La vida es tan curiosa y el destino tan caprichoso que, cuando menos te lo esperas, descubres estar inmerso en un sueño del que no quisieras despertar nunca, porque de repente ha aparecido alguien que colma tu pecho, alegra tu espíritu y alimenta tu alma. Y ahí es cuando decimos eso de "me parece estar viviendo un sueño".
Una muy acertada pluma escribió hace varios siglos que la vida es sueño y hoy descubro que como Segismundo, apurar cielos pretendo ya que me tratan así. ¿Qué delito cometí, contra vosotros naciendo?. Aunque si nací, ya entiendo que delito he cometido. Oh...mísero de mi, oh infeliz.
Pero ya está. Se acabó. He devuelto a las serpientes al terrario del que escaparon, he podido abrazar al onírico ángel que me acompaña y he recuperado mis fuerzas y mis ganas de vivir. Y de soñar.
Los sueños se cazan con cebo de ilusión, cartuchos de esperanza y podencos portugueses o felinos amaestrados.
Todo radica en localizar la presa, asegurarte de que no vas a derribar la equivocada y no cejar en el empeño de cobrar el sueño ansiado.
La fuerza de voluntad, el espíritu de lucha y el sacrificio continuo, son las mejores y más precisas armas con las que salir de montería.
Os invito a una partida de caza en el coto privado al que se llega cerrando los ojos tras una dura jornada en el mundo real. Merecerá la pena, os lo garantizo.
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