martes, 6 de junio de 2023

Tiempos verbales


 —Bueno, ha tardado un poco, pero al final nos ha terminado reuniendo –dice Peter para romper el hielo  algo incomodo tras las miradas de reproche de sus contertulios al no haber podido contener un involuntario cacareo al aparecer junto a ellos–Quizás Juan tenía que haber buscado fecha para charlar un rato hace ya unos cuantos meses.

—Digamos que aunque en realidad es consciente de que lo esencial es invisible a los ojos, aún se resiste a ver aquello que por fuerza tiene que reconocer y que bajo ningún concepto le debe pasar desapercibido.

—Obvio, alteza–dice Laertes socarrón mientras da una profunda calada al pitillo que ha encendido con un mechero de gasolina esbozando su acostumbrada sonrisa de medio lado–Supongo que aquí se podrá fumar.

—No hace falta que me llames alteza, Laertes –apunta el joven príncipe–no estamos en B612 y aquí todos somos iguales. Y por supuesto puedes fumar. Estamos en su universo y aquí él marca las normas.

Todos no somos iguales –se queja Peter–vosotros por lo menos tenéis sombra. Yo no consigo retener a la mía. pero bueno... supongo que ese es el menor de los problemas hoy.

—No te quejes, chavalín. Te aseguro que duele mucho más ver como se aleja el amor de tu vida sin conseguir mantenerlo a tu lado y en efecto, lo de tu sombra hoy, importa lo que viene siendo una mierda.

—Todos hemos perdido cosas, todos–interviene El principito con acierto para evitar un enfrentamiento entre el eterno residente en Nunca jamás y el despiadado asesino profesional–Yo perdí a mi rosa. Hay otras muchas rosas, pero Ella era especial. Era mi rosa,  y al igual que la sombra de Peter,  decidió abandonarme. Tu, Laertes,  perdiste a Adán cuando descubrió que no quería pasar el resto de sus días rematando tus trabajos a medio hacer y escondiéndose de la policía y de tu mirada y tu palabra azul. Y el inspector Iván Pinacho, quien ya avisó que hoy no vendría pues está en medio de la Temporada de caza, perdió a la comandante E. Terna,  y aún no lo ha superado. Y quizás por eso mismo, por el cúmulo de pérdidas y de fracasos,  Juan decidió hacer de nosotros sus alter egos, dependiendo de en que momento dejase escapar algo y de la importancia para su alma y su corazón de  lo que dejó escapar. Te aseguro, Laertes – prosigue al ver que ha captado la atención de los invitados al concilio en el subconsciente de Juan– que el que Juan te otorgase el poder que te ha otorgado en sus relatos no  es algo casual.

—Lo sé, chavalín. Yo limpió su mierda. Ejecuto a sus rivales, elimino sus fracasos y hago del tipo malo que es incapaz de ser en ese puto mundo real que tanto lo asusta. Vosotros representáis lo tierno, lo inocente, lo hermoso y lo mágico. Yo soy el más real de los tres.

Laertes, tras soltar semejante sentencia echa un trago de la petaca que oculta en el interior de la chaqueta junto a la Pietro Beretta de 9 mm de la que no se separa nunca por lo que pueda pasar. 

—¿Os habéis fijado en que tampoco ha venido Patoso? El príncipe patoso también se ocupó de llevar sus momentos importantes al negro sobre blanco –. Apunta Peter Pan con acierto.

—Prescindió de Patoso al darse cuenta de que el no haber podido despertar a su querida Blancanieves con un beso de amor en realidad no fue culpa suya. En ese momento creció un poco más y avanzó en su madurez. Ahí comenzó a darse cuenta de que los finales felices son solo patrimonio de los cuentos infantiles–responde con lástima el joven príncipe de cabellos dorados– En ese mismo instante comenzó a olvidarse de lo más importante. De que antes era un niño. 

—Pues si se ha empeñado en madurar, en avanzar y en ser el hombre que debe ser, creo que tenemos un problema que no se puede solucionar con una bala entre las cejas ni con un gancho de izquierda –.escupe Laertes sabedor de que algo va a cambiar en el universo del aprendiz de escritor de bigote bicolor –Y en realidad eso a mi me preocupa menos, pues al fin y al cabo yo soy una representación de su necesidad de aplicar la justicia necesaria a los tragos más amargos, y creo que lo acompañaré siempre, pues siempre pasará por momentos difíciles, de una forma o de otra, y siempre se cruzará con personas miserables a las que en su vida de honrado y esforzado ciudadano no podrá rajar el cuello con una navaja de barbero ni atravesar el pecho con media docena de balazos.

—Ya, pero siempre necesitará que alguien le espolvoree los sueños con un poquitín de polvo de hadas, y siempre necesitará también escaparse a la laguna de las sirenas, o a cortejar a una princesa india.

—No te lo tomes a mal, chavalín, pero me parece a mi que al margen de sirenas y de princesas indias, Nunca jamás le interesa lo justo. El instinto paternal brilla en él por su ausencia, y no se cansa de decir que para qué tener un hijo pudiendo adoptar un gato. No le gustan los niños,  y mucho menos los niños perdidos, pues el mismo se consideró como tal durante muchos años y ahora reniega de ello. 

—Ya, pero tampoco fue jamás muy hábil con las plantas y no conozco a nadie que haya puesto tanta ilusión en ayudar a que una rosa floreciera hermosa y feliz. La vida da muchas vueltas, muchas, y como él acostumbra a escribir , si no te agarras bien en las curvas terminarás besando el asfalto.

Laertes y Peter Pan asienten ante el razonamiento del joven príncipe y cruzan miradas de aprobación entre ellos.

—No solo eres el más ñoño de sus alter egos –dice con cariño el asesino de ojos azules–también eres el más cabal.

 —No sé si soy el más cabal  o no – replica el heredero del trono de B612–pero lo que sí que sé es que nuestro amigo se ha cansado de vivir en un recurrente pasado y ha decidido comenzar a vivir en gerundio. Y aunque como escritor trata de utilizar la menor cantidad de gerundios posibles, pues como aprendió hace tiempo ya el gerundio asesina la literatura, ha descubierto que vivir en pasado duele, que hacerlo en futuro es peligroso y que puestos a vivir el presente, prefiere hacerlo en gerundio.

—¡Por fin avanza!–grita Peter acompañando la afirmación de un enorme cacareo y un simpático revoloteo .

