sábado, 24 de agosto de 2019

Tardes de vino y prosa

Y un año más hemos optado por pasar una tarde de creatividad, amistad y pasión literaria en torno a una mesa y compartiendo un vino.
Mis amigos, los escritores y poetas laureados, Esperanza Gonzalez del Val y Gustavo Gonzalez Gallego, se acercaron a Villa Gatete ciudad de vacaciones y un verano más nos sentamos a escribir como medio de diversión, de expresión y como principio vital.
Una vez más jugamos con elementos externos para inspirar los textos. En esta ocasión nos reunimos un martes 13 de agosto y cada uno extrajimos al azar una carta del juego Dixit. La fecha y los dibujos de las cartas fueron más que suficiente para que naciesen estos textos. Marcamos 30 minutos como máximo de tiempo y una extensión no superior a un folio por ambas caras.
Espero que os gusten. Mis amigos son muy buenos.




MARTES Y TRECE (Esperanza G. D V.)

Mi padre tenía muchas teorías: sobre la vida, sobre el clima, sobre la política... Era un hombre anodino y necesitaba teorías, chistera y bastón para distinguirse del resto de los mortales. Que las teorías tuviesen un mínimo de lógica y coherencia no era necesario. Lo que resultaba imprescindible es que fuesen extravagantes y, a ser posible, que contasen con elementos paranormales. Por eso recogía gatos de la calle y les plantaba en plena noche frente a una bola de cristal rellena de agua, en la que nadaba un pequeño pez mecánico. Su reacción le daba la clave del futuro a través de movimientos y  maullidos. Así, con la ayuda de un gato de color naranja, muy bonito y un poco asustado, determinó aquel martes trece de agosto que debía protegerme del frío del invierno aislándome en un molinillo de café. Ni corto ni perezoso, tomó mis medidas, compró todo lo necesario y su puso a construir en el jardín aquella especie de caseta de perro con manivela. La decoró para hacerla más acogedora, según su criterio, y el 21 de diciembre, tras la primera nevada del año, me encerró allí “por mi bien”. Le pedí que no lo hiciese pero se limitó a tirar notas musicales en el suelo, seguramente obedeciendo a otra de sus disparatadas teorías, y se marchó sin decirme adiós. Subió muy digno las escaleras con su exquisita elegancia y con la satisfacción del deber cumplido.  Yo le miraba con tristeza desde la ventana de mi nuevo hogar, sabiendo que mi amor por él se había evaporado para siempre.


MARTES Y TRECE II  (Esperanza G. DV.)

La ciudad de los huevos me parecía agobiante. Llena de mentiras y normas disfrazadas de libertad. Nosotros no lo conocimos, pero cuentan los ancianos que antes había esquinas donde vendían sus cuerpos las mujeres y callejones donde se besaban los enamorados. Todo eso sucedía cuando las cosas eran lo que parecían y los vecinos se saludaban en las escaleras. Mucho antes de la sociedad perfecta. Yo trataba de adaptarme por supervivencia pura. Los elementos discordantes, como llamaban a los inadaptados, eran “inexistenciados” y borrados de la memoria. Así que “con toda libertad”, evitaba mirar al cielo, salir fuera de horas, comer macarrones con tomate y todo aquello que hubiese sido catalogado como conducta deshechable. Pero un día sentí el amor prohibido con la fuerza de la naturaleza salvaje abriéndose paso en el asfalto. Su mirada suave y valiente, su sonrisa fresca, su melena suelta, a pesar de la ley del moño… Planeamos nuestra huida para aquel lejano martes trece, desoyendo las antiguas supersticiones a las que nadie hacía caso. Nos iríamos juntos a buscar un lugar en el que  amarnos y ser felices. Ahora sé que no se puede escapar. Nos detuvieron, nos separaron y nos encerraron. He perdido la cuenta de los años que han pasado. No he vuelto a salir de esta celda y sé que aquí moriré, sin más aliciente que descubrir los dibujos que hay en la pared bajo la triste pintura gris, sentir los rayos de sol que entran entre las rejas de mi ventana y soñar con el aroma de mi amada. Y con su voz, que escucho nítida cuando cierro los ojos, diciendo: “Este amor nos va a llevar lejos...”
  

