domingo, 23 de abril de 2023

Mi turno


  Soy de los que piensan que las cosas nunca pasan porque sí, pasan porque tienen que pasar, nos vengan bien, nos vengan mal, pero suceden.

Y el pasado viernes me pasó algo realmente chulo que creo fue un poco la confirmación de que todo tiene un sentido.

Comí con una buena amiga y con su hija adolescente, Carla, una adorable y pizpireta jovencita a la que le gusta escribir, y que por lo que he podido intuir también utiliza la escritura como necesaria catarsis para sacarse fuera los demonios.

Después de disfrutar de la deliciosa e impresionante hamburguesa gourmet que presentará este año el Vayco al certamen provincial, en el que ya cosecharon premios en la anterior edición con una hamburguesa de quitar el sentido, pero no tan fabulosa aún como la de este año, nos entregamos al placer literario (por aquello de sumar placeres y hacer de la comida juntos algo espectacular).

Quise poner a prueba su creatividad y tras pedirle a Carla que sacara un folio de la mochila y que lo dividiese en dos (he aprendido que con los adolescentes hay que predicar con el ejemplo, y compartir los retos participando con ellos de lo propuesto para ayudarlos a vencer la vergüenza inicial y a expresarse con soltura), le propuse que escribiéramos un microrrelato en cinco minutos. Para ello pedimos a su madre que dijera tres palabras al azar que debían ser el motor de creatividad del texto y aparecer en él, y creo que conociéndome como me va conociendo, el inconsciente le hizo elegir las palabras azul, amor y corazón. 

Obviamente me solté con facilidad y en muy poco tiempo terminé mi texto, en el que una vez más evidencié mis traumas y mi necesidad de que me quieran bien, no de que me quieran y ya, pero para mi sorpresa al minuto de haber terminado yo Carla finalizó el suyo y cuando me lo dio a leer, supe que allí había un diamante en bruto. En unas pocas líneas, esta jovencita escribió un sorprendente relato que comenzaba en modo adolescente clásico, pero que poco a poco iba mutando para concluir con un acertadísimo giro de guion y un final inesperado y cruel, justificado por un amor desplazado.

He estudiado magisterio de música, pero más allá de las distintas prácticas en colegios españoles e italianos (terminé la carrera en Italia e hice allí las prácticas de fin de curso) de haber trabajado con una sobrina muy inteligente y muy sensible que comenzó a escribir un blog con 10 años y que ya ha ganado algún premio, y de las charlas/coloquio sobre la literatura que he compartido con miles de estudiantes de mi comunidad, al leer el micro de Carla supe que tenía que trabajar con ella y poner a su disposición lo aprendido en los años de distintos talleres literarios y facilitarle lo que me llevó a ganar muchos premios de escritura creativa, y aquello que hace que gracias a escribir no pierda la razón y no me termine arrojando a la vía al paso del expreso del norte.

Algo me dice que esta morenita de ojos expresivos y con una creatividad fuera de lo normal que ya ha comenzado a experimentar con el amor y sus mieles y condenas, puede llegar muy muy lejos en el terreno literario. Y si ella quiere me encantará ser partícipe de su más que asegurada evolución y de sus futuros reconocimientos.

Es mi turno y voy a ello. 

Aquellos que me conocen saben que soy católico (aunque soy un pecador de manual y en absoluto un beato), y en ese rato de introspección y terapia privada que llamamos oración, acostumbro a pedirle a mi Dios que se me ayude a ayudar como a mi se me ha ayudado. Y puede que aquí tenga la respuesta a mis oraciones.

El tiempo lo dirá.

 

miércoles, 19 de abril de 2023

Miedo a volar

 


Puede que simplemente todo se reduzca a eso. Él, que es tan aficionado a los juegos de palabras, cae en la cuenta del nuevo sentido que cobran esas que en si mismas y por si solas se arman de muy distintos significados.

Al convencerse de que por mucho que lo intente no conseguirá dormirse, primero extrae del bolso negro que lleva cruzado en bandolera el libro electrónico que lo acompaña allá donde vaya, y en el que almacena más de doscientos títulos de muy diversos géneros con los que llenar sus momentos vacíos, matar los ratos de espera o como hoy, desafiar al insomnio. Pero la habitual intensidad que desorganiza su mente, confunde su alma y sacude su corazón le impide concentrarse y enojado vuelve a guardarlo. Son las seis y cuarto de la mañana y hasta las siete y media no llegará al aeropuerto de Madrid, donde embarcará en un vuelo de Iberia con destino a Bruselas a las nueve menos veinte. Al llegar a la capital belga los recogerá el hijo de su editora y amiga, adorable compañera de fatigas existenciales  y maestra en la escritura y en la vida, con la que realiza esta escapada de su realidad cotidiana, de sus demonios disfrazados de inseguridades y de la colección de miedos que lo convierten en un tipo pequeñito, con la mirada azul y triste y un peculiar bigote bicolor. Desde allí cruzarán a la región holandesa de Zelanda donde pasarán unos días haciendo turismo y disfrutando de otros aires.

Es escritor, se sabe escritor, se siente escritor y como explica a menudo no es que le guste escribir, es que si no pudiera hacerlo sencillamente se moriría otra vez. Por eso tras guardar el Kindle en el bolso saca el smartphone, accede al blog en internet que utiliza bien como campo de pruebas para los personajes y las tramas de sus novelas, bien como lugar donde entregarse  al ritual de necesaria catarsis literaria, o bien como cuaderno de bitácora y diario de a bordo en el que desnudarse anímicamente y compartir sus diagnosticada sensibilidad extrema. Y comienza a escribir como acostumbra, mojando la pluma en el tintero del alma.

