Y no me apetece encontrar la salida. Me perdí en tus gestos, confundí el norte de tus movimientos y la estrella polar del presente más real no consiguió orientarme, porque como canta Macaco, las estrellas dicen que nosotros somos fugaces. El laberinto de tus sonrisas y tus besos es el mejor jardín para deambular de un lado a otro y, si tengo suerte, puedo doblar una esquina y toparme con tu cuerpo desnudo, cálido y receptivo. Por eso arrojé mi brújula al estanque. Por eso evito recordar todo lo aprendido en mis tiempos de boyscout y en mi decepcionante paso por la milicia. Es por eso por lo que reniego de cuantos mapas puedan facilitarme la vía de escape y de cuantas bengalas queden en la mochila de supervivencia con la que la sociedad nos obliga a crecer, pensando que podrá salvarnos en alguna ocasión. ¿Salvarme de qué? ¿De quién? ¿De ti? No saben que tu eres mi salvación. Quiero vivir ausente del resto de la creación. Quiero vivir ignorante de todo y ajeno a todo. Quiero disfrutar de la certeza de saber que solo tú podrás encontrarme una y otra vez. Y hacerte cada día el amor como si fuese nuestra última oportunidad.Quiero gemir sobre ti y tararear la hermosa melodía de suspiros, grititos y rugidos que acompaña tus orgasmos. Agacho la cabeza, bajo la mirada y acelero la marcha al vislumbrar las odiosas señales de salida que contra toda lógica del amor, colocó la razón al pensar que ya he estado perdido en demasiadas ocasiones. Pero la razón no sabe que antes, inconscientemente, siempre quise encontrar la puerta que me sacase de los prados embusteros de los corazones con espinas y ahora tan solo deseo quedarme en ti, quedarme por ti y quedarme para ti. Poco más puedo decir. Rezo para que nadie me encuentre nunca.
Porque todos soñamos y a veces es necesario correr tras esos sueños que se nos escapan y terminan siendo inalcanzables. Ayer mi querida Cristina y mi admirado David, compartieron con el público que abarrotó la plaza de San Pablo, un sueño llamado Flotados. Este sueño nació de la música que rezuma por cada uno de los poros de David y de la libertad que Cristina convierte en movimientos donde desafía a la gravedad, al vacío y a las limitaciones humanas, convirtiéndose en una sonriente hada que vuela sobre nosotros regalando cariño, arte y felicidad. No quise perdérmelo y aunque tengo miedo de lugares abarrotados de gente donde sé que me angustiarán los ecos del pasado más doloroso, descubrí que "quien no arriesga no cruza la mar", es mucho más que una frase. Recurrí al apoyo y al incondicional cariño de la mujer de ojos más verdes que lleva mi sangre, de la poeta más decidida, más humilde y valiente y, al de la más bonita de las guerreras indias, que vino acompañada de la pequeña princesa de su estirpe, con la que comparte el sueño de un palacio junto al Ganges, donde criar vacas sagradas con bigotes felinos. La música que compuso David e interpretó en directo para Flotados consiguió adherirse a nuestras almas como el coral a pecios de barcos hundidos. Y las hizo flotar junto a Cristina. La sombra de esa pequeña hada de menuda figura, largas trenzas y enorme sonrisa, se perfilaba en el interior de la caja de un piano de cola suspendido sobre los adoquines de la plaza y, en un momento más que mágico, atravesó las dimensiones de lo real y lo etéreo y se columpió sobre cada una de las notas musicales. Y sobre nosotros.
