sábado, 30 de diciembre de 2017

Fuerte

Y ahí estaba él, erguido contra todos. 
Dejó de tener miedo del silencio y de darle voz al miedo. Una voz que solo podía oír él  y que llevaba años escuchando en su cabeza. Una voz que le pedía que saliera corriendo al encontrar según qué demonios de su pasado más reciente y, que le gritaba una y otra vez que era demasiado pequeño para afrontar las circunstancias de una vida convulsa. Pero ayer consiguió mandar callar a esa voz interior y disfrutó del silencio, dejó de temerlo y lo llenó con canciones, con odas a Berenice y con risas de contraltos.
Ayer, la luz de su faro iluminó los peligrosos arrecifes y le salvó de un naufragio seguro, o de volver a atarse al timón, esperando zozobrar de nuevo. Pero esta vez consiguió esquivar los escollos y llegar a puerto seguro, donde lo esperaban los mejores amigos, los abrazos más sinceros y los labios más ardientes.
Desde el puesto en se que se hizo fuerte, sonrió con desprecio a los demonios y los retó a un singular combate, confiando en sus posibilidades. Todo ha cambiado. Ya no es pequeñito, eso se acabó. Ahora es grande, valiente y capaz de enfrentarse con lo que la vida quiera ponerle por delante.
Se terminó caminar agachando la cabeza. Se terminó lo de esconderse detrás del burladero de unas gafas de sol. Tiene unos ojos hermosos y muy vivos. Que los luzca.
Canta la copla española que el valiente ha sido valiente, hasta que el cobarde ha querido y ayer abandonó en el perchero su traje de cobarde y se vistió de bravura y de fuerza. Ayer aguanto los vientos huracanados que arreciaron cuando menos lo esperaba pero no salió corriendo a ponerse a salvo en lugar seguro. Simplemente afianzó los pies en la tierra y no se doblegó. Fue como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.
Resistió. 
Y hoy quiero enviarle desde aquí mi más cordial enhorabuena y darle la bienvenida a un mundo que le pertenece por derecho y que lo echaba mucho de menos.
Le ha costado mucho, demasiado, pero ya es fuerte.

domingo, 24 de diciembre de 2017

En cursiva.


El eterno aprendiz de escritor se descubrió renegando de la navidad y de los buenos deseos que recibía constantemente en el teléfono, en las redes sociales y en el correo electrónico. 
Comenzó un relato sobre un personaje, alter ego de su propia realidad,que tras sufrir una serie de catastróficas desdichas, amaneció una mañana llorando al ver que despertaba de un sueño, pero seguía estando vivo en el mundo real y no en ese mundo onírico donde los errores no suelen tener consecuencias.
En su relato, el protagonista, asqueado de la sociedad, de su suerte  y del horror de los tiempos en los que vive, decide buscar un atajo y quitarse de en medio. Pero cuando comenzaba a escribir la parte del suicidio, el aspirante a novelista descubre que no hace mucho perdió a una persona muy querida en plena flor de la vida y que vivir, nunca es fácil y bastantes posibilidades hay de viajar con la parca de forma natural, como para adelantar camino y abandonar la lucha. Por lo que rompió los últimos folios y decidió darle una nueva oportunidad a su alter ego, escribiéndole un futuro en el que siempre habría esperanza.
Se levantó del escritorio, encendió un pitillo y se sirvió un café con leche, que saboreó entre calada y calada, pensando en lo erróneo de su planteamiento inicial.
La vida es un regalo y aunque durante los casi cuatro últimos años había pensado demasiado en devolverlo, la catarsis literaria le había llevado a replanteárselo todo de nuevo.
Fue haciendo un análisis de todas sus circunstancias, de sus victorias y sus fracasos y de los pros y los contras de seguir al pie del cañón.
Su mayor triunfo, había sido el vencer a la muerte, aunque ni él, ni los médicos supieron como lo había conseguido, cuando todo ya estaba perdido. Puede que hubiera sido suerte, puede que le hubiesen ayudado desde algún lugar que ni se atreve a imaginar o puede que tan solo la energía de todos los que se conjuraron para rescatarlo, le hubiese traído de vuelta.
En los contras anotó el haber perdido el amor de su vida pero según lo escribió, lo tachó con una sonrisa, porque siempre que se enamoraba, pensaba estar haciéndolo del verdadero amor de su vida y, realmente ese amor no había llegado aún, o al menos no se había decidido a decirle -Hola, soy yo y te he encontrado.- 
Sumó a los contras, la perdida de la vida  que se construyó  previamente a aquel desastre que lo cambió todo, pero también lo tachó al darse cuenta de que ahora tenía la oportunidad de construirse una vida nueva, completa y sustentada sobre todo lo aprendido del pasado y, no sobre la inercia de una velocidad excesiva que realmente no conducía a otra cosa que a estampanarse contra el asfalto.
En los pros anotó las palabras amistad y familia. De estos años de continua recuperación, esfuerzo personal y sacrificio absoluto aprendió el verdadero significado de ambas palabras y, se emocionaba al recordar los rostros de felicidad que encontró junto a él, al regresar del coma al que le había llevado su exceso de compromisos. Supo que el amor de una madre, de un hermano, de aquellos con los que compartía sangre, adn  y apellido, realmente es un artículo de lujo al que hay que proteger y cuidar por encima de cualquier cosa. Como al amor y la entrega de los verdaderos amigos. Los que están junto a ti y no dudan en conceder las oportunidades necesarias para que un día dejes de defraudarlos y sepas agradecer el maravilloso obsequio de su amistad.
Se sentó de nuevo frente a un folio en blanco y decidió escribir la lista de las personas a les que se sentía verdaderamente agradecido por ser y por estar. Y eran muchas, tantas que llegó a pensar que igual se estaba equivocando pero no, solo en el apartado de "grandes amigas" escribió unos cuantos nombres que merecían su lugar en ese folio por derecho propio. En el de verdaderos amigos, escribió algunos menos, los justos. Los necesarios Los que se habían ganado el puesto por sus actos, su cariño y la sinceridad de sus palabras. 
Poco a poco comenzó a recuperar recuerdos de navidades pasadas,en las que su padre, seguía junto a él y le orientaba en el vasto océano de responsabilidades en el que le estaba enseñando a navegar sin miedo. Nunca podría olvidarlo. Nunca dejaría de quererlo.
Y en ese océano de responsabilidades y reglas, donde en ocasiones se formaban impresionantes huracanes y tormentas de temores y dudas, descubrió también al faro que con su luz, lo llevaría a tierra firme cada vez que las cosas pareciesen llegar a hundirlo.
Ese faro con forma humana, le sonreía al compartir un bombón y al aceptar el vino con el que maridarlo. Y al enseñarle que aquella que habría de acompañarle hasta el final, llegaría cuando menos lo esperase.
Una vez terminó de hacer el listado de personas a las que agradecer su permanencia entre los vivos y su deseo de ser la mejor persona que pudiera llegar a ser, encendió el ordenador, abrió el word y tras elegir la opción de "nuevo documento en blanco", seleccionó la tipografía adecuada, le dio el tamaño correcto, optó por la cursiva y escribió en mayúsculas:

GRACIAS A TODOS. FELIZ NAVIDAD

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Respirar

El rubio druida venido del norte, se apiadó de la hembra de lince ibérico que, con una de sus patas traseras aprisionada por el cepo que habían colocado unos cazadores de la aldea cercana, se había abandonado a su suerte y renunciando ya a toda esperanza se estaba dejando morir, sin apenas respirar.
-No sufras más, hermoso animal- le dijo con dulzura el druida mientras le liberaba de su trampa.
El frío de las montañas del norte había golpeado con dureza al lince que sin poder ponerse a cubierto, había pasado la noche a la intemperie y temblaba de frío y seguramente de fiebre.
-Ve hacia el calor, lo necesitas- susurró el druida mientras le administraba unas gotas de la poción de los deseos de urgencia, que siempre llevaba en un pequeño odre atado al cinturón.
El milagrosamente recuperado felino, comenzó a correr en dirección al sur y sus  patas parecían no tocar el suelo en la mágica carrera. 
Según iba dejando atrás las montañas y el frío, su pelo atigrado iba cayendo y sus enormes orejas puntiagudas, así como sus útiles y necesarios  bigotes desaparecieron dando lugar a un agraciado rostro de mujer.
La transformación que se originó en el animal tras haber bebido la poción dio lugar a una bella mujer de piel muy blanca y cuerpo menudo, que corriendo a cuatro patas a una velocidad de vértigo, alcanzó una playa de blanca arena bañada por un tranquilo mar azul.
El sol del mediodía, iluminaba con la cálida luz de sus rayos aquella playa y el hechizado animal sintió un calor y un bienestar muy especiales. Al llegar a la orilla frenó su vertiginosa carrera y se iguió adoptando la forma completa que le había regalado el druida con su poción. Al ver su cuerpo reflejado en el las aguas cristalinas descubrió a una rubia mujer como las que habitaban las aldeas de su territorio de caza.  Pero aquella humana era ella y, dando un paso adelante sintió el agua en sus pies. El agua no estaba fría como en el lago de su territorio. Esta vez la sensación era muy agradable y además el calor que producía el brillante sol le invitó a adentrarse un poco más en el mar. 
Después del relajante baño volvió a la orilla y tumbada sobre la arena, se secó tratando de comprender aquello. Pasó el día en aquella playa disfrutando del calor y de la sensación de libertad y cuando el sol comenzó a ocultarse, fue recuperando paulatinamente su forma natural.
Los pescadores de aquella playa  gaditana, aseguraron siempre que en la noche de San Juan, una hermosa hembra de lince ibérico recorrió la playa de un extremo a otro, cojeando de una pata y sonriendo como si con su sonrisa, quisiera hacerlos partícipes de una mágica historia.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Días de uvas y cava.


