Romeo colgó el cinturón del que pendía su espada, en el perchero de la pared junto a la mesa que acababa de ocupar. Aún llevaba una pequeña daga en la bota derecha, por lo que en caso de que apareciesen problemas, cosa habitual en las tabernas de aquella zona de la ciudad, podría plantar cara con cierta seguridad. Mercuccio regresó a la mesa con una jarra de vino siciliano, tinto, espeso y muy alcohólico. El tabernero les había obsequiado con un poco de queso parmesano, para acompañar la bebida. Esta era una costumbre muy española, que habían importado los soldados llegados desde la península ibérica a los tercios de Nápoles y que rápidamente se había extendido por todo el país. -Me bebo esta jarra contigo y me retiro a casa, Mercuccio. A estas horas ya, solo podremos encontrar problemas. -Vamos Romeo, no me vengas con esas. Eres una de los mejores espadachines de Italia, nunca te has arredrado ante bravucones y camorristas y jamás se ha podido decir de ti, que eres un cobarde. Creo que esa Julieta te está cambiando el carácter y te conseguirá convertir en aquello de lo que siempre te has mofado. -No metas a Julieta en esto. Voy cumpliendo años y la arrogancia de la juventud, comienza a dejar paso a la prudencia de la madurez. Querido amigo, aún podré atravesar el pecho de quien ose importunarnos pero empiezo a cuestionarme si realmente merece la pena jugarse la vida por pendencias tabernarias. -Antes ni te lo planteabas, al igual que antes ibas libando de flor en flor, desayunando una infusión distinta cada mañana y regresando a casa con diferentes perfumes en la piel. -Pero la he conocido a ella y aquel Romeo ya partió. Ahora soy un Romeo que respira por y para ella. -Y eso te terminará costando la vida. Bien sabes que lo vuestro es imposible. Vuestras familias no os lo consentirán nunca. -No conozco más familia que la que pienso crear con ella. No hay nada imposible si el amor verdadero, anda de por medio. -¿Amor verdadero? Perdona amigo, pero el amor verdadero es un invento de poetas y juglares. -Te compadezco Mercuccio. Llegará el día en que lo descubras y disfrutes de sus mieles. -Pues en lo que llega ese día, si no te importa creo que prefiero disfrutar de las mieles de una de aquellas bailarinas españolas que acaban de entrar después de haber terminado su función de hoy en el palacio del duque. Mira que cuerpos, que cabellos, que ojos. Que cantidad de placer oculto bajo sus vestidos. - Ciertamente son hermosas ambas pero me llama mucho más la atención la de la derecha, la de la hermosa sonrisa. La sonrisa es lo más hermoso de una mujer. No obstante muero por la sonrisa de Julieta y creo que me perderé este baile. - No puedo contigo Romeo. Eres muy dueño de hacer lo que te plazca pero mucho me temo que pierdes el tiempo, que lo tuyo con Julieta solo te va a traer problemas y que la cosa terminará mal. - Termine como deba terminar Mercuccio pero si he de morir, moriré junto a ella, por ella y para ella. - En efecto esa españolita tiene una sonrisa espectacular, de hecho creo que la he visto antes. A fe mia que trabaja en una taberna del puerto, en la "Taberna del Albor". Esa sonrisa no se olvida facilmente. Voy a intentar acompañarla a su casa. A no ser que quieras acompañarla tu y yo se lo pida a su amiga, que tampoco está nada mal. -Ya te he dicho, Mercuccio, que como casualmente he leído en un libro español no hace mucho y si se me permite apropiarme de un pasaje y adecuarlo a mis circunstancias, Julieto soy, en Julieta creo y a Julieta amo. Me retiro amigo, te deseo un gran éxito, la joven merece el esfuerzo que creo que vas a tener que realizar. Las españolas son mujeres bravas y muy difíciles y no se van con el primero que les dice "ojos verdes tienes". -Puede que no se me logre, pero cómo me dijo otra española de muy parecida sonrisa no hace demasiado tiempo, "por mi, que no quede". Descansa amigo. Y sueña con ella. - Si no lo hago con ella, prefiero no soñar. Buenas noches Mercuccio. -Buenas noches, Romeo.
