sábado, 20 de enero de 2018

"Hoy llego más puro que el agua mineral"

Y dentro de esa pureza que me has ayudado a conseguir, saneando el lodazal en que se estaba convirtiendo mi pecho torturado, he encontrado alguna explicación a preguntas eternas, con respuestas obsoletas o terriblemente confusas y dispersas.
Hay que tener un cuidado extremo para no permitir que algún desaprensivo, convierta tu alma en ese pantano de la desesperación en el que Atreyu estuvo a punto de perder a Artax y donde uno puede sumergirse entre angustias y penas, sin aferrar la cuerda que te lanzan las personas que te quieren.
¿Qué es el amor? preguntas clavando tu pupila en mi pupila azul. Princesa...amor eres tu.
Amor es todos y cada uno de esas gestos cómplices que unen a dos personas con un lazo invisible pero fuerte y resistente. Amor es la sonrisa que despierta una llamada de teléfono o un simple mensaje, cuando todo parece perdido. El amor del que yo hablo, nada tiene que ver con los culebrones que parecen rodarse tan solo para ayudarte a dormir la siesta en el sofá del salón, al término del telediario.
En una de mis últimas relecturas de esa impresionante obra filosófica y atemporal, que es "El principito" me deleité sobre manera con la diferencia entre querer y amar que nos presenta la conversación que mantiene el joven príncipe con una de las rosas.
El amor brota cuando descubres que darías cualquier cosa y harías cualquier cosa por alguien a quien deseas ver feliz por encima de todo. Un hijo, una madre, un hermano, un amigo o una pareja. Da igual. El amor implica respeto, sacrificio y una siempre disponible voluntad de ayudar a respirar a quien necesita aire porque su vida comienza a ahogarlo.
No dudes ni un solo segundo en que en el momento en el que alguien antepone su ego, sus necesidades y sus deseos a los de la persona amada, ha dejado de amarla para quererla. Y además quererla mal.
Cuando sientes dentro de ti que lo que te va  a hacer realmente feliz, es ver a la persona amada cumpliendo sus objetivos, ganando sus batallas y sonriéndole al destino, solo entonces comprenderás que has comenzado a amar de verdad. Y eso no hay que traducirlo en noches de pasión o en contacto de ningún tipo. A veces eso sobra por completo. Por supuesto enriquece y alimenta, pero no es una condición obligatoria.
Moriría de nuevo por verte completamente feliz y renacería otra vez en el paraíso de tu plenitud y tu sonrisa. 
Sin vergüenza, sin pudor, sin pretensiones, puedo afirmar con certeza que te amo. Y lo más hermoso de todo es que el amor verdadero, ese del que han escrito millones de versos los espíritus atormentados conocido como poetas, no necesita ser correspondido. Pero si tu también me amas, a mi, me estarás confirmando que además de que la vida tiene un sentido, Dios existe.

