La princesa Zuri era pretendida por cuanto caballero visitaba su reino pero ella ignoraba todas las proposiciones y cortejos, pues amaba tanto a su familia que no quería ni imaginar lo que sería vivir lejos de ellos.
Una noche conoció a Tristán, un melancólico y sensible caballero, amigo de su madre la reina Mónica, que recibió el encargo por parte de esta de protegerla y cuidarla mientras se ausentaba de palacio por unos días. Tristán, que sentía una completa y absoluta adoración por la madre de la princesa Zuri, acudió solícito a cumplir con su cometido y se hizo cargo del bienestar y la felicidad de Zuri hasta que la reina volviese a la corte.
Zuri, recibió a Tristán con una gran fiesta y bailó para él su danza más alegre, Tristán, supo entonces que siempre querría a esa hermosa princesita como si fuese hija suya y se entregó en cuerpo y alma al cumplimiento de su misión, haciendo de los días que duró, los más felices de la joven.
La reina regresó en la fecha prevista y corrió a abrazar a su hija y a agradecer a Tristán que hubiese cuidado de lo que más quería.En un acto solemne junto al trono, la reina Mónica, nombró a Tristan caballero protector de la princesa y le entregó la "joya en clave de sol", una piedra preciosa tallada por los pequeños duendes artesanos del reino.
Pero el mal está siempre al acecho y la malvada bruja del oeste, presa de la cólera que le produjo ver tanta felicidad en el reino, decidió que si ella no era capaz de disfrutar de lo más hermoso de la vida, nadie lo sería...y menos aquella joven, juguetona y dichrachera princesa. La envidia y los celos que sentía por Zuri, la llevaron a urdir un maléfico plan en el que aprovechando una de las audiencias de la reina Mónica, se hizo pasar por uno de los consejeros del rey de un país aliado, gracias a un hechizo de transformación y durante la cena de la recepción que Mónica ofreció al supuesto sabio embajador, vertió dos pociones mágicas con las copas de la reina y de la princesa.
A la mañana siguiente, la reina despertó débil y confusa, pues la poción que la bruja había vertido en su copa, era una mezcla de venenos muy potentes, en la que predominaba el veneno del cangrejo feroz, una especie de cangrejo muy voraz que deboraba a sus vítcimas desde dentro, al inocularles con su mordedura, una sustancia que ablandaba los tejidos y deshacía los órganos vitales. El propio padre de la reina Mónica, el legendario rey sabio, había muerto al ser mordido por uno de estos cangrejos, sumiendo a su familia y a su pueblo en una profunda tristeza, que superaron gracias a las obras y el legado que el rey Sabio dejó por todo el reino y en el extraordinario recuerdo que viviría por siempre en toda la población .
La reina tuvo que ausentarse de nuevo pero esta vez para visitar a los mejores curanderos y druidas y ser tratada por ellos. Tristán volvió a quedar al cuidado de la princesita que también y sin que nadie lo sospechase aún, había sido hechizada por la bruja del oeste.
Pasaron los días y un emisario de la reina llegó a palacio con las mejores pero más preocupantes noticias. Los druidas hechiceros y sabios, habían descubierto restos de una poción mágica en la sangre de la reina y aunque consiguieron limpiarla y devolverle la salud por completo, había que extremar las precauciones pues no conocían el origen de este maléfico ataque, que intentó acabar con su vida. Tristán corrió a buscar a Zuri y a contarle las buenas nuevas sobre la salud de su madre la reina pero al llegar a sus aposentos, la encontró recostada en la cama y con expresión preocupada.
Tristán mandó llamar al mago blanco de la corte y cuando este llegó, tan solo pudo certificar que Zuri había sido hechizada. Tristán se echó a temblar y lloró de rabia y dolor, pensando que había fallado a su queridísima Mónica y que perdería a Zuri, defraudando al pueblo y defraudándose a si mismo.El gran mago blanco invocó a los espíritus de los reyes del pasado y el espíritu del rey Sabio, se apareció junto al lecho de su nieta, la tomó de la mano y tras besarle la frente, dijo así:- Con este beso, yo te devuelvo la vida pero la poción de la bruja del oeste, la vil y ponzoñosa enemiga que te ha hecho esto, es demasiado poderosa y aunque vivirás, ya no lo harás como humana. Serás princesa sí, pero princesa podenca y tu belleza y tu alegría te acompañarán al transformarte y te permitirán ser reconocida por todos como Zuri, la futura reina podenca-.
Tristán reunió a los mejores caballeros del reino y partió en busca de la bruja del oeste a quien venció en singular combate y dio muerte con su propia espada.
Cuando la reina Mónicaregresó a palacio y corrió a abrazar a su hija, los cortesanos y guardias intentaron disuadirla para mitigar la impresión pero la misma Zuri esquivó a todos y se lanzó ladrando y moviendo la cola en brazos de su madre. Tristán se acercó lloroso y avergonzado a explicarle todo a Mónica y cuando puso su vida a merced del castigo de la reina, esta, lejos de castigarlo, lo abrazó, lo besó dulcemente en ambas mejillas y le dijo:- Mi hija vive, y yo puedo abrazarla, recibir sus besos y jugar y bailar con ella. No me importa en que forma lo haga, pues a través de los ojos de esta hermosa perrita, puedo reconocer perfectamente el corazón y el espíritu de mi hija. También siento en sus latidos, los del corazón de mi padre, el difunto rey Sabio, por lo que Zuri es ya por derecho, la heredera de mi trono y la futura reina podenca y tu, Tistán, el de amor intenso e intenso remordimiento, vive en paz y junto a nosotros, pues además del paladín de la princesa y vengador de su suerte, serás desde ahora mismo el capitán de su guardia.
Y Tristan, Mónica y Zuri fueron felices, comieron perdices y pienso de ternera y ave enriquecido con vitaminas