—Si –concede Laertes–pase lo que pase y le pese a quien le pese, puede que incluso  a él mismo–. añade el asesino profesional  precavido y protector sabedor de la facilidad que tiene quien ha convocado esta atípica reunión para meterse en problemas.

Entonces el convulso aprendiz de escritor se gira en la cama y bosteza estirándose todo lo largo que es, que la verdad sea cierta no es gran cosa.

—Esta reunión se acaba, muchachos. Creo que lo que Juan pretendía hacernos llegar al reunirnos ya lo hemos recibido, así que vamos despidiéndonos, que en breve estará despierto y todo se habrá consumado. Esta decidido a avanzar y a madurar–finaliza Laertes apagando el pitillo en la suela de su bota izquierda.

—Muy bien, Laertes, Peter. Volveremos a reunirnos un poco más adelante –se despide El principito antes del inevitable raciocinio que llegará con el despertar de la mente que los ha querido reunir–Cuidadlo, ayudadlo y no lo abandonéis a no ser que él así lo quiera. Aún nos necesitará durante un tiempo.

—Y nos tendrá a su lado, muchachos –afirma Laertes despidiéndose también.

—Cuando quiera y donde quiera. En el disco duro de un ordenador o en un recambio de folios blancos. Allí donde su fantasía reclame polvo de hadas, besos de sirenas y pieles rojas, y duelos con el capitán Garfio sobre la cubierta del barco pirata.

 Incorporándose somnoliento, Juan se frota los ojos confundido entre las imágenes que aún  permanecen en el subconsciente. No termina de comprender porqué recuerda entre neblinas a tan distintos personajes imaginarios nacidos en momentos tan diferentes, pero enseguida recuerda que tiene que revisar el archivo de la última entrega de su trilogía antes de enviarla a la editorial, que hoy tiene que afrontar distintos marrones familiares, y que en unas horas tendrá una reunión con el director de la empresa donde con suerte podrá desempeñar el trabajo que le aportará el definitivo control sobre su autonomía y su necesaria independencia. Un café rápido,  un pitillo, una ducha fría que lo despeje y ganas de avanzar. Avanzando y viviendo. Conjugando gerundios. Cambiando los tiempos verbales y peleando duro todo terminará llegando. incluso lo bueno.


martes, 30 de mayo de 2023

Preguntas


 Y es que me he dado cuenta de que entre otras cosas, la vida no es solo identificar, afrontar y superar, la vida es también buscar y encontrar las respuestas acertadas para todas las preguntas que se te plantean a diario. Y quizás eso es lo más complicado, porque aunque encuentres repuestas, es muy difícil saber a ciencia cierta si son las correctas o no. Y la putada es que no dejo de preguntarme muchas cosas, de hacerme demasiadas preguntas. Todo el tiempo. Y es agotador.

Puede que ese dudar constante forme parte de la personalidad compleja con la que el hacedor se divirtió al enviarme aquí de nuevo. Puede que al haber disfrutado de una primera temporada despreocupada e inconsciente en la que sinceramente no me molesté en preguntarme nada, ahora esté completando ese necesario cuestionario existencial y de momento trato de no dejar ninguna respuesta en blanco, porque restan de la puntuación final, al igual que las erróneas. Y ya he visto a lo que te lleva no alcanzar siquiera la nota mínima exigida para conseguir una vida digna. El tribunal examinador es francamente duro y no regala los aprobados. Los suspensos se acumulan en mi expediente y con semejante media no alcanzaré la nota de corte para avanzar en lo que necesito y poder graduarme en la ansiada estabilidad emocional, sicológica y sentimental. 

A veces te encuentras con circunstancias inesperadas que te obligan a decidir de que forma afrontarlas. A veces te encuentras con personas igual de inesperadas que esas circunstancias que citaba, y que te llevan a cuestionarte si el destino las ha cruzado contigo por algún motivo en especial o solo para que veas que en el mundo hay más seres humanos como tu. Con su presencia ratificas que no tienes el monopolio del dolor ni del sufrimiento y, que por muy dura que creas que la vida ha sido contigo, lo ha sido mucho más con personas igual de válidas y de sensibles. Igual de complejas y delicadas, igual de resistentes y de duras, y puede que más humanas.

Quizás cuando te preguntas porqué esas personas llegan en según qué momentos y no en otros, la respuesta está en hacer un examen de conciencia y preguntarte qué es lo que esas personas pueden aportar a tu realidad, o que es lo que pueden enseñarte para avanzar en este complicado camino.

En cualquier caso sé que debo esforzarme en dar con la verdadera respuesta y no contentarme con una de esas ambiguas y oportunas que te ayudan a salir del paso y que esgrimes como comodines extraídos hábilmente de la manga, con artes de tahúr literario que aprendió recursos de prestidigitador en el circo donde se recluyó escapando de la realidad, y de un mundo peligroso y confuso.

Hay veces en las que aunque duela y resulte duro, toca darle la vuelta al alma y evidenciar las carencias, los errores y las necesidades. Hay que sacudir el polvo acumulado bajo el exceso de lágrimas, de ilusiones perdidas y de fracasos, y dejar de lado el ego, las medallas obtenidas y todo aquello que pueda confundirte con su brillo y su fanfarria.

Hala...a pensar. Y a intentar hacer las cosas bien. O al menos lo mejor posible. Si total...de un tiempo a esta parte no dejo de hacerme preguntas y no dejo de exigirme contestarlas con acierto. Puede que un día consiga un cien por cien de aciertos, o puede que no,  pero mientras tanto...no dejaré de ser como soy y de confundirme en el caos de la sinceridad con la que me castigo a mi mismo, aunque a veces,  no sea suficiente.

lunes, 22 de mayo de 2023

Dudas


 Supongo que dudar es tan humano como errar, y quizás esos errores producto de una mala decisión tras la duda, se han convertido en el leitmotiv de mi vida. Alguna vez he escrito que cuando quiero hacerme daño hago introspección, y es cierto. Tiendo a dar muchas vueltas en la cabeza a aquello que me desconcierta, que me angustia o que me asusta. Pero es que vivir es identificar, afrontar y superar obstáculos, miedos y problemas de todo tipo. Y quizás eso que conocemos como felicidad se limita a haber sabido tomar la decisión adecuada.

