lunes, 6 de febrero de 2012

Sin rencores.

Yo preferiría quedarme con los buenos recuerdos y despojarme de esos ropajes tan absurdos y tan incómodos.
Pesan mucho más al sumergirte con ellos en las pozas del odio.
Son grises y no nos favorecen a ninguno de los dos; tu estás preciosa de verde y a mi me sienta mejor el azul, o el negro, que aunque es algo fúnebre por lo menos estiliza.
Me quedo con los paseos en la vespa, con las playas de Grecia y con las cenas mirándonos a los ojos.
Lo demás intentaré borrarlo.
No hace mucho escribí que ni perdono, ni olvido.
Sí perdono y el olvido lo estoy trabajando.
Algo bueno te quedará de mi, agárrate a ello. Aunque ahora abrase como un hierro incandescente es mejor dejarse las palmas de las manos que tantos años de amor.
Los dos sabemos que hubo muchas noches de comunión y muchas mañanas de felicidad, quizás es tarde para sacarle brillo al pasado, que se ha ensuciado tanto, pero la vida es así y en ocasiones es mucho más sencillo todo cuando odias.
No tiene por que ser de esta manera, siempre es mejor el destierro que el odio.
Destiérrame, yo alquilaré una cabaña allí en el ostracismo, con vistas a lo perdido y me sentaré a fumar en pipa con el vecino de al lado.
Quien sabe, igual un día nos encontramos paseando por los acantilados.
También te destierro, por mi bien, por el bien de los dos.
Resucita en tu vida que a mi me han aplicado un hermoso desfibrilador.
Suerte.
Adiós.






domingo, 5 de febrero de 2012

El lobo Feroz

Resulta ser una muchacha adorable con la falda muy corta y la sonrisa de dos por dos.
No come abuelitas, más bien se alimenta de tipos con barba.
Los lobos ahora venden libros y suspiran por tiempos mejores.
Hoy he conocido al lobo feroz pero no me ha dado miedo, que va...me ha resultado un animal muy simpático.
Mi lobo se ha venido arriba cuando una dj francamente atractiva ha puesto a girar el "respect" de Aretha.
Mucho ritmo, pocos mordiscos.
-¿Donde vas con tu cestita?
- A ver si la noche le saca ventaja al día y mandamos a la vieja a un asilo, junto con todas las cosas que hacen de mi una persona mayor.
Mi lobo se abraza a su pareja y despista al leñador.
Yo me calo la gorra de flores y disfruto del momento, que es realmente agradable.
En la puerta del garito, una de las mujeres a las que más he querido me niega el saludo y simula ser ciega, sorda y muda.
Yo simulo ser de hierro.
Al fondo, donde pastoreamos los crápulas, mis amigos bailan agarrados, restregando cebolleta y terminando las estrofas con acento americano.
La barra es territorio comanche para un tipo de mi estatura.
Salir de fiesta es genial.
El bosque de neones y cemento se satura de navegantes deseosos de olvidar lo que hicieron ayer y lo que no van a hacer mañana, ni pasado, ni ninguno de estos días.
Una morena con sombrero y vestido ajustado. Una pelirroja que se contonea poderosa. Yo escribiendo mensajes en busca de cariño.
Luces, música, retales de otras fiestas.
Mi lobo campa a sus anchas por los cañones de esta sierra que no es más que el territorio donde todo huele a risa.
Es perfecto, si tienes los ojos muy grandes para verte mejor, las orejas muy grandes para oírte mejor y el valor suficiente para pedir la última.
Es perfecto, si atinas con la palabra oportuna en el mensaje de texto, reclamando algo bonito.
La "cocacola" tiene más de cola que de coca.
Era un jarabe para tísicos y ahora viaja en casi todos los vasos de este bar.
Me gusta bailar cuando estoy de buen humor y esta noche es idónea para romperme la cadera.
Y me ha hecho mucha ilusión conocer a mi lobo.
Joder...si lo pienso bien, me doy cuenta de que estamos casi todos los personajes de cuento: el Lobo Feroz, Campanilla, el ·Príncipe Patoso, la bruja malvada, el rey que se da de ostias con el marco de la puerta cuando llega de tajada y la princesa que hoy no puede salir porque está hecha polvo después de un día más que difícil.
Tengo que sentarme a escribir un cuento donde al final me case con todos.
Y tengamos siete millones de alegres pastorcitos.
Todos con los ojos azules, el bigote bicolor y las entendederas de goma espuma.
Me ha gustado salir hoy. Me he sentido entre familia.
Un beso, "Lobo", un placer ponerte rostro.
A partir de ahora "Caperucita" será un cuento muy amable.
Como la historia de todos mis fracasos.
Vestidos de rojo, confiados y frágiles.

