanto.
Y porqué regresas una y otra vez desde donde quiera que estés para atormentar mis recuerdos.
¿Por qué no te has desvanecido en el aire y ya está?
¿Por qué eres agitación e imágenes borrosas? y despertar en medio de la nada, aferrado a tu falta de pudor.
Sigo buscando en el libro de exorcismos, el adecuado para devolverte al lugar donde nunca debí acercarme y sigo repitiendo la letanía de palabras sin sentido que deberían llenarlo todo de cenizas.
Clavo una y otra vez mi daga en tu vientre y golpeo el suelo con las botas adecuadas.
Para que dejes de torturarme, porque no necesito que en las noches más oscuras me estrangules el alma.
Para que  mi corazón vuelva a ser el que era.
Y llenarlo de quien yo quiera llenarlo.
Estoy preparado y soy fuerte otra vez, y con el día llegan las ganas de escribir sobre otros ojos y otras sonrisas, y otros besos y otra piel empapada en sudor y fluidos.
Así que bórrate de mis noches, rompe el talonario de visitas inesperadas y déjame seguir con mi vida, porque ahora comienzo a ser feliz de nuevo.
No te necesito en mis sueños, no te quiero ya en nada de mi.
Ve en paz.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Aquí seguimos.

Pues menudo papelón.
En teoría hoy se terminaba el mundo, pero como cada mañana el gato me ha mordido el dedo gordo del pie izquierdo a las 7,.55 horas, 6.55 en Canarias.
Me he vuelto a levantar carraspeando y tosiendo los 25 pitillos del día anterior y el café ha vuelto a saberme demasiado fuerte y demasiado solitario.
He seguido mi rutina de ejercicios, como Jane Fonda, y después de una ducha reponedora y necesaria, me he sentado al ordenador.
Ayer pasé la tarde con mi chica y unos amigos, pero de forma disimulada y sin hacer mención alguna al tema  Maya, llamé a mis padres y a mis hermanos, a ver que tal todo y a enviar besos.
Nunca se sabe.
Yo puse mis cosas en orden, pero sin alardes y sin que se me notara que aunque soy un tipo racional, una pequeñísima fracción de mi inteligencia humana concedía al funesto vaticinio del fin del mundo cierta credibilidad.
Mucho peor lo tienen que estar pasando hoy los que estaban convencidos de ello.
El fulano místico que creyendo por completo en que ayer era el último día de la humanidad, se ha plantado frente a su jefe, su suegra, su cuñado o su vecina del tercero, se ha bajado pantalones y calzoncillos y se ha marcado un hermosísimo "calvo" de despedida.
O el tímido oficinista que durante años ha amado en secreto a la compañera rubia de ojos verdes y caderas demoníacas, que al ver como el reloj del curro marcaba las 20horas, dando por concluida la última jornada laboral, se ha levantado, ha masticado un "Smint" de menta, ha agarrado a su compañera por la cintura y la ha besado a lo Adrian Broddy, introduciendola en la garganta cuarto y mitad de solomillo de lengua.
Más chungo lo lleva el chavalito enclenque y melenudo del barrio, que harto de que el jefe de los skinheads de la zona le diera paliza tras paliza, a las 23.59 se ha quedado a gusto, espetándole en la cara y delante de toda la banda, la lista completa de orificios por donde podían introducirse meteoritos y bolas de fuego en el cuerpo de su madre, más en concreto, de "su puta madre".
O un señor de Talavera de la Reina, numerario del opus, abogado de intachable reputación y amantísimo padre de doce hijos, que ayer noche se embutió en un salto de cama de su mujer y se calzó unos tacones de aguja que quitaban el sentido y de esa guisa y con un bolso monísimo a juego con la boa de plumas, se presento en la cafetería de debajo de casa, a tomarse media docena de wiskys "on the rocks" y a guiñarle el ojo a los parroquianos.
La que han liado los jodios Mayas.
De todas formas, tengo que deciros que me alegro que sigamos todos aquí, que es verdad que vivimos unos tiempos de mierda, que nos estamos cargando el planeta, los valores y la dignidad de la raza humana, pero, que coño, más allá de la prima de riesgo y los chanchullos de los corruptos, me encanta salir a la calle y disfrutar de este aire contaminado, la cerveza aguada y vuestras sonrisas.
Hoy tengo que deciros que es una gozada estar vivo.



martes, 18 de diciembre de 2012

Cantando por diversos palos.



De brandys, ojos verdes y copitas de jerez

Sentado en la mesa más apartada, en el rincón más oscuro de la taberna más ajada de la ciudad, no pudo evitar recordar sus ojos al apurar la copa.
Es consciente de que esta es la única manera de rescatarla del olvido, de compartir con su recuerdo un último beso, un brandy, media docena de palabras de amor y otra copa de Jerez.
Y es que el tiempo pasa tan deprisa como el resto de las cosas buenas de la vida, cercenando las ilusiones con su guadaña mellada de días perdidos, de noches que malgastó con otras mujeres, de tardes de oro y grana.
Cincuenta años atrás, ella se casó con otro, destrozándole  el corazón.
Desde aquél día decidió arrimarse más que nunca a las astas de los morlacos, suplicando una  pronta muerte en el albero, pero ni Dios ni el toro le concedieron el alivio de la sangre.
Hoy, la guitarra sigue sonando flamenca, por peteneras de alcohol y llanto.
Hoy vuelve a brindar por ella, como cada noche, y entre las cicatrices que adornan el cuerpo del torero, sangra más que nunca, la que ella le dejó al partir.


Este relato que no debía exceder de 300 palabras lo escribí para ser presentado a un certamen organizado por una bodega jerezana.
Obviamente, los participantes debían incluir las palabras Brandy y Jerez en el texto.
No gané, pero aquí os lo dejo, a ver si os gusta.

martes, 11 de diciembre de 2012

No ha sido más que un sueño

de eso me he dado cuenta al despertarme, pero aún así, aún siendo plenamente consciente de que no existes más que en el absurdo de mi mente, me he enamorado de ti.
Como un colegial, hasta las trancas, tanto que no me sostienen las patitas y se me escapa el corazón por la boca.
Siento que me hierve la sangre, que me sube la fiebre que me escuecen los ojos y me tiemblan las rodillas.
Que se me queda pequeña el alma para llenarla de otra cosa que no seas tú.
Tú, que tan solo eres una sombra escurridiza en un laberinto irreal, donde apenas puedo seguirte y por mucho que lo intente, corro, pero no te alcanzo.
Tú, que apenas he vislumbrado tu rostro una fracción de segundo y me ha parecido tan hermoso que no soy capaz de recordarlo con claridad al despertar.
No entiendo porque me ha sucedido esto.
Huyo del concepto de amor, porque no termino de creer en él y de repente se me castiga de esta forma, presentándome su esencia allí donde no puedo defenderme, ni razonar, ni tratar de desenmascararlo.
Allí donde no puedo extraer su esencia mentirosa y mezquina.
Y ahora me encuentro absolutamente indefenso, porque a traición y sin aviso, has hecho que me enamore de ti.
De ti, que no existes tan siquiera.
Espero impaciente a que llegue la noche, deseando encontrarte de nuevo y alcanzarte esta vez.
Y preguntarte que mal te hice para que me castigues así.
Y por qué deseo que lo sigas haciendo todas las noches del resto de mi vida.



viernes, 7 de diciembre de 2012

Otra ocasión para conocernos.

Pues eso,
que el próximo sábado día 15 a las 19horas en el teatro de La Vega de Valladolid (Arroyo de le Encomienda) tendremos otra ocasión para conocernos y para charlar un poco de este libro que es una selección de textos de Laespinillacuandobesa, acompañados de las ilustraciones de Estela Labajo, una jovencita que estoy seguro de que dará mucho de que hablar.
Como acostumbramos Estela y yo, no será una presentación como las habituales, sino que contaremos con la colaboración de amigos del mundo del teatro y de la música de Castilla y León, así como con la ayuda de mi inseparable Eva Moreno, de Cadena Ser, que siempre secunda todas mis locuras (en parte porque nos queremos y en parte porque ella también tiene una buena pedrada).
Ángela Hernandez, escritora y autora del prólogo que precede a los textos seleccionados y Paz Altés, editora, dos mujeres con las que da gusto hablar de cualquier cosa y sobre todo de literatura, porque es un lujo aprender con ellas, ambas grandes amigas también, nos acompañaran en la mesa esa tarde.
Desde la fundación municipal de Cultura de Arroyo contaremos con la presencia de Mayka Herrero, que está desarrollando una gran labor al frente de la biblioteca de Arroyo y acercando al gran público sus recomendaciones literarias a través de la prensa escrita.
Estaremos encantados de responder cualquier pregunta que los lectores nos planteéis y al terminar la charla,
otro gran amigo, Jesús Ramos de Bodegas "Viejo Coso" de la Ribera de Duero, nos ayudara a conseguir ese puntito tan estupendo que proporciona el vino con unas cuantas botellas de su tinto.
El vino estará amenizado con la música de otro estupendo amigo de Vesperdidos (Valladolid Vespa club) Alejandro Castro "Jander".
Creo que es un buen plan para un sábado por la tarde (y por la noche, porque los que os animéis conmigo seguiremos la farra en "El Palique", en La flecha) y os invito a todos a acercaros hasta allí.
Mi gato no vendrá, tiene un compromiso anterior y le será imposible, pero os manda saludos.a todos.
Y eso es todo amigos, espero veros el día 15.
Un abrazo grande.

viernes, 30 de noviembre de 2012

El cesto de las palabras inútiles

Estaba aquí, sentado al ordenador, bebiéndome una copa con el gato en el regazo y la televisión encendida, sin prestar demasiada atención a ninguna de las cuatro cosas cuando de repente un anuncio de una entidad bancaria me llamó la atención.
Generalmente me suelen provocar arcadas, porque todos son tus amigos y quieren lo mejor para ti y te ofrecen el oro y el moro hasta que las circunstancias se complican y la suerte te abandona.
Es ahí, cuando dejas de pagar una o dos, o tres mensualidades de la hipoteca y te sacan de tu casa a patadas, cuando ves el tipo de amigos que te has echado.
Aunque de ese tipo de amistades ya hablaremos otro día, porque de amigos perros, sanguijuelas y traidores tengo mucho que contar.
El caso es que estos "amiguitos" vestidos de naranja, hablaban de depositar la palabra "comisiones" en el cesto de las palabras inútiles.
Y me pareció un buen título para un texto.
Supongo que ese cesto del que hablan en el anuncio será de mimbre, como todos los cestos que me vienen a la cabeza, pero enorme, gigantesco.
Hay demasiadas palabras inútiles, o mejor, han convertido en inútiles muchas palabras que siempre tuvieron un significado útil.
Imagino que cada uno tendremos nuestro cesto, porque lo que para unos no tiene utilidad alguna, para otros si, pero en su vasta arrogancia, desde esta entidad se atreven a condenar a la inutilidad un sin fin de palabras que ni tan siquiera comprenden.
Han buscado en un diccionario palabras cuyo significado desconocen, pero que suenan altamente incomprensibles e inútiles en vez de arriesgarse a realizar un ejercicio de sinceridad y arrojar a ese cesto público y en letras de colores, palabras cuyo significado si conocen, pero les siguen resultando de igual modo incompresibles e inútiles.
Palabras como solidaridad, humanidad, clemencia, honradez,comprensión...
Hoy son incapaces de pronunciarlas.
Solo componen sus versos con números y balances.
Y son números y balances para ellos las lágrimas que brotan de los ojos del que tiene que abandonar su hogar y lanzarse a la vida, arrojando a su vez a ese gran cesto, otras palabras como alegría, ilusión, esperanza...
Y de esta manera el cesto se va llenando poquito a poco y la tapadera ya casi no cierra, para hacerlo tienen que poner sus culos cebados con la desgracia de muchos encima.
Y si aún no cierra con ese peso odioso y odiado, se le coloca además, el peso de los cerca de cuarenta mil millones de euros que durante treinta años pagaran céntimo a céntimo los honrados trabajadores de este país
Para que cierre su puto cesto de las palabras inútiles.
Hay que ver...que grandes publicistas y que osados son estos "amigos" que nos hemos echado.