Durante muchos años, quizás durante toda la primera temporada de esta serie de mi vida, no supe, o no quise enfrentarme a la toma de decisiones, y me dejé llevar por la inercia apoyándome en una buena fortuna fuera de lo normal que me llevaba a salir airoso de casi todas las situaciones. De casi todas. 

Fui tan inconsciente como imprudente y me acostumbré a dejar todo en manos del azar y del destino, que es un tipo tan caprichoso como socarrón y no se casa con nadie, ni concede excesivo crédito a las personas despreocupadas.

Una cosa llevó a la otra y pensando que encontraría siempre la solución a todos mis problemas en el apoyo de mi gente, en las caderas de una mujer, en mi labia y mis habilidades sociales, o en un escocés con hielo, el director de la tragicomedia que protagonizo decidió suspender la emisión durante unos cuantos días y por suerte (una vez más) y tras sopesar los índices de audiencia y los beneficios publicitarios, se avino a rodar una segunda temporada, pero el equipo de guionistas celestiales decidió modificar la esencia de mi personaje y otorgarle una personalidad más compleja. Y más reflexiva.

Ahora me enfrento a mis dudas, porque no me queda otra, porque he vaciado el cofre de la suerte, porque he aprendido que o soluciono yo mis problemas, o no me los  solucionará nadie. Y he descubierto el amargo sabor de la frustración cuando me esfuerzo en alcanzar un sueño y veo como se aleja poniendo distancia, cuando entrego mi corazón servido en bandeja de plata acompañado de una guarnición de compromiso, y la invitada a disfrutar del menú emocional se levanta de la mesa tras el aperitivo con una excusa más o menos acertada y devuelve a cocina los platos, rompiéndome el alma y obligándome a congelar el producto para que no se eche a perder.

Ahora simplemente me enfrento a las circunstancias cotidianas como el resto de los mortales, a pecho descubierto, sin esa cota de mallas tejida con los muelles del colchón que misteriosamente siempre protegía mi caída, y sin el escudo del casual y oportuno acierto que me salvó tan a menudo  de las saetas disparadas por la realidad.

Puede que ahora piense demasiado, puede que ahora me cuestione en exceso las cosas, puede que deba seguir el consejo de algunas personas que me animan a no tratar de adelantar acontecimientos, pero de un tiempo a esta parte siento que si abandono el sendero de la razón y de la prudencia, corro el serio peligro de perderme en un bosque de dudas y de que me alcance la noche confundiendo mi camino para siempre.

Por eso quisiera ser como el águila que vuela alto viendo todo desde la mejor perspectiva, sobrevolando las dudas, esquivando los peligros y escapando de los errores de una incorrecta toma de decisiones.

Pero para mi desgracia no hay un manual de instrucciones para este juego que es vivir, tan solo unas pocas reglas que estoy aprendiendo a seguir a rajatabla pues conozco las consecuencias de infringirlas.

Trato de encontrar la solución a las dudas que se me plantean durante la partida y procuro no perjudicar a otros jugadores con movimientos erróneos. Me he dado cuenta también de que seré el único responsable de mi recorrido por el enrevesado y complejo tablero y de que por primera vez, además de no querer perjudicar a otros jugadores, no quisiera seguir haciéndome daño y no voy a abandonar mis posibilidades de triunfo a la suerte de los dados. Toca pelear por la victoria, toca avanzar.

Avanzo, aunque a veces duela, a veces me agote y me pueda el cansancio, pero avanzo. Lo que aún no tengo claro es hacia adonde y por eso vuelvo una y otra vez a buscar solución y respuestas a las dudas que no cesan.

lunes, 15 de mayo de 2023

Cuerpo y alma


     Hubo un tiempo en el que hablar de todo lo bueno que hay en Valladolid se convirtió en mi trabajo pues a través del avatar Guizmo Pucela y de las redes sociales y el blog que creé para ello, el equipo de gobierno al frente del ayuntamiento de la ciudad confió en mi para ofrecer a los internautas de todo el planeta aquello que la dura estepa castellana puede regalarles y creedme, hay mucho más que polvo, sudor y hierro.

Pero hoy en un arrebato de agradecimiento a mi ciudad y a mi gente voy a dejaros aquí aquello que en Valladolid me alimenta en cuerpo y alma y de lo que tengo la inmensa fortuna de poder disfrutar a título personal y sentir al hacerlo que la vida es un lugar mejor.

Hoy no voy a escribir uno de esos textos románticos y metafóricos a los que os tengo acostumbrados en los que declaro mi amor a esa mujer encarnada en una rosa, aunque de alguna manera esté siempre presente en mis escritos, ni voy a utilizar a mi querido Laertes para que literariamente asesine  mis miedos, a mis enemigos emocionales y a todos aquellos que de una forma u otra me han hecho daño(en mi universo literario yo soy Dios y puedo dar y quitar vida). 

Hoy solo voy a hablaros de cosas positivas que podréis disfrutar si confiáis en mi criterio y en mi gusto. Y por supuesto nadie me va a pagar por ello, tan solo mi conciencia y mi espíritu, que de alguna forma se sienten en deuda con el buen hacer de mis paisanos. 

Como dijo Jack el destripador en un alarde de ironía, vamos por partes:

El Alma

La música es algo fundamental en mi vida, al igual que la literatura y en esta ciudad son muchos los que me acarician el alma con sus composiciones y sus interpretaciones, y en muchos y muy variados estilos. Si venís por aquí y os apetece disfrutar del arte de mis amigos, os recomiendo que busquéis en la red las posibilidades de escucharlos en directo.

Hay un gran número de artistas peleando por hacer de la música su medio de vida, pero os voy a citar nada más que los nombres de algunos solistas y de algunas formaciones para que investiguéis sobre ellos en internet y los escuchéis en las distintas plataformas y luego juzguéis.

El video de Blow grabado y editado por Francisco Fernández bajista de la formación, en el que a la orilla de Pisuerga Pablo Acebal con la colaboración especial de Rocío Torío cantan un tema delicioso me pareció perfecto para encabezar esta entrada.

Hay muchas y muy buenas voces en pucela, y si tenéis suerte y cuadra en vuestra visita podéis intentar escuchar a Vilma con Andrea Garcy, a los Cover Club con Susana, a los Serendipia con Darío Martín H o a los Cosmic Birds con David Rodríguez.

Pueden poneros a bailar y a disfrutar de un verdadero show de igual manera Los Pichas,  Showers Singers, Cañoneros, Santi Iglesias o los Seis Kafés.

