lunes, 22 de mayo de 2023

Dudas


 Supongo que dudar es tan humano como errar, y quizás esos errores producto de una mala decisión tras la duda, se han convertido en el leitmotiv de mi vida. Alguna vez he escrito que cuando quiero hacerme daño hago introspección, y es cierto. Tiendo a dar muchas vueltas en la cabeza a aquello que me desconcierta, que me angustia o que me asusta. Pero es que vivir es identificar, afrontar y superar obstáculos, miedos y problemas de todo tipo. Y quizás eso que conocemos como felicidad se limita a haber sabido tomar la decisión adecuada.

Durante muchos años, quizás durante toda la primera temporada de esta serie de mi vida, no supe, o no quise enfrentarme a la toma de decisiones, y me dejé llevar por la inercia apoyándome en una buena fortuna fuera de lo normal que me llevaba a salir airoso de casi todas las situaciones. De casi todas. 

Fui tan inconsciente como imprudente y me acostumbré a dejar todo en manos del azar y del destino, que es un tipo tan caprichoso como socarrón y no se casa con nadie, ni concede excesivo crédito a las personas despreocupadas.

Una cosa llevó a la otra y pensando que encontraría siempre la solución a todos mis problemas en el apoyo de mi gente, en las caderas de una mujer, en mi labia y mis habilidades sociales, o en un escocés con hielo, el director de la tragicomedia que protagonizo decidió suspender la emisión durante unos cuantos días y por suerte (una vez más) y tras sopesar los índices de audiencia y los beneficios publicitarios, se avino a rodar una segunda temporada, pero el equipo de guionistas celestiales decidió modificar la esencia de mi personaje y otorgarle una personalidad más compleja. Y más reflexiva.

Ahora me enfrento a mis dudas, porque no me queda otra, porque he vaciado el cofre de la suerte, porque he aprendido que o soluciono yo mis problemas, o no me los  solucionará nadie. Y he descubierto el amargo sabor de la frustración cuando me esfuerzo en alcanzar un sueño y veo como se aleja poniendo distancia, cuando entrego mi corazón servido en bandeja de plata acompañado de una guarnición de compromiso, y la invitada a disfrutar del menú emocional se levanta de la mesa tras el aperitivo con una excusa más o menos acertada y devuelve a cocina los platos, rompiéndome el alma y obligándome a congelar el producto para que no se eche a perder.

Ahora simplemente me enfrento a las circunstancias cotidianas como el resto de los mortales, a pecho descubierto, sin esa cota de mallas tejida con los muelles del colchón que misteriosamente siempre protegía mi caída, y sin el escudo del casual y oportuno acierto que me salvó tan a menudo  de las saetas disparadas por la realidad.

Puede que ahora piense demasiado, puede que ahora me cuestione en exceso las cosas, puede que deba seguir el consejo de algunas personas que me animan a no tratar de adelantar acontecimientos, pero de un tiempo a esta parte siento que si abandono el sendero de la razón y de la prudencia, corro el serio peligro de perderme en un bosque de dudas y de que me alcance la noche confundiendo mi camino para siempre.

Por eso quisiera ser como el águila que vuela alto viendo todo desde la mejor perspectiva, sobrevolando las dudas, esquivando los peligros y escapando de los errores de una incorrecta toma de decisiones.

Pero para mi desgracia no hay un manual de instrucciones para este juego que es vivir, tan solo unas pocas reglas que estoy aprendiendo a seguir a rajatabla pues conozco las consecuencias de infringirlas.

Trato de encontrar la solución a las dudas que se me plantean durante la partida y procuro no perjudicar a otros jugadores con movimientos erróneos. Me he dado cuenta también de que seré el único responsable de mi recorrido por el enrevesado y complejo tablero y de que por primera vez, además de no querer perjudicar a otros jugadores, no quisiera seguir haciéndome daño y no voy a abandonar mis posibilidades de triunfo a la suerte de los dados. Toca pelear por la victoria, toca avanzar.

Avanzo, aunque a veces duela, a veces me agote y me pueda el cansancio, pero avanzo. Lo que aún no tengo claro es hacia adonde y por eso vuelvo una y otra vez a buscar solución y respuestas a las dudas que no cesan.

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