lunes, 13 de marzo de 2017

Y que cumplas muchos más.

María cumplió cuarenta primaveras y decidió celebrarlo el sábado once de marzo, en su casa de Madrid.
No reparó en gastos ni escatimó en esfuerzos y ofreció a la cincuentena de amigos invitados al evento, la mejor de las fiestas, donde dio de beber al sediento y de comer al hambriento y los asistentes bebieron y comieron como si no hubiera mañana, sin saber lo cerca que habían estado de que el mañana no llegase nunca.
Asistí junto a una de mis hermanas pequeñas y su marido, amigos también de la homenajeada y del simpático trabajador de banca con el que había decidido construir un futuro y con quien tenía ya dos hijas y del que esperaba una tercera, que nacería en pocos meses.
Al llegar a la vivienda, nos recibieron María y Javier, acompañados por Sara y otro encantador Javier, ambos hermanos pequeños de María, que iban de un lado a otro colocando multitud de platos con una gran variedad de delicias gastronómicas.
El resto de invitados fueron llegando poco a poco. Me resultó curioso ver como habían cambiado nuestras fiestas. No hace tantos años solían ser guateques en los que corría el alcohol a raudales, sin importar la variedad o la calidad del mismo y donde con un poco de suerte, podías encontrar acompañamiento para una noche, para las noches de varios meses o tan solo besar alguna boca desconocida para agregarla a la lista de labios disfrutados. Ahora asisto a fiestas Gourmet, donde son todo matrimonios o parejas consolidadas de las más variadas opciones sexuales pero donde lo que primaba por encima de cualquier otra cosa, era el haber conseguido colocar a los niños con los abuelos o haber logrado la canguro salvadora y con buenas referencias, que les permitiese dejar de lado las obligaciones familiares por unas horas. El ochenta por ciento de los invitados habían aportado su granito de arena para la perpetuación de la especie y la repoblación de España.
Yo soy un alegre divorciado que vive con su gato y que va saltando de una mujer a otra, de un fracaso a otro, pensando siempre que el día menos pensado conocerá a la persona adecuada. Pero o se esconde muy bien, o resulta que ya está comprometida. Y eso es algo que siempre he respetado, no como otros.
El despliegue de bellezas que asistió a la fiesta era francamente impresionante y, además de María, un bellezón (cumpla los años que cumpla), y sus hermanas, Sara y Julia, mujeres como Gudrum, Paula, Amparo, M. A. ,Sandra, Laura, Carmen, y un largo etcétera de divinos exponentes del sexo mal llamado débil, llegados desde todos los puntos cardinales (Málaga, Bilbao, Madrid, Segovia, Valladolid e incluso Alemania) me reafirmaron en mi declarada y perjudicial condición de eterno enamoradizo.
Claro, si añado que lo tenía francamente jodido para competir con los encantos y las habilidades de los hombres que asistieron a la fiesta, se entenderá a la perfección porqué terminé durmiendo solo, una noche más. No puedo compararme con Javier, Diego, Ignacio, Carlos, Miguel, Iker,Sebas o cualquiera de los masculinos y perfectos elementos que además de sacarme como mínimo una cabeza (si...a ellos "les daban dos" y yo crecí con un único "petit suite " de fresa como merienda diaria) se habían labrado perfectos porvenires en trabajos serios y respetables y yo seré siempre el eterno aspirante a escritor, actor, comunicador y posible ganador de los euromillones, por  lo qué entiendo que muchos observasen mis piercings y mis brazos tatuados con cierta condescendencia. No conocen mi verdadero oficio, pero no os lo puedo contar aún, sino, tendría que mataros.
Dimos (bueno, dieron, que yo me he he convertido en un abstemio obligado)buena cuenta con rapidez de todas las botellas de espirituosos que se agolpaban en la cocina. Me lo pasé como un niño preparando gintonics para mis amigos (hay una máxima que reza: "nunca muestres tus habilidades en público" y a la que nunca he hecho demasiado caso) y antes de darme cuenta, se apagaron las luces y aparecieron tres deliciosas tartas con cuarenta velitas encendidas y todos le hicimos los coros a los miembros de Parchís, que cantaban el cumple años feliz por los altavoces del salón, para horror y desesperación de los vecinos de Fuencarral.
Hasta ahí todo genial y muy divertido, María sopló las velas con acierto, hizo un breve brindis de agradecimiento con acierto también, e inauguró la improvisada pista de baile en el salón.
Aproveché que todos se pusieron a bailar "La bicicleta" y mierdas de esas, para probar las pocas viandas que aún no había probado, mientras el ritmazo de Inma (nuestra minoría étnica más simpática y cariñosa) embelesaba a los bailarines y los contagiaba de espíritu tribal y sandunguero.
Entonces me sonó el busca. Al busca solo me llaman de la Central de Inteligencia y en ocasiones verdaderamete delicadas, por lo que fingí retirarme a mis aposentos y ya a salvo de oídos indiscretos, saqué mi teléfono móvil y llame a mi oficial superior.
Casi me desmayo de la impresión al ser informado de que el lunático presidente americano, Donal Trump, se había enzarzado en una discusión con el diminuto dictador norcoreano, en la que la argumentación sobre la trascendencia de la música de "Milli Baninni" se convirtió en tal escalada de insultos e improperios, que se activaron los escudos antimisiles, se pasó a Defcon 1 y se movilizó a la quinta flota.. Al ser España un miembro activo de la OTAN, los norcoreanos nos habían elegido como país escarmiento y sus cabezas nucleares apuntaban directamente a nuestra pequeña piel de toro.
Mis órdenes consistían en volar a Corea del Norte y eliminar discretamente al pintoresco líder, como había hecho hace unos días con su hermano. Que pareciese un accidente.
Ya que estaba en la habitación que se me había reservado en la casa de María y sabiendo que dormiría más solo que la una, me desnudé y me metí en la cama. Al poco se abrió la puerta y la confundida y desconcertada Sara, se disculpó tan rápido como emprendió la retirada. Lástima, era realmente guapa y muy inteligente pero mi aracno sentido me avisó de que tenía las mismas posibilidades de pasar una noche con ella, que de jugar como pivot en l NBA.
Escuchando el jolgorio del salón, cerré los ojos y me dispuse a dormir, a ver si con un poco de suerte conseguía soñar con la única mujer a la que siempre amaré, aunque nunca reuniré el valor para decírselo.
Ayer domingo volé en un caza bombardero del ejército español, hasta la frontera entre las dos coreas.
Tengo al taradito ese en el punto de mira.
Os seguiré contando.
Por cierto...un fiestón.