jueves, 18 de enero de 2018

El beso perfecto

Tras varias horas acostado en su cama, consiguió conciliar el sueño dándole vueltas a algo que le tenía muy intrigado desde hacia tiempo. Cierto problema en su memoria a largo plazo le impedía recordar los primeros labios que besó. Se supone que el primer beso no se olvida nunca, pero él tenía serías dificultades para recuperar y ordenar recuerdos. Vuelta tras vuelta, pitillo tras pitillo, bostezo tras bostezo, consiguió devolver a su cabeza y a su corazón, los recuerdos de muchos y muy distintos labios de mujer. Desde los tímidos y casi culpables labios de una adolescente en las playas de Málaga,hace ya demasiados años, hasta los carnosos y apasionados labios de una preciosa mujer recién divorciada, quien había atesorado años de pasión contenida por no entregarla a quien no la merecía. Pasando claro está, por algunos labios esquivos que en contra de toda posibilidad, había conseguido alcanzar.
Y entre estos recuerdos, rescató los de docenas y docenas de mujeres de todas las edades que habían acompañado sus besos con cariñosas caricias, intensos abrazos, sonrisas lascivas, promesas de amor eterno y otros tipos de mentiras oportunas.
Hubo un tiempo en el que alcanzar tan preciado, húmedo y dulce regalo de una muer, era casi una obsesión y con cada ruptura, con cada abandono,con cada herida infligida a su habitualmente indefenso y desnudo corazón, descubría que al menos el destino le reservaba la posibilidad de descubrir otra boca, otro tacto, otra oportunidad para encontrar el oxígeno necesario en esa común y sumamente infravalorada demostración  de cercanía entre dos almas.
Al despertarse a la mañana siguiente y encender aún entre tinieblas uno de los pitillos que lo terminarían quitando de en medio, trató de hacer un repaso y de encontrar las respuestas a las preguntas que llevaban semanas atormentándolo: ¿Quien? ¿Cuando?  ¿Donde?¿Cómo? pero sobre todo y por encima de todo, ¿Porqué?
Lo que tenía más que claro es que aquel primer beso, lejos de ser un hermoso regalo del amor adolescente, había sido la primera dosis de una droga que lo estaba matando muy lentamente y para la que no existía cura, antídoto, ni forma de desintoxicación. Y además, no quería dejarla, estaba agradecido por haberse enganchado y sabía que siempre habría alguien dispuesto a aliviarle el mono, aunque fuese con una dosis adulterada o de mala calidad. El síndrome de abstinencia tenía fácil remedio y consistía en hacer la llamada oportuna y en  estar dispuesto a agachar la cabeza, renegar de sus principios y romper una promesa hecha a sí mismo en un reciente pasado doloroso, donde se juro no volver a entregar sus labios a quien no los valorase.
Lo más duro para él, era saber que aún no había degustado el beso perfecto, el roce de los labios con los que sueña y para los que todavía cree no estar capacitado y no ser merecedor. Puede que ese beso no sea más que una leyenda, mitología carnal, fe y esperanza. Puede que aunque ya está plenamente seguro de los labios donde nacerá, lo que realmente le asuste sea no disfrutar jamás de esa miel que se le antoja ambrosía de los dioses. Pero aún así, reza cada noche con soñar que lo consigue, que la besa, que acaricia su nuca y sus mejillas mientras se pierde en su boca, se sumerge en ese océano de aguas cálidas y seguras que es su alma y pierde el conocimiento con el roce de su lengua.
Todo llegará, todo termina llegando y no solo lo bueno, también lo perfecto.

viernes, 12 de enero de 2018

Vivir en un sueño

Vivir en un sueño no siempre es lo que te cuentan en las películas de Disney. A veces las serpientes de los sueños que canta Silvio Rodriguez consiguen escapar de su onírico terrario y tratan de engullirte en el mundo real, convirtiendo tu vida en una pesadilla espantosa. Ahí es cuando decimos eso de "estoy viviendo una pesadilla". Pero de todo se despierta, incluso de los sueños más horrorosos. Y todo se puede alcanzar, incluso el más hermoso de los sueños.
La vida es tan curiosa y el destino tan caprichoso que, cuando menos te lo esperas, descubres estar inmerso en un sueño del que no quisieras despertar nunca, porque de repente ha aparecido alguien que colma tu pecho, alegra tu espíritu y alimenta tu alma. Y ahí es cuando decimos eso de "me parece estar viviendo un sueño".
Una muy acertada pluma escribió hace varios siglos que la vida es sueño y hoy descubro que como Segismundo, apurar cielos pretendo ya que me tratan así. ¿Qué delito cometí, contra vosotros naciendo?. Aunque si nací, ya entiendo que delito he cometido. Oh...mísero de mi, oh infeliz.
Pero ya está. Se acabó. He devuelto a las serpientes al terrario del que escaparon, he podido abrazar al onírico ángel que me acompaña y he recuperado mis fuerzas y mis ganas de vivir. Y de soñar.
Los sueños se cazan con cebo de ilusión, cartuchos de esperanza y podencos portugueses o felinos amaestrados.
Todo radica en localizar la presa, asegurarte de que no vas a derribar la equivocada y no cejar en el empeño de cobrar el sueño ansiado.
La fuerza de voluntad, el espíritu de lucha y el sacrificio continuo, son las mejores y más precisas armas con las que salir de montería.
Os invito a una partida de caza en el coto privado al que se llega cerrando los ojos tras una dura jornada en el mundo real. Merecerá la pena, os lo garantizo.
 