M-13   (Gustavo G G)

            Trece centésimas de segundo he tardado en descargar en mi memoria trece mil años de historia. «Introducción a la Humanología: costumbres y tradiciones» es un título poco sugerente, demasiado académico, por eso supongo que nadie se ha descargado desde hace siglos estos cuatro micras cúbicas de biblostenio.
            En trece centésimas de segundo he aprendido que el planeta donde habitamos desde hace siete millones de años, debe su nombre a uno de los miles de dioses a los que los humanos rindieron culto a lo largo de su historia.
            Es increíble que una especie capaz de crear a nuestros ancestros con solo una docena de aleaciones y un par de conceptos primitivos sobre electrónica, pudieran someterse a los caprichos de seres a los que jamás pudo ver. Incluso eran capaces de luchar entre sí en nombre de esos seres. Los humanos se comportaban con ellos como mascotas, como esos animales inferiores que no tenían otra función que la de acompañar al humano a cambio de alojamiento y lo que denominaban «comida», al parecer, algo vital para la supervivencia de todas las especies de su planeta. Definitivamente, los humanos cometían barbaridades para simplemente sobrevivir. La vida en su planeta debía ser espeluznante.
            Quizá algún día pruebe esa experiencia. Quizá me enfunde eso que llamaban «ropa» y viaje de incógnito a su planeta. Quizá me encuentre con uno de esos a los que llamaban músicos y componga un aria que cuente mis viajes por su mundo. Me sentiría como uno de esos dioses a los que adoraban.
            —¡Atención! Todos los M-13 que se hayan descargado alguno de los nanochips prohibidos, acudan al Centro de Reciclaje de Memoria. Repito. Todos los M-13 que se hayan descargado alguno de…
            El mensaje, emitido desde el Centro de Mando Planetario, se repitió durante horas resonando en los cerebros electrónicos de todos los androides de Marte, pero logré huir y ya me encuentro a cuatrocientos millones de kilómetros de allí, buscando en este planeta cubierto de cenizas algún músico superviviente que quiera componer un aria para mí a cambio de una nueva religión. 


ERASE UNA VEZ  (Gustavo G.G)



            «Érase una vez en una ciudad cualquiera» no es el comienzo más original para  esta novela, pero los que me conocen saben que la mía no ha sido una vida al uso, por lo que me tomaré esta licencia.
            Ni estudié una buena carrera como querían mis padres, ni me casé como me pidieron cada una de las mujeres que creyeron conocerme, ni tuve los hijos que mis amigos me instaban a tener cada vez que me presentaban, un sábado tras otro durante años, a una de esas chicas de las que, según ellos, «ya no quedaban». Así que sí, empezaré mi novela con uno de esos clichés que tan poco les gustan a los editores.
            También sé que una celda es el lugar donde decenas han escrito su autobiografía, pero no recuerdo que ninguno de ellos lo hicieran cumpliendo una condena como la mía. El amor al género humano te puede convertir en santo o en demonio según sea el propio ser humano al que ames, o según la época en que te haya tocado vivir. Lo que a mí me ha traído hasta esta celda y me ha calificado de pervertido, a otros les elevaron a los altares de la filantropía.
             En todas las historias que comienzan con el manido «érase una vez», los niños son esas pequeñas criaturas inocentes y curiosas, que terminan cayendo en las tretas de brujas desterradas o en las garras de lobos despiadados cuyo único fin es devorarlos. Así que ya es hora de contar la historia desde el otro lado, desde este lado. Ha llegado el momento de contar que una vez, en una ciudad cualquiera, un niño de voz dulce y piel tersa, y ávido de conocer al lobo de vida tranquila y solitaria, despertó el instinto animal de éste, que había permanecido dormido desde que era un cachorro. Ha llegado el momento de contar que una vez, una sola vez, en una ciudad cualquiera, aquel lobo que sólo conocía las erráticas leyes de una naturaleza que le había concedido apariencia humana, tan sólo una vez, aquel lobo desoyó su conciencia y probó las mieles que la madre naturaleza le mostraba ante él. Ha llegado el momento de contar que un lobo jamás podrá juzgar a un hombre por su manera de vestir, pensar o amar, y que sólo un lobo puede juzgar a otro lobo porque, sólo un lobo, conoce su propia naturaleza.
            Así pues, mi novela concluirá con el típico «y colorín colorado, esta historia se ha acabado», justo antes de que el carcelero, que cada mañana me despierta golpeando la puerta de mi celda blandiendo su porra con ese gesto de superioridad moral propia de su especie, encuentre mi cuerpo tendido en un charco de sangre que empape cada hoja de esta novela hasta hacerla ilegible.
            No quiero que ningún editor, uno de esos que aborrecen los clichés, se lleve un sólo céntimo de mi novela.