Mis musas cuidaban de que yo no perdiese el equilibrio y de que no necesitase más espacio a mi alrededor del que ellas habían conquistado y defendían con uñas y dientes en pos de mi tranquilidad. Una de ellas no pudo evitar que sus hermosísimos ojos se humedeciesen por la emoción de contemplar ese sueño hecho teatro de calle. La guerrera india nos dio a todos una lección de coraje y voluntad y la poeta rimó en versos de arte mayor emociones, sonrisas y placer, llegando a debilitarse incluso, al albergar tanta inspiración dentro de su pecho. Yo necesitaba escribir, necesitaba subirme al velero que estos grandes artistas habían botado en las calles de mi ciudad, enrolando a audaces y talentosos tripulantes como el contramaestre Rodrigo Tamariz y el timonel Alfonso Peña. Necesitaba cruzar la mar junto a ellos. Y a mi manera, lo conseguí. Mi sueño era disfrutar de un espectáculo sin sentir la angustia de la incertidumbre y el miedo a volver a cerrar los ojos sin querer hacerlo. Gracias, Cristina. Gracias, David. Gracias a toda esa tripulación de soñadores de gran corazón. Gracias por ser, estar y formar parte de mi vida.
Durante unos años había sangrado su dulce recuerdo de mostrador en mostrador y, en cada uno de ellos lo hacia con los ojos vidriosos ante una copa de licor, como canta la vieja copla. Pero aquella noche,bebía para celebrar haber conocido a una hermosa mujer de corazón puro y antes de abandonar la taberna más oscura del puerto,apuró la copa de un trago sin saber que aquella sería la última. La noche se cernía sobre él como un gavilán sobre su presa. El mar que azotaba con altas olas los pantalanes estaba tan revuelto como lo había estado su alma y la fuerte marejada recordaba a la que se desataba en su pecho con cada noche de recuerdos y alcohol, presagiando funestas calamidades. Reparó en una pareja que discutía junto a un todoterreno aparcado cerca del faro. La luz de ida y vuelta que proyectaba el edificio salvavidas alumbraba ocasionalmente los ojos inyectados en sangre de un hombre cetrino y enjuto con el pelo negro y escaso, alborotado por el viento. Y el rostro de terror de una morena menuda y de aspecto frágil. El viento le trajo parte de la conversación a gritos y pudo entender las palabras, "zorra", "ostia" y "sangre". Aquello no le gustó nada al marinero de corazón rehabilitado por los labios de una bella montañesa, que con varias copas de más, sopesó rápidamente sus papeletas en caso de que aquel hombre se le enfrentase físicamente al afearle la conducta. No le salieron las cuentas y las posibilidades de caer en combate eran demasiado elevadas, pero eso le dio lo mismo. Una mujer no tenía que soportar a chulos como aquel, hubiera hecho lo que hubiera hecho, si es que había hecho algo y, en ningún caso debía permitir que el pánico que aquella menuda morenita reflejaba en su rostro no encontrase ayuda, Así que se ajustó el cinturón, se subió los cuellos del negro chaquetón que destacaba lo rubio de sus greñudos y despeinados cabellos y apretando los puños se dirigió hasta el lugar donde el desagradable y violento aprendiz de macarra estaba atemorizando a la pequeña y aterrada mujercita. Aquella noche y para compensar la maravillosa noche del día anterior que había disfrutado con la rubia montañesa, los astros no se alinearon en su favor. Por instinto se plantó entre el hombre y la asustada mujer y con gesto protector, pero actitud ruda y decidida,pasó su brazo derecho por el hombro de ella atrayéndola hacia él. Aquello fue una mala jugada pues al hacerlo el violento sujeto que increpaba a la mujer, sacó con formidable rapidez una navaja del interior de una de sus botas y antes de que la infeliz pudiese esquivarla o su rescatador impedirlo, se la hundió en el pecho hasta la empuñadura. Cayó sin producir siquiera un grito y su asesino se apresuró a extraer la hoja del corazón del cadáver para usarla contra aquel rubio entrometido que apestaba a orujo de café y, que había decidido morir jugando a ser un héroe de comic. El melancólico, caballeroso y sorprendido marinero tatuado en el pecho con el nombre de la mujer que le había roto el corazón cuando se marchó a otro puerto y con otro capitán,pero que ya tenía cita en un estudio de tatuaje para tatuarse el nombre de su redentora, no fue capaz de impedir que aquel canalla de aspecto miserable, pero de demostrada habilidad con la navaja y en el combate cuerpo a cuerpo, se hiciese de nuevo con el arma del crimen y la hundiese repetidamente en su vientre y en su costado, arrancándole la vida. La patrulla de la policía nacional que encontró los cuerpos al realizar la ronda rutinaria por el puerto, acordonó la zona y avisó a emergencias sanitarias que al llegar solo pudo certificar la muerte de ambos por varias heridas de arma blanca mortales de necesidad. Al comprobar las cámaras de seguridad instalada en el exterior del cajero electrónico de la única oficina bancaria del puerto, la policía detuvo rápidamente al homicida, viejo conocido suyo al haber sido detenido por delitos menores y en dos ocasiones por violencia de género. Y aunque su ex mujer retiró las denuncias apiadándose de él, no la libro de morir a manos de su ex marido. La ciudad erigió una estatua en honor de aquel héroe que trató de impedir el crimen muriendo en el intento, cuya pequeña placa ubicaba en el pedestal rezaba: "A Laertes, valiente hijo honorífico de esta villa". La muerte del tatuado marinero de ojos azules como el mar y bigote bicolor, llegó hasta la ciudad del norte donde residían la que una vez le juró amor eterno y su miserable pareja y, al ver la noticia en la televisión de la cocina mientras comían, ambos cerraron los ojos durante unos segundos y respiraron aliviados, covencidos de que desde su traición y su abandono, a Laertes no le importaba morir. Pero se equivocaban. Laertes había encontrado un nuevo sentido a su vida. Descanse en paz.
Alguien me dijo hace poco que mis problemas no eran más que "los típicos problemas del primer mundo" y que no debía lamentarme ni preocuparme, porque ni me mataría un niño soldado, ni moriría de hambre ni caería afectado por un mal endémico como el ebola, la lepra, el dengue u otras diversas herramientas con las que trabaja la pálida señora. Vale, soy consciente de que pese a todas las complicaciones que he encontrado en mi vida, todavía se me puede considerar un tipo muy afortunado: duermo caliente y bajo techo, hago tres comidas diarias y disfruto del cariño de una pareja maravillosa, de una familia estupenda y de la compañía de un felino adorable. Pero como decía mi padre, "a cada uno le duele su pie cuando se lo pisan". La vida me ha sorprendido con una apasionante gincana de pruebas y me paso el día de un obstáculo a otro, sabedor de que cuando supere el siguiente, voy a encontrar uno un poco más complicado que el anterior. Pero aún así y todo, sonrío. Gracias a Dios y contra todo pronóstico continúo vivo y puedo leer, escribir y seguir adquiriendo conocimientos para tratar de llenar las alforjas culturales que cuelgan de la grupa de mi caballo. Ladran, pues cabalgamos. Pase lo que pase y le pese a quien le pese,sigo aquí y no tengo prisa por irme. La justicia de los hombres al fin parece posicionarse a mi favor y puede que como acostumbro a decir y a escribir, todo termine llegando, incluso lo bueno. Este verano cumpliré cuarenta y cinco primaveras ( el bueno de Peter Pan se terminó marchando a la casa del árbol que comparte con otros colegas en Nunca Jamás) y aunque hace mucho tiempo que descarté jugar en la NBA y al fin he asumido la imposibilidad de doblar a Brad Pitt en las escenas de riesgopues a raíz de ciertos problemas médicos que no vienen al caso me he desmejorado un poco. Por prescripción facultativa tuve que recuperar el peso perdido durante una larga estancia en el hospital y eso si que he sabido hacerlo, hasta el punto de haberme pasado un poquito. Digamos que con mi piel excesivamete blanca, mi cabello rubio, mis ojos azules, mi bigote bicolor y mis manos de oficinista, en el siglo diecinueve hubiera sido un tipo arrebatador. Pero hoy en día, que priman los morenitos lánguidos con cuerpo de torero que pasa hambre y más habilidades con el mando de la videoconsola que con la pluma o la palabra, no termino de encajar en los cánones de belleza que marca la sociedad actual.Pero bueno...eso si que es algo absolutamente superfluo y ridículo. Nunca he sido Robert Redford, pero siempre he tenido mi público y gracias al cielo, comparto cama, sueños, risas (sobre todo cuando me desnudo) y proyectos de futuro con una mujer tan inteligente y preparada como hermosa. He tenido que renunciar a la Vespa como medio de transporte y como forma de vida, pero ahora conduzco el coche que me regaló la gran escritora y mejor amiga que prologó mi primer libro y, además de no pasar frío ni empaparme cuando llueve, mi cuerpo ya no es la frágil carrocería del vehículo. Es cierto que muchas veces me fustigo con el dolor de relaciones pasadas, pero si he sufrido por amor es porque he amado o al menos he creído hacerlo (incluso en alguna ocasión llegué a creer que me amaban...pobre iluso). También me ha costado mucho superar la traición, el egoísmo y el abandono de quienes consideré mis amigos, pero en estos últimos años, me he rodeado de personas que no utilizan el cariño y la amistad como moneda de cambio y que me han enseñado a valorar lo que realmente merece la pena, regalándome ese tesoro que es saber que hay alguien a tu lado que te quiere por lo que eres y no por lo que puede conseguir de ti, La vida no es un camino de rosas, pero he encontrado muchas rosas en mi camino.Algunas cada día que pasa siguen embriagándome con su perfume y la belleza de sus pétalos convertidos en sonrisas, abrazos calentitos y besos llenos de cariño. Mis miedos y mis angustias se lo pasan pipa de fiesta con los monstruos que viven en mi armario, pero he decidido que si no puedo con el enemigo, me uniré a él y esta noche voy a llevarles una botellita de escocés, algo de picar y unos cuantos discos para que, ya que no consigo dormir en condiciones, por lo menos dejen de pinchar temazos del estilo de "el arrepentimiento", "odio", "nunca debía haberte creído", "no lo volveré a hacer", "echo de menos" y demás canciones para una noche en vela y me permitan poner a los Delta Saints o a los The rights ons. Para muestra, un botón.
Y nada...que sí, que mis problemas son del primer mundo, pero son mis problemas y me agobian y me joden, que le voy a hacer. Además he aprendido a utilizar los textos como catarsis y escribir me ayuda a sacar de mi los demonios, los rayos y los truenos y todo lo que me llevaría a ser quien no quiero ser. Vosotros no tenéis la culpa, perdonad este desahogo. Mañana o pasado os cuento un cuento más bonito que este del sapo al que besó la princesa y convirtió en un príncipe con traumas y complejos. Que ustedes decansen bien.
En inglés (ese idioma que habla hasta la niña de Rajoy) a los cuñados se les denomina Brother in law cuya traducción literal es "hermano en ley". Pues bien, en estos momentos mi "hermano en ley", Diego, vuela junto al resto de su destacamento camino del Líbano, donde estará seis meses en misión de paz, vigilando sus fronteras. Mi cuñado, militar de vocación preparado en la academia donde obtuvo sus galones y, condecorado al ejercer con valor y entrega como voluntario en distintas misiones de paz en conflictos como los acaecidos en Bosnia y Afganistan, deja aquí a su mujer y a sus dos hijos para servir y proteger a otras mujeres y otros niños que necesitan de la ayuda de los cascos azules para que sus vidas no terminen formando parte de las tristes noticias con las que los telediarios nos recuerdan que allí en oriente próximo, hay un pequeño lugar conocido como Líbano, donde cada poco tiempo las explosiones y el fuego de las armas iluminan las noches. Diego es un profesional con experiencia y todos sabemos que será prudente y sabrá estar a la altura de las circunstancias y afrontar y superar cualquier obstáculo que se le presente allí. Confiamos en sus habilidades y sabemos que en seis meses lo tendremos aquí de nuevo, entrenando a los pequeños del equipo de rugby de Arroyo, dejándose la piel en el terreno de juego junto al resto de veteranos de su equipo, haciendo feliz a mi hermana Sandra y ayudándome a montar la depuradora de la piscina y a programar el riego automático del jardín. Escribo estas lineas triste por su marcha, pero muy orgulloso del ejemplo que está dando a sus hijos. Y al resto de los españoles, incluso a aquellos idiotas que desde la más absoluta ignorancia consideran a los militares vulgares asesinos a sueldo al servicio de intereses económicos. Conozco muy bien a mi cuñado, su entrega a la familia, su excelente disposición para echar una mano siempre que hace falta y su desinteresada entrega en pos de un mundo mejor. Aquí lo esperamos y desde este blog, me comprometo por escrito a proteger y servir a su mujer (mi hermana) y a sus hijos (mis sobrinos) durante el tiempo que él esté fuera. Quid pro quo. Fuerza y honor, Diego. Ten mucho cuidado y traeme algo chulo.
El día de la madre es junto al día del padre y el día internacional del gato de las pocas festividades instauradas por no sé quien, que me gusta celebrar y que realmente debería ser reconocido y festejado en condiciones. La madre es el único tesoro que tenemos los pobres y la propiedad más valiosa que tienen los ricos. Ahora los idiotas de turno que vuelvan a llamarme ñoño, maricón o lo que se les ponga en la punta del calabacín, porque parafraseando al gran Red Butler, "francamente querida, me importa un bledo". Quiero a mi madre, valoro su desinteresada entrega a sus hijos, su increíble paciencia con nosotros, su impresionante capacidad de sacrificio, su valor, su coraje y su capacidad para convertir lo más doloroso en algo compartido y por ende, más llevadero. Pero no voy a ser tan imbécil de pensar que todo eso es solo algo exclusivo de mi madre. Todas las madres que conozco, (o bueno, la inmensa mayoría de ellas), estarían más que dispuestas a dar su vida por esas bolas peludas que les sacaron por el túnel de lavado, que se alimentaron y respiraron a través de sus cordones umbilicales y que llegaron al mundo después de haberse instalado nueve meses(de media) en el interior de sus vientres; creciendo, dando patadas, sintiendo lo que ellas sentían y reaccionando a lo que ellas sufrían o disfrutaban. Somos lo que somos gracias a ese indescriptible vínculo, que reforzado por la educación y el inmenso cariño donado a fondo perdido por el otro cincuenta por ciento en esto de fecundar, nos ha permitido crecer, desarrollarnos, acertar, equivocarnos y convertirnos en lo más parecido a animales racionales (aunque personalmente, creo que animales racionales es una categoría mucho más amplia que la que considera la Ciencia). Las madres de todas las especies animales, comparten patrones conductuales en los que sus crías son lo más importante, lo más querido y el sentido de sus vidas. Así que aún exponiéndome a aquellos que gustan de atacarme gratuitamente por demostrar y compartir públicamente mis sentimientos, hoy me reafirmo por escrito de que no hay mayor felicidad que la que se encuentra en el calor desprendido del abrazo de una madre. Quiero felicitar a todas las madres que lean estas lineas y agradecerles cuanto han hecho, hacen y harán por sus hijos. A mis 44 primaveras y pesé a haber cometido en el pasado el más grande de los errores resumido en un "sí, quiero"(que me sirvió tanto como repuesta en el enlace matrimonial, como a la pregunta de mi abogada para confirmar si quería firmar el divorcio) aún no he tenido hijos. Os aseguro que sé como se hacen, lo he visto en películas y en muchos documentales de La2. Puede que el destino, que es tan sabio como puñetero, se resista a que perpetúe mis genes, pero de momento no hay niños rubitos, pequeñitos y con el bigote bicolor que me pidan la paga los fines de semana. Gatete gana más dinero que yo al ejercer de cirujano ocular. A todas las madres del mundo, GRACIAS.