Si buscáis algo más intimista dentro del virtuosismo instrumental y el talento en idéntica proporción, igual tenéis suerte y disfrutáis de la guitarra de Raúl Olivar o del piano de Oscar Lobete.

Y en cuanto al teatro esta es una ciudad muy rica en escena y en la que tengo la suerte de contar con el cariño de muchos y muy grandes ejemplos del arte sobre las tablas.

Si os apetece conocer Valladolid de forma diferente, la Sociedad Mixta para la promoción del Turismo ofrece visitas guiadas y teatralizadas de todo tipo y en ellas el talento de la fantástica Katia Gallego y de su camaleónico compañero, Pablo os permitirán conocer a nuestras reinas, los misterios de Valladolid o el Valladolid de tapas de una forma muy especial. Si venís con niños igual encontráis a la misma Katia con Las Chamanas realizando alguna de sus estupendas "contadas" en las que la narración oral y la interpretación escénica se dan de la mano para hacer las delicias de peques y grandes. Mismo talento y éxito tienen las soberbias Líbera Teatro, a las que podéis encontrar en el Museo de la ciencia amenizando las visitas, en multitud de salas y de espacios escénicos o en la nueva "Labienpagá", sala que ellas mismas gestionan donde en un alarde de compromiso con el arte programan todo tipo de espectáculos y de actividades relacionadas con las bambalinas.

Y que decir de Teatro Corsario, Rayuela, Azar Teatro, Las Diablas, Telón de azúcar, Gheto, Teloncillo...y toda la gente comprometida con este noble arte. 

Puede que si se alinean los astros podáis encontrar en escena en alguna de nuestras salas a las grandes Marta Ruiz de Viñaspre, Luisa Valares, Esther Pérez Arribas o a las fantásticos Felix Fradejas, Raúl Escudero, Felix Muñiz, Javier Carballo....son tantos y tantos nombres que no me dan la cabeza ni el espacio en este blog.

Y si ya encontráis en sala o en calle a Cristina Calleja and Cía. (o sea, David) o a Viky Urdiales, Alfon, Raul, Vego y los Kul D`Sac , pues que contaros. Impresionante.

Obviamente y siendo escritor, tengo que hablaros de aquellos lugares donde asistir a lecturas públicas, a presentaciones literarias, a recitales poéticos y a encuentros con autores, y para ello quizás el mejor lugar sea la Casa Museo de José Zorrilla, en pleno centro de la ciudad. Pero hay otros espacios como La otra (librería/café muy especial) la biblioteca Entrelineas y un gran número de centros cívicos abiertos a estos temas.

Muchas son las salas de exposiciones, los museos, las casas museo y los teatros que se abren a mostrar el talento que bulle en la ciudad y el arte que recoge, pero os recomiendo buscar exposiciones directamente poniendo al autor que os apetecería conocer y seguramente encontréis su obra expuesta en algún sitio, Por cariño y afinidad os recomiendo buscar a Sandra Gamboa o a Pedro Luis Centeno, quien además de un musicazo y un pedazo de productor musical es un sorprendente pintor.

Mucho que ver y hacer en mi ciudad para alimentar el alma. Mucho.

El cuerpo

Sé que a estas alturas y por mucho que lo intente ya no voy a conseguir el cuerpazo del marido de la Pataki, pero bueno, como acostumbro a decir nunca he sido Brad Pit, pero siempre he tenido mi público. Y no me voy a privar del placer de comer bien y de beber como mandan los cánones, mis cánones. 

En Valladolid tenemos cinco diferentes D.O de vino y soy muy fan de todas ellas, pero me quito particularmente el sombreo ante los vinos de Yllera, de Protos, de Emilio Moro, de Viña Concejo, de Sinfo, de Carmelo Rodero, Pago de Carraovejas, Lagar del rey...en fin, que tenéis donde elegir y os aseguro que todos deliciosos.

Si salís de tapas por mi ciudad encontraréis en todas las guías gastronómicas lugares emblemáticos como Los Zagales de la abadía, la Criolla, el Ángela, La Tasquita o el Wabi Sabi, pero más allá de esas creaciones reconocidas en concursos y muestras, también podéis visitar establecimientos que poco a poco se han ido haciendo un nombre en el paladar y el estómago de amantes del buen hacer como el que suscribe. El Vayco Valladolid, el Pide por esa boquita, el Corcho, El Corral del rosarillo y otros muchos sitios que nada tienen que envidiar a los más famosos del lugar, harán de vuestra visita algo realmente especial. Y delicioso.

Puestos a pegaros un homenaje y a meteros un lechazo en condiciones por su sitio, me veo obligado moralmente a recomendaros la Solana (junto a la Antigua, joya arquitectónica) o La parrilla de San Lorenzo y el Figón, también en pleno centro de la ciudad.

Ah... también es de justicia recomendaros visitar los barrios de la ciudad y disfrutar de lugares como el muy generoso Bitácora en la Rondilla, donde con la consumición te ofrecen una tapa abundante y exquisita o del Atipical en Villa del Prado, bar restaurante de agradable decoración y menú internacional y francamente rico y asequible. En unos días os recomendaré lugares para deleitarse en la provincia, pues en Simancas, en Mojados, en Fuensaldaña, en Peñafiel y en Arroyo de la encomienda también me entrego a mis pasiones.

Ya puestos y para rematar de la mejor y de la más dulce de las maneras, cualquier creación de Da Silva gastronomía en forma de bombones, postres, pastas y todo tipo de delicias artesanas, os dejarán más que satisfechos. Podéis encontrar su productos en espacios gourmet, en su obrador o en su página en internet. No os privéis de ello, por algo son premio nacional de gastronomía. 

AGUA DE FUEGO

Y ya para terminar, lo chulo (si no hay que conducir), es comentar la visita con una copa en condiciones. Y con un café en algún sitio chulo. La Taberna Morgan es un lugar estupendo para cualquiera de las dos cosas, y además apuestan por las exposiciones de artistas locales, por la música en directo y por las sesiones de DJs locales. Mola mucho y se esta muy agustito.

Lugares como El niño perdido, el Sinners, La sastrería o el Lord también son más que recomendables para relajar cuerpo y mente con una infusión reponedora o un pelotazo maravilloso en forma de Gin tonic elaborado, o de escocés de primera con hielo.