Al tratar de coger el sueño, y durante esos minutos a oscuras  mecido por el traqueteo del autobús en el que viaja, y confinado en el silencio que rodea su asiento, una vez más cerebro, alma y corazón se han entregado al aquelarre PAS y lo han terminado sacando de sus casillas.

Las vivencias de sus últimas relaciones sentimentales lo han asaltado golpeándolo con recuerdos de todo tipo, con fotogramas a todo color de los momentos más dulces, románticos y placenteros, y con los planos secuencia de las rupturas y los abandonos, cuajados de contrapicados y de fundidos en negro donde por un motivo o por otro siempre termina solo, fracasado, lloroso, derrotado y confundido. El desasosiego termina cuando se da cuenta de que después de muchos años confundido los hados le permitieron al menos descubrir que es eso del amor y le regalaron la oportunidad de que su corazón se entrelazase a otro hilvanando sus almas con un bendito hilo rojo.

Sumido en los pensamientos y como suele sucederle al abrir las compuertas del pecho y dejar que el torrente de emociones mane en forma de palabras, se entrega al desahogo emocional disfrazado de metáforas.

Escapando de los voraces escualos de angustia que infestan el océano de su realidad más inmediata nada braceando con fuerza y decisión hacia el horizonte y se deja llevar por la cálida corriente de la deseada relación que le aportará el cariño, la tranquilidad, la calma, el sosiego y la seguridad que necesita ahora.

Consigue ponerse a salvo en la playa de una ínsula desconocida para él hasta ese momento a la que bautiza como Maduralia, se tumba de espaldas  sobre la arena con la cabeza sobre los manos y dedica un instante a mirar el cielo, en el que no tarda en descubrir un avión. Seguramente ese sea el Airbus de la compañía española que lo llevará lejos de sus dudas más recientes y de los últimos disgustos. Pero solo de imaginarse a bordo, ocupando el asiento asignado a su billete se pone a temblar. Entonces sonríe y se receta un tratamiento de autocensura y de autocompasión en idénticas dosis, diluidas en unas gotas del oportuno perdón extraído de la raíz del árbol de la clemencia.

De ahí viene todo, de su miedo a volar.

Desde muy jovencito temió las alturas y por eso ha escapado siempre de todo lo que le obligara a crecer y a ver la realidad desde más arriba.

Su cobardía y su insensatez lo confundieron no hace demasiado tiempo y equivocó el camino entregándose a la velocidad, viviendo deprisa y olvidándose de frenar. Pero la vida lo frenó de la única manera que pudo, sacándolo del circuito. Tras una temporada en boxes el juez celestial permitió que la federación le extendiera un nuevo carnet de piloto y se le permitiese volver a la carrera. Ahora rueda más tranquilo, respetando las normas del campeonato y obedeciendo las señales.

El chofer del autobús anuncia por megafonía la inminente  parada en el intercambiador de Moncloa. Ya están en Madrid, ya queda menos para subir al avión, para dejar atrás sus miedos cotidianos y para entregarse a otros nuevos. Se entristece al darse cuenta de que  su vida, sus vidas, se han construido con miedos, con pérdidas y con fracasos. Pero eso se terminó. Ya está bien. No va a rendirse. No lo hizo nunca y no lo va  a hacer ahora. De pronto siente una inesperada bofetada de realidad y espabila dándose cuenta de que avanza, de que no va a resignarse a perder, de que no va a permitir un nuevo abandono, de que crece y sube, y en ese ascenso ya no teme llegar alto, ya no teme contemplar el mundo desde arriba, ya no le asustará haber superado las nubes que cubrían el sol de sus deseos. Y si es necesario y el destino caprichoso lo decide inmisericorde, ese sol derretirá la cera de sus alas y lo derribará estrellándolo contra una vida lejos de ELLA.

Una voz metálica y rotunda anuncia por el altavoz la llegada a la terminal cuatro del aeropuerto de Madrid donde lo espera el avión que lo someterá a una nueva prueba de valor y a una nueva pregunta. Y sonriendo al conocer la repuesta y al saberse al fin valiente, termina de escribir la entrada en el blog y decide darse una nueva
oportunidad, darle una nueva oportunidad a sus sueños, a la vida y a eso que antes confundió con cosas que nada tenían que ver con la verdadera esencia del sentimiento más intenso y más hermoso.

Adelante, a por el viaje, a por la vida, a por todo.






sábado, 15 de abril de 2023

Hasta el final


 Tuvo la inmensa fortuna de tenerla junto a él hasta el último minuto. Y se fue agradecido y sintiéndose realmente amado, comprendido y cuidado.

Zur fue un adorable gato rubio de bigote bicolor, que compartió vida con la mejor humana con la que el destino caprichoso y juguetón pudo emparejarlo. Y hasta que su pequeño corazoncito no pudo más recibió cada día el amor de la mujer con la sonrisa más bonita del universo conocido, y del que queda por conocer.

Hoy ella apenas puede sonreír, apenas puede respirar, apenas puede contener el llanto que no cesa. Hoy su alma ha sufrido una nueva pérdida, no por inesperada menos dolorosa, y hoy su pecho se ha llenado con el eco del último maullido que Zur le dedicó al sentir su mano acariciándole el lomo por última vez.

