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miércoles, 10 de mayo de 2017

Sin título

Relato galardonado con el segundo premio del certamen Literatura Exprés de la FMC de Valladolid en mayo de 2017. Tema o motor de creatividad:"Hermosas y jorobados".




Desde el mismo instante en que se acercaron a mí, intuí que aquella noche tan sólo sería otra de las peores noches de mi vida.
Las dos amigas eran francamente bonitas (hermosas, podría afirmarse). Como canta la zarzuela: “una morena y una rubia, hijas de…” No del pueblo de Madrid, precisamente. Más bien hijas predilectas del infierno más espantoso. Dos besos de rigor para comenzar (uno por mejilla) y la primera ronda de cubatas, maridados con unos demenciales chupitos de queimada gallega. Habían comenzado el aquelarre como mandan los cánones. Jugaron sus cartas con destreza, con maestría de tahúr. Cinco minutos después de aquellos primeros besos inocentes, castos, puros y respetuosos, la lengua del diablo rubio exploraba la profundidad de mi boca, mientras la mano derecha de la morena acariciaba mi entrepierna. No soy precisamente un timorato y aquello despertó de inmediato en mí un ansia desmedida por acabar el gin-tónic e invitarlas a acompañarme a casa para dar rienda suelta a los instintos más salvajes. Lo tenían todo calculado. Habían acertado al elegir su presa. Mi mirada turbia y lujuriosa se lo puso demasiado fácil. La muchacha rubia abandonó mi boca y se enfrentó al camarero con audacia, haciendo caso omiso del gesto con el que aquel hercúleo barman le pidió paciencia.
La joven morena aprovechó la ausencia de su amiga para lamer mi labio inferior y para succionar el lóbulo de mi oreja izquierda, mientras sus manos expertas me sometieron a un completo reconocimiento físico. Esto, o algo parecido, lo había soñado yo a los quince años. Pero con un final diferente y mucho más placentero.
La rubia regresó con la segunda ronda de cubatas y, cuando la morena me liberó de su beso de ron con coca-cola, me bebí el gin-tónic de dos tragos.
Me apetecía fumar. No veía el momento de encender un cigarrillo. Pero tenía un serio problema. Los ceñidos pantalones “pitillo” que me había puesto aquella noche evidenciaban de manera casi grosera el grado de calor que alcanzaba mi entrepierna. Desde la esquina de la barra donde nos encontrábamos hasta la salida más cercana, había por lo menos cuarenta metros repletos de gente bebiendo y manteniendo esas absurdas conversaciones de bar musical en las que el mensaje se pierde entre los graves de los altavoces repartidos por todo el establecimiento. Sólo de imaginarme abriéndome paso entre aquella multitud, con una erección de campeonato, noté cómo el mono de nicotina desaparecía rápidamente. No era una mala forma de dejar de fumar.
Entonces, la rubia propuso que las acompañase a la habitación del hotel donde pasaban el fin de semana.
Aquel hotel debía de estar distribuido en círculos, como el infierno de Dante. Pero accedí de inmediato y utilicé el trasero de la morena como parapeto tras el que ocultar la demostración carnal del deseo más feroz.
Conseguimos llegar a la salida sin problemas y aún tuve tiempo de despedirme con un guiño de los seguratas del local, a quienes conocía por ser un cliente asiduo. Uno de aquellos gorilas uniformados no pudo evitar comentar en voz alta lo mal repartido que está el mundo. Los demás le rieron la gracia aportando sentencias de gusto menos refinado.
Al doblar la primera esquina, la noche vallisoletana nos regaló una de esas nieblas espesas y demoledoras nacidas del Pisuerga. Las dos se abrazaron a mí con fuerza. Yo me sentía como una especie de superhéroe. “Súper-gilipollas” o “Capitán iluso”.
De entre las sombras aparecieron tres seres amenazadores y con muy aviesas intenciones. De no ser por sus enormes pectorales y sus cabezas rapadas de guerreros teutones, podría haberlos confundido con los jorobados que acosaban a “Maciste” en una de aquellas películas de los años ochenta.
El primer puñetazo lo recibí en el pecho y me cortó la respiración en el acto. La morena se hizo rápidamente con mi Iphone y con las llaves del coche. Después le dijo a la rubia en qué bolsillo del pantalón llevaba la cartera y el demonio disfrazado de Marilyn me despojó de ella antes de que uno de aquellos matones me propinase un rodillazo en la entrepierna, que deshizo lo poco que quedaba de aquella gloriosa erección.
Como soy un tipo tan cobarde como lujurioso, accedí de inmediato a darles las claves de mis tarjetas de crédito. Antes de abandonarme en el suelo con el orgullo tan maltrecho como el magullado cuerpo, me regalaron una potente patada en la cabeza y lo siguiente que recuerdo, es que como dice el libro sagrado, la luz se hizo.

