domingo, 11 de marzo de 2018

Naufragio

Al llegar a casa, Mateo y Diana comenzaron a deshacer las maletas sin dirigirse la palabra.Mientras colocaba la ropa limpia en el armario, Mateo reparó en que Diana arrojaba toda la suya en el cesto de la ropa sucia, haciendo de ello una forma de protesta más.
Él había disfrutado con aquel crucero, ella no dejó de sacarle fallos desde que zarparon y cada milla que avanzó el trasatlántico le supuso una nueva queja.
A Mateo le encantó la puesta de sol desde la cubierta, a Diana se le presentó como una acertada metáfora del ocaso de su relación.
Mateo consideró aquel viaje como una oportunidad para solucionar sus problemas de pareja. Diana se lo planteó como la perfecta ocasión para explicar a Mateo que había dejado de quererlo. No había lancha ni chaleco que pudiese salvarlo de este naufragio.
Al subir las maletas vacías sobre el armario del dormitorio, Mateo sintió que se le había roto el corazón y una incontenible lágrima le resbaló por la mejilla. Al percatarse de ello, Diana supo que al fin había comprendido. Y sonrió.


Este relato lo escribí ayer como ejercicio durante el taller de escritura creativa que estoy realizando con Índigo Crea y donde noto que poco a poco, comienzo a depurar mi estilo y a corregir muchos fallos. Es curioso que de los seis compañeros del grupo de alumnos, dos hayamos sido primer y segundo premio en el último certamen de relatos de la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid y hayamos sido seleccionados para publicar relatos en el mismo libro. El talento se nos presupone, como el valor al soldado, pero la guia y el consejo de nuestra profesora también tiene mucho que ver en ello. Yo me considero el eterno aprendiz de escritor, por muchos premios que gane y muchos libros que publique.

miércoles, 7 de marzo de 2018

Historia de una mujer pluriempleada.

Esta es la historia de una mujer que lleva toda una vida predicando con el ejemplo y de la que todos los que formamos parte de su entorno, seguimos aprendiendo a diario.
Siendo muy joven, la terrible enfermedad que le arrebató a su hermana mayor hizo que se esforzase en conseguir las herramientas que le permitiesen optar a un trabajo digno, con cuyo salario ayudar a unos padres que habían esquilmado los recursos familiares entre médicos y tratamientos por desgracia al final ineficaces. A sus diecisiete primaveras y después de haberse sacado el título de secretariado, entró a formar parte de la plantilla de una empresa internacional que acababa de asentarse en Valladolid. Allí, conoció a un estudiante de Derecho que compaginaba la carrera con su trabajo en el departamento de Recursos humanos. Se enamoraron y comenzaron una relación que mantendrían durante los cincuenta años posteriores, al saberse el uno para el otro.
Él terminó su carrera y comenzó a ejercer la abogacía y, ella lo acompañó en su andadura, ejerciendo como amantísima esposa, madre de sus hijos y secretaria en su despacho profesional.
En unos tiempos donde la conciliación de la vida laboral y familiar no estaba sujeta a ayudas, licencias, ni subvenciones de ningún tipo, ella consiguió formar junto a él una familia numerosa que juntos llevaron con el mayor de los cariños, un poco reconocido pero admirable esfuerzo y un tesón sin igual. Nunca se la escuchó quejarse y si un día dejó su trabajo de secretaria junto a él, fue porque sus hijos se lo imploraron y porque la excelente labor de su marido como letrado, le permitió prescindir de ella para ese puesto y contratar a una persona externa.
Pero eso no quiere decir que ella dejase de trabajar. Simplemente abandonó ese pluriempleo y se centró en el de madre a jornada completa, cosa que además de la educación y el cuidado de los hijos mientras él estaba trabajando fuera de casa, le hizo convertirse en una esforzada empleada doméstica, excelente cocinera, decoradora de interiores, enfermera, animadora sociocultural y organizadora de eventos. 
Por si no fuera bastante, además de las responsabilidades de su hogar, se hizo cargo con abnegado cariño del cuidado de sus padres, a quienes atendió hasta el último momento.
La vida siguió y aunque gracias al esfuerzo del matrimonio, consiguieron alcanzar una desahogada posición económica, el destino hizo que nunca pudiesen bajar la guardia y relajarse, pues enfermedades, accidentes y sustos de todo tipo los obligó a seguir en la lucha cada día de sus vidas. Hasta que él, afectado por una enfermedad que cual espada de Damocles pendía sobre sus arterias, terminó falleciendo. Pero incluso el morir quiso hacerlo en sus brazos y eso si que se lo concedieron los hados. Sus últimas palabras y su último aliento fueron para ella.
Si a mi, que soy un tipo terriblemente enamoradizo, me ha dolido horrores perder a parejas de meses o de pocos años de relación, a ella esta dolorosa pérdida, le ha arrebatado la ilusión y el sentido de su existir. Al menos puede agarrarse al legado humano del amor de su vida, que se refleja en sus cinco hijos y en los tres nietos que hasta el momento has pasado a engrosar las filas de este ejercito.
Hoy en día, con sus años repletos de vivencias y experiencias de todo tipo, me sorprende que cuando sale el tema del feminismo no se declaré una ferviente partidaria de esta corriente. Ella, que ha sido el más claro ejemplo de mujer trabajadora que he conocido. Aunque las mujeres de mi familia podrían ser verdaderos adalides de la causa, pues todas ellas han trabajado, conciliando con esfuerzo, amor y poco más, la vida laboral y la profesional y consiguiendo victorias tan importantes como la obtenida por una prima  a la que adoro, que madre soltera se ha dejado la piel para conseguir que su hija supere sus problemas médicos y acceda a unos estudios universitarios en los que ya está demostrando que lleva los genes de las mujeres que la han precedido en el árbol genealógico.
Particularmente encuentro ejemplos de lucha y de valor en todas mis amigas, que también se han formado en esta sociedad machista y han conseguido acceder a sus puestos de trabajo por méritos propios y no por sus caras bonitas. Y, cada vez que alguna me cuenta comentarios de sus jefes o de sus compañeros de trabajo, siento como si esos idiotas me estuviesen escupiendo en la cara y me entran ganas de ir a buscarlos para enseñarles respeto y educación, pero eso no me corresponde a mi, ellas saben valerse solas y no necesitan de un machito que las defienda.
Celebramos mañana el día de la mujer trabajadora, y aunque esto que voy a escribir me pueda generar algún disgusto, creo que es un error. La mujer de por si, es una abnegada trabajadora desde el principio de los tiempos. Por mí, celebraría y con verdadero orgullo y agradecimiento, el  que sean tan formidable ejemplo de mi especie animal. Yo celebraría el día de la mujer, a secas.
Me harto de decir que la paridad está mucho más allá de escribir lectores y lectoras, amigos y amigas o compañeros y compañeras. la paridad, está en el increíble ejemplo que me han dado mi madre,mis tías, mis hermanas,  mis primas y mis amigas. Ahora solo queda que los imbéciles de turno que manejan según que hilos, accedan a reconocer que somos iguales y esa igualdad debe reflejarse en los salarios y en las condiciones laborales. Es de lógica y de sentido común.
Mamá, este texto va por ti...y por todas.