El día que vuelva a morirme, querría hacerlo así, sintiendo la mano de una persona de la calidad humana y del enorme corazón que definen a  mi amiga acariciándome el lomo, y diciéndome que me quiere, y pagaría a los hados lo que fuera necesario para que me concedieran el deseo.

Sé que ella está triste, que el mundo se le antoja un poquito más  frio y más gris desde que Zur se ha ido, pero también sé que entre todos los que la queremos intentaremos aportarle el calor y los colores necesarios para que supere el dolor de la despedida más dolorosa, y para que volvamos a disfrutar de ese increíble espectáculo que es verla sonreír.

Hace pocos años que mi adorado Gatete se fue a hacer el gato a un lugar mucho mejor, y estoy seguro de que allí habrá esperado a Zur y habrá ido a buscarle a la recepción para acompañarlo y servirle de guía, para enseñarle los mejores tejados celestiales y para llevarle a conocer a unas gatitas adorables que maúllan afinando en do mayor desde las estrellas. 

Mi amiga no se ha despedido de un animal de compañía, se ha despedido de un miembro de su familia. Y eso duele. Mucho. Y por eso hoy la abrazo en la distancia y le prometo que siempre estaré a su lado. Por lo menos hasta que el día que como a Zur, me falle el corazoncito y tenga que marcharme.



martes, 4 de abril de 2023

El camino del regreso


 El joven príncipe casi olvida guardar en el hatillo las ilusiones y la esperanza. Decide que pase lo que pase y le pese a quien le pese, siempre viajarán con él. No va a renunciar, no va a darse por vencido, un día sabrá encontrar el camino de regreso y el destino realizará los cambios oportunos en las cartas de navegación, y podrá entonces introducir las coordenadas adecuadas que le llevarán de nuevo hasta el lugar donde siempre quiso estar. No se permitirá perder el rumbo.

No quiere irse, pero debe hacerlo. La marcha le rompe el alma en dos, en tres, en diez...en un millón de pedazos, pero no permite que nadie, ni siquiera el zorro o el cordero, se percaten de que a trasluz es evidente el surco que han dejado las lágrimas en sus mejillas. 

Partir, como reza la sabiduría popular, es morir un poco, y al preparar el equipaje se ha sentido morir. Hoy sobre su asteroide no brillan ninguno de los soles que le calentaban el corazón. Hoy ni siquiera la luna ha decidido salir a caminar siguiendo sus pupilas. Hoy B 612 se le antoja yermo, vacío y gris, como su vida.

Puede que lo echen de menos los baobabs y los volcanes, puede que hagan una fiesta el día que intuyan su vuelta, puede que nunca se marche del todo, porque dejará junto a ellos lo más dulce de su esencia, sus metáforas más fecundas, las sombras de la catarsis de los textos escritos mojando la pluma en el tintero del alma, y el dibujo a carboncillo de la silueta de una serpiente engullendo un elefante.

El joven príncipe se ha visto obligado a crecer, y llora porque nunca quiso hacerlo, pero ha llegado el momento, y en su credo personal rendirse no es una opción, así que si tiene que crecer, dejará al niño que fue y será el adulto que esperan que sea. Puede que todo tenga un sentido. Hace ya un tiempo que aprendió que las cosas nunca pasan porque sí, que pasan porque tienen que pasar, aunque duelan, aunque marquen , aunque escuezan y calcinen sus entrañas, aunque le impidan dormir y suturen con un mágico hilo rojo las heridas que nunca supo ni pudo cerrar.

No se atreve a decirle adiós  a su rosa. Hay otras muchas rosas, pero solo ella le enseñó lo que significa amar, y le descubrió que lo esencial es invisible a los ojos. Por eso teme que aunque pretenda disimularlo, ella pueda ver que con la partida se está clavando un puñal de fracaso en las entrañas. Por eso no reúne el valor suficiente para la despedida.

Se sube los cuellos del gabán y se anuda un pañuelo azul profundo, como su mirada, alrededor de la garganta. Le da miedo dejarse llevar al apretar el nudo, y terminar con otra de las vidas que los hados le entregaron para que hiciera de ellas el aprendizaje necesario para curtirse en humanidad, limpiarse de impurezas y avanzar hacia aquella que siempre fue, que siempre será y que un día volverá a sonreírle con los ojos. Alguien le cantó una vez que el secreto estaba en reír cuando pudiera y en llorar cuando lo necesitase, pero no termina de entender como hacerlo sin abandonarse a lo peligroso de una intensidad en la emoción que sabe que muy pocos comprenden y que en el futuro podrá terminar con él.

Tiene frío, mucho frío, demasiado. Y ya no puede acudir en busca del calor necesario en esas píldoras de felicidad que le templaban el pecho, que lo ayudaban a resistir los envites de las circunstancias adversas, que lo mantenían en pie a pesar de todo. Para evitar la adicción le han retirado el tratamiento, y el síndrome de abstinencia le ha hecho emprender la marcha. Se ahoga en el asteroide que ayer era el lugar más hermoso del universo conocido, y del que queda por conocer. Viajará a otros mundos, a otros planetas, a otras realidades. Y buscará una existencia en la que todo tenga sentido y pueda ser feliz a su lado, por fin. Y cuando la encuentre recorrerá el camino de regreso y volverá a ser EL para poder ser con ELLA, junto a ELLA, para ELLA .

