viernes, 25 de noviembre de 2016

Eso, antes.

Al escuchar los primeros gritos que llegaron desde la cocina, el joven Gabriel decidió subir la música del equipo de su habitación y mientras Axel Rose se desgañitaba junto a los suyos en una de las mejores canciones de la recopilación de la banda que le regalaron unas navidades, años atrás; Gabriel encendió un canuto de hachís y abrió la ventana para ventilar un poco y que se fuese el penetrante olor del porro.
"No olvides llamar a mis abogados con ridículas demandas", cantaba en un inglés cuasi ininteligible el rubio californiano, en el momento en el que su madre abrió la puerta  y se desplomó en el interior del dormitorio del estupefacto quinceañero.
Lo primero que hizo Gabriel fue tirar el porro por la ventana y aunque inmediatamente acudió a  socorrer a su madre, fue demasiado tarde.  No consiguió que reaccionase, no abrió los ojos.
Antes de perder los nervios por completo, intentó reanimar a su madre con las técnicas de primeros auxilios que había aprendido en el campamento scout al que fue el verano anterior. Nada. Ni con la respiración boca a boca ni con el masaje cardiaco. Su madre no respiraba.
-No llames a urgencias-
La orden de su padre, que desde el pasillo observaba la situación con el cuchillo en la mano, sonó como una amenaza, más que como una prohibición.
Al ver el enorme cuchillo manchado de sangre en la mano derecha de su padre, Gabriel instintivamente buscó las heridas en la espalda de su madre. Y las encontró. Su padre siguió hablando, cosa que aprovechó para ejecutar su espontaneo plan, tan agil como inteligentemente.
-La comunidad de Madrid no ha aceptado nuestro proyecto. Le han dado el contrato a otro estudio de arquitectura. Se lo estaba contando a tu madre y a la muy egoísta solo se le ocurre preguntarme como vamos a hacer para pagar los plazos del coche nuevo. Los del BMW. Ese coche lo compré para llevarla a ella a los sitios que llevábamos toda la vida soñando con conocer. Ese coche era la carroza para mi princesa, pero eligió el peor momento para recordarme las letras. No me quedó más remedió que hacerle callar de un bofetón y empezó a gritarme. Ya sabes como se pone. Le han comido la cabeza con eso de la igualdad, la paridad y demás chorradas y aquí, el que se deja la piel con los planos, las obras y las reuniones soy yo. El que cada día echa más horas que un tonto buscando contratos para el estudio, que permitan pagar la hipoteca, las letras de los coches, las vacaciones, la ropa, la comida y todos los caprichos de tu hermana y tu madre, soy yo.-
-¿Y por eso le has apuñalado?-Preguntó Gabriel entre lágrimas.-Eres un asesino papá. Estoy harto de ver esto en el telediario todos los días y nunca pensé que pudiese pasar en nuestra familia. Vale que a veces discutíais, como todo el mundo, pero tu eres arquitecto, una persona con cultura y con educación. Sé, que la vez que pegaste a mamá, fue, según dijiste, por culpa de las copas que habíais tomado en la fiesta del estudio y porque mamá se lo había buscado sola, como ella misma reconoció mientras se ponía el hielo en el párpado para bajar la hinchazón. ¿Pero esto? ¿También se lo ha buscado?-
-Tu madre me ha devuelto el bofetón y te juro que esto ha sido en defensa propia.Yo no quería matarla. El cuchillo lo había cogido ella y me estaba amenazando con él. Nos hemos peleado, se lo he quitado y en la trifulca y sin querer, se lo he hundido en la espalda. Yo no quería matarla, hijo. Si no preparamos una versión creíble de un accidente en la cocina, los de la ambulancia van a avisar a la policía y me van a detener.
Ahora las mujeres son las que mandan y han conseguido que ni se escuche a los hombres. Lo primero que hace la policía en estos casos es meter al hombre en la cárcel a la espera de juicio y ya se ocuparán la prensa y la opinión pública de condenarme.  Y ¿Qué va a ser de tu hermana y de ti? ¿Quien se va a ocupar de vosotros? ¿Quien os va a comprar la ropita y los libros? ¿Quien os va a pagar las clases de inglés y el gimnasio? Me necesitáis.-
Gabriel, tragó saliva y entre dientes, mirando el cadáver de su madre en el suelo del dormitorio, pronunció con infinita tristeza y el mayor de los desprecios -La necesitamos a ella, papá. Y nos la has quitado. No te preocupes, la policía debe estar de camino. Mientras hablabas he marcado el 091 con el móvil que me compró mamá por reyes y lo han escuchado todo. Seguramente habrán localizado la llamada a través del gps del Iphone y no tardarán en llegar.-
El sorprendido homicida, comprobó que en efecto, el teléfono de última generación de su hijo estaba conectado con el 091 y que en cuestión de minutos, su vida se habría ido a la mierda.
Consciente de que no tendría defensa posible, apoyó el cuchillo contra la pared y se arrojó contra él, clavándoselo en el pecho a la altura del corazón, falleciendo en el acto.
-Eso antes, papá. Antes de clavárselo a mamá, te lo podías haber clavado tu, pero no te preocupes. Yo cuidaré de la peque. Yo seré su padre y su madre y gracias a todo lo que he aprendido de mamá, lo haré mejor que tu.-
Antes de que la policía llamase a la puerta, Gabriel arrojó el hachís que le quedaba por la ventana y se prometió a si mismo que ni volvería a fumar porros, ni volvería a irse de botellón. Su hermana lo necesitaba.

