Y es que el Rosarillo es mi Saloon preferido a este lado del Pisuerga. Muchas veces aparqué mi montura a la puerta de este bar, junto a las de otros vaqueros de mi banda. Allí los cuatreros no se atrevían a asomar la cabeza y hasta que tropezó rompiéndose una pata, mi hermosa y fiable "Vespa" (mi yegua italiana), conocía a la perfección el camino hasta las puertas del Rosarillo. El dueño del Saloon es un tipo honesto que decidió retirar la escopeta de debajo del mostrador y enfrentarse a los forasteros con la mejor de sus sonrisas y con sus ganas de hacer las cosas bien. Como él mismo dice, "las cosas bien hechas, bien parecen". El propietario está seguro en su local, ya que ha sabido rodearse de un estupendo equipo de colaboradores. En la barra le acompañan dos jóvenes que a simple vista parecen tan solo unos amables y eficientes camareros pero que no dudo que llegado el momento, sabrán demostrar al mundo su rapidez con el revólver y desarmar certeramente a quien se atreva a desafiarlos. Las camareras que allí trabajan también, además de preciosas, ocultan entre las enaguas de su profesionalidad y experiencia, el Derringer de pequeño tamaño y dos cañones, con el que atravesar el corazón del patoso de turno que piense que con la consumición y la sonrisa, le van a servir por obligación cualquier otro placer. Al entrar en el Rosarillo, cuelgo en el perchero el cinturón del que pende mi Colt y, sé que allí estaré a salvo y no tendré ningún problema. Eso es algo muy difícil de encontrar en el mundo de los salones del salvaje oeste, creedme, sé de lo que hablo. Además de por su excelente whisky, su mejor zarzaparrlla, las estupendas melodías de la pianola y que la clientela siempre es de mi agrado (otros vaqueros como yo y muchas valientes pioneras que han volcado su futuro y sus esperanzas en el fondo de la carreta y se han atrevido a cruzar el Pisuerga, buscando tierras donde establecerse), os animo a acercaros a beber unos tragos pero os recomiendo cautela y buenos modos, en este Saloon, no nos gustan los problemas.
Cristina no puede dormir. Por quinta noche consecutiva, opta por levantarse a tomar un vaso de leche calentita y unos somníferos. Su conciencia le impide conciliar el sueño. Su conciencia y la viva imagen del hombre que ocupa por completo sus pensamientos. Creía haber estado enamorada en pasadas ocasiones...y no pocas veces, pero Cristina descubrió sensaciones totalmente desconocidas para ella, al mantener fugazmente la mirada de Iker, la noche en que lo conoció. Esto que siente, debe de ser amor verdadero pero no está bien. Iker es el prometido de su prima Begoña y Begoña está completamente enamorada de él y feliz por haberlo encontrado. Desde que su prima comenzó a salir con Iker, Cristina supo que debía de ser un hombre excepcional y se alegró hasta el infinito por ella. Todo comenzó la noche en que Begoña acudió con su flamante nuevo novio a cenar a casa de Cristina y los presentó oficialmente. Sobra decir que Iker es guapo, bueno, más que guapo, es terriblemente atractivo y sus ojos y su sonrisa transmiten al tiempo sinceridad y alegría. Eso no fue lo que comenzó a confundir a Cristina. Ella siempre ha tenido cierto éxito entre los hombres y ha mantenido romances con todo tipo de varones; muy agraciados la mayoría. Pero siempre busca algo más interesante que el atractivo físico en sus parejas y el novio de Begoña destila atracción por los cuatro costados. Cristina sabe que no debe fantasear con que Iker y ella tienen la oportunidad de conocerse mejor y que aquello deriva en la historia de amor más intensa y especial del mundo. La felicidad de Begoña está por encima incluso de la suya propia, ya que Begoña merece un hombre como Iker. Pero en el fondo Cristina la envidia y, le da mucha rabia ver que al fin ha encontrado al hombre con el que lleva soñando toda a vida y resulta ser la pareja de su prima. Encima desde el primer minuto, Iker y ella encontraron un punto de complicidad muy elevado y sintieron una poco frecuente conexión al hablar y disfrutar de la cena y del posterior whisky en el saloncito