No piensa mirar atrás. No va a dejar que le devore la nada que está engullendo toda la fantasía. No se atreve a darse cuenta de que ya ha comenzado su viaje. Simplemente parte, huye, escapa, navega.



jueves, 30 de marzo de 2023

Microrrelato

 


A veces trato de condensar las emociones en relatos de tan solo cien palabras. Obligarme a no sobrepasar ese límite es un ejercicio que implica esfuerzo y concreción en la creatividad, en la emoción y en la contención de mi natural intensidad.

Espero que os guste. 


La última nota.



Anhelina tiene once años, aunque este último año quisiera borrarlo de su existencia.

Sus padres no llegaron a verla al piano en el teatro Lesya Ukrainka. El misil que destrozó la casa terminó con sus vidas y sus ilusiones. Se ha escapado del refugio y se ha colado en el Lesya por una grieta para dedicarle a sus padres un concierto a la luz de la luna en el aniversario de su muerte. Interpreta un nocturno de Chopin cuando una bomba cae sobre el teatro estallando en do menor. Anhelina muere y entonces escucha sus aplausos.

miércoles, 22 de marzo de 2023

¿Algún día aprenderé?

Con la excusa de ir en busca de tranquilidad y de aire puro, de hacer un poco de ejercicio y de relajar mente y alma, Laertes se puso unos vaqueros viejos, desgatados y cómodos, escogió una negra camiseta con el dibujo de un lobo aullando a la luna, sujetó sus cabellos en un moño alto, metió en la pequeña mochila que utilizaba para sus rutas senderistas una  petaca llena de whisky escocés, un paquete de cigarrillos rubios, una libreta y un bolígrafo, se calzó las botas de montaña y tras despedirse del gato con el que compartía piso, vida y noches de angustia y dolor escuchando una canción tras otra, abandonó el hogar en busca de su pequeño utilitario.
Poco más de una hora después aparcó en una calle del pueblo desde donde emprendería su camino encendió un cigarrillo y comenzó a andar.
La primavera había llegado con todo sus esplendor y en un alarde de belleza parecía haber decidido regalar al inseguro y atormentado escritor el día más hermoso de cuantos pudiera ofrecerle y así   reconfortar su alma y consolar su espíritu,
Tras alejarse un par de kilómetros de las viejas casas derruidas de aquel pueblo vaciado en una cada vez más vaciada España, Laertes alcanzó los lindes del  hermoso bosque que aún resiste los envites de la civilización y de la mano del hombre, que durante siglos fue nutriéndose del regalo de los troncos de los arboles centenarios que lo conforman.
Al adentrarse entre la vegetación que crece generosa y exuberante a ambos lados del arroyo que nace en la cima de una de las montañas que constituyen la cordillera que da nombre a la zona, y donde el deshielo y las últimas nieves alimentan su cauce, Laertes sonríe emocionado, pues entre los castaños y las hayas cree haber visto la silueta de un animal que corre a esconderse de él. "No voy a hacerte nada", grita Laertes consiguiendo al hacerlo justo lo contrario de lo que pretendía pues su grito pone en fuga a cuantos pequeños animales del bosque circulaban sigilosos y cautos por las inmediaciones.
Después de un buen  rato de paseo los rayos de sol que se cuelan entre las frondosas ramas calientan su cuerpo cansado demostrándole que esta primavera será tan cálida como los sentimientos que inundan su pecho y decide sentarse a  la sombra de un enorme castaño,  beber un trago del escocés de malta que guarda en la mochila, encender un cigarrillo y sacar el bolígrafo y la libreta. 
Si en algún lugar podría soñar con encontrar la inspiración necesaria para escribir ese poema que sueña con escribir algún día, sin lugar a dudas no habría mejor entorno que aquel.
Laertes lleva muchas noches seguidas tratando de coser las heridas del alma con versos y con palabras adecuadas, pero hay una que no parece cerrar por muchas estrofas de sutura que le aplique. Y esa herida cuya sangre no cesa de manar en forma de lágrimas, le impide dormir bien, sonreír como desea y concederse la oportunidad necesaria para avanzar ligero en busca de la respuesta a la gran pregunta que lleva haciéndose mucho tiempo y cuya explicación parece estarle vetada. ¿Porqué duele tanto amar, si el amor es en verdad algo maravilloso?
El canto de un pájaro cortejando a la hembra con la que desea perpetuar sus genes arropa su momento de introspección. La intensidad que alimenta el alma de confundido escritor agita una vez más su corazón y su cerebro, las palabras comienzan a brotar a borbotones y de forma casi automática transcribe sobre las hojas en blanco de la libreta los primeros versos que como otros muchos versos nacidos de la angustia y del dolor terminaran formando parte de la pira donde quemará sus sueños.
Pensaba que me querías, soñaba que eras sincera,
pero mintieron tus labios,
me besaron con mentiras...
Se detuvo a leer lo escrito, y presa de la desesperación, arrancó las páginas y con extremo cuidado las rodeó de las piedras que encontró en el suelo junto a él y las quemó con el mechero de gasolina que siempre lo acompaña, cuidándose mucho de no provocar un incendio. Está cansado de escribir desde el dolor, desde la angustia y desde la certeza de que por mucho que suplique, el destino se negará a concederle consuelo a su corazón y a permitirle ser feliz junto a ELLA, junto a la única mujer que ama, que representa a todas las que una vez creyó haber amado y  que reúne lo que espera, admira y desea en una mujer. Junto a ese ideal de mujer que creyó merecía encontrar.
Durante unos minutos su cerebro lo golpea con recuerdos que creía haber enterrado bien hondo, lo acuchilla con momentos espantosos en cinemascope, y le traspasa el pecho de parte a parte con la realidad en fotogramas a todo color de una vida de errores y de fracasos. Y a pesar de haberse detenido a relajarse y a escribir en aquel verdadero paraíso en la tierra, Laertes quiere morir. Y se dispone a hacerlo. Sopesa distintas opciones y tras desechar las más complejas opta por buscar una rama accesible y robusta, y extrayendo los recios cordones de las botas de montañas y anudándolos entre si, consigue construir la soga que habrá de ayudarlo a abandonar la tristeza. 
Estaba dispuesto a trepar hasta la rama y a colgarse en aquel improvisado cadalso cuando escuchó unos pasos y unas voces que se acercaban hacia él.
Laertes se ocultó tras el grueso tronco del castaño y vio llegar a una acaramelada y jovencísima pareja que cogida de la mano caminaba disfrutando de la belleza del entorno. Había algo de angelical inocencia en la expresión de sus rostros en el brillo de sus rasgados ojos y en su forma de caminar acompasando los latidos del corazón con los pasos torpes e inseguros.
_¡Andrés, Marta!- gritó una voz a lo lejos–no os separéis del grupo, que si os perdéis u os pasa algo me van a echar del colegio y luego vuestros padres me van a matar....como poco–concluyó riendo la voz del responsable del grupo.
Laertes comprendió entonces. Aquellos seres que irradiaban paz eran dos niños de un colegio de educación especial que habían ido de excursión a aquel bosque encantado, y el monitor les pedía que regresaran junto al grupo.
En la forma de caminar de la mano, de cruzar miradas entre aquellos dos seres de luz y en las sonrisas que se dedicaban, Laertes adivinó que el amor no es solo aquello sobre lo que ha tratado de escribir sin encontrar jamás la rima perfecta. El amor, también puede gestarse en una alteración genética y es el sentimiento puro y real que no entiende de convenciones, de límites y de valoraciones humanas. El amor tiene más de inocencia divina que de prejuicios humanos.
El amor es mucho más que un beso. El amor...no está al alcance de todos.
Al regresar junto a su gato y tras pegarse una ducha, Laertes enciende el ordenador, abre un nuevo documento y comienza a escribir reconfortado un texto que lleva por título, ¿Algún día aprenderé?
Y dando rienda suelta a las emociones que lo embargan recupera la ilusión, la esperanza y el coraje para enfrentar la vida como sea que llegue, como Dios quiera ofrecerle, como el destino decida que ha de vivirla y como su extrema sensibilidad le permita afrontar.