domingo, 4 de marzo de 2018

Con vosotras

Y no os preocupéis, esto no es un texto ñoño en el que voy a hablar de lo maravillosas que son las mujeres y lo hijo de puta que hay que ser para maltratarlas, física o psicológicamente ( y sí, hay que ser muy hijo de puta).
Dentro del género femenino hay personas increíbles y estupendas (la mayoría) pero también crueles y dañinas (una selecta y muy peligrosa minoría ) y como dicen los abuelos (y las abuelas, claro, ustedes perdonen) "de todo hay como en botica".
No obstante creo que como hombre, estoy en mi legítimo derecho a levantar la voz y a sumar mi grito al de todas aquellas que elevan el suyo reivindicando sus derechos. Faltaría más. En mi vida, la mujer ha sido siempre la palanca que encontró el necesario punto de apoyo para mover mi mundo. Mi madre, mis hermanas, mis amigas, mis parejas...Todas supieron aplicar la fuerza necesaria para que mi vida echase a andar y para que me levantase después de cada caída. Si bien es cierto que también encontré auténticos demonios de increíbles curvas y deliciosas noches que me hundieron en el fango tras arrancarme el alma a jirones y aprovechar cuanto pudieron de mi, esquilmando mis recursos emocionales y materiales. Pero no por ello culpo a un género entero. Generalizar es de mediocres. Culpo a las personas a las que no debí haberme acercado jamás, pero en mi estupidez no supe poner distancia y entre otras cosas y como siempre, me pudo la lujuria.
Me duele mucho, muchísimo, ver a tantos hombres (demasiados aún) que minusvaloran a la mujer por el solo hecho de serlo. Que consideran que su misión en el mundo es la de completar al hombre, cuidar de los hijos que este engendre y servir de reposo del guerrero. 
¿Estamos gilipollas o qué?
La mayoría de las mujeres que conozco son mucho más validas para desempeñar puestos de responsabilidad y más sacrificadas y trabajadoras que muchos de los hombres que conozco. Y sin embargo tienen que luchar con el handicap de pertenecer al mal denominado "sexo débil". Una cosa es que físicamente seamos diferentes en cuanto a constitución y masa muscular (benditas y adorables diferencias) y otra muy distinta es que esas diferencias las hagan inferiores a nosotros.
No sé porqué coño no se equiparan los salarios y las condiciones laborales, no se otorgan los mismos derechos y no se reconoce el increíble trabajo de una mujer que además de currar como una bestia en su puesto laboral, atiende luego la casa y la familia porque sí, porque es lo socialmente establecido y su maridito el pobre, es que llega agotado del curro.
A mi me educaron para respetar a la mujer. Vi como mi padre siempre trató con absoluto respeto y con el mayor de los cariños a mi madre y como se empeñó en inculcarnos unos valores morales y sociales en los que no había ni que explicar que solo eran válidos si se aplicaban a ambos géneros por igual. Pero aún habrá quien piense que en ocasiones peco de machista por abrir la puerta  a una mujer y cederle el paso o por ofrecerme a cargar con su maleta. ESO SE LLAMA EDUCACION. Sé de sobra que no necesitan que les abran las puertas ni cargue con sus pesos. Las mujeres que conozco y con las que convivo, cargan con unos pesos con los que yo no podría ni de lejos y no me refiero a maletas precisamente. Y las puertas se las han abierto ellas. No las de entrada al edificio sino las de acceso a un mundo laboral digno y a  títulos universitarios con unas calificaciones que ya quisiera yo.
Señores (y digo señores porque esto solo se lo quiero decir a los lectores masculinos, me jode tener que explicarlo todo): El trabajo es nuestro, nosotros somos los que tenemos que arrimar el hombro ahora y de verdad, para que se respete de una puta vez la valía de la mujer. A ver si no llevan ellas toda la vida apoyando y arrimando el hombro con nosotros.
Lo que también me jode mucho es que en pleno siglo XXI donde la sociedad se supone que avanza al ritmo del progreso, estamos viviendo una autentica involución en este aspecto y cada día hay más víctimas de violencia de género y más injusticias laborales contra la mujer. 
Eduquemos a nuestros jóvenes para que no repitan esquemas absurdos. A nuestros mayores ya es demasiado tarde. En la educación y en el acceso a la cultura hay muchas soluciones.
Hagamos el favor de educarnos y culturizarnos.

