Ayer tarde, una amiga que entre otras muchas cosas, pone su voz al servicio de la literatura, realizó una de sus "tardes deletreadas", de las que nos regala en un local emblemático de mi ciudad. En estas tardes tan especiales, lee al público asistente pasajes de algún libro que le ha llamado particularmente la atención y, explica una serie de datos sobre el autor. En esta ocasión, la "tarde deletreada" estuvo dedicada a mi libro "Historias para según qué días" y me brindó la posibilidad de contestar a sus preguntas sobre esa mi primera aventura literaria allí mismo, en directo y arropado tan solo con un micro, con su firme ternura y con su sonrisa constante.
Yo me había propuesto utilizar el evento de ayer como carpetazo con el Juan dolido y emocionalmente débil que había escrito ese libro y, que ya estaba cansado de lamentarse, aunque esos lamentos consiguiesen emocionar a miles de lectores. Iba completamente decidido a sacarle un dedo a esos recuerdos, haciéndoles una gloriosa peineta pero mira tu por donde, cuando leyó "Bancos de piedra" casi me desmayo. Menos mal que Rosa Eva (la logopeda y escritora de alma cultrualmente inquieta, precursora de esta actividad) se dio cuenta de lo profundo de la herida que estaba tratando de suturar y me apretó fuerte la pierna mientras leía.
Superado ese bache ocasional y reforzado en mi decisión, las lecturas y las charlas con el público siguieron de forma más que agradable y fue al concluir, cuando el destino me reservó su lado más jocoso. Una joven que había escuchado todo sentada junto a su hermana, me pidió que le firmase un ejemplar del libro. Yo, que trato de no escribir nunca dos dedicatorias iguales, inmediatamente le pregunte en primer lugar su nombre, para comenzar la dedicatoria. Resultó que esa señorita de sonrisa cándida e inmensa, se llamaba Carolina, como la protagonista de uno de los relatos incluidos en el libro, que hace referencia a un suceso tan divertido como erótico de mi pasado. No pude evitar observarla disimuladamente y todo en ella me recordaba en exceso a la Carolina del texto original.
Nos sentamos y mientras le dedicaba el ejemplar, hablamos unos minutos. Esta nueva musa de mis textos, compartía pese a su juventud y a su belleza, muchos de los sentimientos y de las emociones reflejadas en los textos más duros y tristes de "Historias para según qué días". Como este Valladolid mio es un pueblo grande, quiso ese diablillo graciosete y juguetón al que llamamos destino, que el causante de su mal del alma, fuese familiar de un gran amigo mio.
Todo ese cúmulo de catastróficas desdichas, me encogió el corazón y me vino a la cabeza que a veces, hay mujeres que se arreglan y se ponen preciosas y con un hermoso "vestido de dejar" que les realza la silueta, te invitan a cenar. Y a los postres, rompen contigo. Aquello me hizo recordar también que no siempre que se tienen ganas de llorar, es de pena y que cuando lloras por detrás, es porque el llanto viene provocado por agradables y positivos motivos. Entonces lloras por el exterior del lacrimal, sin hipos ni mucosidades alarmantes, a diferencia de cuando lloras de rabia o de dolor, que aquello es el festival de lo escandaloso y plañidero. Digo esto porque aquella broma del destino de presentarme a una hermosa Carolina, compañera en el desamor, a punto estuvo de hacerme llorar por detrás, sabedor de que aquel encuentro iba a llenar muchas, muchas páginas. Pero no me la jugué y me contuve. Bastante fama de ñoño tengo ya. Y en eso si que voy a romper con el ayer. Desde luego, siempre seré como soy, el que nace lechón, muere cochino y renace más lechón que nunca, pero no pienso permitir que se convierta en algo de dominio público. Ya no.
Creo que "Historias para según qué días" va a dar a luz a una segunda parte, si mi querida Estela Labajo, quiere volver a poner su pincel a mi servicio. "Historias para según qué npches" tendrá un nuevo "Carolina", que será un canto a la vida y al destino. También tendrá un "Deuda", dedicado a los ojos más verdes y maás llenos de amor y que ya he publicado aquí hace un par de días.
Ilusionado y feliz con este nuevo proyecto.
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