viernes, 10 de marzo de 2017

Tu lo has querido.

El relato que cuelgo hoy aquí, es el producto de una propuesta que hice en mi nueva página de Facebook, "Juan Pizarro New" una página que he abierto como escritor y para compartir tan solo temas literarios. Las fotos de mi gato y mis tonterías varías, las dejo para el perfil del caralibro de toda la vida.
He tratado de utilizar todas las propuestas que han dejado las personas que han secundado mi iniciativa y a ellas está dedicado este relato que espero que os guste. Me encanta jugar.



Corre el año del señor de mil ochocientos noventa y dos, finalizando ya el sigo diecinueve.
El doctor Jeremías  Lincon, aprovecha que  ha encendido la caldera de su laboratorio, para arrojar al fuego los restos de la última prostituta que le vendió un buen rato de placer, antes de ser estrangulada y posteriormente descuartizada. Al tumbarla, completamente desnuda y aún caliente, sobre la mesa de trabajo del laboratorio donde realiza sus experimentos,no pudo evitar recordar los momentos de éxtasis carnal que había compartido con ella apenas quince minutos antes y dudó seriamente entre tratar de devolverle a la vida utilizando la nueva máquina fruto de su infatigable trabajo de años, o hacerle el amor a su cadáver. Al contemplar sus pechos redondos, turgentes y deliciosos, su labios carnosos y su pubis aún húmedo del encontronazo sexual, la erección le alcanzó con la sierra de huesos en la mano y apoyada sobre la cintura de la joven. 
Controlando sus instintos más bajos, procedió a cortar a la mujer en varios pedazos que quemar rápidamente, no fuese que apareciera alguien a incordiar y comenzase a hacer preguntas.
Con esta son ya una docena las prostitutas que habían ardido en su caldera y Jeremías, comenzó a plantearse si tendría algún tipo de fijación con eso de los estrangulamientos post coito.
Aprovechó el fuego para quemar también la ropa y el bolso de la ramera y una vez hubo hecho desaparecer todas las evidencias de su crimen, se vistió con un traje de ante y unas botas cómodas, preparó una mochila con útiles, algunas joyas de gran valor  y provisiones por si sucedía algún percance durante su viaje, comprobó que el revolver que introdujo en el interior de su bota izquierda, estuviese cargado correctamente y se dirigió al interior de su maquina.
La maquina para viajar en el tiempo, había sido el resultado final de su búsqueda de algo tan fantástico como improbable y condenado pro la comunidad científica y la iglesia, el poder sobre el tiempo. 
Jeremías siempre había sido uno de esos científicos que se enfrentaba a los prejuicios académicos y religiosos y aunque eso le había hecho no resultarle simpático a ningún miembro de su comunidad, francamente, le importaba muy poco, por no decir nada.
Accionó con cuidado y precisión quirúrjica los controles para introducir las coordenadas espacio temporales. La semana anterior, durante su último viaje, había caído en medio del océano y de no ser por la impresionante desertización que asoló el Índico durante el siglo diecinueve, habría muerto ahogado. 
Esta vez viajaría al siglo veintidós, a ver que había sucedido para entonces con el planeta Tierra.
El hecho de llevar el arma cargada, era una medida de precaución para enfrentarse a lo desconocido pues aunque solía llevar un gran y afiladísimo bisturí oculto en la manga de la chaqueta, ya había visto la facilidad con la que el ser humano desarrollaba admirables inventos para matarse, a ser posible, de lejos y sin jugarse el tipo en un enfrentamiento directo.
La bomba atómica, esa poderosa arma de esdrújula denominación y devastadores efectos, le había sorprendido al ser la confirmación de su teoría sobre la fusión del núcleo pero claro, a él no se le hubiese ocurrido nunca utilizar uranio empobrecido.
Lo más gracioso fue descubrir inventos como los ordenadores y algo que jamás habría imaginado siquiera, el Internet.
Gracias a un ordenador conectado a esa arácnida red gigantesca en la que millones de personas pasaban las horas atrapados como inmóviles presas, encontró a un personaje que le llamó poderosamente la atención. Un escritorcillo con ínfulas de gran literato que se había quedado en eterna promesa y que pese a sus casi cuarenta y tres años, aún se comportaba como un niño. Siempre contando estupideces en sus canales de comunicación, haciéndole fotos a su gato y otorgándole poderes sobre humanos. Sin embargo, al avanzar hasta el año dos mil dieciocho, se encontró con que ese afortunado tipejo de prosa afilada como una navaja, había conseguido engatusar a los suficientes lectores como para hacerse un nombre en el panorama cultural, conocer a la presidenta de Alemania, seducirla, casarse con ella y controlar en la sombra las decisiones de la fracasada unión Europea.
El lujurioso y carismático escritorcillo, había jugado sus cartas con tal acierto, que inundó los mercados alemanes de pepinos españoles, anteriormente denostados por su esposa, la presidenta , hizo que el gato común se convirtiese en objeto de culto e incluso de adoración y, anuló las fronteras entre los países de Europa, lo que derivó en una crisis militar de tal calibre que a punto estuvo de terminar en la tercera guerra mundial.
Pero su mayor aportación a la historia y por lo que le seguía la pista desde el día en que topó casualmente con él, fue el escribir un relato sobre un científico  psicópata que dominaba los viajes en el tiempo, encriptando entre las frases del texto, las palabras clave para formular científicamente la ecuación que abriría a la humanidad la puerta de los viajes en el tiempo.
El destino es caprichoso.

domingo, 5 de marzo de 2017

Emulando a Machado.