lunes, 26 de noviembre de 2012

Resumen



Si me pidieran un resumen de mi vida, de esos en los que tienes que sintetizar un montón de años en unas cuantas líneas, diría que nací muy cerca de donde ahora envejezco y crecí, rodeado de prácticamente las mismas personas que aún me confortan en los malos ratos.
Que siendo muy pequeño pusieron un libro en mis manos y desde entonces sigo pasando páginas con la misma curiosidad, aunque con menor esperanza.
Que los otoños aún siguen precediendo a los inviernos, como antaño, pero ahora me doy cuenta de que las hojas caídas no volverán a decorar las ramas desnudas.
Y que hace más frío cuando te sorprendes a ti mismo comentando la película de La2 con el gato.
Hubo sotanas y estampitas de santos negros y vírgenes llorosas, golpes con la regla y canciones en el coro de la iglesia. Compañeros de pupitre con apellidos compuestos y sueños prefabricados y excursiones en Polaroid.
No demasiado pronto pero si demasiado tarde descubrí los entresijos de la condición humana y me salieron tan solo cuatro o cinco granitos, a la sombra del futuro bigote que comenzó enseguida a apuntar su peculiar paleta de colores.
Poquito después, llegaron las chicas.
Todo se volvió mucho más interesante, excitante, desafiante, decepcionante, de nuevo interesante, excitante, desafiante, decepcionante y, así una y otra vez. Y así sigue siendo hoy en día.
Las cervezas, los ratitos de tasca, las peleas con los chicos de otros colegios o entre nosotros mismos, para terminar después todos abrazados en una fiesta de hormonas.
El olor de la perrita que me acompaño desde niño, aunque con los años volviera a nacer una y otra vez con las mismas orejotas, el mismo pelo rojizo y diferentes nombres.
El primer dolor al descubrirme traicionándome a mi mismo, que fue  lo bastante hondo como para no querer volver a hacerlo.
El dolor más intenso al traicionar a un amigo.
La promesa de no traicionar a nadie más ni volver a traicionarme.
Recuerdo por encima de todo la felicidad que producía la ausencia de responsabilidades y el absurdo deseo de querer comenzar a asumirlas.
Derecho, magisterio, el servicio militar donde aprendí a dormir con un ojo abierto.
Abandonar mi tierra y deambular durante años por otras plagadas de distintos acentos, nuevas amistades y nuevas experiencias.
Volver con los míos.
Durante treinta y tantos años me he reído mucho, muchísimo y espero seguir haciéndolo, pase lo que pase y caiga quien caiga, cueste lo que cueste.
Nunca he renunciado a la risa, ni al placer de la buena compañía.
Escogí lo que no debía unas cuantas veces, lo reconozco, pero de los errores se aprende más que de los cuadernos sin borrones.
De alguna manera incluso equivocarse puede llegar a convertirse en algo sustancialmente atractivo. Será por eso que no me canso de hacerlo.
Hoy llevo a cuestas alguna pena, muchas alegrías y la certeza de saberme vivo.
Y de que aún me quedan muchos párrafos por hilvanar.
También mucho por aprender.
Y muchas conversaciones con mi gato.












martes, 20 de noviembre de 2012

Vuelo rasante.

Hacia ya un buen puñado de semanas que no me enfundaba las calzas, el jubón y el gorrito con la pluma.
Se estaban apolillando en el fondo del armario, junto al arenero que le puse a los monstruos para que hicieran allí sus cositas y no me despertasen a medianoche con necesidades tan mundanas.
Últimamente cambié el modelito por otro a base de chaleco, camisa y corbata.
Por el modelo "demuéstranos lo que vales".
Pero en días como hoy, la corbata me oprime en exceso la traquea y los cuadros de la camisa pierden su color como los de aquél payaso en la lavadora.
Necesitaba volar un rato y sentir el frío de Valladolid en el rostro, mientras planeaba en un vuelo rasante sobre los tejados de mi ciudad.
Aún puedo volar.
Por muchas intentos que haga por abandonar el traje de Peter, siempre termino volviendo a él, como un borracho a su trago o una corista a las medias de rejilla.
Será que me gusta el verde.
La diferencia entre la realidad y la fantasía radica básicamente en que al espolvorear sobre mi cabeza el polvo de hadas, desaparecen los agobios, las penas y las barreras.
Los amigos dejan de morir y todos los perritos de este mundo tienen dueño.
Solo necesito de unas horas para desaparecer del gris y sumergirme en los colores.
Solo de un poco de estar tranquilo siendo yo.
Este es un otoño frío y al caer el sol, el humo de las chimeneas decora con sus estalagmitas de hollín el cielo cuajado de nubes.
Me gusta sortearlas con los brazos pegados al costado, girando sobre mi mismo una y otra vez, como quien esquiva los charcos en un pinar embarrado.
Volar siendo quien solo soy a veces, cuando me repudio a mi mismo.
Me poso en la espadaña de un campanario y observo desde arriba a los que caminan con prisa.
Que son casi todos.
Puedo ver a la castañera de la Plaza del Portugalete repartiendo calor envuelto en papel de periódico.
A los municipales dirigiendo el tráfico ateridos, golpeando las botas contra el asfalto para calentar los pies.
Al niño que llega tarde a clase de violín, con el instrumento a la espalda y el cuaderno de música en una mano, la otra agarrando la mano de su madre.
O de una amiga de su padre.
Las estudiantes de Derecho arregladas para ir a clase como quien se acicala para la visita de un amante.
Un anciano oteando a través de las vayas de las excavaciones de la Antigua, ahora decoradas de clamor popular.
Vuelo hasta la plaza mayor llena de vida, de comercio, de Riberas y de tapas de concurso.
Sin que nadie se de cuenta, me detengo a descansar unos segundos sobre las sienes plateadas del poeta Zorrilla.
"Cuan gritan esos malditos", repito para mi.
El Campo Grande, con sus pavos reales, sus estanques y sus paseantes tristes y solitarios.
La Academia de Caballería, el homenaje al regimiento de Cazadores de Alcántara, terriblemente ignorado mientras carga al paso entre autobuses, coches y viandantes presurosos.
Vuelo sobre la plaza de toros, escenario de tantos crímenes sin resolver.
El Pisuerga, caudaloso y oscuro.
Entro por la ventana tratando de no sobresaltar al gato que duerme ajeno a todo y me descubro sentado al teclado, con el pitillo en la boca y un café abandonado y  ya tibio sobre la mesita del salón.
Paso de puntillas por detrás de mi y vuelvo a guardar el traje en el armario.
Que bien me ha sentado el paseo.
Como añoraba volar.



domingo, 4 de noviembre de 2012

Retales

 Se me ocurrió vestirme con los retales de un vestido blanco que siempre me vino estrecho.
Y largo, tan largo que tropecé con el bajo y me caí de bruces en el peor de los charcos, el de agua más turbia y restos de vómitos.
Soy el padrino de la mayor de mis desgracias y sostengo la cabeza del retoño sobre la pila bautismal, sin saber que coño contestar a la perorata del cura.
El caso es que renuncio a Satanás y a sus pompas.
Tengo un pompero propio con el que crear unas enormes que lleguen hasta el cielo antes de estallar en cientos de miles de pedacitos jabonosos.
Dentro de todas ellas viajan las palabras que no encontré el día que cerraste la puerta y al reventar en el aire, llueven sobre mi mojándome el cabello y los hombros. Y el vestido blanco, estrecho y largo.
Lo acabo de poner a secar y me he dado cuenta de que ya no es bonito, es tan solo un hilvanado de retales que se sostiene armado con parches.
Me enciendo un cigarrillo.
Las réplicas de todos los terremotos que me han sacudido el alma y el tabaco rubio terminaran matándome.
Pero me importa una mierda.
Me siento a fumar en la barandilla del balcón, junto a mi gato, él mastica regaliz y me observa mientas silbo a todas las chavalas que pasan por la calle...y a los chavales, que cojones, aunque solo sea para conseguir que me llamen maricón.
Y reparen en mi.
Solo llevo puestas las calzas, ni el jubón ni el gorrito con la pluma.
El torso desnudo y los pezones avisándome del tamaño de la pulmonía que me aguarda.
Las cicatrices, de un tono más rosado que el resto de mi piel, me sirven para recordar que antes de abrir la boca para decir "te quiero" hay que tenerlo claro y contar hasta siete millones muy despacito.
Se ha hecho de noche.
Cada día que muere me acerca más y más a lo que se que me espera.
Lo que me espera.
¿Y lo que yo espero de la vida?
Supongo que necesito que me quieran.
Y eso es un problema serio, porque no están las cosas para esperar amor.
Creo que la mayoría de las personas han asumido que el amor no es del todo necesario, dadas las circunstancias que nos rodean ahora.
Con amor no extiendes cheques ni pagas facturas, ni compras birras en el Mercadona.
El amor parece un bien prescindible.
Pero yo no puedo prescindir de ello.
Así que consumo el cigarrillo y vuelvo a entrar en casa, me sirvo un whisky con hielo y me siento ante el teclado, para decirte que sigo aquí, que estoy aquí, y tras contar muy despacito hasta siete millones, para decirte que te quiero.



viernes, 26 de octubre de 2012

Ese punto de dulzor.

Solamente sucede muy de vez en cuando.
Se alinean los astros, cae una estrella, arde un planeta y entonces me miras con esa luz en los ojos.
Y me pregunto porque coño vas a alejarte de mi.
Pero te irás a otra vida dejándome más confuso que nunca para que viva la mía afrontando un día tras otro sin verte sonreír.
Y cuestionándome las reglas de todo.
A veces creo que alguien te puso en mi camino con alguna intención, a veces creo que esta costumbre tan mía de perderme entre palabras terminará por llevarme a una playa muy lejana donde estaré solo.
La soledad no me hace bien, por eso me echo a la calle.
Cuando estoy solo acostumbro a etiquetar los errores, les pongo una anillita en los dedos de los pies y un chip detrás de las orejas, así puedo saber cuando están cerca y salir corriendo.
También me delito recordando lo suave de tu piel y el sabor de tus labios.
Ahí es cuando me echo a la calle, para quitarme de la boca ese punto de dulzor que me dejaste.
Yo te he empujado a irte.
Siempre termino haciéndolo.
Del mismo modo que me doy la vuelta para saber si también tu vas a volverte, como en las comedias románticas.
Entonces se apaga la luz del portal y me doy cuenta de que vuelvo a estar solo, rodeado de gente.