Desperté en una cama del Hospital Clínico Universitario, entubado, sondado y con una vía en el antebrazo derecho, a través de la que me administraban calmantes.
De todo se aprende y creo que nunca volveré a cometer el error de considerar que un tipo de metro setenta y setenta y cinco kilos, con el mismo atractivo que “Copito de nieve”, el gorila albino, pueda ser objeto del deseo de dos bellezas como aquellas que hicieron de mí el más estúpido de los mortales

sábado, 7 de mayo de 2016

Literatura exprés

Este es el relato que presenté al Certamen de Literatura exprés 2016. No resultó seleccionado así que hoy lo subo al blog tal cual lo presenté, copiado del original que me devolvió anoche la organización.
En cualquier caso la experiencia fue realmente bonita:cuarenta y seis escritores de entre diecinueve y setenta y un años, concentrados en la Casa de José Zorrilla desde las nueve y media de la noche y hasta la hora tope de la una de la mañana, armados tan solo con un bolígrafo. La organización extrajo ante todos los presentes un tema al azar que debía inspirar el relato. Cinco folios en blanco, con el sello de la organización para evitar tretas, aunque aquí se suele competir en buena lid. Un espacio de relax donde poder tomar un café, un te, agua o zumos. Este año incluso ha habido una zona para fumadores por si en la vorágine creativa te entraban unas ganas locas de fumar. Muy muy buen ambiente. El tema: "El rufián viudo" (título de una obra de Cervantes) 
Espero que os guste.