Mi infancia son recuerdos de risas y de juegos, de abrazos y caricias, de tiempos que sabiendo que no habrían de volver, prolongué cuanto pude y aún hoy, me cuesta asumir que ya no soy un niño.
Mi juventud un montón de años en los que viví sin fronteras, convirtiendo mi hogar en cualquier ciudad y cualquier país donde colgase mi sombrero. Mi historia son demasiados casos que recordar no quiero y alguno que jamás olvidaré, nunca.
Ni  un seductor Mañara, ni un Bradomín, ni tan siquiera un Brad Pit de andar por casa he sido, ya conocéis lo original de mi torpe aliño indumentario, más disfruté tanto las flechas que me otorgó Cupido, que opté por vaciarle el carcaj y amar cuento en ellas pudiera haber de hospitalario,necesario, erótico y divertido, para terminar pidiéndole a Alejandro Sanz tiritas para este corazón partido y como era de esperar, no me pasó ni una pero me firmó un autógrafo en el vendaje del pecho.
Tengo tal mezcla de sangres literarias que desde Delibes a Carver, pasando por Shackespeare, Calvino, Hernandez o Verne, todos dejaron su ADN en mi. Mi verso no brota de manantial sereno, sino de cuanto he podido degustar de este juego al que llamamos vida.
Envidio las romanzas de muchos trovadores pero el canto de los grillos tan solo me evoca despertares resacosos y veraniegos, en algún parque del sur, junto a la playa. 
De entre todas las voces no supe escuchar una como debiera, por mucho que la de mi padre se distinguiese entre tantas voces huecas. Lo bueno es que el eco de sus palabras se sigue repitiendo en los desfiladeros de mi alma.
Mantengo demasiadas conversaciones con el niño que siempre va conmigo y sé que en el fondo ardo en deseos de hablarle a Dios un día, aunque espero que pasen unos cuantos años aún.
No me debéis nada, ni siquiera cuanto escribo. Soy yo el que os debe demasiado y pienso pagároslo pero haced como Hacienda y aplazadme los pagos, por favor, que en la cuenta corriente de mi espíritu hay unos números más rojos que "La pasionaria". Hubo quien saqueó sin clemencia alguna mis reservas emocionales y, aunque ahora ya he empezado a ahorrar y guardo para cuando vuelvan a venir mal dadas, el saldo todavía es patético.
Cuando llegue el día de mi último viaje y esté al partir la Vespa que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, pero con casco, eso si. No iré desnudo como los hijos de la mar porqué soy de secano y además aún no he conseguido ni el cuerpazo ni la prosa por los que quiero que me recuerden mis detractores y las mujeres que han de dormir conmigo. Firmaría ahora mismo porque solo fuese una, durante el resto de mis vidas pero he aprendido que la utopía es un libro de Tomás Moro y poco más. No obstante su amistad siempre descansará junto a mi, en el lecho donde yago y compartiré con ella y con su reina podenca la comida que con mi trabajo pago o la que ella misma prepare, que es una mujer muy apañadita..
Mientras siga viviendo y saliendo de dudas, aprendiendo y disfrutando y sufriendo lo aprendido, escribiré para dejaros al menos lo escrito. Mi padre siempre me dijo, "lo escrito queda" y, esa es una lección que repaso cada día leyendo sus textos o sus poemas enmarcados.
Él me descubrió a Machado. Y el enorme placer de leer que las cosas no solo me suceden a mi, porque alguien ya las puso por escrito antes de que hubiese nacido.

jueves, 2 de marzo de 2017

Reencuentros gatunos

Y el verbo se hizo gato. Y habitó entre nosotros.
Hay personas,monstruos disfrazados de personas, personas especiales y personas extremadamente sensibles y especiales. 
Ella es una de estas últimas y lleva la sensibilidad a flor de piel, lo que la convierte en la más especial de las mujeres con las que he tenido la suerte de cruzarme.
Aún recuerda aquel ayer, cuando estaba junto a ella. Aún recuerda aquel amor y eso le hace llorar. Eso hace que una extensa y húmeda capa de rocío nacida en los lacrimales, se instale en su corazón.  Lucha para conseguir mantener seco el interior de su pecho y lo hace esbozando constantemente la más hermosa y cálida de las sonrisas.
Un gato tan negro como amable, llegó hasta ella para convertirse en el protector de sus emociones y en el receptor del caudal infinito de cariño que brota de la nobleza del espíritu de la joven profesora, quien con cada promoción que despide al terminar el curso escolar, sufre al ver que se va también un poquito de su ser. 
Optó por la educación infantil, al haberse dado cuenta de que los niños más pequeños son entes puros sin corromper por las miserias humanas; miserias terriblemente contagiosas y  que se van inoculando en todos con los años de exposición al medio social y nos hacen crecer infectados de crueldad, traición y envidia.
Ella sufre no solo por haber perdido al que creyó el amor de su vida, sino por haberse dado cuenta de que su idea del amor nada tiene que ver con lo que realmente es. El amor, duele y ella necesita morfina para el alma pero no quiere caer en esa adición y solo consigue mitigar su dolor abrazando a su gato negro y empático y respirando al compás del ronroneo con el que él agradece sus abrazos.
Pero somos algunos más los que hemos descubierto en que consiste el juego y porqué perdemos todas las partidas. Desde la primera vez en que nos decidimos a jugar, hemos querido hacerlo de la forma más honrada posible, apostando todas y cada una de las fichas de ilusión y futuro, huyendo de trampas y de trucos baratos y esta decisión nos ha convertido en los eternos perdedores. Perdemos sí, pero con la cabeza muy alta y aunque se nos llene el rostro de lágrimas cada vez que nos dicen adiós, no vamos a cambiar nuestro estilo, sabedores de que llegará un día en que nos crucemos con alguien que jugará como nosotros y finalizaremos la partida entre sus brazos y sonriendo al fin.
Mientras llega ese momento, yo seguiré afilándome las uñas en los muebles del salón y jugando con el ovillo de letras, puntos y comas, que hago rodar por los folios en blanco del pasillo.