de casa. Volvieron a verse al día siguiente, pues Iker vive y trabaja en Pamplona y estaba en Burgos, ciudad donde residen ambas primas, porque Begoña y él aprovechan cualquier oportunidad para pasar unos días juntos, sea donde sea, en Burgos o en Pamplona. Como en todas las relaciones a distancia, la ocasión la pintan calva y ambos se pasan el tiempo de un lado para otro, con la maleta siempre dispuesta y el teléfono echando humo, de llamadas y mensajes en los que dejar constancia de lo que se quieren y se echan de menos. Obviamente Cristina nunca bebería de ese manantial, a no ser que Begoña ya hubiese saciado su sed y le dejará vía libre para sumergirse en sus aguas y recibirlo y disfrutarlo a través de todos los poros de su piel. Eso es lo que le roba el sueño a Cristina cada noche, la necesidad de demostrarle su amor a Iker, de poder decirle al menos que siempre ha soñado con encontrarlo y que ahora que lo ha encontrado, debe dejarlo pasar de largo por fidelidad y amor a su prima. A veces la vida no es justa. Cristina maldice el momento en el que cruzó su mirada con la de Iker y supo que siempre lo amaría, aunque fuese en secreto. Al fin Cristina, sabe en que consiste eso del amor platónico y lo que es peor, ha comenzado a componer preciosas melodías fruto del amor no correspondido, que interpreta con su violín.El violín es el instrumento que lleva muchos años tocando y con el que al fin puede ganarse a vida dando clases, tras haber recibido diversos reconocimientos públicos por su virtuosa interpretación. Siempre que puede , Cristina se encierra a tocar hasta que le duelen los dedos. Tocar es su forma de expresar todo lo que le inunda el pecho y convierte las alegrías y las penas en pegadizas y armoniosas melodías. Mientras observa como Begoña besa a Iker, las notas de una triste romanza comienzan a venirle a la cabeza. Tararea en voz muy baja y se aparta un poco de la acaramelada pareja, para que no descubran que su corazón se acaba de romper y de que una enorme lágrima ha empezado a resbalar por su mejilla.
Creo que le debía un homenaje a esta preciosa ciudad, donde reside parte de mi familia más querida y algunos buenos amigos, además de una personita a la que he querido y quiero mucho. Esto no es una guia de viajes pero creo que en estos tiempos, se peca en exceso de postureo y la gente tiende a esclavizarse con las cadenas de la apariencia y, estoy convencido de que muchos de los que gastan sus ahorros en viajes a la República Dominicana , Mexico o Cuba, para encerrarse en un resort donde se les anilla como a las palomas, con una pulserita de "Todo incluido", no se habrán molestado en conocer bien el país. Sevilla encierra muchas maravillas, además de la lluvia en Sevilla, que es una maravilla, como decían hasta la saciedad en la película "My fear lady". Es la capital hispalense, podemos encontrar vestigios de la ocupación musulmana y de que la convivencia pacífica entre culturas, es algo posible. Además de Torre del Oro y Giralda, hay muchísimo que ver. La ciudad es un reclamo para rodajes de películas como "Star Wars" , "´Misión imposible" y otras muchas cintas. Incluso series para televisión tan famosas y comerciales como "Juego de tronos", han caído bajo el embrujo del que habla el señor Bosé en su canción. A mi me gusta la Sevilla de Juncal, en la que tomarte una caña con una aceutunita en alguna de sus tascas de toda la vida, se convierte en un palcer a tener muy en cuenta. "El corazón que a Triana va, nunca volverá" y mucho me temo que eso es una gran verdad, basada en hechos reales. Sevilla ha sido también y sigue siendo, cuna de grandes músicos y artistas. El flamenco campa a sus anchas por la ciudad y puedo asegurar que pocas cosas me han sobrecogido tanto, como escuchar cantar una saeta desde un balcón, al paso de una virgen durante la Semana Santa sevillana, de sobra conocida en el mundo entero. Algunos de los mejores raperos de España son sevillanos y las letras de sus canciones rezuman arte y carácter por los cuatro costados. En temas taurinos no estoy muy puesto, pero creo que "La maestranza" es