domingo, 17 de julio de 2022

Las ilusiones robadas


Es curioso cómo te puede remover una película. Bueno...igual no es tan curioso, pues el cine no deja de ser un arte y el arte es subjetivo, y cada uno lo interpretamos como queremos. Y si esa película esta basada en una obra literaria del calibre de Las ilusiones perdidas del gran Honoré de Balzac, pues dos y dos son cuatro de toda la vida, incluso para alguien de letras puras como yo.

 Me ha parecido una buena adaptación y creo que el director ha conseguido situar a la perfección al espectador en la época y en el lugar donde se desarrolla la acción.  Desde luego no puedo poner ninguna objeción a la factura del film ni seré yo el que pretenda hacer de este post una crítica cinematográfica. No me arrogo el criterio necesario ni es lo que pretendo con este texto.

En cuanto a la obra de Balzac que da lugar a esta producción, cualquiera que haya leído a don Honoré sabrá que su pluma era terriblemente inmisericorde a la hora de retratar la Francia de su época y lo turbio de la sociedad que pretendía ser un ejemplo para el mundo civilizado. 

Más allá de lo que podría escribir sobre la forma, me voy a centrar en escribir sobre el fondo, pues inequívocamente me ha removido por dentro hasta la saciedad al haber establecido demasiadas analogías reales entre la historia de Luciane, el protagonista de este drama, y mí propia historia. 

No ha sido un visionado casual, alguien de mi entorno más cercano y de mi pasado más presente me recomendó esta cinta y he de pensar que al hacerlo, quería ayudarme a abrir los ojos y a mirarme desde fuera. Y lo ha conseguido. Los he abierto hasta tal punto que he `podido ver el fuego desatado  en el interior de mi pecho al identificar demasiada momentos vividos, sufridos y perdidos, como las ilusiones a las que se refiere el título de este compendio de aterradoras realidades en mi ego. Y al hacerlo he decidido renunciar a mi pasado de una vez por todas y abandonar al Juan que fui, a ese Juan que se equivocó una vez tras otra aferrándose con uñas y dientes a unas ilusiones que no perdió, le arrebataron de la forma más cruel. Puede que después de ver esta película me haya dado de bruces con ese punto de inflexión en mi vida que llevo persiguiendo desde hace ya un tiempo. Puede.

Esta obra es un verdadero drama, pues más allá de lo inmensamente triste de las historias de amor que vive el joven poeta con sueños y aspiraciones, lo más demoledor es ver como prostituye su talento, su creatividad y sus sueños. Y como fracasa irremediablemente.

El final es un final abierto al espectador y puedes decidir en tu psique si quieres que al entrar desnudo en el lago, el fracasado poeta de corazón destrozado se de un baño emocional que lo limpie y lo ayude a a reinventarse, o  simplemente que camine en busca de una inmersión que termine de una vez por todas con su sufrimiento. Yo prefiero pensar que el desdichado protagonista se aferra a que rendirse no puede ser una opción y decide simplemente refrescar cuerpo, alma y mente, y desandar lo andado hasta llegar sano y salvo a la orilla. Pero claro...ese es mi final, el final que a mi me gustaría que cerrara el metraje de la cinta.

En cualquier caso mientras veía la película he identificado demasiados errores, me he reconocido en demasiadas escenas y me he torturado con demasiadas tomas protagonizadas en el mundo real poco tiempo atrás. Y me ha roto el alma en dos. O en tres. O en una barbaridad de pequeños trocitos esparcidos por el vendaval de la realidad  que sinceramente creo que aunque pueda encontrarlos todos si los busco con calma y paciencia, nuca podré volver a pegarlos. Así que sencillamente voy a diseñarme un alma nueva, un corazón a estrenar y un futuro a la altura de las pocas ilusiones que aún conservo, y de la que me despierta la mujer sana, sencilla y honesta que se ha cruzado en mi camino. Quizá tenía que encontrarla y quizá ella tenía que encontrarme a mi, Y no sé que sucederá pasado mañana, o la semana que viene y, eso precisamente es lo maravilloso de su presencia, que esta obra se escribirá en verdaderos folios en blanco y con la tinta de la sinceridad más absoluta.

Puede que sea una obra maestra. Puede que sea otro fracaso y que un día decida volver al lago y caminar hacia el lugar donde el oxígeno sea tan solo un recuerdo más.

Pienso demasiado, lo analizo todo en exceso y me torturo cuanto me permito, que es mucho. Pero eso forma parte de la intensidad que me lleva a escribir y me ayuda a vivir, aunque a veces esta misma intensidad que no no pedí, haga de mi vida una espiral de lamentos y de fracasos. Soy como soy y no voy a disculparme por ello. No pienso hacerlo más.



 

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