lunes, 13 de marzo de 2023

Apagando luces





Dejó los cincuenta euros sobre el mostrador de recepción del gabinete psicológico y la recepcionista le entregó la factura a cambio. La última de muchas, pero la última al fin y al cabo.

Marcos encendió un cigarrillo nada más salir a la calle y se encaminó a por el coche para regresar a su casa en las afueras y hacerse con todo lo necesario para aquella noche. Cuando hubiese regresado al centro de la ciudad, estacionaría el vehículo en un parking público junto a la catedral y se tomaría una última caña en el bar donde había quedado con una amiga. Ya no temía ir a los bares, ya no temía dejarse ver públicamente, ya no temía a la gente que le rodeaba o con la que se cruzaba al caminar por la ciudad que lo había visto nacer.

Una vida de excesos, un sinfín de errores y las más tortuosas y destructivas relaciones sentimentales, habían dado al traste con sus nervios, con su seguridad y con su autoestima y había pasado los últimos años entre psiquiatras y psicólogos. Entre las muchas alteraciones que le diagnosticaron, se encontraban dos que le llamaron especialmente la atención: agorafobia y fobia social.

Marcos, profano en conocimientos psiquiátricos, pero hombre leído y culto, identificaba la agorafobia con su natural traducción etimológica, es decir, odio o miedo a los espacios abiertos. Y él amaba la naturaleza y pasear por el campo y la montaña.

Según le explicó uno de los especialistas a los que acudió en busca de ayuda, realmente ese diagnóstico asociado a sus problemas, provenía del miedo a moverse libremente de un lado a otro, a visitar establecimientos donde pudiese encontrar a personas a las que no quería ver o donde se sentía inseguro. Le había costado mucho, pero consiguió darle carpetazo a ese diagnóstico y empezar a frecuentar locales y salas de conciertos de nuevo.

Marcos nunca fue un cobarde. Desde muy joven había practicado deportes de contacto y artes marciales, había participado en peleas de todo tipo y se había formado en la utilización de diferentes tipos de armas. Le gustaban tanto las armas que terminó sirviendo voluntario en una unidad operativa del ejército español, donde cada mañana al ponerse el uniforme, le entregaban un subfusil ametrallador y dos cargadores de munición de combate completos. Aprovechó los años en los que sirvió en esa unidad del ejército para obtener todas las licencias necesarias y se hizo con su propio fusil de asalto, un modelo ligero del nuevo Cetme de las tropas españolas al que acopló una mira telescópica. Además de con ese particular capricho, se hizo con una pistola automática de la casa italiana Pietro Beretta. Una automática de nueve milímetros fiable y robusta que era especialmente disuasoria con solo mostrarla ante un agresor o un enemigo.