jueves, 2 de febrero de 2012

La insoportable levedad de mi ser

Lo siento Kundera, te lo he fusilado.
Hoy me he propuesto escribir un texto que no incluya las palabras "corazón", "alma"," frio", y "lágrimas".
Pero con este jodido frío que te paraliza el corazón, te hiela el alma y se te caen las lágrimas, lo voy a tener francamente difícil.
Mierda...creo que ya la he cagado.
Llevo una temporadita escribiendo tan desde adentro que parezco la "Dama de las Camelias".
Y eso no puede ser, carajo, que la gente empieza a darme palmaditas en la espalda cuando se cruza conmigo por la calle.
Que digo yo que me podían dar mejor 20 euros, que tengo escoliosis desde que voy al gimnasio y me matan las dichosas muestras de solidaridad. Además me viene mejor la pasta.
Lo cierto es que esto de la literatura es como las drogas: te potencia lo que llevas dentro y lo saca así, a lo bruto.
Y dentro llevo un poco de todo, tengo un mundo interior tan variado que parece un "todo a cien". "Todo a un euro" sería más correcto, que los chavales de ahora me miran raro cuando digo "todo a cien".
El otro día me tomé unas cañas con una amiga, que ha vuelto a la universidad y, con sus compañeras de clase.
Al despedirse de mi, una adorable jovencita de 19 primaveras me dijo: "Adiós señor".
Aún no me he recuperado del disgusto.
Pensé que medir 168 centímetros y tener "síndrome de Peter Pan" me mantendría alejado de estas cosas, pero ya veo que los ojos me traicionan.
Y el "men expert" de Loreal es una tomadura de pelo.
Me estoy yendo por las ramas.
Que estoy bien, que no hay que preocuparse, que solamente es una etapa, como la "etapa negra" de Goya, la "gris" de nosequien y la "rosa" de Pedro Zerolo (ups...la de Zerolo no es una etapa).
La vida no me sonríe, pero si que lo hacen mi vecina, la madre de un amigo, la taquillera del teatro y el señor del estanco.
Todo marcha según lo previsto.
Y dicho esto y tras haber tranquilizado a aquellos lectores que pensaban que me iban a encontrar en las páginas de sucesos de "El Norte de Castilla", os guiño un ojo, os abandono y me despido.
Mañana volveré a tratar de explicarme porque cuando Campanilla me mira, me bailan las entrañas, pero eso será mañana.
Hoy la dejo descansar, que se lo ha ganado a pulso.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Maniquí



En ocasiones quisiera ser un maniquí, para no tener corazón.

Y ya de paso para que la ropa me sentara estupendamente.

Fijar la mirada en no se que lugar muy muy lejano, poblado por más maniquies sin corazón y sin genitales, total, si no amas no los necesitas, lo demás es gimnasia.

Pero será mejor que siga siendo de carne y hueso, con mi corazoncito y mis atributos, esperando al visto bueno para quererte.

O para que te decidas a quererme.

Ahora no es el momento.

Renunciemos a los besos y a las miradas, a las caricias, a sudar a despojarnos de las mentiras y de la ropa.

Renunciemos a ser tu y yo y nadie más que tu y yo cuando debemos serlo.

Quisiera ser un maniquí para aprender a olvidarte, pero al tratar de permanecer absolutamente inmóvil solo consigo calambres en las piernas, en los hombros y en el alma.

El tiempo pasa muy despacio y yo seguiré esperándote en mi escaparate, a la vista de todos, desnudo de cualquier resto de ti.

Alguien me colgará del cuello un cartel con un precio. Puede que una mujer bonita lo pague.Puede que tu misma.

¿Estarás dispuesta a pagar lo que marque?

¿Estarás dispuesta a gastar tus sueños en mi?