lunes, 22 de octubre de 2012

Bailarines

Estaba sentado ante el ordenador, trasteando de una página en otra con la televisión encendida (me hace mucha compañía y a mi gato le encanta) redactando propuestas de espectáculos para colegios y centros cívicos y en general, matando las horas.
En  "La sexta3" estaban emitiendo " El hijo de la novia", la película que hace ya unos cuantos años hizo que me convirtiera en un ferviente admirador del cine argentino.
No se si la habéis visto, si no, os la recomiendo. Es una película de esas que cuando terminan, consiguen que abandones la butaca deseando ser mejor persona.
Los argentinos son especiales, tan pronto te revuelven las entrañas tocándote la fibra más sensible, como te nacionalizan una empresa a cara descubierta.
El caso es que aunque esta película la he visto en varias ocasiones, no he podido evitar ir centrando mi atención paulatinamente en la pantalla del televisor.
Unas cosas llevan a otras y esta vez, no he podido evitar pensar en mis padres.
Mi padre no prepara tiramissu y mi madre no tiene altzeimer, pero inevitablemente, ver a dos personas que llevan juntas más de cuarenta años, queriéndose como el primer día me evoca la figura de mis padres.
En las escenas finales, Ricardo Darín observa desde la distancia a sus padres en la ficción y comenta en voz alta: "es como ver bailar a Fred Asteire, parece tan fácil..."
Y es cierto.
Yo también les veo como  bailarines que se enfrentan a las piezas más difíciles con la habilidad de dos virtuosos.
Han tenido cinco hijos, algunos, les hemos dado más problemas que alegrías.
Han quemado cientos de cartuchos tratando de darnos lo mejor de ellos mismos.
Siempre bailando.
La semana pasada nos sentamos a su mesa para celebrar cuarenta y dos años de coreografías perfectas y al poner la tarta sobre la mesa, colocaron en el centro, entre nata y chocolate, las figuritas de los novios que decoraban otra tarta, cuarenta y dos años atrás.
Y yo no pude evitar pensar¿ porqué nunca aprendí a bailar?
Lo intenté, pero creo que pisé demasiadas veces a mi pareja de baile y al final encontró quien la llevara mejor.
Es cierto que en ocasiones mis padres pueden perder el compás, la vida es dura, pero enseguida marcan el ritmo mentalmente y vuelven a acompasarse con la melodía.
Y es muy bonito ver como se mueven, abrazados, la cabeza de mi madre en el hombro de mi padre, tan segura junto a él y el tan orgulloso de que ella siga elijiendole entre todos los hombres del salón.
Y nosotros tan felices, sabedores de que ya casi nunca se baila así, y tratamos de aprender, de seguir sus pasos.
Espero que la orquesta aún les reserve muchas piezas y que el día de mañana, sigan bailando en otra pista, una en la que bailando, siempre bailando, nos esperen a nosotros para seguir dándonos otra lección magistral.
Joder con los argentinos...le hacen a uno llorar.



viernes, 19 de octubre de 2012

Se te cae

el alma a trozos cuando ves como evoluciona esta mierda de mundo.
Cuando tienes miedo a preguntarle a un amigo ¿Qué tal te va todo? porqué sabes que seguramente se habrá ido al paro, o estará en un tris de perder su trabajo.
Cuando sabes que te has convertido en un puto número, en un esclavo sumiso, en un producto perfecto que generará beneficios a los hijos de puta de siempre hasta que dejes de hacerlo, y te aparquen en una esquina, en un cajero entre cartones, o en una botella de vino peleón.
Eso si no te ha dado por saltar desde la ventana del piso que te va a embargar un puto banco de mierda, o por abrirte las venas con el filo de la tarjeta de crédito con la que agotaste la última oportunidad.
Somos todos carne de cañón, todos ¿o es qué no lo vemos?
Está anunciado con neones de colores.
Nos despojan de cualquier medio de evasión, trabajamos para pagar techo, comida y facturas escandalosas a las compañías que aprovechan los recursos naturales (que son de todos) y nos venden sus excedentes a precios desorbitados con el beneplácito de los carroñeros que mueven los hilos.
Que por cierto...todos sabemos quienes son, no son entes abstractos, tienen nombres, apellidos, mansiones y deportivos de lujos, jets privados y cuentas en paraísos fiscales, mamporreros con siglas como CEE, ONU, FMI...
Nos roban la cultura, nos chulean el ocio, la diversión, la felicidad.
Nos imponen sus razones a golpe de extorsiones legales como los consabidos "Rescates".
Y seguimos tragando.
No se pueden tener hijos, no alcanza para mantenerlos ni podemos ofrecerles una mísera oportunidad para ser felices, porque nosotros mismos estamos dejando de serlo.
En el momento en el que nos unimos para alzar la cabeza, inventan rápidamente motivos para separarnos, confrontaciones absurdas que ni nos van ni nos vienen, pero saben perfectamente que el "divide y vencerás  es una máxima bastante acertada.
Yo no tengo problema alguno con mis vecinos, hablen la lengua que hablen, vistan como vistan, adoren a Dios, Alá, Tinky Winky o al trasero de Jenifer Lopez.
No necesito que me empujen a odiar a nadie, simplemente porque no creo que el odio sea la solución a ninguno de los problemas que esta calaña se ha entretenido en crear, para que no reparemos en el mayor de todos: ellos.
No comulgo con ninguno de los partidos existentes, ni con esta pseudo-democracia de cartón piedra que no es más que una dictadura encubierta.
No acepto que mi libertad de decisión pase por apoyar un programa electoral que fallecerá el mismo día en el que el partido que lo sostiene obtenga la victoria en las urnas, convirtiendo su cadáver en pasto de gusanos corruptos y prevaricadores, embusteros y ambiciosos.
No creo que el progreso pase por crear monstruos nucleares y exterminar la naturaleza, envenenar los océanos y deforestar los continentes o por ampliar las redes de comunicación creando autopistas virtuales para degenerados, delincuentes y fanáticos.
No me siento con derecho a erradicar ninguna especie y al paso que vamos, conseguiremos terminar con todas, una detrás de otra.
¿Y nosotros?
Relegan a nuestros mayores a pudrideros donde terminar sus días entre pañales y largas tardes mirando pasar la vida por un ventanal sucio.
Convierten a los jóvenes en autómatas carentes de motivación, de ilusión, de esperanza, enganchados a una vida virtual paralela, porque la real, aquella en la que se sufre, se ama y se lucha, ya no vale la pena.
Nos asfixiamos con la soga de la hipoteca, de la nómina cada vez más ridícula, del horrible "fin de mes".
Poco a poco exterminan el teatro, la música, la literatura, la danza, la pintura, la poesía...todo lo que simbolice una mirada más allá de los barrotes que han fabricado con tanto esmero.
Mantenemos burócratas sin escrúpulos y perros de presa.
Yo, ya estoy más que harto, harto hasta un extremo que empieza a ser peligroso.
Y me niego a ser un indignado, porque no quiero serlo, quiero ser feliz.
Quiero trabajar y ganarme el pan honradamente y acostarme cada noche con la certeza de que estoy viviendo, no sobreviviendo.
No quiero que me roben, ni que me fuercen a tratar de recuperar todo lo que me están robando.
Porque me están robando la vida.
La mía, la vuestra, la de todos.
Y no quiero veros llegar a perder los nervios, ni perderles yo.
Pero algo tendremos que hacer.
Digo.















miércoles, 17 de octubre de 2012

No se por que

hay días en los que uno se sienta ante el teclado y se descubre completamente incapaz de escribir nada coherente, o nada de lo que sentirse orgulloso.
Y no creo que sea un asunto de inspiración o de musas.
La verdad es que no tengo ni la más remota idea de porqué sucede esto.
Creo que en mi interior hay dos vasos divergentes, en uno fluye lo que considero hermoso en la vida y en el otro la realidad.
En ocasiones por azar o por motivos que también desconozco una gota de un vaso salta al otro y al llorar la mezcla  brotan hadas, días de sol y mundos repletos de oportunidades.
Como un alquimista desesperado trato de entender el secreto y pruebo nuevas pociones que ensombrecen las probetas con distorsiones de todo, de lo hermoso y de lo real.
También creo que estoy muy cerca cuando me pincho con una de las espinas que me tienen reservadas, porque si sangro, me acerco a lo que quiero crear.
Pero enseguida retrocedo.
No puede salir nada hermoso en esencia a raíz del dolor, por mucho que algunos se empeñen en que a partir de la miseria se pueda crear belleza.
Lo siento, pero eso tampoco funciona.
En cualquier caso será caduca y terminará rompiéndote el corazón, aunque la plasmes en un texto, un lienzo, una partitura o un beso.
Tampoco puedo crear vida a partir de la nada y me empeño en vivir a través de algo que aún no está formado.
No se si seré capaz de escribir lo que quiero escribir.
No he sido capaz de vivirlo, tan solo lo he soñado y me mantengo a sorbos de lo que recuerdo al despertar.
Hay días en los que uno se sienta ante el teclado y se descubre aborreciendo lo que más le gusta hacer.
En días así, es mejor renunciar.
Por hoy lo dejo...mañana será otra vida.




martes, 16 de octubre de 2012

Con sumo gusto

me hubiera subido en la capsulita blanca y hubiera cortado los amarres a dentelladas.
Para subir tan alto como él, a la estratosfera, o a cualquier otro lugar ahí arriba desde donde contemplar el mundo como si fuese el hacedor.
Y al llegar a lo más alto que soportase mi organismo enfundado en un traje mega chulo y extra resistente,sacar la manita por la ventanilla a ver que tal hace fuera y luego saltar.
No me hubiese importado caer dando vueltas.
Total...vivo dando vueltas, así que unas poquitas más, la verdad, no habrían de suponer una gran diferencia.
Caer...
También vivo cayendo.
Y callando.
Seria genial caer durante casi seiscientos segundos dando berridos y sacándolo todo fuera.
Igual despertaría a Dios, que debe de andar dormido ahí arriba, porque si no está dormido es que es una gotica cabroncete y al verse de nuevo en "modo activo on", le podría dar por bajar a poner orden entre todo este caos de miseria programada.
O igual no existe...y no despierto a nadie.
Pero bueno, caer, de cualquier forma caer.
Y caer porque a mi me sale de los cojones, no porque a algún hijo de puta se le haya metido entre ceja y ceja que es divertidísimo hacerme perder el equilibrio.
Treinta y nueve mil metros no son nada, me he levantado de ostias mucho más gordas (aunque a menos altura) y aquí estoy.
Así que si a alguien le apetece financiarme una excursión a lo más alto para verme saltar después, que no se lo piense dos veces y vaya preparando la pasta, pero si lo que quiere es tratar de derribarme aquí, en la tierra, en el puto suelo de mi ciudad, que se ande con cuidado, porque no será fácil.
Ya no.
Y dicho esto, me voy a preparar una ensalada, a abrir una botella de Ribera y a ponerme un disco de Los Pecos.
Y a preguntarme como coño se hace para viajar en el tiempo y conocer a una princesa Azteca.







