El cielo está completamente cubierto de metáforas de lo más ocurrentes, es normal, es primavera.
En esta estación se me ocurren mil ciento treinta y tres maneras distintas de hablar de tus ojos, tus labios, tus pechos, mi cuenta corriente, lo corriente de lo que acostumbran a contarme y la luna.
Lunera.
Va a comenzar a llover.
A ver si en esta ocasión tengo más suerte porque la última vez que la lluvia me atrapó en la calle, llovieron imperdibles oxidados y me puse la piel fina de picotazos y bacterias.
Me muero por que salga el sol de una vez por todas y por que se quede a pasar conmigo unos meses, unas semanas, unos días o unas horas.
Si el brilla, tu también.
Y yo.
Si el luce y no se esconde yo reverbero y tu sonríes y los lobos se retiran a lo profundo del bosque.
Que ya está bien.
Que voy persiguiendo inútilmente ese poquito de luz que se esfuerza por asomar entre tanto nubarrón.
La felicidad termina siendo como un rayito de sol, o mejor aún, como el pañuelo que asoma de la boca del ilusionista.
Tiras de un extremo y vas sacando metros y metros de pañuelos anudados entre si.
Pringosos, húmedos y de diferentes colores...vamos, como la felicidad.
La lluvia lo limpia todo, el sol lo pinta de amable con su barniz dorado y refulgente.
Las cañitas tienen más espuma, las mujeres menos arrugas y los hombres menos ganas de rascarse la entrepierna en público.
Estoy cansado de la lluvia de abril.
Pasará, y vendrá la lluvia de mayo.
Y otra vez a empezar.
lunes, 8 de abril de 2013
martes, 12 de marzo de 2013
El verdugo
Acabo de volver a ver esta fantástica película de Berlanga, creo que han pasado quince o veinte años desde que la vi por primera vez.
La han emitido en el programa de Cayetana, en La 2.
Al finalizar la película, la reflexión de la Srta Guillén Cuervo ha sido la siguiente:
"Hay muchas formas de morir, una de ellas es claudicar".
Me ha hecho pensar (y eso que hoy no es lunes) y he de decir que estoy completamente de acuerdo con ella.
La muerte es algo natural, es la evolución de la vida y a todos nos llega, más tarde o más temprano.
Es lógico temer, ya que aceptar la muerte supone renunciar a lo que queda de vida, en pos de la tranquilidad de espíritu.
Una vez que alguien acepta y admite la llegada de lo inevitable, descansa.
Pero al claudicar, al renunciar, al rendirse, uno ha de vivir con la muerte de sus principios, de sus ideales o de su identidad.
Los ideales, principios e identidades difuntos, se van pudriendo y la gusanera voraz no se sacia con sus restos, poco a poco se expande como una plaga de langostas por todo lo que aún permanezca latente.
Al claudicar, aceptas las malvas que florezcan desde las entrañas para anunciar al mundo que no eres más que el sepulto de aquello en lo que una vez creíste.
Si ponéis atención, os daréis cuenta de que al caminar por cualquier calle, en realidad lo hacemos por enormes camposantos, pues son muchos los que deambulan transportando cadáveres en el pecho.
La injusta sociedad en la que vivimos se nutre de claudicas, de sueños rotos, de aspiraciones truncadas en pos de un sistema enfermizo que convierte al ser humano en un renegado de si mismo.
Es por ello que debemos resistir y hacernos fuertes, arrebatarle a la muerte nuestra vida hasta que nuestra viva necesite morir de forma natural.
Hay ideales eternos, hay sueños intemporales, hay una eterna lucha entre la vida y la "Vida" propiamente dicha.
Por eso nos erguimos, por eso nos sujetamos unos a otros, resistiendo el empuje de lo odioso.
No claudiquéis, no os rindáis.
Yo no pienso hacerlo.
Ya me moriré, cuando toque.
La han emitido en el programa de Cayetana, en La 2.
Al finalizar la película, la reflexión de la Srta Guillén Cuervo ha sido la siguiente:
"Hay muchas formas de morir, una de ellas es claudicar".
Me ha hecho pensar (y eso que hoy no es lunes) y he de decir que estoy completamente de acuerdo con ella.
La muerte es algo natural, es la evolución de la vida y a todos nos llega, más tarde o más temprano.