Y eso me lo digo a mi mismo, porque no suelo hacer reseñas sobre cine, ni tampoco literarias. Este no es un blog de reseñas pero si os habéis fijado, muchas canciones, libros y películas inspiran mis textos. Incluso encuentro la inspiración en sucesos de la vida cotidiana y en los titulares de la prensa internacional. Me inspiran muchas cosas, no solo mis circunstancias. He crecido con el cine de este genial newyorkino que tan pronto se marca un solo de clarinete, como presenta una película impresionante o abarrota las portadas de la prensa sensacionalista con sus escándalos familiares. Dado el excelente gusto musical y cinematográfico de mis progenitores, desde muy pequeño el Jazz y Woddy Allen marcaron ambos territorios en mi casa y poco a poco fui devorando la filmografia de este judío de mi estatura. Mis padres compraban todas sus películas y luego comencé a poder pagarme el cine y aprendí a escoger su cine sobre las películas para adolescentes o la acción y el amor de segunda categoría. Ayer fui a ver Café Society con unos buenos amigos y creo que incluso antes de salir de la sala, dije en voz alta: Sencillamente, me ha encantado. A esta película, escrita y dirigida por el señor Allen, no le falta ni le sobra absolutamente nada. No voy a hacer spoiler de ese pero si os diré, que el guión es de esos que uno sueña con firmar algún día, que los personajes están impecáblemente construidos y dirigidos, que los actores, todos, bordan sus papeles y que la ambientación es soberbia, por no hablar de la B.S.O. La trama es inteligentísima y durante toda la película y para mi desgracia me sentí muy identificado con el protagonista. La cinta nos da una visión muy especial del amor, que tan pronto es maravilloso, como el peor de los castigos,al ver que responde al egoísmo de los amantes por encima de los designios del corazón. Es cierto que el amor te embruja, te atrapa y que en ocasiones no puedes arrancarte ni del pecho ni de la cabeza, a la persona amada, con las consecuencias que eso conlleva cuando la relación con esa persona termina. No sé a que Dios, se le ocurrió la brillante idea de dotarnos de la capacidad de amar, sin dejarnos un manual de instrucciones de uso. No suelo hacerlo, pero os recomiendo esta película con la certeza de que os va a gustar, ya que combina muchas temáticas del cine norteamericano y además es un interesante documento metacinematógrafico, al hacer un recorrido por el interior del mundillo del espectáculo de Hollywood. El mundo de los gangsters y el de las creencias religiosas también tienen su espacio, así como el brillante ingenio y el sarcástico humor de Woody Allen. No os vais a arrepentir de verla, os lo prometo.
Del inmenso catálogo de penas, angustias y tristezas que nos oferta este gran centro comercial que es la vida, creo que el producto estrella es la pérdida de un hijo. No he sido padre, digamos que aunque sé como se hacen, aún no he tenido una verdadera oportunidad para engendrar a la personita o las personitas que seguirán mi estela. De momento vuelco mi instinto paternal en mi gato, que sé que no es lo mismo ni de lejos, pero me sirve de campo de pruebas. Mis amigos que ya son padres siempre me dicen: Ten un hijo, te cambiará la vida. Y yo les suelo contestar: Por eso mismo no lo tengo, gracias. Tengo tres estupendos sobrinos a los que he aprendido a querer. Cuando eran pequeños, no me importa reconocer que me ponían de los nervios con sus ataques de rabia, sus llantos y sus niñerías, pero para mi sorpresa estoy viendo como salen de sus crisálidas, convertidos en dos enormes y valientes abejorros y en una preciosa e inteligentísima mariposa. Pero yo lo tengo fácil, ni me ocupo de su educación ni me desvivo por su felicidad, eso lo dejo en manos de mis hermanas y mis cuñados, que son los que pusieron la semillita y llamaron a telecigueña. Al no tener hijos, sé que me estoy perdiendo muchísimas cosas pero también sé que me libro de la preocupación y la agonía constante del ¿Y sí?. Ya tengo dos buenas amigas que han perdido a sus hijos y eso debe de ser algo realmente espantoso. Sé que al menos, les quedará el consuelo de haber depositado en ellos todo su amor y que antes de partir para el viaje definitivo, fueron conscientes de que esas mujeres que siempre estuvieron a su lado, los quisieron más que a sus propias vidas. No quiero comparar el grado de intensidad del dolor pero mucho me temo que excederá con creces al dolor por la pérdida de un padre, que siempre se interpreta como un artículo de la jodida y omnipresente "Ley de vida" o incluso la perdida de alguien como mi queridísima Blancanieves, que se fue mucho antes de que tuviera que hacerlo, al morder la manzana equivocada. Perder a un hijo suma al dolor por la pérdida de un ser querido, el dolor de la pérdida de un proyecto de vida, de una parte de ti que le dará continuidad a tus sueños y esperanzas y de ese fruto del amor que se hizo carne. No imagino un dolor más grande. Sé que es muy fácil decirlo, pero como canta Bunbury, el Doctor Tiempo lo cura todo. Fuerza y honor y todo mi cariño y apoyo a quienes pierden a sus hijos.