viernes, 2 de marzo de 2018

Absuelto de asesinato

No voy a mentir. Durante mucho tiempo creí ser un aseino y haber matado a la persona más maravillosa que he conocido nunca. A quien le debo tanto, tantísimo que el agente existencial que lleva el caso podría haberlo considerado como un lógico móvil para justificar el crimen.
Sé que muchos asesinos dicen lo mismo, que ellos no querían, que fue un accidente, que lo sienten ,que están muy arrepentidos...Pero esta vez era verdad, lo juro.
Mi supuesta víctima tenía un corazón tan grande que las arterias, agotadas de bombear tanta sangre se debilitaron y un exceso de presión provocado por  disgustos, sustos o emociones fuertes, podían acabar destrozándolas. Y precisamente creí que esa fue el arma del crimen. Pensé  que lo había matado de un disgusto y que murió de amor por mí y de emoción al creer perderme.
Él fue un incombustible y perfecto luchador al que no pudo derrotar nunca nadie en buena lid. Ni tan siquiera el exceso de trabajo, de cargas y de responsabilidades que siempre se echó a la espalda. Murió de forma tan discreta, tan correcta y tan comedida como vivió. Simplemente llegó su hora cuando una artería estalló al no ser capaz de contener el enorme caudal de emoción que le manaba constantemente del pecho.
Sin querer, aunque sin haber puesto los medios necesarios para evitarlo, pasé por un momento en el que clínicamente mi corazón y mi cerebro se apagaron y al hacerlo, él sufrió lo que yo tuve la suerte de no sufrir al estar dormido durante días. Cuando desperté, él estaba a mi lado y me recibió con una mirada tan profunda y tan llena de cariño que al verme reflejado en sus ojos, entendí que estaba herido de muerte y crei ser el culpable de la herida.
Durante las semanas que siguieron a mi terrible error, se esforzó en ayudarme a vencer las consecuencias de mis actos y a recuperar mi vida. Y perdió la suya.
No pude evitar culparme y cuando vi su cuerpo inerte, le dije a mi madre que porqué él y no yo y que quería cambiar su lugar. Mi madre, enfadada ante mi conducta, me dijo que mi padre había ofrecido cambiarse por mi durante aquellos días oscuros de los que nada recuerdo.
Hasta hace muy poco no he podido sacarme la terrible espina clavada en la conciencia y en el alma, pero alguien me dijo que dejase de culparme. Que su enfermedad llevaba años creciendo a costa de todos los sinsabores del día a día de un padre de familia numerosa y que para él, la mayor alegría fue volver a verme caminar, sonreír y darle un beso. Que yo nada tenía que ver con su muerte, que como padre, estaba más que acostumbrado a bregar con los miedos que produce el amor por cinco hijos y que simplemente la ingeniería de su cuerpo tenía una fecha de caducidad por desgaste de material. El uso, el increíblemente buen uso que hizo de su corazón y de su cerebro, le concedió unos años de carencia cuando recibió el primer aviso de fallo en el sistema.
Tengo la suerte de haberlo disfrutado durante casi cuarenta años de mi vida. Y de seguir disfrutando de su recuerdo, de su ejemplo y de su legado genético  en mis hermanos. Y  de mi madre,  la mujer a la que amó por encima de todo y en cuyos brazos murió, cosa que sé fue un regalo de Dios que mi padre agradecerá eternamente.
Hoy necesitaba contarte esto, papá, porque siempre me leías y sé que seguirás haciéndolo desde allí donde estés.
Y ahora que venga el imbécil de turno a decir que soy un ñoño porque escriba que te quise, te quiero y te querré el resto de mis vidas.
Fuerza y honor.