sábado, 25 de febrero de 2017

La princesa Carolina y el consejo del hechicero.

Tras terminar de escribir el mensaje en el minúsculo pergamino, el mal llamado hechicero, se levantó de su mesa de trabajo y se dirigió a la terraza de la torre donde habitaba y tenía su estudio y su biblioteca. En la terraza, se encontraba el pequeño palomar donde se protegían del frío castellano, las palomas mensajeras. Escogió a una, "Gatita", su más veterana y eficaz paloma y le ató a su pata derecha el cilindro de cuero donde introdujo la nueva misiva.
Cuando el monarca del reino de Castilla  contrató sus servicios, le explicó el mal que asolaba a su hija. La princesa Carolina, había amado a un joven trovador de la zona y como no sabía hacerlo de otra forma, se entregó a él en cuerpo y alma. Pero la juventud es caprichosa y aquel muchacho tomo su laúd y se fue con la música a otra parte, dejando a la princesa Carolina sola y con el corazón roto.
La princesa lloró y lloró durante muchos meses y un día sorprendió a todos, al mandar llamar al maestro constructor de la corte y encargarle que construyese una vivienda frente al palacio de sus padres. Aquello no hubiera sido nada anormal, pues los reyes comprendían el deseo de su hija de alejarse de las fiestas de palacio y de la estrecha y continua vigilancia de las cortesanas y los guardias., que anulaban su intimidad y su necesidad de evasión. Lo que los alarmó sobremanera es que pidiese que la vivienda tuviese una torre de gran altura, desde donde contemplar el mundo que ya no vería con su amado. También pidió que en vez de foso o muralla, se protegiese la vivienda rodeándola de un intrincado e inexpugnable laberinto donde resultase harto difícil encontrar una salida, en homenaje a su concepción del amor verdadero. Cuando su deseo estuvo listo, pidió que se la introdujese en la modesta vivienda con los ojos vendados y que solo conociese el camino de acceso su madre, a quien recibiría una vez por semana, para poder avituallarse con lo necesario y comunicarse con un ser humano pues solo quiso que un gato y un perro, le acompañasen en su destierro voluntario junto al palacio de sus padres.
El caballero al que el rey contrató como posible remedio a los males de su hija Carolina, al mal denominado hechicero, pues sabia que dominaba muchas artes y saberes vetados al vulgo, y este fue instalado en la torre más alta del palacio, frente a la torre donde pasaba largas horas del día su afligida hija.
Blanca, la hermana de Carolina, trató en vano de atravesar el laberinto y tanto quería a su hermana, que lo intentó tantas veces que sus padres terminaron prohibiéndolo, para que su salud mental no se resintiese. La princesa Carolina, de naturaleza sensible y generosa y de amplia y hermosa sonrisa, era muy querida por todos los habitantes del reino, que lloraban su decisión de distanciarse de ellos y de los niños a quienes la princesa Carolina enseñaba a razonar y a tomar decisiones con inteligencia, abandonando la pendencia como el único remedio para sus problemas cotidianos .
Iván, caballero templario que hacia algunos años había cambiado la espada por la pluma, decidió ayudar a Carolina a reunir las fuerzas para encontrar la salida y volver a la vida real, con el corazón completamente recuperado. Para hacerlo y sabedor de la afición de la princesa por escribir versos y cuentos, ideó un sistema de comunicación por escrito, en el que las palomas mensajeras trasladarían sus pensamientos y reflexiones de una torre a otra.
Él mismo era un devoto de las musas que inspiraron siempre sus cuentos, aunque le habían roto el corazón en demasiadas ocasiones y a punto estuvo también de aislarse del mundo en el peor de los momentos por los que atravesó en el pasado. En ese triste y duro momento sintió que el azufre de la traición le quemaba el pecho pero encontró el remedio a todo en los ojos y las palabras de una poetisa, que le explicó que el amor está en cada gesto y cada suspiro que comparte contigo un amigo, un pariente, un animal de compañía o en la hermosura de las olas del mar que crecen para morir al estrellarse contra la orilla una y otra vez.
Y fueron cruzando misivas a diario y en esta suerte de amistad y cariño epistolar, Iván consiguió que la princesa describiese con palabras hermosas y llenas de esperanza,el dolor que le había hecho estar a punto de arrojarse desde lo alto de la torre en demasiadas ocasiones. 
La reina, con la intención de que Carolina no se autoflajelase, había explicado a su hija en una de las visitas semanales, que el amor tal y como ella lo concebía no existía en el mundo real y que el caballero perfecto, el que supiese valorar su entrega y su generosidad, no era más que invento de juglares y trovadores. Pero si que existía y un ejemplo claro de compensión, empatia y misma concepción del sentimiento más intenso, más gratificante y más doloroso, lo tenía tan solo a un corto vuelo de paloma.
Con el tiempo la princesa Carolina logró salir  del laberinto y esbozando su recuperada e inmensa sonrisa, regaló a sus padres un manuscrito en el que supo al fin explicar que aunque el amor es ciego, hay personas lazarillo que consiguen evitar que el amor tropiece y que aunque estas personas no abundan, si existen y la vida tarde o temprano termina poniéndolas en tu camino.
Los reyes, quisieron pagar con un cofre de oro al supuesto "hechicero" pero este declinó el pago, argumentando que tan solo había aconsejado a la princesa que siguiese su instinto y que aprendiese de lo vivido.
El sol volvió a los ojos de la princesa Carolina y por extensión, al disfrutar y compartir la felicidad de su princesa, a los de todos los habitantes del reino.
Y colorín colorado, este cuento solo acaba de empezar.