Es lógico temer, ya que aceptar la muerte supone renunciar a lo que queda de vida, en pos de la tranquilidad de espíritu.
Una vez que alguien acepta y admite la llegada de lo inevitable, descansa.
Pero al claudicar, al renunciar, al rendirse, uno ha de vivir con la muerte de sus principios, de sus ideales o de su identidad.
Los ideales, principios e identidades difuntos, se van pudriendo y la gusanera voraz no se sacia con sus restos, poco a poco se expande como una plaga de langostas por todo lo que aún permanezca latente.
Al claudicar, aceptas las malvas que florezcan desde las entrañas para anunciar al mundo que no eres más que el sepulto de aquello en lo que una vez creíste.
Si ponéis atención, os daréis cuenta de que al caminar por cualquier calle, en realidad lo hacemos por enormes camposantos, pues son muchos los que deambulan transportando cadáveres en el pecho.
La injusta sociedad en la que vivimos se nutre de claudicas, de sueños rotos, de aspiraciones truncadas en pos de un sistema enfermizo que convierte al ser humano en un renegado de si mismo.
Es por ello que debemos resistir y hacernos fuertes, arrebatarle a la muerte nuestra vida hasta que nuestra viva necesite morir de forma natural.
Hay ideales eternos, hay sueños intemporales, hay una eterna lucha entre la vida y la "Vida" propiamente dicha.
Por eso nos erguimos, por eso nos sujetamos unos a otros, resistiendo el empuje de lo odioso.
No claudiquéis, no os rindáis.
Yo no pienso hacerlo.
Ya me moriré, cuando toque.
martes, 26 de febrero de 2013
Consejos de Laertes a Polonio.
Ahora me toca a mi.
Por eso le doy la vuelta al libreto de Hamlet y me permito el lujo de que Laertes sea el que aconseje a su padre. Por que los de Polonio, intemporales y acertados, me los has citado muchas veces, con la mejor de las intenciones (no lo dudo) desde que era pequeño.
Será por eso que me acerqué a Shakespeare y terminé por engancharme a ese británico soñador, putero y camorrista.
Pero a lo que voy.
Polonio, dijo así:
Llévate mi bendición
y graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas,
haz que tu adversario se guarde de ti.
A todos presta oídos; tu voz, a pocos.
Escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo.
Viste cuan fino permita tu bolsa,
mas no estrafalario; elegante, no chillón,
pues el traje suele revelar al hombre,
y los franceses de rango y calidad
son de suma distinción a este respecto.
Ni tomes ni des prestado, pues dando
se suele perder préstamo y amigo,
y tomando se vicia la buena economía.
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,
pues de ello se sigue, como el día a la noche,
que no podrás ser falso con nadie.
Adiós. Mi bendición madure esto en ti.
Laertes le diría a su padre:
mi bendición la tienes desde el día mismo en que decidiste hacerme un hueco entre tus preocupaciones.
Desde que decidiste compartir tu oxigeno conmigo.
Así que graba ahora en tu memoria esto que te digo, y grábalo bien, ya que sueles afirmar que la memoria es doblemente traicionera, no solo por lo que olvida, también por lo que inventa.
No le prestes lengua al pensamiento, si acaso escríbelo. Como me inculcaste desde pequeño, lo escrito perdura, las palabras se diluyen entre tanto y tanto ruido.
Se sociable con todos ¡que coño! es el momento para tardes de buena conversación y campeonatos de mus.
Al amigo que haya probado tu amistad, no tendrás que sujetarlo, estará siempre ahí a no ser que se le crucen unas faldas, entonces mételo en un saco con una víbora y un gallo y tírale al fondo del Tigris (Ammurabi dixit).
No agasajes, ahora toca que te devuelvan todo lo que has dado, así que déjate cuidar.
Ni riñas ni pelees, que hablando se entiende la gente y los abogados también tiene que asegurarse una buena jubilación.
Si hay que reñir, ya reñiré yo por ti, si hay que pelear, yo me ocupo o contratamos a alguien, el dinero está para gastarlo.
Enemigos es imposible que tengas, si acaso, diferencias de opinión.
Presta tu oído y tu voz, las dos cosas, que en ocasiones uno necesita aparte de que lo escuchen, escuchar un "Lo estás haciendo bien".