Que venga el encargado, que quiero el libro de reclamaciones. Cuando era una niña todo parecía mucho más fácil y el futuro se me antojaba tan mágico como el de los cuentos de hadas pero esto es el mundo real y ni existen los finales felices, ni los príncipes azules. Estudiar y trabajar, en eso se ha convertido mi vida para desarrollarme como persona. Formarme hasta lo indecible si el día de mañana quiero aspirar al trabajo que realmente me hará sentir realizada. Ahora me dejo la piel tras la barra de un bar en unos turnos que además tengo que agradecer, dadas las circunstancias del mercado laboral. Poco tiempo me queda para ese amor que cantaba Julio Iglesias, mi cantante favorito. El amor queda relegado a mis horas libres y se ha convertido en parte del ocio, como ir al cine o sudar en el gimnasio. Trato de no perder la sonrisa y acostumbro a servirla con cada consumición, como si fuera una de esas tapas cortesía de la casa. Sé que los clientes lo agradecen. Es conmovedor ver cuanta gente está necesitada de una sonrisa. Tan necesitada de ella como de una palabra amable o de un trato correcto. Yo también lo necesito. Vivo en una sociedad en la que ya de por sí, el hecho de ser mujer es un handicap. Parece que estamos obligadas a pelear para que se considere nuestra valía y para que la igualdad y la tan famosa paridad, sean algo más que conceptos abstractos. Yo no tengo que demostrar que valgo lo mismo que un hombre. Creo que valgo mucho más que un alto porcentaje de ellos pero no voy a caer en el juego de la lucha de sexos. Para mi, no hay diferencias de género a la hora de vivir. El oxígeno no hace comparaciones según quien lo respire y el agua no cambia de temperatura, ni pierde sus características al entrar en la boca de un hombre o en la de una mujer. La lluvia nos moja a todos por igual y la muerte tampoco entiende de sexos. Todos nos terminaremos yendo, todas y todos. En esta transición de niña a mujer, he descubierto la facilidad con la que se vienen abajo los sueños. No necesito que nadie me mime ni me proteja, sé cuidar de mi misma. Lo que sí que hecho de menos, es la educación y ciertos valores fundamentales con los que he crecido y que parecen haberse ido extinguiendo con los años.La cortesía a fecha de hoy, brilla por su ausencia y tan solo parece ser empleada como parte de un absurdo juego de seducción. A los hombres educados y corteses se los minusvalora y se los tacha de arcaicos. Ya soy una mujer y al adquirir mi condición como mujer, se me ha entregado la capacidad de aprender a pelear por mis derechos. Cuando era una niña, no veía con claridad hacía donde me llevarían los años felices, que pasé disfrutando de la inocencia de la infancia. En eso si que somos todos iguales, niñas y niños nos vemos obligados a perder la inocencia, dicen que esa pérdida se llama madurez. Yo lo llamo desilusión.