una plaza donde debe de ser un verdadero honor enfrentarse a un toro, o aun torero (dependiendo del lado de la contienda en el que te encuentres). El clima acompaña durante prácticamente todo el año y el calor, sofocante en demasiadas ocasiones,invita a muchos a probar las aguas del Guadalquivir, río navegable que atraviesa la ciudad. De todas formas el mediterraneo está a tiro de piedra en coche, por lo que el deje del acento sevillano, se escucha hasta la saciedad, en playas de Cadiz, Granada, Almeria y Málaga. Si me meto a hablar de la Feria de Abril, que he podido disfrutar junto a mis primos sevillanos en más de una ocasión, esta entrada se convertiría en un libro. Impresiona ver el arte y la belleza de la mujer sevillana, vestida de lunares, bailando sus bailes típicos que como curiosidad, os contaré mi sorpresa cuando estudiando la carrera, me explicaron en clase,que "Las sevillanas", en realidad son danzas de Ávila que al trasladarse la corte a Sevilla a raíz del descubrimiento de América, se bailaron añadiendo el salero y la gracia típica del pueblo andaluz. Esto es demostrable y comprobable. En cualquier caso, bailar una sevillana bebiendo un Rebujito en una caseta de la Feria de abril, con una mujer vestida de corto porque acaba de bajar de su montura con la que circula por la feria, es una cosa que aunque apeste a topicazo, realmente emociona. Creo sinceramente que merece la pena acercarse por Sevilla, si no lo conocéis. No os va a defraudar en absoluto.
Romeo colgó el cinturón del que pendía su espada, en el perchero de la pared junto a la mesa que acababa de ocupar. Aún llevaba una pequeña daga en la bota derecha, por lo que en caso de que apareciesen problemas, cosa habitual en las tabernas de aquella zona de la ciudad, podría plantar cara con cierta seguridad. Mercuccio regresó a la mesa con una jarra de vino siciliano, tinto, espeso y muy alcohólico. El tabernero les había obsequiado con un poco de queso parmesano, para acompañar la bebida. Esta era una costumbre muy española, que habían importado los soldados llegados desde la península ibérica a los tercios de Nápoles y que rápidamente se había extendido por todo el país. -Me bebo esta jarra contigo y me retiro a casa, Mercuccio. A estas horas ya, solo podremos encontrar problemas. -Vamos Romeo, no me vengas con esas. Eres una de los mejores espadachines de Italia, nunca te has arredrado ante bravucones y camorristas y jamás se ha podido decir de ti, que eres un cobarde. Creo que esa Julieta te está cambiando el carácter y te conseguirá convertir en aquello de lo que siempre te has mofado. -No metas a Julieta en esto. Voy cumpliendo años y la arrogancia de la juventud, comienza a dejar paso a la prudencia de la madurez. Querido amigo, aún podré atravesar el pecho de quien ose importunarnos pero empiezo a cuestionarme si realmente merece la pena jugarse la vida por pendencias tabernarias. -Antes ni te lo planteabas, al igual que antes ibas libando de flor en flor, desayunando una infusión distinta cada mañana y regresando a casa con diferentes perfumes en la piel. -Pero la he conocido a ella y aquel Romeo ya partió. Ahora soy un Romeo que respira por y para ella. -Y eso te terminará costando la vida. Bien sabes que lo vuestro es imposible. Vuestras familias no os lo consentirán nunca. -No conozco más familia que la que pienso crear con ella. No hay nada imposible si el amor verdadero, anda de por medio. -¿Amor verdadero? Perdona amigo, pero el amor verdadero es un invento de poetas y juglares. -Te compadezco Mercuccio. Llegará el día en que lo descubras y disfrutes de sus mieles. -Pues en lo que llega ese día, si no te importa creo que prefiero disfrutar de las mieles de una de aquellas bailarinas españolas que acaban de entrar después de haber terminado su función de hoy en el palacio del duque. Mira que cuerpos, que cabellos, que ojos. Que cantidad de placer oculto bajo sus vestidos. - Ciertamente son hermosas ambas pero me llama mucho más la atención la de la derecha, la de la hermosa sonrisa. La sonrisa es lo más hermoso de una mujer. No