jueves, 4 de octubre de 2012

Era todo

terriblemente extraño, demasiado extraño incluso para un sueño o incluso para un capítulo de Tween Peaks.
Muy surrealista y tal.
Al fondo de la sala, entre sombras, un pianista cantaba "A quien le importa" con la misma voz de Alvin (el de Alvin y las ardillas).
Imagina si era surrealista que en el tugurio donde se desarrollaba todo, se podía fumar.
Del otro lado de la barra, Jesús Gil  preparaba huevos fritos con puntillas mientras Carmencita Polo, encaramada al mostrador vestida de Cat-woman, emulaba a Jessica Alba contoneándose lujuriosa al compás de la música.
El caso es que ahí estaba yo, de lo más animado pidiendo "otra, otra" a voz en grito, mientras apuraba a grandes sorbos un whiskazo tras otro.
De repente dos agentes de la Stassi deribaron las puertas del local a patadas y precedida por un coker spaniel sin apetito (y eso es muy raro) entró ella.
Ella.
La melena lárguisima, muy larga y rubia, tan larga que al avanzar por la pista de baile se la pisó en dos o tres ocasiones y en una de ellas llegó incluso a perder el equilibrio.
Pero daba igual, porque de inmediato me cautivó por completo.
Unas hechuras de "real hembra", con las formas más redondas y turgentes que mi inconsciente pudiesen dibujar, embutidas en un skyjama de esos de los de toda la vida, gris y rojo.
Fumaba en pipa, como Holmes y de la cazoleta emergía un humo azul que al ascender dibujaba formas absurdas en el aire: un cohete, un solomillo de buey, un espárrago de Tudela (sin cocer), una tricotosa...
Claro, no me quedó más remedio que tumbarla en el suelo y tratar de besarla.
En el preciso instante en el que mis labios se posaron sobre los suyos, comenzaron a caer globos del techo y Mercedes Milá, conteniendo la orina a duras penas, como Concha Velasco, dió paso a la publicidad.
Barak Obama se acercó muy correcto y yo diria que hasta cordial a saludarme y hubo barra libre para todos.
Pero yo no quería más whisky, yo la queria a ella y trataba de de encontrarla entre las largas filas de guerreros de terracota que un repartidor de telepizza colocaba a lo largo del establecimiento con precisión de cirujano, uno detrás de otro, absolutamente centrados, en hileras simétricas.
Al final di con ella cuando estaba al borde del llanto y con un gesto a un tiempo sexy y rudo, me invitó a acercarme.
De pronto estabamos solos allí, todos habian desaparecido como por arte de magia, incluso los guerreros de terracota y una cosa llevó a la otra.
Fue uno de esos polvos que no se olvidan nunca, no se como se puede medir el tiempo en un sueño, pero a ojo, calculo que debimos estar haciendo el amor durante más de diez minutos.
Hay que ver...como es esto de soñar.
Succionar uno de esos pezones era como degustar el helado más sabroso y refrescante del mundo (pero sin oblea) y su boca era una mezcla de lechazo churro y lechazo merino asados en horno de leña.
Absolutamente erótico todo.
Entrar en aquel producto de mi imaginación me supuso una de las penetraciones más placenteras de mi vida y verla arquear la espalda  como una contorsionista nepalí, me transtornó los sentidos hasta la locura.
No nos dimos tregua.
Al terminar todo, sudorosos y extenuados y como colofón surrealista, decidimos casarnos en una ceremonia civil oficiada por Jose Luis Moreno.
Y tener setenta y cuatro niños, la mayoria de ellos rubios y con los ojos azules, alguno moreno y siete u ocho muy altos.
Me desperté muy excitado, obviamente.
Y aquí estoy, planteándome volver a soñar con ella aunque conociendome como me conozco y ante semejante perspectiva de familia numerosa, saldré corriendo a soñar con eternas estepas heladas y vacias de cualquier cosa que no seamos mi gato y yo.



jueves, 27 de septiembre de 2012

Se me terminó

el polvo de hadas y claro...me la he pegado bien gorda.
Era lógico, tenía que pasar, tenía que terminar sentando la cabeza.
Obviamente la policia me ha multado por volar sin cobertura de ningún tipo (como los aviones de Ryan Air).
Un agente de azul trazaba en el asfalto la silueta de mi sombra con una tiza blanca y los peritos forenses se hartaron de hacer fotos al gorrito verde con la pluma roja despeluchada encajado en lo alto de una farola.
La ambulancia, como en la canción de Alejandro Sanz, volaba...yo ya no puedo.
Trataron de tomarme una via, pero si  Garfio no pudo atravesarme nuca con su acero, era lógico que se rompiesen hasta tres agujas, una detrás de otra.
La doctora no se lo pudo explicar, ni eso, ni el porque del que en apenas cinco minutos de veloz carrera entre sirenas y luces prioritarias, me creciese espontaneamente la barba.
Al fin voy a envejecer, seré uno más, otro entre todos.
A lo lejos vi como Campanilla se posó en la cornisa de un edificio y desde allí contempló como el tiempo mata cualquier tipo de esperanza.
Me hicieron placas de todo el cuerpo y las radiografias demostraron diversas fisuras en la inocencia y el orgullo.
Nada serio, viviré, pero ¿a qué precio?
Los días seran más largos, las noches más duras y los niños seguiran perdidos por los siglos de los siglos.
Amen.
En la sala de espera, sentadito en mi silla de ruedas, observo la condición humana.
Me apetece fumar, beber, hacer el amor, levantarme cada mañana para acudir a mi puesto de trabajo y pagar impuestos.
Debo de haberme vuelto loco, el proceso ha debido completarse.
No se como enfrentarlo, ya soy lo que todos querian que fuera y en el fondo, muy dentro de mi, yo también lo ansiaba, pero ¿ahora qué?
¿Qué hago con mis diferencias?
Las puedo escribir aquí.
Bien mirado seré el único vecino sin sombra en mi nueva ciudad.
El único que ha surcado todos los mares, sobrevolado todos los continentes y amado a las peores mujeres, y a las mejores mujeres.
El único que se resistió a crecer hasta que venció y descubrió que todo crecia, todo menos yo.
El único que pudo elegir su grado de humanidad y el único que esconde un traje verde debajo del colchón.
Por si acaso.
Solo tengo que pensar en algo encantador y suplicarle a Campanilla que vuelva a por mi, aunque ahora le pida que se aleje todo lo posible, no quiero que me vea así.
No quiero que me descubra adulto.


miércoles, 12 de septiembre de 2012

Piteras en la lengua.

Como las clásicas en los tapetes de cartas o en las faldillas de las camillas de las residencias de ancianos de antes, de cuando se podia fumar alegremente.
Piteras en la lengua porque se me caen las brasas al masticar un montón de palabras que no puedo escupir.
Y la garaganta abrasada por tragar insultos incandescentes, reproches al rojo vivo.
Expulso el humo por la nariz y cuento hasta cien antes de levantarme de la cama.
A veces me siento como un dragoncito cabreado, preparando la bocanada de fuego que terminará de una vez por todas con tanta tonteria.
Mi dormitorio apesta a azufre y tengo que destrozar las paredes con un mazo para ventilar cada mañana.
Los canarios del salón yacen inertes en sus jaulas y mi gato se pasea por la casa con su hermoso traje NBQ.
Menos mal que puedo beber de tu boca el agua que me refresca y me aplaca.
Porque a veces tengo ganas de que todo arda ya, de no demorar el momento, de iniciar un picado cayendo desde lo alto del cielo para arrasar las praderas con todo lo que no llegué a decir nunca y ahora me consume.
Se va acercando la hora de la batalla y el magma de mis entrañas bubujea anhelante.
El valiente ha sido valiente hasta que el cobarde ha querido.
No lo olvides cuando te afixies entre cenizas.
De tanto avivar las llamas, se te ha terminado por ir de las manos.

viernes, 24 de agosto de 2012

Cuando uno se rinde

deja tantas cosas por hacer que al final no sale a cuenta rendirse.
Quizás sea más sencillo abandonarse al gris oscuro o al negro, pero ambos son colores que no terminan de convencerme, no se porqué.
Verás,
que la vida resulta siempre más hermosa cuando te decides a cortejarla.
Es como la mujer que siempre te lo ponia dificil hasta que una noche por arte de birli-birloque, terminaste en su cama fumandote un pitillo con una sonrisa de oreja a oreja.
Entonces, al levantarte con el sol y descubrir que sigue ahí, con una camiseta tuya, plácida y preciosa, comienzas a enumerar todo lo bueno que te aguarda.
Como por ejemplo hacer café y zumo de naranja tratando de no despertarla hasta que esté la mesa lista.
Llenar el depósito de la Vespa para que no termine nunca el viaje en el que ella se agarra fuerte en las curvas y extiende los brazos en las rectas, desafiante y plena.
Una cervecita rodeado de los tuyos y buscando su mirada.
Llegar a casa cansados pero dispuestos a cansarnos mucho más.
No atinar con la pélicula adecuada, aún a sabiendas de que cualquiera será perfecta para tumbarte a su lado en el sofá y observar con disimulo como se va quedando frita poquito a poco, porque aunque sabes que nunca termina de ver una peli, sigue siendo el mejor de los planes.
Escribir mientras ella duerme.
Hay que ver...lo que le gusta dormir.
Superar todos los problemas, esquivar las zancadillas, hacerle cortes de manga a la tristeza, tirar piedras a los charcos.
Soñar.
Siempre soñar con la dichosa primitiva que nos cambiara la vida, aunque muchos días la miro y desearía que nada cambiase.
Zambullirte de un salto en lo mejor de todo lo que está por venir y barrer lo negativo y esconderlo debajo de la alfombra, junto con la crisis, la prima de riesgo y la madre que las parió.
Obviar lo que es obvio.
Sentir lo que es necesario.
Aguantar lo que haga falta.
Colocarte el arnes y tirar, tirar con fuerza, arrastrar por la nieve el trineo cargado de lo que no conseguiran quitarnos.
¡¡No jodas...vamos!!
Que podemos con todo.
Es cierto que hay días en los que hubiera sido mejor colgarse de los pies y mirar las cosas pasar boca abajo, pero también estan todos los otros.
Esos en los que no hace falta ninguna excusa para sonreir.
Esos son los que más me gustan.
Y al resto, que les den.
Estamos aquí y estamos vivos y aún tenemos fuerzas.
No permitas que te gane la tristeza, sácala del ring a ostias, a mordiscos, a besos en el cuello.
No permitas que se detenga el tiempo justo en ese minuto en el que maldices la perra suerte que te vació el alma y te dejo en pelotas.
La suerte, eres tu.
La suerte es eso que nos permite robarle un café a tu trabajo y contarnos como nos está yendo el día.
Y querernos, aunque no nos resulte demasiado facil.



martes, 21 de agosto de 2012

¿Quien soy?

No me conozco.
Me presento: me llamo Juan.
Pero no se a que me dedico, ni para que sirvo.
No se donde me duele ni porqué, ni cuanto más me seguirá doliendo.
No se que hacer con estas manos.
Se que siempre me reía de todo y ahora parece que todo se ríe de mi.
Supongo que será porqué me estoy haciendo mayor, aunque lo cierto es que tampoco se cuantos añitos tengo.
Depende de según para que cosas ya estoy demasiado cansado y según para que otras sigo en pañales.
En pañales se está genial porque si te tiran al suelo y caes de culo no te haces daño.
Cuando un bebé descubre semejante artimaña se pasa el día cayéndose de culo y resulta muy divertido.
Caerte de culo con un catálogo de arrugas resulta algo más triste.
No se si me acuerdo de "querer de verdad", aunque tampoco he sabido nunca que quiere decir eso de "querer de verdad". ¿Se puede querer "de mentira"?
Yo creo que no.
O se quiere, o no se quiere.
Se que me gustaba escribir y la música , y leer y los cubatas de whisky con mucho hielo y cola light, siempre en copa de balón.
Y mirarme en los ojos de una mujer y sentirme afortunado al entrar en ella y en ocasiones más afortunado al salir corriendo.
Me gusta lo que era y me adapto a lo que soy.
¿Quién soy?
Un tipo bajito con un  amplio muestrario de egos y cierta facilidad para el mimetismo.
Un señor hecho de contradicciones que detesta que los niños le digan: "Señor...el balón"
Un vampiro en cada espejo; no me reflejo, o al menos no identifico lo que el espejo me devuelve diciendo que soy yo.
Alguien que se quiere ir pero se muere por que le digas que no se vaya nunca.
Alguien que esconde los abrazos debajo de la cama porque tiene miedo de que se le pierdan si los saca a pasear.
Un beso en cada mejilla.
Un beso en los labios.
Otro entre las piernas, que dura siglos y sabe a lo que soy capáz de darte.
Soy una cajita de madera polvorienta, descascarillada y llena de cartas ajadas y leidas hasta la saciedad.
Soy el puñetazo que debí haber propinado y la propina que nunca debí haber dado al terminar el concierto y despedir al solista traidor y a la diva de lengua viperina.
Varón, caucásico, cabello rubio y ojos azules, al rededor de un metro sesenta y ocho y setenta kilos de peso.
Barba y un lunar sobre el labio en el lado izquierdo del rostro, oculto ahora mismo por un bigote bicolor, mitad blanco, mitad castaño.
Perforaciones en ternillas, ceja derecha, nariz y lengua, aunque ya no uso pendientes.
Dos tatuajes: uno sobre el tobillo izquierdo, que simboliza lo estúpido que puede llegar a ser el ser humano y otro en el antebrazo derecho, que lo ratifica.
Siete u ocho fobias, incluida un pánico visceral ante cualquier objeto que proyecte una sombra que se asemeje a la silueta de Jose Luis Moreno.
Recuerdos de un patio de Sevilla, donde madura el limonero.
Mi juventud veinte años en tierras de Castilla,
mi historia ciertos casos, que recordar no quiero.
Ah...no, perdón, ese era el poeta.
Se me cruzan los versos a todas horas, ergo de alguna manera o a mi manera o de cualquier manera, debo de ser algo poeta también.
Siempre un hombre enamorado, aunque sea del amor o del desamor, pero siempre a tope, siempre a tope 5.0.
Soy quien tu quieras que sea, mientras sigas a mi lado, o quien tu quieres que sea siempre y cuando no me vuelvas a decir que nos convenimos.
Yo soy más de sentir que de convenir, aunque me cueste demostrarlo.
También soy de los que lamen la mano que sujeta el palo tras descargar un golpe detrás de otro.
Y de los que vuelven los ojos y se giran antes de morder.
Me gustan los animales por encima de la mayoria de las personas y por encima de todas las personas que no me gustan.
Me gustas, lo sabes.
Me gustas más que mi gato.
Y mi gato mola.
Pero todavia no se quien soy realmente.