El laberinto en el que estoy atrapado solo tiene una salida y hace ya tiempo que la encontré, pero no me atreví a cruzar esa puerta y desde entonces estoy dando vueltas y más vueltas. Me alimento de sueños rotos y bebo mis propias lágrimas. No enfermo, no sangro, no soy capaz de morir y vivir me produce demasiada angustia. En el laberinto en el que estoy atrapado no brilla el sol ni hay una luna que altere las mareas del océano de dolor, que lo terminará convirtiendo en una diminuta isla en el archipiélago de las almas grises. Tampoco hay estrellas. Nada brilla en este laberinto. Ni siquiera tus ojos brillan en él, estoy solo aquí. Durante mucho tiempo creí que cuando encontrase la salida, ´la pesadilla habría terminado pero lejos de eso, enfrentarme al reto de cruzar la puerta que me hará libre, se ha convertido en el más terrorífico de los sueños. He aprendido a contar los pasos que tardo en recorrer el sendero y cuando llego al final, comienzo de nuevo. Hay muchas trampas en este laberinto, demasiadas. Trampas en las que si caes, crees ser feliz pero de repente la más oscura de las sombras te atenaza el corazón y vuelves otra vez al punto de partida, respirando miseria y masticando la derrota. Soy libre de salir, es sencillo, solo debo asumir que he encontrado la vía de escape y renunciar a la esperanza de verte al otro lado. Tu ya no estarás allí, no me esperarás en ninguna parte. Nuestros caminos se separaron el día que decidí entrar en el laberinto a buscar ese sueño que se te escapó al soñarlo en voz alta y cayó aquí dentro. Era tu sueño, no el mio, aunque me obcequé en conseguirlo para ti y estúpidamente pensé que si era capaz de recuperarlo y entregártelo, me amarías para siempre. Durante años de camino, soñé con volver a ti y ser de nuevo aquel que se alimentaba de tu sonrisa pero al encontrar la salida supe que ya no estarías a mi lado, que aquel sueño que se te escapó, te importaba una mierda, lo mismo que yo y que tu sonrisa, ya tenía quien la disfrutase cada noche. Puede que mañana, cuando alcance una vez más la salida, me decida a cruzarla. Puede que del otro lado ya no estés tú, pero habrá otros corazones por conocer y ante los que sucumbir. No me atrevo, no sé si tendré fuerzas para conocer un nuevo laberinto. No sé si seré capaz de volver a caminar durante tantas noches buscando la salida de un lugar donde no debería plantearme siquiera el entrar. La vida son laberintos y hay que estar preparado para desquiciarse buscando la salida, arriesgándolo todo. Perder es una opción tan válida como ganar, de hecho es la opción que todos elegimos, sin darnos cuenta. El paisajista que diseña los laberintos es un verdadero genio que juega con el tiempo y convierte las curvas de los sentimientos más nobles, en lineas rectas, que son la distancia más corta entre los dos únicos puntos que existen en la voluntad humana y que lo rigen todo: la desesperación y la esperanza. Entre esos dos puntos puede que vuelva a encontrarte, o puede que no. En cualquier caso, estaré fuera del laberinto.
Para ocultar mis sentimientos, para pasar desapercibido, para no seguir siendo la eterna presa de los corazones caprichosos. Hoy he vuelto a disfrazar mi tristeza con un relato, con el que he tratado de camuflar la rabia que da el tener que matar la esperanza de recuperarte. En efecto, fuiste el amor de mi vida. Mi mundo era ciego hasta encontrar tu luz, pero no tardaste demasiado en apagarla, dejándome en la más triste y siniestra de las penumbras. Todo se ha vuelto sombras sin tu presencia. De las muchas mujeres que he amado, de los cientos de veces que he creído haber encontrado a aquella con la que terminar mis días, tu fuiste la más triste de las equivocaciones. No sabes hasta que punto me he arrepentido de no haber estado a la altura, de no haber sabido amarte como necesitabas, de no haber sabido hacerme amar como deseaba.No sabes la de veces que he soñado con que el tiempo volvía atrás y corregía todos mis fallos y compensaba todas mis carencias llenando con caricias todos los vacíos. Pero lo pasado, pasado está y, ya es demasiado tarde para cualquier cosa que no sea echarte de menos. En mi texto, un Peter Pan ebrio y envenenado por los celos que le producían sus inseguridades, terminaba asesinando a aquella que le convirtió en el que había conseguido llegar a ser, con su ayuda. Según una psicóloga que me trató no hace demasiado tiempo,el asesinar literaria y metafóricamente el amor, es una catarsis necesaria. Ni puta idea...yo solo te necesito a ti. Solo necesito escucharte decir una vez más que me quieres, pero es más probable que escuche a Donal Trump cantando por tangos de Cadiz que esas palabras en tu boca. Noto que de alguna manera e inconscientemente, mis relatos se están convirtiendo en un guardarropa de lo más variado, donde voy almacenando disfraces de todo tipo y para cada uno de los sentimientos que me congelan el alma. He renunciado al amor, tengo miedo de amar, no quiero hacerlo, no creo que sepa hacerlo ya. Si no supe amarte a ti, no creo que sea capaz de amar a nadie, más allá de mi gato. Huyo de las palabras de amor, me cierro en banda ante cualquier demostración de cariño por parte de una mujer. Guardo todas los epítetos para mis textos y vacío aquí lo que aun conservo del amor que te tengo, antes de que se termine pudriendo dentro de mi. ¿Porqué me das libertad para amar? No me la des, condéname a cadena perpetua en el recuerdo de las noches que pasamos juntos, ajustíciame con el garrote vil de tu indiferencia. Mátame, por favor. No me permitas ser un muerto en vida. Ya pocos disfraces podré confeccionar con metáforas, alegorías y demás recursos literarios. Mi imaginación cada vez me pone más difícil escapar de ti. No quiero fugarme de tu prisión, así que guardate ese tercer grado de la libertad para amar, sabiendo que tendré que volver cada noche a dormir en el presidio de tu adiós. El que nace lechón, muere cochino y renace más lechón que nunca.