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lunes, 26 de febrero de 2018

Relatista

Este es mi último relato escrito para el encuentro de relatistas "Los jueves de ceniza" que se celebra en la Casa-Museo de José Zorrilla el tercer jueves de cada mes.
Sobre el motor de creatividad que nos da la organización, hay que escribir un relato siguiendo unas sencillas directrices.
Animo a todos los que gustéis de escribir relatos a participar. En cada sesión seleccionan tres de los recibidos y se corrigen públicamente por Índigo crea,los creadores de esta iniciativa. Podéis encontrar la información al respecto en su página web.

Una furtiva lágrima
 
Dejó el corazón en el coche aparcado en batería frente al hotel donde había concertado el encuentro que llevaba semanas diseñando.
Antes de bajar del vehículo, el agente Luis González, Lu para los amigos, amartilló el arma y le quitó el seguro. Aquellos dos tipos sospechosos que simulaban jugar una partida de ajedrez en la mesa de la terraza de la cafetería no habían conseguido engañarlo. La disposición de las fichas en el tablero, evidenciaba a simple vista que al menos uno de ellos no tenía la más mínima idea de cómo librar una de esas batallas de ingenio y paciencia infinita.
González espero a que se alejase de la trayectoria de las balas la joven, madrugadora e inoportuna mujer que se acercaba empujando una silla de bebé y una vez dedujo que estaría a salvo, descendió de su viejo Citroen.
Como había previsto, los dos pésimos actores que habían enviado para eliminarle trataron de sacar sus armas, pero el eficaz agente del CESID no les dio opción a ello. Mientras avanzaba hacia la terraza, disparó dos certeros proyectiles que se alojaron en las frentes de ambos sicarios, acabando con sus vidas en el acto. El silenciador que le había colocado al cañón de la automática se ocupó de amortiguar el ruido de las detonaciones y, la calma que se disfrutaba en ese pueblo de la serranía segoviana no se vio en absoluto alterada por el rápido tiroteo. Iba a regresar al coche para pedir por radio que desde la central se ocupasen de tranquilizar a los agentes del cercano puesto de la Guardia civil, cuando encontrasen los cadáveres y diesen la voz de alarma, pero algo estuvo a punto de echar definitivamente al traste sus planes de aquella mañana. Y del resto de mañanas de su vida. La camarera del establecimiento, una rubia y menuda mujer de agraciado rostro, extrajo una escopeta de cañones recortados de debajo del
mandil dirigiéndola hacia él con muy aviesas intenciones. González apuntó con esmero y consiguió desarmarla de un único disparo que le atravesó la mano derecha. Entre sus principios no estaba matar mujeres hermosas, por muy peligrosas que estas fueran.
Comprobó que no hubiese más personas en las inmediaciones del tranquilo y apartado hotel rural donde se había organizado la reunión y tras asegurarse de que ese round había concluido, sacó su teléfono móvil de prepago e hizo una llamada a la persona que lo esperaba en la habitación doscientos once de “La sierra encantada”. Al segundo tono, una voz de hombre con marcado acento ruso contestó impaciente.
—Empiezas a retrasarte, Gonzalez.— El veterano agente secreto español disimuló la risa irónica que le provocó la respuesta a la llamada y dijo— Al menos voy a llegar. Seguro que no tienes ni idea de lo que ha pasado aquí abajo con el comité de bienvenida que me habíais preparado. Ella es francamente guapa. Con lo jodido que está el trabajo en este país, no os habrá resultado sencillo hacer que la contratasen en la cafetería de un pueblo de cuatrocientos treinta habitantes. Seguro que se le da mejor atender mesas que eliminar objetivos. Lo mismo que a los dos payasos que hacían como si jugasen al ajedrez. La KGB nunca se caracterizó por las puestas en escena de sus operativos.
—La KGB hace años que dejó de existir, González. Estás tan obsoleto como tus conocimientos.
—No creas, Yuri. Aún sigo en forma. Subiré a tu habitación en tres minutos. Te agradecería que, si piensas acabar conmigo, no me hagas perder el tiempo. Tengo muchas cosas que hacer hoy. En dos horas debo estar en los juzgados de Plaza de Castila firmando el divorcio y te aseguro que le tengo mucho más miedo a mi futura ex, que a todos los sicarios soviéticos, maten bajo las siglas que maten.
—Los españoles no dejaréis nunca de sorprenderme, González. Sube ya. Te pasaré el usb con los archivos sobre nuestra participación en “el proces” y trataré de explicarte el porqué de nuestra injerencia en la soberanía del territorio español.
—Perfecto entonces. Voy para allá.
El agente González cambió el cargador de su Pietro Beretta de nueve milímetros y accedió sonriente al hall del hotel donde se encontraba la recepción. Preguntó al amable recepcionista por la ubicación de la habitación doscientos once y subió a cumplir con su cometido, asegurándose primero de que no le hubiese seguido nadie.
Mientras subía las escaleras hasta la segunda planta, no pudo evitar pensar en el numerito que lo esperaba en la sala tercera de los juzgados de lo civil. Se había prometido que dejaría en el coche todo lo personal y que acudiría limpio de distracciones a su cita, pero, aunque dejó el corazón y los recuerdos de su matrimonio sobre el asiento trasero del automóvil, no había podido librarse por completo de la rabia y la angustia que le producía saber que había vuelto a equivocare al elegir y, que Carolina tampoco era el verdadero amor de su vida. Bueno…ella se lo perdía. En breve dispararía dos balas sobre el bueno de Yuri, una en el corazón y otra entre las cejas. Al hacerlo, le dedicaría con cariño la primera de ellas a Carolina. La que debía haber premiado su infidelidad y que se abstuvo de haberle regalado al encontrarla en la cama junto al enlace del CESID con la embajada francesa. De pequeño lo enseñaron a respetar a las mujeres y prefirió acabar con aquel gabacho de ojos turbios un par de semanas después, arrojándolo a las vías del metro al paso del convoy de la línea seis, la circular, de forma que pareció un fatídico accidente. Un buen amigo que dirigía la empresa que se ocupa de la seguridad en el metro de Madrid, avisado con antelación del futuro desgraciado suceso, se aseguró de que la cámara que vigilaba el anden en sentido Méndez Álvaro, estuviese desconectada. Favor con favor se paga.
Una vez hubo recogido el dispositivo USB, escuchado las explicaciones sobre la organización de aquel fallido proceso de independencia de Cataluña y eliminado al responsable de la trama de desinformación universal sobre la supuesta opresión del estado español sobre la nación catalana, el mortífero e impecable Teniente coronel de inteligencia militar Luis González, encendió un cigarrillo con su mechero de gasolina, abandonó el hotel, se sentó al volante y condujo raudo y melancólico hacia su nuevo estado civil. Una lágrima le resbalo por la mejilla durante el trayecto. Hay que ver, cuan irónica es la condición humana.