viernes, 24 de febrero de 2017

A veces cruel, a veces juguetón.

Así de cachondo es el destino, que ha vuelto a  gastarme una de sus típicas bromas y ha dado un puñetazo en la mesa, para decirme que solo él decidirá, cuando  se cierra una etapa y puedo romper con el pasado.
Ayer tarde, una amiga que entre otras muchas cosas, pone su voz al servicio de la literatura, realizó una de sus "tardes deletreadas", de las que nos regala en un local emblemático de mi ciudad. En estas tardes tan especiales, lee al público asistente pasajes de algún libro que le ha llamado particularmente la atención y, explica una serie de datos sobre el autor. En esta ocasión, la "tarde deletreada" estuvo dedicada a mi libro "Historias para según qué días" y me brindó la posibilidad de contestar a sus preguntas sobre esa mi  primera aventura literaria allí mismo, en directo y arropado tan solo con un micro, con su firme ternura y con su sonrisa constante.
Yo me había propuesto utilizar el evento de ayer como carpetazo con el Juan dolido y emocionalmente débil que había escrito ese libro y, que ya estaba cansado de lamentarse, aunque esos lamentos consiguiesen emocionar a miles de lectores. Iba completamente decidido a sacarle un dedo a esos recuerdos, haciéndoles una gloriosa peineta pero mira tu por donde, cuando leyó "Bancos de piedra" casi me desmayo. Menos mal que Rosa Eva (la logopeda y escritora de alma cultrualmente inquieta, precursora de esta actividad) se dio cuenta de lo profundo de la herida que estaba tratando de suturar y me apretó fuerte la pierna mientras leía.
Superado ese bache ocasional y reforzado en mi decisión, las lecturas y las charlas con el público siguieron de forma más que agradable y fue al concluir, cuando el destino me reservó su lado más jocoso. Una joven que había escuchado todo sentada junto a su hermana, me pidió que le firmase un ejemplar del libro. Yo, que trato de no escribir nunca dos dedicatorias iguales, inmediatamente le pregunte en primer lugar su nombre, para comenzar la dedicatoria. Resultó que esa señorita de sonrisa cándida e inmensa, se llamaba Carolina, como la protagonista de uno de los relatos incluidos en el libro, que hace referencia a un suceso tan divertido como erótico de mi pasado. No pude evitar observarla disimuladamente y todo en ella me recordaba en exceso a la Carolina del texto original.
Nos sentamos y mientras le dedicaba el ejemplar, hablamos unos minutos. Esta nueva musa de mis textos, compartía pese a su juventud y a su belleza, muchos de los sentimientos y de las emociones reflejadas en los textos más duros y tristes de "Historias para según qué días". Como este Valladolid mio es un pueblo grande, quiso ese diablillo graciosete y juguetón al que llamamos destino, que el causante de su mal del alma, fuese familiar de un gran amigo mio. 
Todo ese cúmulo de catastróficas desdichas, me encogió el corazón y me vino a la cabeza que a veces, hay mujeres que se arreglan y se ponen preciosas y con un hermoso "vestido de dejar" que les realza la silueta, te invitan a cenar. Y a los postres, rompen contigo. Aquello me hizo recordar también que no siempre que se tienen ganas de llorar, es de pena y que cuando lloras por detrás, es porque el llanto viene provocado por agradables y positivos motivos. Entonces lloras por el exterior del lacrimal, sin hipos ni mucosidades alarmantes, a diferencia de cuando lloras de rabia o de dolor, que aquello es el festival de lo escandaloso y plañidero. Digo esto porque aquella broma del destino de presentarme a una hermosa Carolina, compañera en el desamor, a punto estuvo de hacerme llorar por detrás, sabedor de que aquel encuentro iba a llenar muchas, muchas páginas. Pero no me la jugué y me contuve. Bastante fama de ñoño tengo ya. Y en eso si que voy a romper con el ayer. Desde luego, siempre seré como soy, el que nace lechón, muere cochino y renace más lechón que nunca, pero no pienso permitir que se convierta en algo de dominio público. Ya no.
Creo que "Historias para según qué días" va a dar a luz a una segunda parte, si mi querida Estela Labajo, quiere volver a poner su pincel a mi servicio. "Historias para según qué npches" tendrá un nuevo "Carolina", que será un canto a la vida y al destino. También tendrá un "Deuda", dedicado a los ojos más verdes y maás llenos de amor y que ya he publicado aquí hace un par de días.
Ilusionado y feliz con este nuevo proyecto.