obstante muero por la sonrisa de Julieta y creo que me perderé este baile. - No puedo contigo Romeo. Eres muy dueño de hacer lo que te plazca pero mucho me temo que pierdes el tiempo, que lo tuyo con Julieta solo te va a traer problemas y que la cosa terminará mal. - Termine como deba terminar Mercuccio pero si he de morir, moriré junto a ella, por ella y para ella. - En efecto esa españolita tiene una sonrisa espectacular, de hecho creo que la he visto antes. A fe mia que trabaja en una taberna del puerto, en la "Taberna del Albor". Esa sonrisa no se olvida facilmente. Voy a intentar acompañarla a su casa. A no ser que quieras acompañarla tu y yo se lo pida a su amiga, que tampoco está nada mal. -Ya te he dicho, Mercuccio, que como casualmente he leído en un libro español no hace mucho y si se me permite apropiarme de un pasaje y adecuarlo a mis circunstancias, Julieto soy, en Julieta creo y a Julieta amo. Me retiro amigo, te deseo un gran éxito, la joven merece el esfuerzo que creo que vas a tener que realizar. Las españolas son mujeres bravas y muy difíciles y no se van con el primero que les dice "ojos verdes tienes". -Puede que no se me logre, pero cómo me dijo otra española de muy parecida sonrisa no hace demasiado tiempo, "por mi, que no quede". Descansa amigo. Y sueña con ella. - Si no lo hago con ella, prefiero no soñar. Buenas noches Mercuccio. -Buenas noches, Romeo.
Y eso me lo digo a mi mismo, porque no suelo hacer reseñas sobre cine, ni tampoco literarias. Este no es un blog de reseñas pero si os habéis fijado, muchas canciones, libros y películas inspiran mis textos. Incluso encuentro la inspiración en sucesos de la vida cotidiana y en los titulares de la prensa internacional. Me inspiran muchas cosas, no solo mis circunstancias. He crecido con el cine de este genial newyorkino que tan pronto se marca un solo de clarinete, como presenta una película impresionante o abarrota las portadas de la prensa sensacionalista con sus escándalos familiares. Dado el excelente gusto musical y cinematográfico de mis progenitores, desde muy pequeño el Jazz y Woddy Allen marcaron ambos territorios en mi casa y poco a poco fui devorando la filmografia de este judío de mi estatura. Mis padres compraban todas sus películas y luego comencé a poder pagarme el cine y aprendí a escoger su cine sobre las películas para adolescentes o la acción y el amor de segunda categoría. Ayer fui a ver Café Society con unos buenos amigos y creo que incluso antes de salir de la sala, dije en voz alta: Sencillamente, me ha encantado. A esta película, escrita y dirigida por el señor Allen, no le falta ni le sobra absolutamente nada. No voy a hacer spoiler de ese pero si os diré, que el guión es de esos que uno sueña con firmar algún día, que los personajes están impecáblemente construidos y dirigidos, que los actores, todos, bordan sus papeles y que la ambientación es soberbia, por no hablar de la B.S.O. La trama es inteligentísima y durante toda la película y para mi desgracia me sentí muy identificado con el protagonista. La cinta nos da una visión muy especial del amor, que tan pronto es maravilloso, como el peor de los castigos,al ver que responde al egoísmo de los amantes por encima de los designios del corazón. Es cierto que el amor te embruja, te atrapa y que en ocasiones no puedes arrancarte ni del pecho ni de la cabeza, a la persona amada, con las consecuencias que eso conlleva cuando la relación con esa persona termina. No sé a que Dios, se le ocurrió la brillante idea de dotarnos de la capacidad de amar, sin dejarnos un manual de instrucciones de uso. No suelo hacerlo, pero os recomiendo esta película con la certeza de que os va a gustar, ya que combina muchas temáticas del cine norteamericano y además es un interesante documento metacinematógrafico, al hacer un recorrido por el interior del mundillo del espectáculo de Hollywood. El mundo de los gangsters y el de las creencias religiosas también tienen su espacio, así como el brillante ingenio y el sarcástico humor de Woody Allen. No os vais a arrepentir de verla, os lo prometo.