Ponte cómodo, aún en chandal serás siempre un señor y eso se te nota.
Ignora a los franceses, la gente que no le echa patatas a la tortilla, no merece demasiada confianza.
Ignora también la economía pues por muy bien que te lo montes, ya vendrá alguien a joderlo, así que disfruta de lo merecido durante tantos años y gasta en exprimir al máximo todos los que te quedan.
Doy por sentado que serás fiel a ti mismo, pues no conozco a nadie más recto en su palabra ni más escrupuloso con sus valores. Cosa que no deja de enorgullecerme.
Mi bendición, como la de Polonio, madurará todo esto en ti.La semana que viene lo discutimos, te permitiré incluso que me apuntilles lo que quieras.
Fuerza y honor.
Por eso le doy la vuelta al libreto de Hamlet y me permito el lujo de que Laertes sea el que aconseje a su padre. Por que los de Polonio, intemporales y acertados, me los has citado muchas veces, con la mejor de las intenciones (no lo dudo) desde que era pequeño.
Será por eso que me acerqué a Shakespeare y terminé por engancharme a ese británico soñador, putero y camorrista.
Pero a lo que voy.
Polonio, dijo así:
Llévate mi bendición
y graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas,
haz que tu adversario se guarde de ti.
A todos presta oídos; tu voz, a pocos.
Escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo.
Viste cuan fino permita tu bolsa,
mas no estrafalario; elegante, no chillón,
pues el traje suele revelar al hombre,
y los franceses de rango y calidad
son de suma distinción a este respecto.
Ni tomes ni des prestado, pues dando
se suele perder préstamo y amigo,
y tomando se vicia la buena economía.
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,
pues de ello se sigue, como el día a la noche,
que no podrás ser falso con nadie.
Adiós. Mi bendición madure esto en ti.
Laertes le diría a su padre:
mi bendición la tienes desde el día mismo en que decidiste hacerme un hueco entre tus preocupaciones.
Desde que decidiste compartir tu oxigeno conmigo.
Así que graba ahora en tu memoria esto que te digo, y grábalo bien, ya que sueles afirmar que la memoria es doblemente traicionera, no solo por lo que olvida, también por lo que inventa.
No le prestes lengua al pensamiento, si acaso escríbelo. Como me inculcaste desde pequeño, lo escrito perdura, las palabras se diluyen entre tanto y tanto ruido.
Se sociable con todos ¡que coño! es el momento para tardes de buena conversación y campeonatos de mus.
Al amigo que haya probado tu amistad, no tendrás que sujetarlo, estará siempre ahí a no ser que se le crucen unas faldas, entonces mételo en un saco con una víbora y un gallo y tírale al fondo del Tigris (Ammurabi dixit).
No agasajes, ahora toca que te devuelvan todo lo que has dado, así que déjate cuidar.
Ni riñas ni pelees, que hablando se entiende la gente y los abogados también tiene que asegurarse una buena jubilación.
Si hay que reñir, ya reñiré yo por ti, si hay que pelear, yo me ocupo o contratamos a alguien, el dinero está para gastarlo.
Enemigos es imposible que tengas, si acaso, diferencias de opinión.
Presta tu oído y tu voz, las dos cosas, que en ocasiones uno necesita aparte de que lo escuchen, escuchar un "Lo estás haciendo bien".
Ponte cómodo, aún en chandal serás siempre un señor y eso se te nota.
Ignora a los franceses, la gente que no le echa patatas a la tortilla, no merece demasiada confianza.
Ignora también la economía pues por muy bien que te lo montes, ya vendrá alguien a joderlo, así que disfruta de lo merecido durante tantos años y gasta en exprimir al máximo todos los que te quedan.
Doy por sentado que serás fiel a ti mismo, pues no conozco a nadie más recto en su palabra ni más escrupuloso con sus valores. Cosa que no deja de enorgullecerme.
Mi bendición, como la de Polonio, madurará todo esto en ti.La semana que viene lo discutimos, te permitiré incluso que me apuntilles lo que quieras.
Fuerza y honor.
jueves, 7 de febrero de 2013
Sin polladas,
sin agarrarse a excusas basadas en el miedo o en la irresponsabilidad.
Agarrando al toro por los cuernos, empujando, sudando la vergüenza, masticando las palabras más difíciles.