jueves, 9 de agosto de 2012

Cansado de volar

siempre haciedo eses, de un lado para otro tratando de matar el hastio de tantos años llenos de preguntas sin respuesta, Peter fue a posarse sobre el tejado de una cabaña de madera junto al pantano de Bárcena.
Al recuperar el resuello se agchó para atarse los cordones de la bota izquierda y reparó en que la cabaña estaba integrada dentro de un conjunto de pequeñas cabañitas exactas unas a otras.
La luz de la luna iluminaba una especie de poblado similar a los puestos fronterizos del lejano oeste.
Que tiempos aquellos, cuando podia hacer el amor con  todas las coristas del "Saloon" y saltarle los dientes a puñetazos al pianista del local.
Que de recuerdos.
De repente escuchó voces de niños.
-Otro campamento de niños perdidos- Pensó Peter, y se disponia a emprender de nuevo el vuelo hacia "Nunca jamás", antes de que los pequeños lo descubriesen, cuando algo le llamó la atención: la mayoria de aquellos chavales, se desplazaban empujando las ruedas de unas sillas de metal.
Aprovechando el paso de una nube que oscureció la noche al ocultar la luna, Peter voló hasta la copa de uno de los árboles situados en el centro del poblado desde donde pudo dar rienda suelta a su curiosidad.
En efecto, aquello era un poblado para niños que no podian andar.
Algunos jóvenes empujaban de las sillas de aquellos niños que ni tan siquiera podian mover los brazos y poco a poco, todos fueron ocupando sus respectivas cabañas para pasar la noche.
Entonces, justo debajo del castaño donde se encontraba escuchó una voz  que casí lo mató del susto-¿Tu eres Peter Pan?-
Peter trato de ocultarse de un salto en una rama más alta, pero aunque no envejezca fisícamente, los años no perdonan y el exceso de Grog tampoco.
Calculó mal el impulso y tras golpearse con la rama en la cabeza fue a caer dolorido y avergonzado a los pies de aquella personita que le habia descubierto.
-si, ya no hay duda...eres Peter Pan-
Peter observó a la pequeña que le hablaba.
No tendría más de siete u ocho años y por el aspecto de sus fuertes brazos, debia de llevar muchos de ellos sentada en esa silla de enormes ruedas plateadas.
El cabello rubio y largo, le recordo a la Wendy de los mejores tiempos, aunque el brillo de sus ojos verdes de imediato revelaron que aquella niña hubiese sido una perfecta Campanilla.
-¿no deberias estar durmiendo?- pregunto Peter.
-No tengo sueño, no me gusta mucho dormir, tampoco me gustan los canelones ni las lentejas, lo que más me gusta es dibujar gatos saltando y nadar en la piscina, en el agua no se nota casi que no puedo andar.
Aquella verborrea repentina, o quizás la absoluta naturalidad con que la niña se habia dirigido a él le hicieron sonreir.
-Tu eres Peter Pan, mamá dice que papá también es un poco Peter Pan porqué se niega a afrontar los hechos y todabia sigue convencido de que volveré a andar, pero los médicos le miran como a un chiflado, que yo lo he visto-
Peter soltó una carcajada de esas tan suyas, con los brazos en jarras e inclinando la cabeza hacia atrás.
-¿Y que más dice tu papá? Preguntó Peter.
-Papá también dice que la ilusión es lo último que tenemos que perder, que si lo deseo con fuerza volveré a caminar y con el tiempo me olvidaré del accidente, aunque yo era muy pequeña y ya casi ni me acuerdo. Tengo ocho años y llevo desde los cuatro en la silla. Papá dió un volantazo para esquivar al gato que saltó delante del coche y nos dimos un porrazo tremendo-
La niña comenzó a reirse mientras relataba aquello y a Peter sintió como un relámpago le recorria la espalda de repente.
-Papá tambien dice que si que existes y que los mayores se olvidan de soñar, pero él no se ha olvidado y está convencido de que cuando yo sea mayor, podré hacer lo que quiera-
-Tu papá me cae bien, no es como la mayoria de los mayores-
-a mi también me cae bien, pero mamá dice que es un inmaduro. Mamá siempre está muy triste aunque intenta disimularlo cuando yo estoy delante, pero soy una chica ¿sabes? (dijo la niña con una sonrisilla cómplice) y las chicas nos damos cuenta de esas cosas-.
Algo extraño estaba sucediendo dentro de Peter, una mezcla de inmensa ternura por aquella rubita y su desparpajo y una sensación de pequeñez ante la forma con la que la niña se enfrentaba a su situación, le hicieron desear en el acto hacer algo hermoso por ella.
Rebuscó en el interior de sus bolsillos hasta dar con lo que buscaba y extendiendo la palma de la mano abierta y llena de polvo de hadas hacia el rostro de la pequeña, le dijo en voz muy bajita -piensa en algo encantador-
La niña comenzó a flotar y agarrandosé al jubón de Peter exclamó -¡¡Estoy volando, puedo volar!!
-Sígueme- Gritó Peter Pan y comenzó un vuelo en picado ascendente en dirección a las nubes más cercanas.
Sobrevolaron el pantano, el pueblo, las ciudades llenas de luces, los bosques.
La pequeña no paraba de señalar cosas dando grititos de emoción y riendo y Peter llegó a plantearse incluso convencerla de acompañarlo a "Nunca jamás", donde siempre seria una niña y siempre podría volar, pero decidió que aquella rubita pizpireta, estaba más que capacitada para ganarle la partida a la vida, y ya habia demasiados niños perdidos en "Nunca Jamás".
El sol entró por la ventana de la cabaña y en el actó se escucho potente la voz de la monitora, llamandola para que se levantara y tras asearse, fuera al comedor a desayunar.
La pequeña se frotó los ojos y trató de recordar el extraño sueño que habia tenido esta noche.
-No ha sido un sueño- pensó mientras se aferraba a las barras para pasarse a la ducha.
Al agacharse para recoger las zapatillas, algo cayó de la silla.
La niña marcó en el movil el número de su padre llena de excitación y espero impaciente los tonos previos al "Hola mi amor" típico al otro lado de la linea.
-¿sabes Papá? Esta noche he volado con Peter Pan, (dijo la niña mientras colocaba entre sus rodillas la pluma verde que habia caido de la silla al agacharse) y es un chico bien simpático, dijo que le caes estupendamente-.
A casi mil kilómetros de distancia, su padre se mordio los nudillos para no llorar y aguantando las lágrimas respondió- Claro que si mi niña, el a mi también me cae muy bien-.

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miércoles, 1 de agosto de 2012

Quiero emborrachar mi corazón

con el recuerdo de este amor, que más que amor es un sufrir.
Nostalgia,
de tantas veces como nos dijimos que lo nuestro no moriría nunca, pero ya estaba herido de muerte aunque no lo supimos hasta que le dimos al cadáver cristiana sepultura o sepultura; vamos...que lo enterramos y cuando la ultima palada de tierra coronó el túmulo, arrojamos una flor y nos dimos la vuelta muy despacito, muy tristes, muy seguros de no volver a querernos.
También quiero emborrachar mi corazón con los efluvios de las copas llenas de miradas largas y profundas, de esas que eran como sentarte a ver una peli en "cinemascope" con profusión de verdes y de verdades.
Que negra se quedaba la sala, que oscura, que silenciosa, que vacía de público.
Porque no existía nadie más en el mundo, solos tu y yo, y tu absurda diatriba.
No se si beber de esta copa rota, o de la sucia, las dos me las serviste tú acompañadas con una sonrisa y una imitación perfecta de lo que hubiera querido para mi.
Lo cojonudo de todo esto es que aún sigo planteándome si alguna vez supe amarte de verdad, o si siempre la amé a ella por encima de todos los otros instantes en los que me sentí dichoso por haber comenzado a olvidarla.
De cualquier forma, terminaste escapando con el cochero, tomaste prestado el carruaje y emprendiste la huida hacia otra nueva película, una con una hermosa banda sonora compuesta por canciones que hablaban de amor.
Y en esas me encuentro ahora, recordando el amor a base de canciones que hablan de amor.
Nunca el amor fue tan hermoso como en las canciones, ni siquiera en los poemas, siempre mucho más hermoso en las canciones.
Es por eso que ahora quiero emborrachar mi corazón con el recuerdo de este amor, a ver si termino de mandarlo al carajo, porque se me sigue presentando entre neblinas las noches de verano, como un fantasma gris que quisiera perseguirme y no dar tregua a mi alma hastiada de tanta tontería.
No adivino el conjuro preciso para sacarte a patadas de mi dormitorio y devolverte al cementerio, a los Sargazos, al mismísimo " a tomar por el culo" de donde vuelves en estas noches tristes, bien en forma de pesadilla o bien como humo que entra sigiloso por mi ventana abierta para intoxicarme lo que me queda sano de cerebro.
Que es bien poco.
La cama se mueve, se eleva unos centímetros del suelo y cuando termina la cópula y todo vuelve a sus sitio ahí sigues, observando fijamente.
Las noches de verano no son las mejores para tratar de olvidar el pasado.
El pasado tampoco puede dormir y como se muere de calor, se levanta del lecho y viene a tocarme los huevos.
Necesito arrancarme la memoria, darle un agua y ponerla luego a secar en cualquier playa de Costa rica.
Por las mañanas tengo una espantosa resaca de lo nuestro.
Finjamos que no te quise y miremos para otro lado.