Nos empeñamos en confundir las fechas que se acercan, convirtiéndolas en un canto al consumismo y a la falsedad. Según las estadísticas, es la época con más suicidios del año. 
Son días difíciles en los que la gente se desea felicidad por cumplir y en el fondo les da igual y siguen su camino. Cuando ves en la tele el anuncio de la loteria, lejos de pensar en comprar un décimo, te sorprendes recordando a los que ya no se sentarán a la mesa con el resto de su familia. Y extrañando la niñez.
Y es cuando me surgen preguntas del estilo de, ¿Porqué me desean felicidad solo en estos días? Yo prefiero desear "feliz todo Navidad incluida". Y prefiero olvidar aquellos años en los que era realmente feliz en Navidad, por la llegada de familiares a casa y el aluvión de regalos, por la ausencia de obligaciones y de colegio y, por la especial y espectacular programación televisiva.
Hace ya tiempo que la navidad se convirtió en una época de incremento de gastos y compromisos, de nostalgia y de añoranza de los que se fueron y sabes que no van a volver.
No soy en absoluto el Mr Scrooge de "Cuento de navidad". Si me visitase el fantasma de las navidades pasadas, bajo el aspecto de una misteriosa mujer, me lo llevaría de copas y trataría de seducirlo. Lo mismo me sucedería con el fantasma de las navidades futuras, al que además interrogaría para sonsacarle los números del sorteo del siguiente euro millón.
No hay suficiente muérdago en el mundo para conseguir que ella me bese, ni calcetines del tamaño adecuado para contener el regalo que creo merecer como compensación a esta serie de catastróficas desdichas.
En mi cuento navideño, el protagonista se acuesta un veintitrés de diciembre y se despierta el siete de enero. Y es feliz.
Ojalá pudiese recuperar la inocencia de la infancia. No quiero volver a la niñez por tener el cutis más terso, el corazón sin cicatrices y de una pieza y los pulmones más limpios, sino por miedo a todo lo que he aprendido de la vida. Y para no sufrir pensando en que Blancanieves es solo un cuento y que las bellas durmientes al final no despiertan del coma.También que los reyes sabios y justos, sucumben un día a la maldición de las malvadas aortas y, los magos de la corte solo pueden ayudar con una pócima especial y diaria en forma de pastillita para ese mal del alma que llaman depresión y que no es más que la toma de conciencia de la realidad. Una realidad que ejecuta reyes orientales o los permite morir ahogados en el Mediterraneo, sin recibir a cambio una yihad islámica, o un regalo junto al árbol en forma de chaleco de explosivos. Una realidad en la que se detiene o se dispara al enigmático señor barbudo vestido de rojo que allana tu morada y sienta a los niños en su regazo con extrañas intenciones.
En cualquier caso, feliz navidad y próspero año nuevo. O mejor aún, feliz todo, navidad y año nuevo incluidos.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Encuentrame


Haz el favor, encuentrame tu. 
Porque yo estoy extenuado de buscarte. Porque creí haberte encontrado en docenas de ocasiones y tan solo eran malas copias de lo que he recibido y disfrutado de ti.
Porque te llevo buscando desde hace muchas, muchas vidas y me temo que el destino no volverá a reencontrarnos hasta dentro de unas cuantas reencarnaciones más.
No sé si la próxima vez te amaré como hombre, como mujer, como gato o como voraz tintorera pero lo que si que sé, es que bajo la forma que sea, te seguiré amando como todos estos siglos, con el alma y el corazón, con la mente y la piel. Con todo mi ser.
A veces me pregunto porqué coño el destino se entretiene jugando con nosotros. Porqué nos ha permitido unirnos durante anteriores existencias y ahora nos lo está poniendo tan difícil.
Una vez me besaste bajo el cielo estrellado de Roma, antes de partir con tu cohorte hacia Britania y una vez, te rescaté de la guillotina donde iban a cortar tu hermosa cabecita, más o menos a la altura del cuello donde lucias ese ostentoso collar de diamantes, con los que hubieras podido alimentar durante semanas a todo el pueblo de París, que se moría de hambre. Compartimos camarote en el Titanic y apuramos botellas clandestinas durante la ley seca.
Llevamos encontrándonos milenios pero ya son demasiadas las vidas en las que no se nos ha permitido coincidir. Y no es justo.
Estoy cansado, agotado, desesperado. Por favor, búscame tu. Encuentrame.
Enloquezco cada vez que creo reconocerte en los labios de una mujer y me derrito entre sus brazos, soñando que son los tuyos pero no lo son. En esta vida nunca eres tu, al igual que en mi anterior vida, en la que pretendí haberte encontrado justo antes de matarme sobre aquella moto. Y al volver  a nacer comprendí que tampoco eras tu. Y desee no haber nacido y no volver a nacer de nuevo.
Ya no sé cómo hacerlo, no sé donde mirar y no sé como llegar a ti.
Por eso hoy te pido que me busques tu, que trates de dar conmigo. Puede que también estés dando palos de ciego en algún lugar del planeta, en el rincón más recóndito de cualquier otro continente o a la vuelta de la esquina.
Cada vez que me cruzo con alguien que despierta en mi lo que tu has despertado siempre, intento llegar hasta el fondo de su alma y comprobar si esta vez eres rubia o morena, alta o baja, blanca o negra.  No me importa como te hayan diseñado en esta ocasión, lo que amo de ti es esa luz con la que llevas iluminando mi camino desde la primera de mis odiseas. Pero al haberme deslumbrado tantas veces, me cuesta acostumbrar mis ojos a ti. Y no consigo verte. No consigo distinguirte y eso me hace desear la muerte para volver a nacer en otro cuerpo y en otro lugar, a ver si tengo más suerte.
Sé que se están agotando los días y sino me encuentras tu, habremos perdido otra oportunidad para volver a estar juntos.
Solo le pido a los dioses que se apiaden de nosotros y nos permitan ser felices. Que ya toca.

domingo, 10 de diciembre de 2017

El viento

El viento se llevó muchas cosas, pero no todo.
Sopló fuerte sobre mis recuerdos, alborotándolos primero, desordenándolos y mezclándolos después, para terminar empujándolos por las almenas de la muralla en que se ha convertido mi pecho.
Intenté inútilmente salvar algunos de los más preciados pero tan solo puede agarrar por los pies a media docena de los que no me hubiera importado ver estrellarse contra el puente que cubre el foso.
Se han ido todos los felices, todos los que me certificaban que una vez me quisieron, que una vez las palabras fueron sinceras y también los abrazos. Y los besos. Todos esos recuerdos ya no están En su lugar permanecen los de algunas noches de fingida pasión, de cariño embustero y traidor y de cuerpos desnudos inmersos en rituales demoniacos.
Una vez confundí al demonio con un ángel y arrodillado frente a él, le ofrecí el anillo con el que sellé la venta del  alma. Pero un profeta apocalíptico se apiadó de mi y decidió interceder por mi salvación eterna, consiguiendo por lo menos una tregua.
Me liberaron de mi eterno castigo pero salí de aquello terriblemente confuso y errático y una vez tras otra, volví a equivocarme y a entregar el alma a quien no debía. Y siempre creí estar haciendo lo debido y lo festejé cada ocasión, pensando que era la definitiva.
Y un día conocí a un verdadero ángel que me tomó de la mano y me miró a los ojos sonriendo. Y me cantó con una voz preciosa y llena de esperanza.
Ese día el cielo parecía estar en la habitación donde su voz se adueñó de todo. Y con las notas de una canción, me acarició el alma curando todas sus heridas y borrando las cicatrices de un pasado desolador.
El viento huracanado no pudo arrebatarme la partitura de ese momento, porque la llevo tatuada en el corazón y sé que llegará un día en el que afinaré la guitarra para acompañar a mi ángel mientras entona un tema de Gardot, solo para mi. 
Soñar está al alcance e todos y como dicen, es gratis.
Ojalá cada noche del resto de mis vidas pueda soñar que en efecto, el cielo está en una habitación.

viernes, 8 de diciembre de 2017

La danza de las pavesas

Le ayudó a despojarse de las recias botas de montaña y después de darle un beso en el cuello con la mayor de las dulzuras, le dijo- dame veinte minutos en lo que lo preparo, descansa un poco, desnúdate y ven.
Él había elegido aquella casa de turismo rural por lo confortable, además de por lo bien situado. Tenía chimenea en la habitación pero por encima de lo que ahora, inmersos en una vertiginosa vida urbanita, se considera un lujo anacrónico, el cuarto de baño contaba con una inmensa bañera y al verla en las fotos de la web de reservas, no lo dudó.
Dejó que el agua caliente fuese llenando la tina y con sumo cuidado de no derramar cera en el interior de la misma, fue colocando a lo largo de todo la estancia, las velas que había traído ocultas en su mochila.
Habían pasado el día caminando por la montaña leonesa. Ella, agobiada por su frenético día a día, necesitaba respirar y ambos sabían que esa comunión con la naturaleza y el disfrutar del aire libre y del maravilloso entorno,sería el mejor balón de oxígeno para sus estresados pulmones y su angustiado corazón. 
El día había sido muy bonito y el sol de invierno, que más que calentar, iluminó su ruta, les había regalado los colores intensos y vivos de la vegetación y las rocas, el cielo leones y las nubes que anunciaban cambios para la próxima jornada.
Tanto la quería, tanto necesitaba verla feliz, que había diseñado el fin de semana perfecto para ella.
Extrajo de uno de los enormes bolsillos de sus pantalones de trecking el teléfono móvil y el pequeño altavoz bluetooth y, seleccionó un tema de Frank Sinatra de la lista de canciones. Fly me to the moon era una bonita canción, no tanto como My way, para él la canción más bonita del mundo, pero el tema seleccionado es el que  interpretó ella el primer día que cantó para él. 
-¡Cuando quieras tesoro!- invitó a la menuda y atractiva mujer y a los pocos segundos sintió como se abría la puerta del baño y ella pasaba, dejando escapar un suspiro de placer acompañado por una expresión de sorpresa.-Pero, pero esto es maravilloso-dijo ella antes de rodearlo con sus brazos y besarlo cariñosamente,
-Te mereces lo mejor, vida. Es por esto por lo que insistí en venir aquí. Ahora métete en la bañera y déjame que te enjabone el pelo y te lave a cabeza. Tu solo relájate y disfruta. Olvídate del trabajo y de los jaleos en la ciudad. Y escucha- Con un excelente manejo de los tiempos y tras unos segundos de pausa dramática para darle más efectismo al momento, puso la canción seleccionada y cuando esta comenzó a sonar, le acarició los hombros y haciendo una pequeña presión sobre ellos, le invitó a sumergir la cabeza un instante. Cuando sacó  la cabeza del agua, aplicó sobre sus cabellos un shampoo de muy aromática y agradable esencia y comenzó a masajearle las sienes y el cráneo, con extremada dulzura. Ella no pudo evitar que se le escapase un gemido de placer.
Ese gemido y la contemplación de su perfecto cuerpo desnudo cubierto parcialmente por la espuma del jabón y las sales  con las que le había preparado el baño, hizo que se excitara pero trató de controlar su erección porque se había prometido a si mismo que por mucho que la desease, este sería tan solo un momento de relax, el rato de cuidados y mimos  que ella necesitaba y que él se había empeñado en darle.
Pero no hizo falta que mantuviese aquel ejercicio de fuerza de voluntad, porque ella se giro y arrodillándose en la tina frente a él, le pidió que se despojase de la ropa,  lo tomó de las manos y lo atrajo al interior de la bañera, juguetona.
Se besaron  como si cada uno de los besos fuese el último y se amaron con suavidad y cuidado, como si no quisieran estropear el regalo que ambos se estaban haciendo. Porque esta era su primera vez. Es cierto que aquello era la crónica de una muerte anunciada pero las circunstancias habían impedido hasta la fecha que esto sucediese y, los astros no se habían alineado hasta aquel día, que en un principio iba a ser tan solo una excursión, un día de necesaria paz en la naturaleza. Una jornada de cuidado interior, de terapia espiritual. Un día zen.
Una vez abandonaron la bañera de mutuo acuerdo, se abalanzaron el uno sobre el otro en un segundo asalto que se libró en la cama, esta vez sin melindres. La pasión y el deseo pudo con todo lo demás y al finalizar, tan extenuados como complacidos, se encendieron el uno al otro un reponedor cigarrillo. y fumaron mirándose a los ojos y acariciándose.
-Te quiero- dijo él en voz muy queda, avergonzado y temiendo que ella se asustase de tal atrevimiento.-Pero por favor, no te asustes y salgas corriendo de mi vida.
-Y ¿a donde iba a ir?-preguntó ella sonriendo con una de esas sonrisas que lo habían vuelto loco desde el principio.
-No lo sé, cielo, lejos de mi, a cualquier lugar donde no tengas cobertura para recibir mis besos ni batería para regalarme nuevas caricias. Al fin del mundo, que se encuentra en todo lugar donde no estemos juntos.-
Ella posó el índice sobre sus labios y acercando su boca a la de él, le dijo-Sabes que esto es muy difícil. Pero me encantan los desafíos.
Los troncos de la chimena crepitaron entre el fuego y las pavesas volaron sobre las llamas, danzando como bailarines de un tango arrabalero y sensual.
Al día siguiente, en el coche camino de vuelta a la ciudad donde todo volvería a ser estresante y vertiginoso, él no pudo dejar de mirarla atenta a la carretera y concentrada en la conducción. Estaba tan bonita que solo pudo como Alberto Cortéz, agradecer haber nacido.