domingo, 20 de noviembre de 2016

La bestia



Dentro de él, sigue habitando la bestia. El problema es que ha estado demasiado tiempo adormecida con dardos tranquilizantes camuflados en pastillas blancas; que como los emanems, se deshacen en tu boca, no en tu mano.
Por fin despertó y se alimentó de carroña de discoteca.
Para deleite y solaz regocijo de quienes soñaban con ocupar su puesto, se había convertido en un tipo entrañable; en lo más parecido a un osito de peluche, siempre con el gesto amable y la palabra más tierna con la que dirigirse a todo el mundo. Le perdieron el respeto al convertirse en la sombra de quien fue.
De un tiempo a esta parte, todo le asustaba, todo. Su bestia interior, empachada de tranquilizantes, se entretenía con ovillos de lana y presas de juguete.
Apuró el whisky con hielo de un trago y tras sopesar la situación, reventó con fuerza el vaso vacío en el pómulo derecho del chaval más cercano, que sorprendido por  la reacción de quien consideraba un pusilánime inofensivo, se llevó las manos a la enorme herida del rostro y cayó de rodillas. Al tener a su primera víctima arrodillado frente a él, tomo impulso y le propinó una fuerte patada en la nuez, dejándolo absolutamente fuera de juego. Ahora tocaba el turno de los demás. 
Como sospechó desde un principio, el más chulo de los cuatro macarras que habían ofendido a su amiga, salió corriendo al darse cuenta de que su amigo más grande yacía sin sentido en el suelo, sangrando como un cerdo. Antes de que el que más le preocupaba (un tipo moreno y bajito, de anchas espaldas y mirada turbia) consiguiese sacar la navaja del bolsillo trasero del pantalón vaquero, le propinó un cabezazo en la nariz. Al romperle el tabique, consiguió la reacción física que esperaba. En el acto los lacrimales inundaron de lágrimas el rostro de su oponente, impidiéndole una visión clara y aprovechó para sacudirle con todas sus ganas,un fuerte puñetazo en la sien que lo envió contra la barra de bar, donde uno de los camareros pulsaba frenéticamente el botón de alarma para avisar a los porteros y al personal de seguridad de la sala. Calculando el tiempo que tardarían en llegar "los puertas", cogió uno de los taburetes de la barra y lo rompió en la espalda del último adversario, que se había girado para buscar ayuda entre el público del local. Una vez que lo tuvo en el suelo, saltó sobre su cabeza con los pies juntos, provocándole un severo traumatismo cráneo encefálico.
Misión cumplida. Tres de cuatro. Y un cobarde.
Tomó a su llorosa amiga de la mano y trató de salir corriendo de la oscura discoteca, sorteando a los seguratas aprovechando la histeria colectiva, que hizo que los más de dos centenares de clientes que abarrotaban el local, intentasen de escapar de aquella orgía sangrienta. Pero no fue tan sencillo.
Cuando estaba a punto de conseguir su objetivo, sintió un fuerte golpe en la cabeza y después cayó al suelo. Uno de los seguratas lo había identificado y, sin pensárselo dos veces, le golpeó en la cabeza con un bate de baseball.