Reflejando en el cristal de mi reloj la luz que desprendes y concentrándola en un punto concreto de lo que voy tratando de expulsar, para que arda todo gracias a ti.
Subiéndome los cuellos y encorvándome al andar contra el vendaval, pero avanzando, un paso detrás de otro, aunque caiga me volveré a levantar hasta llegar a ese lugar donde solo se encuentra tu sonrisa y la calidez de tu piel.
Dibujando el mañana con el ocre que desprenden las heridas de ayer.
Solo llueve si engendro nubarrones de esos que acojonan y que vuelven todo negro, pero ya se como disiparlos y es mucho más fácil de lo que creía.
Mucho más fácil.
No habrá más ídolos de barro, ni más sacrificios inútiles, ni más religiones absurdas que lo confunden todo.
Tan solo nosotros.
Corro, en lo más profundo de este bosque se encuentra la guarida donde se oculta mi sombra y estoy a punto de darle caza.
Las hojas caídas y la lluvia dificultan el rastro, pero calza mi mismo pie y apesta a mi.
Y a alcohol.
Y ya se que decir cuando la tenga delante de mi, erguida y dispuesta a pelear.
Tan solo: "Vuelve".
Huele a tierra mojada y a invierno, huele a frió y no canta ningún pájaro, pero sigo adentrándome en la espesura porque me he desecho del lastre de todos mis temores y ahora soy más rápido y más preciso.
Cuando la haya cazado, volveré hasta ti con el trofeo y me ayudaras a coserla fuerte, para que no se me escape nunca más.
Y me esconderé entre todos los demás, viviendo la vida que necesito vivir.
Como uno de vosotros, feliz.
Aguanta, no tardo.
Agarrando al toro por los cuernos, empujando, sudando la vergüenza, masticando las palabras más difíciles.
Reflejando en el cristal de mi reloj la luz que desprendes y concentrándola en un punto concreto de lo que voy tratando de expulsar, para que arda todo gracias a ti.
Subiéndome los cuellos y encorvándome al andar contra el vendaval, pero avanzando, un paso detrás de otro, aunque caiga me volveré a levantar hasta llegar a ese lugar donde solo se encuentra tu sonrisa y la calidez de tu piel.
Dibujando el mañana con el ocre que desprenden las heridas de ayer.
Solo llueve si engendro nubarrones de esos que acojonan y que vuelven todo negro, pero ya se como disiparlos y es mucho más fácil de lo que creía.
Mucho más fácil.
No habrá más ídolos de barro, ni más sacrificios inútiles, ni más religiones absurdas que lo confunden todo.
Tan solo nosotros.
Corro, en lo más profundo de este bosque se encuentra la guarida donde se oculta mi sombra y estoy a punto de darle caza.
Las hojas caídas y la lluvia dificultan el rastro, pero calza mi mismo pie y apesta a mi.
Y a alcohol.
Y ya se que decir cuando la tenga delante de mi, erguida y dispuesta a pelear.
Tan solo: "Vuelve".
Huele a tierra mojada y a invierno, huele a frió y no canta ningún pájaro, pero sigo adentrándome en la espesura porque me he desecho del lastre de todos mis temores y ahora soy más rápido y más preciso.
Cuando la haya cazado, volveré hasta ti con el trofeo y me ayudaras a coserla fuerte, para que no se me escape nunca más.
Y me esconderé entre todos los demás, viviendo la vida que necesito vivir.
Como uno de vosotros, feliz.
Aguanta, no tardo.
martes, 5 de febrero de 2013
Mi viejo amigo
el escritor, tiene otro encargo.
Recoge sus cosas, las mete todas en una caja de cartón, como los polis corruptos de las películas.
La taza del café asomando por encima del marco donde nunca se hospedó ninguna foto.
Tiene que abrir la puerta con un píe, porque la caja pesa demasiado como para llevarla bajo el brazo.
Además, bajo el brazo lleva demasiadas historias.
La que salió bien, todas las que salieron mal.
La paciencia, la dignidad.
La dignidad ha estado a punto de perderla en estos últimos días.
Por eso guarda otra en casa, detrás de un cuadro, en el dormitorio.
Al escritor le han acusado de exhibicionismo, de ponerlo todo encima de la mesa, de ofrecer sus miserias a quien quiera leerlas, a cambio de nada.