Ahora si que estoy perdido. Ya no tengo a donde ir, ni con quien, porque en cuanto se sepa lo que he hecho, ni siquiera el Capitán Garfio me querrá en su tripulación, compuesta por la peor escoria del mundo.. He matado a Campanilla. La he clavado mi daga una y otra vez, atravesando su pequeño cuerpecito y cortando sus alitas, que de tanto batir potentemente al intentar escapar mientras iba perdiendo las fuerzas, perdieron todo el polvo de hadas. Pero yo la quería, joder. La quería tanto que con cada puñalada he sentido como de alguna manera el acero se hundía en mi corazón, al tiempo que en el suyo. Llegué aquí como un niño perdido más y ella me recogió y me hizo volar hasta una nube, desde donde pude ver el mundo de una forma completamente diferente. Ella me descubrió que realmente no merece la pena crecer, que es más lo que se pierde que lo que se gana al renunciar a la parte infantil, al niño que somos. Por primera vez en mi vida, encontré algo que no supe explicarme al mirar sus ojos verdes. Mi pecho se abrió para ella, mi alma solo sabía pronunciar su nombre y mis manos abrazaban noche tras noche, su minúscula cintura. Y hoy la he matado. Soy el peor de los monstruos porque he matado al ser más bueno que he conocido jamás. Maldigo la hora en que robé aquella botella de grog de la despensa de Garfio y me la bebí yo solito en la laguna de las sirenas. Maldigo la hora en la que regresé borracho a casa y encontré a Campanilla consolando a ese niño perdido, recién llegado desde España. Ella era así, todo bondad y amor y, maldigo para siempre la hora en la que dudé de Campanilla y confundí el motivo de sus caricias a aquel niño. Presa de los celos, caí en picado sobre ambos y aprovechando la sorpresa, golpeé con todas mis fuerzas al sorprendido y asustado españolito, quien antes de perder el conocimiento por los puñetazos recibidos, aún intentó defenderse y me lanzó una patada a la entrepierna. Españoles...nunca saben cuando han perdido. Campanilla, descompuesta de los nervios y apenada por lo que estaba sucediendo, me gritó que me fuese con Wendy, que ya no me quería allí, que quien coño me creía que era y que con qué derecho había atacado a ese niño. Quizás, lo de que me dijera que me fuese con Wendy,fue lo que terminó de hacerme perder los nervios y enloquecer por completo. Renuncié a Wendy en cuanto descubrí el amor en los verdes ojos de ese hada pequeñita que hoy ha muerto entre mis manos. Hubiera despreciado a un millón de Wendys por un solo beso suyo. Pero el demonio que se apoderó de mi, se defendió de los reproches del hada que cambió mi vida,, a golpe de cuchillo. No tengo excusa, nada puede justificar mis actos. No hay perdón para mi cobardía y mi insensatez, ni habrá descanso para mi alma. No tengo ya futuro, ni en la tierra, ni en Nunca Jamás. Volaré hasta la nube donde Campanilla me llevó mi primera noche aquí y, con la misma daga con la que la he matado, cortaré mis venas y me atravesaré el pecho hasta alcanzar ese músculo inútil que ella supo hacer latir de forma que sintiese algo especial, diferente y mágico.Mi corazón latia tal y como vivia ella: especial, diferente y mágica. Descansa en paz, mi amor. Perdóname si puedes.
