Sé que te tengo que olvidar. Y ya no sé si tu recuerdo me hace bien. O me hace mal.
Esta mañana mientras tomaba el primer café del día y planificaba mi sesión de ejercicios para recuperar tu cuerpo previo a la mutación, he escuchado este tema en la radio y cuando he querido darme cuenta estaba llorando como el niño que fuiste, que fui y que creo que seré siempre.
Aunque alguien piense que esta canción me pueda recordar a alguno de esos amores del pasado que tanto me marcaron y tanto daño me hicieron, nada más lejos. He tenido la suerte de llegar a la mujer que quería alcanzar y este tema solo me recuerda al Juan que fui hasta hace poco más de cinco años y al que a pesar de su falta de sensatez y de sus muchos defectos no puedo evitar echar de menos. Si no, no entiendo porque se me empañan los ojos al recordar su presencia.
Pero se fue. Ya no está. Se mató en un accidente de moto y le cedió el lugar al Juan que ahora ocupa su cuerpo, viste su ropa, besa a su madre, acaricia a su gato y firma textos con su nombre.
El que hasta que lo perdiste fue tu mejor amigo y al que también extraño a diario,me dijo no hace mucho que ahora soy la versión mejorada, la versión 2.0. Y el no estar seguro de ello me mata.
He aprendido mucho a raíz de esta serie de catastróficas desdichas. Y aun tengo mucho que aprender, porque me empeño en repetir errores y lo que está más que claro es que la vida no concede terceras oportunidades. A veces te da una segunda oportunidad con la esperanza de que recapacites y aprendas de lo errado. No para que lo eches de menos.
Cada día, cada minuto, cada segundo que respiramos es aprendizaje y tenemos la obligación moral de sacarle el mejor partido a las lecciones que se nos dan con cada acto y con cada consecuencia de estos actos.
Aquel Juan y yo nos hemos hartado de escribir sobre las mujeres hasta aburrir al lector y llegar a aburrirnos a nosotros mismos. Pero cada cicatriz en el corazón, cada puñalada en la espalda, cada noche de pasión y cada promesa rota, me han servido para entender que la que ha de llegar para completar tu alma y compartir tu futuro, termina llegando cuando dejas de buscarla.
Todo lo que hacemos, decimos y callamos deja su impronta en el ser que un día de repente abandona la crisálida y extiende unas nuevas alas. Aunque joda reconocerlo es cierto que mas allá de refuerzos positivos y demás lindezas de la pedagogía moderna, la letra con sangre entra.
El Juan que soy ahora no puede subirse a una moto ni creo que vaya a volver a hacerlo, pero lo que tiene muy claro es que al ponerse al volante del coche, lo hará siempre con el cuerpo limpio de cualquier cosa que pueda llevarle de nuevo al hospital y la mente clara y alerta, concentrada en la conducción. Este "Juan 2.0" ha aprendido lo acertado de la canción de Drexler y ha experimentado que cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da. Y no va a volver a fallar a un amigo. Ni quiere volver a fallarse a si mismo. Y esto último es lo más difícil, pero se está apoyando en la gente que le quiere y que le ayuda para tratar de mejorar como persona, como escritor, como hijo, como hermano,como pareja y como amigo. No sabéis lo duro que resulta esforzarse y ponerle ganas y voluntad y ver como aún se escapan algunas cosas y ves la bandera de llegada a la persona que te gustaría ser muy lejos aún.
Juan, tu recuerdo quema y moja por igual y ya no sé lo que pensar. Que tu te fuiste, eso es pasado, sé que te tengo que olvidar.
He decidido no dedicarte más tiempo de nostalgia ni invocar tu recuerdo, pudiendo rescatar del adiós a quienes se fueron en silencio, como Belén y mi padre. Al menos a ti te sigo viendo en alguna ocasión, pero a ellos ya no volveré a verlos. O al menos aun no.
Y con esto termino la misiva, Juan. No te lo tomes a mal, pero despertar de aquel sueño perdido en no sé donde, creo que tuvo sentido para construirme y reinventarme una vez más. Y esta vez lo siento, pero sobras. Ya no pintas nada en mi vida.
Cuídate mucho allá donde estés y acéptame un consejo: no te fíes de las palabras bonitas, de las caderas seductoras ni de las promesas vanas. Quiere a tus amigos y déjate querer por ellos. Los amigos son la familia que nosotros elegimos y que completan la que te regala la sangre.Creeme, desde que María me enseñó a sacar la basura existencial y a elegir a quienes merecen estar en mi nueva vida, he encontrado amigas con las que he compartido un montón de reencarnaciones y una vez tras otra, vuelven a mi lado para acompañarme en las noches más oscuras e iluminar con su brillo los días más felices.
Hala...te dejo,que te he dado una turra que no te esperabas y seguro que lo estás flipando.
Siempre tuyo. O mio. O yo qué sé.
PD: A veces, como en el pasado, me pongo ojitos y me meto mano, pero es que aunque nunca fuiste Brad Pitt, siempre tuviste tu aquél. Prometo devolverte tu físico previo al impacto.
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