Aquí me encontrarás, cuando decidas venir a buscarme.


lunes, 30 de enero de 2012

Extraños en una estación

El tren practicamente vuela, va tan rápido que no me queda más remedio que renunciar al placer de mirar a través de la ventana.
Pruebo con un libro, pero no es fácil concentrarse en la lectura.
A veces quisiera no poder pensar en ti.
Conecto los auriculares al teléfono y selecciono una canción de la lista del reproductor.
Dieciséis gigas de memoria y olvidé incluir alguna que simplemente me permita olvidarme de todo.
Parece como si cada uno de los cantantes alojados en el móvil se empeñara en recordarme lo jodido que es sentirse así.
Una hora de trayecto y me sobran cincuenta y nueve minutos y medio que lleno con imágenes repletas de besos frescos y ojos entornados, de sonrisas y de cañitas al sol de invierno.
Trato de concentrarme en la muchacha que viaja sentada a mi lado.
Es muy bonita, el hacedor de destinos o el azar o quien coño sea que maneja los hilos ha tenido la deferencia de emparejar mi regreso con un bellezón de apenas veinte años, melena abundante y labios gruesos.
Me pregunto quien acudirá a buscarla cuando lleguemos a la estación.
Supongo que un muchachote recién salido del gimnasio, cabalgando una motocicleta japonesa de gran cilindrada y colores llamativos.
Adoro mi Vespa,tan chiquitita, tan cansada, tan lenta. Solo admite a mujeres especiales.
De repente la joven vuelve la cabeza y me sorprende observándola.
Para mi sorpresa me sostiene la mirada y por un segundo me hace gracia pensar en que quizás ella también se haga la misma pregunta que yo.
Lee en mis ojos y comprende en el acto que nadie acudirá al andén, que nadie escudriñará a través de los cristales para adivinar de que vagón me he de bajar.
Me sonríe, la sonrío y vuelve a enfrascarse en la lectura de una revista de tendencias, de esas que cuestan una obscenidad y son todo papel satinado y fotos de petardos y petardas jugando a ser ángeles caídos.
Que fácil es fotografiar los egos desmesurados.
El indicador de velocidad de la pantalla marca doscientos treinta y siete kilómetros por hora.
Es una buena marca, seguro que si descarrilásemos ahora mismo, el trozo más grande que encontrarían de mi, tendría el tamaño de un grano de maíz.
Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.
Dos pasajeros se han quedado dormidos, vencidos por la noche de Madrid.
Una señora ataviada con un abrigo de animales muertos conversa a voces con algo que parece ser un marido.
Quiero llegar a la seguridad de mi casa, descansar, tratar de estar tranquilo y renunciar a la tentación de marcar tu teléfono.
En Chamartín he hablado con todas las mujeres que me importan menos contigo, aunque ninguna pudo calmar este anhelo tan estúpido.
El maquinista comienza a aminorar, estamos llegando.
Una amable señorita nos aconseja comprobar nuestras pertenencias y no olvidar nada a bordo.
No consigo olvidar.
Ni perdono ni olvido, es así, que se le va a hacer.
Fue una mojada muy linda la que me disteis, casi conseguisteis desjarretarme, pero han sido tantas las cuchilladas que me he llevado hasta la fecha, que mi cuerpo se ha hecho a la sangre y a las cicatrices y ya apenas duele.
Que coño, no es más que otra marca, otro recordatorio de como funciona el amor.
Me llevo un pitillo a la boca mientras desciendo del tren y en lo que palpo los bolsillos buscando el mechero tengo tiempo suficiente para ponerme una medalla: en efecto es un muchachote fornido, con un casco negro al codo, cazadora ajustada y patillas de bandolero.
Por supuesto, nadie vino a recibirme.
Mi pequeña italiana de asiento partido de cuero está justo donde la dejé ayer.
Me mira desde su faro redondo reprochándome haberla abandonado a la intemperie, en pleno invierno vallisoletano.
Ya está "bella", nos vamos a casa.
Dejo la mochila sobre la cama y enciendo el ordenador.
Cuando llegué a la estación, no había más que extraños y te eché de menos.
Ninguna eras tu.
Ni tan siquiera se te parecían.

jueves, 26 de enero de 2012

Donde quiera que esteís.