miércoles, 3 de enero de 2018

Oculto en un silencio

Hay silencios que son gritos hacia adentro. Hay silencios que si se midieran en los decibelios que aturden el alma, reventarían el sonómetro.
Tanto tiempo sin abrir la boca. Tanto tiempo sin llegar a pronunciar las palabras correctas, las preguntas acertadas. Tanto tiempo sin conseguir aullar lo que le estaba devorando por dentro. Y sin embargo llegó el momento.
Todo termina llegando, incluso lo bueno. Y al fin puede levantar la voz.
El chorro de agua fría que mana del grifo a presión de su conciencia lo despeja y lo devuelve a la realidad de una existencia olvidada. Hoy vuelve a sentirse vivo, pase lo que pase y le pese a quien le pese. 
Ha dejado de ocultarse en el silencio y en las sombras de un pasado atormentado. Vuelve a salir a la luz, vuelve a expresarse sin miedo, vuelve a donde le corresponde estar y de donde fue expulsado sin motivo aparente y no se atrevió a protestar aceptando su destierro y alimentándose de quejas y reproches que no pudo o no quiso presentarle a nadie. Pero hoy le ha prometido a sus sueños que va a pelear por cumplirlos, que se terminó lo de vivir entre lágrimas, que ya está bien de agachar la cabecita y asentir balbuceando innecesarias disculpas.
La vida da muchas vueltas, demasiadas quizás, pero ahora toca reivindicar su ilusión y combatir sus temores. 
Encontró la luz, descubrió un resquicio entre las tinieblas que lo envolvieron de repente y no le permitieron hallar el camino, el verdadero camino, pero lo identificó y a través de él, escapó de la peor de las condenas.
Alguien dijo una vez que el infierno es la imposibilidad de la razón y la razón rige su decisión. Y por primera vez el destino está de su lado y ya ha comprendido que todo es posible.
Escribe con el dedo sobre la arena de la playa del olvido una declaración de intenciones donde como desafío, ratifica en verso sus demandas.
Se asegura de tener abundante munición de palabras del calibre de su corazón y, tras comprobarlo, aguarda sin miedo al enemigo que antes lo asustaba como a un niño abandonado en el bosque  y al que ahora espera con la impaciencia de un tiburón que ha olido sangre cercana.
Para todo hay un antes y un después y en este momento se encuentra disfrutando de saber que su después se ha convertido en ahora y ya nadie podrá volver a hacerlo callar. El antes ya no importa.
Ha dejado de ocultarse en el silencio. No volverá a esconderse nunca más, ni volverá a girar el rostro, ni a bajar la mirada.
El valor siempre estuvo ahí. Se autoconvenció de que solo tenía que creerlo y tomar cuanto necesitaba y cuanto le correspondía por derecho.  Y así lo hizo.
Ha vuelto. 
 

sábado, 30 de diciembre de 2017

Fuerte

Y ahí estaba él, erguido contra todos. 
Dejó de tener miedo del silencio y de darle voz al miedo. Una voz que solo podía oír él  y que llevaba años escuchando en su cabeza. Una voz que le pedía que saliera corriendo al encontrar según qué demonios de su pasado más reciente y, que le gritaba una y otra vez que era demasiado pequeño para afrontar las circunstancias de una vida convulsa. Pero ayer consiguió mandar callar a esa voz interior y disfrutó del silencio, dejó de temerlo y lo llenó con canciones, con odas a Berenice y con risas de contraltos.
Ayer, la luz de su faro iluminó los peligrosos arrecifes y le salvó de un naufragio seguro, o de volver a atarse al timón, esperando zozobrar de nuevo. Pero esta vez consiguió esquivar los escollos y llegar a puerto seguro, donde lo esperaban los mejores amigos, los abrazos más sinceros y los labios más ardientes.
Desde el puesto en se que se hizo fuerte, sonrió con desprecio a los demonios y los retó a un singular combate, confiando en sus posibilidades. Todo ha cambiado. Ya no es pequeñito, eso se acabó. Ahora es grande, valiente y capaz de enfrentarse con lo que la vida quiera ponerle por delante.
Se terminó caminar agachando la cabeza. Se terminó lo de esconderse detrás del burladero de unas gafas de sol. Tiene unos ojos hermosos y muy vivos. Que los luzca.
Canta la copla española que el valiente ha sido valiente, hasta que el cobarde ha querido y ayer abandonó en el perchero su traje de cobarde y se vistió de bravura y de fuerza. Ayer aguanto los vientos huracanados que arreciaron cuando menos lo esperaba pero no salió corriendo a ponerse a salvo en lugar seguro. Simplemente afianzó los pies en la tierra y no se doblegó. Fue como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.
Resistió. 
Y hoy quiero enviarle desde aquí mi más cordial enhorabuena y darle la bienvenida a un mundo que le pertenece por derecho y que lo echaba mucho de menos.
Le ha costado mucho, demasiado, pero ya es fuerte.

domingo, 24 de diciembre de 2017

En cursiva.


El eterno aprendiz de escritor se descubrió renegando de la navidad y de los buenos deseos que recibía constantemente en el teléfono, en las redes sociales y en el correo electrónico. 
Comenzó un relato sobre un personaje, alter ego de su propia realidad,que tras sufrir una serie de catastróficas desdichas, amaneció una mañana llorando al ver que despertaba de un sueño, pero seguía estando vivo en el mundo real y no en ese mundo onírico donde los errores no suelen tener consecuencias.
En su relato, el protagonista, asqueado de la sociedad, de su suerte  y del horror de los tiempos en los que vive, decide buscar un atajo y quitarse de en medio. Pero cuando comenzaba a escribir la parte del suicidio, el aspirante a novelista descubre que no hace mucho perdió a una persona muy querida en plena flor de la vida y que vivir, nunca es fácil y bastantes posibilidades hay de viajar con la parca de forma natural, como para adelantar camino y abandonar la lucha. Por lo que rompió los últimos folios y decidió darle una nueva oportunidad a su alter ego, escribiéndole un futuro en el que siempre habría esperanza.
Se levantó del escritorio, encendió un pitillo y se sirvió un café con leche, que saboreó entre calada y calada, pensando en lo erróneo de su planteamiento inicial.
La vida es un regalo y aunque durante los casi cuatro últimos años había pensado demasiado en devolverlo, la catarsis literaria le había llevado a replanteárselo todo de nuevo.
Fue haciendo un análisis de todas sus circunstancias, de sus victorias y sus fracasos y de los pros y los contras de seguir al pie del cañón.
Su mayor triunfo, había sido el vencer a la muerte, aunque ni él, ni los médicos supieron como lo había conseguido, cuando todo ya estaba perdido. Puede que hubiera sido suerte, puede que le hubiesen ayudado desde algún lugar que ni se atreve a imaginar o puede que tan solo la energía de todos los que se conjuraron para rescatarlo, le hubiese traído de vuelta.
En los contras anotó el haber perdido el amor de su vida pero según lo escribió, lo tachó con una sonrisa, porque siempre que se enamoraba, pensaba estar haciéndolo del verdadero amor de su vida y, realmente ese amor no había llegado aún, o al menos no se había decidido a decirle -Hola, soy yo y te he encontrado.- 
Sumó a los contras, la perdida de la vida  que se construyó  previamente a aquel desastre que lo cambió todo, pero también lo tachó al darse cuenta de que ahora tenía la oportunidad de construirse una vida nueva, completa y sustentada sobre todo lo aprendido del pasado y, no sobre la inercia de una velocidad excesiva que realmente no conducía a otra cosa que a estampanarse contra el asfalto.
En los pros anotó las palabras amistad y familia. De estos años de continua recuperación, esfuerzo personal y sacrificio absoluto aprendió el verdadero significado de ambas palabras y, se emocionaba al recordar los rostros de felicidad que encontró junto a él, al regresar del coma al que le había llevado su exceso de compromisos. Supo que el amor de una madre, de un hermano, de aquellos con los que compartía sangre, adn  y apellido, realmente es un artículo de lujo al que hay que proteger y cuidar por encima de cualquier cosa. Como al amor y la entrega de los verdaderos amigos. Los que están junto a ti y no dudan en conceder las oportunidades necesarias para que un día dejes de defraudarlos y sepas agradecer el maravilloso obsequio de su amistad.
Se sentó de nuevo frente a un folio en blanco y decidió escribir la lista de las personas a les que se sentía verdaderamente agradecido por ser y por estar. Y eran muchas, tantas que llegó a pensar que igual se estaba equivocando pero no, solo en el apartado de "grandes amigas" escribió unos cuantos nombres que merecían su lugar en ese folio por derecho propio. En el de verdaderos amigos, escribió algunos menos, los justos. Los necesarios Los que se habían ganado el puesto por sus actos, su cariño y la sinceridad de sus palabras. 
Poco a poco comenzó a recuperar recuerdos de navidades pasadas,en las que su padre, seguía junto a él y le orientaba en el vasto océano de responsabilidades en el que le estaba enseñando a navegar sin miedo. Nunca podría olvidarlo. Nunca dejaría de quererlo.
Y en ese océano de responsabilidades y reglas, donde en ocasiones se formaban impresionantes huracanes y tormentas de temores y dudas, descubrió también al faro que con su luz, lo llevaría a tierra firme cada vez que las cosas pareciesen llegar a hundirlo.
Ese faro con forma humana, le sonreía al compartir un bombón y al aceptar el vino con el que maridarlo. Y al enseñarle que aquella que habría de acompañarle hasta el final, llegaría cuando menos lo esperase.
Una vez terminó de hacer el listado de personas a las que agradecer su permanencia entre los vivos y su deseo de ser la mejor persona que pudiera llegar a ser, encendió el ordenador, abrió el word y tras elegir la opción de "nuevo documento en blanco", seleccionó la tipografía adecuada, le dio el tamaño correcto, optó por la cursiva y escribió en mayúsculas:

GRACIAS A TODOS. FELIZ NAVIDAD

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Respirar

El rubio druida venido del norte, se apiadó de la hembra de lince ibérico que, con una de sus patas traseras aprisionada por el cepo que habían colocado unos cazadores de la aldea cercana, se había abandonado a su suerte y renunciando ya a toda esperanza se estaba dejando morir, sin apenas respirar.
-No sufras más, hermoso animal- le dijo con dulzura el druida mientras le liberaba de su trampa.
El frío de las montañas del norte había golpeado con dureza al lince que sin poder ponerse a cubierto, había pasado la noche a la intemperie y temblaba de frío y seguramente de fiebre.
-Ve hacia el calor, lo necesitas- susurró el druida mientras le administraba unas gotas de la poción de los deseos de urgencia, que siempre llevaba en un pequeño odre atado al cinturón.
El milagrosamente recuperado felino, comenzó a correr en dirección al sur y sus  patas parecían no tocar el suelo en la mágica carrera. 
Según iba dejando atrás las montañas y el frío, su pelo atigrado iba cayendo y sus enormes orejas puntiagudas, así como sus útiles y necesarios  bigotes desaparecieron dando lugar a un agraciado rostro de mujer.
La transformación que se originó en el animal tras haber bebido la poción dio lugar a una bella mujer de piel muy blanca y cuerpo menudo, que corriendo a cuatro patas a una velocidad de vértigo, alcanzó una playa de blanca arena bañada por un tranquilo mar azul.
El sol del mediodía, iluminaba con la cálida luz de sus rayos aquella playa y el hechizado animal sintió un calor y un bienestar muy especiales. Al llegar a la orilla frenó su vertiginosa carrera y se iguió adoptando la forma completa que le había regalado el druida con su poción. Al ver su cuerpo reflejado en el las aguas cristalinas descubrió a una rubia mujer como las que habitaban las aldeas de su territorio de caza.  Pero aquella humana era ella y, dando un paso adelante sintió el agua en sus pies. El agua no estaba fría como en el lago de su territorio. Esta vez la sensación era muy agradable y además el calor que producía el brillante sol le invitó a adentrarse un poco más en el mar. 
Después del relajante baño volvió a la orilla y tumbada sobre la arena, se secó tratando de comprender aquello. Pasó el día en aquella playa disfrutando del calor y de la sensación de libertad y cuando el sol comenzó a ocultarse, fue recuperando paulatinamente su forma natural.
Los pescadores de aquella playa  gaditana, aseguraron siempre que en la noche de San Juan, una hermosa hembra de lince ibérico recorrió la playa de un extremo a otro, cojeando de una pata y sonriendo como si con su sonrisa, quisiera hacerlos partícipes de una mágica historia.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Días de uvas y cava.


Nos empeñamos en confundir las fechas que se acercan, convirtiéndolas en un canto al consumismo y a la falsedad. Según las estadísticas, es la época con más suicidios del año. 
Son días difíciles en los que la gente se desea felicidad por cumplir y en el fondo les da igual y siguen su camino. Cuando ves en la tele el anuncio de la loteria, lejos de pensar en comprar un décimo, te sorprendes recordando a los que ya no se sentarán a la mesa con el resto de su familia. Y extrañando la niñez.
Y es cuando me surgen preguntas del estilo de, ¿Porqué me desean felicidad solo en estos días? Yo prefiero desear "feliz todo Navidad incluida". Y prefiero olvidar aquellos años en los que era realmente feliz en Navidad, por la llegada de familiares a casa y el aluvión de regalos, por la ausencia de obligaciones y de colegio y, por la especial y espectacular programación televisiva.
Hace ya tiempo que la navidad se convirtió en una época de incremento de gastos y compromisos, de nostalgia y de añoranza de los que se fueron y sabes que no van a volver.
No soy en absoluto el Mr Scrooge de "Cuento de navidad". Si me visitase el fantasma de las navidades pasadas, bajo el aspecto de una misteriosa mujer, me lo llevaría de copas y trataría de seducirlo. Lo mismo me sucedería con el fantasma de las navidades futuras, al que además interrogaría para sonsacarle los números del sorteo del siguiente euro millón.
No hay suficiente muérdago en el mundo para conseguir que ella me bese, ni calcetines del tamaño adecuado para contener el regalo que creo merecer como compensación a esta serie de catastróficas desdichas.
En mi cuento navideño, el protagonista se acuesta un veintitrés de diciembre y se despierta el siete de enero. Y es feliz.
Ojalá pudiese recuperar la inocencia de la infancia. No quiero volver a la niñez por tener el cutis más terso, el corazón sin cicatrices y de una pieza y los pulmones más limpios, sino por miedo a todo lo que he aprendido de la vida. Y para no sufrir pensando en que Blancanieves es solo un cuento y que las bellas durmientes al final no despiertan del coma.También que los reyes sabios y justos, sucumben un día a la maldición de las malvadas aortas y, los magos de la corte solo pueden ayudar con una pócima especial y diaria en forma de pastillita para ese mal del alma que llaman depresión y que no es más que la toma de conciencia de la realidad. Una realidad que ejecuta reyes orientales o los permite morir ahogados en el Mediterraneo, sin recibir a cambio una yihad islámica, o un regalo junto al árbol en forma de chaleco de explosivos. Una realidad en la que se detiene o se dispara al enigmático señor barbudo vestido de rojo que allana tu morada y sienta a los niños en su regazo con extrañas intenciones.
En cualquier caso, feliz navidad y próspero año nuevo. O mejor aún, feliz todo, navidad y año nuevo incluidos.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Encuentrame