Marcos dominaba también el manejo del cuchillo y durante estos años de inseguridad y miedos injustificados, cada vez que salía a la calle llevaba un afilado cuchillo oculto en el interior de la bota izquierda.

A la fobia social, un problema sicológico diagnosticado por haber desarrollado un terror total a coincidir con las personas que le habían hecho daño a lo largo de su vida, también terminó dándolo carpetazo el día que decidió que ya estaba bien, que ya había sufrido suficiente y que el mundo era suyo, las calles eran suyas y la decisión de terminar con todo también era suya. Y solo suya.

La ropa conjuntada con acierto, el aspecto limpio y aseado, sus perfectos modales y su amable sonrisa le flanquearon el acceso a las escaleras que conducían al campanario de la torre de la catedral de su ciudad, a la que llegó tras ascender con el pesado maletín negro a la espalda. Era Viernes Santo y el encargado de seguridad de la cofradía penitencial de la catedral, no puso ninguna objeción a su falsa acreditación de reportero gráfico.

Ya en la torre eligió la mejor posición desde donde controlar todo el perímetro procesional y tras abrir el maletín, montó el subfusil, le acopló la mira telescópica y un silenciador, e introdujo un cargador. Dejó la pistola a mano por si algún inoportuno miembro de la parroquia asomaba por allí. Al ver el cañón del arma apuntándolo saldría corriendo sin más, no tendría siquiera que disparar al aire. El aire. El aire de Valladolid estaba impregnado del olor de la cera de las antorchas de los cofrades, de incienso y del sudor de los penitentes que llevaban horas procesionando de un lado a otro, algunos de ellos cargando pesadas cruces de madera.

Escuchó las cornetas y los tambores que indicaban que se acercaba la procesión más famosa de la ciudad y se dispuso a elegir los blancos oportunos.

Esperó pacientemente a que se acercase hasta la puerta de la catedral y cuando vio reunidos varios pasos penitenciales de la impresionante imaginería de los mejores escultores de la historia del arte español, abrió fuego.

La muchedumbre asistió sorprendida al espectáculo de ver como una a una, volaban las luces que iluminaban los pasos. Nadie podía explicarse que estaba sucediendo y algunos pensaron que simplemente estallaban las bombillas por el exceso de potencia o por el contraste entre la gélida temperatura de aquella noche y el calor animal generado por la enfervorecida, curiosa y devota multitud.

Una vez hubo eliminado todos los blancos y se hubo demostrado a si mismo que tenía el poder para derribar a cuanta persona había convertido en un desastre su vida, apoyó el cañón de la automática en su sien y sonriendo y sabiéndose completamente recuperado e incapaz de arrebatar una vida humana, por muy miserable que fuera y por mucho que mereciera la muerte, apretó el gatillo y le dio carpetazo también a una existencia excesivamente compleja y triste.

La prensa divagó teorizando, hipotetizando y tratando de explicar al publico que fue lo que llevó a aquel misterioso tirador a terminar con su propia vida de aquella forma tan teatral. No se encontró junto a su cuerpo carta de despedida, ni tan siquiera hallaron post en redes sociales anunciando sus intenciones, ni la más mínima pista en la que se pudiera adivinar o intuir el deseo de morir. Y es que lo que nadie supo nunca fue que morir se había convertido en la única salida a una vida sin ella. Que  Marcos sabía que al apretar el gatillo terminaría con su desgraciada envoltura mortal, pero que regresaría con otro cuerpo, con otro nombre, con otras circunstancias y volvería a encontrarla y la reconocería en otro cuerpo, en otro nombre, en otras circunstancias. Y quizás en la próxima reencarnación por fin el destino los permitiera ser felices juntos. Y entonces ya no querría morir nunca más.

domingo, 19 de febrero de 2023

Depertares.


Mientras coloca la alianza de plata en el dedo de su sonriente prometida, y tras escuchar que puede pronunciar sus votos matrimoniales,  el emocionado novio traga saliva y clavando su mirada azul en los ojos de la mujer que ama, consigue vencer la emoción y le dice con absoluta sinceridad, "te juro ante los hombres y ante nuestro Dios, que pase lo que pase y le pese a quien le pese, te amaré con toda el alma el resto de mi vida, y todas las vidas que pase junto a ti. Te amaré con distintos nombres, con distintos cuerpos, pero con el mismo corazón, en distintas épocas y en distintos lugares. En este planeta o en mi asteroide que ya es tuyo. Y siempre te seré fiel, siempre. No concibo una existencia sin mirarme en tus ojos. Y es que sé que eres tu, lo tengo muy claro. Te he vuelto a encontrar y no quiero perderte de nuevo, ya que no hay ninguna otra mujer en el universo conocido que sea capaz de aportarme lo que tu me aportas, de despertar en mi lo que tu despiertas. Y es que creo en ti, y si tu no estás, nada me importará, nada tendrá sentido, nada merecerá la pena. Estaré junto a ti siempre, o al menos mientras quieras que caminemos juntos. Me tendrás a tu lado en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte intente separarnos, porque no habrá muerte capaz de desatar el hilo rojo que une nuestras almas. Esto te lo prometo con el corazón, y ya sabes que siempre cumplo mis promesas."