Del inmenso catálogo de penas, angustias y tristezas que nos oferta este gran centro comercial que es la vida, creo que el producto estrella es la pérdida de un hijo. No he sido padre, digamos que aunque sé como se hacen, aún no he tenido una verdadera oportunidad para engendrar a la personita o las personitas que seguirán mi estela. De momento vuelco mi instinto paternal en mi gato, que sé que no es lo mismo ni de lejos, pero me sirve de campo de pruebas. Mis amigos que ya son padres siempre me dicen: Ten un hijo, te cambiará la vida. Y yo les suelo contestar: Por eso mismo no lo tengo, gracias. Tengo tres estupendos sobrinos a los que he aprendido a querer. Cuando eran pequeños, no me importa reconocer que me ponían de los nervios con sus ataques de rabia, sus llantos y sus niñerías, pero para mi sorpresa estoy viendo como salen de sus crisálidas, convertidos en dos enormes y valientes abejorros y en una preciosa e inteligentísima mariposa. Pero yo lo tengo fácil, ni me ocupo de su educación ni me desvivo por su felicidad, eso lo dejo en manos de mis hermanas y mis cuñados, que son los que pusieron la semillita y llamaron a telecigueña. Al no tener hijos, sé que me estoy perdiendo muchísimas cosas pero también sé que me libro de la preocupación y la agonía constante del ¿Y sí?. Ya tengo dos buenas amigas que han perdido a sus hijos y eso debe de ser algo realmente espantoso. Sé que al menos, les quedará el consuelo de haber depositado en ellos todo su amor y que antes de partir para el viaje definitivo, fueron conscientes de que esas mujeres que siempre estuvieron a su lado, los quisieron más que a sus propias vidas. No quiero comparar el grado de intensidad del dolor pero mucho me temo que excederá con creces al dolor por la pérdida de un padre, que siempre se interpreta como un artículo de la jodida y omnipresente "Ley de vida" o incluso la perdida de alguien como mi queridísima Blancanieves, que se fue mucho antes de que tuviera que hacerlo, al morder la manzana equivocada. Perder a un hijo suma al dolor por la pérdida de un ser querido, el dolor de la pérdida de un proyecto de vida, de una parte de ti que le dará continuidad a tus sueños y esperanzas y de ese fruto del amor que se hizo carne. No imagino un dolor más grande. Sé que es muy fácil decirlo, pero como canta Bunbury, el Doctor Tiempo lo cura todo. Fuerza y honor y todo mi cariño y apoyo a quienes pierden a sus hijos.
Que venga el encargado, que quiero el libro de reclamaciones. Cuando era una niña todo parecía mucho más fácil y el futuro se me antojaba tan mágico como el de los cuentos de hadas pero esto es el mundo real y ni existen los finales felices, ni los príncipes azules. Estudiar y trabajar, en eso se ha convertido mi vida para desarrollarme como persona. Formarme hasta lo indecible si el día de mañana quiero aspirar al trabajo que realmente me hará sentir realizada. Ahora me dejo la piel tras la barra de un bar en unos turnos que además tengo que agradecer, dadas las circunstancias del mercado laboral. Poco tiempo me queda para ese amor que cantaba Julio Iglesias, mi cantante favorito. El amor queda relegado a mis horas libres y se ha convertido en parte del ocio, como ir al cine o sudar en el gimnasio. Trato de no perder la sonrisa y acostumbro a servirla con cada consumición, como si fuera una de esas tapas cortesía de la casa. Sé que los clientes lo agradecen. Es conmovedor ver cuanta gente está necesitada de una sonrisa. Tan necesitada de ella como de una palabra amable o de un trato correcto. Yo también lo necesito. Vivo en una sociedad en la que ya de por sí, el hecho de ser mujer es un handicap. Parece que estamos obligadas a pelear para que se considere nuestra valía y para que la igualdad y la tan famosa paridad, sean algo más que conceptos abstractos. Yo no tengo que demostrar que valgo lo mismo que un hombre. Creo que valgo mucho más que un alto porcentaje de ellos pero no voy a caer en el juego de la lucha de sexos. Para mi, no hay diferencias de género a la hora de vivir. El oxígeno no hace comparaciones según quien lo respire y el agua no cambia de temperatura, ni pierde sus características al entrar en la boca de un hombre o en la de una mujer. La lluvia nos moja a todos por igual y la muerte tampoco entiende de sexos. Todos nos terminaremos yendo, todas y todos. En esta transición de niña a mujer, he descubierto la facilidad con la que se vienen abajo los sueños. No necesito que nadie me mime ni me proteja, sé cuidar de mi misma. Lo que sí que hecho de menos, es la educación y ciertos valores fundamentales con los que he crecido y que parecen haberse ido extinguiendo con los años.La cortesía a fecha de hoy, brilla por su ausencia y tan solo parece ser empleada como parte de un absurdo juego de seducción. A los hombres educados y corteses se los minusvalora y se los tacha de arcaicos. Ya soy una mujer y al adquirir mi condición como mujer, se me ha entregado la capacidad de aprender a pelear por mis derechos. Cuando era una niña, no veía con claridad hacía donde me llevarían los años felices, que pasé disfrutando de la inocencia de la infancia. En eso si que somos todos iguales, niñas y niños nos vemos obligados a perder la inocencia, dicen que esa pérdida se llama madurez. Yo lo llamo desilusión.
El laberinto en el que estoy atrapado solo tiene una salida y hace ya tiempo que la encontré, pero no me atreví a cruzar esa puerta y desde entonces estoy dando vueltas y más vueltas. Me alimento de sueños rotos y bebo mis propias lágrimas. No enfermo, no sangro, no soy capaz de morir y vivir me produce demasiada angustia. En el laberinto en el que estoy atrapado no brilla el sol ni hay una luna que altere las mareas del océano de dolor, que lo terminará convirtiendo en una diminuta isla en el archipiélago de las almas grises. Tampoco hay estrellas. Nada brilla en este laberinto. Ni siquiera tus ojos brillan en él, estoy solo aquí. Durante mucho tiempo creí que cuando encontrase la salida, ´la pesadilla habría terminado pero lejos de eso, enfrentarme al reto de cruzar la puerta que me hará libre, se ha convertido en el más terrorífico de los sueños. He aprendido a contar los pasos que tardo en recorrer el sendero y cuando llego al final, comienzo de nuevo. Hay muchas trampas en este laberinto, demasiadas. Trampas en las que si caes, crees ser feliz pero de repente la más oscura de las sombras te atenaza el corazón y vuelves otra vez al punto de partida, respirando miseria y masticando la derrota. Soy libre de salir, es sencillo, solo debo asumir que he encontrado la vía de escape y renunciar a la esperanza de verte al otro lado. Tu ya no estarás allí, no me esperarás en ninguna parte. Nuestros caminos se separaron el día que decidí entrar en el laberinto a buscar ese sueño que se te escapó al soñarlo en voz alta y cayó aquí