Por desgracia hay muchos, demasiados, que aún siguen confundiendo la expresión y aunque creen "querer a morir" a su pareja, realmente la quieren a matar.
Ese "la quiero a morir" de la canción, habla de la fuerza del sentimiento que genera en tu interior la persona a la que amas, un sentimiento y una emoción tales, que te llevan a pensar que vas a morir de amor, que es tanto y tan fuerte lo que sientes por ella que realmente crees que tu corazón no va a poder resistirlo y se va a quebrar de repente, deteniéndose y dejando de latir. Y eso cuando el que sientes es un amor correspondido. Cuando no lo es, el dolor es muchísimo mayor y realmente te sientes morir y lo que es peor, la vida sin ella deja de interesarte y no tiene el menor aliciente, pues todo carece de sentido si no lo puedes compartir con la persona amada.
Esto es parte del amor verdadero, del hermoso sentimiento que te sobrecoge y te atenaza, permitiéndote a un tiempo ser la persona más feliz del universo conocido y también la más vulnerable y débil, al tener la certeza de que si ese amor desaparece ya nada merecerá la pena.
La mayoría, la inmensa mayoría de los días, da mucho miedo abrir un periódico o poner el telediario, pues es tristemente cotidiano encontrarse con la noticia de que una persona ha terminado con la vida de otra escudándose en lo mucho que la quería. Incluso a veces y alcanzando el sumun de la sinrazón y de la crueldad, terminan también con las vidas de los hijos nacidos de ese amor. Eso, queridos amigos ( y queridas amigas, porque de todo hay, aunque no en igual proporción, ni mucho menos) no es amor, es enajenación, trastorno o simplemente la más grande de las miserias de las muchísimas que es capaz de desarrollar el ser humano. El "si no eres mía/o no lo serás de nadie" es el móvil más antiguo del crimen. El desengaño amoroso, los celos, eso tan mediterráneo de "limpiar" con sangre el honor, o simplemente la venganza al no aceptar el abandono, se han llevado por delante miles y miles de vida a lo largo y ancho del planeta, así que por favor, que nadie confunda semejante barbaridad con amar. La rosa de El principito nos enseñó la diferencia entre querer y amar, y amar, es querer sin posesión, sin interés y sin egoísmo, Te amo es te quiero libre y, creo que el 99,9% de los artífices de estos crímenes "pasionales", no han leído las aventuras del joven príncipe sideral o si lo han leído, no han entendido una mierda.
He tenido la suerte y la desgracia de conocer el amor en todas sus vertientes. He disfrutado hasta perder la cabeza al sentirme enamorado y en mas de una ocasión he empapado mi almohada, al saber que aquella a la que amaba había decidido que lo nuestro terminó (o al menos lo suyo, o lo que sentía por mi). Se le rompió el amor y a mi se me rompió el alma, pero en virtud del hermoso sentimiento que me había hecho disfrutar, jamás podía siquiera imaginarla sufriendo y mucho menos muriendo a mis manos. Es más, el fantasear con mi propia muerte era algo mucho más terapéutico, dentro del dolor del momento. Incluso aquella que traicionó sus votos, pisoteó su promesa de amor eterno, y se decidió por la traición y la lujuria, puede caminar por las calles más oscuras con absoluta y total tranquilidad, pues yo realmente sé lo que es amar. Ese "hasta que la muerte nos separe" nunca se refirió a que si uno de los dos decide separarse, encontrará la muerte a manos del otro. Por favor, a ver si ponemos un poquito de atención y entendemos bien las cosas.
No sé de qué forma podemos acabar de una vez por todas y para siempre con esa despreciable afición a tirar de navaja, de escopeta, de barra de hierro o simplemente de puños para arreglar lo que la razón, la paciencia y los labios no supieron arreglar.
Para empezar deberíamos educar a nuestros jóvenes en la pérdida, la frustración y el abandono, para que sepan enfrentar estas situaciones sin perder el juicio y entregarse a sus instintos más primitivos.
Por otro lado deberíamos aprender a ejercer de censores morales evitando a una infancia y una juventud ya demasiado confundidas, crecer escuchando canciones en las que se hace continua elegía a la violencia extrema como medio acertado para solucionar los problemas de pareja. Y por favor, inculquemos en nuestros menores la afición por la literatura, el hábito por la lectura y el afán de conocimiento. No les privemos de las grandes verdades universales que jamás encontraran en un videojuego, en un post de redes sociales, en la letra de la canción de moda, o en una película de serie B.
Es nuestra responsabilidad y no debemos ignorarla. La técnica de la avestruz solo es propia de los cobardes y de algunos políticos.
Predicar con el ejemplo es la mejor de las técnicas y tenemos que aprender a transmitir a los más pequeños que el amor es algo hermoso y doloroso también, pero que nadie tiene que matar ni que morir en nombre de un sentimiento.
Y eso es todo amigos.
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