De emborronar páginas con lágrimas en Arial 12.
De tener un ego desmesurado.
De no saber escribir más que de lo que vive y siente, o de lo que sueña.
Pero eso es lo único que sabe hacer, maquillar vivencias entre puntos y comas.
Se acuesta imaginando metáforas y componiendo lineas argumentales, se despierta con los dedos entumecidos de sostener toda la noche la estilográfica del subconsciente.
Y crea.
La vida se convierte en algo digno cuando pasa por su filtro, por eso le suelen encargar trabajitos para personas que han sufrido.
Aunque solo acepta este tipo de encargos para pagar las facturas.
Y es que al final, a fuerza de disimular las desgracias ajenas, se termina contaminando con ellas.
Y poco a poco se va volviendo gris.
Y triste.
Así que este será el último encargo que acepte.
Prepara café y selecciona el disco adecuado, gradúa la luz y acomoda un par de cojines sobre su sillón de escribir.
Solo necesita echar una ojeada a la foto en la que ella sonríe, con el pañuelo al cuello y el pelo alborotado.
Las palabras brotan como por arte de magia, en una suerte de escritura sintomática.
Eliminan del pasado de esa mujer todas las frustraciones, los sinsabores, las noches sin dormir y las ganas de arrojar la toalla.
En su lugar, la hermosa sonrisa se expande por todos los folios, y es que cuando sonríe todo lo demás desaparece.
Ese es su trabajo, conseguir que ella sonría eternamente, aun a costa de olvidarse de su propia sonrisa.
Pero de alguna manera no puede evitar obsesionarse con el arco de sus labios y no quiere dejar de escribir.
Se consume poco a poco, con cada renglón escrito.
Al terminar está agotado, confuso y nervioso.
Ella reluce y el se agosta.
Se ha vuelto a enamorar.
Es su trabajo.
Recoge sus cosas, las mete todas en una caja de cartón, como los polis corruptos de las películas.
La taza del café asomando por encima del marco donde nunca se hospedó ninguna foto.
Tiene que abrir la puerta con un píe, porque la caja pesa demasiado como para llevarla bajo el brazo.
Además, bajo el brazo lleva demasiadas historias.
La que salió bien, todas las que salieron mal.
La paciencia, la dignidad.
La dignidad ha estado a punto de perderla en estos últimos días.
Por eso guarda otra en casa, detrás de un cuadro, en el dormitorio.
Al escritor le han acusado de exhibicionismo, de ponerlo todo encima de la mesa, de ofrecer sus miserias a quien quiera leerlas, a cambio de nada.
De emborronar páginas con lágrimas en Arial 12.
De tener un ego desmesurado.
De no saber escribir más que de lo que vive y siente, o de lo que sueña.
Pero eso es lo único que sabe hacer, maquillar vivencias entre puntos y comas.
Se acuesta imaginando metáforas y componiendo lineas argumentales, se despierta con los dedos entumecidos de sostener toda la noche la estilográfica del subconsciente.
Y crea.
La vida se convierte en algo digno cuando pasa por su filtro, por eso le suelen encargar trabajitos para personas que han sufrido.
Aunque solo acepta este tipo de encargos para pagar las facturas.
Y es que al final, a fuerza de disimular las desgracias ajenas, se termina contaminando con ellas.
Y poco a poco se va volviendo gris.
Y triste.
Así que este será el último encargo que acepte.
Prepara café y selecciona el disco adecuado, gradúa la luz y acomoda un par de cojines sobre su sillón de escribir.
Solo necesita echar una ojeada a la foto en la que ella sonríe, con el pañuelo al cuello y el pelo alborotado.
Las palabras brotan como por arte de magia, en una suerte de escritura sintomática.
Eliminan del pasado de esa mujer todas las frustraciones, los sinsabores, las noches sin dormir y las ganas de arrojar la toalla.
En su lugar, la hermosa sonrisa se expande por todos los folios, y es que cuando sonríe todo lo demás desaparece.
Ese es su trabajo, conseguir que ella sonría eternamente, aun a costa de olvidarse de su propia sonrisa.
Pero de alguna manera no puede evitar obsesionarse con el arco de sus labios y no quiere dejar de escribir.
Se consume poco a poco, con cada renglón escrito.
Al terminar está agotado, confuso y nervioso.
Ella reluce y el se agosta.