No se quienes sois, cuantos sois, cómo sois.
Se que estáis ahí, en alguna parte, del otro lado de la pantalla.
No se si habrá alguien que haya sentido lo que escribo, alguien que se siente a leerme por las noches y asienta con la cabeza mientras suelta el humo suavemente por la comisura de los labios.
Supongo que habrá algún hogar donde habré llegado por casualidad, de rebote, sin quererlo y de la forma más tonta me he instalado.
No se a que os dedicais, si sois buenos o malos, o buenos y malos o humanos, más humanos que yo.
Quiero pensar que de alguna manera os hablo bajito por las noches y me desnudo el alma, doblándola después y colocándola con mucho cuidado en una silla junto a vuestra cama.
Mañana si queréis, os la podéis poner, ya está limpia, la acabo de traer del tinte.
Me ha dicho la señorita del mostrador que algunas manchas supusieron un verdadero reto, pero que al final, con el producto adecuado, todas se terminan yendo.
Otra cosa son los bollos del corazón.
En el taller están saturados de trabajo, tienen miles de corazones esperando apilados en estanterías muy altas, altísimas.
Así que no lo he querido dejar allí y me lo he traído a casa.
Puede que con vuestra ayuda consigamos hacer algo.
No volverá a ser el mismo, pero no pienso cambiarlo por otro más nuevo, o más grande, o más brillante.
Al fin y al cabo no os escribo yo...os escribe él.
Yo simplemente soy los dedos que presionan las teclas.
Él es quien me pide la oportunidad de compartir sus averías.
Escribe para mi y para vosotros.
Quiere contaros cosas.
Yo soy mucho más tímido, él ya está acostumbrado a darse la vuelta y a latir cuando no debe.
Pero sigue latiendo, joder si sigue latiendo.
Me despierta por las noches bombeando mil preguntas que no se responder y me pide que encienda el ordenador y os las pregunte a vosotros.
¿Tenéis respuestas?
En ocasiones me siento muy solo, y observo el contador del blog y veo que pasan de dieciseismil las visitas.
No tengo café para tantos, pero algo se podrá hacer.
¿Os gusta el bizcocho?
He aprendido a hacer uno con harina integral y edulcorante.
También he aprendido que las cosas no suceden porqué si y que cuando en las películas doblas una esquina acelerado, tropiezas con una mujer preciosa y con tu torpeza haces que derrame la bebida sobre la blusa blanca.
Luego se enamora de ti en el acto, zas...ya está.
Y si te giras para verla marchar y ella también se gira, es que antes del "The end" va a haber un beso larguísimo.
Supongo que entre vosotros se ocultan también perros rabiosos deseando hincarme los colmillos en la yugular.
Adelante, me he tatuado un gato, soy una presa exquisita.
Es curioso, pero de un tiempo a esta parte me siento más feliz, así que no tengo miedo.
Solo ganas de saber porqué la acera está llena de zanjas.
No importa, cojo carrerilla y salto.
Alguno estaréis en el trabajo, ocultándome de la vista del jefe.
Otros en clase, tirando de Iphone o de Blackberry, mientras el profesor de constitucional o de biología o de lenguaje musical, lamenta no haberse dedicado a su verdadera pasión: los buñuelos de crema.
Se que alguna me lee en la cama, reposando, con su pequeña recién nacida apoyada en el pecho.
Y me colma.
En ocasiones os enfadáis, en ocasiones reís, a veces no me entendéis y en algún momento muchos habéis llorado conmigo.
Soy la vida, soy lo que somos todos, yo simplemente me vacío aquí y le doy forma al puto día de trabajo ingrato, al polvo más violento, a la caricia más íntima y a la lágrima más espesa.
Al paseo por un prado verde cogido de la mano de la persona que amas.
Al brillo de decenas de ojos.
Así que donde quiera que estéis, quien quiera que seáis, os saludo, os añoro y os agradezco el calor.
Sin vosotros, yo no tengo sentido.

lunes, 23 de enero de 2012

Ahora se enteran de que las hadas existen.

http://youtu.be/d2aXpnc1Um0


En mi casa también hay una, a veces.
Ella no cuenta las horas desde la ventana, porque todo el tiempo del mundo es suyo.
Casi siempre huele a café cuando aparece revoloteando, no tiene las alas chamuscadas, al contrario: brillan, brillan con una luz tan particular que iluminan los rincones más oscuros de mi interior.
Una vez le puse un nombre, pero no lo necesita, ella es tan solo eso:
La fee
El hada.

domingo, 22 de enero de 2012

¿En qué piensas?