Su abogado le aconsejó ir lo más tranquilo posible a la vista sobre el divorcio.Esta es la segunda vez que va a tener que supeditar su falta de acierto en el amor, a lo que dictamine un juez, porque además de tropezar dos veces con la misma piedra, Iván se mortifica pensando que habrá que dividir el fruto del esfuerzo diario de ambos. Siempre estuvo enfocado a un sueño común, a unos planes de futuro en común y a una vida en común. O eso es lo que había sido tan imbécil de creer desde la primera vez que sus labios se encontraron. Ahora hay que cuantificar el amor, la pasión, la traición, el amplio abanico de mentiras y hay que añadir los ceros correspondientes a la cifra que marcará el precio del fin de sus ilusiones. Para lo demás, Mastercard. No le culpa a ella, no es tan idiota como para proyectar su frustración sobre la persona que supo aprovecharse de sus debilidades. Se culpa a si mismo por haber vuelto a repetir esquemas, confiando ciegamente en los dictados de su pecho y subyugando su existencia a los deseos de una mujer. Siempre fue un romántico empedernido, pero eso no le sirve de excusa ni de justificación a la hora de comprobar el saldo de la cuenta de su felicidad, de nuevo en números rojos. Dicen que no hay dos sin tres, pero para Iván ha sido más que suficiente y no volverá a tropezar con la misma piedra por vez tercera. A la tercera va la vencida y teme que eso conlleve el rechazo completo al sentimiento que le hizo comprender la realidad de la vida. Aunque esa realidad duele demasiado, ya ha entendido que es lo único que le hace sentirse vivo. Pero ya no se expondrá de nuevo a las flechas del angelote puñetero que se empeña en destrozarle el alma. Mejor solo que mal acompañado. La casa, el coche, el apartamento en la playa, los pocos ahorros que conservan en la cuenta de la que ambos son titulares. El juez dictaminará como repartirlo aunque por él, se lo puede llevar todo, igual que se ha llevado su dignidad y su hombría. Da gracias a Dios por no tener hijos, no los tuvo en su anterior matrimonio y tampoco llegaron en este que ahora está más que finiquitado. Los hijos son maravillosos, pero también son los que suelen pagar muy caro la falta de acierto de sus progenitores. Al entrar en el juzgado y pasar por el arco de seguridad que controla un Guardia Civil de uniforme, vacía sus bolsillos en una bandeja de plástico y se estremece al contemplar el llavero que ella le regaló cuando estrenaron la residencia familiar. Familiar. Ese adjetivo no era el correcto para definir su vivienda. Con el tiempo su lecho fue ocupado por alguien completamente ajeno a la familia y ella renunció a todo lo que lleva aparejada esa palabra. No se logra pertenecer a una familia con el solo acto de firmar un papel en el notario, hay que aportar al menos la voluntad sincera de compartir la alegría y el dolor, la pobreza y la riqueza, la salud y la enfermedad, hasta que la muerte y no un juzgado, la separe. Iván ya ha entendido que él fue el único culpable de que ella desease a otro ocupando su lugar en la cama. Será mejor que esto termine cuanto antes. El juez solamente recoge y certifica el acuerdo amistoso que entregan los abogados de ambos cónyuges que han conseguido llegar a un acuerdo razonable, tras haber comenzado el proceso de lo que parecía un duro divorcio. Iván ha cedido, ignorando las recomendación de su abogado, sus amigos y sus padres. Nadie entiende que hay batallas que es mejor no librar y que a enemigo que huye, puente de plata. Una retirada a tiempo es una victoria y por lo menos, conservará intactas las pocas fuerzas que le quedan aunque no piense emplearlas en volver a intentarlo. No volverá a tropezar con una piedra en forma de corazón ni con un corazón duro como una piedra.