Fin de la partida. Acababan de quitarle la vida extra y los bonus por superar la pantalla. Su bestia aún le ayudó a sacar el bolígrafo del bolsillo interior de la chaqueta y cuando el segurata se inclinó a comprobar si aún respiraba, le clavó varias veces el bolígrafo en el cuello con movimientos lo suficientemente rápidos y fuertes que le permitió su estado.
Entonces se hizo la luz y todo desapareció a su alrededor.
Su novia se había despertado y al no encontrarlo en la cama junto a ella, se levantó preocupada y lo encontró en el estudio, sentado ante el teclado, escribiendo y fumando un pitillo tras otro.
-¿Qué haces cielo?- Preguntó tras encender la luz.- ¿Escribiendo otro relato de amor?. Mira que ultimamente estás demasiado ñoño y te van a sacar cantares. Deberías centrarte en esa novela sobre la guerra de secesión que tienes un poco abandonada. - Esto lo dijo con voz dulce, aunque sensiblemente molesta por la ausencia.
-No cariño. No podía dormir y necesitaba poner por escrito todo lo que me atormenta.  Mis personajes  se alimentan de mi personalidad y estoy algo cansado de que todos me tomen por el eterno enamoradizo al que traicionar y romper el alma sin mayor consecuencia. -
-Eres sensible, tesoro. No te avergÜences de ello. El mundo está lleno de tipos duros y en la variedad está la diversión. No pretendas ser lo que no eres y no has sido nunca. -  Le dijo esto mientras le abrazaba por detrás y le basaba en el cuello, cosa que hizo que le recorriese un escalofrío de placer por toda la espalda, pero no pudo disimular su enfado, en el tono de voz al contestarla.
-Soy sensible, mi vida. Pero no soy gilipollas. Ni soy un osito de peluche al que abrazar y rascar la tripita. No soy tan solo el eterno mejor amigo, ni el hombro donde apoyarse para llorar vuestras penas y contarme lo mal que os lo hacen pasar los cabronazos de turno. También soy un hombre. Te quiero con toda mi alma y daría mi vida por ti, pero por favor, no confundas sensibilidad con debilidad. Te aseguro que no soy débil.- 
Terminó la frase mientras se levantó para estrecharla contra su cuerpo. acariciarla con cariño y  deseo. Súbitamente excitado, jadeó al ver que ella se humedeció rápidamente y también le acarició con pasión, finalizando el viaje por el pecho y el vientre en el sexo, que ya se había endurecido antes de recibir el contacto de la delicada y habilidosa mano.
La transportó en brazos hasta la cama y una vez allí, le hizo el amor con tanta pasión y tanto sentimiento, que al alcanzar el orgasmo los dos al tiempo, no pudo evitar que se le escapase un "te quiero" entre suspiros. Se levantó a encender un pitillo en el estudio, ya que al no ser ella fumadora, intentaba no fumar en el dormitorio, para no contaminar la zona de descanso. Aprovechando que estaba junto al ordenador,accedió al documento de texto que acababa de escribir y borró el relato de la pelea en la discoteca, renunciando en el acto  a su bestia interior. No quiere volver a saber nada de esa bestia.No la necesita. Solo la necesita a ella, solo quiere amarla y ser amado por ella. Todo lo demás, no importa.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Soledad