Se ha vuelto a enamorar.
Es su trabajo.
viernes, 1 de febrero de 2013
Vacío
Apenas he tenido tiempo, Ya ves, para llorarte.
Se me escapan los días uno tras otro, en sandeces cotidianas que me ocultan que te has ido, que ya no estàs.
Quizás por eso me obligo a ocuparlo todo, todo.
Pero siempre hay un ratito en el que vuelves a mi cabeza y entonces sencillamente dejo de respirar, porque noto tu ausencia en los pulmones. Respiro a bocanadas el vacío que has dejado en mi.
Tengo el corazón completamente lleno, abarrotado de vacío, que incongruencia.
Pero es tan cierto como que apenas duermo.
Yo y mi absurda manía de abrir puertas y ventanas. Una cosa es que entre luz ...y otra bien distinta es que se vaya la poca que alumbraba esas noches tristes.
Tu no estás y vuelven los monstruos.
Las pesadillas se pasan en cinemascope, sesión doble, sin cortes, sin pausas publicitarias.
Y me descubro en un rincón del dormitorio, abrazándome las rodillitas, apretando los párpados para no abrir los ojos, para no ver que vuelvo a estar sólo.
Por no levantarme dejo que el cd repita en bucle la misma música una y otra vez.
El gato me observa desde lo alto de la estantería, como el Cuervo de Poe.
El frío se acomoda en tu lado de la cama y llega un momento en el que sin querer, apoyo la cabeza en el hombro de tu recuerdo.
Me va a costar no haberte querido lo suficiente, estuve a punto, muy cerquita de hacerte feliz, a escasos cien besos.
Me va a costar acostumbrarme a que tu tampoco me quisieras lo bastante. Sea como sea, llevaré tu sabor en mi especiero y aderezare con él una de las historias más hermosas que he vivido, aunque no fuera de amor, aunque fuera de cariño y ternura o de deseo y amistad.
Te extraño. Y se que tu a mi también.
Ambos nos dejamos llevar por el mismo río que ahora nos separa.
Espero que seas la mujer más feliz del mundo.
lunes, 28 de enero de 2013
Pedro Bread
Anoche un amigo me llamó así: Pedro Bread.
Como los domingos suelo estar espeso de cojones, no me di cuenta del juego de palabras, pero mi amigo me aclaró la broma: Pedro Bread= Peter Pan.
Jodo...que lerdo soy a veces.
Peter Pan, es un personaje con el que me identifico desde hace algunos años.
Tengo tanto de él, que en ocasiones me olvido de que soy Juan Pizarro.
Al igual que Peter, me he negado a crecer, me he negado a asumir responsabilidades y me he quedado anclado en una tierra especial, poblada por personajes de cuento.
Sin darme cuenta, terminé comprando una parcela en Nunca jamás, con vistas a lo que se va quedando atrás.
Y se van quedando muchas cosas.
Muchas noches, me castigo un poco el alma repasando lo bueno y lo malo de mis actos.
Quizás, esa actitud de no afrontar la madurez como una persona normal, terminará por convertirme en un viejo solitario y gruñón, disfrazado de adolescente con mallas verdes.
Enamorado de una Campanilla que no me quiere y tratando inutilmente de volver al planeta Tierra.
En ocasiones intento hacer una vida convencional y querer a alguien con los pies en la tierra, sin alas y sin polvo de estrellas, pero es un error, porque en seguida se dan cuenta de quien soy en realidad y terminan dándome boleto.
Y no las culpo, porque cualquier mujer se merece algo mejor que yo.
Mientras, seguiré sobrevolando los tejados de mi ciudad, preguntándome porque carajo no he aprendido la lección.
Y es que ser Peter Pan es a veces, muy, muy duro, casi tanto como dejar de serlo.
Supongo que de alguna manera tengo miedo a crecer, porque cada año que cumplo descubro que lo que me rodea termina siendo insulso y no quiero anquilosarme entre fracasos y noches en vela.
Algo así me sucede con el amor.
Forjo una Campanilla perfecta a base de retazos de todas las mujeres que he amado y proyecto en ella todo lo que tengo que ofrecer.
Pero entre lo que ofrezco, no estoy yo, sino tan solo un dibujo de quien me hubiera gustado llegar a ser.