martes, 21 de febrero de 2017

Deuda

Aunque ahora estoy en otro momento de mi vida, y de mis textos, en el que lucho por ser el mejor escritor que pueda ser y por abstraerme de mi realidad al escribir, hoy voy a hacer un nuevo "kit-kat".
Afirmo constantemente con cierta presunción, que siempre cumplo mis promesas y siempre termino pagando mis deudas. Ambas afirmaciones lucho por que sean ciertas. Y hoy voy a pagarte mi deuda. Porque estoy en deuda contigo.
Te dediqué mi primer libro. Y el primer texto de esas "Historias para según qué días", era un resumen de nuestra historia.  Historia del amor más hermoso, que es el que bebe de la sangre en común, de la familia.
Lo titulé "Tantas cosas" y en él, quise hacer un pequeño resumen o quizás, un muestrario de todo lo que hemos compartido juntos, de todo lo que me dabas constantemente y que ahora conforma el montante que adeudo. Creo que es justo que te devuelva lo que derrochaste conmigo, porque hay otro a quien conociéndote, querrás que no le falte de nada y sería muy egoísta por mi parte el quedarme con lo que no me pertenece. Ahora le cedo a él los segundos de calma y los instantes junto a ti pero para que os miréis a los ojos, os acariciéis y os digáis todo lo que queráis deciros. Me reservo la lágrima en la ocasión más difícil porque esa me la regalaste tu junto a mi cama de la UCI y no pienso devolvértela. Sabe a gloria bendita. 
Ya no volveré a correr por los pasillos de mi vida porque sé a lo que conducen las prisas. Y esa bicicleta que me llevó hasta tu sonrisa, tiene una rueda pinchada. Todos tus abrazos, aún a veces distantes, fueron siempre sinceros y también me los quedo. Los pelos, blancos o negros, te los dejo en tu sofá blanco, confundidos con los de tu gata y mejor en el sofá que en jerseis y sudarios.
Las mejores conversaciones en los peores momentos no se me olvidarán jamás. Como tampoco olvidaré nunca las peores y más surrealistas conversaciones en los mejores y más divertidos momentos.
Ya no compartimos humo ni pitillos.Has dejado de fumar y yo te envido también por eso. No he tenido cojones para hacerlo y eso que el monstruo del tabaco se llevó a mi padre, a quien tanto queríamos los dos. Ocasionalmente seguimos compartiendo tortilla de patatas,sushi y copas de vino de esa botella que descorchó él, porque yo no supe atinar nunca con el sacacorchos.
Aún nos enviamos mensajes al móvil y seguiremos haciéndolo el resto de nuestras vidas porque cuando la noche es más negra y los monstruos que viven en el armario, se me juegan a los chinos, solo tengo que pensar en ti y escribirte, para que abandonen la partida y se dediquen a otra cosa.
Por desgracia, siempre he dado más disgustos que buenos consejos.
Aunque ya apenas juguemos al mús, podremos seguir tomando cafés sin problema, porque mi alma ya está seca. Nos quedan muchos conciertos y muchos paseos por la playa. Y por mucho que busque, tus ojos me seguirán reafirmando en que eres el detalle mas bonito del paisaje más hermoso.
Sé que siempre tendré tu hombro para llorar cuando lo necesite. Tu tienes todo mi ser. Del mismo modo, el montón de recuerdos junto a ti, que he tenido la suerte de recuperar, nos pertenecen a los dos. Sé también, que si algún día vuelvo a perderlos, al apretarme fuerte la mano, como hiciste tantas veces aquel abril de dos mil catorce, me estarás pasando los tuyos.
Tenerte en mi vida y quererte y que me quieras, es la mayor de las esperanzas. Ahora el que sabe que no tiene nada que ofrecerte soy yo. Solo te puedo ofrecer todo lo que soy y todo lo que me gustaría llegar a ser.
Y con estas palabras, escritas entre lágrimas de emoción, estamos en paz. Sé feliz por favor, se feliz con tu hija y con él, con quien tu escojas. O sola con tu peque. Eres muy libre de hacer lo que te pida el cuerpo a cada segundo y una de las cosas que más me ha costado aprender pero que he conseguido aprender al fin y, a raíz de cierto cambio de visión sobre la vida, es que sobre todo, y por encima de todo, quiero que seas feliz.
Siempre te querré.
Siempre tuyo.

El hombre que dejó de firmar como Peter Pan y que ha crecido y firma como Juan Pizarro.