Cerró los ojos antes de besarla y sintió el suave contacto de sus labios durante apenas un segundo. En ese preciso instante, una luz intensa se apoderó de todo y al abrir los ojos comprendió que ya era de día y que todo había sido un sueño. Otro sueño.
Ella había muerto tiempo atrás. Muerta. Aún no conseguía explicarse el porqué de todo aquello, más allá de su terrible ausencia durante los meses que la mantuvieron conectada a una máquina, viviendo artificialmente. Ahora su único contacto se producía a través de los sueños y por desgracia, eran encuentros difíciles de controlar donde apenas podía decirle todo lo que quería haberle dicho en vida.
Aprendió a no maldecir el alba. La salida del sol y la luz que entraba por su ventana, le comunicaban que comenzaba otro día en el que poder echarla de menos, otro día en el que masticaría el dolor y lo tragaría despacito, acompañado por lágrimas y maldiciones. No obstante al fin comprendió que aunque a veces le doliese estar vivo, debía vivir por ella y tratar de conseguir que la vida tuviese sentido, más allá de la nostalgía y la pena.
Su fe se había tambaleado y estuvo a punto de caer, pues no entendía porqué un Dios que es amor y misericordia, se la había arrebatado en la flor de la vida. Los caminos del Señor son inescrutables, se empeñaban en repetirle. Y tanto. Los caminos del Señor deben estar cortados al tráfico por obras.
La primera noche que soñó con ella, alcanzó la revelación y supo que con la muerte de una persona tan especial, tan hermosa y tan delicada, Dios les estaba indicando que esta vida no es más que un trámite y que la vida real, llega cuando alcanzamos el conocimiento y nos despojamos de las impurezas con las que nacemos en este valle de lágrimas.
Aquella primera noche, le ayudó a seguir adelante pero era un consuelo que distaba mucho de compensar la ausencia de su piel, de su sonrisa, de su fragancia. 
En este último encuentro entre las brumas del inconsciente, antes de besarlo, ella le había pedido que fuese valiente, que no se rindiese nunca, que pelease por todo y contra todos si fuera preciso. Le dijo que en determinadas ocasiones, el fin justifica los medios y que el fin, era volver a estar juntos y decirse todo lo que no se habían dicho en el pasado.  Él acepto y prometió poner todo su empeño en alcanzar la meta, pues la recompensa prometida  le iba a satisfacer por cualquier cosa que perdiese en su lucha.
En esta dimensión, en este plano, ella ya no estaba pero él sabia que desde el lugar donde le espera, ella le envía todo su cariño, y  le cuida. Le había costado mucho tiempo pero ahora ya era capaz de sonreír y de disfrutar de su vida sin ella, de su soledad. Una soledad ficticia porque ella siempre estaría a su lado, aunque no pudiese verla.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Cachorros



No logro entender que está pasando con este mundo pero cada vez me gusta menos.

Llevo semanas tratando de llevar a mi familia a un lugar seguro donde establecernos lejos de los bombardeos y, en este viaje he descubierto que para aquellos que llevan una vida normal como la que yo mismo disfrutaba antes de la guerra, nos hemos convertido en un problema que prefieren ignorar mirando para otro lado.

Tengo dos hijas muy pequeñas que mi mujer y yo estamos llevando en brazos y a hombros durante cientos de kilómetros y  han sido muy pocas las personas que nos han ofrecido ayuda.

Hoy he visto como el mismo fotógrafo alemán, grande y rubicundo que ayer se alejó al vernos llegar por si le pedíamos limosna, lloraba ante la visión de dos cachorritos que trataban de amamantar de su madre atropellada por un coche. Mi mujer se arrodilló y cariñosamente los alimentó con el biberón que había preparado para nuestra hija pequeña y entonces pude ver como aquel hombre enrojecía de vergüenza.  En un alarde de generosidad, se llevó  la mano a la cartera para limpiar su conciencia.

