El plan era sencillamente genial. Dada la devoción por la virgen del Rocío y la de cientos de miles de fanáticos y fervientes adoradores que tiene esta imagen, Carlos no dudó en solicitar un rescate de mil millones de euros, a ingresar en una cuenta completamente blindada, en un paraíso fiscal del Pacífico. Nada de dejar mochilas con fajos de billetes marcados en un contenedor de basura, ni maletines en la barra de un bar. El no es un político al que haya que pagar comisiones por los servicios prestados, ni un macarra de tres al cuarto, que haya secuestrado al primogénito del terrateniente del pueblo.
Tras ocultar la imagen de la Virgen, en la nave industrial alquilada en un polígono comercial de Huelva, para tal efecto, Carlos eliminó allí mismo a los dos únicos hombres que participaron junto a él en la operación y que habían seguido un estricto protocolo de confidencialidad, por lo que al atravesarles la cabeza de sendos balazos,con su automática provista de un más que oportuno silenciador, eliminó en el acto los cabos sueltos y respiró tranquilo mientras saboreaba su Cardhu con hielo. Una vez se hubiese hecho efectiva la transferencia en la cuenta puesta a nombre de una sociedad fantasma, enviaría al diario "El País", y con el teléfono móvil de prepago comprado para este fin, un wasap con la ubicación del lugar donde se encontraba la imagen y se largaría a tomarse un Whisky de malta, en vaso ancho y con dos piedras, a su bar favorito de Sevilla, cerca de la Torre del Oro.
Tan solo quedaban tres días para el fin de semana previo al lunes de pentecostés por lo que el plazo para hacer efectivo el ingreso, expirara pasado mañana jueves y si las hermandades no se ponen de acuerdo para cumplir sus exigencias, detonará con el control remoto la carga explosiva adosada a la imagen y de la que ha enviado un completo reportaje fotográfico a los medios de comunicación para que lo difundan y creen el pánico entre los beatos rocieros.
Con lo que Carlos no había contado, era con la agudeza de una agente de la unidad de caballería de la policía nacional sevillana, destacada en Huelva para coordinar el itinerario de la romería de este año y a la que llamó la atención aquel enorme Land Rover con las lunas tintadas, aparcado sospechosamente junto a la puerta trasera de la ermita, teniendo multitud de huecos libres frente a los bares de la plaza cercana.
La agente Muñóz inició una investigación por su cuenta y al llegar a los medios de comunicación la petición de rescate y comprobarse la falsedad de la imagen de la ermita onubense, rastreó el vehículo del que había hecho unas fotos con su teléfono de última generación, llevada por su instinto y su refinado olfato policial.
No hizo partícipes de sus sospechas a ninguno de sus compañeros, ya que siendo nueva en la unidad y mujer,se evitaría el cachondeo y la condescendencia de aquellos con los que tenía que trabajar a diario. Por desgracia, este sigue siendo un país de machistas y por mucho que se le llene la boca de paridad a los mandos de los cuerpos de seguridad y orden público, ya estaba cansada de tener que demostrar constantemente su valía. Al dejar KO de un culatazo en la cabeza al sospechoso mientras estaba deleitando su whisky de veinte euros la copa, sintió una extraña sensación de orgullo por el deber cumplido que culminó al engrilletar las muñecas del cuerpo desplomado y avisar al jefe de su unidad, de que había dado con el cerebro del secuestro más famoso de la reciente historia de España.
Semanas despues, el mismísimo Papa, acompañado en la ceremonía por el Rey de España, condecoró en el Vaticano a la heroina y por aclamación popular, los altos mandos policiales asecendieron a la agente Muñoz.
Ahora da más gusto que nunca, respirar el polvo del camino.
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