martes, 20 de febrero de 2018

La belleza

Es una condición inherente a las personas de alma limpia y clara. Y no tiene nada que ver con el aspecto físico, simplemente las buenas personas son hermosas a ojos del resto de los mortales, o al menos de los que tenemos ojos para ver, oídos para oír y corazón para sentir. Por que hay muchas personas que ni ven, ni oyen, ni sienten ni padecen.
Me duele sobremanera ver que la sociedad actual está sufriendo una peligrosa involución y abundan aquellos (y aquellas, por supuesto) que no solo no son capaces de reconocer esa belleza de la que hablo, sino que además, al intuirla, prefieren hacer lo posible para que no florezca ni luzca llegando incluso a destruirla. Y esto va mucho más allá de la denominada "violencia de género". Esto viene de la terrible y acelerada pérdida de los valores fundamentales que se están sustituyendo por otros valores más actuales, surgidos de la ausencia de virtud que nace del consumo sin límite y la necesidad de adorar los becerros de oro de la fama, las efímeras modas y los absurdos bienes materiales.
Me aterra ver como algo tan necesario como el respeto, la sinceridad y la generosidad, se sustituyen por cosas como la competitividad, el egoísmo o la avaricia. Lo que prima hoy en día es triunfar a toda costa, tener más cosas y mejores que los demás y ser admirado.  Y por desgracia, cada vez más gente confunde el ser admirable con ser admirado.
Pero para fortuna de todos, aún hay personas que comparten con los demás su bondad, su nobleza de espíritu y su belleza. Aún hay personas dispuestas a sacrificarse por las demás, anteponiendo a su placer y a su felicidad, la de los seres queridos y a veces ni tan siquiera queridos, simplemente la de los seres cercanos. Y eso hace que recupere la fe en el ser humano. Yo, que había decidido acudir a la ciencia para que me transformase en un gato o en cualquiera de esos seres sin malicia a los que llamamos animales. Algunos matan, sí. pero matan para alimentarse o para defenderse, no para arrebatar a su víctima sus posesiones ni su dignidad. Eso solo lo hacemos nosotros.
Y que no se confunda nadie. El golpe en la cabeza fue fuerte, si, pero no me ha vuelto loco y no me siento ni mejor que nadie ni el conocedor de los secretos del universo. No pretendo darle a nadie lecciones de moral porque soy tan humano como el que más y cometo los mismos errores que todos. Tan solo digamos que ahora soy más consciente de la cantidad de belleza que hay a mi alrededor y de como algunos pretenden acabar con ella. Y eso me lleva a desear cosas que no debería ni pensar, pues no me corresponde a mi juzgar ni impartir justicia.
Hoy me ha dado por aprovechar este púlpito en la red, para invitar a todos aquellos (que si...y aquellas) que me leen, a que traten de conducirse por una máxima tan antigua como el tiempo y que dice : no hagas a nadie lo que no quieras que te hagan a ti. Yo trataré de aplicarlo a cada momento y estoy convencido de que si lo hiciésemos todos, al poner el telediario no me llevaría los berrinches que me llevo; al igual que al hablar con algunas personas a las que adoro y con las que me siento muy impotente ( se ruega evitar chistes fáciles) al no poder ayudarlas a mejorar sus vidas, porque están pagando las frustraciones de personas sin un alma a la altura de lo que ellas merecen.
Y si...os garantizo que seguiré metiendo la pata, equivocándome casi a diario y cagándola de la forma más estúpida pero os garantizo también que aunque eso no sirva de excusa, nunca lo haré movido por el deseo de causarle mal a nadie.
A veces sentarme en silencio con un pitillo en la boca y escuchar esta canción, me reconforta y me ayuda a recuperar la esperanza.