Y eso es todo amigos. Seguramente me haya dejado en el tintero mucho artista y mucho arte, muchos vinos y muchas tapas, muchos postres y muchas copas, pero es temprano y mi cabeza ya no es lo que era. Y eso no quiere decir que los valore menos o que no merezcan la pena, a contrario, en mi pecho y en mi día a día hay sitio para todos ellos (y para todas ellas, of course).

Solo quiero despedirme recomendando que salgáis o que vengáis a disfrutar de lo que aquí os he recomendado y agradeciendo a toda la gente que me regala su talento y su cariño el formar parte de mi vida y enriquecerla con sus creaciones.

Os aseguro que durante esos cuatro minutos de muerte clínica y esa semana en coma, me esforcé en convencer a mi Dios y al destino para que me permitieran volver a disfrutar de vosotros y con vosotros, Y al parecer mi labia, mi mirada azul, mis ojitos tristes y mi carita de niño bueno tuvieron éxito. Eso o me puse muy pesado y me mandaron a tomar por el culo y con la música a otra parte.

Gracias a mi gente por ser y estar, por hacer de mi ciudad la mejor del universo conocido (y del que queda por conocer) por permitirme llamaros amigos y por regalarme vida y hacer que encima la disfrute.


VA POR USTEDES.



domingo, 23 de abril de 2023

Mi turno


  Soy de los que piensan que las cosas nunca pasan porque sí, pasan porque tienen que pasar, nos vengan bien, nos vengan mal, pero suceden.

Y el pasado viernes me pasó algo realmente chulo que creo fue un poco la confirmación de que todo tiene un sentido.

Comí con una buena amiga y con su hija adolescente, Carla, una adorable y pizpireta jovencita a la que le gusta escribir, y que por lo que he podido intuir también utiliza la escritura como necesaria catarsis para sacarse fuera los demonios.

Después de disfrutar de la deliciosa e impresionante hamburguesa gourmet que presentará este año el Vayco al certamen provincial, en el que ya cosecharon premios en la anterior edición con una hamburguesa de quitar el sentido, pero no tan fabulosa aún como la de este año, nos entregamos al placer literario (por aquello de sumar placeres y hacer de la comida juntos algo espectacular).

Quise poner a prueba su creatividad y tras pedirle a Carla que sacara un folio de la mochila y que lo dividiese en dos (he aprendido que con los adolescentes hay que predicar con el ejemplo, y compartir los retos participando con ellos de lo propuesto para ayudarlos a vencer la vergüenza inicial y a expresarse con soltura), le propuse que escribiéramos un microrrelato en cinco minutos. Para ello pedimos a su madre que dijera tres palabras al azar que debían ser el motor de creatividad del texto y aparecer en él, y creo que conociéndome como me va conociendo, el inconsciente le hizo elegir las palabras azul, amor y corazón. 

Obviamente me solté con facilidad y en muy poco tiempo terminé mi texto, en el que una vez más evidencié mis traumas y mi necesidad de que me quieran bien, no de que me quieran y ya, pero para mi sorpresa al minuto de haber terminado yo Carla finalizó el suyo y cuando me lo dio a leer, supe que allí había un diamante en bruto. En unas pocas líneas, esta jovencita escribió un sorprendente relato que comenzaba en modo adolescente clásico, pero que poco a poco iba mutando para concluir con un acertadísimo giro de guion y un final inesperado y cruel, justificado por un amor desplazado.

He estudiado magisterio de música, pero más allá de las distintas prácticas en colegios españoles e italianos (terminé la carrera en Italia e hice allí las prácticas de fin de curso) de haber trabajado con una sobrina muy inteligente y muy sensible que comenzó a escribir un blog con 10 años y que ya ha ganado algún premio, y de las charlas/coloquio sobre la literatura que he compartido con miles de estudiantes de mi comunidad, al leer el micro de Carla supe que tenía que trabajar con ella y poner a su disposición lo aprendido en los años de distintos talleres literarios y facilitarle lo que me llevó a ganar muchos premios de escritura creativa, y aquello que hace que gracias a escribir no pierda la razón y no me termine arrojando a la vía al paso del expreso del norte.

Algo me dice que esta morenita de ojos expresivos y con una creatividad fuera de lo normal que ya ha comenzado a experimentar con el amor y sus mieles y condenas, puede llegar muy muy lejos en el terreno literario. Y si ella quiere me encantará ser partícipe de su más que asegurada evolución y de sus futuros reconocimientos.

Es mi turno y voy a ello. 

Aquellos que me conocen saben que soy católico (aunque soy un pecador de manual y en absoluto un beato), y en ese rato de introspección y terapia privada que llamamos oración, acostumbro a pedirle a mi Dios que se me ayude a ayudar como a mi se me ha ayudado. Y puede que aquí tenga la respuesta a mis oraciones.

El tiempo lo dirá.

 

miércoles, 19 de abril de 2023

Miedo a volar

 


Puede que simplemente todo se reduzca a eso. Él, que es tan aficionado a los juegos de palabras, cae en la cuenta del nuevo sentido que cobran esas que en si mismas y por si solas se arman de muy distintos significados.

Al convencerse de que por mucho que lo intente no conseguirá dormirse, primero extrae del bolso negro que lleva cruzado en bandolera el libro electrónico que lo acompaña allá donde vaya, y en el que almacena más de doscientos títulos de muy diversos géneros con los que llenar sus momentos vacíos, matar los ratos de espera o como hoy, desafiar al insomnio. Pero la habitual intensidad que desorganiza su mente, confunde su alma y sacude su corazón le impide concentrarse y enojado vuelve a guardarlo. Son las seis y cuarto de la mañana y hasta las siete y media no llegará al aeropuerto de Madrid, donde embarcará en un vuelo de Iberia con destino a Bruselas a las nueve menos veinte. Al llegar a la capital belga los recogerá el hijo de su editora y amiga, adorable compañera de fatigas existenciales  y maestra en la escritura y en la vida, con la que realiza esta escapada de su realidad cotidiana, de sus demonios disfrazados de inseguridades y de la colección de miedos que lo convierten en un tipo pequeñito, con la mirada azul y triste y un peculiar bigote bicolor. Desde allí cruzarán a la región holandesa de Zelanda donde pasarán unos días haciendo turismo y disfrutando de otros aires.