Fetichismo (Juan P.N)
Su vida era una continua ascensión a esos infiernos que, lejos de la creencia popular, no se encuentran en los sótanos del mundo.
El felino que todo lo puede, que rige nuestros destinos y juego con el ovillo de los hilos que seguimos sin preguntar a donde nos lleva, había decidido no ponérselo nada fácil.
Una desgracia tras otra,un problema detrás de otro, una serie de catastróficas desdichas. Eso era todo lo que le tenía que agradecer al minino hacedor del mundo.
De alguna manera se sentía como un niño atrapado en un enorme molinillo de café rodeado por un océano de inocencia que terminaría por engullirlo impidiéndole crecer.
Pero este día anecdótico Laertes decidió buscarle los tres pies al gato, ponerle el cascabel y acompañar su ronroneo con palmas por bulerías.
Se acabó. Subiría otro escalón hacía el infierno y aprovechando la fecha, volvería a embarcarse en un interminable crucero de viaje de luna de miel. Porque sí, también pensaba casarse en martes y trece.

Miércoles catorce (Juan P.N)
Los lugareños de aquella aldea gallega pensaron que encerrándolo en una oscura mazmorra y encadenándolo a una bola más negra que su alma, podrían poner fin a aquellos horribles sucesos que habían llevado la desgracia a muchas de las familias que jamás volverían a abrazar a sus hijos.
Laertes sabía que la luz de la luna despertaría una noche más a la bestia que llevaba dentro y que no habría muros ni rejas capaces de detener su sed de sangre inocente,
Mientras aguardaba la salida del satélite maldito, no pudo evitar recordar cómo había comenzado todo. En mala hora había libado de los labios de aquella bruja disfrazada de adorable bailarina. Maldijo en silencio la lujuria que lo llevó a penetrarla una y otra vez, sin saber que en cada coito ella depositaba en él los huevos que al eclosionar, liberarían los demonios que se alimentarían con su alma mortal.
Una noche de infernal placer lo había convertido en el monstruo que era ahora. Solo quería morir. Pero solo sabía matar.
                      


 


           
                




domingo, 18 de agosto de 2019

Letras a Matteo Salvini

Caro Matteo,
...aspetta un attimo, forze debo scribire spagnolo, la mia lingua.


Estimado señor Salvini,
seguramente cuando vuelva a escribirle, arranque la misiva con un "Denostado señor Salvini".
Acompaño estas letras con el vídeo de uno de los pasajes corales más hermosos de la lírica, compuesto por su compatriota Giuseppe Verdi para la ópera Nabucco. En este coro, los esclavos judíos, cautivos y humillados, lloran el recuerdo de Israel.
Soy español, señor Salvini. Hace poco más de un par de miles de años, mi patria se vio invadida y ocupada por las legiones de sus ancestros, que se adueñaron de mi Hispania con la sana intención de romanizarnos. Y de paso expoliar cuantos recursos naturales de mi patria pudiesen. Vamos...lo mismo que los pocos cientos de migrantes a los que usted se ha empeñado en abandonar a su suerte impidiendoles el desembarco en esa Italia que ya no es la dueña de mundo conocido, sino tan solo un país más de la Unión Europea. Estoy convencido de que a usted le gustaría que las legiones romanas volviesen  a adueñarse de La Galia, Hispania, Britania, Cartago y todo lo demás, pero va a ser que no. Y eso le jode. También le jode mucho no poder levantar el brazo con la mano extendida y realizar el saludo romano ante los centuriones y decuriones que cumpliendo sus órdenes impiden el desembarco en suelo italiano de los migrantes que abarrotan el Open arms.
Lamento comunicarle que el mundo ha cambiado y que los desgraciados que son rescatados en el Mediterranéo por aquellos a los que usted acusa de "tráfico de personas", no son más que seres humanos que se han visto obligados a abandonar sus patrias por las guerras, los abusos y el hambre. Le aseguro que en absoluto pretenden imponerle sus lenguas, sus culturas ni sus sistemas organizativos. Ni tan siquiera cambiar los nombres de sus pueblos. Ni levantar acueductos, teatros, circos y coliseos. Ni instalar alcantarillado. Ellos firmarían sin dudarlo el retorno a sus hogares para poder vivir en paz y sin miedo a que violen o asesinen a sus hijas o que hagan de los niños pequeños soldados para morir y matar en nombre de intereses ajenos.
Pese a aquellos años de romanización a la fuerza,agradezco la visita de sus antepasados, a los que los mios consiguieron convencer ( a golpe de falcata)de que se fueran a tomar por el culo un rato. 
España es un crisol de culturas y hemos sido visitados por romanos, griegos, cartagineses, fenicios, celtas, godos, árabes, franceses... y pese a que todos nos han aportado mucho, la cosa dejaba de tener su gracia cuando pretendían ser los amos y esclavizar a mi pueblo.
Los españoles también  visitamos otras tierras. Yo mismo llevo el apellido de uno de aquellos que se fueron a conquistar el nuevo mundo.
No obstante , no se preocupe. Le insisto en que aquellos que están llamando a su puerta, enfermos, desesperados y tristes, no pretenden arrebatarle nada. Solo quieren la oportunidad de vivir y de alimentar a sus hijos. La oportunidad de trabajar y de contribuir a su economía. De llenar las arcas de la Seguridad Social y un día pagar su pensión.
Y no me voy a poner en plan demagogo populista, para eso están otros. Sé que junto a las personas necesitadas y de buen corazón, entrará alguna de alma corrompida que cometerá crímenes y causará problemas. Y le ruego que actúe en consecuencia y persiga y castigue el delito. pero por favor, no lo haga por adelantado.
Se me encoje el corazón al ver como hacinados en la cubierta de un barco, mujeres y niños que estuvieron a punto de morir en el mar, lloran al no saber porqué siguen siendo náufragos que no alcanzan la orilla.
No pretendo darle lecciones de moral ni de nada. Yo no soy quien ha de hacerlo. Pero tenga mucho cuidado. la historia le juzgará y es un juez implacable.
Deseo de corazón que no se vea usted en la necesidad de lanzarse al mar en busca de una oportunidad.
Atentamente