Lo de provocar un incendio en el parque natural de Doñana, fue una excelente maniobra de distracción que les permitió acceder a la ermita del Rocío y pegar el cambiazo, sustituyendo la imagen de la Virgen por una copia de las mismas características pero construida con cartón piedra y papel maché, que a simple vista daba totalmente el pego, pero que al hacerse pública la petición de rescate y antes de que los agentes de la científica pudieran evitarlo, sufrió las iras de los almonteños y fue completamente destruida a patadas y puñetazos por el gentío allí congregado al conocer la noticia. El plan era sencillamente genial. Dada la devoción por la virgen del Rocío y la de cientos de miles de fanáticos y fervientes adoradores que tiene esta imagen, Carlos no dudó en solicitar un rescate de mil millones de euros, a ingresar en una cuenta completamente blindada, en un paraíso fiscal del Pacífico. Nada de dejar mochilas con fajos de billetes marcados en un contenedor de basura, ni maletines en la barra de un bar. El no es un político al que haya que pagar comisiones por los servicios prestados, ni un macarra de tres al cuarto, que haya secuestrado al primogénito del terrateniente del pueblo. Tras ocultar la imagen de la Virgen, en la nave industrial alquilada en un polígono comercial de Huelva, para tal efecto, Carlos eliminó allí mismo a los dos únicos hombres que participaron junto a él en la operación y que habían seguido un estricto protocolo de confidencialidad, por lo que al atravesarles la cabeza de sendos balazos,con su automática provista de un más que oportuno silenciador, eliminó en el acto los cabos sueltos y respiró tranquilo mientras saboreaba su Cardhu con hielo. Una vez se hubiese hecho efectiva la transferencia en la cuenta puesta a nombre de una sociedad fantasma, enviaría al diario "El País", y con el teléfono móvil de prepago comprado para este fin, un wasap con la ubicación del lugar donde se encontraba la imagen y se largaría a tomarse un Whisky de malta, en vaso ancho y con dos piedras, a su bar favorito de Sevilla, cerca de la Torre del Oro. Tan solo quedaban tres días para el fin de semana previo al lunes de pentecostés por lo que el plazo para hacer efectivo el ingreso, expirara pasado mañana jueves y si las hermandades no se ponen de acuerdo para cumplir sus exigencias, detonará con el control remoto la carga explosiva adosada a la imagen y de la que ha enviado un completo reportaje fotográfico a los medios de comunicación para que lo difundan y creen el pánico entre los beatos rocieros. Con lo que Carlos no había contado, era con la agudeza de una agente de la unidad de caballería de la policía nacional sevillana, destacada en Huelva para coordinar el itinerario de la romería de este año y a la que llamó la atención aquel enorme Land Rover con las lunas tintadas, aparcado sospechosamente junto a la puerta trasera de la ermita, teniendo multitud de huecos libres frente a los bares de la plaza cercana. La agente Muñóz inició una investigación por su cuenta y al llegar a los medios de comunicación la petición de rescate y comprobarse la falsedad de la imagen de la ermita onubense, rastreó el vehículo del que había hecho unas fotos con su teléfono de última generación, llevada por su instinto y su refinado olfato policial. No hizo partícipes de sus sospechas a ninguno de sus compañeros, ya que siendo nueva en la unidad y mujer,se evitaría el cachondeo y la condescendencia de aquellos con los que tenía que trabajar a diario. Por desgracia, este sigue siendo un país de machistas y por mucho que se le llene la boca de paridad a los mandos de los cuerpos de seguridad y orden público, ya estaba cansada de tener que demostrar constantemente su valía. Al dejar KO de un culatazo en la cabeza al sospechoso mientras estaba deleitando su whisky de veinte euros la copa, sintió una extraña sensación de orgullo por el deber cumplido que culminó al engrilletar las muñecas del cuerpo desplomado y avisar al jefe de su unidad, de que había dado con el cerebro del secuestro más famoso de la reciente historia de España. Semanas despues, el mismísimo Papa, acompañado en la ceremonía por el Rey de España, condecoró en el Vaticano a la heroina y por aclamación popular, los altos mandos policiales asecendieron a la agente Muñoz. Ahora da más gusto que nunca, respirar el polvo del camino.