Es una pregunta que me han hecho en unas cuantas ocasiones.
¿En qué pienso?
Joder...a veces no estoy pensando en nada.
A veces pienso que me he metido en otro fregado, enciendo un pitillo y vuelvo los ojos, como una tintorera cuando está a puntito de jamarse a su presa.
Entonces deseo estar muy lejos de aquí.
O al contrario.
En algún momento he llegado a pensar que el mundo merecía la pena, que el tiempo debería detenerse en ese preciso instante, para permanecer milenios recostado junto a ti, respirando tu calor.
Que la gravedad es un sin sentido, que no hay motivos para tener miedo.
Que me encanta sentir tu cabello cayendo sobre mi cara, mientras te sostengo resoplando a horcajadas.
Que el diámetro de tus pechos es perfecto.
Que estás preciosa, te pongas como te pongas, te vistas como te vistas, te desnudes como te desnudes.
¿En qué pienso?
En lo cerca que he estado siempre de volverme loco por ti.
En lo cerca que has estado siempre de decirme la verdad.
Es mejor poner la mente en blanco.
Pranayama.
Respiramos muy despacio, reteniendo el aire, expulsándolo poco a poco por la nariz.
Que preciosa eres.
Que cosa más bonita.
Poder subir al Olimpo como en una maldición, para ver de cerca lo que se reservan los dioses, que en ningún caso va a ser mio.
Y no me importa, que cojones...
En mi vida volveré a sentir lo mismo, con lo que puedo desangrarme alegremente.
¿Enamorado? Que va...
Imbécil perdido.
Con dos cervezas de más me siento más humano, aunque imbécil perdido.
Viendo como te alejas por mucho que yo trate de correr.
¿En qué pienso?
En lo injusta que es la vida.
En lo bien que te queda tu realidad.
En lo jodidamente perfecta que eres.
Y yo tan absurdo.
Y tan acostumbrado al borrón y cuenta nueva.
Luego si eso te lo cuento, me das un par de consejos y siete o setenta palmadas en la espalda.
Y bajo a la calle donde todo lo que me espera va a estar bien lejos de ti.
Me mandas a la arena donde me esperan silbando las fieras, haciendo gancheta, sudokus y quinielas.
Tan contenta, porque me ves partir sonriente.
Y solo sonrío porque antes de que se cerrara la puerta has sido lo último que he visto.
Y después ha llegado el ascensor.
Y me ha devuelto al mundo.
¿En qué pienso?
En ti, joder...solo en ti.
Pero soy capaz de disociar y saber que estás en todo.
No te preocupes, te llevo en el corazón, en el bolsillo, en la recámara y en una funda en el cinturón.
No pienso en nada más, que en porqué coño la vida te ha cruzado conmigo, si estaba claro que aún a pesar de todo, no me ibas a querer lo suficiente.
Aún así, me siento un puto privilegiado.
En eso pienso.
En la suerte que tengo.

domingo, 15 de enero de 2012

Hay personas

que con los ojos lo dicen todo, no necesitan hablar.
Hay personas con el corazón inmenso, con el alma pura.
Florecen en ocasiones y la vida te las pone delante, como un regalo, como el más hermoso de los presentes.
Que suerte conocerte.
Que placer quererte y que me quieras, que alegría más enorme saber que siempre has estado y siempre vas a estar, aunque yo en ocasiones me pierda y me confunda y vague por los caminos como un estúpido.
Pero hay días como el de hoy, en el que me doy cuenta de lo afortunado que soy al cerrar los ojos y recordar con nitidez cada uno de tus rasgos.
Creo que no se puede ser más bonita, por dentro y por fuera.
Creo que no se puede ser mejor.
Haces que me sienta bien.

lunes, 9 de enero de 2012

Anochece

En tantas partes que uno se pregunta si en algún lado será de día.
Los soles se caen poco a poco y aunque trato por todos los medios de retenerlos en el cielo, siguen cayendo.
Alguno va a dar sobre las copas de los árboles, quemándolo todo en el acto.
Otros se apagan en el mar, escaldando pececillos de colores y medusas que se vuelven negras.
La noche lo cubre todo, todo.
Sigo caminando y me ilumino con destellos y silbidos.
Vienen las lunas, pasan de largo.
Y las estrellas.
Todos se van y solo queda el camino, las sombras y la duda.
Pero no puedo detenerme, porque si me detengo me alcanzarán y me llevarán muy lejos.
No se hacia adonde me dirijo, como de costumbre, un pié delante del otro por la senda equivocada, arrojando miguitas de recuerdo por si acaso me perdiera.
Tan absurdo como el no darme cuenta de que las alimañas no están dejando ni rastro de lo que voy dejando detrás.
Pero da igual, porque también caerá un sol sobre ellas y entonces se les chamuscará el lomo y saldrán corriendo con el rabo entre las piernas y las ubres.
Suena a azufre a carbonilla y a mentira. Es estridente, me sangra el oído izquierdo y lo tapono con un pliego de castigos.
Hay que ver, que fatigado estoy.
Voy a sentarme un momentito, me la juego y si me alcanzan me alcanzaron. A donde me llevarán no puede ser mucho peor que este lugar.