Para ser completamente sincero, he de reconocer que desde hacía ya algunos años, la deseaba la más atroz de las muertes. Cuando la conocí no me cayó nada mal, es mas, incluso llegó a gustarme y todo. Siempre fue una mujer atractiva, aunque su atractivo era únicamente físico. Ella no era en absoluta inteligente ni culta, al contrario, él era un tipo intelectualmente muy superior a la media y esto no lo digo porque él fuese mi mejor amigo, qué va. Marcos terminó la carrera con una media de matrícula de honor pero sin ser el típico empollón o la clásica rata de biblioteca. De hecho Marcos debió hacer un máster en Mus y Julepe en la cafetería de la Facultad. Iba completamente sobrado. Podía haber estudiado cualquier carrera pero algo que desconozco, le llevó a estudiar Ciencias Políticas.
Yo que soy algo más normalito, estudié Derecho.
Marcos siempre evitó definir su ideología o posicionarse con ningún partido hasta haber terminado la carrera y ya con el título en la mano, se afilió a un partido nacionalista de extrema derecha. Todos los amigos nos quedamos muy sorprendidos, incluso Cesar, que era el más "perroflauta" de la pandilla, le dejó de hablar. Yo entre bromas, le agradecí a Marcos que se convirtiese en mi primer cliente en potencia. No tardó en comenzar a hacer de las suyas. En menos de un año consiguió arrebatarle la presidencia del partido al anciano Guardia Civil golpista que ostentaba el cargo y su nombre apareció en todos los diarios, revistas y en general, en todos los medios de comunicación Y por nada bueno.
Bien es cierto que Marcos siempre ha tenido mucho carisma y era capaz de venderle arena a un beduino.
En el tablero de la política de este país, tan dada  a los escándalos y la corrupción, supo jugar magistralmente sus piezas, sacrificando maquiavélicamente cuantos caballos y peones hicieron falta.
Convenció a los nostálgicos de regímenes pasados, de que España necesitaba mano dura y un líder a la altura de las circunstancias y, de que él, era el nuevo Caudillo por la Gracia de Dios. Cerró las fronteras a todos aquellos que llegaban escapando de la miseria o de la guerra en sus países. Torpedeó habilmente el empleo y la inserción social de los inmigrantes y en menos de lo que canta un gallo millones de compatriotas comenzaron a arrepentirse de que las últimas elecciones, hubieran aupado a la presidencia a semejante energúmeno.
Entonces anunció su inminente enlace matrimonial con la hija del líder de la oposición. Su proceder recordaba al de algunos monarcas de la antigÜedad, aunque aquellos fanáticos de la serie "Juego de tronos" trataron de advertir de las consecuencias de haber dejado el trono  a tal vendedor de humo y de "pan y circo".
La "marca España" se hizo cada vez más presente al favorecer con dinero y medios ilimitados a los deportistas de élite, directores de cine, escritores y todo tipo de artistas en general.
A sus esponsales, por la Iglesia  como no podía ser de otra forma, acudieron los mandatarios de medio mundo.
Las arcas del estado financiaron la asistencia gratuita a los campos de fútbol durante toda la temporada liguera. El Ministerio de Cultura contrató una gira maratoniana del "Circo del sol" y las entradas para sus espectáculos se regalaban previa presentación de la tarjeta de la Seguridad Social.
"Marcos del pueblo" como le gustaba ser llamado por todos, prohibió las franquicias de comida rápida y en su lugar, inundó las ciudades de locales donde se despachaban por cantidades ridículas, bocadillos de tortilla de patatas y raciones de jamón serrano.
Cuando desde Bruselas trataron de advertir de la futura debacle de la economía nacional, directamente ordenó cerrar el paso del Estrecho y comenzó a a cobrar aranceles y tasas a todos los mercantes y barcos de pasajeros.
Un día su "queridísima" esposa hizo unas declaraciones algo ambiguas sobre su marido a la B.B.C. Al cabo de una semana sufrió un accidente esquiando en Suiza y la pobre se rompió el cuello, muriendo en el acto. No dudé en absoluto que aquella desgracia fue en realidad un trabajito de los servicios secretos. Mucha gente desaparecía de sus localidades y con el tiempo iban engrosando la cada vez más abultada lista de fallecidos en accidentes de tráfico, catástrofes naturales y por último ya, directamente aparecían degollados en los descampados y polígonos industriales de las poblaciones.
Así apareció el bueno de Cesar, con el cuello cortado de lado a lado y la lengua asomando por la abertura. Pobre gilipollas idealista. Trató de hacer valer su vieja amistad con Él ante los sicarios que se ocuparon del encargo.
Yo fui al funeral de su mujer, lo abracé y le dí mi más sentido pésame. Traté de consolarlo en su dolor. Mi amigo es un rufián, pero un rufián viudo y eso no deja de apenar a la gente de buen corazón.
Ahora ya no puedo hacer nada. Solo me queda rezar mi última oración y maldecir por siempre su nombre y mi falta de valor para haberle parado los pies cuando pude.
Arrodillado junto a la tapia de la estación, escucho como un sub oficial de las fuerzas de asalto amartilla su automática. Apoyando el cañón de su nueve milímetros sobre mi nuca, silba una cancioncilla de moda. Al menos me iré con música de fondo.