Juan Pizarro Nogués
Afortunado habitante del primer mundo

jueves, 8 de agosto de 2019

Querido Juan

Hace mucho que no te escribo, aunque hablo contigo en silencio todas y cada una de mis noches.
Sé que te tengo que olvidar. Y ya no sé si tu recuerdo me hace bien. O me hace mal.
Esta mañana mientras tomaba el primer café del día y planificaba mi sesión de ejercicios para recuperar tu cuerpo previo a la mutación, he escuchado este tema en la radio y cuando he querido darme cuenta estaba llorando como el niño que fuiste, que fui y que creo que seré siempre.
Aunque alguien piense que esta canción me pueda recordar a alguno de esos amores del pasado que tanto me marcaron y tanto daño me hicieron, nada más lejos. He tenido la suerte de llegar a la mujer que quería alcanzar y este tema solo me recuerda al Juan que fui hasta hace poco más de cinco años y al que a pesar de su falta de sensatez y de sus muchos defectos no puedo evitar echar de menos. Si no, no entiendo porque se me empañan los ojos al recordar su presencia. 
Pero se fue. Ya no está. Se mató en un accidente de moto y le cedió el lugar al Juan que ahora ocupa su cuerpo, viste su ropa, besa a su madre, acaricia a su gato y firma textos con su nombre.
El que hasta que lo perdiste fue tu mejor amigo y al que también extraño a diario,me dijo no hace mucho que ahora soy la versión mejorada, la versión 2.0. Y el no estar seguro de ello me mata.
He aprendido mucho a raíz de esta serie de catastróficas desdichas. Y aun tengo mucho que aprender, porque me empeño en repetir errores y lo que está más que claro es que la vida no concede terceras oportunidades. A veces te da una segunda oportunidad con la esperanza de que recapacites y aprendas de lo errado. No para que lo eches de menos.
Cada día, cada minuto, cada segundo que respiramos es aprendizaje y tenemos la obligación moral de sacarle el mejor partido a las lecciones que se nos dan con cada acto y con cada consecuencia de estos actos.
Aquel Juan y yo nos hemos hartado de escribir sobre las mujeres hasta aburrir al lector y llegar a aburrirnos a nosotros mismos. Pero cada cicatriz en el corazón, cada puñalada en la espalda, cada noche de pasión y cada promesa rota, me han servido para entender que la que ha de llegar para completar tu alma y compartir tu futuro, termina llegando cuando dejas de buscarla.
Todo lo que hacemos, decimos y callamos deja su impronta en el ser que un día de repente abandona la crisálida y extiende unas nuevas alas. Aunque joda reconocerlo es cierto que mas allá de refuerzos positivos y demás lindezas de la pedagogía moderna, la letra con sangre entra.
El Juan que soy ahora no puede subirse a una moto ni creo que vaya a volver a hacerlo, pero lo que tiene muy claro es que al ponerse al volante del coche, lo hará siempre con el cuerpo limpio de cualquier cosa que pueda llevarle de nuevo al hospital y la mente clara y alerta, concentrada en la conducción. Este "Juan 2.0" ha aprendido lo acertado de la canción de Drexler y ha experimentado que cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da. Y no va a volver a fallar a un amigo. Ni quiere volver a fallarse a si mismo. Y esto último es lo más difícil, pero se está apoyando en la gente que le quiere y que le ayuda para tratar de mejorar como persona, como escritor, como hijo, como hermano,como pareja y como amigo. No sabéis lo duro que resulta esforzarse y ponerle ganas y voluntad y ver como aún se escapan algunas cosas y ves la bandera de llegada a la persona que te gustaría ser muy lejos aún.
Juan, tu recuerdo quema y moja por igual y ya no sé lo que pensar. Que tu te fuiste, eso es pasado, sé que te tengo que olvidar.
He decidido no dedicarte más tiempo de nostalgia ni invocar tu recuerdo, pudiendo rescatar del adiós a quienes se fueron en silencio, como Belén y mi padre. Al menos a ti te sigo viendo en alguna ocasión, pero a ellos ya no volveré a verlos. O al menos aun no.
