Corcelia era la princesa de Establia, un reino donde los jinetes y las amazonas que lo habitaban destacaban por el amor con el que trataban a los caballos de la hermosa raza equina que criaban desde hacia siglos y que eran el orgullo y el corazón del reino.
Establia vivía en paz con sus vecinos y nadie osaba invadir su territorio pues la caballería de Establia era conocida en todo el planeta por su bravura y valentía.
Corcelia, princesa por derecho de nacimiento, era una hermosa jovencita de rubios cabellos y dulce sonrisa, que desde muy pequeña había pasado días enteros, entre los potrillos nacidos en las cuadras de palacio.
Las princesas de los reinos vecinos eran educadas en la música, la danza, las buenas maneras y el protocolo pero ella huyendo de sus amas de cría y sus institutrices, disfrutaba acariciando y peinando las crines de un potrillo llamado Avispa, con quien se sentía unida más incluso que a su propio hermano Lotar, futuro rey de Establia.
Avispa era un ejemplar perfecto de la raza propia de su reino, la denominada "raza clásica", una raza que nació de la mezcla de los caballos de arabía y los hispanos y que fue perfeccionándose con el tiempo tomando los mejores genes de sementales lusos y británicos.
Las proporciones físicas de Avispa eran envidiables y resultaba muy tierno ver como al crecer y hacerse un animal fuerte y rápido, ponía todo el cuidado del mundo cuando Corcelia lo montaba.
Avispa era un potro de color negro azabache, con una marca blanca en la frente y sendas marcas blancas que como calcetines adornaban sus patas delanteras o "manos".
Cuando Corcelia galopaba sobre él, se sentía la mujer más feliz del mundo y la más afortunada por contar con un amigo así.
A su paso los habitantes de Establia se inclinaban respetuosamente, sonriendo al ver la bella estampa que presentaba su princesa al galope por los prados que rodeaban el palacio.
Una tarde al cabalgar sobre Avispa, Corcelia reparó en un joven campesino que aunque se inclino a su pasó, no dejó de clavar sus ojos en los de ella.
Corcelia detuvo el ritmo de su montura y se acercó al paso, manteniendo la mirada de aquel muchacho hasta llegar a su lado. El joven enrojeció de vergüenza cuando ella le saludó y le preguntó su nombre antes de que la guardia que la escoltaba llegase a su altura.
El joven tragó saliva, tomó aire y respondió con voz firme : "Princesa, mi nombre lo dejo a vuestra elección pues desde que os he visto a lomos de este hermoso animal me he dado cuenta de que vuestro soy y vuestro seré siempre, he comprendido que he nacido para amaros y moriré a vuestro lado o moriré solo si no he de conseguir desposarme con vos. Solo soy un campesino pero os prometo que hoy mismo partiré en busca de fama y fortuna para mereceros y aunque me vaya la vida en ello, conseguiré que vuestro padre el rey, acceda a entregarme vuestra mano, pues sois lo más maravilloso que he visto en mi vida y sé que jamás veré nada igual. A veces el destino cruza a dos personas que nada tienen en común pero que al encontrarse saben de inmediato que siempre estarán juntos y no sé vos, alteza, pero yo he sentido algo realmente intenso en mi alma y, mi corazón ya nunca volverá a latir como antaño, ahora siempre latirá por y para vos",
Corcelia quedó impresionada ante las palabras del joven pero más la impresionó aun que Avispa restregase su cabeza contra el hombro de aquel muchacho en un gesto de cariño y confianza.
Pasaron más de tres años y una tarde llegó a palacio la solicitud de audiencia por parte del conquistador de Ibernia, un reino habitado por la raza más dura y peligrosa que había entre la humanidad. Se decía de ellos que comían los cuerpos de sus enemigos tras abatirlos en combate y todas las caravanas evitavan incluir territorio ibernio en sus rutas, pues despertaban un inmenso pavor a lo largo del mundo conocido.
El rey recibió a aquel guerrero que había conseguido conquistar Ibernia y llamó a sus hijos para que se sentasen junto al trono durante la audiencia pues Lotar debería ir aprendiendo a reconocer a los hombres por sus gestos y sus modos y Corcelía ya estaba en edad casadera y quizás aquel poderoso guerrero hubiese reparado en ella y habría viajado hasta allí desde el que ahora es su reino por derecho para pedir la mano de la princesa, pues no concebía otra finalidad para aquella audiencia, aunque no sentía interés alguno por perder la compaía de su adorable hija.
Al caer el sol se abrieron las puertas del salón del trono y la guardia permitió el acceso a un guerrero de capa purpura, cabellos claros y ojos del mismo color que la capa que cubría su reluciente armadura.
Corcelía reconoció en el acto al joven que la había dedicado tan hermosas palabras años atrás y supo que su corazón sería siempre para aquel hombre.
Y colorín colorado, ponedle el final vosotros porque creo que en Establía la perdiz es un objeto de lujo de precio casi obsceno pero que se casan fijo y que son felices casi que también. Lo que coman ya es otra historia, no se porque tienen que ser perdices con lo rico que está el arroz.
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