jueves, 26 de julio de 2012

De entre todos los regalos

uno me gustó en particular: el tuyo, Raul.
Un cuaderno de la película "Cars" y un bolígrafo a juego, "para que me escribas un cuento, como eres escritor..."
Así que te debo ese cuento Raul, y yo, mis deudas , las termino pagando siempre (tarde, pero pago).
Te voy a contar un cuento que espero, que deseo con todas mis ganas, se convierta en realidad.
No hace mucho mucho tiempo, ni en un pais muy lejano, vivia un muchacho que era todo vitalidad, todo energia, todo simpatia.
Pasaba el día dibujando sueños y contagiando a cualquiera que se le acercara con sus ansias de vivir, de comerse el mundo, masticándolo deprisa, pegándole a la vida enormes bocados sonrientes.
Nada se le ponía por delante y a saltitos iba viviendo libre de todas esa cosas que esclavizan a los hombres, porque Raul, en los tiempos que corren, sigue existiendo la esclavitud.
La sociedad nos esclaviza con unas cadenas invisibles, es decir, no las podemos ver, pero sin embargo, aprietan fuerte, muy fuerte.
Pues este muchacho (vamos a llamarlo Angel, que es un nombre muy bonito) siempre se resistió a llevar cadenas y conseguía esquivar una y otra vez cualquier tipo de atadura.
Un buen día, decidió echarle un pulso al mar.
Se sintió tan inmensamente poderoso que saltó desde muy alto, pero el mar le jugó una mala pasada y replegándose traicionero, descubrió un montón de negras rocas afiladas.
Angel cayó sobre una de ellas y de repente, al intentar levantarse para volver a saltar, notó que no podia moverse.
Pero no tuvo miedo, porque hay muchas maneras de seguir peleando, de seguir saltando al mar.
Se lo llevaron volando en un pájaro enorme y lo depositaron con mucho cuidado en una cama blanca de hospital.
Los médicos corrian de un lado para otro, desplegando al viento sus batas blancas y hablando palabras raras, de esas que solo entienden ellos mismos.
Angel los seguía con la vista desde la cama, preguntándose a que venian tantas prisas a santo de qué estaban todos tan nerviosos.
La luz, toda la luz del sol entraba por la ventana de la habitación para que Angel se cargará de energias.
¡¡Y vaya si se cargó!!
Se reinventó a si mismo y se vió de nuevo en pie, con el bañador empapado de espuma y sal y saltando una y otra vez sobre las olas del mar, sobre las sombras de la noche, sobre la espalda del destino.
Y una vez más se hizo libre y llevó su libertad dibujada en la sonrisa hasta el quirófano donde le aguardaban los doctores empuñando bisturís y pinzas y grapas y todo eso que te salva la vida a traves de sus guantes de latex.
Los ángeles se pusieron gafas de sol y bermudas de colores y cerraron filas junto él.
Les caía bien ese chaval barbudo de conversación acelerada, así que decidieron sujetarle la cabeza con delicadeza y soplar una lluvia de plumas sobre su alma valiente.
Y Angel salió del quirófano acariciando otro sueño.
Y siguió peleando, muy duro, muy fuerte.
Y con el tiempo viajó por todo el mundo, saltando en cada playa sobre los siete mares, sobre el colchón de agua de la vida.
Y colorín, colorete...por la chimenea se escapa un cohete.

Ahora Raul, viene la moraleja:
no te rindas, nunca, pase lo que pase, digan lo que digan y se libre, porque la libertad es el único camino para que seamos felices y comamos perdices.
Se puede...siempre se puede, solo hay que querer.

viernes, 20 de julio de 2012

En estos días

Peter cumplirá un año menos.
Alguien dijo que la inmadurez a partir de los treinta es puro egoísmo...¿y a partir de los trescientos?
Peter elige con esmero la piñata más grande del local regentado por un chino triste y malencarado.
Necesita que sea enorme, inmensa.
Tiene que rellenarla con todo lo que se le escapa del alma, con lo que se le cae del corazón a cada paso que da, dejando un rastro inconfundible de besos perdidos, de noches irrepetibles y de polvo de hadas.
Peter se ha cortado el pelo y esta mañana ha abusado del contorno de ojos.
Antes, al despertarse ebrio del "Grog" de Garfio, tan solo necesitaba sumergirse un ratito en la laguna de las sirenas.
Ahora se aplica todo tipo de ungüentos, porque aunque su cuerpo no envejece, su alma se hace cada día más mayor y la cara es el espejo del alma, y cuando se enfrenta al vidrio roto de su cuarto de baño, entiende que la vida sigue marcando.
Peter ha invitado a todo el que quiera acercarse a su fiesta.
Allí estarán los niños perdidos, los bucaneros borrachos, los guerreros indios, las sirenas que le cantan al oído una noche tras otra y campanilla, que aunque cansada de una semana más que difícil se dejará caer a tomar un vino.
Prepara meticulosamente el discurso en el que anunciara a todos que definitivamente, se niega a crecer.
No le gusta en lo que se ha convertido el mundo, pero ahora sabe cual es su verdadera misión.
La gente necesita a Peter Pan para darse cuenta de cuan peligroso es estancarse en el pasado.
No puedes vivir el mismo desamor una y otra vez, no puedes consolarte en la alacena de Garfio a cada puesta de sol.
No puedes fingir que las heridas se cierran solas, que la almohada mantiene la forma de su cabeza, que el aire huele a ella.
Peter  duda entre comprar muchas velas pequeñitas, que simbolicen un año con cada llama, o en su lugar hacerse con una gran vela negra, que represente una vida, su vida.
Encenderla y dejar que poco a poco se vaya consumiendo.
Los invitados se acercan, le palmotean la espalda, le abrazan y le estrechan la mano.
El asiente con la cabeza y fuerza el cacareo.
Se lleva la mano a la pluma del sombrero con coqueta galanteria cuando aparece la princesa india y la noche se llena de canciones y vapores de alcohol.
Inevitablemente, busca entre todas las estrellas sus ojos verdes.
Pero no están.
Peter prefiere recoger mañana, por hoy a tenido demasiado.
Se acuesta, solo, triste y avergonzado. No debería deprimirse, Peter Pan siempre será un adolescente y los demás, viviremos.

miércoles, 18 de julio de 2012

Donde reside la esencia

de lo más hermoso es realmente dentro y fuera de nosotros a la vez.
Mostramos lo que queremos y admiramos lo que podemos...o al revés.
Yo acostumbro a ver poesia en cada fragmento del cosmos y quizás me confunda, porque de tanto buscar la belleza, al final descubro que lo más horroroso también es bello.
Y lo más bello puede ser horroroso.
Nadie me previno sobre esto, nadie, ni Nietzche, ni Zoroastro ni nadie.
Ahora tengo que conformarme con saberme erroneo y disfrutar de los errores.
Errare humanum est.
Soy tan humano que apesto a humanidad y por eso me enamoro como los bonobos.
Soy tan humano que me paso la vida errando de cama en cama y de corsé en corsé.
Quizás tengo alterada las percepciones y por eso todo me huele a ti, me sabe a ti y me recuerda indiscutiblemente a todas las demás.
Quizás está tan claro el origen de mis fallos que aunque me lo pongan delante disfrazado de neones cabareteros seré incapáz de verlo.
Pero a mi manera, que es la manera de los perdedores, yo trato de ser feliz.
Puedo ser feliz de dos formas, contigo y sin ti.
Sin ti es solamente un poquito más complicado y contigo terminará siendo terriblemente dificil.
Me levanto por las mañanas y me pongo mi mascarilla de algas y restos de cordura, que me tersa la piel y me ilumina las mejillas.
Salgo a la calle saludando a los frescos del barrio, como Manolo, el del Pan Bimbo: -Hola Manolo-  -Hola chavales-
La vida puede resultar apetitosamente interesante si manejas los condimentos adecuados y yo estoy en pleno curso de "cocina expres".
No todo va a ser escribirte "te quieros" a las cinco de la madrugada, con el aliento de whisky y los ojos inyectados en tabaco rubio light, que mata pero no engorda.
Estoy decidido a aprender y estoy aprendiendo a decidir, con lo que querida mia, puedes rasgarme el pecho cuanto quieras.
Hoy por hoy, me gusta lo que veo.



domingo, 15 de julio de 2012

Regreso

A ti,
sabiendo que tras haber puesto distancia he estado más cerca de lo que he estado jamás de nada, o de nadie.
No podré dejarte nunca, nunca.
No podré deshacerme de esta loca obsesión que me obliga a llenarte de letras.
Vuelvo a escribir, porque aunque lo intente, no puedo vivir sin ello.
Porque en todos los textos siempre estará el primero, porque con cada bocanada de vida me hincho de palabras, me aturdo con el exceso de oxígeno que desprenden los párrafos, me pongo a salvo.
Quise no tener que hacerlo, pero esto también soy yo, o mejor; esto es todo lo que soy.
Vuelvo a sentir, porque aunque lo intente, no puedo vivir sin ello.
Vuelvo a sabiendas de que me iré vaciando en cada página, me iré muriendo poco a poco en cada frase, me iré sintiendo cada vez más cobarde de mi y más pleno de todo.
Vuelvo a este blog.
Vuelvo.

jueves, 21 de junio de 2012

Fuego en la sangre

Ha caído el sol y poco a poco la plaza se va llenando de gente.
El espacio escénico está acotado por seguridad.
Hoy nadie acude a la plaza para gritar consignas, ni para participar en asambleas.
Esta noche hay un espectáculo de fuego y malabares.
En el centro de la plaza, Fran, Isaac y Raúl se concentran bajo la atenta mirada de un gran número de personas, pequeños y grandes, que esperan con ilusión a que comience el show.
Los artistas, ataviados con pintorescas vestimentas que nos retrotraen a las películas de "Sandokan" se preparan para jugarse el tipo a cambio de cuatro cuartos y un montón de aplausos.
Son unos profesionales y en el momento en que comience todo, las rebajas en el caché, de por si ya bastante mermado, los impuestos, los gastos de material y transporte y en definitiva: todo aquello que hace que cada vez sea más difícil vivir de su pasión, quedará relegado a un segundo plano.
Yo me siento en el suelo, en primera fila, no me quiero perder ni un solo detalle de su actuación.
Les conozco, he tenido la suerte de actuar con Fran en una gala solidaria y se de lo que es capaz.
Comienza la música.
Los ritmos tribales a base de "djeembes" y "pitas" me hacen sonreír.
Para mi estos instrumentos simbolizan muchas cosas más. Muchachos y muchachas reclamando sus derechos a golpe de tambor, carreras por las calles, hartazgo de todo.
Pero mi amigo Fran mira al infinito y arroja sus mazas empapadas en keroseno que al combustionar, iluminan una noche perfecta para ser artista.
No se que es lo que tiene el fuego, pero a todos nos atrapa en el acto.
Ni un murmullo.
Los malabaristas van desplegando su arte y la precisión de sus movimientos reflejan la cantidad de horas de ensayo y trabajo duro que recaen sobre estos tres muchachos.
Levantan aplausos y vítores, yo aplaudo hasta que se me enrojecen las palmas de las manos, hasta que me duelen.
Aplaudo a mis amigos y de paso, aplaudo a todos los artistas que cada día se dejan los cojones en las plazas de este país de chorizos y especuladores.
Aplaudo a las personas que decidieron hacer de la ilusión y la sonrisa de los demás, una forma de vida.
Aplaudo sus noches sin dormir pensando la forma de pagar el gas y la luz, sus constantes telefonazos a los ayuntamientos tratando de cobrar facturas atrasadas, sus visitas al super, devanándose los sesos para encontrar las ofertas que les permitan llenar el carro y elaborar los consabidos menús a base de pasta y arroz y arroz y pasta.
Aplaudo su resignación ante las infamias de aquellos que abonan las poltronas con el sudor que les empapa la espalda, mientras las mazas ardiendo, dan vueltas y más vueltas en el aire.
Aplaudo a mis amigos, a mis compañeros y al orgullo de una raza especial: la de los artistas.
Termina el sol y la gente de desperdiga poco a poco.
Los muchachos sudorosos pero satisfechos por un trabajo bien hecho, recogen cuidadosamente el material y se lavan las manos chamuscadas y tiznadas de arte.
Nos tomamos una caña y aprovechamos para ponernos al día.
La vida no da tregua, nosotros tampoco pensamos dársela.
Seguid luchando compañeros, las plazas sin vosotros no son más que espacios vacíos de todo.