La hermosa mujer le sonríe con los ojos, con la boca y con el corazón y, haciendo de él el hombre mas feliz de cuantos han habitado la tierra, coloca en su dedo la alianza que simboliza la unión ante la ley, y antes de besarlo con pasión pronuncia una única palabra, "ven".

Ambos dejan en la orilla el equipaje acumulado a lo largo de sus trayectorias vitales y se entregan el uno al otro con decisión y alegría, y con la absoluta certeza de que el destino ha decidido concederles una nueva oportunidad para darle el más intenso y pleno de los sentidos a la palabra amor. Entonces suena el vals más hermoso a través de la megafonía de la sala, y siguiendo el ritmo que marcan los Vetusta Morla, comienzan a bailar. Todo es absolutamente perfecto. Todo.

La luz que entra por las rendijas de la persiana despiertan al enamorado y romántico escritor que descansa tras otra noche llenando páginas con ilusión y  esperanza y, al despertar, se gira buscando a su esposa. Pero ella no está. Solamente ha sido un sueño y el único anillo que luce en su mano, no es una alianza, ni se lo colocó la hermosa mujer vestida de blanco que hace tan solo unos segundos le había jurado amor eterno.

Antes de levantarse de la cama enciende un cigarrillo y conecta el equipo de música que sobre la mesilla de noche reproduce el vals que instantes antes bailaba abrazado a la mujer con la que los hados en un alarde de infinita crueldad decidieron cruzarlo para luego separarlo rompiéndole el corazón y haciéndole perder al razón. No puede evitar que una enorme, cálida y salada lágrima resbale por su mejilla, pero antes de dejarse llevar por la desesperación, se repite en voz alta el mantra al que se agarra cuando toma conciencia de la realidad más allá de sus novelas, "todo termina llegando, incluso lo bueno."

Bajo el chorro de agua fría de la ducha que desentumece los músculos, pone en marcha los sentidos y lava su llanto, se promete a si mismo intentar controlar esa intensidad que marca su vida, que inunda su pecho y que le impide escribir sobre cosas banales. 

Hoy es tan solo un día más, otro día más.





viernes, 17 de febrero de 2023

Para servir y proteger


 Y en realidad sirven y protegen. Y se juegan la vida por nosotros, sin importarles nuestro color de piel, nuestra condición social o nuestro credo.

Ayer conocí a un inspector de homicidios del cuerpo nacional de policía y por esas cosas de la vida, compartí mesa con él y con su familia, y disfruté de una conversación muy interesante, de un buen vino de la Ribera de Duero y de un entrecot al punto (al del cocinero, no al mío).

Tengo la suerte y el orgullo de conocer a muchos miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado. Conozco miembros de la policía científica, de la brigada de información, del SEPRONA e incluso, una mujer con la que viví un delicioso romance de juventud, es desde hace unos años miembro de la unidad de Caballería de la Policía Nacional. 

Lo siento mucho, pero para aquellos que se empeñan en vendernos que todos los policías, guardias civiles y militares, son unos fascistas represores, levanto mi dedo mientras les dedico la más perfecta y contundente peineta. Y de paso los mando a disfrutar de una abundante ración de sexo anal sin caricias previas ni palabras bonitas. Ojo, que de todo habrá en la viña del señor, pero generalizar es de mediocres, y os aseguro que en esta ocasión pagan muchos justos por muy pocos pecadores.

El servidor público al que conocí ayer es un tipo realmente agradable y muy comprometido con su labor. Ha servido en distintas unidades del cuerpo nacional de policía, se ha jugado la piel como escolta de autoridades durante esos tiempos en los que los etarras disparaban en la nuca en vez de apoyar propuestas del gobierno en el congreso, y ha hecho muchos kilómetros a lomos de una moto de gran cilindrada antes de unirse al grupo de Homicidios.

Mientras charlábamos y compartíamos vino, daba gusto verlo pendiente de que a su mujer y a sus hijas adolescentes no les faltara absolutamente nada, y de que estuvieran a gusto en una mesa donde nos reunimos 12 personas para celebrar el cumpleaños  de una de mis hermanas.

Por avatares de la vida me senté junto a este ángel de las calles y desde el primer minuto conectamos y mantuvimos una conversación cordial, amena y muy entretenida y edificante.

Ha sido compañero y es amigo de algunos de mis conocidos en el cuerpo, y fue muy fácil conectar con él, pues también disfruta de la novela negra y ha leído a algunos de los autores que yo respeto y admiro.

La conversación fue derivando por diferentes puertos y arribamos al de la situación actual de aquellos que como él están dispuestos a recibir un disparo por nosotros o a matarse en la carretera persiguiendo a delincuentes o acudiendo en nuestra ayuda. Me asombró saber por su boca de que en una pequeña capital de provincias como Valladolid, se hayan intervenido un impresionante número de armas de fuego y no hablo de escopetas de caza, sino de armas automáticas y semiautomáticas. De armas de combate como el AK 47 con el que un vecino del barrio de Pajarillos disparó una ráfaga, atravesando las carrocerías de varios vehículos aparcados junta a su casa y estando a punto de herir a un taxista. O de la Pietro Beretta de 9 mm que utiliza el inspector Pinacho (protagonista de mi trilogía de novela negra distópica) y con la que él mismo fue encañonado por un delincuente vallisoletano con antecedentes penales durante una identificación rutinaria en la ronda de circunvalación de la ciudad.