dentro. Era tu sueño, no el mio, aunque me obcequé en conseguirlo para ti y estúpidamente pensé que si era capaz de recuperarlo y entregártelo, me amarías para siempre. Durante años de camino, soñé con volver a ti y ser de nuevo aquel que se alimentaba de tu sonrisa pero al encontrar la salida supe que ya no estarías a mi lado, que aquel sueño que se te escapó, te importaba una mierda, lo mismo que yo y que tu sonrisa, ya tenía quien la disfrutase cada noche. Puede que mañana, cuando alcance una vez más la salida, me decida a cruzarla. Puede que del otro lado ya no estés tú, pero habrá otros corazones por conocer y ante los que sucumbir. No me atrevo, no sé si tendré fuerzas para conocer un nuevo laberinto. No sé si seré capaz de volver a caminar durante tantas noches buscando la salida de un lugar donde no debería plantearme siquiera el entrar. La vida son laberintos y hay que estar preparado para desquiciarse buscando la salida, arriesgándolo todo. Perder es una opción tan válida como ganar, de hecho es la opción que todos elegimos, sin darnos cuenta. El paisajista que diseña los laberintos es un verdadero genio que juega con el tiempo y convierte las curvas de los sentimientos más nobles, en lineas rectas, que son la distancia más corta entre los dos únicos puntos que existen en la voluntad humana y que lo rigen todo: la desesperación y la esperanza. Entre esos dos puntos puede que vuelva a encontrarte, o puede que no. En cualquier caso, estaré fuera del laberinto.
Para ocultar mis sentimientos, para pasar desapercibido, para no seguir siendo la eterna presa de los corazones caprichosos. Hoy he vuelto a disfrazar mi tristeza con un relato, con el que he tratado de camuflar la rabia que da el tener que matar la esperanza de recuperarte. En efecto, fuiste el amor de mi vida. Mi mundo era ciego hasta encontrar tu luz, pero no tardaste demasiado en apagarla, dejándome en la más triste y siniestra de las penumbras. Todo se ha vuelto sombras sin tu presencia. De las muchas mujeres que he amado, de los cientos de veces que he creído haber encontrado a aquella con la que terminar mis días, tu fuiste la más triste de las equivocaciones. No sabes hasta que punto me he arrepentido de no haber estado a la altura, de no haber sabido amarte como necesitabas, de no haber sabido hacerme amar como deseaba.No sabes la de veces que he soñado con que el tiempo volvía atrás y corregía todos mis fallos y compensaba todas mis carencias llenando con caricias todos los vacíos. Pero lo pasado, pasado está y, ya es demasiado tarde para cualquier cosa que no sea echarte de menos. En mi texto, un Peter Pan ebrio y envenenado por los celos que le producían sus inseguridades, terminaba asesinando a aquella que le convirtió en el que había conseguido llegar a ser, con su ayuda. Según una psicóloga que me trató no hace demasiado tiempo,el asesinar literaria y metafóricamente el amor, es una catarsis necesaria. Ni puta idea...yo solo te necesito a ti. Solo necesito escucharte decir una vez más que me quieres, pero es más probable que escuche a Donal Trump cantando por tangos de Cadiz que esas palabras en tu boca. Noto que de alguna manera e inconscientemente, mis relatos se están convirtiendo en un guardarropa de lo más variado, donde voy almacenando disfraces de todo tipo y para cada uno de los sentimientos que me congelan el alma. He renunciado al amor, tengo miedo de amar, no quiero hacerlo, no creo que sepa hacerlo ya. Si no supe amarte a ti, no creo que sea capaz de amar a nadie, más allá de mi gato. Huyo de las palabras de amor, me cierro en banda ante cualquier demostración de cariño por parte de una mujer. Guardo todas los epítetos para mis textos y vacío aquí lo que aun conservo del amor que te tengo, antes de que se termine pudriendo dentro de mi. ¿Porqué me das libertad para amar? No me la des, condéname a cadena perpetua en el recuerdo de las noches que pasamos juntos, ajustíciame con el garrote vil de tu indiferencia. Mátame, por favor. No me permitas ser un muerto en vida. Ya pocos disfraces podré confeccionar con metáforas, alegorías y demás recursos literarios. Mi imaginación cada vez me pone más difícil escapar de ti. No quiero fugarme de tu prisión, así que guardate ese tercer grado de la libertad para amar, sabiendo que tendré que volver cada noche a dormir en el presidio de tu adiós. El que nace lechón, muere cochino y renace más lechón que nunca.