Solo pareció capaz de afligirse ante la desgracia de unos cachorritos y al arrojar un billete de cinco euros a los pies de mi mujer, parecía alimentar así a nuestras cachorritas aunque evitando ensuciarse las manos.

Somos tan humanos como vosotros pero con peor fortuna y aviso, la vida da muchas vueltas. Ojalá no os alcance la guerra.Ojalá no tengaís que suplicar refugio lejos de la tierra donde descansan vuestros seres queridos.


domingo, 13 de noviembre de 2016

A ningún buzón.

Cansado de perseguir el recuerdo de la más bella historia de amor que tuvo y cree que jamás tendrá, decidió poner fin a tanto sufrimiento.
No hay nada más bello que lo que nunca ha tenido y nunca conseguirá. Lo sabe. Está convencido de que no hay nada más amado que lo que perdió, y eso le destroza el alma.
Nunca fue sabio en amores, no llego a ser ni bello ni bueno, al menos no tan bello y tan bueno como a ella le hubiera gustado.
Sus recuerdos han pasado de ser cada día más dulces a convertirse en la hiel que le amarga las entrañas, corroyéndole por dentro y haciéndole retorcerse de dolor.
Por eso ha decidido buscar un sueño eterno ausente de ella. Está cansado de construir castillos de arena que desaparecen cada vez que sube la marea de la nostalgia. El olvido no se ha llevado ni la mitad de las noches que compartió con ella y, ahora tan solo comparte cama con su sombra y la oscuridad se convierte en algo demasiado tentador. 
Una pareja que pasea con su perro por la montaña, repara en él. Por unos segundos se preguntan que estará haciendo allí  ese tipo de ojos tristes, apurando un pitillo tras otro y hablando solo.
Al comenzar a llover,llaman al perro con un fuerte silbido y aprietan el paso para ponerse a cubierto bajo las ramas de los árboles vecinos. No tardan en olvidar al hombre del chaquetón negro que fumaba sentado en el borde del precipicio.
La lluvia comienza a caer con fuerza y se levanta un viento gélido muy desagradable, que le hace abrocharse el chaquetón y subirse los cuellos. Aquello le lleva a pensar en lo bien que se estaba enredado en su pelo y en su cuerpo, y lo frío, triste y solo que está sin ella.
Se descubre muy enfadado consigo mismo, por haberse convertido en el eterno hombre en pena que suplica a la vida una oportunidad tras otra. Él, que ha sido el tipo más alegre del mundo y ahora tiene que esforzarse para conseguir una mueca parecida a una sonrisa. 
Saca la libreta que lleva siempre en uno de los bolsillos traseros del pantalón y comienza a escribir una carta de amor, para que vuele hasta ella acompañándolo en su caída. Una carta que rubrica, sabiendo que nunca se enviará a ninguna parte, a ningún buzón.
Al arrancar las páginas de la libreta donde ha escrito su carta, encuentra por casualidad unas frases que escribió unos días antes. Es el comienzo de un relato sobre el hada del destino.  Pensar en el hada y en  lo que ha comenzado a escribir sobre ella, le lleva a sacar el plateado mechero de gasolina del bolsillo y a pegarle fuego a esa absurda carta, escrita con mano temblorosa. Las llamas crecen al abrigo de unas piedras, que evitan que la lluvia arruine el atávico ritual en el que está quemando los restos de dolor y la desesperación, que casi le hacen cerrar los ojos y coger impulso en busca del ansiado descanso. 
Corre hacía los árboles buscando resguardarse de la lluvia y sin poder frenar a tiempo, se da de bruces con la personificación del hada de su relato inconcluso.No es producto de una enajenación mental, existe y casi la derriba al chocar contra ella. Sabe que es un hada, por lo dulce de su sonrisa y de la expresión de la mirada que le dedica al aceptar sus torpes excusas .
La vida comienza de nuevo. 
Saca el paquete de tabaco,se lleva un pitillo a la boca y disculpando su falta de educación, le ofrece un cigarrillo que ella acepta con una enorme y preciosa sonrisa. Puede que este sea el principio de una hermosa amistad. Reza para que ese hada nunca se vaya de su vida, intentará ser todo lo bello y bueno que pueda ser. Conocerla ha despertado sus ganas de ser la mejor persona posible. Ya no quiere morirse. Quiere vivir y escribir para y por ella. Y por y para él.




