domingo, 11 de marzo de 2018

Naufragio

Al llegar a casa, Mateo y Diana comenzaron a deshacer las maletas sin dirigirse la palabra.Mientras colocaba la ropa limpia en el armario, Mateo reparó en que Diana arrojaba toda la suya en el cesto de la ropa sucia, haciendo de ello una forma de protesta más.
Él había disfrutado con aquel crucero, ella no dejó de sacarle fallos desde que zarparon y cada milla que avanzó el trasatlántico le supuso una nueva queja.
A Mateo le encantó la puesta de sol desde la cubierta, a Diana se le presentó como una acertada metáfora del ocaso de su relación.
Mateo consideró aquel viaje como una oportunidad para solucionar sus problemas de pareja. Diana se lo planteó como la perfecta ocasión para explicar a Mateo que había dejado de quererlo. No había lancha ni chaleco que pudiese salvarlo de este naufragio.
Al subir las maletas vacías sobre el armario del dormitorio, Mateo sintió que se le había roto el corazón y una incontenible lágrima le resbaló por la mejilla. Al percatarse de ello, Diana supo que al fin había comprendido. Y sonrió.


Este relato lo escribí ayer como ejercicio durante el taller de escritura creativa que estoy realizando con Índigo Crea y donde noto que poco a poco, comienzo a depurar mi estilo y a corregir muchos fallos. Es curioso que de los seis compañeros del grupo de alumnos, dos hayamos sido primer y segundo premio en el último certamen de relatos de la Fundación Municipal de Cultura de Valladolid y hayamos sido seleccionados para publicar relatos en el mismo libro. El talento se nos presupone, como el valor al soldado, pero la guia y el consejo de nuestra profesora también tiene mucho que ver en ello. Yo me considero el eterno aprendiz de escritor, por muchos premios que gane y muchos libros que publique.

No hay comentarios: