domingo, 7 de abril de 2019

En una ensalada

Estaba yo comiendo una ensalada, enfrente de la comisaría al salir de servicio,cuando al apartar con el tenedor una tajada de atún al natural en aceite de oliva, me sorprendí al descubrir una alianza de oro. Tras sacarla del plato y limpiarla con la servilleta mojada en un poco de agua, estuve a punto de caerme de la silla al leer que alguien había grabado en su interior mi nombre junto al que sin duda fue el primer amor de mi vida y la fecha en la que ambos coincidimos en el instituto público donde estudiamos BUP.
-Hace tiempo que quería habértela entregado-dijo una voz conocida a mi espalda. Al girarme me encontré con Vanessa,ataviada con delantal y gorro de cocina
-¿Trabajas aquí?-pregunté en un alarde de estupidez al ser algo más que obvio. Valiente agente de la ley estaba hecho.

-Desde el día en que te vi a través del ventanal y entré a hablar con el dueño.-contestó ella esbozando una de sus preciosas sonrisas- La fama de mi apellido y las dos estrellas Michelín que lo avalan,fueron razones más que suficientes para conseguir el puesto y una incorporación inmediata a media jornada. Solo hago el turno de noche entre semana,para poder verte desde la cocina cuando vienes a cenar a eso de las diez,después de quitarte el uniforme y dejarlo en tu taquilla de la comisaría.
-Jamas hubiese imaginado que esa repentina mejora de los platos estuviese relacionada con tu arrebatadora sonrisa y tus ojos azules-dije mientras me decidí a besarla.
Dos meses después nos desposamos en el salón de recepciones del Ayuntamiento y una unidad de compañeros ataviados con el uniforme de gala,dispararon al aire tres salvas de fogueo.
Cada noche soy yo el que cocina para ella. Y se lo llevo a la cama,deseoso de que lleguen los postres.

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