Me paso la vida enterrando las mallas y el gorro en el fondo del armario y vuelvo a extenderlo sobre la cama,al poco, retirando la naftalina con cuidado.
Quizás mi problema es que estoy hecho un lío.
No termino de ubicarme y me refugio allí donde se refugian todos los cobardes.
Igual mi destino es caminar por una tabla sobre la borda de la fragata de Garfio y terminar saltando al mar.
Igual, un día encuentro el valor necesario para reconocer de una vez por todas que tan solo soy un tipo asustado.
Igual mañana maduro.
Igual.
viernes, 18 de enero de 2013
Despierta.
No pienses que con esto te estoy diciendo adiós,simplemente estoy firmando una carta de despido.
Hemos sacado el trabajo, hemos cubierto objetivos y ambos nos hemos lucrado.
Tu te llevaste lo mejor de mi, lo que muchos no han sido capaces de intuir siquiera, lo que escondo muy dentro. Yo me llevé un montón de momentos estelares y la inspiración de las imágenes más bellas.
Al final, como pasa casi siempre, la rutina nos ha convertido en superfluos y a mi se me ha abierto una nueva ventana en el explorador. Cierro la tuya, tu cierras la mía.
Emerjo y me despojo de ese aura de fragilidad, te libero de la protección de madre y de las noches de rabieta y desacuerdos.
A cambio, me quedo con la capacidad para destrozar lo que me quede de vida, o de acertar con lo que ahora vivo, amo y sueño.
Tu seguirás ahi...yo siempre estaré aquí.
Mi gato y yo hacemos la maleta.
Te llevo en el corazón.
Me quedaré unos cuantos años, atrapado en el tintero.
viernes, 11 de enero de 2013
Sucede
que en ocasiones uno va caminando por la vida con los ojitos tapados como los burros.
Y no puede ver nada más allá del camino recto, del que se te viene encima de frente.
Pero la vida está por todos los lados.
Y es genial despojarte de las trabas que te impiden darte cuenta de lo jodidamente genial que es estar vivo en algunos momentos.
Ver el mundo desde todos los ángulos y reconocer la felicidad atacando por los flancos y la retaguardia.
Sucede que en ocasiones los grises se vuelven verdes, rojos, azules y amarillos, que los pájaros se empeñan en cantar alto y afinado, que los edificios te sonríen y que la noche ya no da miedo.
Que con cada paso, avanzas un enorme trecho hacia lo que más deseas y no te cansas de andar.
Que los amigos son más amigos que nunca y la persona a la que quieres te acaricia la cabeza.
Y te sientes en paz.
Sucede también, que te notas más liviano porqué te has liberado de ataduras, incómodos fardos, paquetes de miserias y carroña, agujeros negros por donde todo se te escapaba.
Libre para ser quien quieres ser.
Es una gozada pasear.
Es una gozada inspirar e inundarte por completo de aire puro, retenerlo unos segundos, expirar.
Repetir la operación.
Tomarse unas cañas contigo, acostarse sabiendo que mañana volverá a estar despejado y lleno de luz.
Y no sabes cuanto va a durar, pero sientes que desde hacia mucho, mucho tiempo, vuelves a ser completa y absolutamente feliz.
Entonces por un instante todo se oscurece y te entra pánico al pensar que seguramente se te reclamará de alguna manera el pago por ello, y temes por los que quieres y el futuro se torna de nuevo peligroso.
Pero solo es una nube que oculta el sol para seguir rápido su camino.
En ocasiones, sucede que sonries .
Y no quieres dejar de hacerlo.
Y no puede ver nada más allá del camino recto, del que se te viene encima de frente.
Pero la vida está por todos los lados.
Y es genial despojarte de las trabas que te impiden darte cuenta de lo jodidamente genial que es estar vivo en algunos momentos.
Ver el mundo desde todos los ángulos y reconocer la felicidad atacando por los flancos y la retaguardia.
Sucede que en ocasiones los grises se vuelven verdes, rojos, azules y amarillos, que los pájaros se empeñan en cantar alto y afinado, que los edificios te sonríen y que la noche ya no da miedo.
Que con cada paso, avanzas un enorme trecho hacia lo que más deseas y no te cansas de andar.
Que los amigos son más amigos que nunca y la persona a la que quieres te acaricia la cabeza.
Y te sientes en paz.