 

viernes, 11 de noviembre de 2016

Milagro de primavera que gusta ser otoño

Los versos de Machado me han acompañado desde que era muy pequeño. Mi padre utilizó este poema de Machado cantado por Serrat, para explicarme lo que era la melena de campana, la lanza de carro y el yugo de carreta. Quizás por eso siempre lo he tenido tanto cariño. Mi padre era un hombre tan práctico como culto y acostumbraba a utilizar el legado de los más brillantes escritores para transmitirme conocimientos. Recuerdo con mucho cariño también los consejos de Polonio a Laertes en Macbeth, que mi padre me recitó como lecciones de vida. Son unos consejos atemporales y muy precisos. Siempre le agradeceré su exquisita pedagogía.
Por ello mi corazón espera, también hacia la luz y hacia la ida, otro milagro de la primavera.
Y ese milagro ha llegado con las lluvias de abril y el sol de mayo, cuando estaba a punto de agostarme en mi colina. Con la mirada más franca que me ha mirado nunca y con  unos preciosos labios, que se han abierto para pronunciar con precisión de cirujano las palabras que necesitaba escuchar mi tronco viejo y seco,podrido y en su mitad hendido por un rayo. Gracias a ese milagro de primavera que gusta ser otoño,algunas hojas verdes, por fin me han salido.
Hay personas que misteriosamente y sin pretenderlo sanan almas con su sola presencia, con el regalo de su amistad y con su comprensión absoluta. Te mecen entre sus brazos y te acunan entre los pliegues de su alma, para que estés calentito y no te mate la helada de esa fría noche soriana que lo cubre a veces todo. Hay personas capaces de vacunarte con un beso contra millones de males, capaces de suministrar con su risa el antídoto a los venenos más mortíferos y capaces de cauterizar las más horribles heridas con una sola caricia.
A veces me escondo en bosques de metáforas, porque soy consciente de lo vulgar de mi tronco carcomido y polvoriento y pienso que alguien tan bello, que luce semejantes ramas verdecidas, saldrá corriendo al verme. Pero no. En vez de huir, me ha ayudado a limpiar el musgo amarillento que me lamía la corteza y me ha devuelto la ilusión y la fe en la vida.
A veces, el destino te compensa de todas las noches sin dormir y de todas las lágrimas vertidas, poniendo en tu camino a uno de estos seres de luz a los que hemos aprendido a llamar hadas o ángeles, dependiendo de nuestras creencias.
El leñador me derribó una vez con su hacha pero gracias a la aparición de este ángel en mi universo, no voy a arder en el fuego del hogar de ninguna mísera caseta y,  antes de que llegue el día en el que el río hasta el mar me empuje por valles y barrancos, anotaré en mi libreta estos versos de mi propia cosecha.

Me iluminaste el futuro, con la luz de tu mirada,
Orgullosa de mostrar sin miedo al mundo, tu naturaleza alada,
Ni siquiera te soñé danzando tan hermosa danza,
Inspirándome al hacerlo, cariño y esperanza.
Cuando se agote mi plazo y venga a buscarme la muerte,
Antes de partir juraré que ni aún así, podré dejar de quererte, 

Ahora tan solo debo agradecer que me haya curado las raíces y esperar a que me vuelva a deleitar con la  primavera de sus ojos , y me regale los colores de ese otoño concebido para el amor.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Licenciado