domingo, 3 de diciembre de 2017

Flores de otro jardín

Como cada mañana, lió un cigarrillo mientras se hacia el café y esperó a que la vieja y eficaz moka comenzase a rugir para poner la primera canción de la mañana y escucharla mientras saboreaba la infusión y el cigarrillo.
Siempre amanece con una canción,  es la parte más importante de su desayuno. 
Hoy se había despertado alegre, con el corazón contento y muy optimista. Por todo eso, escogió un tema de los años cincuenta compuesto por George Shearing e interpretado en esta ocasión por la voz de una elegante y atractiva leonesa que sabía darle al tema la elegancia y la alegría precisa.
Mientras disfrutaba de tan agradable momento, alguien llamó de forma insistente al timbre de la entrada principal y apurando el café, algo molesto por la interrupción, se dirigió a abrir la puerta.
Al echar un previsor vistazo a través de la mirilla, descubrió a su vecina; una bella mujer de mediana edad que ocupaba el chalé de la parcela contigua, junto a su marido, un tipo que nunca le había caído particularmente bien y al que saludaba únicamente por educación cuando se cruzaban por la calle.
En más de una ocasión había escuchado los gritos con los que regañaba a su mujer por cosas nimias e incluso absurdas pero él no era quien para juzgar la relación de nadie por lo que siempre había optado por no pronunciarse al respecto.
Antes de abrir la puerta, se colocó un poco el cabello con la mano y se atusó el rubio bigote donde habían quedado un par de gotas del primer café de la mañana, apurado con prisas y cierta mala leche
-Buenos días, señora Garden, ¿Puedo hacer algo por usted?-dijo antes de darle una fuerte calada al cigarrillo.
-Buenos días, Iván, no quisiera molestarle pero no sabía a donde ir. Carl ha perdido los nervios y estoy realmente asustada. Cuando le he visto coger la escopeta de caza de encima de la chimenea e ir a buscar cartuchos, no me lo he pensado y he salido corriendo a la calle-contestó su vecina.de forma nerviosa y conteniendo el llanto. Iván se hizo a un lado para que pasara y cuando lo hubo hecho, se aseguró de cerrar la puerta con la cadena de seguridad.
-No tiene usted nada que temer, señora Garden, intente tranquilizarse en lo que llamo a la policía. Estarán aquí en cuestión de minutos.
-Pero yo no quiero denunciarle.Grito asustada y visiblemente incómoda la mujer.- Ha debido de ser un arrebato de rabia y seguramente se le haya pasado ya. Carl nunca me ha puesto una mano encima ni me ha amenazado. Es verdad que a veces pierde un poco los nervios conmigo y me grita, pero de ahí a que vaya a hacer una locura hay un buen trecho.
-Señora Garden-dijo Iván.-En estos casos tan solo basta con la primera vez. No suele haber opción para repetir. Si ha venido aquí buscando refugio, está más que claro, que usted misma ha pensado que es capaz de mutarla así que no le de la oportunidad. Esto hay que denunciarlo y si no lo hace usted lo haré yo. Cada día veo sucesos de este tipo en las noticias y estoy convencido de que muchas veces se podrían haber evitado tan solo marcando un número de teléfono y pidiendo ayuda. Así que si no le importa-insistió con firmeza pero dulcemente- siéntese y trate de calmarse. Yo haré la llamada.
Pocos minutos después, el coche patrulla que se acercó hasta la urbanización al recibir la alerta de la central, fue recibido a tiros por Carl, quien había visto a su mujer llamar a la puerta del vecino, un petulante divorciado que por lo que tenía entendido, solía cortar flores de otro jardín y, ya había destrozado más de un matrimonio. Pero él no se lo permitiría, antes de que le engañase con aquel pretencioso músico de la sinfónica de la ciudad, la mataría o los mataría a ambos.
Justo en el momento en el que estaba llamando al timbre del vecino, se presentó la policía y de forma instintiva, reaccionó disparando contra el coche patrulla.
Uno de los agentes respondió el fuego a través de la ventanilla alcanzando al celoso y homicida vecino de Iván en el cuello y en el tórax.
Al abrir la puerta, tras la petición para ello que se escuchó por la megafonía del vehículo policial la señora Garden se arrojó sobre el cuerpo de su esposo llorando y gritando de dolor. El compañero del agente que había disparado, trataba de reanimar a Carl mediante un masaje  cardiaco pero no se pudo hacer nada por él. Las dos certeras balas de nueve milimetros habían cumplido con su cometido.
El médico del SAMUR que llego rápidamente depues de que se avisará a la  ambulancia  desde el radio patrulla, tan solo pudo certificar la defunción.
Ivan contempló todo aquello horrorizado y curiosamente pensó para si, "Que putada, me estaba encantando esta versión. Cuando pase el jaleo, volveré a ponerla desde el principio y me tomare otro café".

sábado, 25 de noviembre de 2017

Miau V¿ES?

Erase una vez un gato extremadamente sensible y enamoradizo que arrastraba su melancolía por los tejados y los callejones de la ciudad. Erase una vez un triste gato negro que habiendo muerto de amor  en seis ocasiones, conoció a una preciosa gatita de mirada tierna y dulce y de irresistible y amplia sonrisa, que le acarició el alma con su femenino y adorable maullido y, sabiendo lo que le esperaba si sucumbía de nuevo a ese sentimiento tan hermoso como destructivo, saltó  sobre la azotea donde ella habitaba y pensando bien las consecuencias del primer beso, se dijo a si mismo: de algo hay que morir. 

 Este cuentecito inspirado por algo tan romántico y tan poético, como es morir de amor y, por algo tan bello y tan común, como es un gato, es un regalo para mi amiga Carolina Cubero Millán, la humana que convive con el gato de la foto que encabeza la entrada. Y también la poseedora de una sonrisa tan hermosa y especial como la de la gatita que sin haberlo previsto, arrastra a la muerte al gato del cuento.
A mi aún me quedan seis vidas.

viernes, 24 de noviembre de 2017

Desde un balcón del purgatorio

         El purgatorio                       23 de noviembre de 2017

Hola a todos:
disculpad la tardanza en escribiros pero desde que he llegado aquí, he estado muy liado. 
Todavía me angustia un poco tener que pagar la renta de esta habitación, pero tengo muy claro que no puedo permitirme otra cosa y no quiero volver a escuchar eso de que vivo por encima de mis posibilidades. Para empezar porque ya no vivo y por eso mismo, me jodería que también me reprochasen el morir por encima de mis posibilidades.
Imagino que cuando señalen la fecha del juicio final y mi defensa intercesora alegue los eximentes que han acompañado a todos mis pecados, obtendré la absolución y con ella el visado al paraíso.
Esta habitación es estupenda pero me voy a dejar en el pago todas mis buenas obras y tampoco es que tenga demasiadas en la caja de ahorros de la conciencia. Pasaré una temporadita muy apurado pero por lo que tengo entendido, esto del calentamiento global, lo de los incendios,la multitud de desastres naturales que asolan el planeta e incluso las declaraciones unilaterales de independencia, son claros avisos de que a la corte celestial ya le vencen los plazos del recurso que interpuso Jesucristo en su día. Ese recurso con el que pretendía redimirnos está a punto de prescribir y, en breve se abrirán los cielos y los coros de ángeles, serafines y querubines anunciarán las citaciones por orden alfabético.
Yo me he anticipado y me he venido por delante a ver a los mios que llegaron antes que yo y han sido ellos los que me han buscado esta habitación con vistas. ¡Cómo sabe mi padre que me encanta salir a fumar al balcón! Está muy bien esto de que en el purgatorio se pueda fumar. Que bastante jodido es ya de por si que no te dejen aparecerte de vez en cuando por el mundo de los vivos para tomarte un gintonic. Lo tienen muy controlado y si te pillan haciendo una escapadita sin pasaporte, te envían directamente a esperar en el averno.Y, por lo que me ha contado Dante, aquello es insoportable. Además, como muestra del castigo infernal y para avisar de lo que te espera si te condenan allí unos milenios, el bueno de Lucifer ha instalado un hilo musical en las salas de espera del infierno, donde se repite en bucle la canción del verano. Hay que ver que mala baba tiene el ángel caído.Por algo Dios padre lo echó de los cielos.
Mientras me fumo un pitillo(bajo en nicotina aunque ya de igual)en el balcón,me entretengo con las fenomenales vistas al paraíso. Anda que no sería una triunfada que la corte celestial me concediera además de la libre absolución el derecho a elegir residencia en el paraíso.  Desde aquí se ven unas urbanizaciones estupendas a la derecha del padre. Una de ellas por lo que veo tiene campo de golf y todo. Claro,como aquí no hay que preocuparse de las sequías, está el campo verde, verde. Viéndolo , me apetece horrores tumbarme desnudo en el Green a beberme una cervecita.
Se conoce que los promotores inmobiliarios de esta zona han hecho unos buenos estudios de mercado para ver con qué puede recompensar Dios padre a los que se han ganado el perdón y la vida eterna a su derecha.Pues ¿no estoy viendo unas playas enormes de blanca arena y llenas de chiringuitos donde todo es gratuito, hasta las paellas? Y que camareras ¡Válgame la virgen! Vaya, creo que mejor miro para otra parte  porque si no voy a pecar de pensamiento y obra, que me conozco.
Estoy deseando asomarme esta noche, que seguro que aquí se ve una luna estupenda y un cielo estrellado de caerse de espaldas.
El casero es San Pancracio, patrón de la salud y del trabajo. Sé que tengo que abonar  en las fechas indicadas en el contrato, que si no, van a empezar los recargos y las sanciones y se me va a encarecer en exceso la renta. Y mira que me porté bien en vida.Bueno, algo mentirosillo y un pelín vanidoso, pero nada del otro mundo. Nunca cometí pecados mortales. Lo mio era lo venial y lo capital. Puede que a veces me dejase llevar por la ira y en más de una ocasión me pudo la gula y en más de dos, la lujuria; pero lo compensé comportándome lo mejor posible con la gente de mi entorno e incluso hice buenas acciones ayudando a desconocidos. No fui precisamente la Madre Teresa, pero hubo muchas lágrimas en mi funeral, que lo recuerdo perfectamente. La gente me quería y eso será por algo.
Bueno, voy a pegarme una duchita. La faena es que no tenga baño propio y me toque utilizar el compartido que hay en el pasillo pero claro,con balcón y baño propio se me escapaba de presupuesto. Eso es para beatos y jerarcas de la Iglesia.Me han dicho que nada de salir con una toalla a la cintura, que puedo llevar a pecar a compañeras y compañeros de la pensión y les haría una buena putada.Yo no tengo la culpa de que Dios me hiciera bajito pero hermoso.Vaya, otra vez pecando de vanidad. No estoy yo para seguir acumulando infracciones de cara a la vista.
Os dejo. ya os contaré cuando nos veamos por aquí, que mucho me temo que va a ser antes de lo que os pensáis. Sed buenos y no metáis la pata que aquí no se andan con bobadas y si te mandan al infierno, además de escuchar una música de mierda para toda la eternidad, te puede tocar compartir caldera con alguien que te caiga fatal. Y eso sí que no. Hasta ahí podíamos llegar.
Os quiere y os echa de menos.

El autor.

domingo, 19 de noviembre de 2017

Encontrarte

No tiene sentido que me lo vuelva a preguntar. No necesito saber donde estabas entonces. Lo importante es que ya estás aquí. Y te necesito más que nunca.
Poco satisfecho del principio de su misiva, se levantó dejando la estilográfica sobre la mesa y se sirvió un whisky escocés con mucho hielo.
Aunque tenía su dirección de correo electrónico y su número de teléfono, se inclinó por escribirle una carta de las de toda la vida; de las que permiten al destinatario apreciar la verdadera importancia  y la pasión del mensaje por la fuerza del trazo, por lo esmerado de la caligrafía y por lo deliciosamente obsoleto del canal escogido. Alguien escribió que una lágrima no podría borrar nunca la tinta de un email. Lo que no llegaron a escribir, es como convertir las lágrimas en la tinta necesaria para dar con la palabra adecuada, para construir la historia adecuada, para conseguir la novela perfecta. Puede que nadie lo hubiese escrito porque la perfección jamás nacerá de una lágrima.
Durante muchos años ha engañado su inspiración con amor de contrabando, adulterado con cariño arrabalero. Un amor como el de los tangos que se cantan en las más oscuras tabernas al abrigo de licores prohibidos, a la sombra de mujeres tan prohibidas como los licores pero aún más deliciosas y tentadoras. Esas mujeres que bailan apretando sus cuerpos contra la desesperación de hombres que dudan entre sacar la navaja o sacarlas a ellas, a bailar una pieza más.Aunque el bandoneón interprete melancólico la fatal despedida.
Por eso sus textos nunca llegaron a emocionar del todo, a conquistar del todo, a perpetuarse del todo. Sus textos perdían el compás y arrastraban cada paso a contratiempo, pisando a la pareja de baile.
Pero un día apareció ella, aceptando con una hermosa sonrisa y exquisita gracia, su ofrecimiento a salir a la pista cuando sonaron los primeros acordes de un famoso tango de Gardel y, con la armonía de sus movimientos, desplegó ante él un muestrario de sentimientos y de necesarias verdades que se convirtieron en las páginas de una novela que le iluminó el camino de vuelta a esa corrección que solo encontró en la perdida Ítaca.
Bailando, junto a él, aquella enigmática y preciosa mujer de cabello oscuro y ensortijado, caderas hipnóticas y risa fresca, irradió sobre él la luz que  hacia tiempo se había apagado, dejando su alma y su creatividad en tinieblas. Después de aquel primer baile con ella, supo que nunca volvería a acompasar sus latidos con los de nadie,de la misma manera que lo hizo aquella noche. Y que ya no querría bailar nunca con ninguna otra mujer. Con nadie que no bailase como  Berenice. Con nadie que no hablase directamente a su alma, como Berenice. Que no oliese a futuro, con el agradable aroma de Berenice y que no plantase en el interior de su pecho las semillas del texto definitivo, como hizo Berenice.
Supo en el acto, que Berenice era la musa por la que llevaba suspirando desde que aprendió a sostener un bolígrafo y desde que empezó a emborronar los primeros folios con poemas infantiles y con cuentos amables y de finales imposibles. Supo que Berenice era el sentido de su búsqueda, su faro en Ítaca  y su ansiado y merecido descanso, al alcanzar lo prometido junto a ella.
Apuró el escocés destilado de malta de un único trago y tomando de nuevo la estilográfica, comenzó una nueva epístola. Esta vez la encabezó con el acierto con el que necesitaba escribirle que supiese que había comprendido que sin ella, solo sería el que fue pero no el que podría ser, bajo ningún concepto sería el que quería ser y jamás llegaría a ser el que necesitaba ser. Sin ella, tan solo seria una borrosa sombra de él mismo.
Gracias, Berenice. Gracias por ser quien eres y como eres. Gracias por compartir tu tiempo conmigo.
Puede que no te hayas dado cuenta aún, pero todo ha cobrado sentido al conocerte. Todo ha dejado de doler al conocerte y todo ha renacido en mi yermo y vejado corazón al conocerte. No te vayas nunca de mi, no permitas que vuelva la oscuridad, no me condenes a una vida sin ti.
Déjame amarte. Permíteme regalarte cada segundo de mi vida, de mis vidas, de todas ellas, de cada una de ellas. Comprende que me rinda a tu esplendor y que no pida  tregua, porque sé que no la merezco, ya que tan solo puedo quererte más que a nada y a nadie porque ya no hay nada ni nadie mas para mi.Solo tu. Solo eres tu, solo vives tu, solo aspiro a ti. 
Gracias, Berenice.
Al cerrar el sobre y escribir destinatario y remitente, supo que en el interior del mismo, junto a los folios bien doblados, viajaría una gran parte de su alma. porque el alma, también había elegido a Berenice. También quería ser con ella y para ella.
Dejó la carta en la bandeja de las llaves, sobre la mesita del hall y volvió a su lugar de trabajo, a su trinchera literaria, al puesto que le correspondía por derecho. Encendió un cigarrillo y saboreando la primera calada, abrió un nuevo documento de word y lo tituló Encontrarte.


jueves, 9 de noviembre de 2017

Entre ceros y unos

Resulta que te escondías ahí, en Matrix. Y yo buscándote por las calles de mi ciudad.
Resulta que ni tan siquiera te escondías, solamente se trataba de mi incapacidad para verte con los ojos apropiados y distinguirte entre ceros y unos,unos y ceros.
Al igual que Neo o Morfeo, tienes un nombre virtual, al que respondes cuando se te pregunta si no eres más que una ilusión o si realmente existes. Y si que existes, de lo que me alegro una barbaridad. Aunque aún pertenezcas a esa matríz global que es la red donde todos nos conectamos.
En uno de tus primeros mensajes te dirigiste a mi, irónicamente como "hombre sin nombre" y lo tengo, claro que lo tengo. Tengo muchos y adoptaré sin problema aquel que te resulte más cómodo de pronunciar. A ser posible, aquel que vaya ligado a lo que siempre he sido aunque haya tratado de reiventarme una y otra vez y hacer de mi lo que todos querían que fuese, dejándome el alma por el camino. Pero desde hace muy poco, una brillante y cálida luz me guia y me hace ver que soy el que soy y seré siempre el que soy, aunque me cueste acostumbrarme a dejar de ser el que otros quieren que sea. Esa luz me ha mostrado que existe un equilibrio entre el alma y el cerebro y que el corazón es el músculo que nivela esa diferencia de alturas para que el perfecto engranaje produzca segundos, minutos y horas de simbiosis entre la vida y lo que espero de ella.
Mi corazón es mio y jamás volveré a entregárselo a nadie para que lo pisotee o lo reviente contra la pared de la mentira. Si me desprendo de mi corazón, ya no sentiré, no amaré y no seré capaz siquiera de añorar el pasado que se fue y anhelar el futuro que vendrá. Pero lo que si que estoy dispuesto, es a compartirlo con la persona adecuada y a dejar que lo disfrute a voluntad. Porque compartir es amar. y partir, morir un poco. Y no volveré a partir. No volveré a alejarme de mi mismo porque ya sé a lo que lleva ese camino. Y no volveré a recorrerlo. Ahora me espera un especial y metafísco camino, el buen camino, el camino que debo recorrer solo, aunque estoy deseando que me acompañes durante algunas de las etapas
Ha sido un verdadero lujo encontrarte y no ha sido casual, ha sido causual. Todo en este universo tiene una causa y su posterior efecto Todo.
Bienvenida a mi mundo. Pasa y ponte cómoda.

domingo, 5 de noviembre de 2017

Puede

Desde que volví de aquel viaje en el que se me permitió adquirir billete de ida y vuelta, supe que ese billete de vuelta estaba condicionado a algo, a hacer algo a participar en algo, a ayudar en algo. Pero llevo más de tres años y medio dándole vueltas en la estación  y aún no sé que es eso por lo que se me permitió regresar. Y despertar. Y poder escribir.
Ayer se me aclararon un poco las ideas.
Mi buena amiga, Elena Parrilla, es una mujer muy comprometida con la realidad en la que habita y con su género. Yo la llamo cariñosamente "ojos de musgo", pues tiene unos ojos verdes y cálidos que miran desde una aterciopeladas distancia. Elena pertenece a la organización Amnistía Internacional, donde participa muy activamente como coordinadora para el área de derechos de las mujeres, menores y diversidad afectivo sexual, de esta organización en Castilla y León. Este fin de semana Elena ha organizado unas jornadas de encuentro sobre la campaña global de A.I. de 2017 y 2018 que lleva por nombre, "Valiente" y que nos presenta a personas defensoras de los derechos humanos y que no temen arriesgar su integridad física y su trabajo, comodidad y seguridad en pos de ejercer esa defensa.
Elena me invitó a participar de estas jornadas y a conocer de primera mano una realidad que diariamente me encuentro al abrir un periódico o al encender la televisión pero que siempre me ha parecido que aunque existía, estaba lejos de mi. Y no lo está. Está mucho más cerca de lo que creía.
Hace poco más de tres años y medio, la vida me enseñó que las cosas pasan y no solo les pasan a los demás, te pueden pasar a ti. Y ayer asistí a un encuentro en el que mujeres de diferentes partes del planeta me contaron su lucha, sus circunstancias y cómo les ha cambiado la vida al tener que abandonar su zona de confort. Eso las que tuvieron la suerte de haberla disfrutado en alguna ocasión porque hay millones y millones de personas por todo el mundo que ni saben lo que es eso, confot. Ayer me di cuenta durante las diferentes charlas y ponencias, de que he sido un privilegiado y de que pese a lo dura que pueda pensar que ha sido la vida conmigo, en realidad he sido siempre un tipo muy afortunado y no puedo quejarme en absoluto. Hubo un tiempo en el que participaba semanalmente en espacios de radio y televisión y publicaba a diario artículos y crónicas en diferentes soportes. Y lo consideraba duro e incluso a veces se me hacía antipático y pesado. Pero ayer conocí a una periodista amenazada de muerte por realizar su trabajo, que me habló de otras muchas mujeres que han llegado a morir tiroteadas, ahogadas o torturadas por tratar de denunciar públicamente las realidades que tipos como yo, desde la comodidad y el calorcito de su zona de confort, se niegan a ver. Ayer puede hablar con Alba Teresa, una refugiada colombiana que tuvo que abandonar su país, su familia y su vida en Colombia para no perderla y pasar a formar parte de la larga lista de mujeres y hombres que han perecido en un conflicto que ha durado demasiados años. Ayer escuché de ella una frase que apunté rápidamente en mi libreta y que me dejó muy claro la clase de persona ante la que me encontraba: "es mejor ser con miedo, que dejar de ser por el miedo".
Hubo muchos y muy interesantes testimonios de personas comprometidas con las injusticias y las miserias que asolan a este planeta y que se dan en cuerpo y alma para tratar que TODOS podamos superar lo adverso, lo que TODOS estamos generando sin apenas darnos cuenta.
Por la tarde, en una brillante y muy acertada exposición, la activista y trabajadora de Greenpeace, Mónica Parrilla (hermana gemela de mi amiga Elena y a quien ya puedo llamar también con orgullo y cariño, amiga)nos habló de cómo hace alrededor de 40 años un grupo de enamorados del planeta se embarcó en un velero y puso rumbo hacia una isla donde EEUU iba a realizar unas maniobras nucleares, con el firme propósito de  detenerlas. Todos o casi todos los que amamos la naturaleza, conocemos la historia de Greenpeace. pero lo que no conocemos, es que la idea de aquella aventura fue de una mujer, que otra mujer peleó para conseguir los fondos y la infraestructura necesaria para aquel viaje, que otra mujer diseñó el logo de la bandera de Greenpeace y que otra activista en la sombra, convirtió su hogar en una emisora de radio para informar al mundo de las peripecias de aquel viaje. La mayoría de los amantes de la naturaleza no sabemos que aquellas mujeres no formaron parte de la tripulación de aquel barco porque los aguerridos y solidarios activistas que embarcaron con tan loable misión, no les permitieron subir a bordo porque las mujeres traían mala suerte en los barcos y además "aquello era cosa de hombres".
Ayer vi a mujeres campesinas defender su derecho a trabajar la tierra y a dejarse la piel cada día entre los surcos, igual que un hombre. En ningún momento nadie dijo ayer que se hiciera mejor que un hombre. Todas, todas estas valientes reivindicaban su derecho a luchar y sufrir, a arriesgar y posiblemente a perder, pero en iguales condiciones que los hombres.
Mi padre me educó en el respeto a la mujer y mi familia es un matriarcado donde mis tres hermanas se han convertido en tres pilares básicos para que esto no se venga abajo. Pero yo he crecido en un entorno sociológico que me ha condicionado como al resto de mi generación y sin darme apenas cuenta, he contribuido con mis actos y con mi forma de expresarme a relegar a la mujer a un eterno segundo puesto. Siempre he escrito que soy un tipo tremendamente enamoradizo y es cierto. Desde los quince años he pasado de una relación a otra, de un fracaso a otro, de un amor empírico a otro pero creo que todo eso ha servido para abandonar la idea peregrina de que solo una mujer podrá hacerme feliz y aprender de una vez que soy yo, yo mismo, el que debo luchar por mi felicidad y no depositarla en manos de nadie, de hombres ni mujeres. Si después de conseguir encontrar mi propia luz, quiero compartirla con alguien, será estupendo pero no puedo pretender que mi luz brille más, apagando la de otra. Y he encontrado una luz que brilla una barbaridad pero brilla precisamente por eso, porque no pretende otra cosa que ayudarme a ver la potencia de mi propio faro, de mi brillo de mi luz.
Todos conocemos a  alguien valiente que ha decidido luchar por el conjunto de la sociedad. Y hay muchas formas de hacerlo. Yo creo haber encontrado mi lugar en la batalla y mi trinchera sera la cultural, esforzándome porque todas las personas, sin importar género, raza, credo o condición, accedan  a las enseñanzas que nos han legado nuestros antecesores y a lo que muchas personas inspiradas por verdades universales quieren compartir con los demás. Y los que ahora siguen peleando  calando la afilada bayoneta de la música, arrojando granadas de versos y textos y disparando pintura y escultura, son los mejores soldados en esta batalla por los derechos. 
Y aquí os dejo a una valiente rapera musulmana que con su música y su lucha diaria, expone su vida a aquellos que matan en el nombre de la sinrazón y a aquellos que creen firmemente que las vidas de sus niñas los pertenecen.
Espero que os guste. YO ME QUITO EL SOMBRERO.
Puede que hablar de esto, sea lo que tenga que hacer. puede que ayudar a tomar conciencia de esta realidad universal, sea el importe de mi billete de vuelta.
Puede.
                        

jueves, 2 de noviembre de 2017

No, no , no y mil veces no.

Es  cierto, los pájaros son libres y él, movido por la absoluta certeza de que había encontrado a la compañera que llevaba buscando todas sus vidas, ignoró algo tan básico como eso. 
Hay personas que como los pájaros, no han nacido para vivir enjauladas, por muy bonita o agradable que sea la jaula. 
Él aprendió a no esperar nada de ella, al menos nada que ella no quisiera darle. Aprendió que si ella decidía compartir algo con él, tendría mucho más valor que si lo hiciese cualquier otra persona porque si se lo daba, sería porque quería hacerlo libremente y de todo corazón. Por eso no habría dobleces, mentiras, engaños ni intenciones ocultas. Lo que le diese sería algo completamente puro. Un generoso regalo nacido del alma y limpio de cualquier otra cosa que no fuese cariño.
También aprendió que ella no necesitaba que se amoldase a su estilo, a sus gustos o a sus necesidades. Ella apreciaría mucho más que fuese él mismo y no tratase de convertirse en lo que ella pudiese esperar de un hombre. Que mirase por él y se esforzarse en construirse la personalidad para él mismo y no para nadie más, porque si se construyese para una mujer particular, le estaría entregando un arma de manipulación salvaje que se convertiría en un bucle sin fin en el que perdería la dignidad, el orgullo y la propia esencia personal.
Precisamente esa generosidad espiritual y esa corrección emocional, era lo que más le atraía de ella. Sabía que había encontrado a una persona con la que se llevaba  cruzando durante muchas vidas a lo largo de docenas de siglos y en esta ocasión, la había reconocido de la forma más inocente y sin haberlo buscado, por eso no quería que volase lejos de él pero tampoco quería cortarle las alas y bajo ningún concepto pretendía encadenarla a él.
La vida da muchas vueltas, demasiadas y hay que agarrarse bien en cada curva. El destino es tan juguetón como caprichoso y todos, absolutamente todos, participamos de esta eterna espiral de identidades, cuerpos y crisálidas existenciales. Hoy él es un hombre de cabello claro y mirada huidiza pero hace ya demasiado fue una mujer de talle estrecho y sonrisa reluciente: mientras ella fue un legionario romano con el que se topó en Mérida Augusta y hoy es una mujer preciosa de cabello oscuro y caderas perfectas.
La muerte tan solo es un cambio de registro y nunca nos vamos del todo, solo es un hasta luego. Enseguida volvemos, en otro lugar y en otra apariencia pero volvemos. Y él sabía que ambos estaban destinados a encontrarse durante muchas vidas y a llegar a quererse en alguna de ellas. Pero sin ataduras ni compromisos. Solo amor. Sin ponerle nombre ni fecha de caducidad.


domingo, 29 de octubre de 2017

Si la vida es sueño, mi vida es soñarte.