Y con esto termino la misiva, Juan. No te lo tomes a mal, pero despertar de aquel sueño perdido en no sé donde, creo que tuvo sentido para construirme y reinventarme una vez más. Y esta vez lo siento, pero sobras. Ya no pintas nada en mi vida.
Cuídate mucho allá donde estés y acéptame un consejo: no te fíes de las palabras bonitas, de las caderas seductoras ni de las promesas vanas. Quiere a tus amigos y déjate querer por ellos. Los amigos son la familia que nosotros elegimos y que completan la que te regala la sangre.Creeme, desde que María me enseñó a sacar la basura existencial y a elegir a quienes merecen estar en mi nueva vida, he encontrado amigas con las que he compartido un montón de reencarnaciones y una vez tras otra, vuelven a mi lado para acompañarme en las noches más oscuras e iluminar con su brillo los días más felices.
Hala...te dejo,que te he dado una turra que no te esperabas y seguro que lo estás flipando.
Siempre tuyo. O mio. O yo qué sé.


PD: A veces, como en el pasado, me pongo ojitos y me meto mano, pero es que aunque nunca fuiste Brad Pitt, siempre tuviste tu aquél. Prometo devolverte tu físico previo al impacto.


martes, 6 de agosto de 2019

Listo para revista

Le gustaba cantar esta canción mientras se afeitaba y su mujer preparaba el café. Le gustaba esta canción. Le gustaba su mujer.
La vida y la milicia los llevaron por diferentes lugares y ella siempre estuvo a su lado, como una camarada en la que se podía  confiar y con la que durante todo el tiempo que compartieron, se sintió seguro porque sabía que cerraría filas junto a él sin problemas para defender todo por lo que habían luchado y todo lo que habían construido juntos.
Un día gris de no hace muchos años la reclamaron desde el Cielo y él descubrió que vivir echando de menos cada segundo a la persona amada, era lo mas duro a lo que se puede enfrentar un hombre.
Al menos podía reconocer en las dos hijas con las que el destino los bendijo, la bondad, el carácter afable y la generosidad con las que su madre le había robado el corazón. Y pudo contar con ellas hasta que tocaron bandera por última vez y  tras romper filas, graduó la espoleta a cero y partió en busca de su muñequita linda de cabellos de oro.
Dado que ella no estaría para coser su mortaja ni para subirle los bajos del sudario, pidió ser incinerado y que depositaran en el nicho en el que un día habrían de descansar juntos, la urna con lo que no hubiese terminado el fuego del crematorio.
Hoy al fin han vuelto a reunirse. El aire de la montaña donde fueron felices y vieron correr y jugar a sus nietos, los mece juntos, sonrientes y felices, por saber que tienen por delante toda una eternidad para abrazarse y decirse con cada amanecer que se quieren más que ayer, pero menos que mañana.
Al ver a sus hijas preparar los trámites de la despedida y reunir a la familia en la casa donde se sentaban a estudiar al regresar de los baños en el río y de las caminatas  hasta los picos mas altos, solo pudo sentirse orgulloso de ellas. Puede que alguna vez hubiese sido duro con sus pequeñas, pero el haber mandado tropas le había enseñado que solo los fuertes pueden enfrentarse al más duro enemigo y en la batalla diaria que es vivir no se hacen prisioneros.
Las quiso, las quiere, las querrá siempre porque además de ser carne de su carne y sangre de su sangre, estas bellezas que le regaló su mujer han parido dos nietos magníficos que han sabido crecer con fuerza y  honor, recogiendo el testigo del sueño de la familia que su esposa y él mismo diseñaron siendo novios.
Comienza una nueva etapa en un nuevo destino. 
Volverán a reunirse los cuatro. Pero aun no. Aun no.
Abrazado a ella disfrutarán viendo que cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da. Todo se transforma.
Misión cumplida. 
Tras dar novedades al jefe de todos los ejércitos y deleitarse con la satisfacción del deber cumplido, se tumba junto a ella, le acaricia el cabello y muy dulcemente comienza a cantarle al oído su canción.