viernes, 16 de febrero de 2018

Con la luz de frente.

Subió el volumen del reproductor de música portátil y a través de los auriculares, la versión del Somewhere over the rainbow que hizo el tristemente desaparecido IZ le acompañó durante el tramo más duro de su ruta por  la montaña.
Sí, en algún lugar bajo el arcoiris, el mundo es realmente maravilloso, aunque a veces se presente como el peor de los infiernos y estar vivo duela. A esta conclusión  llegó tras haber sopesado todos los acontecimientos de su vida y haberle concedido a cada uno de ellos, la importancia que realmente tienen. 
Ahogarse en un baso de agua se convirtió en una costumbre demasiado peligrosa y arrastrase entre tinieblas sin decidirse a encaminar sus pasos hacía la luz que lo esperaba en el horizonte, fue la rutina en los días en los que todo se le hacía difícil e insoportable. Pero un día esa luz brilló con más fuerza que nunca y lo atrajo hacia ella. Y según se fue acercando a la luz que lo abrazó con su haz en la distancia, volvió a identificar las formas de lo que le rodeaba, los colores antes imperceptibles y los rostros ocultos en la sombra. La luz del faro que consiguió orientarle, lo deleitó con la belleza de todo lo que permanecía a su alrededor, ahora perfectamente reconocible, cercano y cotidiano.  Y descubrió el placer en el camino. Ya no temía andar, ya no temía poner un pie delante del otro y vivir. Ya no  temía a los peligros reales o imaginarios que le acechasen a lo largo del sendero. El mundo se presentaba repleto de arco iris, de cielos estrellados, de puestas de sol sobre el océano y de amaneceres que no eran otra cosa que la perfecta metáfora de toda una vida por delante. Su vida, la vida que solo él podría vivir, que solo él podría conquistar y que solo él podría convertir en el perfecto volumen de  relatos de aventuras con final feliz. O en la historia de amor que siempre había soñado escribir y para la que no había conseguido encontrar la protagonista adecuada que llenase junto a él las páginas de días y noches llenas de felicidad, de cariño y de pasión.
Un suave brisa le acarició el rostro mientras al son del tema que interpretaba el orondo cantante hawayano, volvió a sentirse feliz y agradecido por ser y estar. 
Por ser y estar. Cuantas veces había dedicado ese agradecimiento a personas que le llenaron el alma."Gracias por ser y estar". "Bendito verbo To be". Siempre le gustó jugar con las palabras y descubrir en ellas el perfecto aliado para enfrentar el sufrimiento. Ahora aquella luz que lo trajo de vuelta, le iluminó también muchas certezas, entre ellas, que las palabras servían también para expresar la alegría de un corazón contento y no solo para llenar páginas con dolor.
El mundo es suyo. El mundo le pertenece y lo está esperando con los brazos abiertos para que en tanto de rosa y azucena se muestre la color en su gesto y en tanto su mirar, ardiente, enhiesto lo acompañé en el camino, pueda alcanzar cuantas metas se proponga. Y celebrar todos y cada uno de sus triunfos, concederse las medallas necesarias y conseguidas con tesón y, escribir con letras de oro su nombre en la portada del tomo que le  reservó el destino para ser impreso en calidades de lujo.
Al terminar la canción sonrió, encendió un pitillo y con un brillo en los ojos que denotaba la más sincera alegría, volvió a poner la misma pista del cd se levantó con un dedo las gafas de sol y miró fijamente a la luz del faro que lo alumbraba. Calculó las jornadas de camino que lo distanciaban de él y pletórico de fuerzas y henchido de versos en el pecho, continuó la marcha.

domingo, 11 de febrero de 2018

La metafunción.

Tras realizar los ejercicios de respiración y expresión que aprendió en la escuela de arte dramático cuando estudió el método, Sebastián Lanzas, el actor de moda entre los críticos internacionales, cogió el texto de la función que se estrenaría aquella misma noche en el Teatro Real de Madrid y se dispuso a darle una última vuelta. Cuando lo llamaron para ofrecerle el papel y leyó la obra, supo que ese personaje lo habían escrito para él y a pesar de lo que le supondría darle vida, aceptó sin dudarlo ni un segundo.
Decidió repasar una de las escenas que más le sobrecogieron el alma cuando interiorizó su papel, porque parecía la transcripción fiel de un episodio reciente de su vida.
Se plantó en medio del escenario de la sala de ensayos, miró fijamente al vacío y comenzó a pasar el texto.
 