Haz el favor, encuentrame tu. 
Porque yo estoy extenuado de buscarte. Porque creí haberte encontrado en docenas de ocasiones y tan solo eran malas copias de lo que he recibido y disfrutado de ti.
Porque te llevo buscando desde hace muchas, muchas vidas y me temo que el destino no volverá a reencontrarnos hasta dentro de unas cuantas reencarnaciones más.
No sé si la próxima vez te amaré como hombre, como mujer, como gato o como voraz tintorera pero lo que si que sé, es que bajo la forma que sea, te seguiré amando como todos estos siglos, con el alma y el corazón, con la mente y la piel. Con todo mi ser.
A veces me pregunto porqué coño el destino se entretiene jugando con nosotros. Porqué nos ha permitido unirnos durante anteriores existencias y ahora nos lo está poniendo tan difícil.
Una vez me besaste bajo el cielo estrellado de Roma, antes de partir con tu cohorte hacia Britania y una vez, te rescaté de la guillotina donde iban a cortar tu hermosa cabecita, más o menos a la altura del cuello donde lucias ese ostentoso collar de diamantes, con los que hubieras podido alimentar durante semanas a todo el pueblo de París, que se moría de hambre. Compartimos camarote en el Titanic y apuramos botellas clandestinas durante la ley seca.
Llevamos encontrándonos milenios pero ya son demasiadas las vidas en las que no se nos ha permitido coincidir. Y no es justo.
Estoy cansado, agotado, desesperado. Por favor, búscame tu. Encuentrame.
Enloquezco cada vez que creo reconocerte en los labios de una mujer y me derrito entre sus brazos, soñando que son los tuyos pero no lo son. En esta vida nunca eres tu, al igual que en mi anterior vida, en la que pretendí haberte encontrado justo antes de matarme sobre aquella moto. Y al volver  a nacer comprendí que tampoco eras tu. Y desee no haber nacido y no volver a nacer de nuevo.
Ya no sé cómo hacerlo, no sé donde mirar y no sé como llegar a ti.
Por eso hoy te pido que me busques tu, que trates de dar conmigo. Puede que también estés dando palos de ciego en algún lugar del planeta, en el rincón más recóndito de cualquier otro continente o a la vuelta de la esquina.
Cada vez que me cruzo con alguien que despierta en mi lo que tu has despertado siempre, intento llegar hasta el fondo de su alma y comprobar si esta vez eres rubia o morena, alta o baja, blanca o negra.  No me importa como te hayan diseñado en esta ocasión, lo que amo de ti es esa luz con la que llevas iluminando mi camino desde la primera de mis odiseas. Pero al haberme deslumbrado tantas veces, me cuesta acostumbrar mis ojos a ti. Y no consigo verte. No consigo distinguirte y eso me hace desear la muerte para volver a nacer en otro cuerpo y en otro lugar, a ver si tengo más suerte.
Sé que se están agotando los días y sino me encuentras tu, habremos perdido otra oportunidad para volver a estar juntos.
Solo le pido a los dioses que se apiaden de nosotros y nos permitan ser felices. Que ya toca.

domingo, 10 de diciembre de 2017

El viento

El viento se llevó muchas cosas, pero no todo.
Sopló fuerte sobre mis recuerdos, alborotándolos primero, desordenándolos y mezclándolos después, para terminar empujándolos por las almenas de la muralla en que se ha convertido mi pecho.
Intenté inútilmente salvar algunos de los más preciados pero tan solo puede agarrar por los pies a media docena de los que no me hubiera importado ver estrellarse contra el puente que cubre el foso.
Se han ido todos los felices, todos los que me certificaban que una vez me quisieron, que una vez las palabras fueron sinceras y también los abrazos. Y los besos. Todos esos recuerdos ya no están En su lugar permanecen los de algunas noches de fingida pasión, de cariño embustero y traidor y de cuerpos desnudos inmersos en rituales demoniacos.
Una vez confundí al demonio con un ángel y arrodillado frente a él, le ofrecí el anillo con el que sellé la venta del  alma. Pero un profeta apocalíptico se apiadó de mi y decidió interceder por mi salvación eterna, consiguiendo por lo menos una tregua.
Me liberaron de mi eterno castigo pero salí de aquello terriblemente confuso y errático y una vez tras otra, volví a equivocarme y a entregar el alma a quien no debía. Y siempre creí estar haciendo lo debido y lo festejé cada ocasión, pensando que era la definitiva.
Y un día conocí a un verdadero ángel que me tomó de la mano y me miró a los ojos sonriendo. Y me cantó con una voz preciosa y llena de esperanza.
Ese día el cielo parecía estar en la habitación donde su voz se adueñó de todo. Y con las notas de una canción, me acarició el alma curando todas sus heridas y borrando las cicatrices de un pasado desolador.
El viento huracanado no pudo arrebatarme la partitura de ese momento, porque la llevo tatuada en el corazón y sé que llegará un día en el que afinaré la guitarra para acompañar a mi ángel mientras entona un tema de Gardot, solo para mi. 
Soñar está al alcance e todos y como dicen, es gratis.
Ojalá cada noche del resto de mis vidas pueda soñar que en efecto, el cielo está en una habitación.