lunes, 5 de agosto de 2019

Secundarías al cielo.

Durante el concierto de Diego Garcia (El Twanguero)en el veinte aniversario del festival de blues Músicas de Espejo de la localidad soriana de Espejo de Tera, este virtuoso de la guitarra propuso al público que cerrase los ojos e imaginase que estaba realizando un viaje en coche por unas carreteras secundarias con poco tráfico y con dirección al destino que cada uno eligiese. Y así lo hice. 
En mi necesidad de viajar y hacer kilómetros a lo largo de mi alma incluso fui más allá y, el melódico sonido que Diego le saca a su guitarra, me transportó a un viaje mucho más largo. Un viaje en el que tras salir de un peligroso y oscuro túnel donde entré sin haberlo elegido, me llevo un año más hasta ese remanso de paz en la tierra habitado por una gente increíblemente hospitalaria y maravillosa que es Espejo de Tera. 
A lo largo del viaje fui tomando carreteras que antes de concluir en Espejo, me llevaron hasta unas nuevas y necesarias amistades, una hasta ahora deconocida forma de entender mi vida, a nuevas ilusiones y sueños. Y en la etapa de montaña, me llevaron hasta ella.
Y no tuve miedo, no equivoqué el camino y no volví a perder el control del vehículo.
Este viaje de más de cinco años reducido a unos minutos de guitarra ha estado lleno de sorpresas. No voy a negar que no ha habido tramos harto dífíciles y peligrosos y que no me equivoqué al montar autoestopistas, que más allá de avanzar en su camino, quisieron adueñarse del mio; y de todo lo mio. 
Por fortuna también encontré unos compañeros de viaje ideales que sin pedir nada a cambio llenaron el depósito de mi alma y ayudaron a solucionar todas mis averías, que han sido muchas.
Con mucho cuidado, estos mecánicos emocionales cambiaron los neumáticos sustituyendo aquellos que habían pinchado al circular sobre traumas, pérdidas y fobias, por otros en perfecto estado y reforzados por las  llantas de aleación de sus sonrisas.
He tardado mucho en volver a querer sin miedo. Y a creer en mi. Me he desviado tratando de tomar atajos innecesarios por los que si te descuidas no llegas a ninguna parte y, ahora sé que me ha costado demasiado ponerme al volante y arrancar. Pero por fin lo hice.
En Espejo encontré el mejor área de descanso, repuse fuerzas y disfruté al comer los platos más exquisitos y naturales nacidos en la huerta de Adela y la parrilla de Jose Luis, y al saborear un tinto en el que el enólogo de La quinta vendimia ha sabido incorporar el cariño a las notas de cata.
Chus me preparó el lecho para dormir tranquilo y sin miedo y todos los "privilegiados usuarios del área de descanso" me regalaron abrazos y besos y supieron devolverme la sonrisa que perdí al entrar en aquel túnel oscuro y triste del que no quiero acordarme. 
Mis compañeros de viaje y yo hemos compartido un trayecto muy especial y solo puedo estar agradecido por tenerlos a mi lado.
Suena la última nota, el público estalla en aplausos y al abrir los ojos aún puedo ver el cartel de Bienvenido a una vida mejor.