No logro
entender que está pasando con este mundo pero cada vez me gusta menos.
Llevo
semanas tratando de llevar a mi familia a un lugar seguro donde establecernos
lejos de los bombardeos y, en este viaje he descubierto que para aquellos que
llevan una vida normal como la que yo mismo disfrutaba antes de la guerra, nos
hemos convertido en un problema que prefieren ignorar mirando para otro lado.
Tengo dos
hijas muy pequeñas que mi mujer y yo estamos llevando en brazos y a hombros
durante cientos de kilómetros y han sido
muy pocas las personas que nos han ofrecido ayuda.
Hoy he visto
como el mismo fotógrafo alemán, grande y rubicundo que ayer se alejó al vernos llegar por
si le pedíamos limosna, lloraba ante la visión de dos cachorritos que trataban
de amamantar de su madre atropellada por un coche. Mi mujer se arrodilló y cariñosamente los
alimentó con el biberón que había preparado para nuestra hija pequeña y
entonces pude ver como aquel hombre enrojecía de vergüenza. En un alarde de generosidad, se llevó la mano a la cartera para limpiar su
conciencia.
Solo pareció
capaz de afligirse ante la desgracia de unos cachorritos y al arrojar un
billete de cinco euros a los pies de mi mujer, parecía alimentar así a nuestras
cachorritas aunque evitando ensuciarse las manos.
Somos tan humanos como vosotros pero con peor fortuna y aviso, la vida
da muchas vueltas. Ojalá no os alcance la guerra.Ojalá no tengaís que suplicar refugio lejos de la tierra donde descansan vuestros seres queridos.
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