Sucede también, que te notas más liviano porqué te has liberado de ataduras, incómodos fardos, paquetes de miserias y carroña, agujeros negros por donde todo se te escapaba.
Libre para ser quien quieres ser.
Es una gozada pasear.
Es una gozada inspirar e inundarte por completo de aire puro, retenerlo unos segundos, expirar.
Repetir la operación.
Tomarse unas cañas contigo, acostarse sabiendo que mañana volverá a estar despejado y lleno de luz.
Y no sabes cuanto va a durar, pero sientes que desde hacia mucho, mucho tiempo, vuelves a ser completa y absolutamente feliz.
Entonces por un instante todo se oscurece y te entra pánico al pensar que seguramente se te reclamará de alguna manera el pago por ello, y temes por los que quieres y el futuro se torna de nuevo peligroso.
Pero solo es una nube que oculta el sol para seguir rápido su camino.
En ocasiones, sucede que sonries .
Y no quieres dejar de hacerlo.
viernes, 28 de diciembre de 2012
Para que tratar de entender
si aquello fue una mentira constante, o si por el contrario ardió en algún momento esa llama capaz de abrasarlo todo.
Si al cruzar las miradas tus ojos impostaban algo oscuro o ese brillo intenso refulgía por mi.
Si elegías con cuidado cada palabra o si permitías que todo fluyese.
De que sirve ya recordar los días hermosos y las noches llenas de nosotros y nadie más.
Qué parte de mi te llevaste en la maleta el día que llovió tanto.
Y porqué regresas una y otra vez desde donde quiera que estés para atormentar mis recuerdos.
¿Por qué no te has desvanecido en el aire y ya está?
¿Por qué eres agitación e imágenes borrosas? y despertar en medio de la nada, aferrado a tu falta de pudor.
Sigo buscando en el libro de exorcismos, el adecuado para devolverte al lugar donde nunca debí acercarme y sigo repitiendo la letanía de palabras sin sentido que deberían llenarlo todo de cenizas.
Clavo una y otra vez mi daga en tu vientre y golpeo el suelo con las botas adecuadas.
Para que dejes de torturarme, porque no necesito que en las noches más oscuras me estrangules el alma.
Para que mi corazón vuelva a ser el que era.
Y llenarlo de quien yo quiera llenarlo.
Estoy preparado y soy fuerte otra vez, y con el día llegan las ganas de escribir sobre otros ojos y otras sonrisas, y otros besos y otra piel empapada en sudor y fluidos.
Así que bórrate de mis noches, rompe el talonario de visitas inesperadas y déjame seguir con mi vida, porque ahora comienzo a ser feliz de nuevo.
No te necesito en mis sueños, no te quiero ya en nada de mi.
Ve en paz.
Si al cruzar las miradas tus ojos impostaban algo oscuro o ese brillo intenso refulgía por mi.
Si elegías con cuidado cada palabra o si permitías que todo fluyese.
De que sirve ya recordar los días hermosos y las noches llenas de nosotros y nadie más.
Qué parte de mi te llevaste en la maleta el día que llovió tanto.
Y porqué regresas una y otra vez desde donde quiera que estés para atormentar mis recuerdos.
¿Por qué no te has desvanecido en el aire y ya está?
¿Por qué eres agitación e imágenes borrosas? y despertar en medio de la nada, aferrado a tu falta de pudor.
Sigo buscando en el libro de exorcismos, el adecuado para devolverte al lugar donde nunca debí acercarme y sigo repitiendo la letanía de palabras sin sentido que deberían llenarlo todo de cenizas.
Clavo una y otra vez mi daga en tu vientre y golpeo el suelo con las botas adecuadas.
Para que dejes de torturarme, porque no necesito que en las noches más oscuras me estrangules el alma.
Para que mi corazón vuelva a ser el que era.
Y llenarlo de quien yo quiera llenarlo.
Estoy preparado y soy fuerte otra vez, y con el día llegan las ganas de escribir sobre otros ojos y otras sonrisas, y otros besos y otra piel empapada en sudor y fluidos.
Así que bórrate de mis noches, rompe el talonario de visitas inesperadas y déjame seguir con mi vida, porque ahora comienzo a ser feliz de nuevo.
No te necesito en mis sueños, no te quiero ya en nada de mi.
Ve en paz.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)