Este padre de familia, enamorado de su mujer y entregado custodio de sus hijas, está dispuesto a todo con tal de garantizar la seguridad incluso de aquellos que sin tener la más remota idea de las condiciones laborales de los servidores públicos, no dudan en calumniarlos y difamarlos, aferrándose a un malentendido derecho a la libertad de expresión. 

Cuando este servidor de  la ley se ve obligado a sacar su arma para defender su vida o la de un ciudadano, lo hace con el temor de verse obligado a utilizarla, pues sabe que además del nada desdeñable daño moral y sicológico que puede sufrir si la dispara, correrá un grave riesgo al verse sometido a una presión judicial y social inmerecida y realmente abusiva.

Desde aquí quiero levantar mi copa por todos aquellos hombres y mujeres que en un acto de generosidad están dispuestos a morir o a matar por nosotros.

Desde este humilde blog aplaudo y agradezco su valor y su entrega, y pido respeto y consideración con quienes eligieron cuidar del ganado y protegernos de los lobos, que gracias a la incompetencia de los legisladores y a la necesidad de mantener la poltrona de aquellos que nos gobiernan, cada día que pasa agrandan la manada y se vuelven más voraces y mas sanguinarios.

Escribir sobre un tiroteo con bajas es fácil, vivirlo tiene que ser una pesadilla.

Gracias por servirme y protegerme.



jueves, 26 de enero de 2023

Orientación y creación literaria desde una gran verdad


Tras haber compartido mi experiencia y lo aprendido de ella con miles de estudiantes, mediante la charla/coloquio La literatura salva vidas, que pude desarrollar en institutos de todas las provincias de mi comunidad gracias al apoyo de la Consejería de Educación de la Junta de Castilla y León, he dado forma a este taller trimestral homónimo en el que con la colaboración de escritores, blogueros, periodistas, editores, músicos y social media managers, voy a tratar de orientar a aquellos jóvenes con inquietudes literarias en su relación con esa literatura presente en  todo cuanto los rodea, y en la creación literaria de aquellos que sienten la necesidad de expresar su mundo interior mediante la escritura.
A raíz de una dura y desagradable experiencia personal que me llevó a pasar por unos minutos de muerte clínica y una semana en estado de coma, descubrí gracias a los neurólogos y profesionales médicos que trataron mi caso, que mi sorprendente recuperación contra todo pronóstico de la lesión cerebral más grave de cuantas existen, se debió a tener el cerebro fuertemente entrenado gracias a ser un lector empedernido desde mi más tierna infancia y a escribir un relato tras otro y un poema tras otro, y a publicar un libro tras otro al haber recibido la orientación adecuada en mi creación literaria. Esta recuperación, me ha llevado desde que desperté del coma hace ya más de ocho años, a ganar distintos premios literarios, a publicar cuatro libros y a estar trabajando al tiempo en tres novelas distintas.
Me he documentado y he investigado sobre los aspectos neurológicos de la influencia de la literatura, y de su importancia para prevenir el deterioro cognitivo y poder superar el daño cerebral adquirido, y he llegado a la conclusión de que como afirman prestigiosos y refutados neurólogos, el fomento de la lectura desde edades tempranas llevaría a disminuir la necesidad de ingresos por problemas cerebrales en hospitales, residencias geriátricas y centros de día.
Conozco también en primera persona lo incómodo de sentirte diferente al encontrar en los libros un lugar seguro y una fuente de diversión, y al escoger la lectura frente a otro ocio alternativo, sin haber renunciado en su momento a la  diversión y a la fiesta propias de una adolescente y de un joven de mi entorno sociocultural. Pese a haber viajado cuanto he podido y a haber residido en distintas ciudades españolas y del extranjero, los libros siempre ocuparon un lugar en mi vida y a ellos debo el poder seguir despertándome cada mañana y el querer aportar cuanto esté en mi mano a las personas que quieran escucharme y aprender de mi experiencia.
Me defino siempre como el eterno aprendiz de escritor porque  aún no he llegado a ser el escritor que me gustaría ser. Y puede que no lo consiga nunca, pero rendirme nunca será una opción y gracias a la incansable lectura, y a la ayuda de editores y de profesores de cursos y talleres literarios, aprendo a darle una forma más adecuada a lo que me inunda el cerebro y el alma, y a poder compartirlo con compañeros, seguidores, lectores, críticos y alumnos.
El ayuntamiento de Simancas ha decidido apostar por esta actividad y ofrecérsela a los jóvenes que se residen en su municipio.
El próximo día 8 de febrero explicaré a los que así lo deseen en que consistirá este taller, y lo que vamos a ver en cada una de las 12 sesiones que lo conforman. Les invitaré a disfrutar de la literatura como medio de expresión, y como fuente de conocimientos y a desarrollar su criterio personal. Les hablaré también de la lectura y la escritura como el necesario gimnasio en el que entrenar el músculo más importante, el cerebro.
Otros municipios como Medina de Rioseco, Mojados o Arroyo de la Encomienda están estudiando ofrecer esta actividad a los jóvenes que residen en ellos. Y yo estoy deseando seguir compartiendo esas charlas con los estudiantes de institutos de mi comunidad y llevar este taller a cuantos lugares lo soliciten, pues sé que las segundas oportunidades nunca son gratuitas, y quizás esta es la manera de saldar mi deuda con mi Dios, o con el destino.
Y es que es verdad...LA LITERATURA SALVA VIDAS.