sábado, 18 de febrero de 2017

Que todo cambie para que no cambie nada

Mis órdenes son bastante claras y valen bien el peso de la bolsa que por cumplirlas me pagan.Debo entrar en la cárcel de San Casciano y localizar al reo llamado Nicolás Maquiavelo, simular una de las habituales  riñas  carcelarias y hundirle la daga en el corazón hasta que quede ausente de latido.
La ofensa a Lorenzo de Medici ha debido ser tal,que para ganarse la amistad de su familia, el caballero que me ha contratado, está dispuesto a implicar su vida y su hacienda en este feo asunto.
Por lo que me han contado, Maquiavelo ha escrito un libro durante su condena, en el que busca redimirse de la ofensa a su antiguo mecenas. En este manuscrito, el autor habla de las virtudes de un príncipe y de como debe proceder durante el tiempo de su principado. Claramente y de forma aduladora a más no poder, se ha escrito imitando la vida y obra del Medici Lorenzo.
Este encargo lleva aparejada a la buena bolsa, la satisfacción de acallar a semejante lacayo, por muy ilustrado que sea. A veces la ignorancia aleja al hombre del servilismo de espíritu.
He puesto mi espada al servicio del dinero desde que aprendí a  manejarla con soltura y nunca me faltó un bravo que tratase de desarmarme ni una dama que me desnudase junto al lecho. No entiendo porqué, alguno se cree con derecho divino para gozar sin esfuerzo de lo que yo me gano con el sudor de mi frente y con la sangre de quien se bate frente a mi.
Mi buen acero toledano, comprado a un soldado español de los que abundan en Nápoles, al que pagué buenos dineros, ya pende del cinturón, sabedor de que con seguridad, tendrá que abandonar la vaina. En el interior de la bota derecha, alojo una de esas dagas que los españoles llaman "misericordia". El español, es un pueblo que siempre  ha sabido  vivir con el honor en los labios y morir con la sonrisa en el gesto. De alguna manera, nuestros primos de la piel de toro, me resultan enternecedores. Valientes en la riña y temerosos de Dios, cuando ya nada pueden solucionar con la espada.
Hoy Maquiavelo morirá bajo el peso de mi daga y con él enterrarán su lengua viperina y su falta de pudonor, pues es capaz de lamer la bota que le pisa el cuello.
Soy romano de vieja estirpe. Mis antepasados ayudaron a crear el mayor de los imperios y colocaron césares en el trono, pero jamás mendigaron gratitud ni parabienes de nadie. Con el tiempo mi linaje perdió oro y posición pero nunca el orgullo y la habilidad con la espada.
Esta noche, volveré a ganarme mis honorarios y el honor de no faltar a lo que me enseño mi padre.  Los príncipes, incluso los que son hijos de reyes, mucho me temo que salen airosos de sus lances con la historia y la justicia, por el mero hecho de haber sido coronados como tales. Del mismo modo, las infantas y sus caballeros también sortean la ley como mejor les conviene. Espero que con el tiempo, estas prevendas queden anuladas y todo cambie para que estos atropellos a la razón y al ciudadano, desaparezcan con el paso de los siglos y si no, sé que los futuros ciudadanos sabrán cercenar a un tiempo cabezas y agravios comparativos.

lunes, 13 de febrero de 2017

Varón caucásico



No debería olvidar que la vida marca y que con cada noche en vela, con cada pesadilla, con cada despertar sobresaltado, se consolidan los errores del pasado. En esta ocasión el pasado se había vuelto presente para tratar de terminar con su futuro.
Lo vio llegar a través de una rendija de la persiana de la ventana del salón, bajada por seguridad como el resto de persianas de la casa. 
Por la forma de mover los brazos al caminar, atravesando el jardín de la entrada, intuyó que bajo la chaqueta negra de cuero ocultaría el arma, en una de esas fundas sobaqueras. Chaqueta corta que no podía ocultar un arma de mayor tamaño que un revolver o una pistola automática. Seguramente llevase también otra pistola o un cuchillo en el interior de una de las botas de ante. Gafas de sol de moda, de rabiosa actualidad; grandes, ideales para pasar desapercibido de cara  a una rueda de reconocimiento.
Vaqueros oscuros desgastados pero no ceñidos, que le permitirían levantar la pierna lo suficiente para dar una patada a la puerta en caso de que se le resistiese la cerradura o para desarmar a su objetivo si sacaba el arma antes que él.
Debía de tener poco más de cuarenta años. Seguramente ex miembro de alguna unidad de las fuerzas especiales del ejército ruso. Su aspecto físico indicaba que dedicaba tiempo a cuidar su mejor herramienta de trabajo, su cuerpo. No mediría menos de metro noventa y pesaría unos ochenta kilos. Fuerte pero proporcionado y fibroso, no el típico culturista que te encuentras en los gimnasios de la trena. Cabello claro de impecable corte, no llamativamente corto, de largura justa para peinarse la raya.  Lo hizo muy bien. Discretamente había guardado el casco en el maletín del escuter que aparcó frente a la puerta del adosado. El suyo era un vehículo perfecto para abandonar al escena del crimen sin llamar la atención. El escuter le permitiría, además de pasar completamente desapercibido, sortear el tráfico con agilidad y rapidez y entrar por cualquier tipo de vía urbana donde desaparecer sin  que nadie reparase en él.
Sabedor de que el asesino profesional abriría la puerta principal de acceso a la vivienda en cuestión de segundos, corrió al dormitorio principal de donde rescató la Beretta de nueve milímetros de debajo de la almohada y le colocó el silenciador tras montarla con un gesto mecánico y retirar el seguro.
Se apostó tras la puerta de la cocina y lo esperó allí, entre tinieblas.
El sicario de la mafia rusa, con la que había contraído una deuda de juego que no pudo pagar a tiempo, cerró la puerta tras él sin hacer ruido y sacando de la sobaquera una "Eagle desert", que asustaba solo con su presencia, comenzó la búsqueda de su objetivo. No se había tomado la molestia de ponerle un silenciador para amortiguar el estruendo de los disparos de semejante artefacto.
Entonces, a través de la rendija de la puerta, vio que tras asegurar el salón y el cuarto de baño, se inclinó despacio sin apartar la vista del pasillo y sacó una navaja automática del interior de su bota izquierda. Seguramente esa fuese el arma con la que pensaba matarle, la otra era tan solo para impresionar y ordenarle que se pusiera de rodillas con las manos en la cabeza. Después le atravesaría el corazón o  le cortaría el cuello de lado a lado. O ambas cosas.
Con lo que no contaba aquel varón caucásico de letales intenciones, era con su formación como policía militar en el pasado y con que el también había hecho sus pinitos en el mundo del asesinato por encargo.  Dejó que el sicario se asomase a la cocina y tantease la pared buscando el interruptor de la luz. Entonces le colocó el cañón del silenciador en la nuca y apretó el gatillo dos veces. Los sesos del apuesto asesino se esparcieron por los azulejos de la pared y por las baldosas del suelo y al caer de bruces contra la mesita de la cocina, hizo un ruido sordo. Por precaución y seguridad, le disparó dos veces más, una en la espalda entre los omóplatos y otra en la masa informe en que se había convertido su cabeza.
Alea jacta est. La suerte estaba echada. 
´Sin prisa pero sin pausa, hizo acopio del dinero que le quedaba en casa, del que encontró en la cartera del difunto y de un par de buenos y caros relojes de pulsera y alguna joya para hombre, anillos, cadenas, gemelos... caprichos de un pasado más afortunado. 
En una bolsa de viaje de piel, introdujo los objetos de valor seleccionados, algo de ropa, munición y su neceser y tras cerrar bien la casa , bajó las escaleras que conducían al garaje, metió la bolsa en el maletero, se puso las gafas de sol del difunto que había abandonado en el suelo de la cocina, arrancó su pequeño y fiable utilitario y abandonó Madrid por la M30 en dirección a la carretera de Andalucia y de un futuro de clandestinidad y supervivencia, lejos de su vida, sus recuerdos y sus seres queridos.
Cuando atravesó el arco de bienvenida a Marbella, vestigio de los tiempos de Gíl, decidió que antes de buscar alojamiento en casa de algún amigo del pasado, acudiría a Puerto Banus a presentar sus respetos al capo local de la familia napolitana que había conseguido imponer las reglas de la "Camorra" sobre las de las mafias del este. No hacía mucho había intentado alejarse de aquella vorágine de delincuencia y peligro, pero su afición por la ruleta y por las pelirrojas de falda corta y escote largo, le habían devuelto otra vez al punto de partida.
Nada está escrito. Haría de su vida el más interesante de los best- sellers y algún día se lo dedicaría a la mujer adecuada, la que consiguiese retirarlo de aquello con un beso de amor, como en los cuentos de hadas.