Y si, aún recuerdo aquel ayer, cuando estabas junto a mi. Tu me hablabas del amor y de otras muchas mentiras que se te daban genial llevar a escena, interpretando con increíble maestría cada uno de los actos. Incluso los más carnales. Y tus monólogos cargados de sentimiento y de pasión. ¡Que gran actriz! No sé como es posible que todavía no hayas viajado a Hollywood. Allí tienes el futuro asegurado. A los americanos les encanta vivir las mentiras.  Siguen convencidos de que son los dueños del mundo. Tan convencidos de ello como lo estabas tú de tenerme completamente a tus pies. Y así fue durante un tiempo, hasta que conseguí levantarme y mirarte a los ojos. 
Sin maquillaje, sin el vestuario para cada escena  y sin el atrezzo con el que conseguiste adornar el escenario donde cosechabas aplausos y grandes ovaciones de un más que confundido público, no eras más que alguien encasillado en el eterno personaje de frívola, embustera y traidora.
Si realmente vas a irte hazlo ya, No me amenaces más con ello. Si crees que él será quien llenará tus días y alegrará tus noches, no lo dejes escapar. No insistas en conservar lo nuestro. porque ya no es solo nuestro. Ahora es también suyo y no estoy dispuesto a compartirlo con él. No finjas quererme, no pretendas convencerme de que lo que sientes por mi es amor. No lo es. Es lástima y prefiero darte asco que darte pena. Te lo pondré fácil. Voy a ayudarte a abandonarme, ya que veo que no eres capaz de hacerlo, que esta vez no sabes cuando tiene que bajar el telón. Te odio, te deseo que la vida te pague como te mereces, Y que ya que has nacido para vivir el Teatro, que cada día sea la reposición del drama más doloroso que puedas interpretar. y que te coma por dentro. Que el personaje más desgraciado se adueñe de todo tu ser y que sienta y respire en ti. 
Y que él comprenda que no habrá libreto en el que ambos consigáis ser felices. Simplemente alcanzaréis migajas de verdad entre bambalinas y tendréis que racionároslas porque esas verdades mínimas y caducas, no os llegarán para alimentaros, tan solo para manteneros vivos en vuestra mentira.

Cuando Sebastián terminó de ensayar la escena de la despedida, buscó en la agenda el teléfono del autor y lo llamó mientras encendía un cigarrillo.
-Si, dígame- Contestó una voz juvenil al otro lado del teléfono.
-Hola Arturo, buenos días. Soy Sebastián Lanzas.
-Hola Sebastián, buenos días. Ya me ha llamado el director del teatro. Hemos quedado allí una hora antes de que se abran las puertas al público, para organizar como será el coctel de después.
-Muy bien, Arturo, pero no te llamo por eso.-dijo Sebastián con algo de enojo- Lo que quería era preguntarte algo que llevo mucho tiempo queriendo saber. ¿Alguien te contó mi vida y mi divorcio de Marisa? Además de lo que ha salido en las revistas y en los programas del corazón ¿Te han contado la verdadera razón de nuestro divorcio? Creo que no has jugado limpio, Arturo. Creo que has manejado mucha información sobre mi vida y has convertido lo más doloroso de ella, en una obra de teatro.
-La vida es puro teatro, Sebastián- dijo Arturo con cierta ironía-Tu ego de artista no te permite ver que la trama de esta obra, es la más antigua del mundo. Se ha escrito y se ha escenificado millones de veces a lo largo de la historia de la humanidad y por todo el planeta. Si te sientes representado en el personaje que vas a llevar a escena, enhorabuena. Así conseguirás un nuevo premio Max y te encargarán que lo representes en la futura versión cinematográfica. Haz de tu desgracia y de tu dolor la inspiración necesaria para levantar al público de sus butacas.
-No pienso prostituir mi alma, Arturo. Llama al teatro y suspende el estreno. Búscate a otro que esté dispuesto vender su corazón por una buena crítica, un premio y unos cuantos ceros en su cuenta corriente.
En vez de colgar, Sebastián arrojó con fuerza el teléfono contra la pared, destrozándolo con el golpe.
Antes de saltar por la ventana y estrellarse contra el suelo, encendió otro cigarrillo. Total, en su afán de matarse lentamente tan solo había conseguido que se estropease un poco el cutis. nada que no pudiese solucionar con la crema adecuada o con el cirujano plástico oportuno.
Los titulares de todos los medios que se hicieron eco de la noticia, coincidieron en que aquel fue un suicidio por desamor. Nunca supieron que realmente aquello fue un crimen pasional. Los recuerdos dolorosos empujaron a Sebastián por la ventana.