Puede que lo prudente sería darle a esta entrada forma de relato, de cuento, o de fábula y escribirla en tercera persona poniendo mis palabras en boca de un personaje creado para tal fin pero ahora mismo estoy en un momento vital en el que soy capaz de enfrentar los temores, dominar los deseos y acariciar lo imposible a cara descubierta y sin esconderme ni agacharme ante nadie ni ante nada.
Soñar contigo es algo que pido a diario en mis oraciones antes de acostarme pero el inconsciente no entiende de fe y tan solo he tenido la suerte de que mi cerebro programase la tan ansiada película en una ocasión. Pero eso si, a pantalla completa y en tecnicolor.
Y es que no me conformo tan solo con lo que me provocas. No puedo hacerlo. Me provocas tanto y tan bonito que quisiera pasarme el resto de mis vidas soñando contigo. Soñar es gratis y no compromete a nada por lo que no debes preocuparte.Y en mis sueños podré amarte tanto como lo hago despierto pero allí es posible que tu también me ames a mi y eso cerrará el círculo de la felicidad absoluta. Porque no creo que llegue a alcanzarla jamas, lejos de ti.
A veces me encuentro con canciones como la que encabeza este texto,y que en el acto me acercan aún más a tu imagen.
Ahora sé por fin lo que es el amor y eso es lo que despiertas en mi. Sé que lo que realmente amo es tu esencia y tu idiosincrasia, tu pureza de espíritu y tu alma noble. Por descontado ese hermoso recipiente de carne y hueso que contiene algo tan bonito, es también adorable pero más allá de desear tu cuerpo, el roce de tu piel, el sabor de tus labios y el placer de tu carne, deseo compartir tu tiempo, tu risa, tus lágrimas, tus anhelos, tus miedos y cada uno de los latidos de tu corazón.
Zenet ha sabido darle forma de canción. Yo algún día sabré escribirlo. Aún no estoy a la altura de lo que siento, ni como escritor ni como persona. Pero todo termina llegando, incluso lo bueno. Todo terminará sucediendo entre nosotros. No me importa que sea en un mundo real o en el onírico. Algún día podré darte todo lo que quiero darte.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Con todo mi cariño, que es mucho.

Puede que fuese el alcohol, o simplemente la siempre presente sensación de no haber obrado bien que le inculcó su religión (una religión que trasladó a la sociedad a la que pertenece el concepto judeo cristiano de culpa) pero tras el último wuisky escocés con cola light y mucho hielo, siempre en copa de balón, decidió irse a casa y escribir una disculpa general y compartirla en sus canales on line para que las personas a las que iba dirigida, pudieran leerla.
Besó a sus amigas, abrazó a sus amigos y pago la última consumición al camarero de enormes biceps que le había servido la copa con desgana y algo de antipatía. Le dejó la vuelta de propina con cierta mala leche y, abandonó el local en busca de un taxi que lo devolviese sano y salvo a su casa.
Al llegar al pequeño apartamento en una zona residencial de las afueras de la ciudad, saludó a su gato, encendió el ordenador, puso música en el estereo del salón y se sentó frente al teclado. Una vez más se decidió por Bunbury, que casi siempre tenía la canción oportuna para cada texto que le brotaba del alma. Dejó que sonase un poco el primer tema del compacto y encendió un cigarrillo dispuesto a escribir del tirón, como acostumbraba a hacer cuando sentía que un nuevo texto trataba de escaparse del interior de su pecho, golpeando la caja torácica al ritmo frenético de los latidos de un corazón que regía todos su actos.
Antes de escribir la primera palabra, cerró un momento los ojos, expulsó el humo del cigarrillo por la nariz y trató de relajarse.
Queridas mías,
vosotras no tenéis la culpa de todo esto. Vosotras no sois cómplices del intento de asesinato que ha sufrido Cupido en mi cerebro. ni del robo de las pocas reservas de amor que guardaba en la caja de seguridad oculta tras mis costillas. Vosotras fuisteis lo mejor que me ha pasado. Todas y cada una de vosotras me enseñasteis como se juega a esto. Me ayudasteis a comprender las reglas de la partida más difícil que un hombre puede jugar con las cartas que le repartió el destino y me ayudastéis a saborear el éxito de una buena mano. Pero no me hablasteis de la posibilidad de abandonar la mesa sin previo aviso y me dejasteis esperando la suerte en la siguiente mano, una suerte que es caprichosa y efímera y que nunca quiso quedarse mucho tiempo a mi lado. En su lugar, ocuparon  su puesto diversos súcubos que me despojaron de las ganacias con sus tretas de tahúras de la carne.
No os guardo rencor, al contrario. Os estaré eternamente agradecido por cada noche que me regalasteis. Por cada beso con los que me hicisteis creer que lo ansiado era posible y por cada te quiero que se os escapó entre gemidos, aunque tuviesen fecha de caducidad.
Cada minuto que pasé a vuestro lado me ayudó a crecer y me hizo convertirme en lo que soy ahora. Cada caricia con que definisteis mi camino , me sirvió de guia y las recordaré durante el resto de mis vidas. A esas otras, tramposas y miserables que nada tuvieron que ver con vosotras, las maldeciré eternamente y las condenaré a vivir para siempre en el pozo de mi desprecio. Pero a vosotras siempre os guardaré una copia de la llave que  abre la cerradura de mi ser y que enciende el motor que hace vibrar mis sentidos. Y fuisteis diferentes entre vosotras, pero tan maravillosas en vuestras diferencias y tan semejantes en lo que despertasteis en mi.
Os juro que siempre fui sincero cuando os dije que os quería y que erais la mujer de mi vida. Porque mi vida erais vosotras, cada una en el momento en el que permitisteis que os quisiera y decidistéis quererme. No os reprocho que os marcharáis cuando ya habías amado. No os reprocho que abandonaseis los sueños y los proyectos de futuro cuando el futuro llegaba de repente y se convertía en rutina. No os culpo de mis males porque simplemente se nos rompió el amor,de tanto usarlo, como dice la canción. Con vuestro amor comprendí el concepto de obsolescencia programada. Ahora tan solo quiero encontrar un amor perenne, un amor que se auto regenere en el propio amor y al que pueda alimentar sin necesidad de dejarme la vida al hacerlo. Pero sé que es muy difícil  de encontrar. Tan solo el que busca halla y soy el eterno buscador.
Os deseo la mayor de las felicidades posibles en las mejores vidas que podáis vivir, aunque no sea conmigo. Os deseo todo lo que quise daros y no supe, todo lo que quise compartir y no pude y todo lo que  siempre soñé y no llegué a conseguir.
Si leéis estas lineas, no dudéis que os quise como a nadie. A todas vosotras.
            Siempre vuestro

Tras releer las lineas que escribió con una suerte de escritura sintomática, en la que el músculo que tanto le había dolido con cada una de sus despedidas le inspiró, se levantó y se sirvió otro whisky escocés. Esta vez solo. Si iba a beber solo, lo haría con todas las consecuencias.

domingo, 22 de octubre de 2017

Fuera de mi

Y no es solo el que no hayas sabido quererme ni el que me hayas querido así de mal. Es culpa mía porque no he sido capaz de arrancarte de mi cabeza y de mi corazón y además te resistes a irte y, de vez en cuando te manifiestas como un espíritu burlón, para que no consiga conciliar el sueño o me despierte sobresaltado al tenerte revolviéndolo todo en el interior de mi mente.
Fui tan gilipollas de enamorarme de ti. De enamorarme de lo que habilmente dejaste que entreviera y de las pequeñas dosis de amor de escasa pureza cortado con cualquier cosa, con las que me enganchaste gratuitamente al principio pero que con el tiempo y al saberme ya un adicto, comenzaste a cobrarme a un precio desorbitado. Hubiera matado por quitarme el mono, habría hecho cualquier cosa por saciarme de ti una vez más. Que lista fuiste, que bien lo hiciste. Que cruel y que ambiciosa.
Ya me he quitado, ya he conseguido desengancharme y limpiarme de tu recuerdo, el recuerdo que corría por mis venas al ser bombeado constantemente por ese músculo absurdo y problemático que es el corazón. 
Con cada chute que me inyectaba con tu lengua y tus caderas, viajaba por un universo paralelo donde tu y yo éramos felices y nos queríamos. Pero aquello era solo el producto de un alma envenenada por la droga más salvaje: tu cuerpo.
Es una verdadera putada esto de ser un politoxicómano con propensión a sucumbir a cualquier adicción con una sonrisa como la tuya, unos pechos tan bonitos  y una boca tan hábil. Soy carne de polígono. Soy un caso típico de asalto a las farmacias y puntos de venta de amor por prescripción facultativa y puede que carne de terminar muerto por una sobredosis inesperada, el día que por fin consiga inyectarme amor de gran pureza, amor sin adulterar.
Me convertiste en un yonki de ti. Me hiciste renunciar a todo lo que fui y lo que es peor, renegué de todo lo que quería ser. Pero ahora, cuando estaba apunto de ir a buscarte a la zona donde acostumbras a menudear, me han podido detener a tiempo. Me deslumbró una luz y pensé que eran los maderos en una de sus redadas preventivas en busca de quien los lleve hasta el origen de esta melancólica epidemia.Pero no eran ellos, Era un alma afín y  anónima que habiendo conseguido salir de una adicción similar, se apiadó de mi estado y se ofreció a ayudarme a dejar esta mierda que me ha envenenado el espíritu. Y muy poco a poco, me está sacando.
Lo que más me duele es que no volveré a gozar de uno de esos viajes tan increíbles, que como han descrito algunos heroinómanos, son como besar a Dios en los labios. Ahora sé que si volviera a besar tu boca, seguramente estaría disfrutando del placer del estertor final y vendiendo mi alma al peor de los demonios. 
Ya no quiero tu querer.

jueves, 19 de octubre de 2017

Regreso al parque (Bancos de piedra 2)

Ilustración de Estela Labajo Duque para el relato Bancos de piedra de Historias para según qué días.

