Nunca creyó en la verdadera intención de los buenos propósitos y las metas que solían marcarse la noche del 31 de diciembre, pero intuía que la de este año era especial y decidió entregarse a la idea de que se propusiera lo que se propusiera, lo conseguiría.
Optó por ir más allá de prometerse dejar de fumar y machacarse en el gimnasio hasta conseguir un escultural cuerpo de acero sin dependencia de la nicotina y otras sustancias perniciosas. Al fin y al cabo ambas cosas ya formaban parte de su lista de fracasos y de alguna manera iba a regalarse un propósito de primerísima calidad, no algo que simplemente mejorase su salud o alimentase su ego. Algo que realmente le hiciese ilusión conseguir y convirtiera su vida en una vida verdaderamente mejor.
Comenzó a descartar ideas vanales, pueriles e incluso excesivamente creativas. Entonces encontró lo que buscaba.
Si. Este sería un verdadero propósito que mejoraría su vida, serviría para ayudarle a pasar página y para subir unos cuantos peldaños de la escalera que conduce a la felicidad.
Se propuso firmemente aprender a perdonar. Y perdonarse.
Muchas veces le habían dicho que debía perdonar, pero se había negado a ello, convencido de que había padecido traiciones, escarnios y agresiones que no merecían perdón y se había deleitado imaginando las más horribles venganzas y deseando las muertes más dolorosas y los sufrimientos más atroces. Tanto rencor le había oscurecido en exceso el corazón y le había impedido crecer, respirar a pleno pulmón, sonreír de verdad y alejarse del dolor, pues de alguna manera lo retroalimentaba.
Una buena amiga le dijo en una ocasión que con su perdón, quien de verdad ganaría y mucho, era él mismo al librarse de un peso que lo hundía cada vez más y no le permitía salir a la superficie donde le esperaba un futuro limpio y plagado de oportunidades. Que el rencor lo estaba ahogando y apenas era consciente al justificarlo por lo doloroso de lo sufrido. Que al sentir tanto odio en su corazón y desear venganza, en realidad estaba concediendo a las personas que le habían hecho daño un poder que no merecían. Que ese odio le estaba engangrenando el interior del pecho y solo con el perdón, conseguiría amputar la zona del alma afectada y evitar que la gangrena se extendiese y le devorase el alma por completo.
Propósito de año nuevo: PERDONAR TODO LO SUFRIDO. PERDONARSE EL NO HABER SABIDO PERDONAR.
Sonriente e ilusionado con su meta, se levantó de la cama, encendió un cigarrillo y se preparó un café con leche.
Iba a conseguirlo. Se lo debía a si mismo. Se debía ser la persona que quería llegar a ser y la persona que quería ofrecerle a la mujer que amaba, que de alguna manera sufría su continua vuelta a los momentos más duros y ella no tenía porque sufrir las consecuencias.
Este iba a ser un buen año,lo presentía.
1 comentario:
De las cosas que hagan daño si no sale el perdonar, mejor pasar... Mi lema "pasando..." "paso" :-))) y a por otra cosa mariposa.
...Deseo que hayas empezado muy bien el año! Feliz 2019! Aceptar lo bueno y lo menos bueno que nos pase. Sabes qué? Respiremos cositas bonitas que están por el aire.
Un abrazote de tu seguidora
Zeroide:-)*
Publicar un comentario