Obvia comentar la influencia de Hamlet en mi literatura, pues he tomado prestados una y otra vez a don William Shakespeare el pasaje de los consejos de Polonio a su hijo Laertes, y la composición moral que atribuyó al propio Laertes, para ese asesino homónimo que he creado como alter ego en mis textos más duros y más violentos y desagradables; en aquellos que han nacido del rencor y del odio, y que en la necesaria catarsis que es para mí la literatura, me han ayudado a vomitar todo lo que me estaba envenenando el alma.
Aquellos que leéis este blog con asiduidad os habréis percatado de que entre la música con la que suelo encabezar los textos de un tiempo a esta parte me decanto por la de esos poetas urbanos que son los raperos, y que de entre ellos escojo a los que suelen escribir temas con los que me siento muy identificado, y que no dudo en compartir con vosotros, pues en muchas ocasiones me lamento de no haber sido yo el que escribiera las letras de unas canciones que me describen y me representan.
Rayden, Residente, El Chojín...para mi son los rapsodas de esta historia por fascículos que son mis vidas.
Rayden ha sabido escribir mis momentos más dulces, más románticos, más irónicos y más sinceros. De hecho frases como "te comería a versos" ya las escribí yo hace muchos, muchos años, y por supuesto no me atrevería a acusar al de Talavera de plagio, simplemente de ahondar en las mismas emociones que yo y de compartir mi pasión por la literatura. Una cosa lleva a la otra.
La autobiografía de Rene, cantante portorriqueño más conocido como Residente, sirvió para acompañar mi propia autobiografía en este blog y para demostrarme que lo que yo siento y sufro lo sienten y sufren otras personas a miles de kilómetros de mi querida Invernalia.
El Chojín ha sido un descubrimiento más reciente y desde hace pocos meses no dejo de escucharlo pues tiene temas como este sobre el que estoy construyendo hoy la entrada, que de alguna manera parece que yo mismo le hubiera dictado palabra por palabra. Y escucharlo me ayuda, porque me sirve para darme cuenta de que no soy el único que se arrepiente de todo lo que no ha hecho, ni el único que sueña con todo lo que quiere hacer y aún no se atreve. No soy el único que reconoce tener momentos de bajón ni que trata de explicar que no hay belleza en el dolor, aunque pueda convertir ese dolor en un texto hermoso. El Chojín también describe que se siente diferente y asegura no culparse por ello.
Yo aún me culpo por no ser como los demás, por no pasar desapercibido cuando debería intentar llamar menos la atención y cuando mi forma de sentir y de vivir las emociones se considera intensidad, y termina resultándole molesta a algunos.
Siempre hay una canción para cada momento, para cada sentimiento, para cada emoción y para cada persona. He encontrado las canciones perfectas que he asociado sin dudar a las mujeres que han marcado mi vida y que he podido escuchar junto a ellas. y al hacerlo reconocer en sus ojos , en sus caricias y en sus besos que en efecto, había dado con la banda sonora de nuestra historia de amor, de nuestro comienzo y de nuestra despedida.
Y estoy muy cansado ya de tener que despedirme, de perder con cada adiós un buen trozo de ese músculo que bombea la sangre que corre por mis venas, y de creer que el amor que tanto ansío aún está por llegar, cuando realmente sé que me miento y que ese amor ya llegó y no supe estar a la altura. Y se convirtió en otra pérdida.
Cada vez sé más de pérdidas y menos de victorias. Cada día coloco un nuevo fracaso en la vitrina de mi alma y cada día tengo menos ganas de volver a sufrir una derrota. Pero me conozco y sé que aunque en ocasiones se me pase por la cabeza el tirar la toalla, nunca lo haré porque llevo grabado a fuego en lo más profundo de mi espíritu que rendirse no es una opción, y porque quiero creer que un día volverán a mirarme como me miraron una vez, a sonreírme con los labios y los ojos a la vez , y a besarme y a acariciarme con la maestría de la artesana que al hacerlo está modelando mi ilusión y mi felicidad.
Creo en el amor como cura de todos los males que me llevan afligiendo desde que descubrí que había nacido para amar, pero no para ser amado. Quizás un día la mujer que amo, amé y amaré siempre, me quiera entregar su corazón a cambio de este pequeño músculo remendado y lleno de cicatrices, que pese a todo, a pesar de todo, sigue latiendo.
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