Ahora si que estoy perdido. Ya no tengo a donde ir, ni con quien, porque en cuanto se sepa lo que he hecho, ni siquiera el Capitán Garfio me querrá en su tripulación, compuesta por la peor escoria del mundo.. He matado a Campanilla. La he clavado mi daga una y otra vez, atravesando su pequeño cuerpecito y cortando sus alitas, que de tanto batir potentemente al intentar escapar mientras iba perdiendo las fuerzas, perdieron todo el polvo de hadas. Pero yo la quería, joder. La quería tanto que con cada puñalada he sentido como de alguna manera el acero se hundía en mi corazón, al tiempo que en el suyo. Llegué aquí como un niño perdido más y ella me recogió y me hizo volar hasta una nube, desde donde pude ver el mundo de una forma completamente diferente. Ella me descubrió que realmente no merece la pena crecer, que es más lo que se pierde que lo que se gana al renunciar a la parte infantil, al niño que somos. Por primera vez en mi vida, encontré algo que no supe explicarme al mirar sus ojos verdes. Mi pecho se abrió para ella, mi alma solo sabía pronunciar su nombre y mis manos abrazaban noche tras noche, su minúscula cintura. Y hoy la he matado. Soy el peor de los monstruos porque he matado al ser más bueno que he conocido jamás. Maldigo la hora en que robé aquella botella de grog de la despensa de Garfio y me la bebí yo solito en la laguna de las sirenas. Maldigo la hora en la que regresé borracho a casa y encontré a Campanilla consolando a ese niño perdido, recién llegado desde España. Ella era así, todo bondad y amor y, maldigo para siempre la hora en la que dudé de Campanilla y confundí el motivo de sus caricias a aquel niño. Presa de los celos, caí en picado sobre ambos y aprovechando la sorpresa, golpeé con todas mis fuerzas al sorprendido y asustado españolito, quien antes de perder el conocimiento por los puñetazos recibidos, aún intentó defenderse y me lanzó una patada a la entrepierna. Españoles...nunca saben cuando han perdido. Campanilla, descompuesta de los nervios y apenada por lo que estaba sucediendo, me gritó que me fuese con Wendy, que ya no me quería allí, que quien coño me creía que era y que con qué derecho había atacado a ese niño. Quizás, lo de que me dijera que me fuese con Wendy,fue lo que terminó de hacerme perder los nervios y enloquecer por completo. Renuncié a Wendy en cuanto descubrí el amor en los verdes ojos de ese hada pequeñita que hoy ha muerto entre mis manos. Hubiera despreciado a un millón de Wendys por un solo beso suyo. Pero el demonio que se apoderó de mi, se defendió de los reproches del hada que cambió mi vida,, a golpe de cuchillo. No tengo excusa, nada puede justificar mis actos. No hay perdón para mi cobardía y mi insensatez, ni habrá descanso para mi alma. No tengo ya futuro, ni en la tierra, ni en Nunca Jamás. Volaré hasta la nube donde Campanilla me llevó mi primera noche aquí y, con la misma daga con la que la he matado, cortaré mis venas y me atravesaré el pecho hasta alcanzar ese músculo inútil que ella supo hacer latir de forma que sintiese algo especial, diferente y mágico.Mi corazón latia tal y como vivia ella: especial, diferente y mágica. Descansa en paz, mi amor. Perdóname si puedes.