Pensó que jamás volvería a pasar por allí porque se le rompería el alma al recordar aquella despedida pero de un tiempo a esta parte, al encontrar la luz del faro que alumbraba el camino correcto, había decidido eliminar "jamás" de su vocabulario y sustituirlo por "cuando quiera". Y hoy quiso.
Al llegar al banco donde la vio por última vez, sentada y mirándolo con los ojos empapados en lágrimas, se sentó en él y encendió un cigarrillo. Pese a que desde aquella tarde había temido pasear por ese parque al pensar que al hacerlo sentiría una pena horrorosa, no sintió otra cosa que felicidad plena al darse cuenta de todo lo que había ganado con aquella pérdida. Y es que en la vida hay perdidas necesarias que aunque en el momento parezca que van a dejar un enorme vacío, con el tiempo descubres que lo que han hecho ha sido dejar espacio en el corazón para que lo llenes con lo que quieras.
Hoy brilla el sol que se refleja en las otoñales hojas que alfombran el suelo, tal y como recuerda que lo hicieron otras hojas de otro otoño en aquella ocasión. Esta vez la piedra del banco se le antojó acogedora y durante un buen rato fumó un cigarrillo tras otro con la sonrisa en la boca y la esperanza en el corazón.
Qué de cosas han pasado desde entonces. Cuanto ha vivido en estos últimos seis años. Mucho más de lo que creía ser capaz de soportar. pero lo soportó y descubrió que todo lo vivido lejos de robarle vitalidad y ganas de avanzar, lo ha enriquecido en experiencias y ha contribuido a que nunca más vuelva a sentirse pequeñito y sobre todo a no permitir que nadie vuelva a convencerlo de que hay que tragar la hiel y el vinagre que determinadas personas regalan con sus palabras y con sus actos. Gracias a haber encontrado la luz que le ilumina el camino, supo que no volvería a  permitir que se le restase. Lo que no le aporte, lejos.
Hay una máxima del teatro que dice: en escena lo que no suma, resta. Ahora ha descubierto que esa máxima se puede aplicar perfectamente a muchas personas de las que se rodeó en el pasado y que lejos de sumar, restaron. Y ya no está para que se le reste. Desde luego sabe que no todo van a ser victorias y que volverá a perder las veces que haga falta pero lo que desde luego no va a hacer, es agachar la cabeza y permitir que le abran otro agujero en el pecho como el que ella le hizo en aquella ocasión para robarle todo lo bueno que tuvo y que fue un día. Al fin lo ha recuperado todo a fuerza de pelear, sufrir, caer y volver a levantarse. 
Esto es vivir y la vida puede ser tan maravillosa como el quiera, si aprende a  agradecer cada mañana que ha vuelto a despertarse.
Se subió los cuellos del gabán, como hizo aquella vez pero hoy el frío que le lleva a realizar ese gesto, viene del gélido viento que sopla en su ciudad y no del que nace con el adiós, congelando el alma.
Sacó su teléfono móvil al recibir la notificación de que alguien lo había enviado un enlace y al comprobar lo que le habían enviado, picado por la curiosidad y sabedor de que de aquella remitente solo podían llegar cosas buenas, se encontró con la muy acertada canción de Rozalen y Estopa "Vivir". Al escuchar la letra de la canción, se reafirmó en su deseo de vivir y hacer de su vida algo realmente bueno. Al llegar a su casa acaricio al gato, se sentó frente al ordenador, puso música en el equipo del salón, encendió un cigarrillo y comenzó a escribir en el blog.

domingo, 15 de octubre de 2017

Después de la calma, tu luz.

"Porque tu y yo somos un mástil y una vela. la vida es el viento que nos lleva." 
El moderno equipo de la cabina de mando, que se regaló como capricho para hacer más llevaderas las solitarias jornadas en alta mar, hizo sonar a todo volumen la lista de reproducción con canciones que de alguna manera, configuraban la B.S.O de su vida.  El barcelonés Macaco, participaba muy activamente en la selección y aportaba su particular voz y su estilo deliciosamente inclasificable a los temas con los que más identificado se sentía. 
Había estado muy perdido, mucho. 
La tormenta que hacía demasiado poco tiempo sacudió su nave como si fuese un barquito de papel, desenarbolando el velero y destrozando el timón, había estado a punto de enviarlo a pique y, durante unos minutos, nadie hubiese dado un euro por su vida pues se vio a merced de unos elementos que no tuvieron la más mínima consideración con sus ansías de vivir. Tan solo lo salvó algo que está mucho más allá de lo que los marinos pueden entender. Desde los principios de la historia, se trató de ponerle nombre a quien decidía entre la vida y la muerte en el océano. Poseidón, Neptuno, Proteo..,el ser humano necesitaba alguien a quien culpar de sus desgracias y a quien agradecer sus logros.Pero él, como verdadero marino, como uno de esos hombres que hacían del mar su hogar, sabía que lo que realmente podría llevar su nave a puerto con total seguridad, lo que haría que quisiera volver a salir a navegar sintiendo que hay posibilidad de regresar a casa, no era otra cosa que la oportuna y siempre ansiada luz del faro. Esa luz le guiaría en medio de la peor de las tempestades y más allá de radar, sonar, gps y geolocalizadores, él descubrió que la verdadera oportunidad de triunfo radicaba en saber encontrar el haz luminoso entre los negros nubarrones y las olas de más diez metros que engullían vidas sin el menor sentimiento de culpa.
Después de la tempestad, llegó la calma y fue esa calma lo que más le preocupó. Desde que volvió del fondo marino, contra todo pronóstico, salía a la mar asustado, nervioso y excesivamente cauto.En esta última salida, en la que el pequeño velero se resintió de las secuelas de averías mal reparadas, aún no había conseguido localizar el faro de las costas hacía las que dirigir el rumbo y, sabía que sino daba con el faro lo antes posible, volvería a adentrarse en una de esas tormentas que no permiten la huida. Ya había tenido la inmensa fortuna de escapar de la peor de todas pero no era imbécil y sabía que los dados no suelen repetir las jugadas en tiradas consecutivas.
Entonces, cuando más preocupado y asustado estaba, cuando había decidido resignarse y no ofrecer resistencia, encontró la luz. Aquel faro destacó en lontananza cuando menos lo esperaba sorprendiéndolo por la fuerza de su brillo y por lo increíblemente oportuno de su aparición y ofreciendo la posibilidad de llegar sano y salvo a una vida que sería como él fuera capaz de diseñarla, pese a todo.
Dejó que la corriente lo arrastrase hacia la costa y guiado por el faro salvador pero con mucho esfuerzo, pericia y habilidad marinera que creía perdida, consiguió dirigir la nave hacia la luz, salvando los escollos. Cuando ya se supo a salvo de los peligros que hasta que identificó el faro no quiso enfrentar, cerró los ojos y respiró profundamente, prometiéndose a si mismo que siempre le estaría agradecido a aquella necesaria garantía de los hombres del mar. Y desde entonces, cada día que pasa, da gracias a los hados por haber cruzado su torpe y errático camino, con la hermosa y necesitada luz de aquel faro.

miércoles, 11 de octubre de 2017

Para Rove

Mi padre me enseñó la importancia de la palabra empeñada y ayer te prometí que te escribiría esto. 
Los dos únicos tesoros que tenemos los pobres, son la madre y la palabra y tanto mi madre como mi palabra, son sagradas para mi. 
Espero que te guste. Amo la poesía pero para mi desgracia, no se me bendijo con ese don. Naci para la prosa, para perseguir sueños inalcanzables y para plasmarlos en un relato o en una novela.


Viniste hasta mi con amor luminoso,
encontré mi camino a los pies de tu faro,
rompí con aquello viví temeroso,
oquedad en mi pecho que por fin has sanado.
Navegaré como Ulises sorteando peligros,
instantes de vida que son remolinos,
compartire nuevas sendas que marcan los siglos,
aliviado bendigo lo que ya comprendimos.
A tu lado el camino parece seguro,
consciente de la suerte que tuve al conocerte,
impides que me rinda, que choque contra el muro,
no hay muro que me impida escapar de la muerte.
Olas, mareas, corrientes y vientos,
restos de algas que ensucian mi nave,
el camino es difícil pero en estos momentos,
viviré  agradeciendo que tu fuerza me ampare.

lunes, 9 de octubre de 2017

La leyenda de la princesa farera




 No hace mucho, mucho tiempo y en un país nada lejano, nació una niña que serviría de instrumento al destino y fue marcada con el estigma de la comprensión . Eso la convirtió en una princesa entre las de su especie. Creció, vivió mil experiencias y la preciosa mujer que llegó a ser habitó entre nosotros. Parecía no ser plenamente consciente de la misión que le encomendaron los hados pero todo fue tomando forma y comenzó a darse cuenta de que eran muchos los que de alguna manera, identificaban su luz y se acercaban a ella escapando de las sombras y de los peligros de este inmenso y profundo océano que es vivir.
Al principio no entendía el efecto que causaban sus palabras pero todo cobró sentido cuando descubrió su vocación y se instaló en el hermoso faro en que convirtió su cuerpo.  Desde él y con el potente haz luminoso de sus sentencias siempre oportunas, ayudaba a los marineros perdidos a salvar los escollos y a escapar de un naufragio seguro, guiándolos hacia tierra firme.
Un día, se encontró con un capitán de navío que desolado y atemorizado, reparó en su luz y tras atarse al timón decidido a hundirse con su barco, se acercó hasta ella.  Con extrema delicadeza pero con la firmeza que le confería el ser  una garantía de seguridad, lo recibió con cariño y no dudó en indicarle el camino a seguir para esquivar los arrecifes y sortear los inmensos remolinos que podrían engullir su nave. El camino que trazó, debería recorrerlo el solo, pues aunque el en otro tiempo audaz marino, le pidió que le acompañase en su viaje, el cometido que le habían encomendado quienes deciden el destino de los hombres, no era más que iluminar la ruta más segura. y guiar así a los corazones perdidos hasta la tierra firme de una existencia feliz.
El angustiado marino, apretó los puños, sonrió a la farera emocional y se decidió a emprender el camino que ella le había marcado, sabedor de que no solo sería un buen camino, sino el mejor camino. El único y el necesario desde la posición a donde había llevado la goleta, al haber confundido la latitud en sus cartas de navegación y haber perdido la brújula como consecuencia de un golpe de mar. Al comenzar a seguir la luz que emanaba de la brillante comprensión y complicidad de la princesa farera vio sorprendido como se abrían los cielos en  las horas más oscuras de su vida y como una inmensa sonrisa descendió de las alturas de unos labios celestiales y se posó en el mascarón de proa. Aquello solo podía ser un buen augurio. Bendijo la causalidad por haberle llevado hasta ella y se prometió a si mismo, ser capaz de volver a tomar el rumbo adecuado que lo condujese a la felicidad que aquella radiante luz llena de verdad, sinceridad y conocimiento, le había descubierto. 
La princesa supo al ver la decisión en los ojos y en los gestos de aquel hombre perdido que estuvo tan cerca del naufragio, que siempre compartiría su luz y cada una de las almas que hubiese ayudado a escapar de los innumerables peligros que entraña una navegación confusa y errática le reportaría la mayor de las satisfacciones.
Y como no podía ser de otra forma, fue muy feliz y se pego un festín de perdices, maridado con un delicioso gintonic cortesía de aquel marino que siempre haría sonar la campana cuando navegara frente a su faro en señal de reconocimeinto, eterno agradecimiento y auténtica adoración.