Es escritor, se sabe escritor, se siente escritor y como explica a menudo no es que le guste escribir, es que si no pudiera hacerlo sencillamente se moriría otra vez. Por eso tras guardar el Kindle en el bolso saca el smartphone, accede al blog en internet que utiliza bien como campo de pruebas para los personajes y las tramas de sus novelas, bien como lugar donde entregarse  al ritual de necesaria catarsis literaria, o bien como cuaderno de bitácora y diario de a bordo en el que desnudarse anímicamente y compartir sus diagnosticada sensibilidad extrema. Y comienza a escribir como acostumbra, mojando la pluma en el tintero del alma.

Al tratar de coger el sueño, y durante esos minutos a oscuras  mecido por el traqueteo del autobús en el que viaja, y confinado en el silencio que rodea su asiento, una vez más cerebro, alma y corazón se han entregado al aquelarre PAS y lo han terminado sacando de sus casillas.

Las vivencias de sus últimas relaciones sentimentales lo han asaltado golpeándolo con recuerdos de todo tipo, con fotogramas a todo color de los momentos más dulces, románticos y placenteros, y con los planos secuencia de las rupturas y los abandonos, cuajados de contrapicados y de fundidos en negro donde por un motivo o por otro siempre termina solo, fracasado, lloroso, derrotado y confundido. El desasosiego termina cuando se da cuenta de que después de muchos años confundido los hados le permitieron al menos descubrir que es eso del amor y le regalaron la oportunidad de que su corazón se entrelazase a otro hilvanando sus almas con un bendito hilo rojo.

Sumido en los pensamientos y como suele sucederle al abrir las compuertas del pecho y dejar que el torrente de emociones mane en forma de palabras, se entrega al desahogo emocional disfrazado de metáforas.

Escapando de los voraces escualos de angustia que infestan el océano de su realidad más inmediata nada braceando con fuerza y decisión hacia el horizonte y se deja llevar por la cálida corriente de la deseada relación que le aportará el cariño, la tranquilidad, la calma, el sosiego y la seguridad que necesita ahora.

Consigue ponerse a salvo en la playa de una ínsula desconocida para él hasta ese momento a la que bautiza como Maduralia, se tumba de espaldas  sobre la arena con la cabeza sobre los manos y dedica un instante a mirar el cielo, en el que no tarda en descubrir un avión. Seguramente ese sea el Airbus de la compañía española que lo llevará lejos de sus dudas más recientes y de los últimos disgustos. Pero solo de imaginarse a bordo, ocupando el asiento asignado a su billete se pone a temblar. Entonces sonríe y se receta un tratamiento de autocensura y de autocompasión en idénticas dosis, diluidas en unas gotas del oportuno perdón extraído de la raíz del árbol de la clemencia.

De ahí viene todo, de su miedo a volar.

Desde muy jovencito temió las alturas y por eso ha escapado siempre de todo lo que le obligara a crecer y a ver la realidad desde más arriba.

Su cobardía y su insensatez lo confundieron no hace demasiado tiempo y equivocó el camino entregándose a la velocidad, viviendo deprisa y olvidándose de frenar. Pero la vida lo frenó de la única manera que pudo, sacándolo del circuito. Tras una temporada en boxes el juez celestial permitió que la federación le extendiera un nuevo carnet de piloto y se le permitiese volver a la carrera. Ahora rueda más tranquilo, respetando las normas del campeonato y obedeciendo las señales.

El chofer del autobús anuncia por megafonía la inminente  parada en el intercambiador de Moncloa. Ya están en Madrid, ya queda menos para subir al avión, para dejar atrás sus miedos cotidianos y para entregarse a otros nuevos. Se entristece al darse cuenta de que  su vida, sus vidas, se han construido con miedos, con pérdidas y con fracasos. Pero eso se terminó. Ya está bien. No va a rendirse. No lo hizo nunca y no lo va  a hacer ahora. De pronto siente una inesperada bofetada de realidad y espabila dándose cuenta de que avanza, de que no va a resignarse a perder, de que no va a permitir un nuevo abandono, de que crece y sube, y en ese ascenso ya no teme llegar alto, ya no teme contemplar el mundo desde arriba, ya no le asustará haber superado las nubes que cubrían el sol de sus deseos. Y si es necesario y el destino caprichoso lo decide inmisericorde, ese sol derretirá la cera de sus alas y lo derribará estrellándolo contra una vida lejos de ELLA.

Una voz metálica y rotunda anuncia por el altavoz la llegada a la terminal cuatro del aeropuerto de Madrid donde lo espera el avión que lo someterá a una nueva prueba de valor y a una nueva pregunta. Y sonriendo al conocer la repuesta y al saberse al fin valiente, termina de escribir la entrada en el blog y decide darse una nueva
oportunidad, darle una nueva oportunidad a sus sueños, a la vida y a eso que antes confundió con cosas que nada tenían que ver con la verdadera esencia del sentimiento más intenso y más hermoso.

Adelante, a por el viaje, a por la vida, a por todo.






sábado, 15 de abril de 2023

Hasta el final


 Tuvo la inmensa fortuna de tenerla junto a él hasta el último minuto. Y se fue agradecido y sintiéndose realmente amado, comprendido y cuidado.

Zur fue un adorable gato rubio de bigote bicolor, que compartió vida con la mejor humana con la que el destino caprichoso y juguetón pudo emparejarlo. Y hasta que su pequeño corazoncito no pudo más recibió cada día el amor de la mujer con la sonrisa más bonita del universo conocido, y del que queda por conocer.

Hoy ella apenas puede sonreír, apenas puede respirar, apenas puede contener el llanto que no cesa. Hoy su alma ha sufrido una nueva pérdida, no por inesperada menos dolorosa, y hoy su pecho se ha llenado con el eco del último maullido que Zur le dedicó al sentir su mano acariciándole el lomo por última vez.

El día que vuelva a morirme, querría hacerlo así, sintiendo la mano de una persona de la calidad humana y del enorme corazón que definen a  mi amiga acariciándome el lomo, y diciéndome que me quiere, y pagaría a los hados lo que fuera necesario para que me concedieran el deseo.

Sé que ella está triste, que el mundo se le antoja un poquito más  frio y más gris desde que Zur se ha ido, pero también sé que entre todos los que la queremos intentaremos aportarle el calor y los colores necesarios para que supere el dolor de la despedida más dolorosa, y para que volvamos a disfrutar de ese increíble espectáculo que es verla sonreír.