lunes, 4 de junio de 2012

Verbo

Estoy de acuerdo conmigo en casi todo lo que pienso y lo que siento.
No necesito de razones para autoproclamarme como mi propio verbo.
Soy lo que escribo cuando no puedo dormir, cuando no puedo sentir, cuando no puedo despojarme del recuerdo.
Por eso insisto en que no necesito de razones para autoproclamarme como mi propio verbo.
Trato de buscar estilos para disparar certeras las saetas que se agolpan en la armería.
Trato de buscar sentido en todo lo que me parece una tontería.
Apunto con la seguridad del que hace tiempo que ha perdido el miedo, y fallo premeditadamente cada blanco.
Nadie da de comer a las palomas que pasean sordomudas por delante de este banco.
Debe haber una autovía oculta entre la prosa y la poesía.
Debe haber otro camino más sencillo para relatar el día a día.
Doblo con esmero cada esquina retorcida de mi corazón, esperando encontrar siempre la misma cara conocida debajo del edredón.
Las palabras hacen enormes colas impacientes por salir de mi cabeza.
Se empujan unas a otras, las más avispadas se cuelan y casi siempre hay alguna que presenta por escrito y rubricada la misma queja.
"No me desperdicies"
Pero soy incapaz de hacerle caso, y la archivo.
Y con cada palabra que desperdicio me siento un poco más vivo.
Tengo siete petates del ejercito repletos de palabras malsonantes, de rimas nefastas, de textos delirantes.
Y millones de frases hermosas se van cubriendo de moho en el trastero.
Tengo siete oportunidades para ganarle a la vida jugando con las reglas de su propio juego.
Llevo la recámara repleta de recursos encontrados porque una vez se perdieron.
Juego con las erres, con las eses, con las cartas que me dieron.
Que no son malas, ni buenas, sino todo lo contrario.
Son veinticuatro tarjetas con las veinticuatro letras del abecedario.
Supongo que tengo que empezar a separar el grano de la paja, las sonrisas de las lágrimas, los comodines complacientes de la baraja.
Necesito ayuda,
cuando me siento a escribir siempre me asalta la misma duda:
ritmo, pulso, rima, calidad...
¿donde cojones han escondido la llave de la cerradura de seguridad?
Necesito abrir esta caja fuerte repleta de respuestas.
Necesito cubrir con holgura cada una de las apuestas.
Necesito saber si hay un acuerdo,
entre Dios y las razones que no necesito para proclamarme como mi propio verbo.




domingo, 27 de mayo de 2012

La nariz roja

Me la pongo la mayoría de los días en que necesito ser aún más payaso de lo que soy.
Se que una frase como la anterior va a dejarme la bandeja de entrada llena de comentarios ofensivos, pero como tengo el arma suprema de eliminarlos o de publicar aquellos que me salen de la pipa, me da bastante igual.
Es curioso lo que encierra este trocito de gomaespuma descolorida.
Ahora soy un tipo dolorido... ahora hago felices a los niños.
Ahora podría encaramarme al campanario de la iglesia más cercana con un fusil de reproches... ahora solo necesito una flor que arroje agua, un cañón de confeti y unos zapatos enormes.
Le facturo a la vida las sonrisas que me debe con la esperanza de que pague a treinta días y cada mañana compruebo mi cuenta corriente, desesperándome al ver que allí no ingresa ni Dios y sigo pidiendo sonrisas prestadas.
Entonces vuelvo a ponerme mi nariz y es como si una dosis de morfina penetrara por la vena con la premura de un caniche vestido de arlequín.
Cuando se me pasa el chuté, la guardo en el ropero, junto a las otras.
Tengo un ropero de lo más interesante.
En las baldas se agolpan las calzas verdes, los gorritos con las plumas deshilachadas por la velocidad de los picados desde la nube donde te sigo observando, las naricillas rojas, el uniforme de la PM, los trajes de vender pisos de lujo, las disculpas para cada vez que meto la pata.
El disfraz de "Power Ranger rojo", la falda de actuar en los pueblos de la Castilla más profunda y más amable, las fotos con tu rostro recortado, para no ver que te fuiste.
Las poquitas lágrimas que me dejaste.
Esas las he metido dentro de una bolsa de plomo, porque son radiactivas y lo podrían contaminar todo.
Tengo una maleta de cartón llena de ganas de hacer cosas.
Pero no encuentro la llave.
En una percha, estiradita,  está mi madurez. Todo el mundo insiste en que me la ponga, sin saber que me queda muy justita y  el botón del cuello me oprime la traquea.
Un cuaderno lleno de preguntas para plantear a los psicólogos.
El paquete de tabaco que terminará matándome.
Los traumas de verano y los de invierno, amontonados unos sobre otros.
Mi chaqueta de "Vesperdidos".
En el cajón de las personalidades hay media docena que tengo que remendar, la mayoría las zurci hace tiempo y se nota un poco que están viejas y desgastadas.
Aunque pasa lo de siempre: a la gente le encanta la de "simpaticote oportuno" y se horrorizan con la de "Alguien puede sacarme de aquí".
Bien planchaditas están las pesadillas en las que apareciste para recordarme lo crueles que pueden ser las cosas.
Las voy a llevar a Cáritas un día de estos.
La montonera de sueños eróticos me la quedo, me gusta releerlos.
Un momento...¡¡ya lo tengo!!
VOY A TIRAR TODA LA MIERDA DE UNA VEZ
Si señor...zafarrancho de limpieza.
Al carajo las fotos, los traumas, las lágrimas radiactivas y las personalidades grises.
Fuera telarañas y cagaditas de monstruo, que son como las de los ratones pero aristadas.
Tengo que hacer hueco para que ella pueda colocar todas sus cosas, que huelen a nuevo, a limpio, a oportuno y a felicidad.
También dejaré un pasillito por si alguien se decide a salir del armario un día de estos.
Nunca se sabe.
Me quedo con las naricillas rojas y en cuanto abran las tiendas me voy a ir a comprar una palanqueta para forzar la maleta de cartón.
También me quedo con mi ropa de Peter Pan.
Y mi chaqueta de "Vesperdidos".
Comida para las polillas, que se pongan hermosotas y se conviertan en mariposas. Así en vez de agujerear la ropa dejarán por toda la casa un rastro de arco iris.
Y de polvo de hadas.
Me mola el plan.
"Nianononiano"








jueves, 17 de mayo de 2012

La luz

Entra por una rendija de la persiana y me sacude de lleno en el rostro con fuerza, con toda la fuerza de la mañana.
Pesa como un yunque y no me queda más remedio que abrir primero un ojo (el de ver las cosas como son) y luego el otro (el de ver las cosas como me gustaría que fuesen).
Al mantener los dos abiertos al mismo tiempo, veo las cosas como yo las veo siempre: con un toquecito de mi mismo, el justo para adulterar esta vida tan dolorosa y convertirla en soportable, incluso en deseable.
Si la cosa se vuelve demasiado difícil me pongo las gafas de mirar hacia adentro.
Me ducho solo, dándole gracias a Dios por haber nacido aquí y ahora y poder ducharme solo, y no en compañía de un montón de hombres esqueléticos con la barba rala y pijama de rayas, horrorizados hasta recibir el consuelo de la primera gota, indolora, incolora e insípida.
Me seco frente al espejo y juego a imaginarme sin ojeras, con un holluelo en la barbilla o con una hermosa cicatriz en la mejilla.
Tengo muchas cicatrices, pero ninguna visible.
Una de ellas es de cuerpo entero, como la ropa interior de los bebés, con botones para dejar al descubierto las zonas más sensibles en caso de necesitar una cura oportuna.
Elijo la ropa con esmero. Cómo ya dije en una ocasión, a la gente no le gusta la tristeza ajena,así que me visto con todos los colores, con todos, con los que me favorecen y con los que no, con todos a la vez.
Y salgo a la calle, deseando no encontrarme con el  ladrón que me robó la sonrisa, o encontrármelo de una vez por todas y reventar la cerradura del cofre donde guarda todo lo que ha robado, aunque ya nada de eso volverá a relucir como antes; se pudrió, se estropeó, se convirtió en inmundicia.
De todas formas me he comprado un montón de ellas en el "chino" de la esquina; de sonrisas, quiero decir.
Vienen con una goma para que te las puedas anudar en torno a la cabeza y no se te caigan,
A mi ya no se me volverán a caer pero, por si acaso, guardo una en cada bolsillo.
LLego desganado al trabajo que no tengo y que consiste ni más ni menos que en trabajar mucho cada día para no ganar dinero y, deber el dinero que no gano a todo el mundo.
Con lo que no gano no pago las facturas ni compro comida, ni me visto, ni viajo.
Debería coger la baja...total, hasta en este trabajo hay que justificar las ausencias.
Me tomo un café donde siempre y como cada mañana me lo pido extra amargo de noticias nacionales e internacionales.
Continuo con lo mio que es enfrentarme a una novela que levantará ampollas entre los que previamente levantaron la muralla entre la felicidad y todo lo demás.
Que se jodan, francamente, porque no podrán ocultar la´verdad de todo y será público el dolor.
Y la vergüenza, la suya y la mía.
Como rápido para no darme cuenta de que el plato que pongo frente al mio en la mesa volverá intacto a la cocina.
Pero estás tú.
Y aunque nadie quiere cantar con nosotros porque piensan que desafinamos, a mi me vuelve loco tu forma de llevar el ritmo.
Ok...la melodía es jodidamente difícil, pero es lo que tiene la música: no por fuerza la más sencilla ha de ser la más hermosa.
Que fluya.
Que limpie todo lo demás.
Que nos sirva para cerrar los ojos y tararear
Y llevar el ritmo con los dedos tamborileando sobre la madera de la barra de algún bar.
¿Qué más necesitamos ahora?
¿Qué más se le puede pedir al momento en el que estamos?
Que la luz vuelva a entrar un día más por una rendija de la persiana,sacudiéndome de lleno en el rostro con fuerza, con toda la fuerza de la mañana.






viernes, 11 de mayo de 2012

Allí

Tú.
Y yo aquí.
Tú dormida en tu cama y yo tratando de dormir.
Tan estúpidos los dos como para echarnos de menos.
Yo jugando a que a pesar de todo puedo soportar que conozcas mis defectos,que por cierto...son muy pocos, escasitos si acaso.
Tú perdonándome todas y cada una de mis faltas porque en el fondo sabes que errar es tan humano, como respirar,maldecir, o comprar ropa interior en un mercadillo.
Yo rebuscando en el bolsillo el dinero que no debería haberme gastado.
Tú haciendo cuentas de las veces que me ha costado decir "te quiero".
Yo escamoteando a mi memoria un par de cubatas de entre todos los garitos.
Tú decidiendo que pase lo que pase, diga lo que diga o haga lo que haga, es mejor que pida tan solo coca cola light.
Los dos rememorando el trocito de sábana necesario para sacar el demonio que llevamos dentro, que se nutre de encontronazos ocasionales y feroces, sudorosos y certeros.
Yo, alimentado de todos los "yos" que me han pedido fuego a las tantas en la barra del último bar que permanecía abierto, para que alguno de mis "yos" se acercara a tontear con la camarera.
La camarera sudada y hasta "el mismísimo" de todos los tipos como yo.
Y en el fondo sabes a ciencia cierta que no podemos vivir el uno sin el otro.
A ti te cansa tu vida, a mi me duele el recuerdo.
También me duele el estómago de tragar vilis e higadillos y mierdas de esas que jamas hubiera pensado que tendría que tragarme.
Yo deseando sacudir la ostia más precisa en el mentón del cobarde.
Tú sujetándome...que lo mato.
Los dos deleitándonos con el sinsabor de una historia por la que nadie apuesta.
Los dos.
Y eso de momento, aunque ninguno se lo crea, basta.