lunes, 5 de febrero de 2018

Y lo demás son chorradas

O cuentos. Y sé que no crees en los cuentos, aunque escribas el tuyo cada día al despertarte para ir a trabajar con una sonrisa en el rostro. Pero no por sonreír crees ser una princesa a la que el príncipe azul terminará persiguiendo con un zapatito de cristal en la mano. ¡Que turra, por Dios! ¡Pero si esta desparejado y además ni te sirve, ni te gusta! Tú eres más de calzado cómodo para ir a currar y de llamar a las cosas por su nombre y no disfrazarte de lo que no eres, para asistir a un baile y camelarte al más guapo. El físico te da más o menos igual (a ver, que no es lo principal pero también ayuda, que tonta no eres) y lo que te pone realmente, es la limpieza de corazón, el buen uso de la cabeza y el que un hombre, príncipe o no,  sea capaz de conseguir sus objetivos con esfuerzo y sacrificio. Y no creerse alguien especial por ello. Al fin y al cabo eso es lo que llevas haciendo tú toda la vida sin colgarte medallitas ni toisones de oro.
Hermanastras celosas y rabiosas las hay por todas partes pero en el fondo no es culpa suya, sino de aquellos que las convencieron de que lo merecían todo por derecho de nacimiento. Por eso cuando ven a una mujer como tú, se sienten atacadas al saber que el verdadero derecho a ser feliz es tuyo, que te lo llevas currando mucho tiempo y has puesto los medios, aunque la vida te haya sacudido una y otra vez. Has descubierto que el amor, como canta Macaco, es el único camino. Y es un camino que igual ahora mismo ya no pensabas volver a recorrer, por haberte encontrado en él con dragones, ogros, hechiceros y demás subproductos de la fantasía. Pero también te has encontrado conmigo, que sé que este es el veredero camino. El que hay que recorrer en presente y no en pasado ni en futuro, simplemente colocando un pie delante del otro  apartando la maleza, esquivando a las serpientes y mandando a tomar por el culo a las fieras que pretendan arrancarnos la vida a mordiscos.
El amor es algo maravilloso pero hay que tener mucho cuidado, porque se ha convertido en un producto gourmet al que le han salido muchas imitaciones de baja calidad de esas que se venden en el todo a cien. Prefiero ahorrar o pedirle un crédito a mi alma. Si quieres estaría genial que avalases ese crédito y si lo necesitas, yo avalaré el tuyo. Aunque creo que tú vas sobrada de efectivo emocional y te puedes dar el capricho de adquirir el amor más exclusivo, el de denominación de origen, el de pata negra.
Y lo demás son chorradas, o cuentos. 
Había una vez no hace tanto ni en un país tan lejano, una hermosa mujer que decidió echarle coraje a la vida y que despidió a su hada madrina. Y un trovador que se había estancando en cantarle a las penas y a las mujeres equivocadas.
Y fueron felices y se hartaron de chuletillas y de pan tumaca, maridado todo ello eso sí, con el tinto oportuno.
Continuará (el the end es un rollo)

miércoles, 31 de enero de 2018

Inconsciente

Esta entrada no es más que al ampliación de un muy necesario microrrelato que escribí y colgué en mi página de Facebook(Juan Pizarro new) el pasado día 26 de enero.
El relato habla metafóricamente de la ejecución de un reo que voluntaria e inconscientemente se coloca ante los fusiles del pelotón y, que consiente una vez más en vendarse los ojos. Está metáfora explica que al beber y ponerte al volante habiendo ingerido alcohol , tu mismo te estás colocando la venda que cegará tu visión y te llevará a estrellarte contra ese paredón repleto de agujeros de bala que es la carretera.
El protagonista fue ejecutado pero por avatares de la vida, por suerte o porque no era su momento, no recibió el tiro de gracia y consiguió recuperarse y volver a la lucha.
El que tenga oídos para escuchar, que escuche.
 De todo se aprende y si la experiencia y la inconsciencia del protagonista de este texto puede aportaros una lección de vida, aprovechadla. Las cosas pasan. No solo les pasan a los demás.

Inconsciente

 Antes de ser ejecutado saludó uno a uno a los miembros del pelotón con quienes había compartido las últimas copas de vino. Permitió que se le colocase la venda de efluvios alcohólicos y de forma chulesca, casi teatral, se enfrentó al momento y con solo cinco palabras pronunciadas entre risas, firmó su sentencia de muerte: "No os preocupeís,voy bien".
El motor rompió el silencio de la noche con sus detonaciones
Para su fortuna, no le quitaron el casco, olvidando darle el tiro de gracia. El ofical que mandaba el pelotón se apiadó de él y apartó el cañón de su sien, perimitiéndolo vivir. 

Y contra todo pronóstico, vive.


La canción que encabeza la entrada, habla de caminar con un fantasma. Por suerte el reo del micorrelato volvió literalmente de la muerte y se materializó de nuevo, con todos sus defectos y sus escasas virtudes. Pero las segundas oportunidades nunca son gratuitas y sabe que como parte de la deuda contraída, tiene la obligación de dar ejemplo y asumir sus responsabilidades, aunque hacerlo a veces cueste mucho y requiera de valor y sacrificio. Tiene la inmensa fortuna de contar con mucha gente a su lado dispuesta a ayudarlo. Y eso no se paga con dinero. Ni con sangre.