Hace pocos años que mi adorado Gatete se fue a hacer el gato a un lugar mucho mejor, y estoy seguro de que allí habrá esperado a Zur y habrá ido a buscarle a la recepción para acompañarlo y servirle de guía, para enseñarle los mejores tejados celestiales y para llevarle a conocer a unas gatitas adorables que maúllan afinando en do mayor desde las estrellas. 

Mi amiga no se ha despedido de un animal de compañía, se ha despedido de un miembro de su familia. Y eso duele. Mucho. Y por eso hoy la abrazo en la distancia y le prometo que siempre estaré a su lado. Por lo menos hasta que el día que como a Zur, me falle el corazoncito y tenga que marcharme.



martes, 4 de abril de 2023

El camino del regreso


 El joven príncipe casi olvida guardar en el hatillo las ilusiones y la esperanza. Decide que pase lo que pase y le pese a quien le pese, siempre viajarán con él. No va a renunciar, no va a darse por vencido, un día sabrá encontrar el camino de regreso y el destino realizará los cambios oportunos en las cartas de navegación, y podrá entonces introducir las coordenadas adecuadas que le llevarán de nuevo hasta el lugar donde siempre quiso estar. No se permitirá perder el rumbo.

No quiere irse, pero debe hacerlo. La marcha le rompe el alma en dos, en tres, en diez...en un millón de pedazos, pero no permite que nadie, ni siquiera el zorro o el cordero, se percaten de que a trasluz es evidente el surco que han dejado las lágrimas en sus mejillas. 

Partir, como reza la sabiduría popular, es morir un poco, y al preparar el equipaje se ha sentido morir. Hoy sobre su asteroide no brillan ninguno de los soles que le calentaban el corazón. Hoy ni siquiera la luna ha decidido salir a caminar siguiendo sus pupilas. Hoy B 612 se le antoja yermo, vacío y gris, como su vida.

Puede que lo echen de menos los baobabs y los volcanes, puede que hagan una fiesta el día que intuyan su vuelta, puede que nunca se marche del todo, porque dejará junto a ellos lo más dulce de su esencia, sus metáforas más fecundas, las sombras de la catarsis de los textos escritos mojando la pluma en el tintero del alma, y el dibujo a carboncillo de la silueta de una serpiente engullendo un elefante.

El joven príncipe se ha visto obligado a crecer, y llora porque nunca quiso hacerlo, pero ha llegado el momento, y en su credo personal rendirse no es una opción, así que si tiene que crecer, dejará al niño que fue y será el adulto que esperan que sea. Puede que todo tenga un sentido. Hace ya un tiempo que aprendió que las cosas nunca pasan porque sí, que pasan porque tienen que pasar, aunque duelan, aunque marquen , aunque escuezan y calcinen sus entrañas, aunque le impidan dormir y suturen con un mágico hilo rojo las heridas que nunca supo ni pudo cerrar.

No se atreve a decirle adiós  a su rosa. Hay otras muchas rosas, pero solo ella le enseñó lo que significa amar, y le descubrió que lo esencial es invisible a los ojos. Por eso teme que aunque pretenda disimularlo, ella pueda ver que con la partida se está clavando un puñal de fracaso en las entrañas. Por eso no reúne el valor suficiente para la despedida.

Se sube los cuellos del gabán y se anuda un pañuelo azul profundo, como su mirada, alrededor de la garganta. Le da miedo dejarse llevar al apretar el nudo, y terminar con otra de las vidas que los hados le entregaron para que hiciera de ellas el aprendizaje necesario para curtirse en humanidad, limpiarse de impurezas y avanzar hacia aquella que siempre fue, que siempre será y que un día volverá a sonreírle con los ojos. Alguien le cantó una vez que el secreto estaba en reír cuando pudiera y en llorar cuando lo necesitase, pero no termina de entender como hacerlo sin abandonarse a lo peligroso de una intensidad en la emoción que sabe que muy pocos comprenden y que en el futuro podrá terminar con él.

Tiene frío, mucho frío, demasiado. Y ya no puede acudir en busca del calor necesario en esas píldoras de felicidad que le templaban el pecho, que lo ayudaban a resistir los envites de las circunstancias adversas, que lo mantenían en pie a pesar de todo. Para evitar la adicción le han retirado el tratamiento, y el síndrome de abstinencia le ha hecho emprender la marcha. Se ahoga en el asteroide que ayer era el lugar más hermoso del universo conocido, y del que queda por conocer. Viajará a otros mundos, a otros planetas, a otras realidades. Y buscará una existencia en la que todo tenga sentido y pueda ser feliz a su lado, por fin. Y cuando la encuentre recorrerá el camino de regreso y volverá a ser EL para poder ser con ELLA, junto a ELLA, para ELLA .

No piensa mirar atrás. No va a dejar que le devore la nada que está engullendo toda la fantasía. No se atreve a darse cuenta de que ya ha comenzado su viaje. Simplemente parte, huye, escapa, navega.



jueves, 30 de marzo de 2023

Microrrelato

 


A veces trato de condensar las emociones en relatos de tan solo cien palabras. Obligarme a no sobrepasar ese límite es un ejercicio que implica esfuerzo y concreción en la creatividad, en la emoción y en la contención de mi natural intensidad.

Espero que os guste. 


La última nota.



Anhelina tiene once años, aunque este último año quisiera borrarlo de su existencia.

Sus padres no llegaron a verla al piano en el teatro Lesya Ukrainka. El misil que destrozó la casa terminó con sus vidas y sus ilusiones. Se ha escapado del refugio y se ha colado en el Lesya por una grieta para dedicarle a sus padres un concierto a la luz de la luna en el aniversario de su muerte. Interpreta un nocturno de Chopin cuando una bomba cae sobre el teatro estallando en do menor. Anhelina muere y entonces escucha sus aplausos.

miércoles, 22 de marzo de 2023

¿Algún día aprenderé?