 




sábado, 11 de febrero de 2017

Respuestas.

Tantas y tantas preguntas y, tenía las respuestas ahí mismo, delante de mis narices pero como acostumbraba a hacer siempre en el pasado, me empeñaba en mirar para otro lado.
Me he hartado de escribir sobre el amor, suspirando y maldiciendo por no haberlo encontrado pero ahora que sé la respuesta a mi eterna pregunta, me siento bastante gilipollas. La ignorancia es atrevida, como la juventud y aunque me empeñe en comportarme como un crio, ya no soy joven. Ignorante tan solo en según que cosas aunque en asuntos del corazón lo he sido hasta lo humánamente posible.
¿Que cojones es eso del amor y donde coño se esconde? 
No se esconde. Está tan cerca y es tan visible, que puede que tan solo se mimetizase con lo cotidiano y por eso me costase tanto reconocerlo.
La gran confusión, el error que me he obcecado en repetir hasta la saciedad,ha sido el haber querido identificar el amor según lo que muestran de él las películas. Eso no es más que un amor adulterado y manipulado en laboratorios donde se crean fórmulas carentes de espontaneidad y emoción y se trata de sustituir los ingredientes que faltan por grandes dosis de artificio.
El amor nace de la amistad y del cariño. Añadir deseo y contacto físico, tan solo es conseguir la mezcla a la que poder envasar y etiquetar bajo nombres tan diversos como "rollo", "noviazgo", "pareja", "matrimonio", "follamigos" o cualquiera de las variedades mediante las que identificamos los resultados y derivados  del amor.
El amor puro, el de verdad, es esa inmensa llamarada de afecto que te abrasa las entrañas y te pone el pecho al rojo vivo cuando sientes el cariño y el constante apoyo de tus familiares y amigos verdaderos. De hecho es curioso que psicólogos y psiquiatras califiquen las rupturas sentimentales como periodos de luto. El duelo por la ruptura de la relación con  alguien a quien querías, es intenso y duro de sobrellevar pero se queda muy corto al lado del dolor que te genera la muerte de un ser querido.
Ahora sé lo mucho que he amado a mi padre, reconozco el amor que siento por mi madre y por mis hermanos y por muchos de mis amigos y de mis amigas. Hay amigas a las que amo tanto, que como canta Pablo Milanés en este tema que encabeza la entrada, "la prefiero compartida antes que vaciar mi vida".
No hace mucho, una amiga escritora y orientadora sexual, me explicó que de una amistad sincera puede nacer el más hermoso de los amores. Y la creo sin reservas, porque hay personas en mi vida que no han sido, no son y seguramente no sean nunca mis parejas, que me llenan el alma, me  aportan lo más bonito tan solo con su presencia y me hacen querer ser mejor persona y ofrecerles todo lo bueno que puedo dar.
Ahora entiendo el dolor y la tristeza que se siente cuando te separas de un amigo al que tardarás en volver a ver y la frustración que te genera el no tener la posibilidad de pasar más tiempo con una amiga que está lejos. Ese dolor nace del amor, se alimenta del amor y es amor. El dolor que sientes cuando muere un ser querido, es también amor pero en su versión más amarga.
La solución está en dejar de buscar, perseguir y anhelar. El amor está a mi lado y me dan tanto, que me hace despertar cada mañana con una sonrisa en la boca y con ganas de recuperar lo perdido y lo olvidado.
Tengo que abandonar el egoísmo de querer poseer a la persona amada. Todos somos libres de elegir nuestro camino y de compartirlo con quien prefiramos. Tengo que abandonar la costumbre de confundir orgasmos con amor. Cuando van de la mano son increíbles y maravillosos pero una cosa no tiene porqué desencadenar en la otra, ni viceversa.