-Pues si pasa, -dijo Nestor jugando con la traducción del título de la canción, mientras el tema de Metálica sonaba de fondo, en lo que aseguraba los nudos de las cuerdas con las que había atado a Mireya, su amante de las últimas semanas. Mireya es una periodista a la que conoció en la entrega del premio nacional de novela que le otorgaron los Reyes en una gala saturada de pedantes y pseudointelectuales de lo más variopintos. - Creo que esto ya no tiene vuelta atrás y sintiéndolo mucho voy a tener que matarte, no puedo permitirme el lujo de dejarte con vida después de todo lo que has averiguado sobre mi. No debiste haber fisgado en los archivos de mi ordenador, no debiste haberte dejado llevar por la curiosidad, que como bien dice el refrán, mata al gato. En esta ocasión la curiosidad matará a la gatita y no creas que no me jode tener que hacerlo. -No estaba fisgando, sabes que tengo que enviar mi columna diaria y al no saber si iba a quedarme a dormir en tu casa, solo quise comprobar que había dejado preparado el mail con el archivo adjunto para enviarlo al periódico desde mi correo. Me llamó la atención el nombre de la carpeta del escritorio y sinceramente, pensé que se trataba de otra de tus novelas y la abrí para ver si iba a convertirse en otro best seler pero ya veo que desgraciadamente, no es más que el diario de un desequilibrado con ínfulas megalómanas.- Nestor descargó un puñetazo en la boca de Mireya, rompiendo varias piezas dentales y salpicando con la sangre de la columnista de "El País", el blanco sofá de cuero donde la tenía tumbada y atada de pies y manos. - Más me duele a mi, te lo aseguro, -Una mierda, jodido psicópata- dijo Mireya conteniendo las lágrimas de dolor. -No soy un psicópata, según mi psiquiatra tan solo tengo un pequeño trauma provocado por el déficit de cariño en la infancia. Si mi padre no se hubiese ido a por tabaco donde Cristo dio las tres voces, abandonando a su familia, seguramente habría aprendido a controlar mi ira, pero he tenido que descargar toda mi rabia en las novelas y el sobrante de odio, en el cuerpo de alguna mujer. Es curioso lo que son las cosas, las mismas que aplauden y vitorean los crímenes de mis personajes, cuanto más violentos mejor, luego se mean encima y suplican por sus vidas, aún sabiendo que el perdón,es algo que no puedo conceder. -Pues te vas a joder pero controlo mis esfínteres y no pienso suplicarte. Haz lo que tengas que hacer y solo espero que cometas algún error y que te terminen pillando. El crimen perfecto no existe. Tu mismo te has encargado de dejarlo bien claro en cada uno de tus libros. Nestor hundió su estilete en el corazón de Mireya con la mano derecha, mientras con la mano izquierda trató de silenciar las últimas palabras de su nueva víctima, la octava, desde que asesinó a aquella profesora de literatura del antiguo colegio privado donde estudió de niño y en el que le "hicieron un homenaje cuando gano su primer premio literario internacional. La "señorita Ferrero" nunca creyó en él ni en su prosa salvaje y, sabía que le habían impuesto que acudiera contra su voluntad a aquel evento, donde aprovechó para averiguar que vivía sola y a escasos doscientos metros de su piso de Madrid. Lo demás fue sencillo. Acudir a su casa, coseguir que le abriese la puerta con una excusa baladí y fingir un robo, tras reventarle el cráneo de varios martillazos. La policía no sospechó que aquello se tratase de un crimen ajeno a los delitos cada vez más comunes en la capital de España. Apenas tuvo repercusión mediática. Con Mireya, tendría que hilar fino. Era una conocida periodista y más de alguna publicación de la prensa rosa, se había hecho eco del supuesto romance entre el aspirante a premio Nobel y la periodista de la sección cultural de uno de los diarios nacionales con más tirada. Gracias a lo aprendido en la intensa labor de documentación para escribir sus libros, Nestor no tendría problemas para deshacerse del cadáver sin dejar ningún rastro. Al desatar el cadáver y despojarlo de la ropa antes de sumerjirlo en la bañera con diversos productos químicos, Nestor recordó las noches de pasión con Mireya y una tremenda erección, le sorprendió contemplando aquel cuerpo sin vida. Penetrar un cadáver era algo muy difícil, pues entre la ausencia de lubricación vaginal y el comienzo del rigor mortis, el único placer del acto, fue el que le otorgó el sentirse el dueño absoluto de aquel despojo humano. Años después Nestor Ibarra Sanchez fue galardonado con el premio Nobel de las letras y murió en un accidente aéreo al regresar de recoger el galardón en Estocolmo. Cuando su editor encontró el diario, en el ordenador personal del difunto, se puso en contacto con los abogados de la editorial, para ver de que manera podría hacerse con los derechos de edición, antes de entregarlo a la policía.