Vete ya de mi subconsciente y sal de mi cabeza, para siempre jamás, por favor. Y no vuelvas nunca.
No quiero que tu recuerdo vuelva a sacarme de la cama a la una y cuarto de la mañana de un sábado como hoy, y me siente al teclado del ordenador, para vomitar todo el veneno que me inoculaste en su momento, con aquellos besos sin antídoto que paralizaban el sistema nervioso y anulaban la voluntad.
Han pasado más de seis años y aunque un percance reseteó mi cabeza, borrando en el acto cientos de miles de archivos, aquellos en los que almacené tu traición y tu falta de piedad, no los conseguí perder. Los médicos me explicaron que este tipo de recuerdos, los dolorosos, son los que cuesta olvidar, así como aquellos conocimientos que se adquirieron a base de esfuerzo, estudio y sacrificio.
Es increible haber olvidado tantos rostros amables y conservar la posiblidad de describir el tuyo arruga por arruga,lunar por lunar, poro a poro.
Recuerdo aquella playa de Galicia, donde tras nuestra última batalla, decidisteís que era el momento perfecto para volar cometas junto al mar, ignorando el inminente armagedón en nuestras vidas y evitando contener las grietas en la esclusa de mi pecho, por las que se devordaria el caudal de lágrimas contenidas en la presa de mi alma.
Sin importaros lo más mínimo mi presencia, os cogisteis de la mano mientras soltabais cuerda, y la cometa se elevaba subiendo cada vez más y más alto y arrastrando atada a su cola , la poca dignidad que me quedaba. Deseé volar y liberarla de aquel nudo traidor y cobarde, que cada vez la alejaba más de mi pero al conseguir levantar el vuelo y llegar junto a ella, la cera de mis alas se derritió y caí en picado sobre un colchón de desesperación y dolor. Intenté ocultarme del mundo bajo el edredón de angustia y me cubrí con él por completo. pero dejé un huequecito por el que mirar furtivamente y lo que pude ver me destrozó el corazón.
Supongo que os consideraréis ganadores. Al fin y al cabo vuestra infamia venció a la poca humanidad que albergaba aun vuestros espíritus.
Yo me encontré con una vida que no quería vivir y con una puesta a cero en el taxímetro de la felicidad. Pero os voy a contar un secretito: no habeís ganado una mierda, porque con el tiempo, he aprendido que en esta vida, todo termina volviendo y nada desaparece, todo se transforma.
Puede que me haya convertido en un patético soñador que no renuncia a encontrar el amor verdadero y que sigue fracasando una y otra vez, pero aunque os joda, estoy vivo. Mis fracasos son parte del empirismo salvaje que me lleva a un contante ensayo-error hasta que dé con la persona adecuada. Vosotros aunque no lo sepais aun o no lo querais saber, estais muertos. No físicamente pero si en lo espiritual. No seré yo el que arroje la primera piedra ni entre en el juego de la descalificación, el odio o el revanchismo. Dicen por ahí que Dios castiga sin piedra ni palo, pero a mi eso me importa lo justo. Creo que en el pecado llevaís la penitencia.
Si os habéis dado cuenta, no soy tan miserable de poneros nombre aquí, de acusaros de nada (los hechos han hablado por si solos) ni de dar claves para que se os relacionen conmigo. Por lo que me cuentan mis espias rusos, esta ciudad ya os ha ido estrechando el cerco. Sé que disfutais con mi desgracia y mi dolor y sé que os alegra cada una de mis pérdidas, incluso y como demuestran vuestra miserables conducta, la de aquel al que deberiais haber agradecido todos y cada uno de sus actos de buena fe para con vosotros, pero esa ponzoña de la que os alimentais al hacer el amor, os ha convertido en los monstruos que sois.
Yo no soy tan cobarde como para denunciar mi dolor con nombres y apellidos o fotocopia de DNI,ni para levantar un dedo contra vosotros, por el contrario, he aplacado la ira de muchas personas deseosas de pagaros con la misma moneda con la que acostumbraís a realizar todas las transacciones.
Solo os digo una cosa: La vida da muchas, muchas vueltas.
Me vuelvo a la cama, a ver si ya no veo más cometas en sueños.