No recuerdo haberme matriculado nunca en estas optativas, puede que formaran parte del plan nuevo (maldita reforma) y se me pasase la opción de cambiarlas por otras de libre configuración y de los mismos créditos  No sé de que círculo del infierno de la Divina comedia, el rector de mi vida seleccionó a las profesoras que formaron el más diabólico sector del claustro de catedráticas, pero estoy convencido de que tenían todas unos impresionantes currículuns,  en sus diferentes disciplinas.
Recuerdo haber hecho la mochila con la ilusión de un parvulito y haber corrido a la escuela de la madurez deseoso de volver a encontrarme con los amigos y los compañeros de la infancia y la adolescencia para salir a jugar al recreo y contarnos las vacaciones delante de un reponedor y necesario vaso de zumo de uva.
La asistencia era obligatoria y aunque hubiera disfrutado de las pellas en ciertas asignaturas, no me quedaron más cojones que asistir y soportar las clases con el mayor estoicismo del que fui capaz, so pena de expulsión del centro. Sé que mis padres me hubieran firmado de buen grado los oportunos justificantes pero entendí que esta  férrea disciplina inglesa, formaba parte de mi proceso de crecimiento y al fin y al cabo, la letra con sangre entra.
Recuerdo muy bien a la profesora de "Traición y embuste, oral y escrito". Nunca podré olvidar su cara de mosquita muerta y la sorprendente habilidad con la que me expuso el temario completo de su materia. Odiaba sus dictados y no sé cómo no perdí el juicio durante el tiempo que asistí a sus clases. Se me hizo eterno y lo peor de todo fue saber que aquellos conocimientos no me serían de utilidad en mi vida adulta y que el libro de texto y los apuntes tomados durante las clases, arderían por completo en la primera hoguera de San Juan a la que asistiese tras terminar el curso.
De la catedrática de "Interés y manejo"  recuerdo su caída de ojos y su dulce entonación, y que me intentó enseñar  como utilizar a una persona para extraer cuanto se pudiese aprovechar de ella. El temario completo ardió en el patio de casa, rociado con gasolina y blasfemias. Apagué el fuego con los litros de lágrimas que vertí al interiorizar las enseñanzas.
Por último la doctorada en crueldad innecesaria, que impartía "Técnicas del dolor y el desprecio" ,se ocupó de acabar con los restos de entereza y de ilusión que me quedaban.
Fui sin duda su peor alumno y me pasaba el día cosiéndola a preguntas, por no entender en absoluto el porqué de todo lo que me enseñaba. He de reconocer que necesité chuletas para aprobar el examen aunque  no creo que ningún otro haya pasado el "practicum"  que tuve que pasar yo.
Me enseñaron todos los argumentos y todas las herramientas, de cara a mantener una relación de pareja pero, mentiría si no dijese que ha habido demasiadas cosas que nunca pensé que formasen parte de ello. Por eso es tan importante la formación. La ignorancia es atrevida.
También tuve un excelente profesorado en otras muchas disciplinas curriculares. Nunca podré olvidar a las catedráticas que impartieron materias tan chulas como cariño, complicidad, proyectos de futuro, diversión, empatía, apoyo, camaradería...
Lo más chulo de todo era que educación física y técnicas amatorias, se convirtieron en mis asignaturas favoritas y cambiaban a la profesora cada curso. Quizás por eso he repetido un par de años. Me gustaba dejarlas para septiembre y estudiar durante el verano pero algunos cursos preferí repetirlos por no perder a las profesoras.
Todo tiene un sentido y aunque ha habido momentos de mucho esfuerzo y sacrificio,momentos en los que quise tirar la toalla y cambiar de carrera, conseguí mantenerme. La licenciatura en Amor me ha costado, además de una fortuna, el consumir mi vida extra y el plantearme demasiadas cosas. Habrá  merecido la pena, si el día que la persona que estoy esperando,me entrevista para el empleo definitivo y puedo demostrar que me he tomado los estudios muy en serio.
De momento tan solo tengo el título enmarcado en la pared de mi dormitorio y una más que curiosa foto de la orla con mis compañeros de promoción. Algunos ya han ocupado el puesto que ansiaban y han engendrado futuros estudiantes.
Todo termina llegando, incluso lo bueno.

