Antes de que las lágrimas comenzasen a manar incontrolables, Pablo optó por levantarse del sofá donde su ex pareja y él habían decidido poner las cartas boca arriba y fingiendo que necesitaba ir al baño, escapó con rapidez del abrazo peligroso y traidor que había comenzado a recibir.
-Pablo, sé que no estás meando. Esto no es nada nuevo. Te conozco muy bien. Siempre que las cosas se te presentan distintas a como quieres que sean, sales corriendo y te escondes. Eres un cobarde. Vuelve ya, esto no va a terminar así. No puede terminar así.
Desde el baño se escuchó un sollozo malamente camuflado por el ruido de la cisterna. Pablo no quería salir del cuarto de baño. No podía enfrentarse a sus ojos, a su voz., a su expresión inocente. Encima. Encima de que lo había traicionado; de que se había echado en otros brazos buscando aquello que al parecer él no podía darle. Encima tenía la poca vergüenza de llamarlo cobarde. A él. A él que se había enfrentado a todos y a todo por defender su amor.
-No quier salir. No quiero volver a verte. Será mejor que te vayas con Rita y con tus nuevos amigos.
-No seas niño pequeño, Pablo. ¿Tanto te jode que Rita y yo nos llevemos bien ahora?
-Rita fue mi novia antes que tu. De hecho la deje por ti, deberías tener algo más de clase y no ir ahora chupándole el culo solo porque sea íntima de tu nueva pareja.
-Perdona, Pablo, pero Rita y yo siempre nos llevamos bien. Recuerdo aquellas acampadas cuando aun éramos unos chavales con ilusión y ganas de cambiar el mundo. ¿Recuerdas que compartíamos tienda los tres y que nos pasábamos las noches de charla dentro de los sacos? Aquello si que fueron buenos tiempos .
-Mira, vete a la mierda- dijo Pablo apretando los puños por no descargar su ira contra la pared.
-¡Vaya, ya salió "Don Maduro"! Así poco vamos a solucionar. Y tú eras el que apostaba siempre por hablar las cosas, por argumentar, por el diálogo. Y ahora no eres capaz de entender como un adulto que lo nuestro se ha terminado. Que se nos rompió el amor de tanto usarlo. Que necesito avanzar y que no me gusta nada el cambio a peor que has pegado. Esto ya no tiene nada que ver con aquello que comenzamos con tanta pasión. Entoces era todo ardor, cariño y noches junto a la hoguera. Y ahora te has aburguesado y solo te apetece ver películas en el chalet y poner a parir a todo el mundo. No hace falta que te recuerde como has utilizado al bueno de Alberto y al resto de la pandilla. Por eso ya no nos hablan y me jode una barbaridad que solo por ser tu pareja me haya ganado su desprecio. Así que adiós, Pablo. Fue bonito mientras duró.
Pablo abrió la puerta del baño y volvió al salón dispuesto a liarse a puñetazos. Le importaba una mierda que aquello pudiese costarle una denuncia por violencia de género e incluso una orden de alejamiento. Pero al ver sus ojitos tiernos y la boquita de la que había escuchado las más dulces palabras en el pasado, se contuvo de emplear la fuerza.física.
-Los dos nos aprovechamos de toda la panda, no te equivoques. Tu siempre estuviste de acuerdo conmigo. Lo hicimos por nuestro futuro, por el futuro de nuestra felicidad.
-Me dejé convencer por ti y por tus coleguitas de la facul. Yo no era como vosotros.
-Desde luego que si. Haz el favor de no poner esa carita de no haber roto nunca un plato. Eres la peor de las víboras. Eres una serpiente. Si Dios quiere probarás de tu misma medicina.
-¡Coño! Pero...¿tu no decías siempre que Dios no existe?
-Deja de darle la vuelta a las cosas de forma tan ladina.-gritó Pablo- Eres una mala puta. Vete de una vez con ese fósil decrépito con el que te estás acostando ahora. Y que te haga muy feliz, los dos o tres años de vida que le quedan.
-No te consiento que hables así de Manuela, dijo Íñigo antes de golpear a Pablo en la cabeza con la botella de whisky de la que se habían servido un par de generosas copas, como cuando estaban en la facultad.
Sin comprobar siquiera si Pablo estaba bien o no, abandonó la casa. Y su pasado junto a él.
Todo termina mal. Si no no terminaría.
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