domingo, 8 de octubre de 2017

Buen camino

Se encendieron los pitillos con una metáfora necesaria, en la que ella prendió el pitillo de él y él prendió el de ella. 
-Si tu no enciendes el mio-dijo ella -yo no podré fumar pero tranquilo. Yo encenderé el tuyo. Si solo te miras el ombligo y te preocupas de vigilar que la llama de mi mechero alcance tu cigarrillo en lugar de que la del tuyo de fuego a mi cigarro, no vivirás el abrazo y el mutuo cuidado que esconde este gesto-
Él había pasado tanto tiempo perdido, buscándose en una nueva realidad que no alcanzó a comprender que por dos ocasiones, solo se preocupó de poder aspirar el humo de su cigarrillo encendido pero a la tercera, entendió y asimiló el término real y el irreal de la hermosa metáfora y se preocupó de que ambos pudiesen fumar, sabedor de que ella no dejaría que diese una calada vacía de humo de tabaco.
Y así fue como sin saberlo, acababa de pedirle, de rogarle, de implorarle que pasase al interior de su pecho, se hiciera un hueco y se pusiera cómoda. Porque la quería siempre junto a él, aunque fuese en la distancia.
Desde que la vio entre el grupo de personas que habían acudido a aquella fiesta, notó sobre ella un aura especial, algo que no alcanzaba a comprender pero que lo atraía con la fuerza de un tornado. Él había hecho un esfuerzo acudiendo a la fiesta. De un tiempo a esta parte, solía declinar todas las invitaciones y solo aceptaba las que consideraba que no podrían generarle ningún tipo de problema (o  de momento incómodo) y dada la naturaleza de aquel evento(la celebración de cumpleaños de un ser querido) sacó del armario una de las sonrisas apolilladas, la lustró y se la puso con cuidado de no romperla. 
Cuando la encontró entre un pequeño grupo en el jardín del chalet de la homenajeada, la sonrisa que aún le quedaba excesivamente justa y le tiraba un poco de las comisuras de los labios creció y se adaptó sin esfuerzo a su melancólico semblante. Al principio y como le acostumbraba a suceder desde ciertas catastróficas desdichas sufridas tres años antes; tuvo que hacer un verdadero esfuerzo mental para asociar su rostro y su nombre y ubicarla entre los desordenados recuerdos del pasado pero en cuanto intercambiaron los dos besos de rigor y comenzaron a hablar, todo fue recolocándose por si mismo y afloraron algunas vivencias comunes, algunos momentos alegres y sobre todo y por encima de todo, una conexión tan salvaje que sintió incluso un pequeño mareo cuando leyó en sus ojos que aquello era real y estaba sucediendo.
A lo largo de la noche, entre artesanales gintonics maridados con cariño, canciones oportunas al ritmo de buenos deseos y conversaciones intensas, profundas y necesarias, él fue capaz de rescatar del armario de su alma, la completa colección de sonrisas que pasaron de las más cálidas (por lo sentidas) de la temporada otoño-invierno a las más amplias y frescas (por lo espontáneo) de las de la temporada primavera-verano.
Intercambiaron mucha sinceridad, mucha información existencial y un par de abrazos tan agradables como reconfortantes. 
Al despedirse de ella, supo que volverían a verse antes de que se borrasen las ondas que la piedra que lanzó con su conversación,crearon en el profundo estanque de su alma. Y supo también que pensaría mucho en su mirada, en la fuerza de sus palabras, en la sinceridad de sus sentencias y en el calor de su contacto.
Decidió entonces que ya que iba a dedicarle mucho de su tiempo y muchas de sus emociones, lo haría en el entorno adecuado con la disposición adecuada y con el objetivo adecuado. Se organizaría para volver a caminar con dirección a Santiago de Compostela como hizo una vez en el pasado pero en esta ocasión, no llevaría otra compañía que la del recuerdo de su voz, del olor de su cabello y de la perfección de sus caderas.
Esta vez caminaría consigo mismo y con lo que esperaba de la vida, con lo hermoso de algunos reencuentros y, con la necesidad de conocer la respuesta a las preguntas que desde hacía tres años no le dejaban dormir. 
Sabía que gracias a ella, viviría un buen camino.

viernes, 6 de octubre de 2017

Preferencias

Descorrió por completo la cortina que ocultaba el enorme ventanal junto a la mesa, subió la persiana y la luz de la mañana entró en la sala iluminándolo todo, incluso su corazón, tan confuso aquel día.
Mecánicamente encendió un cigarrillo, se sentó frente a los folios en blanco, bebió un sorbo del café con leche que se había preparado como único dopaje para la dura prueba emocional a la que iba a enfrentarse, comprobó la carga de la estilográfica y comenzó a escribir. 
"Buenos días, princesa". El director italiano, Roberto  Benigni, había monopolizado el saludo que eligió para el inicio de la carta al convertirlo en el leit motiv más reconocible de su película "La vida es bella" pero aún a pesar de que su amada lo tachase de poco original, no quiso renunciar a comenzar así la misiva. 
Una vez rompió el hielo y escribió las primeras palabras, llegó lo verdaderamente difícil, es decir, darle forma a todo lo demás. ¿Cómo decirle que sentía una necesidad imperiosa de comunicarse con ella? ¿Cómo explicarle que prefería hacerlo así, mediante una carta escrita de su puño y letra y no de forma más ágil, como a través de un whats app o de un correo electrónico? Una vez, leyó que el difunto escritor portugués, José Saramago, había escrito que las lágrimas nunca podrían borrar la tinta de un email. En cualquier caso, cuando media hora antes de comenzar a escribir se había levantado de la cama, Laertes supo que no reuniría el valor suficiente para descolgar el smartphone y llamarla. No sabría que decirle. Él, que siempre se preciaba de tener la garganta cargada con  palabras oportunas y del calibre adecuado. Desde luego, se descubría ante ella por ser la única mujer que le había conseguido hacer enmudecer. Y no era la única mujer que le amedrentaba, ni mucho menos. Laertes es un tipo valiente y se enfrentó sin miedo a todas las situaciones que se le presentaron a lo largo de una vida excesívamente compleja y difusa pero a lo único que temía enfrentarse, era a una mujer a la que concediese una mayor claridad de pensamientos y emociones de la que él pudiese llegar a conseguir. Si a eso le sumaba todo lo que lo atraia de ella, su indiscutible atractivo físico, la seguridad de su tono de voz y la rotundidad de sus palabras; la comunicación epistolar, era la forma más viable de contacto.
"Sé que es posible que no quieras saber nada de mi, e incluso que no llegues a leer esta carta pero me veo moralmente obligado a escribirte porque he sido tan estúpido para permitir que abandonases mi vida y que  me condenases al olvido, que para mi ha sido el más duro de los destierros. Prefiero que rompas la carta sin llegar a abrirla a no  franquearla por cobardía."
Repasó una y otra vez aquel pequeño párrafo que le salió de forma inconsciente y veloz, como si se tratase de la escritura sintomática de un médium en una sesión espiritista o de un poseído de Albacete escribiendo en arameo. Sonrió al hacer esa mental analogía porque en efecto, estaba poseído. Poseído por completo por un sentimiento de tal magnitud, que sus actos y sus pensamientos ya no le pertenecían solo a él. ¿Cómo abrir la espita de su pecho para que manase el caudal de emociones y llegase hasta ella en forma de torrente cristalino? Prefería hacerlo por escrito. 
El cenicero se iba llenando de colillas a medida que la pluma estilográfica recorría un folio tras otro y ates de que se diese cuenta, ya había emborronadodo media docena de ellos con la declaración de amor más sincera y más honesta que se hubiese escrito nunca. Pero al darse cuenta de que nunca había apuntado sus señas, casi se desmayó de rabia. Y había llegado a dormir con ella, allí, en su casa, aunque como el no condujo aquella  noche al delegar la responsabilidad en un taxista al que ella indicó el camino de forma escueta y precisa, no reparó en interiorizar la dirección.
O quizás no. Quizás no había llegado a dormir con ella más allá de su imaginación y aquella noche de pasión y placer había sido solo producto de sus sueños y por eso no conseguía recordar lo que escribir en el anverso del sobre. Sabía que su casa estaba en una pequeña población de su provincia pero para su desgracia, disponía de muy pocos datos para realizar el envío. Solo su nombre. Lo escribió con caligrafía de concienzudo y artístico amanuense y tras terminar de hacerlo, se sirvió una salvadora  medida de whisky en la ya vacía taza del café. Mientras bebió aquel néctar de malta escocesa, pensó en su sonrisa y en sus increibles curvas y se sintió renacer. Había encontrado la solución: encontraría sus señas en internet a través de las redes sociales. Bendito progreso. Benditos  modernos mentideros públicos y púlpitos virtuales donde la gente sube a lanzar sus soflamas y proclamas desde la supuesta impunidad de la pantalla del ordenador .
Antes de ducharse y vestirse para salir a la calle a sellar su destino, Laertes encendió un último cigarro y disfrutó como nunca de la dosis de muerte, americana y baja en nicotina.