lunes, 7 de mayo de 2012

Sin mácula


Dicen los entendidos que el principio de una buena historia debe ser, al menos, tan brillante como el final.
La suya pudo haber sido una de las mejores pero se quedó en otra historia más.
Su madre lo parió en menos de diez minutos, a la sombra de una de las moreras que se encontraban antaño en la ribera del Pisuerga.
Tras arrancarse ella misma el cordón umbilical y la placenta, lavó al recién nacido en las aguas del río y aunque no era una mujer creyente, los miedos ancestrales y las costumbres de la época se impusieron a su odio a todo aquello que oliese a sotanas, y de aquella manera, torpe y ausente de toda fe, bautizó al pequeño. Por si acaso.
Durante unos cuantos años madre e hijo malvivieron de la caridad de los vallisoletanos que paseaban por los jardines de la rosaleda.
En ocasiones, cuando acuciaba la necesidad, aquella mujer, algo ajada por la mísera  vida que llevaba, pero aún hermosa y apetecible, aliviaba las necesidades más íntimas de algún solitario paseante a cambio de unas monedas.
El muchacho creció sano y fuerte, libre, como los gorriones que pululaban entre las ramas de los árboles; tímido y curioso, como los ratoncillos que infectaban las riberas.
Nadie como él conocía las orillas del Pisuerga.
Los gendarmes acudían en busca de su ayuda cuando desaparecía alguna persona, sabedores de que aquel rapaz encontraría el cuerpo del accidentado o del suicida porque, durante una larga temporada, a los desesperados de la ciudad les entró la fea costumbre de arrojarse a las aguas turbulentas y gélidas que parecían insinuar a aquellos que quisieran decidirse a saltar un futuro sin miserias.
Miguel (así se llamaba aquél muchacho de corta estatura, cabello oscuro y ojos claros) buceaba entre las raíces podridas, entre los restos fosilizados de toda clase de enseres, entre los pecios  fantasmales de chalupas y barcazas.
Buceaba como una nutria.
Mientras los gendarmes liaban cigarrillos y requebraban a las jovencitas que paseaban en la seguridad de la tierra firme, Miguel lograba vislumbrar una silueta atrapada entre líquenes.
Al principio, cuando comenzaron a encargarle estas misiones de búsqueda recompensadas generosamente por las familias de los fallecidos, Miguel aún quedaba impresionado por la expresiva mirada de los ahogados.
Ahora ya casi podía ignorar aquella sensación extraña que emanaba de los cuerpos sin vida y que era como una presencia, como un grito, como si el cadáver le sostuviera la mirada solicitando otra oportunidad, a él, que no era más que un niño.
Haberlo pensado antes- Le hubiera gustado decir a Miguel, pero sabedor de que sus palabras ya no serían escuchadas, ahorraba oxigeno y energía para la vuelta a la superficie.
Miguel solo debía señalar el lugar donde se encontraba el cuerpo, de lo demás ya se encargaban los gendarmes, que hacían descender a un par de hombres sujetos con cuerdas y armados con extraños balones de oxígeno y hachas y herramientas de todo tipo, quienes recuperaban el cadáver, mordisqueado por los peces y las ratas.
En ocasiones, si se había notificado la desaparición tardíamente, el difunto presentaba un aspecto terriblemente desagradable.
Hinchados por los gases de la putrefacción, amoratados por la falta de oxígeno, y con las extremidades semiamputadas por los mordiscos de carpas, lucios y barbos, aquellos sacos de carne vestidos con lazos y chorreras resultaban a un tiempo ridículos y terribles.
No había excepción. Al identificar al familiar, el pariente encargado de ello, terminaba arrojando el desayuno o el almuerzo por encima del murete de contención, cosa que los patos agradecían enormemente, dando buena cuenta de los restos deglutidos y regurgitados.
Miguel entendía aquello como el ciclo de la vida.
En una ocasión, a finales de la primera década del siglo, siendo Miguel ya un joven hecho y derecho, los gendarmes se acercaron a buscarle acompañados de un caballero de impecable apariencia y, a tenor del trato que le dispensaban los uniformados, aquel señor debía ser alguien realmente poderoso.
Le explicaron a Miguel que aquel señor era ni más ni menos que el gobernador civil y que tenía la triste sospecha de que su hija, a quien había prohibido tajantemente cualquier contacto con un escritor de la villa de quien estaba enamorada, podría haberse lanzado a las aguas del río, en una suerte de postrera acción poética.
Miguel nada sabía aún del amor.
Despojándose de la ropa, estudió por unos instantes la dirección del viento, la fuerza de la corriente y el tamaño de los remolinos.
De un salto se zambulló en el río y su instinto y la interpretación de diferentes señales le llevaron a sondear una zona determinada, junto al puente mayor.
El día era soleado y las aguas corrían más limpias de lo que era habitual en aquella ciudad, donde los vecinos consideraban el río como su estercolero particular.
No tardó demasiado en dar con lo que buscaba y ojalá no lo hubiera hecho nunca.
Los rubios y largos cabellos de la muchacha, se extendían hacia la superficie, como una flor buscando los rayos de sol.
El vestido, de fina gasa, empapado, se ceñía al cuerpo oprimiendo unas formas que se mostraban absolutamente deliciosas.
Parecía como si la muerte hubiese querido dejar a aquella chiquilla allí, sin tocar apenas, en una suerte de homenaje o de monumento a lo absurdo del ser humano.
Ni los peces ni ninguno de los voraces animalillos que pueblan el río habían degustado aún aquella carne blanca y firme.
En los ojos de la muchacha, solamente una inmensa tristeza.
Miguel salió a por aire fresco y tras unos segundos, volvió a sumergirse.
Era preciosa, era el ser más hermoso que había visto en su vida y en aquel mismo instante decidió consagrarse a aquella diosa y si fuera necesario, llegado el caso, morir por ella.
Con serenos embustes, aseguró al señor gobernador que, de haberse arrojado al Pisuerga su hija, él la hubiera encontrado, cosa que corroboraron los gendarmes, gustosos de darle al caballero alguna esperanza.
El gobernador, de su mismo bolsillo, hizo entrega a Miguel de una considerable cantidad en agradecimiento por sus servicios, y ordenó que se detuviera al joven poeta y se le interrogara con cualquier medio, hasta que confesara donde se encontraba su hija.
Los ojos del gobernador, otrora poblados de desesperación y de dudas, se tornaron glaucos e inmisericordes, como los de un marrajo.
Miguel lamentó lo que le pudiera suceder al poeta, pero su sentimiento de culpa tan solo duro unos instantes, ya que en cuanto se quedó de nuevo solo, volvió a sumergirse.
Los días pasaban y la joven seguía permaneciendo milagrosamente incorrupta.
Miguel no encontraba más explicación a aquel suceso que la fantasía de que Dios había puesto a aquella muchacha en el río para que fuera amada en su muerte, más de lo que fue amada en vida.
Y él la amó.
La amó hasta la desesperación y la locura.
Poco a poco dejó de comer.
Pasaba más tiempo en el lecho del río que en la superficie, su piel se cuarteó, agrietada por la excesiva humedad.
Se abrazaba al cadáver y permanecía así hasta que los pulmones parecían estallar, entonces volvía a la superficie a recobrar el aliento y una vez que se había alimentado del oxígeno necesario, volvía a descender.
Miguel enloqueció de amor.
En su locura, entablaba largos y apasionados diálogos con la hija del gobernador.
Miguel no conocía ya ni quería más vida que la ausencia de luz al lado de su amada.
Y una mañana, Miguel decidió quedarse para siempre a su lado.
Se lastró las ropas con tanto peso como pudo acarrear y, echando un último vistazo a su alrededor, repudió la vida en la superficie y se dejo arrastrar junto a la joven de cabellos rubios, ojos tristes y labios húmedos.
Meses después, un remero que trataba de recuperar el abanico de su joven prometida, dio con los dos cuerpos, llevándose tal susto que casi fallece ante el macabro descubrimiento.
Cuando los gendarmes consiguieron subir a la superficie los cadáveres, la gente se arremolinó para deleitarse con el morbo de aquel espectáculo.
Ambos cuerpos estaban absolutamente destrozados, corrompidos por el paso de los meses bajo el agua, pero lo más curioso es que se encontraron fundidos en un abrazo que ni la fuerza de las aguas había podido separar porque, aunque la carne termina siempre por corromperse, el amor, en ocasiones, sobrevive.


martes, 1 de mayo de 2012

Alitas de plumón blanco.

Aunque la mayoría de las personas no pueden verlas.
Mi hermana pequeña tiene los ojillos azules, rasgadillos, como si fuera oriental.
Tiene los rasgos más bonitos del mundo, porque son absolutamente limpios.
Si te mira y sonríe, te das cuenta de que solo unos pocos pueden mirarte y sonreír desde esa distancia, desde un lugar con el que soñamos y al que muy pocas veces podemos acceder.
Cuando mi hermana pequeña ve en la pantalla de la tele algún tipo rubio con patillas, señala y dice "es Juan" y se ríe.
Se ríe porque es feliz, aún sabiendo que no soy yo, es feliz porque ve a personajes que se me parecen y le recuerdan a mi.
Y eso es genial.
Es genial que alguien sonría al recordarte.
El día que nació, los doctores no pudieron ver sus alas y procedieron a dictaminar que padecía "Síndrome de Down", que es la denominación que la medicina ha inventado para los ángeles.
Vivimos en un mundo que inventa nombres nuevos para bondades antiguas.
Yo tenía doce años y mentiría si no os dijera que me enfurecí con Dios o como quiera que se llame el tipo que maneja los hilos ahí arriba.
Pero eso es porque en mi ignorancia, asocié su alteración genética con la desgracia y la vergüenza.
Y durante años, no fui digno de su amor desmesurado, porque al caminar con ella por la calle sentía que otros niños nos miraban y hacían muecas.
A mi madre, muchas señoras de misa diaria con abrigos de animales muertos y restos de ostras colgadas del cuello le aseguraban condescendientes lo "cariñosos" que son "estos niños" y la suerte que tenia porque "estaría siempre a su lado, haciéndola compañía".
Estimulación precoz y colegios especiales, aulas de integración y trabajo en casa.
Y mi hermanita coloreando sin salirse, los dibujitos de un cuaderno Disney.
Y poco a poco, descubrí que mi hermana vino a este mundo para que la familia permaneciera unida.
Yo, que soy un tipo egoísta y que suelo anteponer mi placer personal al resto de necesidades familiares, he aprendido que no hay nada mas hermoso que el cariño de los tuyos.
Ver como se le ilumina la cara cuando nos sentamos todos a la misma mesa es un espectáculo.
Consigue con un gesto apaciguar las discusiones y rescatar lo más puro de cada uno de nosotros.
Ver a mis padres, esforzarse día tras día para que siga siendo la niña más feliz del universo, anteponiendo por encima de cualquier otra cosa la sonrisa de mi hermana me reconcilia con el género humano.
Ver al resto de mis hermanos desvivirse para que no se le apague el brillo de los ojos me reconcilia con el género humano.
Saber, que por muchas puñaladas que me de la vida, por muchas noches que pase sentado ante este teclado, con un vaso en la mano y una lágrima en los ojos, preguntando que coño he hecho mal y hasta donde seré capaz de aguantar, al día siguiente iré a casa y mi hermana me cogerá la mano y me curará al sonreír. Como en el anuncio de la Mastercard, no tiene precio.
Y anoche, en una de las noches donde más cerca he estado de pedir que se parara el bus, que me bajaba, ante la desesperación que produce el sentirse perdido, no tuve más que cerrar los ojos para ver las alitas de plumón blanco de mi hermana.
Yo no se como hacerlo mejor, pero para ella siempre está bien.
No se como despojarme de todo lo que me sobra, pero eso a ella no le importa, porque luego ve en la pantalla de la tele un tipo rubio con patillas y sonríe.
Solo se que tengo suerte, porque en el reparto, a mi me ha tocado un ángel.