Con la excusa de ir en busca de tranquilidad y de aire puro, de hacer un poco de ejercicio y de relajar mente y alma, Laertes se puso unos vaqueros viejos, desgatados y cómodos, escogió una negra camiseta con el dibujo de un lobo aullando a la luna, sujetó sus cabellos en un moño alto, metió en la pequeña mochila que utilizaba para sus rutas senderistas una  petaca llena de whisky escocés, un paquete de cigarrillos rubios, una libreta y un bolígrafo, se calzó las botas de montaña y tras despedirse del gato con el que compartía piso, vida y noches de angustia y dolor escuchando una canción tras otra, abandonó el hogar en busca de su pequeño utilitario.
Poco más de una hora después aparcó en una calle del pueblo desde donde emprendería su camino encendió un cigarrillo y comenzó a andar.
La primavera había llegado con todo sus esplendor y en un alarde de belleza parecía haber decidido regalar al inseguro y atormentado escritor el día más hermoso de cuantos pudiera ofrecerle y así   reconfortar su alma y consolar su espíritu,
Tras alejarse un par de kilómetros de las viejas casas derruidas de aquel pueblo vaciado en una cada vez más vaciada España, Laertes alcanzó los lindes del  hermoso bosque que aún resiste los envites de la civilización y de la mano del hombre, que durante siglos fue nutriéndose del regalo de los troncos de los arboles centenarios que lo conforman.
Al adentrarse entre la vegetación que crece generosa y exuberante a ambos lados del arroyo que nace en la cima de una de las montañas que constituyen la cordillera que da nombre a la zona, y donde el deshielo y las últimas nieves alimentan su cauce, Laertes sonríe emocionado, pues entre los castaños y las hayas cree haber visto la silueta de un animal que corre a esconderse de él. "No voy a hacerte nada", grita Laertes consiguiendo al hacerlo justo lo contrario de lo que pretendía pues su grito pone en fuga a cuantos pequeños animales del bosque circulaban sigilosos y cautos por las inmediaciones.
Después de un buen  rato de paseo los rayos de sol que se cuelan entre las frondosas ramas calientan su cuerpo cansado demostrándole que esta primavera será tan cálida como los sentimientos que inundan su pecho y decide sentarse a  la sombra de un enorme castaño,  beber un trago del escocés de malta que guarda en la mochila, encender un cigarrillo y sacar el bolígrafo y la libreta. 
Si en algún lugar podría soñar con encontrar la inspiración necesaria para escribir ese poema que sueña con escribir algún día, sin lugar a dudas no habría mejor entorno que aquel.
Laertes lleva muchas noches seguidas tratando de coser las heridas del alma con versos y con palabras adecuadas, pero hay una que no parece cerrar por muchas estrofas de sutura que le aplique. Y esa herida cuya sangre no cesa de manar en forma de lágrimas, le impide dormir bien, sonreír como desea y concederse la oportunidad necesaria para avanzar ligero en busca de la respuesta a la gran pregunta que lleva haciéndose mucho tiempo y cuya explicación parece estarle vetada. ¿Porqué duele tanto amar, si el amor es en verdad algo maravilloso?
El canto de un pájaro cortejando a la hembra con la que desea perpetuar sus genes arropa su momento de introspección. La intensidad que alimenta el alma de confundido escritor agita una vez más su corazón y su cerebro, las palabras comienzan a brotar a borbotones y de forma casi automática transcribe sobre las hojas en blanco de la libreta los primeros versos que como otros muchos versos nacidos de la angustia y del dolor terminaran formando parte de la pira donde quemará sus sueños.
Pensaba que me querías, soñaba que eras sincera,
pero mintieron tus labios,
me besaron con mentiras...
Se detuvo a leer lo escrito, y presa de la desesperación, arrancó las páginas y con extremo cuidado las rodeó de las piedras que encontró en el suelo junto a él y las quemó con el mechero de gasolina que siempre lo acompaña, cuidándose mucho de no provocar un incendio. Está cansado de escribir desde el dolor, desde la angustia y desde la certeza de que por mucho que suplique, el destino se negará a concederle consuelo a su corazón y a permitirle ser feliz junto a ELLA, junto a la única mujer que ama, que representa a todas las que una vez creyó haber amado y  que reúne lo que espera, admira y desea en una mujer. Junto a ese ideal de mujer que creyó merecía encontrar.
Durante unos minutos su cerebro lo golpea con recuerdos que creía haber enterrado bien hondo, lo acuchilla con momentos espantosos en cinemascope, y le traspasa el pecho de parte a parte con la realidad en fotogramas a todo color de una vida de errores y de fracasos. Y a pesar de haberse detenido a relajarse y a escribir en aquel verdadero paraíso en la tierra, Laertes quiere morir. Y se dispone a hacerlo. Sopesa distintas opciones y tras desechar las más complejas opta por buscar una rama accesible y robusta, y extrayendo los recios cordones de las botas de montañas y anudándolos entre si, consigue construir la soga que habrá de ayudarlo a abandonar la tristeza. 
Estaba dispuesto a trepar hasta la rama y a colgarse en aquel improvisado cadalso cuando escuchó unos pasos y unas voces que se acercaban hacia él.
Laertes se ocultó tras el grueso tronco del castaño y vio llegar a una acaramelada y jovencísima pareja que cogida de la mano caminaba disfrutando de la belleza del entorno. Había algo de angelical inocencia en la expresión de sus rostros en el brillo de sus rasgados ojos y en su forma de caminar acompasando los latidos del corazón con los pasos torpes e inseguros.
_¡Andrés, Marta!- gritó una voz a lo lejos–no os separéis del grupo, que si os perdéis u os pasa algo me van a echar del colegio y luego vuestros padres me van a matar....como poco–concluyó riendo la voz del responsable del grupo.
Laertes comprendió entonces. Aquellos seres que irradiaban paz eran dos niños de un colegio de educación especial que habían ido de excursión a aquel bosque encantado, y el monitor les pedía que regresaran junto al grupo.
En la forma de caminar de la mano, de cruzar miradas entre aquellos dos seres de luz y en las sonrisas que se dedicaban, Laertes adivinó que el amor no es solo aquello sobre lo que ha tratado de escribir sin encontrar jamás la rima perfecta. El amor, también puede gestarse en una alteración genética y es el sentimiento puro y real que no entiende de convenciones, de límites y de valoraciones humanas. El amor tiene más de inocencia divina que de prejuicios humanos.
El amor es mucho más que un beso. El amor...no está al alcance de todos.
Al regresar junto a su gato y tras pegarse una ducha, Laertes enciende el ordenador, abre un nuevo documento y comienza a escribir reconfortado un texto que lleva por título, ¿Algún día aprenderé?
Y dando rienda suelta a las emociones que lo embargan recupera la ilusión, la esperanza y el coraje para enfrentar la vida como sea que llegue, como Dios quiera ofrecerle, como el destino decida que ha de vivirla y como su extrema sensibilidad le permita afrontar.