lunes, 7 de noviembre de 2016

El alma a los pies

Esto no terminará nunca. Da igual de donde procedan sus lágrimas, que guerra asole sus países o que religión predomine en sus oraciones. Ya no hay un primer y un tercer mundo, ahora solo hay un mundo, en manos de aquellos que deciden donde sembrar el dolor y donde levantar los muros de la vergüenza.
De un tiempo a esta parte cada vez se hace más insoportable ver los telediarios, escuchar la radio y leer los periódicos. Los medios de comunicación me sirven calientes unas noticias que me estremecen por completo y que hacen que se me caiga el alma a los pies, al darme cuenta de que aún he tenido la desfachatez de quejarme de mi situación cuando las cosas se me comenzaron a poner difíciles.
¿Difíciles? 
Es triste que esa dificultad que me angustia, consista en tener que administrarme el tabaco que me mata despacito para que el ahorro, me lleve a  tardar unos años más en morir. Que me enerve el no poder gastar una cantidad obscena en invitar a cenar a una amiga el restaurante de moda. Que a la hora de comprar una botella de vino, me fije en cual de las diferentes denominaciones de origen del expositor, me ofrece la mejor relación calidad precio. A diario mueren miles de personas mucho antes de tiempo. Se arrastran y se juegan la vida para conseguir algo que llevarse a la boca o se lo quitan de las suyas para dárselo a sus hijos. El único caldo rojizo que moja sus labios es la sangre de los golpes recibidos, cosechada directamente por la cooperativa del miedo.
Me preocupa si este verano podré ir a la playa o no y si me decidiré por el sur o por las costas del Cantábrico.Es triste saber que decenas de miles de hombres de mi edad, llevan cada día a sus hijos al mar pero no para chapotear en la orilla, hacer castillos de arena o jugar a las palas, si no para buscar escapatoria de las bombas que han devastado sus ciudades.
Disparo con la mayor precisión, intentando mantener el pulso firme y guiñando el ojo izquierdo. Cuando el proyectil da en el blanco, abandono mi puesto de tirador y el propietario de la barraca de la feria me entrega un pequeño osito de peluche, un llavero, o un mechero de gasolina. En otros sitio y a la misma hora en la que yo disfruto en las ferias de mi ciudad, un niño soldado vacía el cargador de su Kalasnikov en el cuerpo de otro niño con diferente uniforme. 
Me confieso de mis pecados, temeroso de la justicia divina. Hay hombres, mujeres y niños, ajusticiados a diario en el nombre de Dios.
Algo está funcionando mal en este planeta. Hay recursos naturales suficientes para alimentar a la población mundial y oxígeno para todos, por lo que el crupier de esta partida debería repartir igual número de cartas a todos los jugadores.
Poco puedo hacer. Aportar unos euros mensuales a alguna ONG pero con miedo a que ese donativo se pierda por el camino y no cumpla su labor, cayendo en manos avariciosas, o votar a un representante que abogue por la justicia social pero mucho me temo que son todos el mismo perro, aunque con diferente collar y agachan la cabeza para que sus amos les rasquen y les den palmaditas si lo han hecho bien.
Puedo dar gracias a la vida por lo que me ha reservado y al menos, sentirme dichoso por cuanto tengo. Puedo escribir mi repulsa y mi indignación ante una sociedad absolutamente degenerada que ha hecho un negocio y un pasatiempo del sufrimiento humano.
No quisiera ver más niños ahogados tratando de alcanzar la playa. No quisiera ver más hospitales convertidos en escombros y atestados de cadáveres. No quisiera ver más madres llorando con sus hijos muertos en los brazos, ni más hombres abrazando los cadáveres de sus esposas.
A aquellos que generáis todo este inmenso dolor, yo os escupo y os maldigo.